Un año más de compartir con ustedes buenas historias. Y como cada época navideña, ahora les comparto una historia escrita por la gran autora pattyrose. Muchas gracias nena, por dar tu permiso para esta traducción :)


Y no podemos pasar por alto el descargo de responsabilidad requerido. Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la trama de la historia a la grandiosa autora pattyrose, yo solo traduzco.

Y como siempre, gracias a mi querida amiga y Beta Erica Castelo por ayudarme con mis horrores :P

NT: La autora conoce bien el idioma español, por eso escribí mi nota inicial solo en ese idioma.


Summary: El día después de Navidad, mientras perdura la magia de la temporada, dos personas se conocen y se enamoran. Y no, no es absolutamente perfecto, como pronto lo descubren ellos. Pero ya sea la suerte, el destino o simple casualidad lo que los reunió, están determinados a hallar su camino a través de los obstáculos. Después de todo, ¿no es de eso de lo que se trata el amor?


Capítulo 1 – La Primera pos-Navidad

Una garganta se aclaró por detrás de mí justo cuando deslicé mi brazo por la manga y me puse mi pesado abrigo.

"Disculpa… ¿Bella?"

Recogí mi cabello sobre la capucha antes de darme la vuelta, todo mientras sonreía en mi interior.

"Edward, ¿cierto?"

"Sí," exhaló, obviamente complacido que también hubiese tomado nota de su nombre. Cuando le extendí una mano, él se quitó su guante antes de estrecharla… y siguió estrechándola. Su sonrisa exhibiendo hoyuelos en ambas mejillas así como uno en su barbilla.

"Bella, quería agradecerte a nombre de la comunidad, así como en nombre de HPH (1), por tu ayuda aquí hoy."

Movió su abrigo de un brazo al otro, desplazando su peso de un pie al otro de pie frente a las ventanas del centro comunitario enmarcadas con guirnaldas e iluminadas de múltiples colores. En contraste, el paisaje urbano de acero de la zona noreste armonizaba con la brillante nieve a través de las ventanas. Todo ello hizo que la imagen del hombre frente a mí prácticamente resplandeciera.

"Fue un placer, Edward."

En la radio, la voz aterciopelada de George Michael lamentaba la pérdida de su corazón la Navidad previa, mientras Edward bajaba la mirada entre nosotros de una forma un tanto tímida. Cuando levantó su cabeza, su cabello bronce, sus ojos verdes y esos hoyuelos… bueno, toda la escena era digna de una postal urbana de un día de fiesta.

"Entonces, ¿lo disfrutaste?"

"Mucho. Me alegra haberme inscrito." Me alegra mucho.

Con una evidente renuencia, soltó mi mano. "¿Este fue tu primer evento voluntario con HPH?"

"Me avergüenza admitir que lo fue. Me refiero a que, he cumplido con el trabajo comunitario requerido por el instituto y la universidad, pero fue la primera vez que me ofrecí porque sí. Lo sé, lo sé; soy un horrible desperdicio de consumo de oxígeno," añadí, acercándome como si fuera a compartir un secreto.

Riéndose entre dientes, él también se acercó. "Para nada, y por favor, no te avergüences. Es genial que siquiera le dieras una oportunidad. Te sorprendería cuántos consumidores de oxígeno nunca lo hacen." Me guiñó un ojo al echarse para atrás, luego desvió nervioso la mirada y recorrió lentamente la habitación que se vaciaba antes de aclarase la garganta. "El grupo de hoy fue de una tamaño bastante decente, sobre todo considerando el clima. Algunas veces, incluso bajo las mejores condiciones, solo un puñado de voluntarios se presentan."

"Bueno, la Navidad fue solo hace un par de días, así que imagino que mucha gente aún siente el espíritu de generosidad y buena voluntad hacia los hombres."

"Que es la razón por la que programamos el evento para esta semana." Sonrió una vez más, con mucho menos timidez. Por unos pocos segundos, solo nos miramos el uno al otro.

"Bueno, fue grandioso—"

"Estás con el grupo de la Universidad de Nueva York, ¿cierto?" Preguntó.

"Sí. Me ofrecí de voluntaria con un par de amigos de la escuela."

"De hecho, yo me gradué de la Universidad de Nueva York hace unos años."

"No me digas." Le ofrecí una amplia sonrisa. "¿Cuál era tu especialidad?"

"Tengo una licenciatura en ciencias en entornos urbanos sustentables de la Escuela Tandon de Ingeniería de la Universidad de Nueva York. Y tú, ¿en qué te estás especializando?"

"Bueno, estoy trabajando en una especialidad doble entre Tandon y la Escuela de Artes y Ciencias. Estoy en el programa STEM (2), en una carrera acelerada para una maestría de cinco años."

Silbando entre sus dientes, elevó sus cejas oscuras. "Estoy adecuadamente impresionado—incluso más de lo que ya lo estaba."

"No es gran cosa."

Me encogí de hombros y desvié la mirada, mis mejillas ardiendo. Mientras Edward me contaba con orgullo de su educación, yo solo alardeé. Pero agachó su cabeza para quedar al nivel de mis ojos y esperó a que lo mirara. Cuando lo hice, me ofreció una sonrisa juguetona.

"No, ahora no trates de restarle importancia. Creo que eso es malditamente increíble."

Su mirada era franca y honesta, y me reí entre dientes. El calor que de pronto impregnó mis mejillas, no tenía nada que ver con vergüenza o mi pesado abrigo.

"Entonces, Bella, me preguntaba si estarías dispuesta a hacerle frente a la tormenta afuera para ir por una taza de café o chocolate caliente—o incluso a comer algo si tienes hambre y tiempo."

Antes de que pudiera responder, una voz me llamó desde el otro lado de la habitación.

"Bella, ¿estás lista?"

Mis ojos se dirigieron hacia Alice, que estaba muy impaciente junto a la puerta con Diego. Los dos parecían más unos esquimales listos para una excursión por la Alaska salvaje, que un par de millenials listos para un viaje en el metro de la Ciudad de Nueva York.

"Mierda, me olvidé de ellos," murmuré bajo mi aliento antes de devolver mi atención a Edward. "Lo siento, Edward. Me encantaría ir a comer, pero mis amigos me están esperando." Fue bajo de mi parte, pero de forma subliminal me sentí contenta por la decepción que destelló en su rostro. "¿Tal vez podamos vernos durante la semana si tienes tiempo?"

"Lamentablemente—"

Una vez más, Alice interrumpió, ahora de pie justo a mi lado.

"Bella, Diego y yo estamos a punto de incendiarnos de forma espontánea. Vámonos." Tiró de mi brazo e hizo un gesto con su cabeza hacia la puerta. Cuando me quedé dónde estaba, siguió la trayectoria de mi mirada.

"Oh, tú eres el tipo de Hábitat para la Humanidad, ¿cierto? Hola, soy Alice."

"Hola, Alice. Sí, soy el tipo de HPH, pero puedes llamarme Edward." Sonrió y estrechó su mano—aunque a diferencia de cuando estrechamos nuestras manos, solo fue por el requerido par de segundos.

"Edward, gracias por organizar esto. Bella, Diego y yo decíamos antes lo bien que se sentía devolver a la comunidad."

"Es un placer," dijo con sinceridad. "Y sí, Bella y yo teníamos una conversación similar del tema. Le dije lo satisfecho que estaba con la concurrencia y le agradecí por su duro trabajo, y también te lo agradezco, Alice. Estoy seguro que los ciudadanos mayores que pasan sus días aquí estarán agradecidos cuando vean lo que todos ustedes hicieron para alegrar el lugar."

Habló con Alice, pero todo el tiempo, sus ojos permanecieron en mí.

"¡Oh! Lo siento, no fue mi intención interrumpir. Bella, cuando estés lista, cariño, estaremos afuera. No hay prisa, en lo absoluto."

"De hecho, Alice, Diego y tú pueden irse sin mí. Edward y yo vamos a ir a comer algo."

Creo que Alice dijo algo sobre divertirme y tener cuidado en la nieve. Creo que, junto a la puerta, Diego me frunció el ceño abatido. En ese momento, apenas lo noté o la escuché a ella porque la resultante sonrisa de Edward iluminó esos ojos verdes, y como la nevada afuera, eclipsó absolutamente todo.

OOOOOOOOOO

Atravesamos los centímetros de nieve gruesa acumulados, conversando y llegando a conocernos de la forma en que tendían a hacerlo dos personas obviamente interesadas la una en la otra. Él miraba frecuentemente en mi dirección. Mis ojos lo seguían de la misma forma. Una vez, durante una de esas miradas no tan furtivas entre nosotros, me resbalé en una suave capa de nieve que cayó recientemente. Solo fue un ligero resbalón, y hubiese recuperado bien el equilibrio.

Sin embargo, Edward envolvió su brazo alrededor de mi cintura con una velocidad impresionante.

"¡Ups! Te tengo."

"Gracias." Le sonreí, para entonces ya profundamente enterrada en algo más que nieve.

Me sonrió con dulzura en respuesta. "No hay problema."

"¿Qué tan alto eres, Edward?"

"Uno ochenta y ocho—sin las botas."

Me eché a reír. "Eso son treinta centímetros más alto que yo sin mis botas—el largo total de una regla."

Sonrió. "Aproximadamente, el largo de doce sujetapapeles

"Aproximadamente, el largo de una hoja de papel estándar."

"Aproximadamente, el largo de mi pie."

Lo miré de soslayo, arqueándole una ceja. Sus mejillas estaban rojizas, y los dos reímos bajo nuestro aliento.

"De cualquier manera," dijo, "Es una diferencia increíblemente perfecta de altura. Solo ve lo fácil que me es mantener mi brazo a tu alrededor para asegurarme que permanezcas de pie si vuelves a resbalar."

"Es sobrecogedor lo perfecto que es," concordé, siguiéndole el juego.

"Sip. Algunos pueden incluso llamarlo sorprendente."

Soltamos unas risitas, y Edward apretó su agarre, acercándome más. Mientras tanto, la nieve caía a nuestro alrededor como sedosas cortinas blancas protegiéndonos del resto del mundo.

Encontramos uno de esos café de moda que siempre aparecen en la Ciudad de Nueva York, algunos duran, algunos desaparecen con los cambiantes caprichos de la novedad. Este lugar se distinguía por sus docenas de variaciones de macarrones con queso. Deslizándonos en lados opuestos de una pequeña cabina, reímos al retirar nuestros abrigos cubiertos de nieve, con las narices frías pero el resto de nosotros calientitos por la alegría. Él ordenó sus macarrones con champiñones y pimientos. Y yo ordené los míos con tocino y queso azul.

Mientras esperábamos nuestras órdenes, Edward tomó mi mano sobre la mesa, entrelazando nuestros dedos. Fue una acción muy natural, una de esas cosas destinadas a ser, lo que no te sorprende pero al mismo tiempo, te vuelve loca.

"Entonces, cuéntame más, Bella," dijo, su voz llena de admiración. "Cuéntame todo."

Me eché a reír otra vez, o una vez más, o todavía reía. "¿Todo? ¿Por qué no me das un punto de partida?"

"De acuerdo. ¿Qué tanto has avanzado en el programa STEM?"

"Estoy en mi último año de pregrado, y en septiembre iniciaré mi maestría."

"Es una combinación difícil," reconoció. "Debes haber pasado algunas noches de desvelo en los últimos años."

"Es mucho trabajo, sí," le confirmé, "Pero nunca he sido muy fiestera—no que sea un ángel," sonreí de forma pícara. "En cualquier caso, no me he perdido de mucho."

"Así que, eso indica que tienes unos… déjame ver." Arrugó su frente. "¿Veintiuno, veintidós?"

Sonreí con la pajilla en mi boca. "Tengo veintidós. ¿Y tú? ¿Cuántos años tienes, Edward?"

"Tengo veintisiete," dijo dibujando círculos en mis nudillos con su pulgar.

"Una diferencia de cinco años," le dije. "Es algo."

"Toda una maestría de cinco años de educación."

"La vida útil de mi primera laptop."

"Sucede que pienso que es otra diferencia perfectamente sobrecogedora," sonrió.

Cuando llegaron nuestros macarrones con queso, soltó mi mano, y compartimos nuestra comida mientras compartíamos simultáneamente más información. Apellidos, segundos nombres, los nombres de nuestros profesores de quinto grado y todo en el medio.

"¿Eres originaria de la ciudad, Bella?" Clavó su tenedor en mis pedacitos de tocino.

Agarré un champiñón de su tazón. "Sip. Bueno, no. Esa es la mentira habitual que le digo a todos," se echó a reír. "Mis padres son los verdaderos nativos neoyorkinos, que se mudaron a Nueva Jersey cuando nació mi hermano mayor, Emmett, porque el bebé necesitaba su propia recámara y espacio. Por cierto, no lo he perdonado por eso."

"Algo entendí de eso por el sarcasmo," dijo con un resoplido. "Pero no seas muy dura con tu hermano. Tus padres hicieron el típico cambio por algo mejor del apretado espacio urbano de una sola recámara a los espaciosos suburbios."

"No sé si lo llamaría un cambio por algo mejor, pero sí, fue el típico cambio; aunque se quedaron con el apretado espacio de una recámara para excursiones de fin de semana a la ciudad. Desafortunadamente, cuando cambias la ciudad por los suburbios, también cambias la cultura y los museos por homogeneidad y centros comerciales."

Su estrepitosa risa saturó el diminuto café. La gente miró en nuestra dirección, sus miradas persistentes cuando veían a Edward bajo la luz tenue.

"En realidad, no es tan gracioso," insistí mientras reía con él. "Renee Higginbotham – mi mamá – era una genial chica de ciudad que usaba maquillaje oscuro y Doc Martens y fue a todas las mejores fiestas clandestinas de finales de los ochenta y principios de los noventa. Pero también era inteligente," le dije, señalándolo con mi tenedor. "Le apasionaba la publicidad, y estaba en la cima de su clase en la Universidad de Nueva York, ganándose un montón de premios y reconocimientos por sus proyectos. En su último año, consiguió una pasantía de ensueño en Madison Avenue con uno de los tres grandes en la industria."

"¿Y entonces?" Me incitó.

"Captaste el 'y entonces' ahí, ¿cierto?" Sonreí.

"Lo hice," me sonrió en respuesta.

"Y entonces," suspiré, "ella se enamoró de Charlie Swan, policía de la Autoridad Portuaria. No me mal interpretes; amo a mi papá con todo el alma y corazón, pero entonces mi mamá renunció a su vida de soltera, y poco después, tuvo un bebé, y ahí terminó la promesa de una carrera de ensueño en Madison Avenue. Después de eso, ella se despidió de la vida de la ciudad para vivir como una esposa de los suburbios con una licencia de agente inmobiliario en, ¿adivina dónde?"

"Nueva Jersey," dijo con una sonrisa de suficiencia.

"Sip. Así pues, desde que soy lo bastante mayor para tomar yo sola el transporte público, he pasado la mayor parte del tiempo aquí en Nueva York."

"No te agrada mucho ser una chica Jersey, ¿eh?"

"Nunca me llames así." Lo señalé amenazadoramente con mi tenedor. "Me da imágenes mentales de cabello enorme y peleas de gatos en televisión." Me estremecí.

Edward soltó una risita. "Oh, no debiste decir eso." Su voz bajo unos cuantos octavos. "Ahora voy a llamarte chica Jersey en cada oportunidad que tenga."

Lo miré con el ceño fruncido. "Como sea, tan pronto como pude, envié mi solicitud a la Universidad de Nueva York y salí disparada."

Él dejó sus utensilios y solo siguió riendo. "Por supuesto, la universidad te aceptó de inmediato. Apuesto a que con una beca completa."

"Sí," admití con una sonrisa. "El apretado espacio de una recámara se convirtió en mi dormitorio, y después que conocí a Alice, que está más o menos en la misma carrera que yo, nos convertimos en compañeras de cuarto y mejores amigas." Dejé mis propios utensilios sobre la mesa y me froté el estómago. "Eso estuvo bueno, pero ahora estoy llena."

Su mirada pasó de mi mano a mi estómago, dirigiéndose por último al plato. Tenía esparcidas unas cuantas migajas que escaparon de mi tenedor.

"No sabes lo aliviado que estoy de que no seas una de esas chicas que pretende no tener apetito."

"Tengo un apetito muy saludable," sonreí. "Ahora, cuéntame más de ti, Edward. ¿Eres un nativo neoyorkino?"

Se recargó en la cabina, frotando su estómago lleno y plano antes de estirar sus brazos contra el respaldo y ponerse cómodo. Cuando estiró sus largas piernas bajo la mesa, rozaron las mías.

"Crecí en el lado este, y como tú, una vez que mis padres desalojaron el departamento, yo lo tomé—bueno, mi hermano mayor y yo lo tomamos." Hizo una mueca.

"Oh, oh. ¿Detecto una complicada relación entre hermanos?" Dije bromeando.

Me sonrió con suficiencia. "Jasper y yo nos llevamos bien—en su mayor parte. Es solo que él tiene algunos… hábitos con los que nunca me he llegado a sentir muy cómodo. Algunas veces, se me dificulta vivir con él." Jugueteó con una envoltura de pajilla vacía.

"Qué, ¿es desordenado y deja los calcetines sucios por todas partes?"

Sacudió su cabeza. "Nah. Es muy ordenado."

"¿Es terrible para pagar la mitad de los gastos de la casa?"

Edward soltó un resoplido. "No, es responsable con todo eso. Tiene un gran trabajo en Wall Street." Pasó una mano por su cabello rebelde.

"¿Bebe la leche directamente del envase mientras trae puesta ropa interior? Vamos, Edward, ¿qué es?"

Edward se rio alegremente. "Bueno, si debes saberlo, trae a casa a una chica diferente cada fin de semana. Y ya que las paredes en los edificios antes de la guerra eran muy delgadas, los escucho fo—"

"¡Eww, ya entendí, ya entendí!" Levanté una mano para interrumpir la explicación, mientras Edward aullaba divertido. "Tu hermano es un mujeriego, y te ves forzado a dar fe de sus conquistas semanales."

"Lo entendiste bien." Me guiñó un ojo.

"¿Es… un rasgo familiar?"

Por unos segundos, Edward solo me sostuvo la mirada. Luego, se acercó y tomó mis dos manos, entrelazando sus dedos con los míos.

"Desde que tengo memoria, mi papá ha engañado a mi mamá."

Se me escapó un suave jadeo.

"No te preocupes, a ella nunca le importó. Mi papá, Carlisle Cullen, es un conocido cirujano plástico muy respetado, y a diferencia de tu mamá, el único objetivo de soltera de Esme Platt fue conseguirse un esposo rico. Ella es de sangre azul y nunca ha trabajado un día de su vida—ni para una agencia de publicidad ni para una de bienes raíces. Como gratificación, las habilidosas manos de mi papá la mantienen perturbadoramente joven. Esas son las compensaciones para mi mamá." Se encogió de hombros. "Y si cualquiera de las características de mis padres son rasgos familiares, me pasaron por alto. Bella, no he tenido una novia en un tiempo. He estado ocupado con mi carrera. Pero cuando he tenido una, ella es la única. No soy del tipo que engaña o que pasa de una chica a la siguiente."

"Es bueno saberlo," dije entre mi aliento. Todo el tiempo mi corazón repiqueteó en mi pecho.

"¿Y tú, chica Jersey?" Murmuró. "¿Hay algún hombre en tu vida?"

"No," respondí bajito, "no por algún tiempo. Como dije, la escuela me mantiene ocupada. Además, nadie ha captado mi interés; al menos, no hasta…"

Él levantó su mano y metió un rizo de cabello húmedo detrás de mi oreja, su mirada fija en sus dedos. "Es muy bueno saberlo."

Nos encargamos de la cuenta y entonces nos abrigamos y volvimos a salir al frío. Los días más cortos del invierno significaban que para el atardecer, las farolas ya estaban encendidas. Las luces de la ciudad titilaban junto con la nieve, y el cielo oscuro simplemente realzaba la imagen. Por otro lado, los cielos podrían haber estado ardiendo esa noche, y lo habría encontrado encantador. Las calles resplandecían después de la nevada, un fondo negro y blanco interrumpido solo por los luminosos semáforos. Niños arrojaban bolas de nieve, y perros corrían a atraparlas. Las ramas secas de los árboles en la acera brillaban como si portaran diamantes congelados.

Una vez más, Edward tomó mi mano en la suya, ambos prescindiendo de nuestros guantes.

"Entonces, ¿qué haces exactamente para ganarte la vida, Edward?"

Acomodó mi gorro sobre mis orejas antes de responder. "Soy un ingeniero de construcción con Hábitat para la Humanidad."

"Entonces, ¿trabajas de tiempo completo con HPH?"

Asintió.

"Tengo entendido que involucra viajar mucho."

"Sí. He trabajado por todo el país así como en el Caribe y en Latinoamérica." Un profundo suspiro se le escapó abruptamente.

"¿Siempre fue tu plan trabajar con la organización?"

"No, para nada. Simplemente vivía de la forma que los chicos mimados del lado este suelen hacerlo." Bajó la vista a sus botas y pateó la nieve. "No tenía un verdadero plan además de lo básico: terminar el instituto, ir a la universidad, muy probablemente seguir los pasos de mi papá—profesionalmente hablando," subrayó. "Tú sabes, ese tipo de cosas. Luego, ocurrió esa súper tormenta en tu estado de nacimiento, que no voy a mencionar por nombre, chica Jersey, pero ambos sabemos de qué estado estoy hablando." Me dio una sonrisa burlona. "Un amigo mío se ofreció a ayudar con los esfuerzos de limpieza y reconstrucción a través del HPH. Estaba aburrido, así que lo acompañé, y…" Me miró con timidez, "y simplemente encajó conmigo—o yo lo hice. Me dio un propósito." Se encogió de hombros, y vi que su manzana de Adán subía y bajaba. "Hasta hoy, pensé que era la mejor decisión que había tomado," murmuró.

"Sin duda, ese es un gran giro en tu meta profesional—de cirujano plástico a humanitario."

Cuando se encogió de hombros otra vez, le respondí como él lo había hecho antes cuando mencioné el programa STEM. Pero debido a la diferencia de estatura, tuve que meterme bajo su barbilla y caminar hacia atrás mientras esperaba que encontrara mi mirada.

"Ahora es tu turno de no restarle importancia a las cosas porque creo que todo eso es realmente increíble, Edward. Todo."

Soltó un resoplido y dejó de caminar, dándole a mi mano un pequeño tirón para acercarme.

"Disfruté de ser voluntaria," le dije, "y definitivamente voy a hacer un esfuerzo por hacer lugar para algo de tiempo de voluntariado, sin importar lo frenético que se ponga mi horario. Pero, Edward, tengo que ser honesta contigo."

"Adelante," me dio una suave sonrisa.

"No soy una persona altruista. Verás, tengo un plan de diez años—El año 1 comenzó con mi primer año en la universidad. Estoy en una carrera de cinco años de maestría. Este verano voy a aplicar a pasantías en todas las empresas líderes en tecnología aquí en Nueva York, y sé que al menos una me ofrecerá algo. Después de unos años de ocupar un puesto donde sea respetada y valorada por mi mente y por el hecho de que soy una mujer en lo que antes se consideraba un dominio de hombres, voy a aventurarme por mi cuenta, y voy a crear algo asombroso. Todavía no sé qué, pero sé que será increíble. Luego, para cuando tenga veintiocho, habré demolido totalmente y volado a través del denominado techo de cristal (3). Es una meta egoísta, y al centro de este triunfo no hay nadie más que yo."

Echó su cabeza hacia atrás y aulló de la risa, pero antes de que pudiera enfurecerme por la indignación, Edward rodeó mi cintura con sus brazos y me miró.

Hay momentos en la vida que se quedan contigo—no tanto como imágenes, no. Algunas veces, estás tan atrapado en el momento que apenas eres consciente de las imágenes. Después, todo lo que recuerdas son las sensaciones.

Además de su risa profunda, no puedo recordar exactamente cómo se veía Edward en ese momento. Pero recuerdo el calor ardiente donde sus manos sujetaron mi cintura, a pesar de lo que sé ahora fue una noche fría récord. Si cierro mis ojos, aún puedo respirar el aroma de la nieve de la temporada navideña en las aceras de la ciudad combinado con el aroma de él. Puedo recordar la sensación de mariposas danzando en lo profundo de mi vientre lleno de macarrones con queso. Si me esfuerzo lo suficiente, incluso puedo sentir el cambio del latido de mi corazón antes razonable a un ritmo furiosamente errático.

Todo junto es uno de mis recuerdos más atesorados, porque fue ese momento que llega solo una vez en la vida, y si eres extraordinariamente afortunado. Es el momento cuando te enamoras por primera vez. Pero es más que eso. Porque en ese maravilloso momento, realmente crees en la absoluta perfección de la persona a la que voluntariamente le has entregado tu corazón. Y junto con esa convicción, por ese único momento perfecto, todo el mundo es una extraordinaria e ilimitada utopía.

"Ese es un plan muy detallado, Bella Swan, ¿y qué si es egoísta?" Edward dijo apasionadamente. Su pecho subía y bajaba. "Me encanta el hecho que tengas metas y un plan muy detallado para alcanzarlas. Y me encanta que se centra en ti, y no te disculpas por ello. ¿Y sabes qué más? Yo… yo…"

Rodeado por la nieve recién caída de la temporada navideña, Edward Cullen agachó su cabeza y rozó sus labios con los míos, de un lado al otro, chupando con ternura uno y luego el otro, y diciendo mi nombre entre su aliento.

"Bella…"

Cuando se apartó, me dejó más que un poco aturdida, todo frente a mí se puso borroso y resplandeció de la forma en que las cosas lo hacen cuando te quedas mirando un árbol de Navidad por mucho tiempo.

"Bella, hay algo en lo que probablemente debí haberme sincerado antes, pero nunca imaginé que sería de esta forma, así de rápido, y luego… simplemente no pude pensar claramente."

Parpadeé y sonreí. "¿Qué pasa?"

Pasó saliva. "Me voy para Katmandú mañana por la mañana. HPH inicia su primera fase de un proyecto de cuatro años ahí. Es un importante desarrollo de viviendas, y estaré dirigiendo la construcción. Me he comprometido por un total de cinco años."

Supongo que debo haberme quedado ahí, mirándolo sin decir nada, por una considerable cantidad de tiempo.

"Di algo, por favor."

Mi frente se arrugó. "La geografía nunca ha sido mi fuerte. Estoy tratando de entender dónde… cuando dices Katmandú, ¿te refieres… a Nepal?"

"¿Hay otro Katmandú?" Frunció el ceño como si sinceramente no estuviera seguro.

"Esperaba que te refirieras a Katmandú, Florida."

"¿Hay un Katmandú en Florida?"

"No sé si hay un Katmandú en Florida," me encogí de hombros, "pero tienden a poner a sus ciudades el nombre de lugares internacionales, ¿cierto? Hay un Petersburgo, Florida; Hyde Park, Florida."

"Hollywood, Florida," agregó.

"Ese no es internacional."

Edward soltó un resoplido. "Cierto, pero mis padres viven en Hollywood, Florida."

"¡Oye, mis padres también viven en Florida! Son amantes de la nieve que pasan el invierno en Miami. Mi hermano y su esposa se mudaron ahí el año pasado."

Sí, estaba consciente que estábamos ignorando el verdadero problema.

"Esa es una coincidencia—la parte de los padres en Florida, no la parte de amantes de la nieve o lo del hermano que está allá. Mis padres viven ahí todo el año. Tienen una casa y un yate en la playa. Y como dije, mi hermano y yo compartimos—o supongo que después de mañana, él compartirá—el departamento aquí en Nueva York. Pero sí, la existencia de Katmandú en Florida definitivamente habría facilitado las cosas."

Nos quedamos callados por unos segundos antes de estallar en un ataque simultáneo de risa que liberó la tensión.

"Katmandú," repetí. "Siento como si hubiese dicho esa palabra más veces en los últimos dos minutos de lo que lo he hecho en los últimos veintidós años."

"Probablemente es así. No es una palabra que surja a menudo en una conversación normal."

"A menos que vivas ahí, o a menos que tengas un amigo de nombre Kat, que hable inglés y le digas algo como, 'Kat, man, do you really have to do that? O, 'Kat, man, do you know what time it is (4)?"

Edward se me quedó mirando. Luego, besó la punta de mi nariz helada y frotó mis hombros.

"Ven, vamos a sacarte del frío. Empiezas a temblar."

Asentí despacio, a pesar de que no estaba temblando por el frío. "Sí. Sí, probablemente debería irme a casa."

OOOOOOOOO

Edward tomó el tren al centro conmigo, al departamento de una recámara que compartía con Alice en el bajo lado este. Para cuando subimos los escalones para salir del subterráneo, la nieve inmaculada se había convertido en una desagradable aguanieve. Coches y taxis virando bruscamente dejaban huellas de neumáticos en zigzag, patrones en relieve pintados en hielo y tierra negra. De pronto, la ciudad no se veía muy bonita.

Él me besó otra vez frente a las puertas de cristal del edificio, acunando mi rostro entre sus cálidas manos enguantadas mientras yo sujetaba sus manos y nuestros labios se encontraban y se alejaban… se encontraban y se alejaban. Riley, el administrador del edificio recorrió el vestíbulo y no ocultó que observaba.

Sin aliento, me aparté. "Te invitaría a subir, pero probablemente no es una buena idea considerando que es posible que mi compañera de cuarto esté arriba, y solo tenemos una recámara—ni siquiera paredes delgadas entre las dos, como tú y Jasper."

Asintió, una sonrisa mucho más sobria en su rostro. "Y probablemente no es una buena idea, considerando a Katmandú."

"Sí," solté un resoplido, "también está eso."

Suspiró. "¿Puedo llamarte desde el aeropuerto mañana por la mañana?"

"Por supuesto," sonreí.

"Y… ¿puedo mantenerme en contacto contigo mientras esté en Katmandú?"

"Me gustaría eso."

"Gracias," dijo entre su aliento como si se sintiera aliviado. "Pero Bella, por favor, no te lo tomes a mal si no escuchas de mí a menudo, sobre todo al principio. Va a haber mucha estructuración inicial, visitas al terreno, reuniones—"

"Edward," me reí entre dientes, aunque en realidad, quería golpear algo, "también voy a estar ocupada. Van a ser mis últimos meses de pregrado. Luego, voy a iniciar una pasantía, y mi maestría, y… mira," le dije, inhalando profundamente, "no hagamos promesas que tal vez no podamos cumplir. Vamos a acordar que nos mantendremos en contacto, pero estaremos a más de ocho mil kilómetros y veinte horas de distancia."

Su rostro decayó. "Son más de ciento veinte mil kilómetros y diez horas y cuarenta y cinco minutos de separación."

"¿Más de ciento veinte mil kilómetros y diez horas y cuarenta y cinco minutos? ¡Esa diferencia de tiempo ni siquiera tiene sentido! ¿Qué demonios le pasó a los otros quince minutos?"

"Es una buena pregunta. En verdad, no lo sé."

Se me escapó una risa sin alegría. "Maldición. Katmandú."

"Sí, maldito Katmandú."

Arqueé una ceja. "Eso no fue lo que dije. Dije 'Maldición'. Luego hice una pausa, que señaló un punto antes de que agregara 'Katmandú', o sea 'maldición, hasta Katmandú,' no 'Katmandú, maldito seas.'"

"Además de ser inteligente y hermosa, también estás un poco loca. Bella Swan, ¿puedes ser más perfecta?" Una vez más, besó mi nariz.

"Edward, ¿planeas venir a casa de visita?"

"No lo tenía planeado, Bella. Al menos, no a menudo. Como dije, voy a estar inundado de trabajo. Te metes en esto a sabiendas que probablemente estarás inundado de trabajo durante todo el periodo del compromiso. Estos programas generalmente carecen de los fondos y personal suficientes. Y para hacer viajes como ese—"

"No, lo entiendo. Por supuesto que sí."

Tomó mis manos. "Pero eso fue entonces, Bella, antes de conocerte."

Pasé saliva. "Sin promesas, ¿recuerdas? Estarás ocupado, y yo también."

Sus hombros parecieron relajarse. Pero cuando me atrajo, no había nada dulce, inseguro ni tierno en la forma en que separó mis labios con su lengua, gimiendo al reclamar hambriento mi boca. Después, me apretó contra su pecho y besó la cima de mi cabeza.

"Bella, ¿por qué demonios no pude haberte conocido hace un año, incluso hace unos meses, antes de ofrecerme como voluntario para este trabajo? Me hubiese quedado mucho más cerca de casa si hubiera sabido que existías."

"¿Como en Nueva Jersey?" Le sonreí con suficiencia. "Es solo al otro lado del río, pero prácticamente allá es otro país."

Su risa resultante fue más que un poco melancólica. "Sí, chica Jersey. Por ti, aceptaría un trabajo en las salvajes tierras de Jersey."

"Aunque, no puedo asegurarte que te hubiese visitado en NJ. Hice algo así como un voto de nunca volver a poner un pie en NJ si puedo evitarlo."

"De acuerdo," murmuró bajito, "tal vez no en Nueva Jersey entonces." Deslizando su dedo índice bajo mi barbilla, elevó mis ojos y me clavó la mirada. "Te llamaré por la mañana después que haya pasado por aduana."

"De acuerdo."

"De acuerdo." Él se veía como si quisiera decir más. "Duerme bien, Bella Swan."

"Tú también, Edward Cullen," sonreí.

Entonces… con un último beso… Edward Cullen agachó su cabeza, metió sus manos en sus bolsillos, y salió a la noche pos-Navidad con nieve medio derretida en Nueva York.


(1) Hábitat para la Humanidad, es una organización no gubernamental y no lucrativa internacional, la cual fue fundada en 1976. Sus miembros construyen viviendas sencillas, decentes y fáciles de mantener, para personas de escasos recursos en diversos países del mundo. Su sede administrativa internacional se encuentra en Atlanta.

(2) El término STEM es el acrónimo de los términos en inglés Science, Technology, Engineering and Mathematics (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). El término fue acuñado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos en los años 90. El término STEM, a secas, únicamente sirve para agrupar a las 4 grandes áreas de conocimiento en las que trabajan científicos e ingenieros. El concepto "Educación STEM" se ha desarrollado como una nueva manera de enseñar conjuntamente Ciencia, Matemáticas y Tecnología (en general, no solo informática).

(3) En los estudios de género, se denomina techo de cristal a la limitación velada del ascenso laboral de las mujeres al interior de las organizaciones. Se trata de un techo que limita sus carreras profesionales, difícil de traspasar y que les impide seguir avanzando. Es invisible porque no existen leyes o dispositivos sociales establecidos y oficiales que impongan una limitación explícita en la carrera laboral a las mujeres.

(4) Kat, hombre, ¿de verdad tenías que hacer eso? O, Kat, hombre, ¿sabes qué hora es? – esta es la traducción de lo que dijo Bella, pero obviamente es en inglés que al decir esto, con las tres primeras palabras se forma la palabra Kat- man- do o Katmandú.


Aquí la tienen, después que no tenía nada que traducirles como regalo de Navidad, gracias a Eri leí esta historia y me animé a pedírsela a pattyrose y por suerte, ella me dio el permiso :) Espero que hayan disfrutado de este primer capítulo, como verán no es una historia de amor común, ya que se conocen un día antes que él parta al otro lado del mundo a cumplir con un compromiso de cinco años. Muchos dicen que el amor a larga distancia no sobrevive, pero hay algunos que han probado que no siempre es así. Veamos cómo les va a Bella y a Edward, cinco años no son pocos.

De antemano, muchas gracias por sus reviews, follows y favoritos. Como ya se habrán dado cuenta, cada vez hay menos autoras y traductoras en el fandom y no hace falta decir cuál es la razón tras de ello. Solo piénselo, su dedicaran de su tiempo a organizar una fiesta para una amiga y ella ni siquiera le diera las gracias, ¿desearían volver a hacerlo? Autoras dedican de su tiempo y talento para su diversión y las traductoras, aunque no escribieron la historia, sí buscan las historias que pudieran gustarles a ustedes, piden permiso, arriesgándose a recibir un 'no' por respuesta, que les aseguro no es algo agradable, y luego dedican horas de su tiempo para traducir de una forma que sea comprensible para ustedes. Considerando esto, tomarse unos minutos, escribir un gracias y lo que te gustó de la historia y enviar, no es mucho pedir, ¿no creen? Sean agradecidas, mantengan vivo el fandom con sus reviews.

Dicho esto, estaré esperando los suyos para leer pronto el siguiente capítulo ;)