Habían pasado tres semanas desde que se acabó el juego, tres semanas desde que ganamos, aunque la victoria no había sabido tan bien como se podría imaginar. El mundo era un poco caos, al fin y al cabo, para algunos habían pasado cinco años desde que empezó esa batalla contra Thanos, para otros apenas un día, y luego estaba Scott, que era la excepción a todos. En definitiva, el mundo había cambiado durante este tiempo y era complicado adaptarlo a todos.

No era fácil para nadie, la gente que había tenido que vivir esos años habiendo perdido a tantas personas… era algo que, en el fondo me alegraba de no haber experimentado, pero tampoco era fácil despertarse un día y darte cuenta de que todo había avanzado sin ti y no tener claro qué lugar exactamente te quedaba en el que era mundo.

A pesar de todo la gente era feliz ¿y cómo no serlo? Claro que se habían perdido vidas, no todo el mundo que se desvaneció lo hizo parado en el comedor de su casa, hubo accidentes de coche, de avión… y los hospitales tampoco pudieron abarcar con todo. Algunas personas habían tenido cinco años para superarlo, pero otras se habían levantado de un segundo para otro para encontrarse con que familia, amigos… llevaban muertos cinco años, que su trabajo, sus empresas, sus coches, sus casas, puede que ya no estuvieran…

Sí, había tenido mucho tiempo para pensar en todo, y no era para menos, llevaba estas tres semanas pasando todos los momentos que podía y me dejaban en la habitación donde se encontraba el Sr. Stark, tres semanas en las cuales no había dado ni una mínima señal de vida. En otras circunstancias hubiera sido llevado al complejo de los Vengadores, pero después de la última batalla este terminó destrozado, aunque para ser sinceros el edificio ya estaba caído cuando nosotros llegamos. Aún no sabía qué había pasado, tampoco me había molestado en preguntarlo, solo sabía que ya se estaba reconstruyendo y que ahí sería donde viviría de ahora en adelante. No me hacía gracia dejar a May sola, pero ambos coincidíamos en que era lo mejor ahora que iba a formar parte de los Vengadores definitivamente.

A pesar de no ser el complejo era imposible quejarse, porque la tecnología que tenían en Wakanda era completamente envidiable, no podía parar de pensar en lo bien que se lo habría pasado el Sr. Stark en los laboratorios de este lugar, seguramente ni Pepper podría haberle sacado en varios días.

Una sonrisa triste se extendió por mi cara al pensarlo. Gracias a esta tecnología el Sr. Stark tenía una esperanza, aunque con el paso de los días esta se fuera apagando un poco más. Pero a pesar de todo intentaba ser positivo, por Pepper, la cual se pasaba todo el día al lado de su marido, hablándole, contándole cualquier cosa, con la esperanza de que este le estuviera escuchando, y eso le diera fuerzas para despertar, pero sobre todo por Morgan, la pequeña Morgan.

Ella no entendía muy bien qué estaba pasando, a pesar de lo inteligente que se veía para su edad (y no era para menos sabiendo quién era su padre), pero con cuatro años, ¿cómo ibas a entender que tu padre estaba en estado crítico por haberse puesto el guantelete con las gemas del infinito para salvar literalmente a medio universo? Hasta a mí me sonaba a locura, y había estado presente cuando pasó, cuando Tony le había robado el guante a Thanos y había chasqueado los dedos.

Dios, el corazón me daba un vuelco solo de pensarlo, juro que en ese momento lo noté fuera del pecho mientras veía a la Capitana Marvel volar a toda velocidad hacia el Sr. Stark y envolverle con esa especie de energía que desprendía, que por lo que me contaron después, estaba muy conectada a la… ¿gema del espacio? Diría que sí, la verdad es que no estaba demasiado atento cuando el Dr. Strange intentó dar una explicación lógica a cómo había sobrevivido el Sr. Stark, o bueno, como no había muerto, mejor dicho, porque cuando pienso en sobrevivir definitivamente esa situación no era la que me venía a la cabeza. Las especulaciones contaban que de alguna forma la Capitana Marvel pudo absorber parte de esa energía que a su vez le estaba absorbiendo la energía a Tony, lo que le dio una oportunidad, pero tampoco era nada seguro, y sinceramente a mí me daba igual, el Sr. Stark seguía vivo y eso era todo lo que importaba por ahora.

Después de eso todo pasó muy rápido, el Dr. Strange abrió un portal por donde se llevaron al sr. Stark y yo corrí detrás sin pensar demasiado, algo muy típico en mí, y lo siguiente que sabía era que estábamos en Wakanda y el Sr. Stark coma, pero vivo.

El día siguiente llegó Morgan con Happy, fue la primera vez que le vi, bueno, y que supe de su existencia en general. Fue toda una sorpresa, pero definitivamente fue una pizca de luz en toda la oscuridad que nos rodeaba en esa sala día tras día. Porque Morgan era así, era luz como su madre, pero tenía todo el ingenio de su padre, y dios si sabía usarlo…

Los siguientes días se basaron en esperar y ponerme en contacto con todo el mundo, así es como me enteré de que tía May, MJ y Ned también se habían desvanecido hacía cinco años, pero ya estaban bien, en sus casas a salvo e intentando rehacer sus vidas. Ahí fue también cuando hablé con la tía May sobre la idea de vivir en el complejo, cosa que, aunque no le hizo mucha gracia, entendía, y yo tenía tantas ganas de verle y abrazarle… pero en esos momentos no podía irme de allí, simplemente no podía…

Un sonido a mi espalda me sacó de mis pensamientos, pero no me molesté en girarme, suponía que era Pepper, a la cual habíamos convencido hacía unas horas para que fuera a descansar un poco a la habitación que le habían asignado a ella y a Morgan, justo a la derecha de la mía. Nos había costado, pero después de mil promesas de que el Sr. Stark no se quedaría solo bajo ninguna circunstancia, había accedido a salir y a reunirse con su hija, que en esos momentos estaba con Rhodey, pero que también se pasaba gran parte del día en la habitación hablando con su padre y contándole todo y nada.

Me giré cuando mis sentidos captaron unos pasos que definitivamente no eran de mujer, o bueno, al menos no de Pepper, para encontrarme cara a cara con Steve Rogers.

- Hey.

- Hey.

No era raro verle allí, la verdad es que todos los días se pasaban por allí alguno de ellos, o Sam, o el Dr. Banner/Hulk (la verdad que no estaba muy seguro de cómo referirme a él), Rogers, Barton, Scott, que se había ido hace varios días de vuelta con su familia, pero que también se estaba planteando vivir en el complejo, lo que me alegraba bastante porque estas semanas había descubierto a un tipo genial… y bueno, en general todos los que podríamos haber llamado Vengadores en aquel momento, incluso sabía que el Soldado de Invierno se había acercado varias veces, aunque por supuesto siempre acompañado de Rogers. Al fin y al cabo, fuera cual fuera su relación con Tony, no se podía negar que nos había salvado a todos… en esa batalla estaban Thor, la Capitana Marvel, Hulk… pero había sido el Sr. Stark el único en poder conseguir el guantelete y dar el chasquido… Tony, un simple humano cuyo único súper poder era una absoluta inteligencia, una envidiable creatividad y un corazón que muchos desconocían.

- ¿Cómo está hoy? - me preguntó acercándose a la camilla.

- Sin ningún cambio, igual que ayer, que antes de ayer, y que el anterior, pero sigue estable, que es mejor que nada.

Asintió con la cabeza mientas se sentaba al otro lado de la camilla y se quedó mirándole. La verdad es que el Sr. Stark no estaba definitivamente en su mejor momento, seguía pálido, aunque no tanto como el primer día, con el pelo sucio y muy revuelto, con hematomas, vendas y vías por todas partes, pero lo más impactante era su brazo derecho… o la falta de él, mejor dicho. Los médicos dijeron que era totalmente inviable, no había forma ninguna de salvarlo, pero tampoco le di la mayor de las importancias. Que no se me malinterprete, era algo muy grave, pero yo sabía que el Sr. Stark no se vendría abajo por eso después de todo lo que había pasado, sabía que solo le motivaría más, incluso le daría un objetivo, el de crear un brazo mucho mejor y más útil que el de Barnes.

- ¿Sabes? – me giré para escuchar a Rogers, incluso un poco sorprendido, ya que normalmente no era de dar mucha conversación, o al menos en lo que a mí respectaba- hace muchos años, cuando acababa de conocer a Tony, justo antes de la batalla de Nueva York, le dije que él no era una de esas personas que se sacrificaban por el resto, que solo miraba por él mismo- por primera vez levantó la mirada para clavarla en mí directamente- por supuesto más tarde vi que eso era una completa mentira. – me seguía mirando, pero esta vez con una sonrisa de lado en la cara, muy estilo Tony, lo que me hizo ponerme nervioso- no para de demostrarme una y otra vez cuán equivocado estaba.

Volvió a desviar su mirada hacia la camilla. La verdad es que no sabía mucho sobre cómo era todo antes de que aparecieran los acuerdos, únicamente sabía lo que salió durante esa época en las noticias y poco más de comentarios que el Sr. Stark había ido haciendo de vez en cuando, la mayoría siempre con un ápice de rencor guardado, pero nunca me atreví a preguntarle directamente, sabía que era un tema delicado.

- La gente siempre ve lo que aparentamos, pero pocos ven cómo somos realmente – terminé respondiendo, supongo que sorprendiéndole dado la expresión que puso, no creo que esperara ninguna respuesta. Se quedó mirándome fijamente, y yo solo pude ponerme más nervioso, pero ¿quién no lo haría? El maldito Capitán América tenía la mirada clavada en mi cara, como si estuviera intentando descifrar algo… o como si necesitara urgentemente unas gafas, aunque dado el suero que lleva inyectado, lo veía muy poco probable.

- Eso es algo muy cierto, Queens- me reí del mote. Desde que acabó la batalla, las escasas veces que habíamos hablado siempre se refería a mí como Queens, nunca había terminado de entender muy bien el por qué le daba tanta importancia a dónde vivía.

- ¿Qué puedo decir? - dije encogiéndome de hombros- Soy más maduro de lo que parezco, o eso decía el Sr. Stark siempre… aunque a pesar de todo nunca dejó de llamar a las nuevas actualizaciones de mi traje con nombres como "protocolo ruedines", "protocolo biberón" … aún recuerdo el "protocolo pañal", estuve sin hablarle dos días por eso.

No pude evitar reírme con cariño al recordarlo, creo que fue la primera vez que conseguí que el Sr. Stark se disculpara conmigo por algo… aunque eso no consiguió que cambiara el nombre. El Capitán América, para mi sorpresa y satisfacción se río conmigo también, una risa breve y floja, pero bonita.

Y sí, parece lo que era, un adolescente con un enamoramiento enorme por un súper héroe mundialmente famoso. Podríamos clasificarlo como "crush", pero ese nombre siempre me pareció ridículo, yo prefería llamarlo amor platónico, o más bien amor imposible. Al fin y al cabo, siempre fueron el Capitán América y Iron Man los súper héroes de nuestra infancia, y el Sr. Stark, aunque obviamente atractivo, tenía mujer, hija y treinta años más, pero el Capitán… era otra cosa, sonrisa impecable, ojos que te atravesaban… y no hablemos de su culo, Scott lo había bautizado en algún momento como "el culo de América" y en mi humilde opinión creía que no se equivocaba en lo más mínimo.

- ¿Puedo hacerle una pregunta? – me animé a decirle.

- Por supuesto. – parecía intrigado, y no era para menos, era la conversación más larga que habíamos tenido hasta ese momento.

- ¿Por qué me llama siempre Queens? Quiero decir, soy consciente de dónde vivo, y soy consciente de cuándo se lo dije, y ...y no es que me moleste, ni mucho menos Capitán, pero ¿por qué resaltarlo tanto? Siento curiosidad.- sí, me sentí completamente ridículo "tierra trágame". Aunque para ser honestos, creo que cualquier cosa que hubiese dicho me hubiera hecho sentir idiota, y más cuando soltó una risita al final.

- El doctor Abraham Erskine, era de Queens. – creía que iba a seguir, pero no, al parecer esa le pareció una contestación útil… definitivamente no era un hombre de muchas palabras.

- ¿Quién?

- Fue el doctor que creó el suero del súper soldado. El día que le conocí, cuando aún pesaba cuarenta kilos y casi no llegaba al metro y medio, una de las primeras cosas que me dijo es que era de Queens y antes de eso de Alemania, lo que en verdad era bastante evidente por su acento, pero llamaba la atención, al fin y al cabo, era una guerra contra la Alemania nazi. – terminó.

Asentí distraídamente. Bueno, duda resuelta, la verdad es que nunca lo hubiera adivinado, y es que tampoco sabía mucho de la historia del Capitán América más allá de lo que nos enseñaban en el instituto y de lo que leí cuando fuimos a su exposición. Por supuesto que toda América, y bueno, todo el mundo, conocía los logros de Steve Rogers, pero lo único que se sabía de cómo llegó a ser lo que era, es que le inyectaron un suero súper secreto, y además, él no era como Tony Stark, que cualquier mínimo detalle de su vida era noticia de primera página a las pocas horas.

Por otra parte, pensar en un Steve Rogers de cuarenta kilos y más bajo de lo que yo era, era una idea definitivamente graciosa. Por supuesto que en la exposición había alguna foto y referencias de ello, pero nunca se terminaba de asimilar, definitivamente yo de pequeño pensaba que eran imágenes retocadas para causar una mayor impresión en la gente, que viéramos de lo que fueron capaces, pero no… Rhodey se refirió a ella una vez como la operación estética más cara, más secreta y mejor lograda de la historia.

- ¿Alguna vez se ha arrepentido? – cuando me miró sin comprender, además de sonrojarme un montón, corrí a aclarar- El suero, digo, de habérselo puesto. -me miró muy serio, esta vez sin una mínima sonrisa ni mueca en la cara, por lo que me arrepentí muy rápido, creyendo que había tensado demasiado la cuerda de la poca confianza que teníamos- lo siento, lo siento, no es de mi incumbencia, tiendo a meter la pata donde no me llaman, tía May siempre lo dice… "Peter, deberías pensar antes de hablar", y definitivamente tiene razón y tendría que empezar a hacer caso y… callarme- sí, efectivamente estaba balbuceando, y solo podía pensar que en esos momentos casi hubiera preferido volver a la lucha contra Thanos que estar en esa habitación con un Capitán América mirándome… ¿divertido?

- No te preocupes, tranquilo, chico, solo estaba sorprendido, creo que nunca me habían hecho esa pregunta, al menos no de forma tan directa.

Y así quedó la habitación en silencio, únicamente se oía el pitido que indicaba que el corazón del Sr. Stark seguía latiendo, y para qué mentirnos, era bastante incómodo. Cuando pensaba decir otra tontería para aligerar el ambiente dando por hecho que no iba a responder, el Capitán giró la cabeza y contestó.

- No, no me arrepiento. Me habría gustado que hubiese sido de otra forma, pero ya no podemos rehacer nada y prefiero no arrepentirme y solo mirar lo positivo, todas las vidas que hemos salvado. Quiero decir, me gusta creer que los Vengadores han hecho mucho bien a nuestro mundo, y me gusta creer que yo tuve un papel importante en ellos, a pesar de que también cometimos muchos errores que puede que hayan repercutido en mucha gente… y a veces simplemente no puedo dejar de pensar en qué habría pasado si hubiera sido de otra forma, si hubiéramos firmado esos acuerdos… o si Tony no lo hubiera hecho, si las cosas habrían sido mejor para todos… pero como he dicho, no creo que sea momento de arrepentirnos, solo de mirar al frente y seguir el camino.- definitivamente esa respuesta sí que no me la esperaba.

- Rocket tenía razón, menudo piquito tiene Capitán. -me reí, recordando lo que murmuraba Rocket casi cada vez que el Capitán hablaba.

Cómo echaba de menos a ese mapache, no decía dos palabras seguidas sin que me riera, era una lástima que se tuvieran que ir hacía ya casi una semana, cuando todo parecía ya mínimamente bajo control y ellos habían podido descansar un poco. Con los ellos se fue Thor, al parecer necesitaba encontrarse a sí mismo (y no era para menos, tenía más grasa en un brazo que yo en todo mi cuerpo), mientras que los guardianes al parecer iban a buscar a Gamora, la novia de Quill, pero no era su novia porque era la Gamora del pasado, porque la de nuestro tiempo murió a manos de Thanos, su padre, pero la del pasado estaba ahora en nuestro tiempo o eso creían y era todo un completo lío.

- Ese castor sí que tiene un piquito de oro- dijo divertido. Espera… ¿castor? Pero era mejor no decir nada, al fin y al cabo, poca gente acertaba y ya no estaba seguro si lo hacían a propósito o no, a pesar de que a mí me parecía bastante evidente.

Hubo otro silencio, esa vez no tan incómodo. Giré la mirada para ver al Sr. Stark, pero nada, ni un mínimo cambio, ni una mínima señal de que escuchara absolutamente nada, parecía simplemente dormido, en el mejor de los casos.

- Sin los Vengadores este mundo no existiría tal y como lo conocemos- comenté momentos después- Dios, seguramente ahora mismo no existiría de ninguna forma directamente, Capitán.

- Llámame Steve, chico, al fin y al cabo, ahora estamos en el mismo equipo.– dijo sonriendo.

- Pues si yo le voy a llamar Steve, debería empezar a llamarme Peter, porque ya sabe… eso de chico estaba bien cuando tenía quince años, pero he crecido – dije riendo con la esperanza de que sonara a broma. "Dios, Parker, deberías callarte y no volver a hablar nunca más en tu vida", sí, definitivamente eso era lo que me gritaba mi cabeza, si tan solo la escuchara antes de hablar de vez en cuando…

- ¿Y cuántos tienes ahora? – preguntó riendo. "Bien, Peter, le ha hecho gracia, punto para ti".

- Casi dieciocho.- dije con toda la dignidad que pude, irguiéndome un poco en la silla con la esperanza de parecer algo más alto, pero creo que no funcionó ni por un instante.

- Apenas eres un adulto, Queens- volvió a reír, lo que hizo que me sintiera la cosa más pequeña del mundo, incluso más que Scott con su traje y no me gustaba nada esa sensación- pero déjame decirte que eres el chico más valiente que he conocido en mucho tiempo, y que creo que tenemos suerte de tenerte con nosotros.

Dios, dios, dios, dios ¿el Capitán América me había dicho lo que creía que me había dicho? En esos momentos el rojo de mi traje hubiera parecido pálido al lado de mi cara, sentía que estaba a punto de entrar en otra guerra de balbuceos conmigo mismo que por supuesto me harían quedar en completo ridículo, cuando el sonido de la puerta interrumpió la conversación.

- ¡PETEEEEER!

Levanté la cabeza para mirar hacia el grito que me había salvado de una inminente y patética respuesta. Morgan venía corriendo hacia mí, me levanté para recibirle y darle varias vueltas en el aire, como hacía cada vez que le veía. Estas tres semanas me había vuelto su compañero de juegos oficial, de lo que no me quejaba, pero tampoco entendía del todo. No es que se me dieran mal los niños, era que directamente nunca había tratado con ellos, pero tampoco me iba a quejar, adoraba pasar tiempo con ella y supongo que yo era de las personas más jóvenes que ella veía a lo largo del día.

- Cariño, cuidado, esto no es un sitio para jugar ni para gritar.- dijo Pepper entrando por la puerta un segundo más tarde.- Hola Peter, Steve.- los dos asentimos con la cabeza mientras ella se acercaba a la cama donde se encontraba Tony.- Peter, llevas muchas horas aquí dentro, ahora te toca a ti descansar.

Me miró con una sonrisa, mientras se sentaba con cuidado en el borde de la camilla. Se le veía mucho mejor, las ojeras habían disminuido y volvía a tener algo de brillo en los ojos. Tampoco podía criticar mucho el poco descanso de Pepper, porque, aunque no tan exagerado, yo también llevaba desde que llegamos descansando muy mal. Ese día, sin ir más lejos, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que había entrado a la habitación, la verdad es que no sabía tampoco qué hora era. Me sorprendí al mirar por la ventaba y ver que ya estaba oscureciendo.

- Sí, tienes razón… pero volveré mañana por la mañana.- le dije todavía con Morgan en brazos.

- Tranquilo, ¿te puedo dejar más tarde esta noche a Morgan? Quería quedarme aquí a pasar la noche.

- ¡No, mamá! Yo también me quiero quedar con papá.

Pepper iba a responder, pero le interrumpí antes de que pudiera.

- Pero Morgan, ¿es que no quieres pasar la noche conmigo? Me rompes el corazón.- dije mientras le bajaba al suelo poniendo pucheros.

- Puedes quedarte también aquí con papá y mamá.- definitivamente esta niña había salido a su padre.

- Cariño, aquí no podéis descansar bien, estoy segura de que en cuanto te levantes a Peter no le importará acompañarte hasta aquí.

- Y si no es un sitio para descansar, ¿por qué tú te quedas?

- Morgan Stark, no discutiré más, esta noche irás con Peter y punto.

La cara ahora llorosa de Morgan iba a volver a replicar cuando decidí volver a cogerle en brazos e intervenir.

- Será muy divertido, podemos volver a jugar al héroe científico, como a ti te gusta.- le dije sonriendo y mirando a Pepper de reojo añadí.- Y sin que tu mamá se entere nos podremos acostar un poco más tarde, será como una fiesta de pijamas.

Parece que le terminé de convencer porque lo siguiente que hizo fue poner sus bracitos alrededor de mi cuello y reír mientras me abrazaba. De fondo vi como Pepper me daba las gracias con la mirada mientras acariciaba la mano de su marido. Al otro lado estaba el Capitán, me había olvidado completamente de que estaba ahí, no había dicho ninguna palabra desde que Morgan interrumpió en la habitación, pero parecía entretenido con la escena.

- Ahora me voy a tener que ir, osito.-le dije mientras le dejaba sentada a los pies de la cama donde se encontraba su padre y le daba un beso en su cabecita.- Pero esta noche tú y yo tenemos una cita.

- Yo también me iré, se está haciendo tarde.- dijo Steve levantándose y mirando a Pepper, quien solo asintió con una leve sonrisa. Supongo que no estaba segura de cómo tratarle, al fin y al cabo, todo el mundo era consciente de los altibajos de la relación entre el Sr. Stark y el Capitán, pero poca gente sabía en qué punto se encontraban en ese momento, creo que ni ellos mismos lo sabían.

Me acerqué a Pepper a darle un breve abrazo, antes de girarme al Sr. Stark para darle una última mirada.

- Si hay cualquier cambio…

- Sí, serás el primero en saberlo.- terminó ella por mí.

Le di una última sonrisa y salí acompañado del Capitán, o bueno, de Steve. Cuando cruzamos la puerta nos quedamos mirándonos, sin saber muy bien qué decir. Mi mente buscaba cincuenta excusas para poder irme de allí cuanto antes, y justo cuando estaba por decir algo, habló él primero.

- Se te dan bien los niños.- vale, definitivamente me podría haber esperado muchas cosas, pero esa no.

- ¡Oh!, bueno, en verdad no tanto, quiero decir que no lo sé, no he estado alrededor de muchos niños en mi vida, pero con ella me sale solo, supongo.- dije removiéndome inconscientemente el pelo.- Además, eres el Capitán América, seguro que todos los niños te adoran.

- Como bien has dicho, adoran al Capitán América, no a Steve Rogers… a él siempre le han costado las interacciones con los demás seres humanos… o bueno, después de todos estos años sería mejor decir que le han costado las interacciones con los seres en general.

Nos volvimos a mirar, y como antes, la incomodidad ya no era tan palpable, lo que era todo un progreso. Pero yo era Peter Parker, y como ya se ha visto claro, no pensaba antes de hablar.

- Bueno, puede que sea porque sonríes muy poco.- vale, sí, lo había dicho, no había vuelta atrás y no estaba seguro de a quién de los dos se le había quedado más cara de sorpresa.

- ¿Disculpa?

- Yo… yo… bueno, yo quiero decir que parece usted muy serio, Capitán, pero eso no es algo malo, es normal con todo lo que ha pasado, y… y… y hay gente que es más graciosa y gente que menos.- "dios, que alguien me calle".- Yo por ejemplo me estoy dando cuenta de que tengo muy poca gracia.- ¿eso podía haber salido peor? No, creo que era imposible haberla cagado más.

- Me estás diciendo que no tengo gracia.

- No, no, por supuesto que no, señor Capitán América…- ahora mis brazos se movían igual de nerviosos que mis palabras.- yo… no le conozco ni hemos hablado demasiado, ni nada, seguro que tiene un gran sentido del humor, señor Capitán.- creo que no había parte de mi cuerpo en esos momentos que no estuviera transpirando.

Nos quedamos mirándonos otra vez. No estaba seguro de si estaba enfadado o solo se estaba burlando de mí… o las dos cosas. Sea lo que fuere esos ojos me estaban mirando, y dios, esos ojos… creo que me quedé un poco embobado… definitivamente ese día se quedaba guardado en el top cinco de días más vergonzosos de la vida de Peter Parker.

- No te sulfures, chico,- remarcó la palabra chico un poco más de lo que me hubiera gustado.- la verdad es que estos últimos años no he visto sonreír demasiado a mucha gente.

Y el silencio otra vez. Y encima me sentía como un estúpido, era tan fácil olvidar que no había existido durante años… que tanta gente no había existido. Para nosotros fue como haberse desmayado durante cinco segundos… cinco segundos que para ellos habían sido cinco años.

- Bueno, pues esperemos que a partir de ahora consigamos que eso cambie.

- Lo haremos, estoy seguro de ello.- esta vez me miró con una pequeña, casi imperceptible sonrisa.- Y para tu información, Queens, tengo mucho sentido del humor, te lo demostraré en cuanto salgamos de aquí.

- Estoy seguro, Capitán.- me reí un poco avergonzado.

- Steve.

- ¿Qué?

- Llámame Steve, te lo he dicho antes.- pero antes de que pudiera contestar siguió.- Ahora si no te importa iré a buscar a Sam, antes me había dicho que cuando saliera quería hablar conmigo.

- Por supuesto, claro, no te entretengo más.

- Buenas noches, Peter.

- Buenas noches, Steve.- terminé con una sonrisa. Steve… me sonaba raro decirlo, pero estaba seguro de que me acostumbraría.

Con un último asentimiento de cabeza siguió caminando. Me giré y me quedé mirando el rincón por donde estaba desapareciendo sin echar la vista atrás ni un instante.