Creo que el amor es mejor maestro que el sentido del deber, al menos para mí.

—Albert Einstein


El amor de hermanos: un sentimiento tan puro y hermoso como aquel que puede existir entre padres e hijos; un sentimiento tan mágico que sólo puede existir entre esas personas. Un hermano se puede volver tu aliado y confidente; tu compañero de aventuras; tu cómplice en las travesuras; pero sobre todo, en el mejor amigo que te acompañará una gran parte de tu vida, ya sea estando a tu lado o viviendo en tus recuerdos. Pero…, ¿qué pasa cuando aquel sentimiento va más allá? ¿Qué pasa cuando aquel apego rebasa el límite? ¿Qué pasa cuando ese amor se vuelve demasiado fuerte? Bueno…, Lisa Loud podría ayudarte a responder esas preguntas. Después de todo, ella tiene un muy evidente caso de complejo de hermano. ¿El problema? No lo acepta…


I

Hechos

Lisa Loud no era una persona que se preocupara por las simples emociones humanas; pero si pudiera describir su estado anímico actual, lo haría con una sola palabra: furia.

Sus mejillas estaban teñidas de rojo, rechinaba los dientes y sus puños estaban tan tensos que los nudillos se veían completamente blancos. Se veía intimidante, y sin embargo, sus hermanas se veían tranquilas; divertidas incluso.

Los labios de Lynn dibujaron una sonrisa burlona y habló:

—Vamos, Lisa. ¡No intentes negarlo! Admite que lo que decimos es verdad.

—No voy a aseverar un hecho que no tiene fundamentos sólidos —contestó.

—¡Ay, hermanita! Deja de engañarnos… No…, más bien deja de engañarte a ti misma —dijo Lori—. Literalmente se ve a kilómetros de distancia.

—No es verdad.

—Entonces, ¿por qué sólo pasas tiempo con él? —preguntó Leni, con genuina curiosidad.

—Eso se debe a que… —Lisa quiso contestar, pero fue interrumpida por Luna.

—¿Por qué sólo a él lo dejas entrar a tu búnker súper secreto?

—Porque él…

—¿Por qué le pides que te haga sándwiches de crema de maní y mermelada, incluso cuando ya aprendiste a hacerlos por ti misma? —cuestionó Luan.

—A veces yo…

—¿Por qué sólo a él lo invitas a la ópera? —inquirió Lucy, con monotonía, pero con una tenue sonrisa.

—Él sí sabe apre…

—¿Por qué ves sus programas de televisión con él, a pesar de que no te gustan? —preguntó Lola con burla.

—Por agradeci…

—¿Por qué ves El Barco de los Sueños abrazada a él? —añadió Lana, utilizando el mismo tono que su gemela.

El rostro de Lisa se volvió escarlata.

—¡Y-Yo no…!

—¿Y por qué tienes una foto de Linky con un corazón rodeándolo? —finalizó Lily, con «inocencia»; el dedo índice de su mano izquierda estaba posado sobre sus labios, mientras que la mano derecha sostenía la susodicha imagen.

La declaración de su hermana menor de once años hizo que Lisa soltara un grito ahogado, mientras se tapaba la boca con ambas manos. «¡¿Cómo sabe eso?! No…, más importante: ¡¿cómo consiguió mi foto?!»

Con un solo movimiento, Lisa le arrebató la foto a la niña rubia, quien sólo soltó una risita de victoria, mientras que sus demás hermanas imitaban la acción de la menor.

—¡¿Lo ves?! —exclamó Lynn, tras soltar una carcajada—. ¡Es obvio que tenemos razón!

Fue todo. La afirmación de la castaña de veintiún años hizo que Lisa rebasara su límite. Llevó la imagen a su pecho, justo a la altura de su corazón; cerró los ojos; inhaló profundamente; se relamió los labios y, con todas sus fuerzas, gritó:

—¡Ya se los dije, chicas: No tengo un complejo de hermano!

Tras aquel grito, todas las presentes se quedaron calladas; nadie emitía sonido alguno, con excepción de Lisa, quien jadeaba con pesadez. La científica agradeció mentalmente que se encontraran en su cuarto, pues éste se había vuelto completamente a prueba de sonido. Incluso si explotaban varios de sus experimentos en aquella habitación, nadie se daría cuenta de que algo sucedió; la prueba definitiva de aquello es que un par de años atrás, Cliff, el anterior gato de la familia, siguió durmiendo plácidamente a lado de la puerta, a pesar de que el nuevo androide de ayuda doméstica que Lisa construyó perdió el control y empezó a destruir y explotar las cosas que había alrededor.

La chica de trece años pensó que el asunto acabaría ahí, hasta que escuchó un carraspeo y una frase que venían de cierta deportista, quien, en realidad, empezaba a parecerle más como un potencial sujeto de prueba.

—Sí, hermanita… Seguro que no —dijo con sarcasmo.

—Suficiente, Lynn —habló con dureza—. Lo que digo es cien por ciento verídico, y si ustedes, homo sapiens, no me creen, pues entonces es su problema, no el mío —hizo un ademán con la mano, el cual invitaba a las otras muchachas a salir de su habitación—. Ahora, si me disculpan, tengo una importante investigación en la cual trabajar.

—¡No puedes echarme a mí! —exclamó Lily—. ¡Ésta también es mi habitación!

—Seguro, querida hermana menor. Puedes entrar ahora mismo…, si es que quieres ser mi conejillo de indias.

La niña ya no dijo nada.

Lisa cerró la puerta con firmeza, negando así cualquier intento de réplica por parte de sus hermanas. Una vez sola, se acostó en su cama y soltó un largo suspiro. Se llevó una mano al puente de la nariz, y cerró los ojos.

«Esto es inaudito —pensó con amargura—. ¿Cómo se atreven a llegar a una conclusión así? ¡Yo no tengo ningún complejo de hermano! ¡Para nada! ¡Ni siquiera tiene sentido! Simplemente me gusta pasar tiempo con Lincoln, sólo eso. Después de todo, él es el único en esta casa que entiende la importancia de mis experimentos y que no necesita usar un diccionario cada vez que habla conmigo… —observó la foto y rio, mientras la acercaba a su pecho—. Bueno, quizás sí busca algunas palabras en el diccionario, y quizás sí me reprende cuando llevó mis experimentos demasiado lejos…; pero eso es precisamente lo que lo hace él. Lincoln no necesita saber todo para demostrar lo inteligente que es; de hecho se ve tan lindo cuando no entiende algunas cosas de lo que digo. Y se ve tan varonil cuando actúa de esa forma tan seri…»

Lisa abrió los ojos abruptamente, mientras recapitulaba lo que acababa de pensar. Por un momento, sintió que la garganta se le cerraba y que su corazón corría desbocado; tenía las palmas de las manos sudorosas y sintió que la habitación subió unos cuantos grados de temperatura. No obstante, empezó a negar con la cabeza. No, ella no estaba haciendo nada raro; simplemente halagaba algunas de las muchísimas cualidades que tenía su perfecto hermano may… «¡Basta!»

Se agarró la cabeza con ambas manos y se jaló el pelo lo suficiente como para causarle algo de dolor. Tras unos treinta segundos, la chica terminó con aquel castigo autoinfligido y se dirigió a su mesa de trabajo.

—Muy bien, Lisa Marie Loud. ¡Basta de tonterías! ¡No dejes que aquellas declaraciones sin sentido afecten tu uso de razón! Lo que sientes por Linky… ¡coln! ¡Por Lincoln! Es sólo un profundo cariño y respeto; mismos que él se ganó a pulso. No es tu culpa que él sea tan lindo, es su culpa.

Sintiéndose satisfecha con aquella conclusión, Lisa guardó la foto en uno de los bolsillos de su bata, tomó su juego de tubos de ensayo —todos a medio llenar con sustancias de diferentes colores— y su libreta de notas.

—Muy bien, ¿en dónde me qued…? —pero aquella frase se quedó a la mitad, pues en el cuarto empezó a sonar una pequeña alarma, la cual iba acompañada de una luz parpadeante de color naranja.

La chica dejó inmediatamente lo que estaba haciendo y se dirigió a un monitor en el que se mostraba la sala de la casa y la entrada principal. La puerta se abrió y los ojos de Lisa brillaron cuando vio a la persona que había entrado al lugar. Salió corriendo de la habitación.

—Ya llegué… —saludó Lincoln, con pesadez y cerrando la puerta tras de sí.

—¡Linky! —exclamó Lily, corriendo en dirección del peliblanco y dándole un abrazo—. ¡Hola! ¿Cómo te fue en la universidad?

Lincoln sonrió ante el recibimiento de su hermana pequeña y devolvió aquella muestra de afecto, haciendo que Lily riera y hundiera su rostro en el torso del muchacho.

—Meh —contestó con simpleza—. He tenido días mejores.

—¿Por qué dices eso? —preguntó la niña, levantando la mirada.

—Pues porque hay veces en las que los idi… tontos de tus compañeros te dejan todo el trabajo a ti, sólo porque tienen que hacer «otras cosas». ¡Ja! Sí, claro. Cómo no… —lo último lo dijo en un tono despectivo, pero luego inhaló profundo y se dirigió a la rubia—. Pero no hablemos de eso ahora, mejor cuéntame algo tú, hermanita. Dime cómo te fue en la semana. ¿Qué hiciste?

A sus veinte años, Lincoln se encontraba cursando la carrera de arquitectura en la universidad de Michigan, fuera de Royal Woods. Su buen promedio en la secundaria y preparatoria le permitieron obtener una beca y mudarse a un departamento para estudiantes; no obstante, él iba todos los viernes a su pueblo natal y pasaba el fin de semana en su antigua casa. Por más que le gustara merodear por la ciudad, aún prefería la tranquilidad de su hogar. O bueno, el caos de su hogar.

Lily estuvo a punto de responder que se encontraba jugando con su vieja consola de videojuegos y de ofrecerle a jugar juntos un rato, pero sintió como otra persona abrazaba la cintura de su hermano y hablaba.

—¡Saludos, hermano mayor! Dime, ¿cómo te fue de camino a nuestra morada? ¿Te fue bien? ¿Estabas cómodo? De no ser así, puedo mover a unos contactos y conseguirte un mejor transporte. ¿Qué actividades realizaste a lo largo de la semana? Por favor, cuéntamelo todo.

Lincoln sonrió y acarició la cabeza de su hermana menor.

—Hey, Lisa, no vayas tan rápido; tendremos suficiente tiempo para hablar.

—Oh… —dijo ella, sin soltar al joven—. Mis disculpas, Lincoln. Es sólo que me encuentro muy complacida de que hayas llegado.

—Yo también, Lisa.

La científica sonrió.

—¡Ah, por cierto! Quiero mostrarte mi nueva investigación; trata sobre la estructura molecular de diferentes elementos de la naturaleza y cómo utilizarlos para crear un combustible mucho más eficaz que el que conocemos.

—Lo siento, Lisa —se disculpó—; pero no creo que pueda ser hoy. Tengo que terminar un proyecto que vale un veinticinco porciento de mi calificación final. Además, mi equipo me dejó completamente solo…

Las palabras de Lincoln hicieron que Lisa aplicara un poco más de fuerza en su abrazo. Él bajo la mirada y vio como su hermanita hinchaba las mejillas y arrugaba la nariz.

—¡Pero esperé toda la semana para que vinieras!

—¡Oye! —interrumpió Lily—. ¡No intentes acaparar a Linky para ti sola! ¡No eres la única que espero todo ese tiempo!

Las dos niñas echaban chispas de los ojos, y la tensión de lo que había pasado hace rato sólo potenciaba más el orgullo de ambas.

—¡Chicas, chicas, no peleen! —posó sus manos sobre las cabezas de sus hermanas—. Yo también quiero pasar tiempo con ustedes, pero en verdad necesito terminar esto. Les juro que se los compensaré, ¿está bien?

Las chicas se quedaron calladas por unos momentos, haciendo que Lincoln pensara que había conseguido hacerlas entrar en razón. No obstante, Lisa habló.

—Yo te ayudo con tu proyecto.

—¿Qué? —preguntó él—. Lisa, esto no es nada de física o química; es trabajo manual.

—Lo sé, pero intentar no lastima a nadie, ¿o sí?

—Pues…

—Además —interrumpió—, tengo un androide que me ayuda con todo eso. Sólo le haré unos ajustes y listo.

Lincoln consideró la oferta de Lisa. Realmente necesitaba ayuda, y si su hermanita tenía un robot que pudiera ayudarlo a acabar más rápido, mejor. Además, en los últimos años, Lisa había logrado construir cosas que no explotaban o intentaban exterminar a la raza humana.

—Está bien, Lis. Tú ganas.

La chica soltó un grito de victoria y empezó a subir las escaleras con Lincoln, aun abrazando su cintura. Al muchacho se le dificultaba caminar de esa manera, pero ver el rostro tan contento de su hermana impidió que le dijera algo.

—¿Y yo qué? ¿Estoy pintada o algo? —preguntó Lily, enojada—. ¿No me dejarás estar con Linky, ni entrar a mi habitación?

Pero Lisa se volteó por un momento, y sin emitir sonido alguno, dijo: «Conejillo de indias». Luego, regresó su atención al peliblanco y observó su rostro con una emoción cercana a la adoración. Sus mejillas se sonrojaron y sus ojos brillaban al verlo.

Lisa podría jurar que una luz rodeaba a su queridísimo hermano mayor. Y Lincoln podría jurar que las pupilas de su hermanita parecían corazones…, aunque no tenía idea del porqué.


Sí... No soy el más habilidoso para escribir comedia; sin embargo, tras ver la imagen que se está utilizando como la portada del fanfic hace más de un mes, la idea no abandono mi cabeza. Y seamos honestos, no utilizamos a Lisa lo suficiente. Espero que les haya sacado, al menos, una sonrisa.

Bueno, dependiendo de cuál sea la respuesta de ustedes, veré si la continuo como una historia, o como una serie de one-shots. Díganme que prefieren.

Si encuentran errores de redacción o faltas de ortografía, díganme cuales son; estoy dispuesto a recibir críticas.

Sé que no es obligación de nadie hacer esto, pero si es posible, por favor comenten la historia. Me hace muy feliz leer los comentarios de la gente.

Sin nada más que decir, me despido.

Dark Dragon Of Creation