Comencé a escribir esta historia un día después del estreno de Avengers EndGame y ya ha transcurrido aproximadamente un mes desde entonces. Me consolé mucho escribiéndola y compartiéndola con todos ustedes, espero la hayan disfrutado. Como dije antes... Romanogers hasta la muerte; recuerden que con Marvel nunca se sabe.

Y ya que este es el último capítulo, dejaré dos datos como curiosidades para quienes no las notaron en su momento:

-Ancestral se refería a la "muerte" cuando mencionó que "ella siempre trae un propósito". En el caso de Steve, fue necesaria para que se diera cuenta de sus verdaderos sentimientos.

-Cuando Steve le dijo a Peggy "siempre fue tuyo", estaba obsequiándole su brújula, aquella que tenía su retrato. Lo pensé como una manera de cerrar el ciclo.

Muchísimas gracias a todos los que se dieron el tiempo de leer esta historia y seguirla hasta el final.

¡Nos leemos en una próxima ocasión!


Epílogo

La tarde se presagiaba serena.

Había sido un día lluvioso; el salón se iluminaba apenas con la escasa luz natural del exterior. El aroma agradable de las palomitas de maíz recién preparadas inundando el ambiente. Una película de género policial que se notaba interesante, pero que a cuya trama Steve había dejado de prestar atención.


"¿Cuándo vas a decírselo?"

La pregunta que Bruce le había hecho seguramente habría sonado ambigua para cualquier otro, pero no para Steve. La intervención había sido suficiente para que él entendiese de inmediato a qué se estaba refiriendo. Ambos se encontraban supervisando las obras en el recién inaugurado laboratorio de la base de San Francisco. Pero cuando Bruce formuló la cuestión, Steve se detuvo para hacerle frente. No pudo evitar sentir que lo abordaba una sensación de familiaridad. No era la primera vez que ambos platicaban acerca de Natasha. Lo habían hecho antes, muchos años atrás. La situación, sin embargo, era muy diferente ahora. Ya no se encontraban festejando en la Torre Stark y ni Bruce, ni Steve, eran los mismos de entonces.

Steve movió la cabeza.

"Bruce-"

"Ya sé lo que estás pensando." Le interrumpió. "Pero no es necesario que te preocupes por mí. Ya ha pasado suficiente tiempo, ¿no crees?"

"La verdad es que esperaba poder hablarlo contigo de todas formas. Somos buenos amigos. No me gustaría que hubiese malentendidos entre nosotros."

"Y no los habrá." Insistió él. "Pero si me permites un consejo como alguien experto en esperar demasiado: no lo hagas. No podría pensar en alguien mejor que tú para ella."

Bruce palmeó su hombro y esbozó una sonrisa, una muy sincera, una que desplazó la sensación de incomodidad en un instante. Steve no podía sentirse más agradecido por ello. Bruce era una persona honesta, una buena persona. Y había aprendido mucho con los años, al igual que todos. Había descubierto los sentimientos de Steve; había decidido abordar el tema para alivianar la carga que sabía que tendría en sus hombros.

"¿Crees que ella también lo sepa?" Steve se atrevió a preguntar.

Bruce negó.

"Nat es muy aguda, pero no parece que lo sea cuando se trata de estas cosas. Supongo que vas a tener que ser un poco más directo con ella."


"Por lo general, mis palomitas con mantequilla de maní tienen una mejor recepción de tu parte."

La voz suave de Natasha lo hizo regresar de su ensimismamiento. Steve encontró sus ojos verdes observándolo con curiosidad; su sonrisa traviesa al haberlo atrapado distraído.

"¿Pasa algo?" Insistió.

Él negó con la cabeza mientras sonreía también. Natasha tenía razón: su receta le encantaba; normalmente ya hubiese vaciado todo el tazón. Pero ese no era un día normal. Steve no deseaba que lo fuese. Se acercó un poco más, acomodando con naturalidad la manta que ella estaba usando para cubrirse del frío. A Natasha no parecieron molestarle sus atenciones.

"¿Qué hay con esta nueva faceta tan protectora tuya, Rogers?" Comentó, volviendo a concentrarse en la pantalla. "Podría empezar a acostumbrarme."

Steve no pudo apartar sus ojos de ella.

"Eso espero, porque estoy enamorado de ti, Nat."

Natasha se giró de nuevo hacia él, tan sorprendida como si hubiese escuchado decir alguna locura. Pero Steve decidió no darle tiempo para que replicase. Decidió no darse a sí mismo el tiempo para titubear. Decidió acortar la distancia entre ambos y besarla; besarla tan repentinamente que Natasha fue apenas consciente de lo que estaba sucediendo. Los labios de Steve sobre los suyos se sentían cálidos y seguros, y es todo lo que pudo registrar antes de que él se apartara, tan solo lo suficiente para que sus ojos estuviesen enfrentándose una vez más.

"Lo he estado desde hace mucho tiempo, en realidad." Continuó. "Lamento haber tenido que perderte para darme cuenta de que nada me hace más feliz que estar contigo."

Los ojos azules de Steve la miraban con tanta intensidad que quemaban, corroborando cada una de las palabras que acababa de pronunciar. Por primera vez desde que se conocían, era Natasha –y no Steve- quien se quedaba sin una respuesta. No tuvo que darla, sin embargo. Porque un estruendo proveniente desde algún lugar dentro de las instalaciones, los alertó a los dos, quebrando la atmósfera en la que habían quedado inmersos.

Entre la algarabía pudieron distinguir con claridad las voces ofuscadas de Sam y de Bucky; y también las de Wanda y Rhodey intentando calmar los ánimos. Steve dejó escapar un suspiro y rodó los ojos, conteniendo una sonrisa. Con la base de San Francisco reconstruida, la cotidianidad comenzaba a restaurarse en el equipo. Y eso, por supuesto, significaba el regreso de los contratiempos habituales que los caracterizaban. Porque en la intimidad de aquella familia, esa tan particular que habían formado a lo largo de los años, nunca una tarde podía presagiarse serena.

"Es tu turno de ver a los niños, Steve." Sugirió Natasha, rompiendo el silencio.

"Lo sé." Admitió él, mientras se levantaba.

Natasha regresó su atención a la película, con la seguridad de que ya no iba a poder concentrarse en absoluto.

"Hey…" Lo llamó antes de que abandonara la habitación. "¿Dónde aprendió el Capitán América a robar besos?"

"2014. Caída de Shield. Escaleras del Centro Comercial." Respondió él.

Una sonrisa se abrió paso en las facciones de Natasha; una que no sería capaz de borrar en mucho, mucho tiempo.