Un día más
Disclaimer: Sesshômaru, Jaken, Rin y los demás personajes de Inuyasha son de Rumiko sensei, yo solo los "tomo prestados" para escribir mis locuras.
I: Jaken
Si en una noche como esta alguien le preguntara a Jaken cuánto tiempo ha pasado junto a Sesshômaru, él señalaría el cielo y replicaría cuestionando cuántas estrellas hay en el.
Pues ya han pasado tantos años que no lo recuerda, aun cuando el cómo todavía está claro en su mente.
Sesshômaru lo había ayudado a él y a los suyos y él no había dudado en seguirlo, embelesado y agradecido, dispuesto a pagarle así tuviese que servirle toda esta vida y la próxima para lograrlo.
Eso era algo que había demostrado con sus propios actos.
No había huido en la guerra contra los Neko, aun cuando el propio hermano de Sesshômaru no se había presentado para luchar junto a él, e incluso ahora sigue ahí, como su fiel mano derecha —o izquierda, quizás, teniendo en cuenta las circunstancias.
Y entonces, ¿por qué?
¿Por qué estaba siendo dejado de lado por una simple niña humana?
Jaken bufa de solo pensarlo, irritado por ese hecho y aun cuando Rin duerme junto a Ah-Un, como de costumbre, gira su cabeza hacia ella para fulminarla con la mirada... y sin pensarlo, sonríe.
Ella está indefensa e ignorante del peligro que puede correr y es por eso que entiende que Sesshômaru le ordene a él una cosa y otra relacionada con ella.
Alguien tiene que cuidarla, que conseguirle comida, que asegurarse que no se meta en problemas por ser tan confiada y si para eso él tiene que dejar de espiar a los enemigos del gran señor Sesshômaru, de conseguir información de Inuyasha y de Naraku y de hacer otras cosas útiles, él está dispuesto a hacerlo.
Excepto que no debería ser así.
Él no está ahí para cuidar a una humana, sino para seguir al gran Sesshômaru al que le debe tanto y no tiene ninguna razón para aguantar regaños —silenciosos, de miradas— cada vez que algo pone en peligro a Rin.
Claro que también está en deuda con ella, pues Rin se ha arriesgado por él, aun cuando Jaken no es más que un sirviente y le ha dado razones para no quererlo.
Y ella ha cambiado a Sesshômaru, además. Desde su llegada, Jaken ya lo ha visto salir de control dos veces, muchas más de las ocurridas antes, e incluso ha sido testigo de que Sesshômaru ha decidido perdonarle la vida a más de un humano y a Inuyasha mismo.
Estos días, Sesshômaru se ve tranquilo, se permite descansar en lugar de buscar cómo reafirmar su superioridad sobre Inuyasha de cualquier forma posible.
Jaken suspira y tras unos segundos vuelve a poner su vista en el cielo.
Falta poco para el amanecer.
Como es costumbre, Jaken se levanta quejándose por lo bajo y va en busca de comida apta para humanos.
Hongos carentes de veneno, frutos maduros, un pescado ya cocinado y agua fresca es el menú del día y lo tiene listo para cuando la niña abre sus ojos.
¿Y qué recompensa recibe por todo su esfuerzo?
Una corona de flores, no muy diferente a la que Rin le entrega a Sesshômaru antes de ir tras él, mas que termina en su cabeza en contra de sus deseos.
Pero no se la quita, aun cuando se queja.
Bajo la suave luz de la mañana, Sesshômaru parece estar sonriendo y aunque ese espejismo desaparece pronto, llena el corazón de Jaken.
Que esta ya sea una rutina, que sus mañanas ahora estén dedicadas a una niña humana llamada Rin y no solamente al gran Sesshômaru al que le juró su lealtad, es algo que puede aceptar.
Porque su amo parece apreciar comenzar el día de esta manera y si Sesshômaru es feliz, él también lo es.