Iba caminando con paso lento en dirección del templo Hikawa, Estaba concentrada en sus pensamientos, apenas había pasado cuatro meses desde las Sailor Stars y su princesa se marcharon al igual que Sailor Galaxia.

Rei creía que la paz que estaba experimentando Tokio no podía ser permanente, no lograba negar que extrañaba las batallas, ahora que la paz reinaba, se encontraba adicta a buscar el mal hasta bajo las piedras, siendo Sailor Mars, detuvo varios asaltos, pero eran simples hombres que no necesitaban más que ver su fuego para tratar de huir.

— Vaya — resopló agotada por su caminata. Miró hacia el cielo se encontraba nublado y al parecer iba empezar a llover, debió aceptar la oferta de ir en autobús hasta el templo, aún le faltaba media hora para llegar. — Podría…— Acarició su varilla de transformación que reposaba en el bolsillo de su chaqueta. Negó con la cabeza. — No hoy.

Siguió avanzando esta vez más apresurada, lo último que deseaba era terminar húmeda cual ratón de campo.

No llevaba ni cinco minutos de camino cuando la inevitable lluvia voraz la alcanzó. Se ocultó bajo un árbol, desde ahí pudo observar jóvenes parejas que huían abrazados o compartían un sombrilla. No podía pensar en el amor, Nicolas era un idiota y su antiguo amor estaba en el más allá.

Bueno, no es como si hubiera tenido mucha interacción con Jedite, lo tuvo a los 14 y él trató de matarlas en repetidas ocasiones. En sueños lo veía en el Milenio de Plata, donde le conocía como su "Caballero de la Paciencia y la Armonía" su hermoso traje blanco al igual que su capa, eran un romance prohibido al igual que lo que ocurrió entre Serena y Darien. Sus sueños le revelaron situaciones románticas, ¿sueños?, tal vez eran recuerdos… su mente le hacia ese tipo de bromas cuando se sentía sola.

Luego de 10 minutos oculta bajo el árbol dio un largo suspiro cansino, él ya no estaba, ni volvería y ningún poder podría traerle a la vida otra vez — Maldita Beryl — Susurró.

Alzó la mirada para ver hacia la otra acera, la fuerte lluvia no le permitió reconocer a los cuatro jóvenes que iban tranquilamente en medio de la lluvia, solo le pareció ver dos cabelleras rubias, un castaño y un albino, parecían hablar animadamente. Entonces casi pudo jurar que uno de ellos se parecía a Jedite, o bueno el cabello rubio y enmarañado se lo hizo creer, debido a que no pudo distinguir el rostro. Su corazón empezó a latir fuertemente y parecía salir de su pecho.

Negó con la cabeza y harta de esperar se echó a correr, para ocultar sus tontas lágrimas. Corrió y corrió con todas sus fuerzas, al llegar Fobos y Deimos, sus cuervos, la esperaban sentados junto a la puerta corrediza de su habitación.

[...]

Los cuatro hombres se encontraban pisos más arriba del departamento de Darien Chiba, quien aún no sabía de la aparición de estos amigos y consejero suyos.

Hacía dos horas que lluvia calmó y había un sol radiante, tremendo clima indeciso al que estaban sometidos.

— Te dije que si la mirabas ibas a asustarla — Malachite le dio un zape al pequeño del grupo. — Nunca escuchas, no sé cómo en el pasado solían decir que eras el caballero de la paciencia y armonía, si eso es lo último que posees. ¡Cabeza hueca!

— Entiéndeme, tengo apenas 18 — Jedite lo miró indignado — La paciencia es para señores de 26 como tú… comprenderás mi estimado "caballero de la pureza y afecto" — Hizo comillas con los dedos mientras hablaba con sorna— ¿crees que la pequeña Mina Aino va a salir con un viejo como tú?

— Justo en el ego — comentó Zoycite mientras secaba su cabello con una toalla.

— Shtt, la pelea se va poner buena— Neflyte apagó la secadora para usar una tolla y así no perderse detalles del pleito.

— Eres un niño insolente — Malchite estaba con el parpado derecho temblándole por el estrés que le causaba su amigo.

Jedite iba a responder, pero escucharon algo interesante que provenía del pasillo.

— Vamos Darien, será solo una vez — escucharon la súplica femenina, debía ser la princesa Serena — Yo sé que también quieres.

Neflyte llamó la atención de sus tres amigos que yacían pegados a la puerta y vocalizó: "Le está pidiendo su tesorito"

— Serena, ya te dije que no — Respondió Darien.

¿Qué hacían dos pisos más arriba de su departamento? ese fue el significado que había en la mirada de los cuatro reyes celestiales.

— ¡Darien, lo prometiste! — exclamó la voz femenina.

— Bien, solo por esta vez vamos a hacerlo en la azotea. — Asintió el príncipe.

— ¡No! ¡Ahí está secando mi ropa! — Gritó Zoycite y abrió la puerta mientras sus otros tres amigos se escondían para evitar ser vistos. El rubio apenas usaba una playera y unos shorts cortos. — Ni se les ocurra…— Vio que la pareja sostenía un gran bote de helado —… comer junto a mis sabanas — trató de tapar su error. — Es más voy a recogerlas ahora…

Cerró la puerta del departamento y corrió pisos arriba — ¡Mierda! ¿Me habrán reconocido?

Regresó cargando la bola de ropa que contenía los uniformes de su rango como reyes celestiales y lo que los delataría.

— Sentimos lo ocurrido, señorita. — Serena fue quien se disculpó.

Se oyeron varias carcajadas por el pasillo.

— Yo soy el que lo siente, No debí escuchar una conversación privada. — Habló Zoycite mientras cubría su rostro con la bola de ropa.

— ¿Nos hemos visto antes? — Preguntó Darien.

— Lo dudo, soy nuevo en el edificio… Me voy, tengo que planchar las sábanas— Prácticamente corrió escaleras abajo, donde se encontró con Neflyte, Malachite y Jedite.

— Un poco más y nos descubres, señorita— Jedite bromeó.

— Señorita tu abuela, hijo de… —Zoycite Ahogó una sarta de insultos — Mi bella genio no pensará eso… este cabello largo y piel tersa es para consentirla y ahorrarle dolor de ojos como le ocasionarás a Rei

Neflyte y Malachite cruzaron miradas, esa pelea de niños tenía para rato.