Prólogo.

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Miro nuevamente a su familia, sus rostros llenos de pánico, no le gustaba para nada como se estaba poniendo todo esto. Una gran bomba cayó cerca de la casa Uzumaki, logrando grandes daños.

Corrió junto Chouchou sin parar ni un momento, la ultima vez que había vivido algo como eso… Fue en su niñez, en su época de gennin. Lo recordaba, recordaba claramente el ataque de de Momoshiki, Kinshiki y Urashiki del clan Otsutsuki.

Sus ojos siguieron aquella enorme cantidad de energía de rayo, golpear y destrozar la montaña Kage. Sintió sus ojos cristalizarse, el enorme estruendo la sosegó, escuchaba muy poco la voz de Chouchou.

―¡Sarada!―exclamó la Akimichi. ―Debemos irnos―soltó, jalándola del brazo.

―Yo…―negó rápidamente. ―Lo siento, sigamos―comento con seriedad la azabache.

No tardaron mucho en llegar a los escombros de lo que antes eran los enormes refugios de la aldea. Entraron caminando unos cuantos metros. Distinguiendo a lo lejos una suave luz. Chouchou sonrió, apresurándose.

―¡Hemos traído comida!―se escuchó la voz de la Akimichi. ―Y algunos medicamentos para los heridos―sonrió, entregándoselos a Ino.

―Regresaron―susurró con alivió Hinata.

―¡Sarada!―exclamó Himawari. ―¿Dime que los vieron?―cuestionó con los ojos bañados en lagrimas. ―¿Qué pudieron verlos al menos a lo lejos?―siguió.

―Nosotras…―la azabache tragó duramente.

―Himawari―riño la Hyuga. ―Basta…―murmuró. ―Sarada también está pasando por lo mismo―inquirió con levedad.

―No logramos sentir sus chakras―murmuró la Akimichi.―Algunos ninjas siguen peleando―hablo Chouchou.

La Uchiha bajo la mirada, apretando con fuerza sus manos, convirtiéndolas en puños. Completamente furiosa, los chunnin y jounin se encontraban defendiendo la aldea. Aunque su vida dependiera de ello. ¿Y ellos? A pesar de ser Jounnin, solo guiaron a los refugiados.

―¡No podemos quedarnos sin hacer nada!―gruño Tenten.

―¡Lucharemos!―exclamó Temari levantándose.

―¡Escuchen, Tenten-san, Nara-san―llamó el Yamanaka. ―Mi padre, mis tíos, sus esposos y Boruto!―exclamó Inojin bajando la mirada. ―Ni ellos mismos pudieron acabar con ellos, cree que nosotros, ¿si?―soltó apretando los puños.

El lugar quedó en completo silencio, las palabras que Inojin había dicho era completamente ciertas. ¿Qué podrían hacer ellos? Si ni siquiera los grandes ninjas de la aldea habían sobrevivido a la invasión.

―¡Hay problemas!―se escuchó el grito de una joven.

―Sumire―susurró Sarada. ―¿Qué pa…?―un enorme estruendo se escuchó.

―Nos han encontrado―se apresuro a decir la pelimorada. ―Necesitamos sacar a todos de aquí―soltó. ―Metal, Iwabee, Mitsuki y Mirai-san, están luchando, haciendo tiempo para sacar a todos de aquí―dijo con debilidad.

―¡Mierda!―exclamó la azabache.―¡Escuchen bien, quiero que salgan de aquí, los quiero a todos en los escombros del barrio Uchiha!―exclamó Sarada.

―¡Nos quieres matar!―alzó la voz Chouchou. ―Tú lo haz dicho solo son escombros―murmuró Chouchou.

―Los quiero proteger―respondió la Uchiha. ―Debajo de todos los escombros, hay un sótano que solo los integrantes del clan Uchiha, saben de su existencia, ahí estarán bien―termino.

―Estaremos a salvo ahí―escucharon la voz de una mujer.

―Mamá…―murmuró Sarada.

Sakura sonrió orgullosa a su hija, asintiendo. Guiando a los aldeanos por la salida trasera de aquellos refugios, no tardaron mucho en llegar al barrio Uchiha. Observando a lo lejos los grandes destellos de fuego. Fuego que invadía en ese momento la aldea. Entraron a la enorme casa principal, siendo guiados por Sakura y Sarada Uchiha.

―Bien, solo necesitamos…―un estruendo enorme cayó a la pelirrosa. ―Están cerca―murmuró. ―¡Entren rápido!―señalo una puerta al fondo.

―¡No hay tiempo!―exclamó Sarada.

Sintió el chakra de los enemigos cerca, miró de reojo detrás suyo, los habían alcanzado. Cerró los ojos alzando sobre aquel lugar un espíritu de gran color violeta. El Susano. Los enemigos retrocedieron un par de pasos.

―Entren, apresúrense―pidió la pelirrosa. ―Sarada…―murmuró mirando a su hija.

La Uchiha se apresuro a atacar en el momento en que los enemigos se arribaron contra ella. Matando a los pocos minutos a todos, los cuales ya hacían en el suelo bañados con fuego rojo.

―¡Eso es Sarada!―exclamó orgullosa Chouchou. ―Ahora entra―inquirió.

―Lo siento…―murmuró Sarada.

Sonrió ladinamente, haciendo un par de sellos, al momento en que las puertas comenzaban a cerrarse. Los ojos de todos los presentes se abrieron con horror. Mirando como ella quedaba fuera. Sakura se abrió paso entre las personas cercanas a la entrada.

―Inojin, Shikadai―nombró la azabache. ―Cuídenla―pidió mirando a su madre. Al instante ambos jóvenes, detuvieron a la pelirrosa.

―Suéltenme―murmuró la ojijade.

―Regresare…. Y los traeré de vuelta―sonrió ladina dando vuelta.

―No…―susurró Sakura dentro del refugio mirando las puertas cerradas.―Sarada―los ojos le pesaron, sellándolos hasta finalmente caer inconsciente.

―Sakura-san…―llamó Shikadai.

―Te lo prometo, mamá―el susurró del viento sopló.


N/G: ¡Uchiha Hime, ha comenzado!