Summary: frente a todo pronóstico, a la tierna edad de 10 años, Sakura se presentó como alfa. La vida nunca fue la misma después de eso. (AKA: La manada de Sakura se formó por los desvalidos y la gente rota. Esto no quita que sea la mejor del mundo.)


De alfas e instintos

I –

Como obtener el primer miembro

El problema con los instintos, pensó Sakura mientras caminaba por las calles de su pueblo, fue que algunas veces no podías separarlos de las emociones. ¿A ella le gustaba Sasuke o era su cuerpo diciéndole que su material genético era compatible? ¿Se había peleado con Ino para salir de su sombra o la veía como competencia por un compañero potencial? ¿Detestaba a Naruto y Kiba porque eran ruidosos o porque sentía que eran amenazas para su "territorio"? ¿Ambos, quizás?

Sus padres no podían ayudarla con el lío en su cabeza ya que ninguno de los dos poseía un subgénero –como se esperaba de dos civiles- y no existían antecedentes de alfas en ninguna rama de las familias, salvo un bisabuelo que había dejado a su esposa y huido a Suna víctima de su propia locura.

Sakura casi podía compadecerse del hombre de no ser que, aunque racionalmente supiese que podría haber tenido sus motivos, todo su cuerpo gritaba que solo un imbécil dejaría solos a su compañero y crías por nacer.

Su única salvación fue un trozo de sabiduría popular que decía que el mayor tesoro de un alfa era su manada. Mebuki Haruno fue la encargada de entregarle esa frase en particular y le instó a encontrar amigos antes de que lo peor pasase y terminase en un frenesí.

Ya que no deseaba ser cazada como un animal salvaje Sakura pensó –y sintió- acerca de posibles amigos. Ino fue descartada inmediatamente –aún si una parte extrañaba a su vieja primer amiga la mayoría de las veces quería golpearla contra las paredes-, y teniendo en cuenta que además de ella sus únicas relaciones eran superficiales y con el grupo de fans de Uchiha Sasuke, se quedó sin nada rápidamente.

¿De verdad era tan solitaria?

Fue doloroso llegar a la conclusión de que pasaba la mayor parte de su tiempo acechando a su compañero de aula y por lo tanto no tenía ningún lazo de amistad. Kuso. Añadiendo a esto, ella quizás ya había estado desarrollando síntomas del frenesí sin darse cuenta. ¿Qué más podía ser la voz en su cabeza que siempre decía aquello que no se animaba?

Sus pensamientos deprimentes tuvieron un abrupto final cuando se dio cuenta que algunos adultos estaban gritando a un niño muy familiar. Su racionalidad le dijo que Naruto se lo merecía con toda seguridad –siempre andaba haciendo bromas y molestando a la gente- pero sus instintos se hicieron cargo y lo único que vio fue a una cría amenazada por cuidadores.

La ira siempre fue la emoción de Inner, demostrada a través de gritos y chillidos, pero la emoción en ese momento fue comparable al congelamiento interno. Se sintió dormida, como si alguien más hubiese reemplazado su cabeza y estuviese usando su cuerpo, pero a la vez, podía ver todo con claridad y expresar lo que quería.

No sintió más que satisfacción cuando los adultos (idiotas, idiotas todos ellos, molestando a las crías indefensas frente a ella, ¿qué mierda creen que son?) se encogieron de miedo (buenos instintos, algo ronroneó oscuramente en su mente, y lejana se dio cuenta que era ella) mientras Sakura cruzaba entre ellos y alzaba a la cría con solo un movimiento de sus brazos (era muy flaco, muy liviano, ¿qué demonios estaba comiendo?) y se volvía a enfrentarlos.

— Mírense, actuando grande frente a un niño pequeño—comenzó, lenta y suavemente, como el cascabel de una serpiente antes de atacar—. Son una desgracia para Konoha—susurró, los ojos fríos, sin darse cuenta del instinto asesino que había empezado a emanar—. Si vuelven a acercarse a él con malas intenciones me haré cargo de ustedes. Definitivamente.

Nunca había tenido paciencia con los tontos pero su padre le enseñó acerca de cómo fueron justos los avisos, porque no todos tenían sentido común y no podía tener tan altas expectativas de la gente en que pensasen antes de actuar.

(Fue bastante hipócrita considerando que los últimos días lo que más le faltaba era la racionalidad, pero existía una diferencia entre los buenos instintos y una estupidez.)

Cuando volvió en sí había llevado a su molesto compañero a su casa, y estaba en pleno proceso de envolverlo en mantas. Sakura no sabía quién estaba más en shock. Gracias al cielo por sus padres, que echaron un vistazo al niño dentro del nido con la boca abierta y a su hija de pie con la cara roja como un tomate y rápidamente tomaron acción.

Kizashi fue a la cocina mientras Mebuki sonreía con tranquilidad a ambos niños, logrando con un par de palabras "despertar" al chico que adquirió un tono rojo peor que el de su hija e intentó esconderse debajo de la sábana transparente, y convencer a su hija que gritar no sería la solución adecuada.

El hombre Haruno volvió al momento con cuatro tazas de té en una bandeja y se acomodó junto a su esposa en uno de los sillones, alzando sus cejas en cuestionamiento silencioso. Sin mucho pensamiento, Sakura se dejó caer a un lado de Naruto y se hundió, frotando su cabeza por el dolor. Malditos instintos.

— Yo no quería hacerlo—Sakura murmuró, aceptando una de las tazas—. Vi a Naruto con estos adultos y pensé que había hecho una de sus bromas y se lo merecería—su expresión se tornó rápidamente asesina—, pero ellos eran adultos y él solo una cría y no me gustó—lo último es un gruñido que rebota entre las paredes de la habitación,

— Ya veo—compartiendo una mirada de comprensión con su marido, Mebuki envió una sonrisa suave a su hija y se volvió al otro niño—, ¿Puedes contarnos lo que pasó? ¡Ah, espera! Que descortés, aún no nos hemos presentado, ¿verdad? Soy Mebuki Haruno y este es mi esposo, Kizashi, somos los padres de Sakura-chan—tal vez una pregunta inocua podría descongelar mejor al chico y animarlo a salir de la aparente seguridad de sus mejores mantas.

Lentamente, la paria del pueblo se asomó de su escondite— Soy Naruto Uzumaki y… y —tragó grueso y echó una valiente mirada a su compañera, convirtiéndose en una salsa de kétchup humana antes de continuar con nerviosismo— Voy a ser el próximo Hokage, um, lo creas.

Sakura masticó la burla habitual y frunció el ceño al verlo cabizbajo— Si tienes el valor de decir algo así hazlo convencido, idiota.

— Sakura-chan—su madre advirtió, con una ceja alzada en muestra de lo que pensaba de su comportamiento. Con una mueca, su hija murmuró una disculpa y frotó otra vez su cabeza. Mebuki esbozó una sonrisa amable— Mucho gusto, Uzumaki-kun. Ahora, ¿podrías decirnos porque esos adultos te estaban gritando?

Naruto se hundió en su asiento, su expresión entre la tristeza y la molestia mientras admitía— No lo sé. A veces la gente se enoja conmigo pero ¡yo no hice nada! Le dije a jiji que no sabía porque pero solo me miró triste y me dijo que algún día lo entendería todo pero que ahora no era el momento—apretó los dedos alrededor de la sábana— pero ellos siguen molestándome.

Tragando grueso, Naruto alzó la cabeza y miró a su compañera— Hoy fue la primera vez que alguien les dijo algo. Sé que no te gusto pero… pero gracias—esta última palabra es un susurro tembloroso, recargado de vulnerabilidad.

El matrimonio Haruno notó el momento exacto cuando entró en la cabeza de su hija y su instinto alfa entró en juego. Su expresión se ablandó como la mantequilla bajo el sol y tiró del burrito humano hasta que estuvo en su regazo, canturreando en voz baja. Nadie esperó que solo segundos después un sonido ligero sonase desde el niño.

Naruto Uzumaki, contendor del Kyuubi, paria del pueblo, omega.

Algo duro y terrible brilló en la expresión de la madre mientras su hija contenía a su miembro del paquete más nuevo. Kizashi podría haberse llegado a sentir mal de no ser porque todo lo que les cayese a los culpables, estos se lo merecerían. Diablos, él ayudaría.

Ignorando la trama de sus padres Sakura continuó su atención el chico entre sus brazos. Fueran condenadas las emociones y la racionalidad, Naruto era suyo, y ella sin duda alguna cuidaría de su cargo. ¡Seré una maldita gran alfa, Shanaroo!

Los pensamientos del Uzumaki eran un verdadero lío pero no existía duda que era el mejor día de todos. No recordaba que nadie lo hubiese sostenido así ni la sensación de seguridad que lo envolvía igual que las mantas. Haría lo que fuese necesario para permanecer así.

Y así fue como la manada de Sakura consiguió a su primer miembro, el menos pensado –para ella- de todos.

No fue el último.