Jojojo Feliz Navidad! Santa Mel está viva, y sé que ha sido un año difícil para todo el mundo. Así que traigo un pequeño presente a mis lectores, y especialmente a Lallen, ya que este es tu fic de regalo, del grupo El acuario de Camus, le puse todo lo que le pediste a Santa, jajajaja básicamente Seiya/Shaina y Shun/June, no sabía por cuál decidirme, al final terminé escribiendo de las dos parejas, claro que no soy muy buena escribiendo cosas fluffy, lo mío es más el drama intenso, pero trataré de que lleve algo como lo que me pediste.

También este fic va con mucho amor para mis lectores fan del Shun/June, sé que me he portado mal con ustedes, dejando en hiatus mis fics, no hay palabra que compense esta situación. Por ahora, les dejo esta historia intensa, que dividí en dos partes, como obsequio de Navidad, espero les guste, si pueden dejar review, sería lindo, un abrazo para todos, y que dentro de lo posible, tengan unas bonitas fiestas de final de año.


El último llamado.

Por Mel-Gothic de Cáncer.

Acto I.

Carta para ti.

"Si esta carta ha llegado a tus manos, es porque ya no estoy físicamente con todos ustedes. Sé que a estas alturas debe parecerte extraño, quizás ya estés viviendo una vida normal, puede que en apariencia sientas que todo está bien, pero te conozco, y sé que dentro de ti aún quedan dudas sobre cómo se puede existir en un mundo de paz, cuando aprendiste que debías pelear, vivir y morir por mí. Déjame decirte que hay una respuesta a ese vacío que corroe tus pensamientos cada noche, es por ello que te encomiendo una última misión, en la víspera de año nuevo debes estar en Atenas, en el puerto El Pireo a las 8 de la mañana en punto, allí recibirás instrucciones".

Han transcurrido diez años desde la última guerra santa. Cuatro cartas fueron despachadas desde el correo de Tokio, y fueron enviadas a cuatro puntos distintos del mundo: una a Roma, al gimnasio de una instructora de lucha grecorromana, otra a una excavación arqueológica en Aksum, Etiopía. Una tercera carta llegó a un hospital en Tokio, y la última, a una caleta de pescadores en la Isla de Okinawa.

— ¡No puede ser posible! Esta carta…está escrita a mano, es su letra, pero, Athena murió hace ya diez años— Shaina, primero incrédula, revisó meticulosamente la carta que estaba escrita en griego. El asunto le era demasiado extraño, pero tenía el timbre y sellos de la Fundación Graude, y había sido enviada desde Japón recientemente — Ella siempre estará ligada a mi vida, de una u otra manera, siendo mi rival, o siendo mi diosa, pero hice el juramento de protegerla. Iré. Es la última misión que ella me encomendó, y aunque sea sospechoso, si se trata de una falsificación o lo que sea, debo investigarlo—.

— ¿Fundación Graude? ¿El santuario? ¡Ya basta, no pretendo regresar a eso nuevamente! Lo odio con todas mis fuerzas — June apretó la carta con fuerzas entre sus manos, deseaba romperla, y con lágrimas en sus mejillas mientras sus manos temblaban, se contuvo— Sentí su cosmos de despedida el día que ella murió, cumplí sus órdenes siempre al pie de la letra hasta que me dio mi libertad, pero parece que incluso aunque haya paz, sigo siendo la esclava de Athena…pero eso se acabó, no iré, el Santuario ya no existe, quedó destruido, sepultado bajo los escombros de la última guerra santa, junto a mi vida como amazona, para siempre—.

— Saori…Ikki…— el corazón de Shun dio un vuelco enorme al reconocer los elegantes kanji con los que escribía la antigua dueña de la Fundación Graude. Esa era su letra, no podía ser falsa, y además venía con timbres y sellos de la institución. Varias lágrimas resbalaron por sus mejillas al recordar viejos tiempos, en especial, la última batalla de su hermano y de su diosa, dobló el papel con sumo cuidado, tomando entonces, una importante decisión — Si Athena me envía a una última misión, allí estaré, se lo prometí a Ikki desde niños, cumpliré mi deber hasta el final como un verdadero hombre, incluso ahora, a pesar de que tengo la vida normal que siempre quise—.

— ¡No puede ser! — Seiya perdió el aliento al abrir el sobre que venía con su nombre escrito. Su corazón sintió una punzada fuerte, puesto que después de tantos años, de tanta tristeza y soledad por su partida, no esperaba que volviese a saber nada de Saori. ¿Por qué a pesar de que ya no estaba viva seguía invadiendo su vida como si nunca se hubiera marchado?

A él, más que a nadie, le había costado muchísimo superar el ascenso de Athena en gloria y majestad, a asumir como nueva diosa reina del Olimpo, renunciando a su cuerpo mortal, y dejando a su habitáculo descansar por la eternidad en los campos Elíseos. A Seiya le había tomado años entender las razones por las cuales Saori eligió morir. Su lado egoísta lo único que deseaba en ese entonces, era que las guerras se detuvieran para comprender los sentimientos que habían aflorado por ella, pero no contaba con que su tiempo mortal se agotaría tan pronto sin siquiera darles una oportunidad pequeña para poder sincerarse, y cuando Saori murió, él jamás se lo pudo perdonar.

¿Acaso esto era una malísima broma de la Fundación Graude? ¿Por qué ahora, después de diez años, se le llamaba a una última misión, justo cuando ya se estaba acostumbrando a tener la vida de un hombre normal? ¿Podría cumplir lo que se le pedía sin que el fantasma del dolor se apoderara de él nuevamente? Con la mente confusa, el antiguo Caballero de Pegaso arrugó la carta, y también el pasaje de avión que venía dentro del sobre. No sabía si realmente acudiría a ese último llamado.

Acto II.

Reencuentro.

El Pireo, Grecia, 31 de Diciembre, 07:30 A.M.

— No sabes lo mucho que me alegré al verte en el aeropuerto, no imaginé que vendrías a esta misión, de hecho, pensaba que sólo a mí me habían llamado—. Sonrió Shun bajando del taxi que había tomado desde el hotel donde estaba alojando desde el día anterior— Me recuerda nuestros viejos tiempos.

— No estaba muy seguro de venir, por un instante no me sentí preparado, pero creo que la mejor manera de saber si puedo dar vuelta la página en mi vida, es enfrentándome a esta situación, no escapando de ella— contestó Seiya con bastante energía en su voz, despreocupado como el jovencito rebelde de antaño, mientras bajaba también del taxi.

— Es verdad, tú siempre resuelves las cosas de frente—.

Ambos amigos acomodaron sus chaquetas y bufandas, ya que aquella mañana estaba muy fría, y avanzaron por el puerto, entre varios muelles, en busca del guía que les daría las instrucciones de su misión. Shun iba vestido con jeans, y un suéter de cuello alto, mientras que Seiya llevaba puesta ropa deportiva, como si fuera a participar en los juegos olímpicos o en un mundial de fútbol. En ambos casos, ambos optaron por lo más cómodo, debían estar listos para la acción, por si era necesario.

— Y ¿Qué has hecho de tu vida todos estos años? — preguntó el antiguo Caballero de Andrómeda, ya que, cansados por el viaje desde Tokio, se quedaron dormidos apenas llegaron al hotel, teniendo poco tiempo de conversar.

— Después de recibir la herencia del viejo Kido, vagué por todo Japón, hasta que decidí quedarme a vivir en Okinawa, allí me dedico a pescar, le doy recorridos a los turistas en bote, y tengo una pequeña escuela de fútbol— explicó Seiya sin dar demasiados detalles.

— ¿Y Seika? —.

— Vive en Okinawa también, pero se casó y ahora vive con su marido, tengo dos sobrinos—. Sonrió Seiya pensando que después de todo, recuperar a su hermana, y tener una nueva familia era algo alentador, y no se había percatado de ello hasta ese momento— ¿Y tú? Imagino que ya estás casado, recuerdo que en el torneo galáctico eras muy popular entre las chicas, y tener el sueldo de un médico es un imán muy poderoso para la mayoría de las mujeres— comentó interesado en saber qué había sido de la vida de su amigo.

— Luego de la muerte de Ikki y de Saori, tras recibir la herencia, la usé para nivelar mis estudios, y después entré a estudiar medicina, desde que terminé me he dedicado a trabajar, la verdad, no he tenido tiempo de salir con chicas, paso la mayor parte del día en el hospital, y cuando no estoy trabajando, estoy entrenando o estudiando para poder ayudar a mis pacientes— contestó Shun algo apenado por no tener nada mejor que contar.

— No sé por qué no me extraña para nada lo que me cuentas, después de todo, siempre has sido el más bondadoso y compasivo de los cinco— suspiró Seiya resignado a la forma tranquila de ser de su amigo— Yo imaginaba que a estas alturas ya tendrías una candorosa familia, deberías pensar menos en los demás, y un poquito más en ti, divertirte un rato, conocer gente, si te animas, ve a visitarme a Okinawa, no te arrepentirás—.

— Así estoy bien, pero, jamás podría rechazar una invitación de ninguno de ustedes— sonrió Shun con nostalgia, recordando que efectivamente alguna vez deseó tener una familia antes de cambiar completamente sus prioridades. También pensó en sus amigos Hyoga y Shiryu, el primero seguía soltero al igual que Seiya y él, mientras que el segundo tenía ya tres hijos con Shunrei— Sería divertido si volviésemos a reunirnos todos—.

Seiya estaba a punto de contestarle que le entusiasmaba la idea de una reunión entre los cuatro, pero repentinamente pasó junto a él, una mujer alta, esbelta, de tez blanca, y largo cabello verdoso que caía desordenado, como si fuera salvaje e indomable. Llevaba puesto un jean de color azul apretado, junto a una camiseta de color malva bien ajustada, botas negras con alto tacón, y una chaqueta con chiporro del mismo color de la camiseta.

— ¡Qué pequeño es el mundo! — dijo Seiya de improviso y con voz alta para ser escuchado, alcanzando a la mujer que caminaba con rapidez, y que no pareció sentirse identificada con las palabras del antiguo Caballero de Pegaso. Pero este, decidido a no ser ignorado, cogió el brazo de la mujer en forma un tanto brusca y por respuesta, ella volteó rápidamente, y con destreza, cogió a Seiya por el mismo brazo y lo lanzó con fiereza contra el suelo.

— ¡No me toques asqueroso! — dijo la mujer furiosa.

— ¡Seiya! ¿Estás bien? — Shun corrió hacia su amigo para ayudarlo a levantarse.

— ¿Seiya? — La mujer, quien no era otra más que Shaina, tragó saliva, y de inmediato posó su mirada en el hombre que había tirado al suelo, creyendo que era un acosador. No era que no lo hubiera visto, sólo que de espalda no podía imaginar que se trataba de Seiya, y además ella estaba más preocupada en encontrar al guía de la misión ¿Tanto había bajado de nivel en todos esos años? ¿A pesar de ser instructora de lucha grecorromana? ¿O se debía a que ya no usaba su cosmos ni siquiera para saber si los demás estaban vivos? — debo dejar de chatear por el celular o de verdad perderé las habilidades que tanto trabajo me costó desarrollar— pensó.

— ¡Ay! Aunque pasan los años jamás se te quita lo bruta— se quejó el aludido, sobándose el brazo, mientras se ponía de pie— Deberías cambiar la foto de perfil del conejito de tu Facebook, la gente se lleva una impresión equivocada de tu persona, piensan que eres dulce, no que golpeas como una roca ¡Eso es publicidad engañosa! — .

— ¿Acaso no puedes saludar como la gente normal? No te habría atacado si no te hubieras acercado como psicópata— protestó Shaina cruzándose de brazos, evitando mostrar de que la sola presencia de ese hombre, aún era capaz de ponerla nerviosa, aunque en el fondo, le alegraba que no cambiara su forma de ser extrovertida y directa.

— Pensé que después de comunicarnos por tanto tiempo a través de redes sociales, habías aprendido a tener capacidad de diálogo— se burló Seiya, mientras la antigua amazona de Ofiocus no sabía si seguir golpeándolo para que se callara, o tratar de ser más amable con él, como cuando charlaban por whatsapp.

— Cuantos años Shaina, te vez muy bien, no esperábamos que también vinieras aquí a El Pireo— saludó Shun acercándose a ambos, interrumpiendo el encuentro. En el fondo, su aguda intuición le advertía que esos dos mantenían contacto con mucha frecuencia, y él estaba sobrando en ese minuto, pero tenía que hacer algo, ya que era evidente que la misión le sería encomendada a los tres, o de otra forma, la amazona no estaría allí.

— ¿Shun? Esperen un segundo— Shaina hizo una pausa comprendiendo la situación— Hace un mes recibí una carta de la Fundación Graude, diciéndome que debía cumplir una última misión, por eso estoy aquí, imagino entonces que…—.

— Así es, los tres fueron mandados a llamar por órdenes de Saori—. Una voz familiar proveniente de un yate junto a ellos interrumpió a Shaina.

— ¡Hyoga! — dijeron al mismo tiempo, mientras este último sonreía burlonamente.

— Siempre metiéndote en problemas por tu impulsividad Seiya, tú no cambias, vamos, suban al yate, desde aquí zarparemos hacia el lugar donde deberán desarrollar la misión— les invitó el antiguo Caballero del Cisne, e instantes después, el grupo se encontraba tomando café en la cabina del "Athene III", un yate que llevaba por insignia un mochuelo, y que pertenecía a la Fundación Graude.

— ¿Tú también vienes a la misión? —. Preguntó Shun a Hyoga, mientras Seiya miraba con curiosidad todos los botones de la cabina.

— No vayas a tocar algo o quizás explotemos— murmuró Shaina viendo que el inquieto hombre ya estaba listo para poner sus manos en el timón.

— Yo sé conducir esta belleza— se defendió Seiya.

— Sí, pero este yate lo manejo yo, ya que esta misión está bajo mi mando— Hyoga se interpuso entre su amigo y el timón, dándole también una respuesta a Shun.

— Entonces ¿somos sólo nosotros cuatro? — preguntó Shaina con curiosidad.

— La verdad es que sólo estoy a cargo de transportarlos y darles las primeras instrucciones. Como ya saben, desde que se abrió el testamento de Saori, me quedé como presidente del directorio de la Fundación Graude, en vista de que Shiryu decidió tener una vida tranquila con Shunrei en Rozan— explicó Hyoga con seriedad.

— Ya veo —. Contestaron los tres.

— Entonces ¿Tú nos hiciste llegar estas cartas? ¿Cómo es posible que tengan la letra de Saori? Y ¿Por qué se nos encomienda una misión justo diez años después de su muerte? — . se atrevió a preguntar Seiya.

— Sí, yo envié las cartas, pero Saori las dejó escritas mucho antes de pelear contra Zeus— contestó Hyoga cerrando los ojos con tristeza— apenas me convertí en presidente del directorio, me llegó un video en donde Saori me explicó que, además de la herencia del viejo Mitsumasa, había algunas cartas con misiones que ella encomendó a cada uno de nosotros, lo curioso es que cada carta debía ser entregada en fechas puntuales, transcurrida cierta cantidad de años, todos diferentes para cada uno de los sobrevivientes de las guerras santas. Mi deber como presidente es entregarlas y asegurarme que cada uno llegue al lugar de la misión que se le asignó—.

— ¿Tú ya tuviste tu propia misión? — . preguntó Shun.

— Fui el primero de todos en tenerla, pero no puedo dar detalles de mi experiencia, es parte de la voluntad de Saori, hasta que todos hayan cumplido sus misiones— sonrió Hyoga con algo de tristeza— lo extraño de todo esto es que el total de cartas coincide exactamente con todos los que sobrevivimos a la última guerra contra el Olimpo, como si Saori supiese lo que le sucedería—.

Un extraño sentimiento de tristeza invadió a todos los allí presentes, especialmente a Seiya.

— ¿Cuántas personas faltan por cumplir con sus misiones? — preguntó Shaina, ese silencio que se había formado recordando a Saori se le hacía incómodo. La tristeza que emergía cuando recordaba su muerte siempre le provocaba emociones contradictorias, ya que, en el pasado, Athena había sido la diosa por quién debía dar su vida, su amor incondicional, pero también era su rival, aquella a quién Seiya amaba, aunque él mismo no se percatara de sus sentimientos, y en más de alguna ocasión, la amazona llegó a sentirse celosa por aquello especial que había entre la diosa y el caballero de Pegaso.

— Ustedes son los últimos— explicó Hyoga mirando el reloj de la cabina.

— ¿Los últimos? ¿Desde hace cuánto tiempo estás haciendo esto? — preguntó Seiya sorprendido por las palabras de su amigo.

— Desde que se abrió el testamento de Saori hace nueve años— contestó el aludido dirigiéndose a la cubierta del yate, ante el asombro de los demás.

— ¡Eso es mucho tiempo! ¿Por qué nosotros fuimos los últimos? ¿Por qué tardaste tanto en llamarnos a esta misión? — Seiya, seguido por Shaina y Shun, fue tras Hyoga algo enfadado. No podía creer que pasara esos diez años superando su propio dolor por la pérdida de Saori, mientras ella le había dejado manifestada su última voluntad a través de esa misión con bastante antelación, eso parecía una miserable burla — ¡Dame una maldita explicación para entender cuál es el propósito de reabrirnos las viejas heridas a estas alturas!

— ¡Seiya cálmate por favor! ¡Todos sentimos de una manera similar a la tuya, pero no es necesario que te pongas violento con Hyoga! — Shun al ver que su amigo se abalanzaba sobre el otro, intentó detener la pelea que el ex Pegaso estaba por iniciar.

— ¡Puedes golpearme, pero eso no cambiará en nada las cosas! — se defendió Hyoga.

— ¡No lo detengas Shun! — intervino Shaina quién estaba tan confusa como Seiya.

Era cierto que todos esos años había logrado acercarse a él a través de redes sociales, formando una íntima amistad, pero siempre fue a la distancia. La amazona intentó tener una vida con otros hombres tratando de olvidar a su primer y tortuoso amor, pero le había sido imposible. Para ella, también era una especie de burla el estar allí, después de diez años de dolor, tratando de sanar las heridas de su vida como amazona, en una última misión junto a ese hombre del que parecía que sólo tendría una dulce amistad. Tenerlo frente a ella, sólo le recordaba que Seiya era una especie de estrella para ella, lo suficientemente brillante para entregarle su calidez, pero distante, porque jamás le pertenecería, y ahora Hyoga venía conque esa misión fue asignada para ellos hace muchísimo tiempo, lo mínimo que se merecía por provocarle ese dolor era una paliza. Si los hubiera llamado mucho antes, ya habría podido cerrar definitivamente su agrio pasado.

— ¡No voy a permitir que se peleen! ¡Los comprendo a ambos, yo también siento que esto es una burla, que mi alma sufre por recordar la muerte de mi hermano y de Saori, que pudimos haber hecho esta última misión hace mucho tiempo, pero Hyoga sólo es la persona que ejecuta la última voluntad de nuestra diosa! Díganme, Seiya, Shaina ¿Cuándo Athena nos ha mentido, o se ha equivocado a lo largo de nuestra vida a su servicio? ¿Acaso no hemos venido hasta acá porque siempre seremos los caballeros que creemos en sus ideales y que estamos dispuestos a morir por ella, en nombre del amor y la paz? — .

Seiya al escuchar las palabras conciliadoras de Shun, soltó la camiseta de Hyoga, y retrocedió hasta quedar al lado de Shaina. En el fondo, el ex caballero de Andrómeda tenía razón, desde que Saori cambió su carácter engreído, y fue madurando a través de las guerras santas, nunca les falló, y siempre creyó en cada uno de ellos.

— Gracias Shun— Hyoga miró a los tres y continuó hablando — Entiendan que mi deber como presidente del directorio de la Fundación Graude, es llevar a cabo la última voluntad de Saori al pie de la letra. Cada carta venía con una fecha para ser entregada, y venía con el nombre de a quién debía ser entregada, esto no ha sido por capricho mío, es lo que nuestra diosa dejó antes de abandonar su cuerpo mortal, estoy seguro que cada misión fue asignada en el momento adecuado para cada uno de nosotros, es todo lo que puedo decir—.

— Lo siento —. Luego de un breve silencio, Seiya comprendió que Hyoga no tenía la culpa, y quizás dentro de él, aún había heridas que estaban abiertas y se empecinaba en creer que ya no estaban dentro de su corazón.

— Por cierto, ya son más de las ocho ¿No deberíamos zarpar? — preguntó Shun mirando la hora en su reloj de pulsera.

— Falta que llegue alguien más— dijo Hyoga mirando desde la cubierta hacia el muelle.

— ¿Alguien más? ¿Es Shiryu? — preguntó Seiya.

— No, no es Shiryu— explicó Hyoga sacando su celular para hacer una llamada.

— ¿Entonces de quién se trata? — preguntó Shun.

— Sea quien sea, ya se le hizo tarde, puede que no venga— dijo Shaina cruzándose de brazos.

— Tal vez madrugar no sea lo suyo — Seiya se rascó la cabeza tratando de imaginar de quién se podría tratar — espero no sea el idiota de Jabu.

— El único que tiene problemas para madrugar aquí eres tú Seiya— se burló Shaina— estoy segura que si no te encuentras con Shun en el aeropuerto, no te sacan ni del avión—.

— De hecho, se quedó dormido en el taxi mientras viajábamos hasta acá—.

Mientras Shaina y Shun se burlaban de un Seiya más animado que hace unos instantes, la llamada que Hyoga estaba haciendo se pasó a buzón de voz.

— ¡Maldición, sabía que era tozuda, pero no imaginé que lo fuera tanto! ¡Sólo tiene una cara bonita, pero es terrible! ¡Si cree que se saldrá con la suya está muy equivocada! —.

— ¿Qué sucede Hyoga? — preguntó Shun al verlo tan irritado y molesto.

— ¡Esa mujer! ¡Le di un generoso donativo de parte de la Fundación Graude a la universidad donde trabaja para financiar sus excavaciones y así asegurarme de que viniera a la misión, y ni siquiera me contesta el celular! ¡Pero ya va a ver, sé que vino a la conferencia que organicé en la Universidad de Atenas, exclusivamente para asegurarme que estuviera aquí el día de hoy, iré a buscarla y la traeré a rastras si es necesario! — .

— Hyoga se ve muy enfadado—. Murmuró Seiya por lo bajo.

— Sí, no me imagino quién podría ponerlo de tan mal humor— contestó Shaina.

— Ni qué hizo para ponerlo de esa manera— agregó Shun.

— No es necesario que tengas que llegar a esos límites, sólo me retrasé por el congestionamiento desde Atenas hasta El Pireo—. Todos escucharon una seria voz femenina, y repentinamente, sobre la cubierta del yate, apareció una mujer delgada, rubia, vestida con pantalones, camiseta y una gabardina larga de color negro, además de botines del mismo color, con tacones igual de altos que los de Shaina.

— Menos mal, ya estaba pensando que tendría que romper el cheque que tengo a tu nombre—. Dijo Hyoga algo más calmado en vista de que ya estaban todos.

— Te di mi palabra en nombre de la Universidad de Aksum, sólo tuve un percance— la mujer parecía completamente relajada, mientras se quitaba los guantes para estrechar la mano del antiguo Caballero del Cisne— No estoy aquí por gusto, pero mi trabajo y mi investigación son siempre lo primero en mi vida—.

— Esa cara me es conocida— dijo Seiya mirando a la mujer que estaba hablando con Hyoga.

— No te esfuerces en recordarla, la has visto muy poco Seiya, pero deberías preguntarle a Shun, ya que ambos son muy amigos ¿O me equivoco? — Shaina sabía perfectamente de quién se trataba, no esperaba encontrarla en ese lugar, de hecho, desde la última guerra santa, pensaba que no se volverían a ver nunca más en persona.

Seiya dirigió su mirada hacia Shun esperando una explicación, pero se dio cuenta que este tenía la vista perdida en la rubia mujer, respiraba algo agitado, y sus ojos parecían haberse humedecido un poco.

— ¿Shun? — Seiya tocó el brazo de su amigo para ver si se encontraba bien, pero este no reaccionó ante su llamado.

— June —. Se atrevió a decir en voz alta, interrumpiendo la conversación que esta tenía con Hyoga.

— Shun…— contestó la antigua amazona de Camaleón tratando de guardar la compostura, ya que no imaginaba que su antiguo compañero de entrenamiento también iría a esa misión junto con ella— No me esperaba verte en este lugar, ha pasado mucho tiempo.

— Quizás no la recuerden, Seiya, Shaina, ella es June, fue la amazona de Camaleón y compañera de entrenamiento de Shun en Isla Andrómeda— explicó Hyoga presentándola a los demás.

— Todas las que fuimos amazonas nos conocemos— contestó Shaina.

— ¡Ya recordé! Eres la chica que llegó desmayada en los brazos de Shun cuando nos fuimos a pelear a las doce casas ¡Muchísimo tiempo sin verte! ¿Cómo has estado? — Seiya finalmente tuvo un vago flashback de hace muchos años, y animado se acercó a saludar a June.

— Bien, ahora sí, ya que estamos todos, podemos zarpar— dijo Hyoga finalmente, dirigiéndose a levar el ancla para partir rumbo a la misión que Athena había encomendado a sus guerreros.

Acto III.

Tensión.

Habían transcurrido un par de horas desde que el "Athene III" zarpó de El Pireo, avanzando por las claras aguas del Mediterráneo dirigiéndose hacia el mar Egeo. Hyoga estaba en la cabina del yate, acompañado por Seiya y Shun, mientras que June y Shaina permanecieron en la cubierta observando el paisaje.

— Te dije que podía conducir este bebé sin hundirlo— reía Seiya dirigiendo el timón— Allá en Okinawa hago algo similar, pero con pasajeros, ahora que lo pienso, debería gastarme el resto de la herencia del viejo Kido en mi propio yate, y recorrer el mundo, lo llamaré "Pegasus I"—.

— ¡Genial! Así podrás usarlo para llegar a tiempo el día de mi boda— dijo Hyoga.

— ¿Cuándo los cerdos vuelen? —. Se burló Seiya.

— No. Será en junio, así que espero que Shun y tú asistan, Shiryu ya me confirmó que irá con Shunrei y sus hijos, sólo me faltaba entregarles las invitaciones a ustedes—.

Seiya abrió la boca sin saber exactamente qué contestar, mientras Hyoga le extendía un sobre dentro del cual venía una tarjeta con su nombre escrito con letras doradas, pero lo que más le impactó fue el nombre de la novia.

— ¿Fleur? ¿La hermana de Hilda? ¿Pero cómo?... es decir, siempre pensé que serías un ermitaño congelado dentro de un iglú —. Seiya salió de su estupor, y de inmediato se tomó con humor la sorpresa de Hyoga— ¡Te lo tenías muy guardado! ¡Felicidades! — dijo finalmente golpeándole la espalda al futuro novio.

— Salimos desde hace mucho tiempo, y ahora que ustedes harán su misión, mi trabajo como mensajero de Saori al fin habrá terminado— Hyoga se acercó a Seiya y cogió el timón del yate para seguir conduciéndolo.

— Entonces ¿Abandonarás el directorio de la Fundación Graude? — Seiya quedó pensativo por unos instantes — ¿Quién crees que sea tu sucesor?

— Saori dejó estipulado que la presidencia del directorio sería por un período de diez años, luego del cual, se someterá a votación quién seguirá en el mando, Geki me ha ayudado mucho todo este tiempo, conoce muy bien el funcionamiento de la fundación, estoy seguro que es el más adecuado para que sea el nuevo presidente— explicó Hyoga lo que pensaba.

— Ya veo, pero ¿Crees que podamos cumplir la misión? ¿Qué sucede si fallamos? ¿Postergarás tu boda por nosotros? — Seiya planteó sus inquietudes en voz alta, ya que al parecer los planes de su amigo dependían de cómo les fuera en esa misión.

— ¡Descuida Seiya! Saori no ha dejado nada al azar, hasta el momento todos han cumplido sus misiones, ten por seguro que lograrán cumplir con el objetivo— Hyoga dejó fijo el curso del yate, y se dirigió a una nevera para sacar algo de beber.

— ¿De verdad no nos puedes decir cuál fue tu misión? ¿Ni siquiera una pista? — empezó a insistir Seiya.

— No— contestó Hyoga rotundamente, y luego cambió el tema— ¿Quieren cerveza, agua, algún refresco? —.

— Se supone estamos en una misión, pero una cerveza no me vendría nada de mal, y estoy seguro que Shaina también querrá una— Seiya se acercó a Hyoga y este le entregó dos latas de cerveza.

— Veo que andan muy de amigos ¿Hay algo que nos quieras contar Seiya? — . preguntó con suspicacia.

— Nada en particular, cuando descubrí la existencia de Facebook, encontré su perfil y le envié una solicitud de amistad, desde ahí que charlamos casi todos los días, y ya con la aparición de otras redes sociales somos amigos en todas, pero nunca nos habíamos visto físicamente hasta hoy, tampoco me dijo que vendría a esta misión, aunque yo tampoco le dije nada— Seiya se rascó la cabeza pensando en por qué no se le había ocurrido antes reunirse con Shaina en persona, si con el tiempo habían aprendido a llevarse muy bien.

— Entonces deberías aprovechar esta oportunidad de tenerla en persona— aconsejó Hyoga, ya que el igual que Shun, se daba cuenta que ambos se llevaban bastante bien para ser simples amigos por chat —¿Vas a querer algo de beber Shun? —. Preguntó esta vez al médico, al notar que no había participado de la conversación.

— Me parece buena idea lo de tener un yate Seiya— contestó este último a la pregunta que le acababan de hacer. Hyoga y Seiya se miraron entre sí desconcertados, ese tema hace rato que lo habían dejado de lado.

Ambos se dieron cuenta que Shun estaba sentado con la invitación de Hyoga entre sus manos. Tenía la vista fija en ella, pero parecía que ni siquiera había abierto el sobre.

— Oye, has hecho casi todo el viaje en silencio ¿Estás mareado? —. Preguntó Seiya preocupado al notarlo algo pálido.

— No, estoy bien, descuida ¿Qué es este sobre Hyoga? — contestó Shun recién notando lo que tenía entre sus manos.

— Lo que tú necesitas es un café bien cargado y sin azúcar, y luego nos dirás cuál es tu problema con June— Hyoga se puso serio y dejó de lado la nevera y se fue a preparar un café para su amigo.

— ¿Con June? Pero ella es tu compañera de entrenamiento y hasta donde recuerdo, creo que hasta te gustaba ¿Qué problema puedes tener con ella? — preguntó Seiya obteniendo un suspiro de respuesta por parte de Shun— Veo que esto es grave—.

— Nada que una conversación con amigos no pueda resolver— Hyoga puso una taza con café en manos de Shun— Tiene su carácter, pero tú eres el único que podía lidiar con ella ¿Qué pasó entre ustedes para que apenas pudieras pronunciar su nombre y no hablarle durante todo el viaje? — .

— No sé si ella realmente quiera hablarme— explicó Shun — De hecho, no estoy seguro de si tenga deseos de participar en esta misión conmigo—.

— ¿Por qué dices eso? — preguntó Seiya.

— Porque June y yo no nos hablamos desde hace diez años—.

— ¡¿Qué?!— Seiya y Hyoga quedaron descolocados ante la respuesta de Shun.

Tras la muerte de Ikki y de Saori, al igual que Seiya, Shun entró en una fuerte depresión. June permaneció junto a él para ayudarle en su recuperación y vivieron juntos algunos meses, pero pronto comenzaron a aparecer diferencias que afectaron la vida en pareja "implícita" que llevaban. Por un lado, Shun mantenía siempre el recuerdo de los caballeros dorados, enalteciéndolos como mártires de Athena, y cuando rememoraba sus días de caballero, siempre terminaba mencionando lo heroicos que fueron, en cambio June los odiaba, especialmente a Afrodita de Piscis y a Milo de Escorpión.

Las discusiones sobre sus puntos de vista se hicieron irreconciliables, Shun le exigía a June que perdonara a los asesinos de su maestro y sus amigos, porque saldaron el pecado que cometieron peleando por Athena en la guerra contra Hades, mientas que la amazona insistía en que sólo cumplieron con su deber, pero que jamás pidieron perdón por la masacre de Isla Andrómeda, y que eso era lo mínimo que ella exigía para quedar tranquila. A pesar de que ambos tenían la razón, se obcecaron tanto en el paradigma del "perdón" y del "ni perdón ni olvido", que las peleas subieron de intensidad, y cada vez eran más frecuentes.

A todo ello, se sumaba la incertidumbre de su relación. Puesto que, aunque parecía que vivían como si estuviesen casados, no había ningún acuerdo formal explícito de si eran pareja, o amigos con ventaja, June no sabía ponerle nombre a la forma de vida que tenía con Shun, y cuando la gente le preguntaba, ella sencillamente respondía que eran amigos, aunque ni ella misma creía sus palabras. En cambio, Shun parecía centrado en reconstruir su vida, y empezó a nivelar sus estudios con el objetivo de convertirse en médico, y evitaba el tema cuando June le hacía comentarios. Por el momento, las cosas estaban bien para él, cuando lograra su sueño profesional, entonces le pediría matrimonio y todo se solucionaría.

Pero él no contaba con que June se aburriría de esperarlo, de que no fuera totalmente claro con ella, y luego de una discusión efervescente por culpa de los caballeros dorados, se fue del departamento donde vivían, sin dejar ni una pista de dónde poder encontrarla, y ni una sola explicación sobre su decisión de abandonarlo. Con el pasar del tiempo, Shun se dio cuenta que de haber sido claro con sus sentimientos, con un simple "te amo" y haber sido un poco más comprensivo con su postura frente a la muerte de su maestro, al menos una sola vez, hubiera bastado para que ella se quedara. Extrañaba sus cuidados, su paciencia, y también su amor, porque después de todo, June siempre fue sincera con él en todo sentido, pero jamás pudo darle una respuesta concreta sobre lo que él sentía ni mucho menos cumplir su promesa de reconstruir Isla Andrómeda, creía que ambas cosas iban de la mano, por eso permanecía concentrado en convertirse en médico.

Durante todos esos años pensó en ella, y aunque tuvo un par de citas pasajeras, y romances fugaces de los que no le habló a Seiya, porque para él no eran relevantes, deseaba pedirle perdón, abrazarla y decirle que sus sentimientos eran recíprocos, pero ¿Seguiría ella sintiendo lo mismo? ¿Con qué moral podía ahora acercarse a June nuevamente? Parecía algo imposible para él, y al verla llegar al yate, al escuchar que lo saludaba con tanta indiferencia, sintió como si estuviera recibiendo el castigo que se merecía por su estupidez.

Mientras el antiguo caballero de Andrómeda explicaba a sus amigos lo que le pasaba, en la cubierta del yate, Shaina se acercó a June, quién estaba de pie en la proa contemplando el horizonte.

— Puede que los demás te creyesen esa tontería del congestionamiento desde Atenas, pero tú no vienes desde ahí— dijo plantándose frente a la rubia mujer, con las manos en las caderas— ¿Dónde estabas? — .

— Veo que sigues siendo muy suspicaz— contestó June cerrando los ojos con tristeza— Después de la conferencia en la Universidad de Atenas, fui hasta Rodorio, al jardín de las doncellas —.

— ¿Cómo está? — preguntó Shaina poniéndose triste al escuchar el lugar de dónde venía June.

— Nadie ha visitado a Marín, además de nosotras. Su tumba estaba llena de maleza, como las demás. Estuve limpiando y dejé algunas flores, pero ya sabes, las amazonas no existen, sólo son un mito, por eso nadie cuida de su cementerio, ni honra la memoria de las guerreras caídas en batalla— comentó June mientras una fuerte y gélida brisa mecía el cabello de ambas mujeres con violencia.

— Recuerdo que en su funeral me dijiste que ya no querías saber nada del Santuario ¿Por qué la sigues visitando? Incluso me extraña que estés aquí— preguntó esta vez Shaina.

— Visito a Marín porque ella fue como una hermana mayor para mí, también a las demás, porque fuera de nosotras dos, para el resto del mundo, las amazonas son sólo un mito. Nadie sabe del jardín de las doncellas, tampoco nos está permitido revelar su existencia, ni mucho menos hablar de nuestra vida anterior al servicio de Athena. Mientras todas esas guerreras que dieron su vida en las batallas por la paz de que goza este mundo, son olvidadas, lo mínimo que puedo hacer, es visitarlas de vez en cuando, y dejar flores sobre sus tumbas para decirles que aún queda un ser vivo que las recuerda y tiene presente sus sacrificios, y puede seguir peleando por Athena. Ayer, frente a sus tumbas comprendí que no puedo escapar de mi deber, pero también, que no hay nadie más que pueda cumplir con esta misión, sea cual sea—.

— Ya veo, Albiore estaría orgulloso de escuchar que tu deber es más importante, incluso que tus propios deseos— Shaina mantuvo su semblante serio y desvió su mirada hacia el mar— Te comprendo, no me extraña para nada que hayas decidido convertirte en arqueóloga y seguir investigando civilizaciones antiguas, es la misma razón por la que enseño lucha grecorromana, es lo único que sabemos hacer, el Santuario y servir a Athena era nuestro mundo, y después de su muerte nos quedamos sin nada, a pesar de que yo tampoco era feliz como amazona, pero ambas no teníamos otra forma de sobrevivir. Yo también estoy aquí por el deber que siento hacia Athena, pero no deja de producirme sentimientos encontrados—.

— En ese sentido, no corrimos con la misma suerte de Marín— June esbozó una débil sonrisa. Tanto Shaina como ella eran las únicas amazonas sobrevivientes de las guerras santas, pero ninguna de ellas cumplió la ley de la máscara a cabalidad. Marín, para ambas, era la única virtuosa, digna de ser llamada la más poderosa de las amazonas, y la más fiel a Athena.

— La muerte heroica fue su recompensa, al igual que la de Aioria, espero estén juntos en los campos Elíseos— Shaina correspondió a la débil sonrisa de June, con una similar.

— Y ¿Qué pasará contigo? Al fin tienes a Seiya frente a frente, no me digas que después de ser tan íntimos amigos por chat, no te animarás a intentar algo más con él— dijo repentinamente June descolocando a Shaina.

— ¡Maldita! ¡No debí contarte que somos amigos por redes sociales! — se terminó sonrojando.

— No veo cuál es el problema más allá de tu inseguridad, él está soltero, tú también, es difícil encontrar a alguien con quién puedas compartir abiertamente tu vida como amazona, y que lo entienda, yo lo intenté con algunos chicos hace años, pero siempre tuve problemas con eso, así que decidí dedicarme completamente a la arqueología— June habló muy sinceramente con Shaina— Creo que Seiya podría comprenderte a la perfección, sólo debes arriesgarte, no creo que esta vez pierdas—.

— Si estás tan segura ¿Por qué no te animas tú con Shun? — protestó Shaina cruzándose de brazos.

— Con él me rendí hace años, pensé que podíamos ser amigos, pero comprendí que eso no sería una locura, quedarme a su lado me lastimaba demasiado, y tenía que cuidar de mí misma, pero tú si puedes lograrlo Shaina ¡Ánimo! — June se dio cuenta que Seiya se dirigía hacia ellos, le dio una suave palmada en la espalda a la antigua amazona de Ofiocus, y se dirigió hacia la cabina del yate.

— ¿De dónde sacaste esa cerveza Seiya? — preguntó al pasar junto a él.

— Hyoga tiene varias en una nevera, también hay agua, refrescos, té y café— contestó animado, pensado que así, la rubia podría entrar y cruzar palabras con Shun.

— ¡Qué bueno! Iré por una cerveza, me muero de sed, sé bueno con Shaina no te dediques a perder el tiempo— June le guiñó un ojo a Seiya y se marchó. Este último no entendió el mensaje, y se dirigió hasta Shaina como si nada hubiera pasado, su objetivo principal era precisamente mandar a la rubia a la cabina del yate, y su misión estaba cumplida sin tener que inventar alguna tonta excusa.

— ¡Mira lo que encontré! Es cerveza rusa, nunca la he probado, te traje una— sonrió extendiéndole una lata a Shaina.

— Gracias, es bueno ver que eres amable y no te la tragas tu solo— contestó ésta recibiendo la lata.

— ¡Oye! No seas así conmigo, por chat pareciera que eres otra persona, siento como si regresaras a ser la Shaina de antes— protestó Seiya abriendo su propia lata.

— ¿Hay algún problema con eso? — . preguntó Shaina incómoda al estar los dos solos, el chat facilitaba las palabras, pero frente a frente todo para ella, volvía a ser similar a lo que le pasaba antes.

— No, la verdad es divertido, me recuerda los viejos tiempos, pero sin la parte de querer matarme, de hecho, nunca pensé que podría estar en la cubierta de un yate bebiendo cerveza contigo— reflexionó Seiya en voz alta. Esto logró que Shaina perdiera la rigidez de su cuerpo al tenerlo cerca, ella tampoco se había imaginado estar en esa situación con Seiya, menos siendo amigos.

— Entonces podríamos dejar de perder el tiempo, y hacer un brindis— dijo de forma impulsiva.

— ¿Un brindis? Y ¿Por qué? — preguntó Seiya, y se puso a pensar detenidamente— ¡Ya sé! Por vernos en persona luego de años de largas charlas por internet—.

— Y por beber cerveza rusa por primera vez en mi vida— agregó Shaina mientras ambos chocaban las latas de cerveza.

— ¿Sabes lo que hace falta? — preguntó Seiya animado.

— Una buena pizza— contestó Shaina bebiendo de su cerveza.

— ¡Me leíste el pensamiento! Pero Hyoga no trajo nada parecido de comer— Seiya habló algo molesto y se cruzó de brazos.

— Tendremos que contentarnos solo con la cerveza, pero no está nada mal—.

— O podríamos pasar a una pizzería al regreso de la misión ¿Te parece buena idea? — Seiya no estaba dispuesto a quedarse sin la pizza, y esa idea afloró impulsivamente en ese mismo instante, considerando también las palabras de Hyoga, de no perder la oportunidad de compartir con Shaina ahora que al fin se habían reunido.

— Habrá que preguntarle a los demás si quieren— contestó ella ilusionada con la idea de estar en compañía de Seiya un poco más, una vez terminada la misión.

— Hyoga se irá de inmediato con su novia a Asgard, y si el plan que trazamos funciona, Shun y June saldrán por su cuenta a otro lugar— Seiya hablaba muy entusiasmado.

— ¿Plan? ¿De qué estás hablando? ¿Iremos tú y yo solos? —.

— Pues claro, llevamos siete años de amigos por Facebook, creo que nos merecemos salir juntos por pizza y cerveza ahora que nos hemos vuelto a ver, además, es mi forma de darte las gracias por apoyarme a tu manera, todo este tiempo— Seiya se rascó la cabeza con algo de timidez. Lo último era algo que desde hace tiempo quería decirle a la ex amazona, ya que a veces, cuando estaba triste, las conversaciones con ella lograban animarlo nuevamente.

— Está bien— contestó Shaina sorprendida por la actitud de Seiya. Nunca imaginó que algo así podría sucederle, y por un instante tuvo miedo de volver a tener los sentimientos profundos que desarrolló por él hace años. No quería volver a sufrir, y esta vez, a ilusionarse en vano.

Mientras tanto, dentro de la cabina, June entró resignada a la idea de tener que interactuar con Shun. Su solidaridad amazónica le hizo querer dejar a Shaina a solas con Seiya, pero también sabía cuál era el precio de crear ese entorno para la antigua amazona de Ofiocus. Cuando subió al yate y vio al médico, pensó por unos segundos en dar la vuelta hacia atrás y no presentarse a la misión, pero finalmente la venció su lealtad a Athena y se acercó al furioso Hyoga, para que pudieran zarpar cuanto antes.

Por otro lado, Shun sabía que la misión sería incómoda con la rubia mujer ahí cerca. Ambos no sabían qué hacer exactamente, pero June había llegado a la conclusión que tenía que hacer las cosas lo más gratas dentro de lo que se pudiera, por el éxito de la misión, y sabía que la timidez de Shun le impediría dar el primer paso.

— ¿Dónde está Hyoga? — preguntó al entrar en la cabina y notar su ausencia.

— Fue a dormir una siesta a su camarote, dijo que aún quedaban unas horas de viaje— Shun trató de que su voz sonara segura y no temblorosa. Él no solía comportarse así, pero después de lo sucedido con June en el pasado, le costaba comportarse de forma normal frente a ella.

— Seiya dijo que había cerveza— comentó June tratando también de sonar natural y no forzada.

— Aquí en la nevera— Shun se acercó al aparato y sacó una lata — Sólo hay cerveza rusa, espero no te importe—.

— Gracias, no hay problema, quiero calmar mi sed y sé que con agua no será suficiente— contestó June recibiendo la lata que Shun le pasó.

— Y…— Shun quería seguir la conversación, pero no sabía qué preguntar. Se quedó observando a su compañera de entrenamiento por unos instantes, mientras bebía cerveza. Había cambiado mucho esos años, aunque su cabello seguía siendo largo, ya no tenía el rostro de niña que él había visto por primera vez hace tanto tiempo. Su forma de vestir era seria, pero la hacía ver elegante, y el maquillaje en su rostro le quedaba muy bien, al igual que ese perfume que estaba usando.

— Hermosa— pensó en voz baja.

— ¿Dijiste algo? — June lo escuchó murmurar. Ella también lo observaba a su manera, lo notaba mucho más maduro, más atractivo que al chico flaco y sensible que dejó hace diez años atrás, cargado de miedo, dolor y angustia.

Ella no quería abandonarlo, siempre deseó ser de ayuda en su vida, pero la relación entre ambos estaba volviéndose tóxica, y de pronto, se vio encerrada en el departamento donde vivían, preocupándose los siete días de la semana de asear la casa, mientras él salía a estudiar y hacía algo más con su vida. Para colmo, tenía que escucharlo endiosar constantemente a los asesinos de su maestro y sus amigos, y no podía soportarlo. La joven, comprendió en ese entonces que, aunque renegara de su vida de amazona, se había criado como una guerrera, el cuidado de la casa no era lo suyo, y su orgullo y el dolor por la muerte de quienes eran su única familia le impedía congeniar totalmente con Shun, de seguir así, terminarían odiándose, y ella no podía permitir que eso pasara, porque a través de él había aprendido lo que era el amor, por respeto a eso, luego de una terrible discusión, se marchó para seguir su camino sola, sanándose de todas las heridas de su tortuoso pasado.

— Nada— contestó Shun saliendo de sus reflexiones, y tratando de aprovechar la oportunidad que Seiya y Hyoga habían creado para él— bueno…a decir verdad, me alegra mucho ver que estás bien ¿Qué has hecho de tu vida todos estos años? — .

— No mucho en realidad, estudié, trabajo en una universidad— explicó June de forma muy escueta.

— Leí sobre tus investigaciones acerca de la Reina de Saba y los libros que escribiste sobre las amazonas y las mujeres guerreras a lo largo de la historia, son impresionantes— Shun no pudo evitar sonrojarse al revelar aquello. Él sabía dónde trabajaba June, y a qué se dedicaba, aunque no dejó pistas sobre su paradero, él usó los recursos de la Fundación Graude para hallarla, pero no tenía el valor para ir por ella hasta Etiopía, así que visitaba su perfil de Facebook con un nombre falso, sin atreverse a escribirle, coleccionaba artículos que encontraba de su trabajo, y tenía también un ejemplar de sus libros.

— Estoy con mucho trabajo en Aksum, encontramos unas ruinas que posiblemente podrían ser el palacio de la Reina de Saba, en cuanto al libro de las amazonas es sólo ficción, sacaré pronto una segunda parte— sonrió June algo incómoda por lo que Shun le había comentado, aunque un par de veces imaginó que él leería su obra, siempre se contenía autoconvenciéndose que se trataba sólo de su imaginación. Y ahora, él le confirmaba que, de alguna manera, seguía pendiente de ella, y se apresuró en cambiar el tema para no tener que indagar más en ese asunto — Hyoga me dijo que habías estudiado medicina. Felicidades por cumplir tu sueño, me alegro mucho por ti—.

June trató de fingir que todo estaba bien entre ellos dos, que por el bien de esa misión podían hablar como dos adultos normales, sin reavivar el fuego de antaño, pero repentinamente vio a Shun frente a ella, a escasos centímetros, con sus verdes ojos nublados por las lágrimas, y entonces, sintió que era abrazada fuertemente por él.

— ¿Qué nos pasó para que termináramos así? Hablando como si fuéramos un par de desconocidos— escuchó que murmuraba en su oído con voz angustiada.

— No lo sé, quizás las guerras nos volvieron locos a ambos, y no supimos que hacer con tanta violencia almacenada dentro de nosotros— contestó sin reprimir las lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Ambos se quedaron así por unos instantes, abrazados, escuchando la respiración agitada del otro, con el corazón hecho una maraña de múltiples emociones. En el fondo, sin palabras, sabían que se estaban perdonando mutuamente por todo lo ocurrido.

Acto IV.

La misión.

El yate seguía avanzando por las aguas turquesa, esta vez del mar Egeo. Deteniéndose en una isla para cargar combustible y poder continuar con el viaje. Ya era cerca del mediodía, cuando Hyoga les pidió ir al comedor de la embarcación. Allí había comida mediterránea, panes, verduras, pescados y mariscos y el infaltable vino, cosa que hizo muy feliz a Shaina y a June. Luego del almuerzo, pasaron todos a la cabina nuevamente, y Hyoga sacó un mapa que tenía guardado.

— ¡Ese mapa! — dijo June sorprendida al verlo.

— ¿Qué pasa con ese mapa? — preguntó Shun al notar la expresión seria que tomó la arqueóloga.

— ¿Lo habías visto antes? — agregó Seiya.

— Ese mapa lo recuperé mientras ustedes estaban peleando contra Zeus, y…— Casi le había costado la vida, como todos los encargos que la diosa le encomendaba, pero June decidió omitir lo último, porque no era de la incumbencia de nadie. Athena siempre le indicó que las misiones que ella le asignaba debían quedar en el más absoluto secreto, y ni siquiera los caballeros dorados estaban informados de lo que la amazona de Camaleón hacía mientras el resto del santuario se mantenía peleando contra los demás dioses.

— ¿Y? — preguntó Shaina levantando una ceja con suspicacia— ¿Hay algo más que debamos saber de ese mapa? ¿Hacia dónde nos lleva, por ejemplo? — .

— Puedes explicarle June, Saori dejó esta carta para ti— Hyoga sacó un sobre dirigido hacia la arqueóloga. Esta la abrió y la leyó con calma, mientras los demás estaban expectantes de lo que diría.

— Ya veo, me liberas de mis votos de silencio sobre mis misiones— suspiró, y miró a sus compañeros, tomó el mapa que sostenía Hyoga, lo miró por varios segundos recordando lo difícil que fue robarlo del templo de Hera.

— Nunca participé en ninguna guerra santa con ustedes, porque se me asignaron otro tipo de tareas, todos esos años, fui la espía de Athena en los templos de los dioses enemigos, como mi constelación es el Camaleón, tomé muchas identidades y mantenía informada a Saori de los movimientos de cada uno de nuestros enemigos— explicó con seriedad en su semblante, ante el asombro de los demás, quiénes siempre pensaron que se mantuvo protegiendo Isla Andrómeda. Hyoga era el único que sabía de las misiones de espionaje de June, aunque no en detalle, ya que Saori se lo explicó en el video testamento que le había dejado.

— Pero eso no es todo— continuó hablando June antes de que se les ocurriera hacerle preguntas— Dentro de mis misiones, también se me encomendó recuperar una serie de objetos poderosos que pertenecían al Santuario y a Athena, y robar otros que podían ser utilizados en su contra a lo largo de las guerras, el último de ellos, es el mapa que conduce hacia el jardín de las Hespérides, es el que tengo en mis manos y deduzco que es ahí adonde nos llevas ¿verdad Hyoga?—.

— Así es, allí es donde deberán cumplir la última misión que Athena les ha encomendado— sentenció este ante el asombro de Shaina y Shun.

— Oigan ¿Me pueden explicar qué es el jardín de las Hespérides? — preguntó Seiya sin entender demasiado la razón de que sus amigos se quedaran con la boca cerrada ante las palabras del antiguo Cisne.

— ¡Seiya! ¡No puede ser posible que no sepas lo que es el jardín de las Hespérides! — Shaina llevó sus manos para cubrir su rostro llena de vergüenza ajena, mientras Hyoga y Shun reían por lo bajo.

— Lo que decía Marín era cierto, te quedabas dormido cuando ella te daba lecciones de mitología— sonrió June despreocupada. El descuido de Seiya y su ingenua pregunta había logrado quitarle la seriedad a los demás por unos instantes.

— El jardín de las Hespérides es el huerto de la diosa Hera, donde se cultivan manzanos, cuyo fruto te concede la inmortalidad, y es custodiado por las ninfas Hespérides— indicó Hyoga para que Seiya comprendiera de qué estaban hablando.

— Y ¿De qué se trata nuestra misión? — preguntó Shun esta vez.

— Ir al jardín y conseguir una manzana de oro —.

— ¿Sólo eso? ¿Diez años han pasado y mi misión es ir a robar manzanas? — . Comenzó a quejarse Seiya.

— Sí, aunque no es robarla, sólo conseguirla — contestó Hyoga.

— Espera un segundo ¡Tú también tuviste la misma misión! ¡Tiene que haber algo más! — Seiya no se resignaba a creer que sólo tendría que ir a recoger manzanas a un huerto.

— No puedo decirles nada sobre mi propia experiencia— contestó Hyoga ante la desesperación del antiguo caballero de Pegaso, quién empezó a maldecir por una misión tan penosa. En cambio, Shaina, Shun y June recobraron la seriedad de sus rostros durante el resto del viaje, hasta que finalmente llegaron a una enorme isla, la cual, para sorpresa de todos, figuraba en el mapa que había robado June del templo de Hera, pero no en el gps ni en los mapas actualizados del mar Egeo.

El lugar donde desembarcaron era un muelle sencillo, de madera, que el mismo Hyoga explicó, había construido hace unos cuántos años, para que fuera más fácil poder traer a todos a cumplir con su misión. Fuera de las playas de blancas arenas, y los acantilados de escarpadas rocas también blanquecinas, el resto de la isla era una enorme jungla casi impenetrable, con poca intervención humana, salvo por una especie de loma que se alzaba justo en medio de ella, desde donde sobresalían varias columnas dóricas por encima de las copas de los árboles, en señal de que quizás allí existiese un templo.

— Este es el lugar— dijo Hyoga conduciéndolos hasta lo que parecía la entrada al bosque. Dos enormes robles estaban ubicados uno al lado del otro, como si se tratase de un portón de árboles, esto llamó la atención de Seiya, Shun, Shaina y June, y de forma repentina, sintieron unas risas salir de las profundidades de la vegetación frente a ellos.

— Desde aquí deben entrar en el jardín, buscar los manzanos, coger una sola manzana y llevarla hasta el templo de la isla— señaló Hyoga— Yo los estaré esperando en el yate, tienen hasta el amanecer para cumplir la misión, los esperaré hasta que salgan los primeros rayos del sol, si no llegan, me marcharé sin ustedes—.

— Descuida, no tendrás que esperar tanto, festejaremos el año nuevo arriba del yate, de eso puedes estar seguro— respondió Seiya llevándose las manos a la nuca— ¡Vamos!, mientras más pronto entremos, más pronto terminaremos—.

— ¡Oh! ¡Casi lo olvido! Aunque han sido llamados ustedes cuatro, deben hacer el viaje solos, así que, entrando en el bosque, deberán separarse y tomar distintos caminos—. Dijo Hyoga repentinamente.

— Está bien, nos veremos al amanecer— sonrió Shun tornándose igual de optimista que Seiya. En cambio, Shaina y June se miraron inquietas, y tras hacerle un gesto de despedida a Hyoga, se internaron con los demás al bosque.

— Espero que lo que dices Shun, realmente se cumpla, el éxito de esta misión y su regreso dependerá exclusivamente de cada uno de ustedes— Hyoga no pudo evitar que algunas lágrimas nublaran sus ojos mientras veía al grupo alejarse, siempre estaba la posibilidad de que alguno de sus amigos no regresara, quizás esa sería la última vez que vería a alguno de los allí presentes.


Notas de la autora:

Athene III: el nombre del yate de Hyoga se debe al mochuelo cuyo nombre científico es "Athene noctua", los mochuelos y lechuzas eran las aves de Atenea, de ahí el nombre.

El jardín de las Hespérides: en la mitología griega Heracles tuvo por misión robar manzanas de ese jardín, pero no me baso en el mito de Heracles, Seiya, Shaina, Shun y June conseguirán las manzanas a su manera.

La idea era que esto fuera un one shot, y de hecho lo es, lo que pasa es que lo encontré demasiado largo para subirlo de forma íntegra, este lunes subiré la segunda parte y final, y no, es el final, final, porque no pienso dividirlo en más partes. Espero les guste.