Y no podemos pasar por alto el descargo de responsabilidad requerido. Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la trama de la historia a la grandiosa autora pattyrose, yo solo traduzco.

Y como siempre, gracias a mi querida amiga y Beta Erica Castelo por ayudarme con mis horrores :P


Cuatro años después: Katmandú—El día después de Navidad

Al escabullirme por el pasillo del primer piso del edificio principal del Parque TI, le ofrecí una sonrisa distorsionada a los diferentes rostros que pasé—algunos conocidos y otros no. Siguiéndome a unos metros detrás, los tacones de Jess resonaron en los pisos pulidos de madera.

"Bella, espera. ¡Espera!" Siseó.

Cuando di vuelta a la esquina, me eché a correr a toda velocidad, maldiciendo mentalmente a los inventores de los zapatos de tacón y las faldas estrechas, y luego me maldije a mí misma por amarlos. Para cuando abrí la puerta del baño, me apresuré a entrar a la primera caseta y quité la mano de mi boca, arrojé el vómito tan rápidamente que apenas logré hacerlo en el inodoro. A media arcada, escuché la puerta del baño abrirse seguido de tacones cliqueando rápidamente sobre el piso. Cuando el golpe en la puerta de la caseta fue seguido de la voz de Jess y solo la voz de Jess, le agradecí a cada deidad posible.

"Bella, ¿estás bien?"

"Sí." Solo podía esperar que me comprendiera entre las arcadas. Finalmente, cuando expulsé todo lo imaginablemente posible, me enderecé, arreglé mi blusa y mi falda, y respiré hondo. Abriendo la puerta de la caseta, me encontré con los grandes ojos negros y ansiosos de Jess.

"¿Qué, por todos los cielos, fue eso?"

"Eso fueron nervios." Con una sonrisa forzada primero, cubrí mi boca y la rodeé hacia el dispensador de agua, llenando un cono de papel hasta el borde. Sentí la mirada escrutadora de Jess en mí a través del espejo mientras enjugaba mi boca en el lavabo. Cuando terminé de enjuagarme, empapé una toalla de papel con agua del grifo y permití que mis ojos encontraran los de ella.

"Es una semana monumental."

"Lo es," Jess concordó, "pero has estado preparada para esto por años."

Pasé la toalla mojada de papel sobre mi frente, bajando por mis mejillas, y alrededor de mi boca. "Sí, pero aún estoy nerviosa por ello."

Jess soltó un resoplido. "Siempre te imaginé más emocionada que nerviosa por la apertura del Parque TI Nepal."

Desviando mi mirada de ella, en vez de eso miré mi sonrojado reflejo. Al mismo tiempo, mi mente divagó al último día completo que pasé como una residente permanente de la Ciudad de Nueva York, otro día monumental hace solo un poco más de un año…

"Así que, aquí estamos, en la boda de tu hermano—un hermano que, por todo lo que he escuchado, alguna vez fue el más juguetón de los dos. Pero, de algún modo, él logró convencer a Ally de casarse con él y ellos no han estado juntos por tanto tiempo como tú y mi Bella."

Por casualidad escuché parte de esa tontería pasiva-agresiva que mi padre escupió mientras yo recorría la colosalmente magnífica carpa de color marfil montada en una de las azoteas del más elevado de los penthouses de Tribeca. Sí, las costumbres de MR de Jasper pueden haber quedado atrás, pero su romance con lo llamativo y ostentoso evidentemente seguía en pleno efecto. A pesar de ser finales de otoño, había insistido en montar una carpa en la azotea del edificio en vez de celebrar la recepción en interiores, porque la azotea mostraba una vista espectacular de Manhattan. La carpa brillaba con luces blancas y resplandecientes candelabros, rebosante con costosa champán y todo tipos de flores blancas, y estaba realmente cálida y acogedora gracias a los calentadores portátiles y la alegre multitud de invitados.

Tenía que admitirlo, Jasper había tenido razón. Era hermoso, y la evidente felicidad de él y Alice era la cereza del pastel.

Cuando escuché a mi papá y a Edward, estaban en el área del bar dentro de la carpa, ambos en esmoquin, y los dos con una mano metida en un bolsillo mientras sujetaban sus respectivas bebidas con su otra mano. Estaban de espaldas a mí, y naturalmente, tan pronto como escuché lo que escuché, me quedé quieta y en silencio.

Edward se rio entre dientes de una forma que reconocí como engañosamente despreocupada. "Charlie, si me detuviera a contar las muchas veces que le he pedido a tu hija que se case conmigo en los últimos tres años, necesitaría contar también con los dedos de mis pies."

Al parecer, incluso el alcohol de primera soltaba las lenguas.

"Mm," refunfuñó. Su silencio posterior me dio la esperanza de que hubiese dejado el tema, pero tan pronto como levanté una mano para tocar el hombro de Edward—quería bailar—Charlie continuó, y retiré mi mano.

"No me agrada, Edward. Estoy completamente en contra de esta mudanza a Nepal, y nunca he pretendido lo contrario. Por supuesto, Renee está muy ilusionada, porque en su deseo de vivir indirectamente a través de Bella, no puede ver todos los contras."

"Contras, ¿cómo cuáles?" Preguntó Edward.

"No me malentiendas, hijo. Por supuesto que estoy orgulloso del trabajo de Bella en los últimos años y todos sus esfuerzos al reunir grandes mentes para reducir la brecha tecnológica por allá. Y también estoy orgulloso del trabajo que haces. Pero Bella es mi pequeña, Edward, y va a ser un mundo diferente allá para ella.

"Ella lo entiende, Charlie; ambos lo hacemos."

"No, escúchame." Charlie sacó la mano de su bolsillo y la posó en el hombro de Edward. "Hacer de Nepal su hogar permanente es muy diferente de viajar de aquí para allá, de la forma en que lo han hecho ambos los últimos años. Quiero decir, toma a Renee y a mí por ejemplo, cuando nos mudamos a Nueva Jersey después que Emmett nació. Incluso eso fue una adaptación difícil para Renee."

"Sí, porque era Nueva Jersey," murmuré bajo mi aliento.

"Yo solo… me sentiría mejor al respecto si al menos, ella estuviera casada, si tuviera un esposo que cuidara de ella."

Puse los ojos en blanco.

"Ahora, sé que suena anticuado, y sé que a Bella muy probablemente le daría un ataque si me escuchara, pero si supiera que ustedes dos tienen ese tipo de firme compromiso el uno con el otro—"

"¿Mudarnos juntos a ciento veinte mil kilómetros de distancia no demuestra un firme compromiso entre nosotros?"

Mi cabeza se echó ligeramente hacia atrás al escuchar eso—aunque era el argumento que siempre le daba a Edward cuando él me proponía matrimonio en broma.

Sin embargo, mi papá continuó como si Edward no hubiese hablado. "Si supiera que siempre podrán contar el uno con el otro, me sentiría un tanto tranquilo sobre todo este fiasco."

No podía ver la expresión de Edward, pero vi la intensa elevación y caída de sus hombros, y escuché su profunda inhalación y exhalación, lo que me dio una muy buena idea de sus pensamientos. Por mi parte, estaba preparada para estirar mis manos y estrangular a mi padre para ahorrarle a Edward el problema, cuando él habló con mucha más compostura y… empatía de las que yo hubiese demostrado.

"Charlie, no es mi intención quitarle mérito a mi hermano y Alice, y definitivamente no hoy el día de su boda. Estoy contento por ambos, sobre todo por Jasper porque como su hermano, sé lo mucho que Alice significa para él. Pero te diré en este momento, con certificado de matrimonio o sin él, no hay dos personas en este mundo más comprometidas el uno al otro que Bella y yo."

Sonreí suavemente.

"Si lo que te está molestando es la preocupación que sin un pedazo de papel oficial, no cuidaré de Bella con mi vida, que no estaré ahí para ella, o que no la haré mi prioridad por sobre todas las cosas, entonces puedes estar tranquilo, porque ya hemos estado haciendo todas esas cosas por el otro por años, incluso sin ese pedazo de papel. Una vez más, sin quitarle mérito a mi hermano y a Alice, pero Bella y yo no necesitamos un certificado o una fiesta elegante para saber que estamos cien por ciento comprometidos el uno con el otro."

"Aw, Edward, es más que eso," dijo mi papá.

"Charlie, no puedo obligarla a casarse conmigo. Tampoco creo que tú apreciarías eso," Edward soltó un resoplido.

"No, sé que no puedes hacer eso. Lo sé. Pero… ¿y si esto es un error, Edward? ¿Y si ella se va contigo en unos días, y en unas semanas o unos meses, se da cuenta que cometió un error?"

"Entonces, si ella cometió un error, lo resolveremos juntos."

"No me extrañaría que sea demasiado obstinada para admitir su error."

"Oh cielos," dije entre mi aliento rodando los ojos.

"Aún más probable…" Charlie exhaló, "Edward, no admitiría su error porque no querría arruinar las cosas para ti. Se quedaría y trataría de hacerlo funcionar, pero todo el tiempo se sentiría miserable, y nosotros ni siquiera lo sabríamos."

De nuevo, abrí mi boca, ahora con mis manos en garras, pero Edward me ganó.

"Yo lo sabría." La confianza en su tono hizo que me recorriera una cálida sensación de orgullo. "Charlie, no sé cómo asegurarte que Bella y yo ya hemos previsto todas tus preocupaciones, además de pedirte que le des tiempo al tiempo. Sí, nos vamos el domingo, y sí, eso es todo."

La mano de mi papá cayó del hombro de Edward.

"Enviamos sus cosas por delante. Con Alice y Jasper casados ahora, el departamento se vació y alquiló. Así que, sí, Charlie, al llegar el domingo, Bella y yo vamos a abordar un avión a Nepal. Sí, va a ser un cambio enorme para ella. Y sí, muy probablemente pasará por momentos difíciles mientras se acostumbra a realmente vivir allí. Pero Charlie, Bella y yo," Edward dejó su cerveza en la barra con un ruido sordo y se acercó a mi papá—"hablamos. Nos comunicamos. Si pasa el tiempo y ella no se aclimata a vivir allí o nuestro nuevo vecindario, o si simplemente tiene que renunciar a Nepal por cualquiera que sea la razón, ella me lo dirá. Y haré lo que sea mejor para ella… para nosotros." Se retiró. "Es todo lo que puedo asegurarle, señor, y que amo a Bella. La extraño cuando no está conmigo, y ella me extraña, por un loco y descabelladamente afortunado capricho del destino, compartimos más que una pasión romántica, una pasión por lo que hacemos. De modo que, sí, vamos a llevarlo hasta el límite y darle a todo una oportunidad." Edward palmeó el hombro de mi papá comprensivamente.

Mientras tanto, quería dar saltos y aplaudir en mi vestido de alta costura y zapatos de tacón. Quería gritar unos hurras y vivas y todo tipo de gran ovación. También lo habría hecho, si Esme Cullen no me hubiera visto justo en ese momento.

"¡Bella! ¡Bella, querida, ven a conocer a una buena amiga mía!"

Esme y yo ya nos habíamos saludado antes de la ceremonia. Lo que es más, no era la primera vez que ella y yo nos veíamos desde la noche de la Gran Subasta de Caridad en Miami, unos años atrás.

Un día, unos meses después de mi decisión de mudarme a Nepal, Esme apareció afuera del edificio de mi oficina. Disculpándose vagamente por la intromisión, me rogó que almorzara con ella. Luego, en el almuerzo, me imploró entre lágrimas que no me mudara a Nepal para que Edward se viera forzado a regresar en un par de años cuando su compromiso original de cuatro años terminara. Cuando le dije que no quería ser parte de sus intrigas manipuladoras, simplemente me suplicó que fuera buena con su hijo.

Para entonces, más o menos entendía a Esme Cullen. Era una hermosa mujer de apariencia perturbadoramente joven, rica y de sangre azul que nunca había tenido que trabajar en nada, y que estaba acostumbrada a conseguir todo por su apariencia o su dramatismo. Y por mucho que amara a su hijo más joven, no comprendía por qué ninguno de sus métodos comprobados funcionaba en su hijo.

Después de eso, cada pocos meses, y al menos una vez siempre que Edward estaba en la ciudad, almorzábamos juntas. Algunas veces, las cosas que decía me dejaban mordiendo mi puño para evitar un choque de puntos de vista inmensamente contrarios. Su estilo de vida simplemente era muy diferente a la mayoría de mis experiencias de vida. Y aunque Edward nació en ese mundo, la vida que llevaba ahora tenía un contraste tan marcado que algunas veces él tartamudeaba o su rostro se ponía rojo, y en ocasiones incluso tiraba de su cabello con tanta fuerza con sus puños que de verdad arrancaba hebras broncíneas en su esfuerzo por olvidar sus comentarios más locos. Alice, que tenía poca o ninguna paciencia con su nueva suegra, me preguntó una vez por qué me molestaba cuando Edward y yo pronto haríamos nuestras vidas en otro continente.

Porque, a pesar de sus diferencias, Edward amaba a su madre. Era por él que hacía el esfuerzo.

Lamentablemente, ninguno de los intentos de reconciliación mencionados aplicaba a Carlisle Cullen. Si el que Edward aceptara una posición humanitaria temporal en Nepal abrió aún más la brecha ya existente entre padre e hijo, la estabilidad de ese trabajo hizo la brecha casi insuperable. Hubo poca comunicación entre Edward y su padre en los últimos años, con ningún intento significativo de ninguna parte. Pero las bodas eran bodas. Unían a las familias, voluntariamente o contra su voluntad.

Al escuchar la voz de su madre, Edward se volvió y me vio detrás de él.

"¿Todo está bien?"

"Sí, sí. Tu mamá solo quiere presentarme a alguien."

Sonrió con suficiencia. "Si se pone rara, solo dile que te estoy esperando." Entonces se volvió de nuevo hacia mi papá, y yo, lamentablemente, me vi forzada a alejarme.

Unos veinte minutos más tarde, después que finalmente me zafé de las enjoyadas manos de Esme y de su amiga, de sus gesticulaciones dignas del Óscar y su conversación, me encontré sola frente a la valla de concreto de la azotea. Las notas de la música de la banda salían de la carpa y flotaban en la brisa fría. El sol y los calentadores de exteriores había mantenido la azotea bastante acogedora a pesar de ser finales de noviembre, pero el sol se estaba poniendo tras el incomparable horizonte de Manhattan, arrojando un resplandor naranja en forma de domo alrededor de los rascacielos de acero. Me recordó las esferas de nieve que le llevo a Jess cada vez que me encuentro en Nepal.

"Ahí estás."

Miré por encima de mi hombro y sonreí al ver a mi mamá. "No sabía que estaba perdida."

"Todos te están buscando, cielo. Casi es hora para los brindis."

"Oh, no me di cuenta que se estaba haciendo tan tarde." Sacudiendo mi cabeza, me volví nuevamente hacia el horizonte, abrazándome contra el frío que siguió al sol que desaparecía. Por unos momentos, mi mamá se quedó en silencio junto a mí antes de dejar escapar un profundo suspiro.

"Sin duda es una hermosa vista, ¿no es así?"

"Lo es."

"Es incomparable."

No respondí en seguida. "No estoy segura de eso. En Nepal, el sol se pone tras el Himalaya; aunque algunas veces puedes verlo a través de la neblina y el esmog, y otras no."

Se rio entre dientes. "Suena como Nueva York."

"Sí; algunas veces me recuerda los rascacielos."

"Me lo puedo imaginar," dijo bajito. Sentí su mirada en mí. "Siempre supe que se necesitaría de algo enorme para que dejaras Nueva York. Pero, lo hiciste, cielo. Convenciste a algunas de las más grandes firmas en tecnología a patrocinar tu proyecto. La construcción y preparación están en curso, y pronto, vas—"

"Mamá, ¿alguna vez te has arrepentido?"

"No, cariño. Ni por un segundo."

Su respuesta salió tan rápida e intuitivamente como lo hizo mi pregunta, como si la estuviera esperando, como si supiera exactamente a lo que me refería, y como si siempre hubiese sabido que preguntaría.

"No dudo de él." El sol se deslizó detrás de la gloriosa Freedom Tower y la iluminó con un resplandor divino casi reverente. "Nunca de él. ¿Pero y si… y si fallo allá? ¿Y si extraño esto demasiado?"

"Entonces, tú y Edward lo resolverán."

Una débil sonrisa curveó mi boca temblorosa. "Escuché las preocupaciones de mi papá."

"Bella…" Me rodeó con un brazo, y descansé mi cabeza en su hombro. "Tu papá te ama tanto que olvida cómo es cuando eres joven y tienes que tomar decisiones por ti mismo. No te tomes muy a pecho las dudas de tu padre, mi amor." Sus labios rozaron mi frente. "Es tu vida y tú decides qué hacer con ella."

Cuando mi mamá empujó delicadamente mi cabeza de su hombro y me dio la vuelta, tuve que mirar hacia arriba para encontrar sus ojos azules, a pesar de mis zapatos de tacón. Ella tenía piel blanca como la mía, pero su cabello se acercaba más al negro que al castaño de mi papá y el mío—un castaño que igualaba al de nuestros ojos. Alta y elegante de una forma en que en realidad nunca había considerado, ahora noté que era mucho más el parecido físico que compartía con Emmett que conmigo. Esa velada, no era la madre del novio ni jamás se había hecho alguna cirugía, sin embargo, el elegante vestido negro que traía puesto le quedaba espléndidamente, y su rostro todavía atractivo resplandecía bajo la luz tenue.

"Mamá, ¿cuándo fue la última vez que te dije lo mucho que te admiro?"

Acarició mi mejilla. "Bella—"

"Desde que puedo recordar, he visto las decisiones que tomaste como una advertencia de lo que no debía hacer."

"Oh, Bella," se rio entre dientes con ternura, el dorso de sus dedos acariciaron mi mejilla. "Sé que lo hacías."

"Como yo lo veía, tú estuviste muy cerca de tenerlo todo a la vez. Te graduaste como la mejor de tu clase en publicidad, conseguiste una pasantía increíble en Madison Avenue, lo tenías todo a tu alcance…"

Sonrió. "¿Te suena familiar?"

"Sí, así es," susurré, "de forma aterradora. Y en alguna parte del camino, decidí que no permitiría que me desestabilizaran como a ti."

"Es por eso que me alegra tanto que no alejaras a Edward cuando lo conociste. Por un tiempo, estuve un poco preocupada que en tu determinación por evitar lo que tú veías como mis errores, estuvieras alejando todas las otras posibilidades."

"Aun así," dije con un resoplido, "No permití que mi relación con Edward me frenara."

Sus dedos peinaron ligeramente mi cabello hacia atrás mientras tenía cuidado de no desordenar mi costoso peinado. "No creo que él hubiese querido eso."

"No, sé que no lo hubiese querido."

"Bella, cielo, mis elecciones de vida nunca debieron ser historias aleccionadoras, y lo siento si alguna vez hice que sonaran así."

"No lo hiciste, mamá. Fui yo. En mi mente, así fue como lo vi, que habías renunciado a tu sueño por papá y por nosotros. Pero ahora," mis ojos se desviaron de ella y se posaron en la carpa color marfil, las luces dentro provocaban que resplandeciera en el inminente ocaso, "Entiendo cómo te sentiste." Miré hacia atrás a ella y sonreí. "El camino que llevabas… era uno maravilloso, y habrías sido una increíble especialista en marketing; sé que lo habrías sido. Es solo que no te habrías sentido tan realizada como con el camino alternativo que seguiste."

Asintió despacio, la dulce sonrisa aún en su rostro. "La vida es una serie de elecciones, Bella. Afortunada, o infortunadamente, dependiendo de cómo vea uno las cosas, las elecciones no siempre son entre un camino correcto y uno incorrecto. Algunas veces, tienes dos elecciones perfectamente maravillosas frente a ti. Y en ocasiones, elegir una extraordinaria oportunidad significa cerrar la puerta de otra extraordinaria oportunidad. Como agente inmobiliario, ayudo a familias que apenas están empezando a encontrar la casa correcta con lo adecuado para ellos. Puede que no parezca mucho, pero ver su alegría cuando todo encaja… significa muchísimo para mí."

"Nunca me permití ver eso. Mamá… tú y yo no somos muy diferentes, ¿o sí?"

Su sonrisa se hizo más grande, lo que realzó las líneas de la risa provocadas por toda una vida de sonrisas—líneas de expresión que no desmerecían su belleza.

"Bella, si somos inusualmente afortunados, la satisfacción por la oportunidad que elegimos seguro compensa esas oportunidades que dejamos atrás. Me he preguntado; por supuesto, lo he hecho, pero nunca he mirado atrás, y espero que puedas ver la diferencia. Y… si tú eres inusualmente afortunada, espero que algún día puedas decir lo mismo."

Justo en ese momento, Edward salió de la carpa, con sus manos en sus bolsillos y frunció el ceño mientras su mirada esmeralda buscaba por la oscura azotea. El instante en que sus ojos me encontraron, el ceño fruncido se evaporó y en vez de eso una enorme sonrisa iluminó su guapo rostro. Casi podía ver el brillo en sus ojos, y sí, me dio un vuelco el corazón.

"Vamos, chica Jersey," me llamó, sonriendo y señalando con su mandíbula hacia la carpa. "¡Es hora de que la dama de honor y el padrino den sus discursos!"

Sí, he sido inusualmente afortunada.

"Creo… Creo que ya puedo hacerlo, mamá."

Más tarde esa noche, Edward y yo estuvimos solos en mi departamento. Habíamos donado todos los muebles grandes, salvo mi estrecho colchón individual, en el que Edward y yo pasaríamos nuestra última noche en Nueva York.

Alice y Jasper estaban pasando la noche en el departamento del lado noroeste. En la mañana, se irían a su luna de miel en Taití. Mis padres, Emmett, Rosalie, la pequeña Gracie, y el bebé Jonas volverían a Miami. Edward y yo tomaríamos un avión a Dubai, y luego a Nepal. Todos nos encontraríamos en el aeropuerto para despedirnos.

La tenue luz de la luna entraba por las ventanas descubiertas y hacía que las motas de polvo dentro danzaran libremente en lo que ahora era una habitación vacía. Las luces de la ciudad titilaban como estrellas. Edward estaba sentado en el estrecho colchón con sus fuertes piernas dobladas debajo de él y sus caderas flexionándose hacia arriba mientras sus dedos delineaban mi columna.

Y al elevarme y caer rítmicamente sobre él, agregué nuestra última vez haciendo el amor en este departamento a los dulces recuerdos de nosotros que llevaba conmigo desde el momento en que nos conocimos: sus gemidos guturales en mi oído combinados con el constante ruido de las bocinas; las brillantes luces de la ciudad jugando con el cabello bronce que agarraba con mis puños; el aroma residual del ambientador que Alice y yo siempre usábamos con el aroma del cuello húmedo de Edward.

Todo mientras, besaba su suave boca y tragaba su pesada respiración, incapaz de pensar claramente, pero eufórica porque sin importar qué, sabía que estaba en el camino correcto.

"Edward… Edward, cásate conmigo," dije entre mi aliento en medio de todo, mientras sus caderas se encontraban con las mías. Sus manos cayeron de mi espalda y agarraron mi cintura, deteniéndome.

Sus ojos esmeraldas me quemaban. "¿Por qué?" Su pecho subía y bajaba, respirando pesada y ruidosamente. "Creí… que no estabas… solo porque Alice y Jasper—"

"No tiene nada qué ver con Alice y Jasper," me reí entre dientes. "No tiene nada qué ver con las preocupaciones de mi papá. Cásate conmigo aquí o cuando volvamos a Nepal." Rocé mis labios de un lado al otro con los suyos. "Cásate conmigo discretamente o bulliciosamente." Dejé un rastro de besos por sus mejillas y bajando por su mandíbula. "Cásate conmigo con nadie o todo el mundo de testigo." Encontré sus ojos, mirando hacia abajo por nuestra posición. "Cásate conmigo porque te amo y tú me amas, y hemos sido tan inusualmente—"

"Sí," dijo entre su aliento, capturando mi boca ansiosamente. "Sí." Nos dio la vuelta en el estrecho colchón y me penetró profundamente. "Me casaré contigo, chica Jersey. Me casaré contigo."

"Gracias." Y por los siguientes fantásticos momentos siempre recordados, nos amamos bajo las luces y sonidos de la ciudad, y le agradecí una y otra vez.

La voz de Jess me sacó de mis recuerdos.

"¿Estás segura que son solo nervios?"

Dejando a un lado la húmeda toalla de papel, me acerqué al espejo para ver mi reflejo escarlata y suspiré.

"Muchas cosas dependen de esta presentación matutina. Hay mucha gente importante allá afuera."

"Gente importante que te adora, Bella, la agenda está establecida. El complejo abre oficialmente la próxima semana. Los patrocinadores, los ingenieros, los estudiantes, todos están listos y emocionados. Esta presentación es meramente una formalidad. En los últimos cuatro años, has planeado esto con extremo cuidado a cada detalle."

"Hemos planeado esto con extremo cuidado a cada detalle." Encontré su mirada a través del espejo y alcé una ceja.

Rodó los ojos. "Bien. Hemos planeado esto, y la única forma en que algo pudiera salir mal esta mañana es si—"

"¿Si vomito sobre todos en medio de la presentación?"

"Eso es asqueroso," dijo con una risita. "Pero sí, supongo que eso no se hace." Luego, frunciendo el ceño, me vio exhalar entre mis labios entrecerrados y colocar una mano en mi pecho.

"Bella, ¿estás—?"

La puerta del baño se abrió de golpe.

Edward estaba bajo el marco, y a pesar de las ligeras náuseas que todavía sentía en mi estómago, el verlo me calmó instintivamente y aceleró mi corazón otra vez.

Como Director de Hábitat para la Humanidad Nepal y un ingeniero constructor por oficio, Edward pasaba la mayor parte de sus días en jeans, camisetas, y botas de trabajo. De vez en cuando, sin embargo, cuando tenía reuniones, los trajes hacían su aparición. Durante los últimos cuatro años, esas reuniones se hicieron más y más frecuentes al trabajar en una asociación para poner en marcha el Parque TI Nepal. Y aunque ya habíamos estado viviendo juntos por un poco más de un año, cada vez que lo veía en traje, mi pulso se aceleraba.

Una vez más, mi mente divagó.

Fueron momentos agitados, seis meses antes. Edward y HPH acaban de comenzar una construcción en otro sitio, y Jess, yo y el resto de nosotros en el proyecto del Parque TI Nepal estábamos en medio de esos pequeños trabajos de preparación de último minuto al final de años de planeación que aún eran importantes y consumían tiempo.

A pesar de ello, un viernes maravilloso, Edward y yo con mis padres, Alice, Jasper, y un puñado de nuestros mejores amigos tomamos el largo y accidentado viaje a Pokhara. Ahí, descansamos por la noche, y la mañana siguiente antes del amanecer, hicimos el viaje mucho más corto a la vecina Sarankot. Era un aletargado pueblo en la ladera con una vista sin precedentes al majestuoso Annapurna con su pico nevado en la cordillera del Himalaya. Nos encontramos con un monje a quien no le importó si teníamos o no religión. Y a medida que el sol se elevaba por sobre la aletargada colina y lanzó su red de dorados, naranjas y amarillos en torno a nuestro infinito rincón del mundo, Edward y yo nos miramos el uno al otro e hicimos esas promesas que habían estado en nuestros corazones desde el mismísimo principio.

Ahora, en el baño de mujeres del Parque TI Nepal, los ansiosos ojos de Edward me encontraron. "Bella, Aro dijo que te vio corriendo por el pasillo viéndote un poco verde."

Me di la vuelta y me recargué en el amplio lavabo, sosteniendo su mirada. "Vaya, eso fue algo agradable qué decir."

"Estaba preocupado por ti."

Le di una suave sonrisa, a sabiendas que probablemente estaba preocupado. En los últimos años, Aro se había convertido en más que el mentor de Edward y mío sino también algo así como un padre sustituto.

"Edward, ¿te das cuenta que estás parado frente al baño de mujeres con la puerta abierta?"

"Como sea." Agitó su mano sin darle importancia, su mirada observándome desde la punta de mis zapatos de tacón a mi falda y blusa afortunadamente aún limpias y ordenadas, y hacia lo que todavía podía sentir era mi rostro encendido. "¿Qué pasa, Bella?"

"Estoy nerviosa."

Su ceño se frunció, sus ojos verdes examinándome con recelo.

Le eché un vistazo a mi reloj y encontré que teníamos aproximadamente media hora hasta la presentación. No, no era tiempo suficiente para discutir todo lo que Edward y yo necesitábamos discutir, no con el caos frenético de esta mañana en particular. Pero Edward y yo hablábamos, nos comunicábamos, y supongo que para entonces, estaba profundamente arraigado en mí… en nosotros, el simplemente sacarlo.

Mantuve la mirada en Edward aun cuando le hablé a Jess. "Jess, ¿te importaría darnos a Edward y a mí unos minutos?"

"Qué, ¿aquí en el baño?"

"Sí."

"Uhm… claro. Supongo que si alguna de las mujeres presentes hoy necesitan el baño, las dirigiré al baño de hombres y lo llamaré igualdad en el lugar de trabajo."

"Buena idea," le dije con un guiño y una sonrisa.

Riéndose entre dientes, Jess se disculpó, y Edward finalmente cerró la puerta del baño. Todo el tiempo, su escrutadora mirada permaneció en mí.

"Entonces, ¿qué está—?"

"Edward, estoy embarazada."

Lo que siguió fue toda una vida de silencio en la que Edward solo… se quedó mirándome.

"Se supone que mis anticonceptivos tienen un índice de menos de punto cero cinco por ciento de falla… o algo así," agité una mano frustrada, "y sabes que me los he tomado religiosamente."

Seguía sin decir nada, su expresión extrañamente ilegible. La orilla del lavabo de porcelana de pronto se sintió frío contra mi trasero.

"¿Cuándo te enteraste?" Finalmente preguntó.

"Apenas esta mañana. En realidad no me he hecho una prueba, pero conozco mi cuerpo, y todas las señales están ahí. Además, debí haber tenido mi periodo—"

"La semana pasada," terminó por mí. "Sí, lo noté."

"¿Lo hiciste?"

Suspirando, asintió despacio. "También conozco tu cuerpo, Bella, y también vi las señales, pero no quería preocuparte al mencionarlo hasta que estuvieras lista."

Sacudí mi cabeza. "Tenía que elegir este momento para joderla, ¿cierto? Cuando estamos a un paso de conseguir que este proyecto, en el que muchos de nosotros hemos trabajado por años, finalmente esté en marcha."

"¿Joderla?"

"Nunca planeé esto," dije con voz temblorosa.

Despacio, Edward dio un paso al frente. Luego otro, y otro, casi como estuviera aterrado de asustarme. "Tampoco me planeaste a mí. Y yo no te planeé a ti. Estaba centrado en mi trabajo, y tú tenías tu plan de diez años en marcha en ese entonces, ¿recuerdas?"

Solté un resoplido. "Lo recuerdo."

Dio otro paso hacia mí y me sonrió con dulzura. "Tenías dieciocho años, una universitaria de primer año con grandes ojos inocentes, cuando trazaste ese plan. Para cuando tuvieses veintiocho años, habrías tenido a la Ciudad de Nueva York girando en un eje diferente."

Me eché a reír al escuchar su descripción de mi extinto plan de diez años. "Cielos, ese plan vaya que cambió. Tengo veintiocho años, vivo en otra país, y apenas ahora comienzo a poner este sueño en marcha."

Cuando dio otro paso, disminuyó la distancia entre nosotros a un espacio estrecho, que cerró al tomar mi mano y entrelazar firmemente nuestros dedos—tan sólidamente que si realmente no estuviera en completa sintonía con él, no habría sentido que estaba temblando.

"Sí, pero mientras tanto, has logrado muchas cosas."

Apreté su mano. "Hemos logrado muchas cosas."

"Hemos," reconoció. "Nos conocimos, y tú continuaste tus sueños, y yo continué los míos."

"Y en algún momento, de algún modo, nuestros sueños se unieron."

"Sí. Sí, lo hicieron." Así de cerca, podía escuchar el temblor en su voz. Llevó nuestras manos unidas a su boca y rozó sus labios de un lado al otro sobre mis nudillos, sin romper nunca nuestra mirada.

"¿No crees… que pueden unirse… nuevamente?"

Exhalé de forma entrecortada entre mis labios entrecerrados, estudiando su mirada esmeralda. Era una mirada que siempre expresaba mucho. En este momento, era su autocontrol lo que más destacaba. Pero también había vulnerabilidad, una vulnerabilidad que nunca me había ocultado. Y fortaleza, siempre había mucha fortaleza en cada una de sus palabras y acciones.

Por un segundo, lo vi todo recreado en un pequeño ser—su autocontrol, su vulnerabilidad, su fortaleza… tal vez incluso sus ojos verdes.

"Edward, tengo mucho miedo," le confesé en un susurro estrangulado. "No creo que alguna vez haya estado así de asustada en mi vida. Antes, siempre he tenido al menos un vestigio de control, pero ahora… ¿qué pasa si no estamos listos para esto? Hay tantas cosas qué considerar, muchas variables y valores atípicos, y todavía hay muchísimo que…"

Sacudiendo mi cabeza, rompí nuestra mirada por un momento, demasiado avergonzada para expresar el resto. Pero Edward me conocía. Más que eso, me aceptaba.

Volví a mirarlo a los ojos. "Todavía hay muchísimo que quiero hacer. Sé que es egoísta de mi parte, pero no puedo evitar sentirme así."

Por un largo rato, permaneció en silencio. Luego, suspiró.

"No te mentiré; probablemente no será fácil. Para ser sincero, probablemente será lo más difícil que cualquiera de nosotros haya hecho en su vida—sobre todo porque no puedo dar a luz." Se rio entre dientes al ver lo que debe haber sido mi expresión horrorizada. "Y sí, Bella, hay muchas cosas que considerar. Puede que tengamos que reorganizar nuestros objetivos; al menos, por un tiempo."

Mordí mi labio con aprensión, mi corazón acelerándose una vez más.

"Pero, Bella…" Edward tragó. Tomando nuestras manos entrelazadas, las deslizó debajo de mi blusa y las descansó en mi estómago de modo que el dorso de su mano estuviera extendida sobre mi piel. Una serie de suspiros entrecortados se nos escaparon a ambos, y no estaba segura si era por mis susceptibles hormonas o por su piel tibia, pero el contacto entre nosotros nunca se sintió tan… reconfortante. "Estaremos juntos, a cada paso del camino. Sin importar que existan las variables y valores atípicos, tus días sin mí en Nueva York y los míos aquí sin ti han terminado. Estamos juntos, Bella, y cuando estamos juntos, creo que tú y yo podemos manejar absolutamente cualquier cosa. Y creo…" Su otra mano se deslizó alrededor de mi cuello, "creo que estaremos bien. ¿Qué dices, chica Jersey Cullen?"

Me reí entre dientes al escuchar cómo le gustaba llamarme desde que nos casamos.

"¿Estás lista para emprender otro proyecto?"

"¿Quieres decir que si estoy lista para configurar un nuevo algoritmo?"

"Quiero decir si estás lista para dar forma a nueva vida, Bella… juntos."

OOOOOOOOOOOOO

Sari Elizabeth Cullen nació ocho meses después, un trece de agosto, exactamente un mes antes de mi cumpleaños número veintinueve, y un par de meses después del cumpleaños número treinta y cuatro de su papá.

Mi aprensión por nuestra espera inesperada terminó con el movimiento, con su primera patadita en mi estómago, y con la expresión de reverente asombro que cruzó por el rostro de Edward cuando lo sintió… a ella… y con su eterna devoción a ese pequeño ser parte de él y parte mía. Para cuando visitamos Nueva Delhi para nuestro primer ultrasonido, y la vimos flotar ahí dentro toda despreocupada… bueno, para entonces ya estábamos perdidos. Edward le construiría un castillo, y a esas alturas yo cambiaría el mundo por ella. Sin embargo, Edward sí nos construyó una casa, y con la ayuda de Jess, yo cambié los horarios y las fechas límite de lo que se había convertido en una empresa exitosa y satisfactoria.

Mientras Sari dormía en los brazos de su padre después de su primera comida, hice una llamada de Facetime a unas cuantas personas. Primero, con Alice y Jasper, que dormían en el lado noroeste de Nueva York. Luego, pasé algo de tiempo con Esme, e incluso con Carlisle, que estaban bronceándose en su yate en Florida y quienes repentinamente decidieron que tal vez Nepal no era tan subdesarrollado para visitarlo después de todo. Entonces, llamé al resto de mi familia, que estaban pasando una semana, de todos los lugares a escoger, en Jersey Shore.

Sí, todos estábamos a miles y miles de kilómetros de distancia, pero vivimos en un mundo en el que podíamos permanecer conectados, incluso a pesar de las defectuosas conexiones ocasionales.

"Está muy enamorado," me reí entre dientes. "Mírenlo; ni siquiera levanta la vista."

Edward ni siquiera miró a la laptop. En vez de eso, miraba dormir a Sari con franca admiración, acariciando cariñosamente la pelusita bronce en su suave cabeza y besando su frente de la forma en que tendía a besar la mía.

"Tal vez, ahora comprenderá por qué fui tan duro con él," murmuró mi papá.

"Oh, Charlie," dijo mi mamá.

"¡Bienvenido al club, hermano!" Emmett gritó. "Disfrútala mientras está pequeñita."

"¡Silencio, Emmett," Rosalie lo regañó, "o despertarás a la bebé a ciento veinte mil kilómetros de distancia!"

Me reí bajito, mi corazón casi a punto de reventar por una felicidad que todavía me era difícil de comprender. Colgamos, haciendo planes para visitas y más llamadas. Cuando Edward finalmente levantó la mirada, se acercó y rozó sus labios contra mi frente, suspirando.

"Gracias, una vez más, y te dije que sería perfecta."

Sonreí. "Lo hiciste, y tenías razón. De verdad lo admito. ¿Pero adivina qué?"

Edward se rio suavemente. "¿Qué?" Colocó a Sari entre nosotros para que los dos sostuviéramos su dulce peso en nuestros brazos entrelazados.

"Resulta que sabía exactamente lo que estaba haciendo hace todos esos años atrás. De hecho, planeé esto."

"¿Hace todos esos años atrás tu planeaste esto?" Sonrió con suficiencia dubitativo, levantándome una ceja en broma.

"Sip. Hace años, a la edad de dieciocho años, con ojos grandes e inocente—como me describiste hace unos meses," sonreí con suficiencia, "Me senté y tracé un plan de diez años destinado a conducirme de un éxito al siguiente y finalmente… a un triunfo extraordinario. Edward…" Le dije con mucha más dulzura, mi voz entrecortada por mi abrumadora felicidad.

Él acomodó mi collar de chica Jersey. "Debería remplazar esto con algo mejor."

"Ni siquiera te atrevas a intentarlo." Toqué su fuerte mandíbula. "Edward, te conocí un día nevado después de Navidad, dentro de ese plan de diez años."

"Cierto," sonrió.

"Y al final de ese plan de diez años, tú y yo juntos…" – nuestras bocas se encontraron suavemente, directamente encima de la pequeña cabeza de nuestra hija—"creamos la más extraordinaria creación de todas."


El FIN


Pues sí, llegamos al final de este hermosa historia *sniff* Espero que como yo la hayan disfrutado enormemente como yo lo hice en su momento. Están juntos, cumpliendo sus sueños y objetivos en la vida, y ahora Bella terminó triunfalmente su plan de diez años creando con Edward las más extraordinaria creación de todas, a Sari Elizabeth Cullen. Quiero agradecer primeramente a mi compañera de armas, a mi querida amiga y Beta Erica Castelo. Y muchas, muchas gracias a mis queridas lectoras que en cada capítulo dejan su review con saludos y palabras que nos alientan a seguir haciendo esto para su diversión, gracias por ser agradecidas. Gracias también a las lectoras fantasmas, me alegra que disfruten de mis traducciones y las insto a hacer un esfuerzo por dejar su review, no les cuesta nada y con ellos si pueden seguir alentando a autoras y traductoras para que el fandom de Twilight siga con vida.

Y ahora, les pido POR FAVOR, que se dirijan a la historia original, cuyo link está en mi perfil y estará en la parte superior de mi grupo en Facebook 'The World of AlePattz', y dejen un review para la autora de esta linda historia, pattyrose. Como saben ella conoce el idioma español, así que POR FAVOR, escriban su review en español para que puedan expresar claramente su sentir respecto a la historia y por supuesto, para que le agradezcan el que haya otorgado nuevamente permiso para traducir sus historias. No lo olviden, esto es muy importante para que las autoras sigan otorgando permisos. Saludos y nos leemos en mis traducciones en curso y en las que vienen en camino ;)