LOBOS

Los pasillos de piedra la acogen y liberan con cada doblar de esquina. Hace mucho tiempo ya desde la última vez que los recorrió. A la carrera y probablemente sucia. Esta vez los anda, a paso lento y tranquilo, permitiéndose examinar cada recodo como nunca antes.

Cree sentir un viento pasarla de largo y ante sus ojos aparece una chiquilla con el pelo oscuro peinado en unas trenzas descuidadas, la ropa sucia y el pantalón rasgado. Su risa rebota contra las paredes empedradas y otra figura la persigue a la carrera. Esta vez un niño, delgado y veloz. Bran. Arya sonríe observando como el chiquillo de apenas siete años trata de darle caza.

-¡No me coges!- canturrea ella acompañándolo de otra risa limpia.

El niño aprieta el paso, rojo de rabia y esfuerzo, pero es en balde. Arya siempre fue rápida y escurridiza. Ve como el pelo a duras penas trenzado dobla la esquina y el niño hace lo propio. Y entonces desaparecen, llevándose consigo el ruido y las risas, volviendo a abandonar el corredor al mas absoluto y lúgubre de los silencios. La sonrisa le resbala por la boca.

Solo era un recuerdo.

Retoma el paso, tratando de ignorar la estela de amargura que los antiguos Bran y Arya han dejado tras ellos. Lo que le dijo a Sansa vuelve a su cabeza; Nunca debieron dejar Invernalia. Todo el tiempo que estuvo fuera, mas de ocho años pensó en su hogar. En volver a pisarlo, a sentirlo, a olerlo…

Fantaseaba con ello, con escuchar la nieve crujir bajo sus pies. A veces, la mayoría de ellas, la imagen de todos los que un día habitaron aquellos muros la recibían con sonrisas, como su hermano Robb o su padre. Sansa y su madre le dedicaban gestos de disgusto por su aspecto, pero siempre le daba igual. Se lanzaba contra ellas para abrazarlas hasta que le dolían los músculos y en sus sueños, Sansa siempre le acariciaba el pelo.

Pensó, mas bien esperó, que cuando todo aquello pasara, cuando sus tareas estuviesen completadas y su lista vacía de nombres, podría volver a Invernalia y sentir de nuevo el calor de su mundo.

Se equivocó.

Y ahora solo puede reprocharse haber sido tan estúpida. La calidez de su hogar solo era un producto de sus sueños. En ellos tenía a sus seres mas queridos para recibirla, en ellos no había guerra ni olor a muerte, en ellos no contaba con el horror de un mundo con el que ya se había visto las caras.

Cuadró los hombros, sacudiéndose la melancolía y se reafirmó en su idea. No. Nunca debió marcharse de Invernalia. Llega a una puerta y la abre, deleitándose con el chirrido de las bisagras. Entonces lo ve. Otro iluso que soñó demasiado una vez. Otro que nunca debió marcharse de Invernalia.

Jon.

Cierra la puerta a sus espaldas sin apenas hacer ruido, pero él no se ha dado cuenta. No parece haber escuchado la madera chasquear ni el quejido de las bisagras. Tiene la sensación de que está lejos, muy lejos, en un mundo que solo habita en su mente y en las llamas que observa.

El crepitar del fuego la acoge y el calor de la sala se le cuela bajo la capa. Se acerca como una danzarina del agua, con pasos lentos y discretos hasta detenerse a tres metros de él.

-¿Dónde está fantasma?

Jon gira la cabeza con premura hasta dar con ella, cuando lo hace sus ojos se ablandan, derritiéndose con cariño. A Arya se le revuelve algo dentro. La miraba como siempre, aunque ella ya no sea la misma.

Jon esboza una media sonrisa y cabecea hacia una esquina. Cuando ella sigue el rumbo de su seña da con una figura de espeso pelaje blanco tumbada en una esquina. Sus ojos rojos la analizan con calma. La conoce, sabe quien es. Se acerca con el pulso ridículamente acelerado y el huargo dispara las orejas hacia arriba como única señal.

Levanta la cabeza de sus patas delanteras al verla acuclillarse y la escruta en la cercanía al sentir sus dedos deslizarse contra su lomo. La caricia de Arya se desplaza hacia su cuello y cuando finalmente alcanza con su palma el lateral de su cabeza, Fantasma se relaja y se presiona contra ella.

Arya sonríe.

-¿Y Nymeria?- la voz de Jon le llega desde lejos.

No cree que se haya movido de la chimenea pero no se gira a comprobarlo. En su lugar toma aire y responde.

-La liberé hace mucho tiempo.

Una pausa. La voz de su hermano llega cautelosa.

-La liberaste.

No, piensa ella. La eché. La obligue a marcharse y le tiré piedras cuando se negó. Un cúmulo de saliva se le almacena en la boca y se fuerza a tragarla.

-Querían matarla.- declaró sin dejar de acariciar a Fantasma.- Joffrey dijo que le había atacado y la reina Cersei ordenó a padre que la degollase. La obligue a huír antes de que pudieran atraparla.- Jon no dice nada mientras ella se pierde en los recuerdos lejanos. Con la voz agarrotada, agrega.- Le tiré piedras.

De repente Fantasma se levanta y sus ojos quedan de frente. Arya puede jurar que la mira con algo demasiado conocido, demasiado cercano. Y el lobo huargo demuestra mas humanidad que muchas personas cuando le lame la mejilla.

Después presiona su cuerpo contra ella hasta apoyar la cabeza en su pecho.

Arya se siente reconfortada y cree que es precisamente la intención del animal. Vuelve a deslizar los dedos por el inmaculado pelaje blanco y después le echa los brazos encima hasta abrazarle como a un peluche.

-Hiciste lo correcto.- Jon responde al cabo.

-Me odió.- dice ella.- Lo vi en sus ojos. Me miró de una forma que…- se detiene, incapaz de expresarse.

Los pasos de Jon suenan inseguros y Arya aprieta mas fuerte a Fantasma, quien no hace amago de quejarse.

-No es verdad, Arya. Nymeria nunca podría odiarte, a ti no.

-Volví a verla.- anuncia y Jon se para a su espalda.- Cuando regresé al Norte, una manada de lobos me acorraló. Ella vino después. Parecía su líder.- Jon asiente a su espalda consciente de que no puede verle.- Le pedí que viniera conmigo, que me acompañase… Pero se fue. Había encontrado otra manada.

La mano de Jon se le posa en el hombro y Fantasma apretuja mas la cabeza contra ella, oliendo su tristeza.

-Paró a los lobos, ¿Verdad?- Arya lo piensa un instante y después asiente contra el huargo.- ¿Si de verdad te odiase, no crees que hubiese atacado? Si te odiase no te habría protegido.

Arya cree sentir humedad en los ojos pero la ahuyenta con un pestañeó antes de levantarse y volverse hacia él. La observa con cautela, con compasión. Se aparta de sus ojos oscuros y le pasa de largo.

-No vino conmigo.- se limita a exclamar al llegar a la chimenea.

Jon mira a Fantasma un instante y tras lo que parece casi un asentimiento el animal se dirige a troté ligero hacia la chimenea, tendiéndose a los pies de la loba Stark. Aquel que no lleva su apellido vuelve, retomando su puesto en la lumbre, a su lado y la mira desde arriba.

-Había encontrado otra manada.- declara con suavidad.- Como todos nosotros.

Arya frunce imperceptiblemente el ceño.

-Mi manada siempre habéis sido vosotros.- declara hosca.

-No lo dudo.- dice Jon.- Pero todos estos años… Ninguno habríamos sobrevivido de no haber encontrado otros compañeros. Nymeria hizo lo mismo, Arya.- ella le mira desde abajo y en sus ojos grises ve algo incierto.- Todo hemos tenido que buscar otra manada. Como yo… Como tú.- culmina con un hilo de voz.

Arya parece no poder retirar sus ojos durante algún tiempo, aunque después despierta y los baja con premura y el ceño obstinadamente fruncido.

-Yo no he tenido otra manada.- afirma, pero una voz en su mente la llama mentirosa.

-¿Ah, no?- la voz de Jon suena extraña. Cuando regresa a sus ojos casi negros se confunde. Ve algo en ellos que no acierta a identificar. Tal vez certeza, una rodeada de miedo. Ella lo mira interrogante.- Nunca pudiese engañarme, pequeña Stark. A mi no.

Jon dulcifica la expresión, aunque en sus ojos aun se halle la resignación. El pulso de Arya se crispa y no le queda mas opción que volverse a mirar el fuego, para evitar mirarle a él.

Jon se fija en su perfil y un suspiro agotado se desliza por su boca, como si esa reticencia le dijese todo cuanto necesita saber. Había creído ver cosas. Primero pensó que las imaginaba, que todo formaba parte de una de sus incoherentes sospechas. Después supo que no se equivocaba, pero obligó a su cabeza a callar aunque su corazón gritases las verdades.

Y ahora por fin tiene la respuesta. Arya había tenido una manada, Gendry había formado parte de ella, había sido el pilar mas indispensable de esa manada. El pilar de Arya. Los había visto cruzarse muchas veces en los recodos de Invernalia, tantas que casi parecían buscarse a posta. También había presenciado desde la lejanía intercambios cargados de algo extraño.

Los había visto hablar en la herrería. En aquella ocasión encontró algo que le comprimió el pecho en su forma de mirarse, de evitarse. En la forma que tenían de moverse a un lado y otro para finalmente quedarse cerca, lo mas cerca que podían. También había visto los silencios llenos de miradas y las miradas roncas de gritar algo grande, muy grande.

Cruzan una mirada y entonces él se obliga a sonreírle.

-Me alegro por ti.- dice finalmente. Arya lo mira escéptica y rectifica.- Tampoco digo que me parezca ideal… Pero podría ser peor.

Una media sonrisa se despliega en los labios de la loba.

-¿Cómo qué?

Comparten una mirada y otra sonrisa cómplice.

-Podrías haberte enamorado de Joffrey.- bromea en su voz ronca.

Arya ríe mientras niega con la cabeza y con los ojos clavados en el fuego recuerda una conversación lejana, muy lejana.

"Tú te casarás con un señor y reinarás un castillo". Y con un gesto melancólico le responde a Jon lo mismo que un día le dijo a lord Eddard Stark.

-No. Eso para Sansa.- el silencio se asienta entre los dos, mas calmado, menos tenso y ella vuelve a hablar.- La reina dragón… Es un poco extraña, pero no está mal del todo.- cuando se vuelve le ve mirándola con una mueca divertida, capitaneada por su ceja en alto.- Me alegro por ti.- lo imita.

Jon ríe por lo bajo, como hace demasiado que no consigue hacerlo. Porque no había conseguido una risa tan cálida desde las últimas palabras que compartió con la pequeña Stark hace ya tantos años.

-Gracias.- sus miradas se despegan con tres toques de la puerta.- Adelante.

Un hombre atraviesa la puerta, un norteño y tras una respetuosa inclinación sus ojos se clavan en Arya.

-Lady Stark, la requieren en la herrería.

Arya lo piensa un segundo antes de asentir, sabe que solo una persona la reclamaría desde la herrería. Sus ojos vuelven a volar a Jon cuando la puerta se cierra de nuevo y encuentra algo cálido en el color oscuro.

Jon carraspea y vuelve a mirar el fuego.

-Me alegro por ti.- repite, su tono anticipando un "pero".- Pero…- Arya sonríe.- Que se guarde las espaldas.

-¿Es una amenaza?

-Una advertencia.- responde a medio camino entre burla y honestidad.- De sangre o no, eres mi hermana. Y los Lannister no son los únicos que pagan sus deudas.

Se sonríen una última vez antes de que Arya se dirija a la puerta. Jon Nieve sabe quien es. Jon Nieve sabe que puede hacer. Jon Nieve sabe que no necesita que la protejan… Pero aun así lo hace.

Y por eso quiere tanto a Jon Nieve. Por eso no piensa nunca en su sangre. Por eso es un lobo de su manada.

El ligero chasquido de la puerta le dice a Jon que vuelve a quedarse solo. Las llamas se han agitado un instante, y su danza vuelve a sumirle en un estado abstraído. Solo que está vez nada malo se refleja en ellas. Ya no ve guerra, ni dolor, ni tampoco muerte. Ahora ve luz. Ahora ve futuro, aunque sea improbable.

Ahora es la vida la que se recorta contra el fuego crepitante.

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¡Hola!

He vuelto aunque con un fic Jon/Arya a petición de Mariyana. Son una pareja (de hermanos normales, no Lannister jajajajaja) que siempre me ha gustado. Y aunque sé que George R.R. Martin en un principio tenía pensado liarles (idea perturbadora donde las haya) yo prefiero quedarme con todo este concepto de amor fraternal sin barreras.

¡Mariyana espero que te haya gustado! El próximo será o bien un Gendry/Arya o un Perro/Arya. Un beso enorme.

Valar Morghulis.