Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18


Recomiendo: All Of The Stars – Ed Sheeran

.

Capítulo 21:

Sellando el amor

"Es solo otra noche y estoy mirando la luna

Vi una estrella fugaz y pensé en ti

(…) Puedo ver las estrellas

(…) Me pregunto, ¿tú también las ves?

Así que abre los ojos y mira

La forma en que nuestros horizontes se encuentran

Y todas las luces conducirán a una noche conmigo

(…) Todas las estrellas nos guiarán a casa

Puedo escuchar tu corazón…"

Charlie se había quedado en silencio y lo miraba sin apenas pestañear. Pasaron varios segundos, tantos que Edward pensó que se había congelado o le había dado un derrame cerebral.

—¿Señor Swan?

No, no respondía.

—S… señor…

Se quedó callado cuando vio que comenzaba a llorar, a hacerlo de verdad, a quebrarse en su totalidad. Edward no supo qué hacer y se quedó de piedra, pensando qué había hecho o dicho que estuviera mal.

—Mi pequeña… —Suspiró—. Ya está, ¿no? Vino a casa, se quedó con nosotros por un año y, bueno, encontró a un hombre que la ama de verdad.

Los hombros tensos de Edward se relajaron al notar el porqué de su reacción.

—Sí, señor Swan, yo… quiero casarme con su hija. —Suspiró—. Quiero tener su aprobación, no quiero invadir a su familia haciendo algo que pudiera molestar…

—Eres tan anticuado, Edward —lo interrumpió, pero entonces sonrió y se limpió las lágrimas—. ¿Qué esperas que te diga, hijo? Me salvaste la vida, primero haciendo que mi pequeña pudiera sonreír luego de todo lo que le sucedió, luego con los mellizos, ¡que ya me dicen abuelo! Y finalmente, salvaste mi vida de verdad, me sacaste de una muerte segura. ¿Cómo vienes aquí a pedir aprobación si la tienes desde el momento en que mi hija decidió amarte? —Estaba enojado con lo correcto que era este hombre—. ¡Ni ese imbécil se tomó la molestia!

Charlie soltó el aire y lo abrazó, golpeándole la espalda con fuerza mientras lloraba como un bebé.

—Mi hija ya está tan adulta —gimió—. Sé que eres un buen hombre, muchacho, solo hazla feliz, por favor, siento que no la disfruté cuanto quise, ya sabes… —Siguió sollozando mientras Edward intentaba calmarlo—. Déjame ver ese anillo.

Renée llegó para ver qué ocurría y se dio cuenta de lo que pasaba. Se llevó las manos a los labios y ahogó un grito, mientras que Charlie chillaba mientras veía tamaño anillo digno de su hija, sencillo, precioso y brillante.

—¡Se lo vas a pedir! —gimió la madre, abrazándolo—. Oh, Edward.

—La amo, Renée, la quiero para toda la vida.

Ella se limpió las lágrimas y asintió.

—Seré feliz al verla feliz y contigo lo será.

Charlie volvió a abrazarlo, lo que siempre lo desconcertaba ligeramente. Sin embargo, lo recibió con cariño. El pobre seguía llorando.

—Espero que puedan ayudarme con la sorpresa para ella.

Ambos asintieron.

—Será todo un honor, Manos Larg… Edward —se corrigió.

.

Kate se miraba al espejo y se tocaba la nariz cada cinco segundos, sin importarle que James estuviera sobre ella, sudado y queriendo seguir con el acto sexual.

—Deja ya eso.

Ella se alejó, frívola y nada interesada en seguir con el asunto. Se puso la bata y gruñó, recordando una vez más lo que Bella le había hecho.

—¡Maldita… basura! —chilló.

Solo quería darle un escarmiento por lo que le había hecho, ¡y que fuera pronto!

—Te dio una buena —molestó él.

Kate le dio una mala mirada y James le quitó importancia.

—En vez de quejarte deberías hacer algo. ¿Ya ves que Jacob Black llegó a la ciudad? —preguntó James, recordando a ese maldito hijo de puta.

Él se la había quitado de las manos, ¡ese maldito baboso!

—¡Y tú deberías agradecerme porque no te envié a los lobos! —gruñó, acercándose con rabia—. ¿O no recuerdas que tú estabas de acuerdo con que me llevara a esos mocosos para que Bella se descompensara de esa enfermedad asquerosa de la que me dijiste?

James estaba algo arrepentido de haber hecho eso, recordaba perfectamente la primera vez que ella le había contado de su enfermedad, hacía muchos años atrás. Haber decidido contárselo a Kate fue cosa del momento al recordar con rabia cómo ella había preferido irse con Jacob, y ahora que él podía tener su oportunidad, había encontrado al imbécil de Edward.

—Ahora los malditos me han enviado con la policía y debo contactar a mi abogado. ¡Juro que de esta no se salva esa maldita puta!

James soltó el aire y la vio ponerse la ropa con rapidez.

—Y tú comienza por hacer algo. Tienes influencias con el maldito director de la escuela de enanos de esta fétida ciudad.

Él puso mala cara. Ya no quería ser parte de más daño para Bella, por más que sintiera rencor.

—¿Qué? ¿Estás comenzando a arrepentirte? —Kate se acercó, cruzada de brazos—. No me hagas reír. Te tengo en la palma de mi mano, ¿recuerdas? Primero, porque si yo quiero, voy a inculparte todo lo que quiera, no pensarás que caeré sola, ¿no? Y además, no olvidaré lo que me contaste, sé lo que le hiciste a Bella en su juventud, te odiará de todas formas si se lo digo, así que haz lo que te digo o te pudro en vida, ¿de acuerdo?

Él resopló y asintió, sabiendo que debía hacer parte de su trato. De todas maneras, era una forma de vengarse por haber preferido a Jacob primero y luego a Edward. Solo… temía que todo se le devolviera.

.

Esme escribía en su agenda mientras la escuchaba, muy atenta y comprensiva. Bella se dejaba ir en su llanto, a veces intenso, otras muy quieto. Era difícil al principio, pero una vez que su suegra encontró el lugar correcto, ella pudo decir todo lo que guardaba en su corazón.

—¿Crees que es algo de lo que mereces olvidar? —le preguntó, ladeando su cabeza.

Negó.

—Olvidar es… negar quién soy, yo solo quiero hacer de esto lo invisible, poder estar en paz conmigo misma. No puedo estar treinta minutos intentando ponerme los zapatos o ponerme a dormir, siento que me volveré loca…

—No lo harás —afirmó la mujer—, no voy a permitir que pienses eso, ¿de acuerdo?

Esme se acercó para darle un abrazo y ella cerró sus ojos ante el calor de quien ya comenzaba a ser como una segunda madre para ella.

—Vas a comenzar por intentar salir de los patrones de rutina, sé que costará, pero es importante que lo hagas. —Le tomó las manos y le sonrió—. Sé que podrás hacerlo. Cada vez que des un paso, vas a anotarlo en un diario, ¿de acuerdo?

—De acuerdo —respondió Bella, entusiasta por mejorar.

—Ahora, también es importante que aceptes los medicamentos que voy a indicarte. —Sacó su pluma y el recetario—. Serán quince milígramos de escitalopram, ¿de acuerdo? Y para controlar las crisis de ansiedad, un comprimido sublingual de clotiazepam.

Bella la veía anotar y ya comenzaba a imaginarse el largo recorrido. Quería estar bien, quería que todo mejorara, solo esperaba que con esto todo pudiera ir a buen curso, lo suplicaba con todo su corazón.

Finalizada la sesión especial que Esme tuvo con Bella y recordándole que quería verla en dos semanas, se fueron hacia la sala para poder seguir bebiendo la infusión de hierbas. Ella se sentía mucho mejor, como si se hubiera sacado un gran peso de encima que había estado por mucho tiempo en su espalda.

Carlisle llegó justo a buen tiempo con los mellizos, quienes venían con bigotes de chocolate. Se dirigieron de inmediato a besar a Bella y a ella no le importó ensuciarse. Parecían dos papagayos contando sus aventuras con sus abuelos y su mamá los escuchaba sin perder un segundo de su paciencia. Adoraba escucharlos.

—Es una chica tan buena —susurró Esme a su esposo, quienes la miraban con ambos retoños a cada lado—. Solo quiero que mejore de aquí a futuro.

Carlisle le pasó un brazo por los hombros y la abrazó.

—Es gracioso, ¿sabes? ¿Recuerdas todas las veces que deseamos tener una pequeña? Dios quiso que fueran dos diablos, pero vaya que deseábamos a una nena. Me resulta muy curioso ver a Bella como esa mujercita a la que tanto anhelábamos.

Esme acomodó su cabeza en su pecho y suspiró.

—Tienes toda la razón, la veo de la misma manera.

Ambos sonrieron al recordar lo que su hijo les había contado hacía dos días atrás, pidiéndoles que guardaran el secreto. Saber que iba a pedirles que se casara con ella era cosa de tiempo, se amaban mucho, pero también quería decir que él había decidido ser feliz, que había dejado atrás muchos años de estar solo y de un sufrimiento que nadie querría, como ver morir a la madre de tus hijos. Ellos solo querían que eligiera a la chica correcta y Bella era, definitivamente, perfecta para él y viceversa. Estaban dichosos, mucho.

Cuando Edward llegó a casa de sus padres, ya relajado y extrañamente extasiado por todo lo que estaba preparando, fue de inmediato a por Bella, sabiendo que había pasado por su primera sesión. Fue sorprendente verla tan relajada, como si hubiera botado demasiado en dos horas.

—¡Papi! —exclamaron los mellizos, corriendo a por él.

Edward tomó a ambos en sus brazos y fue a por su novia, a quien pronto quería llamar su esposa. Moría de ganas, la verdad, tener el anillo justo en su bolsillo era algo que lo llenaba de ansiedad, una que disfrutaba enormemente.

—Te extrañé tanto —dijo, buscando los labios de Bella.

Cuando bajó a sus hijos, la abrazó de manera apremiante y ella cerró sus ojos, tranquila entre su aprieto cariñoso y lleno de necesidad.

—¿Todo estuvo bien?

Se sentía tan enternecida de su preocupación. No había nadie como su Dr. Torpe y eso la hacía sentir irremediablemente dichosa.

—Todo estuvo perfecto —le respondió—. Gracias por todo.

—¿Por qué?

—Porque sin ti jamás habría encontrado a tu madre.

Él sonrió y la besó una vez más, luego recorriéndola por todo su rostro, ocasionando sus carcajadas.

—Te amo. Desde ahora en adelante se vienen muchos retos, pero quiero que sepas que estaré en cada uno de ellos.

—Lo sé, por eso estoy decidida a mejorar, por mí, por ti y por Ava y Noah.

—Y que sea especialmente por ti, nunca lo olvides —le recordó Edward, besando ahora sus manos.

Ella asintió y le acarició la quijada.

—Ahora dime, ¿dónde estuviste estas dos horas? —preguntó curiosa.

Él tragó, sin saber cómo mentirle, era algo casi imposible porque sus gestos y palabras lo delataban de inmediato, incapaz de falsear sus emociones. Era trasparente al cien por ciento con ella.

—Yo…

Bella pestañeó, notando que estaba muy nervioso.

—¿Quién quiere cenar mi especialidad? —exclamó Esme, salvándole el pellejo a su expresivo hijo.

—¡Yo! —gritó él, corriendo a por su vida, o de lo contrario le gritaría de inmediato que fuera su esposa, enviando al carajo la sorpresa que quería regalarle.

.

Bella llevaba dos platillos de mariscos y quería más. Tenía un antojo desbordante. A ratos, le ponía un poco más de mermelada, lo que ponía a todos con los ojos bien abiertos. Era la combinación más extraña que habían visto en su vida, y aunque ella comprendía que sí, era extraño, sobre todo porque odiaba mezclar sabores, en especial si eran tan diferentes, no podía evitarlo, no ahora. Emmett, que había llegado para cenar a los pocos minutos que se habían sentado a la mesa, no dejaba de mirarla con la ceja alzada, nada similar a los demás, que eran más disimulados.

—Me cae bien mi cuñada —exclamó—. Es tan rara.

Bella abrió sus ojos, un poco avergonzada. Carlisle le dio un golpe en la nuca para que se callara de una buena vez. A veces, su filtro cerebro-boca no existía.

—En realidad, me gusta serlo —respondió, haciendo que todos sonrieran—. Tal como tú, que eres tan malo con las conquistas pero tienes a la más hermosa de Forks comiendo de tu mano.

Todos se largaron a reír, mirando a un abatido Emmett. Sin embargo, cuando notó que había dicho que tenía a la más hermosa de Forks comiendo de su mano, se preguntó si Rose le había dicho algo al respecto.

—No estoy de acuerdo con eso, amor —dijo Edward, lanzándole una bola de servilleta sucia en la cara a su hermano. La más hermosa de Forks eres tú, y del mundo, por cierto, y creo que tendría que ponerme celoso si estás diciendo que tú estás comiendo de la mano del feo de Emmett.

—¡Oye!

Bella rio y le dio un beso en la mejilla.

—Hablaba de Rose. Sabes que estoy loca por ti.

—Pues entonces no entiendo. Tú eres la más hermosa.

Ella acabó sonrojada, enternecida por sus palabras, mientras Esme y Carlisle alzaron aún más las cejas.

—Oh, esa chica rubia tan encantadora —exclamó la madre, poniéndose las manos debajo de la barbilla—. ¿Pasa algo con ella?

Esta vez, quien acabó sonrojado fue Emmett, que tenía varias razones para seguir sintiendo que no podía sacarse a Rose de la cabeza. ¿Lo peor? Extrañaba a su pequeña —ya no tan pequeña— hija, como si ya sintiera un cariño especial por ella. No, no estaba bien, porque Rosalie no estaba interesada en él más que para disfrutar de un rato, lo que habría sido perfecto, salvo que ya no lo encontraba suficiente, no con ella.

—Vamos, Emm, dinos qué pasa con esa chica —insistió Carlisle.

—No le intereso, eso es todo —afirmó, muy abatido.

Bella sintió que debía hacer algo y miró a Edward, quien recordaba la necesidad de ayuda de su hermano. Ambos asintieron con suavidad, dispuestos a servir de cupidos si era necesario.

.

Isabella alistaba la programación de unidades del segundo semestre de estudios de la guardería y kínder de la escuela infantil privada de Forks. Estaba entusiasta por seguir y a ratos miraba, muy curiosa, las ofertas de postgrado. Ahora que comenzaba a mejorar, también tenía la enorme necesidad de ir a por otro sueño, que era seguir especializándose en la educación infantil.

Dejó todo de lado cuando vio cómo Rose llegaba de la sala contigua, metiéndose en la de ella con algo de tristeza.

—¿Qué pasa? —le preguntó, levantándose para ir a su lado.

—No te preocupes, solo…

—Oh, vamos, sé que estás triste.

Se quedó a su lado hasta que dijera algo. La conocía muy bien y esa mirada era de total angustia y dolor.

—Le sucedió algo a tu hija —exclamó, muy tensa.

—No, claro que no. Ella está bien.

—¿Entonces?

Su amiga se quedó mirando al suelo unos segundos.

—Vi a Emmett saliendo de un restaurante con una chica —afirmó, contemplándola con timidez.

Bella explotó en risotadas y Rose le dio un leve empujón en el brazo.

—Lo siento —respondió—. Pero ¿en qué te afecta? Dijiste que no te interesaba.

Puso mala cara y se mantuvo con los ojos llorosos.

—Ya sé, lo que no sé es por qué me pasa esto. Es un bobo, sus chistes son malos, siempre tiende a querer hablar de mí y de mi hija, quiere saber mis gustos, quiere hacerme feliz y… —Soltó una lágrima y se abrazó a las rodillas—. Es perfecto para mí, ¿no?

Abrazó a su rubia amiga y sobó su espalda.

—Es perfecto. Sus chistes son tan malos que siempre acabo riéndome media hora, me gusta que me abrace, me hace sentir especial, porque no solo le intereso como persona, sino que le interesa quién soy, y soy madre, Bells. Mi pequeña lo extraña, siempre pregunta por él, ¡solo quiere verlo! No lo entiendo… ¡Y muero de rabia porque es un hombre inteligente! Y es tan guapo… Y siempre quiere hacerme sonreír…

—Estás enamorada de él, Rose.

La rubia pestañeó y comenzó a llorar con mucha agonía.

—No quiero.

—Sí quieres, solo tienes miedo.

—Pues bueno, tengo miedo.

—Sé que tienes miedo, pero Emmett es un buen hombre.

—¡Por eso tengo miedo!

Bella se quedó escuchándola.

—Sabes que siempre temo que dejen de quererme. Su familia es adorable, ¡mira a Edward! ¿Qué pasa si termino queriéndolos a todos? Cuando me deje voy a sufrir, por muy buen hombre que sea, voy a acabar aburriéndolo y…

—Rose, no, ¿por qué dices eso?

—Todos acaban así, ¿no? El padre de mi hija se aburrió de nosotros, tú sabes eso, lo viste.

—Pero Emmett no es así.

Rose siguió llorando y Bella la abrazó, queriendo que soltara sus miedos interiores. Quería ayudarla, ahora más que nunca, ella también merecía ser feliz, lo merecía más que nadie.

—Te puedo asegurar que él necesita que le demuestres lo que sientes o definitivamente lo perderás.

—Creo que ya lo hice —susurró.

—Quizá solo está intentando no sentir dolor, tal como tú. Y a veces solemos creer que para eso debemos conocer a otra persona para que así sea, lo que no es posible.

Rose se quedó pensando en ello y las palabras dejaron de salir de su boca. Bella tenía razón, posiblemente eso era lo que buscaba Emmett. ¿Qué iba a hacer? ¿De qué manera lo abordaba? Ya no sabía y estaba asustada de que fuera demasiado tarde, porque bueno, gran parte de todo era su culpa.

.

Seguía durmiendo profundamente. En serio.

Despertó cerca de las once de la mañana, cuando Charlie y Renée canturreaban en la sala inferior. Cuando bajó con el pijama de osos, ambos estaban vistiendo disfraces de Halloween… Con su gato entre sus brazos.

—¿Qué está pasando aquí? La festividad pasó hace meses.

—Pues queremos celebrar ¡que cumples dos años ya desde que regresaste de Seattle! —exclamó Charlie, luciendo su disfraz del coronel Sanders de KFC, uno de sus favoritos.

—¿De verdad están celebrando eso? —inquirió, mirándolos intrigada.

—Sí, ¿cuál es el problema? —preguntó su madre, disfrazada de gallina.

—Están locos. —Se rio y los abrazó.

—Hoy vas a la tienda de disfraces, ¿no es así? —Su madre fue hasta la cocina para servirle el desayuno.

—¡Sí! Lo había olvidado. Una clienta me llamó anoche para acordar la compra de veinte disfraces para un cumpleaños, ¡estoy tan feliz! Ya pagó por adelantado y no quiero arruinar el negocio.

Vio que su madre le servía huevos y no encontró nada mejor que mojarlos con miel. Charlie frunció el ceño mientras era obligado a comer apio por su esposa.

—¿Y a ti qué te pasa? —preguntó él, mirando cómo disfrutaba de la extraña combinación.

Bella se quedó pestañeando.

—¿Por qué?

—¿Huevos? ¿Así? ¡Odias las mezclas!

—Quizá solo quiere probar, quién sabe —la defendió Renée, quitándole importancia.

Ella no sabía por qué, pero sí, le gustaba la combinación y tenía muchas ganas de hacerlas cada vez que comía. ¿La razón? Ni idea, pero vaya que le gustaba. Además, tenía un apetito repentinamente voraz. ¿Sería efecto de sus medicamentos? Así como el mareo de la mañana. Esme le había dicho que podía tenerlos.

—¿Vas a comerte eso? —le preguntó a su papá, viendo el insípido pastel de quinua y verduras.

Esme y Charlie se miraron, extrañados ante el hambre de su hija. No era de las que comieran así en la mañana.

—¿Qué? —inquirió.

Los dos se hicieron los desentendidos y siguieron con lo suyo.

.

—No tienen que acompañarme, de verdad —insistió, mirando cómo sus padres hacían el ridículo con sus disfraces por todo el centro de la ciudad—. Menos así.

A pesar de eso, le gustaba que fueran tan raros.

—La tradición de celebrar como si se tratara de Halloween siempre será familiar, recuérdalo —dijo Charlie—. Y hoy es un día especial, por lo que queremos estar contigo.

Terminó de pagar la compra de telas para realizar más disfraces y salieron de la tienda, dispuestos a ir a la suya. Charlie le ayudó a subirlas al coche y se metieron a la camioneta. El viaje a Portland fue extrañamente feliz, ambos padres estaban más alegres que lo acostumbrado, como si esperaran que algo magnífico fuera a suceder. Bella se sintió como si fuera una pequeña de nuevo, cuando los veía cantar para que ella los siguiera desde atrás y desde la silla, con apenas cinco años. Eran tan buenos recuerdos que se sintió muy emocionada.

Cerca de las cuatro de la tarde, llegaron a la tienda de disfraces. Bella se bajó para ayudar a su padre a llevar las telas, por lo que Renée fue hacia adentro. Cuando ya estuvieron listos, Charlie se quedó atrás mientras su hija subía las escaleras del escaparate para entrar al lugar. Al abrir la puerta y hacer sonar la campanilla, vio que estallaron globos de muchos colores mientras todos sus amigos estaban vestidos con disfraces como tanto le gustaba a ella. No era su cumpleaños, por lo que no entendió que sucedía, al menos no hasta que vio a sus mellizos usando los mismos disfraces que ella vio en ellos la primera vez, Peter Pan y Campanita. Al mirar hacia el fondo del lugar, vio a Edward vistiendo de rey, tal como lo recordaba. Su corazón latió tan deprisa, que se imaginó muchas cosas al ver tal traje, que le quedaba magnífico. Era como su propio cuento de hadas.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó entre risitas, agachándose para recibir a sus mellizos.

Edward caminó y los demás seguían decir nada, pero suspiraban, como si supieran qué iba a ocurrir. Sintió que sus padres comenzaban a llorar y antes de poder preocuparse e ir tras él, su doctor la tomó de la mano para que se incorporara y lo mirara a los ojos.

—¿Qué ocurre, cariño? —volvió a preguntar, esta vez a él.

Sintió un fuerte maullido y al mirar vio que Halloween usaba un trajecito de fiesta precioso, con una caja que colgaba de su cuello. El felino posó sus patas en sus piernas para llamar su atención.

—Toma la caja —le pidió Edward, acariciándole las mejillas.

Bella lo hizo tal como le pidió, sacando la cajita del collar de Halloween. Era una cajita hermosa, la que sin duda generó emociones intensas en ella. Edward la tomó de sus manos y se aclaró la garganta, muy nervioso.

—Cariño… Mi Ojitos Marrones —comenzó a decir emocionado—, he esperado una eternidad para encontrarte y aquí estás. —Puso su rodilla en el suelo y Bella se tapó la boca, acallando un gemido. Cuando abrió la caja para mostrarle el anillo, sus lágrimas comenzaron a aparecer—. Nunca estaré suficientemente agradecido con el destino por ponerte en mi camino, o bueno, por poner a Ava y Noah primero, ya sabes cómo ocurrieron las cosas.

Ella sonrió y suspiró, mirando cómo él también se emocionaba.

—Creí que nunca iba a poder enamorarme como me enamoré de ti, sabes lo que sufrí en el pasado, lo que me llevé encima, lo que vi y pasé, de verdad, creí que no volvería a amar y llegaste de pronto para demostrarme que se puede de una manera diferente y única, tal como me enseñaste tú. Solo quiero seguir haciéndote feliz, seguir mostrándote una vida llena de carcajadas y de amor, es mi propósito y no quiero olvidarme de él nunca. Ava y Noah eligieron a su madre en la tierra, ¿y quién mejor que tú? Los amaste desde el comienzo, incluso antes que a mí. —Se rio, sacándole carcajadas a todos—. Gracias por existir, Isabella Swan, gracias por amar a este torpe doctor que a veces suele meter la pata. Te amo, cariño, y quiero estar contigo toda la vida, porque soy un afortunado al haber encontrado a una mujer como tú, no dejo de pensarlo y sé que eso siempre estará en mi mente. —Tragó—. Junto a Ava, eres la mujer de mi vida. —Suspiró, mirándola a los ojos, contemplando su belleza—. Bella, mi amor, prometo amarte siempre, acompañarte en cada suspiro, cada lágrima y cada beso, crear un camino juntos, donde sé que podremos ser felices, donde sé que seguiré demostrándote lo mucho que te amo. ¿Quieres casarte conmigo?

Hubo un silencio en toda la tienda y Bella seguía mirando a los ojos de su guapo doctor. Sus palabras no salían, estaba tan emocionada que solo pudo seguir llorando, intentando respirar.

Nunca pensó que podría sentir tantas cosas a la vez. Edward había llegado a cambiar completamente su vida.


Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Uff, la ida de Edward para pedirle la mano a su hijo ha ido perfecto, ¿no creen? ¿Piensan que el gordito Swan va a dejar de molestarlo? No lo creo. Entre estos dos las cosas están cada vez más unidas, con un amor que va creciendo a pasos agigantados. La situación para Bella con la terapia va a mejorar y ni qué decir de cómo va aumentando su amor propio, capacidad de lucha y sí, de defender a los que más ama. ¿Por qué Bella tiene tanta hambre? Vamos a ver qué sucede. Y bueno, ¿qué creen que va a responder Bella ante la hermosa propuesta de su Dr. Torpe? ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas

Agradezco los comentarios de Twilightsecretlove, AstridCP , valentinadelafuente, BellsCullen8 , Chiqui Covet , maribel hernandez cullen, Coni , Berenice BV, Pam Malfoy Black , Noriitha, CCar, Fernanda21, freedom2604, Jeli, Valevalverde57, Tata XOXO, Josi, ariyasy, Pancardo , ELLIana11, beakis, viridianaconticruz, cavendano13 , Pameva, calia19 , BreezeCullenSwan , DanitLuna, rjnavajas, barbya95, fernyyuki, piligm, eli music love, patymdn, Fernanda javiera, Belli swan dwyer, Liliana Macias , Kamile Pattz-Cullen, Randa1 , Bell Cullen Hall , monze urie, catableu, Lys92, Rero96, SeguidoradeChile, Rero96, Veronica , krisr0405 , Andre22twi, Iza, BellaWoods13 , llucena928 , Liz Vidal , Diana , katyta94, Angelus285, Abigail, Gladys Nilda, AnabellaCS, Irma Leticia Reyes Castaon , lauritacullenswan , Heart on winter, lunadragneel15, Valentina Paez , Santa, stella mio , keith86 , Vero Morales, Adriu, Lore562 , Beth, CeCiegarcia, Luisa huiniguir, Ceci Machin, Elmi, ELIZABETH, luisita, LizMaratzza, lalyrobsten, alejandra1987 , Tereyasha Mooz, Milacaceres11039, aliceforever85, Elizabeth Marie Cullen, Damaris14, Duniis, Robaddict18, Yoliki, almacullenmasen , terewee , saraipineda44, NarMaVeg, LicetSalvatore, joabruno, tulgarita, YessyVL13, Srita Cullen brandon, Fallen Dark Angel 07, LadyRedScarlet, cary , Ivette marmolejo, morenita88, Cris, debynoe12 , carlita16 , rosycanul10, kathlenayala, Adriana carrera , Brenda Cullenn, bbluelilas, esme575, Mela Masen, FlorVillu, NoeLiia , twilightter, Alexandra Nash, ale173, Beastyle, Jocelyn, isbella cullens swan, Flor Santana , somas, A Karina s g , morales13roxy , KRISS95, NaNYs SANZ, Smedina, ClaryFlynn98 , Claribel Cabrera, Joa Castillo, Markeniris, Gis Cullen, GabySS501, Esal, Aidee Bells , ManitoIzquierdaxd , Gibel , SmilePaola, Dominic Muoz Leiva , miop , Lauguilln , Jenni98isa, Skye Bennet Ward , jackierys, Saydiss, Jade HSos , michicullen, Mayraargo25 , monik, jupy , AndreaSL , Nat Cullen, Sony Bells , ROMINA19, PielKnela y Guest, espero volver a leerlas a todas nuevamente, cada gracias que ustedes me dejan es invaluable para mí, no tienen idea de cómo mejoran mi día y el entusiasmo que me dan para seguir aquí, cuando a veces es difícil, ahí están ustedes con su apoyo y créanme que lo agradezco montones, en serio muchas gracias

Recuerden que quienes dejen su review recibirán un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben dejar su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá

Pueden unirse a mi grupo de facebook que se llama "Fanfiction: Baisers Ardents", en donde encontrarán a los personajes, sus atuendos, lugares, encuestas, entre otros, solo deben responder las preguntas y podrán ingresar

Cariños para todas

Baisers!