Capítulo 22: "Lo que la vida les brindó"

- No quiero separarme de ti… pero debo irme, buscaré a Aska. - Mientras lo decía, acariciaba con el dorso de su mano la mejilla sonrosada de Kagome y luego sus dedos bajaron a sus cabellos, tan largos ahora, tan sedosos. La muchacha sonrió con levedad y se acercó más a él.

- Pero… vuelve aquí… te… te necesito…

Inuyasha la miró sorprendido y sin soportarlo más la besó con ímpetu otra vez en los labios, la muchacha lo abrazó al cuello y rodaron en la cama, él quedó encima de ella y apartó su boca de la suya.

- Creo que… mejor esperaremos hasta mañana- La vio arrugar el ceño, aunque le dolía más a él tener que decirlo- Tienes que decirle a Ichiro la verdad primero… - Luego el hombre esbozó una sonrisa sensual- Puedo hacerlo yo si quieres…

Ella sonrió y acercó sus labios a los de él besándolo con ternura.

- Tienes razón… - Respondió y lo estrechó aún más con sus brazos alrededor de su cuello. - Se lo diremos mañana, juntos, por la tarde… te amo mucho…

Inuyasha suspiró y se acercó a su boca.

- Oh… yo amo sentir como me abrazas… creo que es primera vez que te siento… así…- Y volvió a darle besos cortos en la boca y en el cuello. Ella rió entre sus besos y jugueteó con sus piernas entre las suyas, luego deslizó ambas manos por su amplia espalda y él jadeó-… no me provoques…

Kagome rió un poco más fuerte y dejó de acariciarlo. Tenía razón, debía dejarlo ir por ahora. La besó una vez más y la estrechó esta vez él a su cuerpo casi perdiendo el control, pero fue ella quien lo alejó posando ambas manos sobre su pecho.

- Creo que es mejor que soluciones pronto tus asuntos, Inuyasha, de lo contrario no me sentiré tranquila.

Inuyasha la miró con atención y luego se dio por vencido posando la frente en el pecho de la muchacha, aspiró su aroma dulzón que tanto amaba mientras ella miraba el techo, intentando contenerse y no abrazarlo y hacerlo una vez más suyo. Él finalmente suspiró y se puso de pie, se vistió mientras ella lo observaba con atención y finalmente volteó hacia la chica y se sentó en la cama, a su lado.

- Iré a la Academia ahora, tengo algunos asuntos que solucionar… pediré libre mañana así que… ¿puedo venir a verte cuando los niños estén en el colegio?

Kagome sonrió y le acarició la mejilla.

- Estoy sin trabajo, claro que puedes. Pero en la mañana iré a matricular a Ichiro a otro colegio.

Él tomó una mano de ella y la besó, poniéndose de pie a duras penas sonrió una vez más.

- Nos vemos entonces.

Kagome sonrió feliz.

- Nos vemos.

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Estaba feliz, pletórico y sonreía abiertamente recordando los momentos de pasión compartidos con ella, la única que él había amado toda su vida. Al fin podría estar con Kagome, pero cuando pensó en eso último sintió un pequeño malestar en el estómago. Sabía que no sería fácil, sabía que se arriesgaba, pero lo intentaría, debía hacerlo, para ser libre y feliz al fin.

Llegó a la casa, las luces estaban encendidas, ya era tarde, casi medianoche y concluyó que Kikyo ya había llegado. Su misión era tomar sus cosas, algunas para Aska y llevarse a la niña a un hotel, por ahora. A ver qué resultaba de todo eso.

Cuando entró, la mujer estaba sentada en el sillón, con una copa de vino en su mano, de piernas cruzadas y moviéndolas nerviosamente. Estaba de frente a él, así que clavó su mirada en la suya. Inuyasha se detuvo y le sostuvo la mirada. Ella ya sabía todo.

- Ya estas aquí- Le dijo él, esbozando una sonrisa burlona. Kikyo hizo un gesto con sus labios, luego se puso de pie y dejó la copa en la mesita de arrimo que estaba junto al sofá. Se acercó lentamente y quiso besarlo, Inuyasha ladeó el rostro de inmediato. Hacía mucho no besaba los labios de ese hombre que no le sorprendió. Lo que sí lo hizo, fue sentir un leve aroma dulzón en su cuello, se alejó y lo miró con odio. Sus ojos se desviaron a su mano y vio que el anillo de bodas que siempre usaba ya no estaba ahí. Tragó con fuerza, sintiendo todo perdido.

- Estuviste con ella.

Inuyasha suspiró pesadamente y se alejó de la mujer con lentitud, volteó estando casi en el lugar en donde la había encontrado y la enfrentó con seriedad.

- Kikyo… tú conoces mis sentimientos… siempre lo has sabido.

La mujer lo miró con odio, se relamió los labios y sintió escalofríos al pensar en que él tenía una postura distinta ahora, estaba decidido, la iba a dejar y no importara lo que le dijera, lo iba a hacer igual. Pero tenía que retenerlo, no quería perderlo.

- No permitiré que estés con esa mujer… ¡me encargaré que no encuentre trabajo en ningún colegio de Tokio! - Y alzó la barbilla.

Él se cruzó de brazos, estos formaron bíceps que hizo acelerar el pulso de la mujer, Inuyasha era tan guapo.

- Fuiste tú ¿verdad? Nos espiaste… llevaste esas fotografías al colegio… hiciste que la despidieran…

- Y haré que lo hagan al lugar que pida trabajo… si ella me arruina, yo la arruino.

- Arruíname a mí entonces- Se acercó a la mujer y la tomó de ambos brazos con fuerza- Destrúyeme a mi, yo fui el que provocó todo esto, soy el culpable de esta situación.

Kikyo lo miró con intensidad, hacía mucho no estaba tan cerca de él que quiso besarlo sin importarle nada, lo iba a hacer luego de un instante, pero en cuanto acercó su boca a sus labios él la miró horrorizado y la soltó, alejándola. Herida en su orgullo y autoestima, se acercó y le dio una sonora bofetada, tan fuerte que sus uñas desgarraron algo de la piel de él y Kikyo quedó con un dolor tremendo en su mano.

- No dejaré que seas feliz con esa mujer- Rezongó con los ojos llenos de lágrimas- Y ni te atrevas a llevarte a Aska, la niña es mía.

- Ni siquiera la cuidas, no te importa…- Le respondió, pasándose una mano por la mejilla sospechando que le había herido la piel. Al ver sus dedos con sangre lo confirmó y la miró frunciendo el ceño- Me la llevaré ahora, no importa lo que hagas. Creo que hemos llegado a un punto de no retorno, Kikyo.

Y con pasos decisivos, enojado por cómo ella lo había tratado ahora, se fue al dormitorio de la niña, la destapó y la tomó en brazos, Kikyo iba tras sus talones intentando detenerlo.

- Escúchame, escúchame bien maldito, no te irás con la niña…

Aska estaba media somnolienta pero no lo completamente consciente para escuchar las amenazas que le daba la mujer a su padre. El hombre la llevó a su automóvil y la sentó en el asiento de niños poniéndole el cinturón de seguridad, cerró la puerta y se dirigió nuevamente para buscar la ropa de la pequeña, su uniforme, algunos cuadernos con su mochila y meterlo todo en un bolso. Kikyo estaba histérica y al darse cuenta que a pesar de todas las amenazas que decía él parecía no hacerle caso, tomó su móvil y le gritó, justo en el instante en que él se acercaba nuevamente a su automóvil.

- ¡Llamaré a la policía! ¡diré que secuestraste a la niña!

Inuyasha iba a abrir la puerta, pero se detuvo y miró hacia el interior, Aska lo miraba asustada, pero parecía no comprender del todo. Intentó sonreírle a la pequeña y ella le devolvió la sonrisa apenas. Luego miró a Kikyo y la enfrentó.

- Hazlo si quieres. Hoy tuve información privilegiada de la Academia y creo que me servirá para estar lejos de ti.

- ¿De qué hablas? - Lo espetó.

- Que no eres la única que espía a las personas. En donde trabajo conocen más de nuestra vida que yo mismo.

La mujer casi dejó de respirar.

- No entiendo…- Murmuró.

Él la miró fijamente.

- Que tu te entretienes bastante en tus viajes con un compañero de la oficina de abogados…

Diciendo esto y viendo que ella no le respondió, abrió finalmente la puerta del automóvil y entró, se sentó y lo echó andar, alejándose de ella. Aska miró a su madre sin comprender lo que estaba sucediendo, pero como la mujer ni siquiera la miró, la niña observó a Inuyasha buscando tal vez respuestas a una situación que no lograba comprender. Inuyasha la miró por el espejo retrovisor y le sonrió, intentando lucir tranquilo.

- ¿Quieres ver videos, pequeña? - Y le encendió el aparato de DVD para que Aska se entretuviera.

- ¿A dónde vamos, papi?

- A un hotel… por ahora.

Inuyasha suspiró pesadamente intentando tranquilizarse. La información que le habían proporcionado en la Academia era demasiada para procesarla aún bien, pero no le había dolido, es más, era lo que necesitaba para alejarse de ella de una vez por todas. Aunque fuera una excelente abogada, habían pruebas irrefutables y de años que conocía su división y que gracias a Miroku, que le abrió los ojos y le aconsejó que hablara con su coronel a cerca de su situación en particular, podría ayudarle. No es que la Academia se prestaba para eso, pero siendo tan buen piloto y estando pasando por una crisis de la cual se había visto en riesgo incluso de su rendimiento laboral, lo ayudó con lo que más necesitaba.

Al otro día, después de ir a dejar a Aska, se fue al departamento de Kagome. Ella llegó momentos más tarde diciéndole que había ido a matricular a Ichiro a una escuela cercana y que el niño salía a las 3 de la tarde. Cuando lo vio, se sorprendió mucho por el aspecto que tenía. Él lucía notablemente cansado y algo abatido, sin embargo, le sonreía abiertamente. Ella se acercó rápidamente y abrió los ojos con sorpresa al ver las heridas en sus mejillas. Inuyasha le contó que era la marca de la bofetada de Kikyo por haberla dejado.

- ¿Te abofeteó?- Sus dedos acariciaron la mejilla del hombre, él cerró los ojos.

- Bueno, no ha sido primera vez que me pegan…- Bromeó. Kagome lo miró arrugando la frente.

- Sí, bueno pero… te dejó heridas…- Se apartó y lo miró seria. Voy a buscar algo para curarte.

Iba a decir que no era necesario, porque en realidad no lo era para él, ni siquiera sentía las heridas, pero suspiró y se sentó pesadamente en la silla. Al instante Kagome volvió a aparecer y comenzó a pasarle un algodón con alcohol con suavidad mientras el hombre la miraba atentamente.

- No es necesario, Kagome…- Murmuró, pero entrecerró los ojos mientras ella lo acariciaba con el algodón. La muchacha terminó y luego le acarició la mandíbula mientras él abría sus ojos y la tomaba de la cintura.

- Cuéntame qué sucedió anoche.

Él relató lo que había pasado con Kikyo y lo que había sabido en la Academia. Kagome no podía creer lo que le estaba informando y lo escuchaba con atención. Inuyasha finalmente le contó que había estado en un hotel junto a Aska y que la niña, a pesar de todo, había estado bastante tranquila a pesar de la situación.

Hubo un silencio entre ellos hasta que finalmente ella, medio conmocionada por todo, le ofreció café el cual él aceptó. Mientras la joven le preparaba un café y luego se sentaba a su lado entregándole una taza, él la contempló y recordó algunas de las amenazas de la que ya consideraba su ex esposa.

- Has… ¿postulado a algún trabajo?

Kagome lo miró con aprehensión un momento. Luego suspiró, dejando la taza humeante enfrente de ella.

- Sí… desde ayer…- Vio que Inuyasha la miraba de una forma que parecía adivinar sus pensamientos-… pero…- Bajó la vista-… no ha salido nada aún.

El corazón de Inuyasha se sobresaltó, entonces tragó con fuerza y suspiró preocupado reclinándose en la silla. Kagome posó ambas manos en la taza, sentía las manos muy frías.

- Kikyo… me dijo unas cosas anoche…

La muchacha lo miró atentamente y casi con dolor. El hombre se humedeció los labios y miró a su alrededor casi evitando aquella mirada de Kagome que lo lastimaba, pero tenía que decírselo.

- Tal vez ella este detrás de que no puedas encontrar un trabajo.

La joven hizo una mueca y suspiró.

- Bueno… lo sospechaba… en cuanto les doy mi nombre me rechazan de plano.

Inuyasha tragó fuertemente y luego, deslizando una mano por sobre la mesa, alcanzó una de ella y la tomó entre la suya. Le sorprendió lo fría que estaba.

- Me encargaré que te deje tranquila.

Kagome negó con la cabeza y cerró los ojos.

- No… está herida… - Luego esquivó la mano de él bajando los ojos- … me lo merezco.

- No digas esas cosas- Le reprochó Inuyasha poniéndose de pie y yendo hacia ella mientras la instaba a ponerse de pie- No tienes la culpa, todo esto fue mi error, yo fui que se casó con ella sin quererla, por despecho, Kikyo se tiene que vengar de mi, si es lo que quiere.

Ella suspiró esquivando su mirada y se apartó de él, caminó por el pequeño departamento hasta que llegó a los grandes ventanales. Inuyasha la observó con tristeza desde donde estaba.

- Ella no nos dejará tranquilos ¿verdad? - Lo miró arrugando la frente- Sé que es muy buena abogada.

Inuyasha se acercó a ella y la abrazó, besó sus largos cabellos y los acarició con lentitud.

- No te preocupes… estamos juntos ahora… podemos salir adelante- Posó ambas manos en su rostro y la obligó a mirarlo- quédate tranquila, por favor…

Ella sonrió y luego escondió el rostro en su pecho. Amaba estar abrazada de esa forma a él, acariciar su amplia espalda, sentir el calor que emanaba y darle esa sensación de seguridad y tranquilidad que siempre había añorado, siempre.

- A tu lado… puedo tranquilizarme, pero pensar en ella me hace sentir… nerviosa, no sé. – Lo miró con seriedad- si fue capaz de espiarnos y enviar esas fotografías al colegio…

Inuyasha la besó y ella suspiró, lo abrazó más fuerte y luego cuando él se separó le habló con seguridad.

- No permitiré que nos lastime, creo que todos merecemos a estas alturas vivir tranquilos, ella también debe hacerlo.

Kagome le sonrió y él volvió a besarla, cada vez más apasionado, hasta que deslizó su mano tras el cuello y ahondó el beso deslizando su lengua tentadora en su boca, la muchacha se rindió ante él, desde la espalda presionó sus manos para acercarlo más a ella, sin embargo, el hombre la sintió estremecer.

- ¿Estas nerviosa? - Murmuró ronco, mirándola apenas mientras posaba sus manos sobre sus pechos.

- Sí, pero… no es por ti...- Le respondió mirándolo con una leve sonrisa. Había algo agitando su corazón y le estaba molestando. Él levantó ambas cejas y acercó sus labios a su cuello.

- Bueno… haré que sea por mi…- Y caminó avanzando con la muchacha hasta la habitación mientras la besaba una y otra vez y Kagome intentaba dejarse llevar por él.

Después de haber hecho el amor, se levantaron y prepararon para ir a buscar a los niños al colegio. Inuyasha llegó al establecimiento y esperó que Aska saliera. Pensaba en el futuro, que lucía brillante, auspicioso y estaba algo nervioso porque antes debía hablar con su hija para decirle que Ichiro era su medio hermano. Imaginaba en llevarla a comer algo y ahí contarle la verdad ¿qué diría la niña? Tal vez era mucho para ella, después de todo ahora no estaba con Kikyo, pero luego se tranquilizó, su hija no parecía tan afectada por alejarse de su madre anoche. Bueno, quizás porque casi no estaba apegada a ella, ni siquiera la veía a diario. Suspiró e intentó concentrarse en las palabras que emplearía para hablar con la niña. Esperó y de pronto se dio cuenta que ya casi no salían niños del colegio y no habían ya muchas personas esperando, los buses hacía rato se habían ido y eso lo preocupó.

- A la niña Aska la vino a buscar su madre.

Volteó y se encontró con Houjo que lo miraba con seriedad. Abrió inmensamente sus ojos dorados debido a la impresión.

- ¿Qué?- Gimió, arrugando el ceño y acercándose más a él.

- Traía el documento de autorización en…

- Maldita…- Masculló, apretando los puños de ambas manos y desviando la mirada. No lo podía creer, al final se había salido con la suya ¿le quitaría a su hija? Esto lo hacía sólo para lastimarlo. De pronto su móvil sonó y lo sacó del bolsillo sin siquiera mirar quien era, imaginando que podría ser Kikyo, pero en cambio sólo escuchó sollozos que no lograba entender bien, luego se turbó y acercó más el aparato a su oído- ¿Kagome? - Estaba aún Houyo cerca de él así que el psicólogo puso atención ya que de pronto algo parecía no estar bien- ¿Qué? No entiendo…- Balbuceó-… tranquila, no te entiendo ¿qué sucede? - De pronto lo vio quedar paralizado y palidecer mortalmente, sus labios se entreabrieron de sorpresa, él podía escuchar los sollozos casi histéricos de Kagome. Luego de un instante Inuyasha pareció recuperarse- Tranquila… no le hará nada, la encontraremos, espérame por favor…- Cortó y Houjo, asustado como estaba lo tomó del brazo.

- ¿Qué pasa?

- Se llevó a Ichiro, me tengo que ir.

Lo vio marcharse casi corriendo, mientras él comprendía la gravedad de la situación, tenía muy claro en la memoria aquella entrevista con esa mujer y por supuesto que había deducido que ella no estaba bien, había mentido de una forma tan descarada y casi psicópata de su vida privada…

Inuyasha corrió a su automóvil y desapareció tan raudo que las ruedas de su vehículo chirriaron en el asfalto. Houjo tragó con fuerza y apretó los labios, aunque su relación con Kagome había terminado siempre había conservado una alta estima, además Ichiro y Aska sobre todo era aún alumna del colegio, decidió entonces ir al departamento de Kagome para apoyarla y por supuesto ver qué diablos estaba pasando.

Inuyasha llegó al condominio y había un par de patrullas de policía estacionadas afuera. Corrió al piso de Kagome y la encontró de pie hablando con los policías. En cuanto lo vio fue a su encuentro, ya no lloraba, estaba asustada y muy nerviosa eso sí e intentaba tranquilizarse.

- Lo fui a buscar… no lo encontré y ahí me dijeron que lo había ido a buscar su "madre" sólo cinco minutos antes de la salida… Inuyasha ¿fue ella? ¿sería capaz? - Aferraba las manos en su camisa cada vez más fuerte y lo miraba con sus ojos a punto de derramar lágrimas, esperando que él pudiera responderle. Inuyasha tragó duro, él se estremeció y la abrazó con fuerza sin decir nada, luego se separó y le preguntó:

- ¿Sólo te dijeron eso? ¿no te dieron una descripción física de ella?

Kagome hizo una mueca, pero mantuvo la mirada en él.

- Sólo dijeron… que se parecía a mi…

El hombre entreabrió los labios sintiendo casi taquicardia y sacó rápidamente su móvil, marcó un número que estaba guardado en la memoria y que rara vez llamaba, para sólo esperar el insistente tono de marcado, más la persona al otro lado no contestó y la llamada pasó al buzón de voz, entonces Inuyasha volteó dándole la espalda a Kagome y dejando un mensaje bastante amenazador a la que aún era su esposa. Cuando volteó estaba rojo de ira y respiraba apenas ¿qué pretendía? Daño, no lo creía, no los lastimaría, ella… no era así. Su rostro estaba endurecido intentando no caer en la desesperación, pero rogó al cielo para que Kikyo no les hiciera daño.

La policía la buscó en todos los lugares que le pareció posible pero no la encontró, las horas pasaron lentamente para Kagome e Inuyasha, que ya no sabían qué hacer, más esperar noticias de la misma policía ya que la alerta de secuestro se había dado una vez conocida la noticia. El secuestro de Ichiro al menos, porque Aska era su hija y al menos para ella eso no era un secuestro. En el departamento estaba Sango dándole apoyo a su amiga y Houjo como representante del colegio y amigo también. En un momento Inuyasha recibió una llamada que lo dejó de piedra.

Había habido un accidente en la carretera en las afueras de Tokio, el auto correspondía a su esposa y llevaba tres ocupantes, de los cuales uno había fallecido en el acto.

Miró a Kagome que había alcanzado a escuchar pues estaba muy apegada a su lado, esperando noticias de su hijo. La joven casi se desmayó de la impresión, él la retuvo y cortó, no sin antes enterarse del hospital en donde habían sido llevado los dos sobrevivientes.

Recobrando las fuerzas que por instantes creía haber perdido, Kagome acompañó a Inuyasha en su automóvil al hospital que a él le habían indicado. Temerosos, ansiosos y con el corazón latiendo a mil, llegaron a urgencias en donde pidieron información, la cual no se le dieron de inmediato, por falta de documentos de los heridos que habían llegado. Esperaron ambos sosteniéndose uno del otro a que alguien pudiera darles las respuestas que necesitaban. Kagome estaba casi histérica, mientras Inuyasha mantenía la compostura que a ratos perdía para insultar a alguna enfermera o paramédico que parecían evitar querer darle la información que necesitaba. Houjo había llegado también momentos más tarde para acompañarlos e intentó, por sus propios medios y conocidos en el hospital, de que pudieran darle información acerca de los heridos. En algún momento y justo cuando Inuyasha estaba a punto de golpear el mesón de la recepción, se le acercó y le tocó el hombro.

- Inuyasha, la persona que falleció, me dijeron, fue un adulto. Los niños son los que están heridos. Uno más grave que el otro.

Kagome se llevó las manos a la boca y luego buscó refugio en el pecho de Inuyasha, que como estatua lo miraba con sus ojos dorados muy grandes y clavados en los suyos.

- Ki… Kikyo…- Musitó y tragó con dolor, porque a pesar de que ya no la amaba, sintió tristeza por su destino. No perdonaba que se hubiera llevado a los niños sin el consentimiento de ellos, tal vez quizás qué intenciones tenía. La tristeza se disipó cuando pensó en que sus hijos estaban heridos, graves.

- Ichiro… Aska…- Gimió Kagome aún abrazada a Inuyasha, pero mirando con infinito dolor a Houjo, buscando saber más- Quiero ver a Ichiro, necesito…- Sentía que su corazón se destrozaba al imaginarlo siquiera herido. Se soltó de los brazos de Inuyasha y quiso entrar a los pabellones, pero no se lo permitieron y ella casi colapsó del nerviosismo y la angustia que sentía. Los obligaron a ambos a tranquilizarse y esperaron un par de horas que para todos fueron eternas. Finalmente apareció un médico y les habló a los padres.

- El niño esta estable, tenía un par de heridas que ya fueron tratadas, una contusión pequeña en su cabeza y una fractura en el brazo derecho que ya fue inmovilizado. – Kagome sollozó y respiró aliviada- Lo tendremos en observación un par de días de todas formas.

- ¿Y Aska? - Preguntó Inuyasha y Kagome lo tomó del brazo sabiendo que era ella la que más peligraba. El hombre se mantenía tenso y nervioso, pero demasiado temeroso y a la vez dolido, apretó los puños deseando un milagro.

- Esta grave… tiene distintas lesiones, su cuerpo es muy frágil y delicado… ha perdido demasiada sangre.

Kagome cerró los ojos y gimió aferrando sus dedos en los brazos de Inuyasha con desesperación. El hombre tragó con dolor y apretó los labios, conteniendo la tristeza y el dolor que lo embargaba completamente. Su pequeñita… no, otra vez. Intentó contenerse, pero no pudo, abrazando con fuerza a Kagome sollozó como un niño.

Esperaron en la recepción, las horas se hicieron eternas y silenciosas, en algún momento los dejaron pasar a ver a Ichiro, que permanecía sedado en su cama y con moretones visibles en su rostro que oprimieron el corazón de Kagome. Vieron su brazo con cabestrillo y ambos se acercaron a él y le tomaron la mano. Ichiro despertó y le sonrió a la muchacha, que sonrió feliz, pero con lágrimas en sus ojos al niño.

- Ma… mi…- Murmuró.

- Tranquilo… estoy contigo…- Le respondió y acarició su frente con delicadeza. El niño apartó la mirada de ella y la enfocó en Inuyasha, entonces sonrió.

- Hola… ami… go…

El hombre sonrió ampliamente y tragó con fuerza.

- Hola.

El pequeño quería hablar, pero Kagome lo obligó a dormir nuevamente y él le hizo caso. El hombre acercó su mano a la mejilla del pequeño y se la acarició, intentando mitigar el dolor que sentía aún en su corazón. Luego se inclinó y le dio un beso en la mejilla para salir de la habitación.

Necesitaba ver a Aska, quería verla y tomar sus pequeñas manitos para darle de su fuerza, como lo hizo tantas veces cuando era una bebé. Esperó por más horas y de vez en cuando Kagome se acercaba a él y lo abrazaba. Pasaron la noche en vela y finalmente el medico volvió a informarles esta vez de Aska. La pequeña se encontraba estable, dentro de su gravedad, pero aún no podían verla, estaba muy delicada.

Por la tarde del otro día, mientras ambos esperaban nuevamente noticias sobre todo de la niña, una mujer alta y de cabello oscuro muy bien vestida de acercó a ellos con cautela. Inuyasha la había visto en un par de ocasiones, esa mujer había ido a su casa a trabajar en algún caso con Kikyo. La mujer lo saludó con cautela y le dio el pésame por su esposa. Inuyasha no respondió. Ella lucía nerviosa y parecía tener que decirle algo más, porque a pesar del incómodo momento, se quedó ahí, de pie frente a él, que lo único que quería era que se marchara puesto que le recordaba a Kikyo y lo que ésta había hecho con sus hijos.

- Inuyasha…

El hombre levantó el rostro y la miró con rencor. Kagome estaba sentada a su lado y le tomo la mano, a modo de contención.

- Por favor…- Murmuró ella, para que se tranquilizara. Inuyasha respiró fuerte y puso atención.

- No sé si recuerdas mi nombre, soy Kagura y trabajé por años con Kikyo. Debo decirte algo… de suma importancia.

- No quiero escuchar nada- Respondió con sequedad.

La mujer tragó con fuerza y acomodó su bolso de diseñador en su hombro.

- Sé que no es el momento… ni menos el lugar, pero es muy importante.

- Pues si lo entiendes, mejor vete- Le respondió con irritación. Kagome a su lado suspiró y se acercó más a él hablando en su oído.

- Inuyasha… no te enojes… por favor…

El hombre apartó la mirada fiera de ella y la enfocó en la muchacha que estaba a su lado, su rostro cambió completamente a uno más tranquilo. La mujer se sorprendió, jamás lo había visto así, el Inuyasha que ella conocía era frío, indiferente y sólo cuando lo veía con su pequeña hija lograba sonreír y aparentar algo de calma.

- Esta bien… qué sucede…- Dijo al fin el hombre, enfocando su mirada en la de la mujer. Kagura tragó y respiró hondo, dándose valor.

- Fui amiga por muchos años de tu esposa…- Lo vio hacer una mueca y desviar la mirada. Sin duda alguna el que la nombrara le causaba gran malestar al hombre, pero prosiguió- Sé… que Kikyo te amaba… con locura… pero aun así… tenía un amante.

Inuyasha suspiró hastiado y se puso de pie con brusquedad, posó ambas manos en sus caderas y la desafió con la mirada. Kagome se puso rápidamente de pie para tranquilizarlo.

- ¿Has venido para decirme eso?

- Inuyasha…- Kagome volvió a tomarlo de la mano.

- No- Respondió la mujer ahora desafiante- Vine a decirte, como favor, que Aska no es tu hija.

Kagome la miró horrorizada e Inuyasha se quedó sin habla.

- ¿Qué?- Fue lo único que articuló a decir. Sintió que Kagome se apegaba más a él.

- Me lo dijo hace mucho, éramos amigas, el padre es…- Suspiró y entrecerró los ojos- era… Naraku Onigumo…

El piloto estaba pálido, sentía que su corazón iba a estallar y tenía un retrogusto amargo en la garganta.

- Su… ¿socio?

La mujer asintió.

- Eran compañeros de universidad, tuvo un romance con él cuando tú terminaste con ella, Kikyo quedó embarazada y dijo que el bebé era tuyo… se siguieron viendo en la oficina, todos lo sabíamos allá… él se suicidó ayer cuando supo que Kikyo había muerto.

Inuyasha miró a Kagome, ella sólo lo abrazó muy fuerte, sin saber qué decir ¿era verdad? Sabía hacía poco que ella tenía a otro de todas formas… pero engañarlo así, tantos años, desde el principio, siete años creyendo que Aska era su hija. No lo podía creer. Se aferró más a Kagome y vio que la mujer, Kagura, se marchó. Él se había casado con ella por que estaba embarazada, él había dejado a Kagome por ella, que le había mentido desde el principio, que lo había retenido por años a su lado, ella… Kikyo… entonces él gimió y el mundo de Inuyasha, se derrumbó.

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Ichiro fue dado de alta un par de días más tarde, lo esperaron con globos y regalos las gemelas de Sango en el departamento de Kagome. El niño llevaba yeso en su brazo y Kagome no pudo evitar pensar si era una maldición Higurashi.

Jugó y comió olvidando que aún no debía agitarse y cada vez se acercó más a Inuyasha al cual siempre veía y ahora estaba en la casa junto a su madre. Aquella tarde, ambos le contaron, que él era su papá. Ichiro siempre había sabido de parte de Kagome, que su padre vivía lejos, lo cual era cierto, porque se lo decía cuando vivían en Estados Unidos. El niño se alegró mucho más al darse cuenta que su padre era piloto y se emocionó al saber que éste le prometía llevarlo un día a la Academia a conocer los aviones.

Aska se había recuperado lentamente. Cada día, desde que estuvo hospitalizada, Inuyasha, Kagome y luego Ichiro la fueron a ver. La niña no recordaba mucho del accidente y en un principio no le contaron nada acerca del destino de su madre. Menos de la verdad de su verdadero padre.

Cuando al fin la dieron de alta, un mes más tarde, lucía más delgada y débil. Inuyasha tuvo que revelarle que Kikyo ya no estaba con ellos. No comprendió del todo y lucía impasible la mayor parte del tiempo, pero luego la niña demostró felicidad cuando Inuyasha la llevó a vivir al departamento de su maestra, la cual ella adoraba.

Fueron felices y aprendieron a convivir un tiempo, para cuando se dieron cuenta que el departamento para cuatro personas se les había hecho pequeño, Inuyasha y Kagome decidieron que querían volver al tranquilo y bello Osaka.

Y fue así, como partieron al lugar donde se conocieron, específicamente, compraron una casa grande en el barrio tranquilo donde antes habían vivido. Invitaron a Sango y a su familia a una pequeña ceremonia de matrimonio, también a su madre y tía, junto con Souta. Los que más disfrutaron fueron los niños, ambos se llevaban bien y aunque no eran hermanos, Ichiro quería y protegía a Aska y la veía como una hermana pequeña, a pesar de que la niña era un par de meses mayor, pero su aspecto delicado y poco desarrollado la hacía representar menos edad. La madre de Inuyasha, Izayoi, al fin había aceptado a Kagome como esposa de éste, después de que supo del engaño de Kikyo y al darse cuenta que su verdadero nieto era Ichiro, rogó por perdón a Kagome por haber interferido en su relación años atrás. Por supuesto que la joven la perdonó de corazón.

Kagome consiguió trabajo en una universidad donde daba clases a los futuros maestros e Inuyasha sólo había tenido que pedir un traslado.

Una noche, mientras los niños dormían y ellos estaban acostados, abrazados, cansados del día, pero felices de estar juntos y compartir momentos a solas, Kagome le preguntó.

- ¿Cuándo le dirás a Aska que no eres su padre?

Él suspiró y miró el techo de la habitación, casi con resignación.

- No ahora. – Respondió- No tiene sentido. Si esa mujer no me lo hubiera dicho, tampoco lo hubiera sabido. Siempre ha sido mi hija. - Miró a Kagome con intensidad- No ha cambiado una milésima de mis sentimientos por ella. Para mí, Aska es mi hija.

Kagome lo abrazó de la cintura y se puso de lado buscando su calor y escondiendo el rostro en su cuello.

- Sí, es muy pequeña… y que sea feliz, sabiendo que eres su padre e Ichiro su hermano… pero las mentiras u omisiones no son buenas, tienes que decirle algún día la verdad.

Él lo sabía. Claro que lo tenía claro, desde el momento en que supo la dolorosa y devastadora verdad, era consciente que en algún momento de su vida tendría que revelarle que no era su padre, pero que la amaba como si fuera el verdadero.

- Lo sé…- Murmuró, esta vez buscando él el calor de la muchacha y quedando ambos uno frente al otro. Él jugueteó con su nariz. - Por fin puedo pasar noches completas a tu lado.

Kagome sonrió y le dio un corto beso en los labios.

- Por fin estamos juntos. Siempre supuse que eras mi alma gemela.

Él hombre la volteó y la dejó atrapada bajo su cuerpo, la besó intensamente y luego se apartó sólo para sonreír más.

- Yo siempre supe, que tú eras mi alma gemela.

Fin.


N/A: Disclaimer: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por eso no autorizo para que se publique en otra página y menos se modifique para que se cambie el nombre de los personajes para otros animés o serie.

Este fic, se hizo basado en momentos, anécdotas, historias personales, por supuesto sólo fue un poco, lo demás es sólo fantasía. Agradezco a todas las personas que se tomaron el tiempo de leer capítulo a capítulo, dándome ánimos en el camino para seguir avanzando, los que me dejaron un valioso comentario he hicieron que esta historia tuviera más de 500 reviews. Aclaro que no me gustan los epílogos así que no me pidan uno para éste porque este capítulo fue el final jeje (ya las conozco). Gracias a Lhya1998, NATGONJER, Kaori-Mikaren, caroaome, Lou-asuka, FantasyFeelings, Katys Camui, Sele de la Luna, Angie Li, Yenn, Faby Sama, Sayuri08, Maranine Scual , Alice Laiden, Rey0109, Gabytp, Starebelle, The 1975ale, kerenalfaro1, Mizuho, hnnwnchstr y un guest que no dejó su nombre, muchas gracias :)

Fue agotador actualizar tan seguido, no tengo el ritmo de antes, por eso no me pidan un fic aún. No sé si subiría otro de nuevo, tengo ideas, historias en mi cabeza (igual fics Sesshome jaja) pero siento que no tengo las energías de antes, es bastante cansador ya para mi, pero ahí veremos, quizás ahora me quejo pero luego olvido esto y me dan deseos de escribir más, me ha pasado jeje.

Nos vemos, cuídense mucho y espero que la historia haya sido de su agrado, gracias por todo.

Lady Sakura Lee

29/10/2019