Cassios se dirigió a las doce casas, su cara denotaba la tristeza de su destino, pero iba firme y convencido, ella era todo para él y quería verla feliz; así que cualquier sacrificio, valía la pena.

Llego a la entrada de la casa de Leo, escucho desde afuera los lamentos de Seiya y la cosmoenergía que emanaba de Aioria. Respiró hondo, cerró sus ojos y puños, pensó en ella. Entró justo en el momento en que el dorado estaba por ultimar a Seiya, gritó para detener el ataque y con su postura más violenta le pidió que se detuviera.

Los dos combatientes los miraron con sorpresa, no había motivo alguno para que ese ex aprendiz de caballero estuviera allí; Aioria detuvo su ataque y se dirigió hacia a él.

-¿Qué haces aquí Cassios?- pronunció con soberbia y desprecio.

-Vine a acabar contigo.- contestó y luego, dirigiéndose a Seiya, le dijo - Huye, yo me encargaré de él.-

Un muy lastimado Caballero de bronce miraba con expectación la escena, Cassios había tomado a Aioria por la cintura sujetándolo con fuerza, jamás imaginó que alguien viniera en su auxilio y mucho menos, que ese alguien fuera un antiguo rival.

-Te digo que huyas, yo me encargaré de él.- Volvió a insistir Cassios, mientras su rostro se desfiguraba de dolor al recibir una dura tanda de golpes de parte del caballero de Leo.

-Pero Cassios ¿Por qué haces esto?- Preguntó Seiya sin entender lo que pasaba mientras se ponía de pie con dificultad.

- No lo hago por ti, lo hago por Shaina. Si tú mueres, ella quedará devastada.- Pronunció con dificultad el antiguo aprendiz mientras Aioria se zafaba de su agarré golpeando violentamente en su abdomen.

-¿Por Shaina?- Seiya entendió de inmediato, Cassios sabía de los sentimientos de la amazona, pero también, entendió que el sacrificio era por amor.

-No seas ridículo Cassios, sabes bien, que no eres rival para mí.- Intervino Aioria sonriendo con soberbia.

-Sé… que no… soy rival para ti, sé que… no tengo oportunidad… pero mi intención no es derrotarte… sino librarte de la manipulación… del Gran Patriarca.- Respondió Cassios recibiendo los ataques que Aioria lanzaba para Seiya, pero que él recibía interponiéndose.

-¡Cassios, basta! Te ordeno que te vayas, yo no tengo nada contra ti.- Le mandó el dorado, impaciente de no poder herir a Seiya.

-¿La manipulación del Gran Patriarca?- cuestionó Seiya.

- El Gran Patriarca controla la mente de Aioria y solo será libre hasta que mate a alguien, y no puedo permitir que ese alguien seas tú, Shaina jamás volvería a ser feliz.- Contestó Cassios hincado ya por las heridas de su cuerpo.

-¡Vaya, que sentimientos tan nobles! – Interrumpio Aioria con ironía –Si eso es lo que quieres Cassios, ¡Te lo concederé! ¡Primero te mataré a ti y luego mataré a Seiya! – Y lanzó un furioso ataque contra el aprendiz.

Cassios recibió todo el impacto del golpe y empezó a sangrar profusamente, cayó de rodillas con ambas manos sobre su abdomen y lamentándose se volvió hacia Seiya, quien también fue impactado por el golpe.

-¿Aún sigues aquí? ¿Qué no has entendido? Vete ya he aceptado mi destino y moriré aquí. Solo te pido que cuides a Shiana por mí.-

Seiya tenía los ojos llenos de lágrimas, su honor como caballero le impedía cumplir el deseo de Cassios, así que lleno de coraje y valor decidió atacar una vez más, no tuvo éxito, estaba demasiado herido y solo logro rozar al caballero dorado quien con sorna se burló y se alisto para el contrataque.

Aioria concentro todo su cosmos en su puño y lanzó de nuevo su "Rugido de León", estaba seguro de eliminar a Seiya, luego se ocuparía de Cassios, pero para su sorpresa, este último, se interpuso nuevamente recibiendo todo el impacto y salvando así al caballero de Pegaso, quien tomó en sus brazos al moribundo y ya sin poder limitar su llanto, lo abrazó agradeciéndole el sacrificio.

-Seiya… voy a morir, con esto Aioria será libre. Por favor cuida de Shaina, hazla feliz.- Pronunció Cassios con las pocas fuerzas que aún le quedaban.

-No amigo, tú vas a vivir, por favor resiste. - Lo alentaba Seiya entre lágrimas.

-Solo promete que la cuidarás. – Suplicaba Cassios mientras en su rostro de dibuja la paz de alguien que ya no sufría.

-Sí, lo haré- Lo dijo para darle paz, mientras veía como la vida abandonaba su nuevo amigo y sin poder controlar el llanto, se puso de pie creyendo que la batalla aun continuaría. Sin embargo, se encontró a un caballero dorado viendo la escena totalmente desconcentrado.

-¿Qué me paso? Siento que despierto de una pesadilla. Seiya ¿Qué ocurrió? ¿Qué paso con Cassios?- preguntaba Aioria con las manos en su cabeza, como si acabará de despertar de un sueño, tardo un poco para entender lo que había ocurrido y temiendo saber la respuesta a sus preguntas, su cabeza se llenó de imágenes sobre los últimos instantes que vivió y no podía dar crédito de que hubiera arrebatado la vida a un ser inocente. Ya no esperó la respuesta de Seiya, un sentimiento de miseria y vergüenza se apoderaban de él, mientras se acercaba al cuerpo de Cassios y lo cubrió con su capa.

-Yo… lo siento mucho. En verdad no sé qué fue lo que pasó. Yo solo sentía un odio profundo a todo lo que me rodeaba.- intento justificarse, pero se topó con la mirada triste pero comprensiva de Seiya, éste le puso una mano en su hombro, en señal de comprensión.

-No fue tu culpa, sino del Patriarca.- Respondió el caballero de Pegaso, mientras se ponía de pie con dificultad, su pierna estaba sumamente lastimada, pero aun así intento cargar a Cassios.

-¿Qué pretendes hacer?- le pregunto Aioria.

-Llevaré a Cassios con Shaina, es lo menos que puedo hacer por él.- Seiya ya sostenía el cuerpo inerte de su amigo, pero era bastante pesado y por sus propias heridas, cayó al piso; Aioria se acercó para auxiliarlo.

- Estas demasiado débil, curaré tu pierna, pero no puedo hacer nada por tus demás heridas. Además no creo prudente que en tu condición, des marcha atrás para ir a donde Shaina, tienes una misión ¿Lo olvidas?-

-No, no lo olvido, pero dime ¿Qué harías tú en mi lugar?- Cuestionó Seiya con un tono de tristeza en su voz y rasgos mientras Aioria le curaba.

-Yo lo haré… yo llevaré a Cassios con Shaina, después de todo, fui yo quien acabo con su vida, ella querrá saberlo por mi.-

-Quiero verla. - Seiya se arrepintió en el momento de haber pronunciado esas palabras, fueron un impulso, pero era la verdad, aunque eso no significaba que abandonara la batalla u olvidara su objetivo. Solo, quería verla.

-Ella ésta bien. Será mejor que no distraigas tu camino.-

Seiya quería seguir insistiendo, pero en ese momento entraron Shun y Shiryu a la casa de Aioria; y el Pegaso tuvo que desistir de su idea ante sus amigos, quiénes sin conocer lo que allí había pasado, comprendieron que la batalla había sido brutal.

Aioria los animó a seguir adelante, pero les advirtió lo poderoso que era siguiente enemigo y les dio un consejo: - No permitan que el caballero de Virgo abra los ojos.- Y con esa frase dicha, los vio partir. Ahora él tenía una difícil tarea, volteó hacia el cuerpo sin vida de Cassios y con una culpabilidad tremenda lo cargo con toda la delicadeza posible. Dirigió sus pasos hacia la casa de Shaina, durante el camino debatía sobre lo que le diría, le parecía inverosímil como ahora formaba parte en la historia de la amazona, primero al ser el testigo de su confesión de amor y ahora, al ser el culpable de la muerte de su aprendiz.

Por fin llegó a la casa, vaciló un momento sobre entrar, pero no tenía otra opción, cuando de pronto vio salir a una desconcertada Shaina, él efecto del somnífero aun no pasaba por completo y le costaba sostenerse de pie, ella se sostuvo del marco de su puerta y enfoco su extraviada vista en Aioria y en el cuerpo que este sostenía. Por un momento sintió una pesadez en su estómago pensando que era el cadáver de Seiya, pero luego viendo las proporciones del cuerpo sintió una gran tristeza y echo a llorar desconsolada, tratando de llegar al cuerpo de su aprendiz.

Aioria se acercó a ella y dejando a Cassios sobre el césped, tomo a Shaina de un brazo para evitar que cayera, sus ojos también se llenaron de lágrimas.

-¿Quién le hizo esto?- Pregunto la amazona en un tono que mezclaba dolor e ira mientras la lagrimas se derramaban por su rostro –Aioria ¿Quién le hizo esto?- volvió a preguntar levantando al voz, le pedía a los dioses que la respuesta no involucrará a Seiya.

Aiora respiro profundo – Yo lo hice.- Cerró los ojos esperando la venganza de la amazona, él no se defendería y ésta no tardó en llegar.

Shaina, aunque débil y aturdida aun por el somnífero se abalanzó hacia él y lo atacó con su garra de trueno, el caballero sintió como su cuerpo se estremeció ante el embate, no le hizo daño alguno, pero guardo distancia por respeto a su atacante. La amazona no satisfecha, bien sabía que no había logrado herirlo, por lo que dio unos pasos hacia él.

-Vas a pagar lo que hiciste ¡Todos los pagaran! Primero iré por el Patriarca y acabaré con todo aquel que se interponga.- gritaba llena de dolor apretando los puños.

Su postura y voz fue tan amenazante que Aioria temió que cumpliera lo que había dicho, pero reconociendo que hablaba el dolor y no la razón, este la detuvo de un brazo y la jaló hacia sí para después golpearle en el abdomen y dejarla inconsciente. La cargó hacia su cama y le retiro la máscara, no lo hizo para irrespetarla, sino que creyendo que ella estaría más cómoda sin ese artefacto.

Mientras ella yacía inconsciente, Aioria se dirigió hacia Cassios y busco un lugar no muy lejos de ahí para cavar su tumba y enterrarlo, mientras lo hacía, las lágrimas se derramaban de sus ojos y le pedía perdón. Él también le prometió cuidar de Shaina, aunque no se le hubiera pedido, pero creía aliviar así la culpa que lo consumía. Al terminar esa pesada labor, regreso al hogar de Shaina y se sentó a un lado de su cama a esperar que despertara, quería evitar que ésta cometiera una imprudencia buscando venganza.

Durante la espera pensó en Marin, creyó que la encontraría ahí, aunque por un momento se sintió aliviado de que su amada no fuera testigo de su crimen, la impaciencia crecía en él, al no saber de ella, no recordaba nada de lo que hubiera hecho estando bajo el influjo del Patriarca y temió haberle hecho daño, esa era la razón más poderosa que tenía para esperar a que Shaina despertará, ella sin duda sabría algo. El tiempo parecía trascurrir lentamente para el caballero dorado, así que para hacer más soportable su espera, concentro su cosmos en rastrear al de Seiya y el de los demás, sintió que un cosmos de los caballeros de bronce se había desvanecido junto con el de Shaka de Virgo, eso lo sorprendió, ¡Habían derrotado al caballero más cercano a Dios! Supo por la resonancia de sus cosmos que ahora los tres caballeros restantes; Seiya, Shiryu y Shun; se encontraban en la casa de Libra.

Shaina empezó a moverse lentamente, se quejó del dolor que sentía en el vientre, abrió los ojos totalmente y vio a Aioria cerca, dejo de lado el odio y se levantó para sentarse a la orilla de su cama, quedando frente al dorado, quien solo la contemplaba, no la conocía, así que esperaba cualquier cosa de ella.

-Al menos dime ¿Cómo fueron sus últimos momentos?- solicitó la amazona tratando de controlar el llanto sin levantar la mirada.

-Te miento si te digo que lo recuerdo, todo fue como si alguien me controlará, yo solo podía atacar, como si de ello dependiera mi vida, sentía un odio contra todo lo que me rodeaba. No me estoy justificando, solo recuerdo que él llego para salvar a Seiya, diciendo que lo hacía para verte feliz y con sus últimas palabras le hizo prometer a Seiya que te cuidaría.-

Esta frase hizo que la amazona levantará la vista hacia su interlocutor, escuchar el nombre de su amado le aceleró el corazón, pero recordando la pena que la embargaba, volvió bajar la mirada.

-¡Pobre Cassios! siempre lo subestime, yo creí que el siempre estaría a mí lado, así que no era necesario demostrarle lo mucho que me importaba, lo mucho que lo estimaba, porque, siempre habría un día más en el que él estuviera conmigo. Nada me hubiera costado decirle lo que significaba para mí, pero ahora voy a cargar con eso toda mi vida. Debo enterrarlo, hay un lugar cerca de la playa que a él le gustaba mucho.-

-Ya lo hice, enterrarlo me correspondía a mí, su tumba no está muy lejos de aquí,.-

Shaina volteo a verlo -Ni aun en su entierro pude hacer algo por él.- Y sin poder contenerse volvió a romper en llanto, llevando ambas manos hacia su rostro.

Aioria se le acercó para abrazarla y consolarla, dejo que la amazona desahogara su dolor y cuando al fin se calmó, Shaina se separó del abrazo y con la mirada le agradeció al caballero el gesto.

- Ya no puedo permanecer ajena a lo que ocurren en las doce casas, me voy a integrar a la batalla ¿En qué casa están ahora?- Preguntó la amazona poniéndose de pie, colocando su máscara en el rostro.

- En la casa de Capricornio.-

Escuchar eso, hizo que Shaina empezará a respirar agitadamente y que su corazón latiera con fuerza, pues significaba que la batalla en la casa de Escorpión había concluido y temía saber el resultado, recordó la última vez que ella y Milo hablaron, él había amenazado matar a los caballeros rebeldes, ella incluida. La amazona temió por la vida de los hombres que más le importaban; su amigo y el dueño de su corazón.

-¿Cuál fue el resultado en la casa de Escorpión?- Cerró los ojos temiendo escuchar lo peor, su cuerpo temblaba.

-Al parecer, Milo comprendió que la causa de los caballeros de bronce es justa, los dejó pasar después de combatir con Hyoga.-

Shaina respiró aliviada. Milo y Seiya estaban fuera de peligro; Aioria la tomó de un brazo para hacerla quedar frente a él, la impaciencia del caballero se dibujaba en su rostro y ya no pudo aguantar el no saber de su amada.

-Shaina ¿Marín, dónde ésta?.-

Shaina abrió grande los ojos, ¡Se había olvidado de ella! y sabiendo que la amazona del Águila arriesgaba su vida, se sintió culpable por no pensar en ella antes.

-Ella fue a Star Hill. Rápido debes de ir por ella.- Urgió la amazona.

-¿Pero, qué fue a hacer a ese lugar? Ella sabe que es prohibido y que representa la muerte para todo aquel que se atreva siquiera a acercarse.- La voz de Aioria delataba su angustia.

-Ella cree que ahí encontrará respuestas a todo lo que ésta ocurriendo con el Patriarca. Debes ir cuanto antes.-

Aioria asintió y salió de la casa en búsqueda de Marin.

Shaina se dirigió hacia el Santuario, haría todo lo necesario para que el Patriarca fuera derrotado y así vengar la muerte de Cassios. Su intención era llegar a la cámara del Patriarca por las doce casas, era el camino más rápido; pero de pronto sintió un poderoso cosmos que la llamaba, era una energía inmensa, llena de amor y compasión, el sentir como ese poder inundaba su ser, la llenó de paz. Se concentró al máximo para poder dar con el dueño de ese cosmos, grande fue su sorpresa al saber que provenía de Saori, Shaina cerró sus ojos y empezó a llorar de nuevo, no entendía el motivo, pero las lágrimas no podían detenerse, en su mente vio la imagen de la Diosa herida por la flecha dorada. Sabía que ella no era merecedora del amor que le mostraba a través de su cosmos y no quería ser hipócrita, no sentía devoción por su Diosa, (o eso creía) pero el verla herida e indefensa y aun así con su cosmos luchando para cuidar a sus caballeros, la hizo conmoverse a ese extremo, "Sin duda será una buena líder para el Santuario" pensó.

Saori, a través de su cosmos le pedía que buscara a Marín, ésta corría peligro y ambas tenían que llegar al salón del Patriarca para ayudar a Seiya. Shaina controló el llanto y asintió a la energía que la rodeaba. Busco a Marin rastreando su cosmos, ésta se encontraba cerca y estaba a punto de ser ultimada por Faeton, el antiguo líder de la guardia del Santuario, Shaina interrumpió el ataque de éste, impidiendo así que Marin fuera lastimada.

-¡Vaya, las dos traidoras se encuentran en mi poder!. Llevaré sus cabezas al Patriarca.- Trató de intimidarlas Featón, pero solo provoco una risa burlona de Shaina, ésta aun le resentía que se tuvo que hincar ante él en el pasado.

-Sólo alardeas, pero nunca cumples tu palabra. Por eso mismo perdiste la confianza del Patriarca.- anticipo la peliverde burlándose, mientras preparaba el ataque. Los guardias de Faetón se lanzaron contra ambas amazonas, siendo derrotados fácilmente.

Faeton temió enfrentarlas, conocía muy bien la fuerza y temple de ambas, pero Shaina fue quien lanzó el ataque hiriéndolo de gravedad.

-Tendré compasión de ti- Aunque tenía ganas de hacerle pagar la humillación, sintió que el cosmos de Atenea aun no la abandonaba del todo y se contuvo por ella. -Marín este imbécil nos puede ser de ayuda para llegar al Patriarca, tómalo y no lo dejes ir.- Determinó mientras le aventaba al derrotado rival a la amazona del Águila, ésta lo tomo por el cuello para sujetarlo.

Shaina arqueo su espalda por el dolor, la breve lucha le había abierto la herida que le causo Aioria en Japón y un hilo de sangre escapo de su máscara.

-¡Shaina, estas herida! Aun estas débil, debes irte, yo me encargare de todo.- Le aseguró Marín quien tampoco estaba libre de heridas, pero trataba aparentar que estaba bien, cuando a lo lejos se divisaban más guardias que venían dispuestos a atraparlas.

-No digas tonterías, te digo que te vayas, yo los eliminaré.- Shaina se preparó para el combate que se avecinaba, le molestaba tanto pelear con los guardias a quienes consideraba inferiores.

Marin entendiendo que el plan de la peliverde era mejor, aprovecho la distracción que provocó su amiga y se fue con Faetón.

Como era de esperarse, los guardias no fueron rival para la amazona de Ofiuco, aunque sí lograron dejarla exhausta; ahora ella debía de seguir a Marin para juntas llegar con el Patriarca.

Cuando Shaina vio a Marin, un escalofrío recorrió su cuerpo y se tensó de inmediato, ya que su amiga no estaba sola, pudo comprender que Marin había salvado a Seiya de algún peligro pues esta yacía en el suelo y el caballero de Pegaso estaba a un lado de ella. Shaina aún no estaba lista para verle, "¿Qué debo hacer? ¿Cómo se comportará él? ¿Qué debo decir? Y si mejor espero a que se vaya, debe de continuar con la batalla, no puede quedarse con Marin con mucho tiempo" pensaba mientras se mordía un labio y se frotaba las manos con nerviosismo. "¡No! Marin no me hubiera dejado sola. ¡Vamos Shaina! respira y actúa como si nada hubiera pasado" Respiró hondo y se acercó a ellos. Seiya la volteo a ver, abrió grandes sus grandes y sin darse cuenta sonrió al verla.

-Shaina.-

-Yo me encargaré de ella.- Dijo tratando que los nervios no la traicionarán- Anda, tú debes irte.-

- Pero Shaina, ¡Estas a salvo!…yo…-

-No pierdas más el tiempo.- interrumpió la amazona, no quería dar oportunidad a tener un diálogo con él.

Ambos se miraron fijamente por unos instantes en completo silencio, comprendieron que tenían mucho que decirse. La amazona agradecía por su máscara, podía ocultar la mirada que confirmaba el amor que sentía. Él, en cambio, no sabía cómo responder a esta nueva Shaina que se le presentaba.

-Debes irte.- Insistió la peliverde rompiendo con ese silencio.

Seiya asintió con la cabeza – Gracias Shaina.- Y retomó su camino dándole la espalda.

Shaina suspiró con pesar al verlo partir y bajo la mirada, era lo mejor, lo entendía, pero le hubiera gustado estar un poco más con él, levantó la vista para verlo una última vez y sin pensarlo, se escuchó así misma llamándolo, cerró los ojos arrugando toda su cara "¿Qué hice? Tonta", esperando que Seiya no la hubiera escuchado abrió los ojos y lo vio allí, a unos cuantos pasos, pero viéndola de frente, sí la había escuchado, "Genial, ahora di algo, no puedes quedar como idiota" se ordenó a sí misma.

-…Aun me debes una batalla y cuando regreses me la cobraré.- "Si, claro, habla de batallas" se regañó mentalmente por la pobreza de su argumento.

El caballero de Pegaso la vio fijamente esbozando una pequeña sonrisa.- Esta bien.-

-Prométeme que no morirás.- Tuvo que poner los pies tensos para reprimirse y no lanzarse a sus brazos.

-Te lo prometo.- contestó el Pegaso con voz firme, dio media vuelta y siguió su camino hacia la estancia del Patriarca.

Shaina lo vio partir orando a todos los dioses porque lo mantuvieran con vida, volteó hacia Marin quien yacía en el suelo, la cargó y la sentó al pie de las escalinatas, se lamentó no poder ofrecer mejor ayuda a su amiga, quien despertó gritando el nombre de su antiguo discípulo.

Shaina la tranquilizó y le hizo saber dónde estaban y lo que había ocurrido mientras ella yacía inconsciente, después de eso la interrogó sobre el resultado de su búsqueda en Star Hill. La pelirroja le contó qué en la cima de la montaña, encontró el cadáver del verdadero Patriarca, por lo que el caballero contra el que Seiya estaba luchando, era un impostor. Ambas se preguntaron quién podría ser ese, quién fue capaz de matar al más poderoso de los ochenta y ocho caballeros de Atenea. Shaina, con el único deseo de proteger a Seiya le propuso que se unieran a la batalla, si bien, podían no ser rivales para el impostor, al menos darían oportunidad al caballero de Bronce para salvar a Saori. Marin la miraba mientras aún permanecía sentada; antes de la batalla contra Faetón, había tenido una más y eso, más las rosas de Afrodita, la tenían demasiado débil. Le hubiera gustado complacer a su amiga, pero le dijo que más que ser una oportunidad, en el estado en que se encontraba, sería un estorbo.

-Además, tu tampoco te encuentras libre de heridas y aunque tu preocupación por la vida de Atenea me sorprende, creo que no seremos de mucha ayuda para Seiya.- Prosiguió la amazona del Águila.

-No es preocupación por la vida de Atenea- contesto con exasperación- Es que… todos los caballeros de bronce han muerto, no podemos dejar a Seiya solo.- La desesperación se apoderaba de la peliverde al no poder convencer a Marin mientras caminaba inquieta de un lado.

Marin se quitó la máscara y sonrió -¿Tanto lo quieres?- Se atrevió a preguntar, provocado que Shaina para en seco y se sonrojara al máximo, no supo que decir, la pregunta le había caído como un balde de agua fría. Si no fuera Marin, le haría pagar su atrevimiento, prefirió darle la espalda y contemplar la luna que se asomaba, se llevó una mano al cuello para aligerar la angustia que sentía.

De repente ambas sintieron como un cosmos se hacía presente en el lugar de la batalla, se voltearon a ver, tratando de adivinar a quien le pertenecía dicha energía; en cuanto lo supo, Marin se levantó de su lugar y caminó hacia Shiana, puso su mano sobre el hombro de Ofiuco.

-Puedes estar tranquila, ese es el caballero del Fénix que ha regresado.-

Shaina volteó a verla, ese comentario, aunque eran buenas noticias, no aligeraba su ansiedad y decidiendo que no necesitaba a Marin para hacerse presente en la batalla, estaba por anunciarle su resolución a la amazona del Águila, cuando ambas vieron que un reflejo fuerte de luz fue lanzado desde el templo de Atenea con dirección al reloj de fuego y al lugar donde debería estar Saori, pero fue interrumpido de manera abrupta, ninguna de la dos sabía que podría significar eso y después, una luz igual de intensa provino del lugar donde yacía Atenea, Marin tomó de la mano a Shaina y con evidente emoción en sus ojos y voz le anunció que Seiya había salvado a su Diosa.

Shaina respiró aliviada – Vamos ya con Seiya.- Dijo casi suplicando, estrechando más fuerte la mano de Marín.

-¡No, aun no! Mira, Saori viene, sus caballeros dorados le rinden pleitesía, esperémosla aquí.- Propuso la pelirroja evidentemente emocionada por la recepción a la Diosa Atenea.

Shaina se impacientaba, ella no quería verla, su corazón y su mente le instaban a ir con Seiya, pero recordando que ahora su futuro como caballero dependía de Saori, decidió hacer caso a Marin y cuando la diosa llegó a ellas, les brindó una cálida sonrisa. Marin fue la primera en hacer una reverencia, Shaina contrajo los músculos de su cara en evidente desacuerdo con esa acción, ella también tendría que reverenciarla y comprometiendo todo su orgullo, vio de reojo a Milo quien integraba el cortejo de la Diosa, éste con la mirada le indico que lo hiciera, así que la amazona no tuvo más remedio que reverenciarla.

Saori notó lo forzado de la situación, sabía que había muchas cosas de que hablar con la amazona, y sin dejar de sonreír, les agradeció a ambas su esfuerzo en la batalla. Siguió su camino hacia su propio templo para poner fin a esta guerra.

Cuando todos se les adelantaron a las dos amazonas, Marín tomó de un brazo a Shaina deteniéndola para quedar atrás del contingente.

-¿Qué demonios fue eso?- La cuestiono con evidente molestia.

-¿De qué hablas?-

-¿De qué hablo? De esa tonta actitud tuya, todos notaron tu renuencia a reverenciar a Atenea ¿Qué te pasa?.- Marin adoptó la postura que tomaba con Seiya cada vez que le llamaba la atención, su quijada estaba tensa y la mirada era tan penetrante que la amazona de Ofiuco se intimido.

-¡Por supuesto que no! Solo que…-

-Escúchame bien- La interrumpio. -Lo que haya ocurrido entre tú y Seiya, cualquier cosa, buena o mala, no puedes culparla a ella, ¡Esta claro! Así tampoco, cualquier cosa que hubiera pasado entre ellos dos, no puede interferir en tu futuro como caballero. ¡No seas tonta!- Habló de una manera tan enérgica que dejó sin argumentos a Shaina, quien asombrada por la actitud de Marin y aún más por la suya propia al no responderle, solo bajo la cabeza y siguieron caminando en silencio.

Shaina sabía que Marin tenía razón, debía dejar de lado esa postura de ver a Saori como rival, no lo era y nunca lo fue, además era su Diosa y le debía toda la lealtad del mundo. Mientras la amazona pensaba en esto, sentía como su estómago se hacía pesado y esa pesadez subía hasta su garganta.

Ambas llegaron al templo de Atenea y no pudieron evitar correr hacia el cuerpo herido de Seiya, quien estaba inconsciente. Shaina, sin importarle guardar apariencias, acarició con suavidad el rostro del caballero y permaneció ajena a la lucha, solo sabía que mataría a cualquiera que volviera hacerle daño a su amado.

Cuando la batalla terminó, con el suicidio de Saga de Géminis, quien fue el que había matado tanto a Aiorios como al verdadero Patriarca; todos los presentes sintieron como en el ambiente reinaba la paz y el amor de Atenea. Los caballeros dorados tomaron en sus brazos a los caballeros de bronce heridos. Shaina estaba a punto de abrazar a Seiya para sostenerlo en su regazo, cuando Saori se le acercó y sin decirle nada tomó su lugar y fue ella quien sostuvo al caballero del Pegaso para agradecerle por haberla salvado.

Shaina se apartó de inmediato, se sintió humillada y relegada, las lágrimas en sus ojos se asomaban copiosamente, ¿Cómo ver en esa mujer a su diosa? Se puso de pie y dio la vuelta para irse del lugar, pero Marin la detuvo, la abrazó y le pidió que la ayudará a sostenerse de pie, Shaina lo hizo, pero apartando su vista de Saori abrazando Seiya.

Al cabo de unos minutos, Aldebarán, caballero dorado de Tauro, se acercó a Atenea y le solicito a Seiya para cargarlo, ella asintió y ordenó dispusieran habitaciones para los caballeros de bronce donde pudieran recuperarse de sus heridas. Marin fue detrás de Aldebaran. Shaina se quedó sola, se sentía terriblemente fuera de lugar, hasta que escucho la voz de Milo llamándola, él estaba cargando a Hyoga.

-Shaina, me ayudas por favor.-

Ella dijo sí, moviendo la cabeza y fue a donde el caballero, en su camino cruzo mirada con Saori, quien le sonrió, ella por su parte solo inclinó su cabeza.

Ya estando en la habitación designada para el caballero del Cisne y después de asegurarse que estuviera bien atendido por los sirvientes del santuario, Milo lo dejó y salió con Shaina.

-¿Cómo éstas?- Preguntó el dorado.

-Bien- Respondió Shaina encogiéndose de hombros.

-Imagino lo difícil que puede ser todo esto para ti, solo te pido que no dejes que tu ego le gane a la razón.-

Shaina se estaba hartando de ese discurso. –No sé de qué hablas.- contesto fingiendo no entender lo que Milo le decía.

-Sabes bien a lo que me refiero, a esa escena tonta de resistirte a reverenciarla. Ella es nuestra Diosa y no importa si es la novia, amante o lo que sea de Seiya, eso no debe limitar tus deberes y obligaciones hacia ella.- Su mirada era fría y directa, se acercó a la amazona para tomarla de los hombros y obligarla a que lo viera.

-Eso me queda muy claro, puedes estar seguro.- Su tono de voz revelaba lo mucho que resintió esas palabras, estaba al borde de soltar el llanto por la impotencia que sentía.- Sólo que…han pasado muchas cosas en estos días… que… es difícil asimilarlo todo de golpe.- Y soltó el llanto que contenía, hablando de manera entrecortada.- Primero le digo a Seiya que lo amo, luego soy una traidora para el Santuario, tú me amenazas de muerte y ahora debo serle leal a la mujer que es amada por Seiya.- Para cuando termino de hablar, había buscado el abrazo y consuelo de su amigo.

Milo la abrazó con fuerza –No seas tonta, sabes bien que jamás podría hacerte daño, aunque hay algo que no te puedo perdonar. ¿Por qué no me dijiste que sabías que Saori Kido es la verdadera Atenea? ¿Por qué me ocultaste eso?.-

-Por todo lo que ella representaba en ese momento, ¿Cómo ver a mi diosa en la mujer que tiene al hombre que amo? Era reconocer que ella es superior a mí en todo sentido, en poder, en estatus y hasta en el amor. Una cuestión de ego, supongo. Además, creí que esta batalla tardaría mucho en llegar, que ella no ocuparía su lugar tan pronto.- Dijo ella temiendo la reacción de su amigo por sus últimas palabras, empleando de nuevo el tono de confianza que tenía con él y aferrándose aún más a su regazo.

-¡Eres profana! Y nunca pensaste justo lo contrario ¿Qué vas a hacer ahora? ¡Serás la única guerrera que aun sabiendo quién era su diosa, siguió contra ella! y ¿Cuál va a ser tu justificación? "Lo siento tanto, es que estaba celosa de Usted".- Dijo esto último imitando la voz de amazona mientras la alejaba lo suficiente como para verle la cara.

Shaina hizo los ojos hacia arriba, por un lado, estaba contenta de que ese hombre frente a ella volviera a ser su amigo, pero seguía odiando la forma en que la impacientaba.

-Pues no sé, cuando llegue el momento, pensaré en algo.- Dijo tratando de verse tranquila.

-¡Sí que eres una verdadera serpiente!- Sonrió Milo mientras la veía divertido – Por lo pronto lo que tienes que hacer es dejar de lado esa tosquedad y esos celos tontos, y comportarte como una amazona leal y obediente. ¿Queda claro?- cambió su mirada por una seria pero de total confidencia.

Ella sonrió, el que ese hombre volviera a ser su amigo le alegró el alma, lo abrazó con más fuerza aun y solo respondió: Si, queda claro.

-Bueno, ya estuvo bien de que me abraces, van a pesar que tú y yo somos algo y arruinarás mi reputación- La aparto de su lado, mientras ella lo veía con ironía, él la beso en la frente como acostumbraba. – Iré a mis aposentos y tu deberías ir a tu casa, mañana será un día totalmente diferente a los que hemos vivido aquí.- El caballero dorado empezó a caminar y ella lo hizo detrás de él, hasta que sus caminos se separaron.

Gracias por leerme, espero que todos se encuentren bien en estos tiempos difíciles.

Especial agradecimiento a Guest, Layla MT, ShainaCobra, Génesis, Ariscereth y Beauty-amazon. Sus comentarios me animan a seguir.

Saludos!