La noche no es menos maravillosa que el día, no es menos divina; en la noche las estrellas brillan, y hay revelaciones que el día ignora.

—Nikolái Berdiáyev


En el mundo se estima que hay 7.5 mil millones de personas; cada día nacen trescientas setenta mil y mueren ciento cincuenta y cinco mil, aproximadamente. Hay millones y millones de historias y anécdotas por contar que sería prácticamente imposible saberlas todas. Sin embargo, esta es la historia de un caso muy particular… Es la historia de un niño que fue recogido de la basura y adoptado por una familia con una sola hija; y de una niña, la cual vive con sus padres y con nada más y nada menos que sus nueve hermanas. La historia de una tragedia familiar que sigue atormentado a todo un hogar. Pero sobre todo…, es la historia de amor entre estas dos almas que han sido víctimas de las circunstancias desde el momento en que llegaron al mundo.


I

Lincoln

Eran exactamente las ocho de la mañana y en aquel día de mayo, los rayos del Sol iluminaban todo el pueblo de Royal Woods, Michigan; sin embargo, no había mucho movimiento en el exterior, siendo que eran escasos los transeúntes que caminaban por la acera, y pocos los carros transitando. Igual, no es que fuera algo raro; después de todo, la gente tiende a dormir más tiempo los sábados, luego de haber tenido una semana agotadora en la escuela o en el trabajo. Este era el mismo caso que se estaba dando en una casa en particular; era más grande que el promedio y su bello estilo mediterráneo la hacía más vistosa. Sin embargo, en un cuarto en específico, se encontraba un niño con características muy curiosas. Para empezar, su cabello era de un inusual y uniforme color blanco; en sus mejillas resaltaban unas cuantas pecas que decoraban su rostro y su diente frontal estaba ligeramente astillado, más no era algo exagerado. Su nombre era Lincoln Pingrey; segundo hijo de George y Céline Pingrey.

El niño se encontraba plácidamente dormido; abrazaba una almohada y tenía una pequeña sonrisa dibujada en los labios. Sin embargo, un ligero golpeteo en la puerta hizo que se moviera entre las sábanas; pero siguió durmiendo. El ruido se repitió, pero ahora venía acompañado de una voz dulce.

—Linky… —dijo la persona tras la puerta—. Linky, ¿estás despierto? —volvió a tocar y esperó unos segundos—. Lincoln, voy a pasar.

El picaporte giró y la puerta de madera se abrió lentamente, a la vez que entraba a la habitación una hermosa muchacha rubia de diecisiete años llamada Carol Pingrey, la hermana mayor de Lincoln. Se acercó a la cama y al ver la imagen durmiente de su hermano, no pudo evitar soltar una risita, mientras acariciaba con su mano el suave cabello del niño.

«Se ve tan tierno.»

—Linky, hora de despertar.

—Mmm… —era el único sonido que emitía el menor.

—Lincoln —dijo ella, mientras usaba su otra mano para agitar suavemente el hombro del mencionado—, despierta. Hoy hay muchas cosas que hacer.

—Mmm… Cinco minutos más… —dijo él, aún medio dormido.

—No, Linky. Recuerda que hoy es sábado y tú mismo me pediste que te despertara temprano.

—¿Ah, sí? Bueno…, ahora quiero volver a dormir, mamá.

—¿Mamá? —cuestionó ella y luego se rio—. Ay, hermanito; se nota que sigues soñando. Pero bueno, si no te levantas por las buenas…, ¡entonces será por las malas!

Con un solo movimiento, Carol comenzó a darle pequeños besos por todo el rostro a Lincoln, mientras le hacía cosquillas en los costados.

—¡Carol! ¡Ja, ja! —reía él, a la vez que intentaba protegerse del ataque—. ¡De-Detente, por favor! ¡Ja, ja, ja, ja!

—¡No! ¡Desobedeciste a tu hermana mayor! —exclamó ella, mientras continuaba dándole besos—. ¡Ahora estás recibiendo tu castigo!

—¡Está bien! ¡Está bien! ¡Ja, ja, ja! ¡Ya estoy despierto! ¡Estoy despierto!

Tras decir eso, Carol decidió alejarse de su hermano para dejarlo respirar. Si hubiera sido por ella, habría continuado con la pequeña tortura; le encantaba escucharlo reír.

—Gracias, Carol.

—De nada, Linky. Igual, tenía que cumplir con el favor que me pediste.

—Ah, sí, sobre eso… ¿Por qué te pedí que me despertaras tan temprano?

Carol se quedó muy sorprendida por la pregunta. No había duda de que a veces, en las mañanas, su hermano podía ser muy olvidadizo.

—¿Cómo que «por qué»? ¡Lincoln, hoy es tu cumpleaños! —exclamó ella, muy feliz.

Cuando Lincoln escuchó esas palabras, la niebla de sueño y confusión que aún quedaba en su cabeza, se disipó por completo. Recordó todo de golpe. ¡Hoy era su cumpleaños y todos sus amigos vendrían a una fiesta en su casa! Y si venían todos sus amigos, eso incluía a…

—¿Cómo se me pudo olvidar…? —preguntó, aún anonado.

—Eso no importa ahora —dijo ella, mientras extendía los brazos y le daba un fuerte y cálido abrazo a Lincoln—. Lo importante es que hoy es el día especial de mi hermanito. Feliz doceavo cumpleaños, Linky. Espero que siempre seas feliz y que sigas siendo el hombrecito tan maravilloso que eres.

—Gracias, Carol —contestó él, devolviendo el abrazo—. No sé si soy el más maravilloso de los hermanos, pero al menos sé que tú de verdad eres la mejor hermana del mundo.

Continuaron abrazándose un par de minutos más, hasta que Lincoln recordó que tenía que estar listo para dentro de unas horas. Carol no quería separarse de él, pero entendió la situación; además, ella también iba a hacerse cargo de algunas cuantas cosas de la fiesta. Quería asegurarse de que todo saliera perfecto; nada menos que lo mejor. Salieron juntos de la habitación y fueron a la cocina; ahí ya se encontraban los padres de los jóvenes.

—Buenos días, campeón. Buenos días, princesa —saludó su padre.

—¿Cómo amanecieron? —preguntó su madre, mientras se acercaba a sus hijos y les daba un beso en la frente a cada uno.

—Muy bien. Gracias, mamá —contestó Lincoln.

—Me alegró —añadió su padre, levantándose de su silla y yendo hacia su hijo para abrazarlo—, después de todo, hoy es tu día. Feliz cumpleaños, hijo.

Luego de eso, toda la familia envolvió a Lincoln en un cálido abrazo grupal; no lo decía en voz alta, pero le encantaban esos momentos familiares. Lo hacían sentir tan amado y seguro; sin duda era afortunado por haber nacido en esa familia. Al separarse, todos se sentaron en la mesa y empezaron a comer; a Lincoln le sirvieron su desayuno preferido: dos waffles con mantequilla y mucha miel de maple, un burrito con queso extra, un vaso de jugo de naranja y leche fría.

«Estoy en el paraíso», pensó él, mientras comía felizmente.

—Dime, hijo —habló su padre—, ¿podrías repetirme qué amigos tuyos van a venir?

—Seguro —esperó un momento y tragó la comida—. Vendrán Clyde, Liam, Rusty, Zach, Haiku y… Lucy.

Al terminar de pronunciar el último nombre, Lincoln se sonrojo levemente; esto no pasó desapercibido por Carol, aunque ella decidió no decir nada. Su madre preguntó:

—¿Y tus otras amiguitas no vendrán, cariño? Me refiero a Paige, Jordan y Stella.

—No, por desgracia no. Paige está castigada por reprobar un examen de historia, Jordan tiene fiebre y Stella fue a visitar a unos familiares, junto a sus padres. Igual, las tres me llamaron ayer y se disculparon por no poder venir.

—Qué bueno. Incluso si ellas no pueden venir, estoy seguro de que te divertirás mucho con tus demás amigos —añadió el hombre.

—Sobre todo con Lucy —murmuró Carol en el oído del chico.

Sus padres no la escucharon, pero Lincoln, sí. La volteó a ver con la cara completamente roja, y la muchacha le dedicó una sonrisa. Luego de eso, todos terminaron de comer y Lincoln se dispuso a ayudar a su madre a lavar los platos, pero esta se negó.

—No, hijo; hoy es tu cumpleaños. Descansa y disfruta.

—Pero no puedo desatender mis obligaciones. Además, ya me hicieron un desayuno espléndido y me harán una fiesta.

—Eso lo hacemos con gusto porque eres nuestro hijo —Céline sonrió y acarició el cabello del niño—. Mejor apúrate y arréglate.

—Gracias, mamá —luego se volteó hacia George—. Gracias, papá.

—De nada, campeón —contestó él.

Lincoln subió las escaleras y entró a su cuarto. Sacó una playera blanca y un bóxer, tomó una toalla y se metió a su baño personal. Todas las habitaciones de su casa tenían baño propio. Abrió la llave, y mientras esperaba a que el agua se calentara, pensaba con entusiasmo.

«Este va a ser un día estupendo.»


Saludos, a todos. Esta es mi primera vez publicando una historia, aunque no es mi primera vez escribiendo. Me estuve debatiendo mucho tiempo sobre si debía publicar primero una historia mía; pero fue mucho más fuerte la necesidad de hacer esto. Como pudieron apreciar, la idea original no es mía, es del autor cadiano21; quién escribió un One-shot en Wattpad igualmente titulado "Lincoln Pingrey". Y la historia extendida, la adopté del increíble autor Octware, quien había decidido borrar la historia por ciertos problemas que tuvo en la otra plataforma.

Como sea, espero que esto de de su agrado y me ayuden a mejorar mis habilidades como escritor.

Dark Dragon Of Creation