Summary: Sirius tiene problemas para decidirse por un regalo de San Valentín que valga la pena. James tiene intenciones de no ayudar, pero al final termina haciéndolo sin darse cuenta.

Disclaimer: Los personajes aquí presentes no me pertenecen, la historia a continuación, por otro lado, es completamente mía.

Notas: Ubicado en sexto año de Hogwarts.

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A knut for your thoughts

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Pensó durante días qué le podía regalar a Remus, qué podría ser especial. James se le había reído en la cara por el nivel de desesperación que traía encima desde que faltaban días para terminar enero. Nada parecía ser lo suficientemente bueno, ni siquiera regalarle tabletas del mejor chocolate de Honeydukes. Vale, sí, ese podría ser un buen regalo, pero no llegaba a ser especial. No de la forma en que él quería que fuera el primer Valentín juntos. Pensó, pensó, pensó, y nada se le ocurrió.

—Sabes —le dijo Potter, muy cómodo desde su cama, ordenando sus cromos de ranas de chocolate— esta imagen que tengo de ti ahora, hecho un desastre, escribiendo y tachando ideas en tu pergamino… es el recuerdo que guardaría para ver en un pensadero cuando de viejo ya no sepa ni mi nombre. No quiero olvidar jamás tu desesperación, Padfoot, ni que estás como adolescente por nuestro amigo.

—Prongs, somos adolescentes —le contestó tachando la decimoquinta idea que tuvo en lo que iba de la mañana. Por suerte, Remus acostumbraba bajar a desayunar temprano siempre, porque le gustaba obtener un lugar delante de todo en su primer clase, el muy nerd.

—Me apunto a lo del recuerdo —dijo Peter, saliendo del baño, con esa extraña habilidad suya de escuchar todo aunque estuviera en otra habitación.

Potter y Pettigrew se fueron entonces con la intención de desayunar, dejando a un frustrado Sirius echado sobre el escritorio, pergamino y pluma abandonados a un costado. Bufó molesto, pasó sus manos por su cabello y se lo desordenó. Faltaban tan solo tres días para San Valentín y hasta Peter tenía planeado qué darle a la chica que le gustaba. James, por otro lado, había conseguido el milagro del siglo cuando Evans le dijo que sí a una cita por ese día y como el muchacho llevaba seis años planeando el momento, no tuvo ninguna duda en elegir qué iban a hacer ni qué iba a regalarle. Siempre se había burlado de James y su imaginación, pero ahora mismo le encantaría tener un poco de eso, ¿acaso era el karma? Se levantó de la silla y se tiró en su cama, todavía sin ganas de bajar al comedor. Dio un par de vueltas, se enredó con las sábanas y se cayó al suelo. Menos mal que estaba solo, de lo contrario seguro que James querría agregar esa lamentable maniobra a su recuerdo.

La idea le llegó de golpe a su cabeza, lo iluminó entero al igual que el lumos máxima que utilizaban en la Casa de los Gritos. Bien, técnicamente era idea de Prongs, pero detalles aparte, a él se le había ocurrido cómo usarlo, recordando la cantidad de veces que Remus le había dicho "un knut por tus pensamientos", cuando le veía cara de planear una broma. Con una sonrisa victoriosa, se levantó del suelo y corrió escaleras abajo, en dirección a la biblioteca. Perderse el desayuno del día sería un sacrificio menor si las cosas resultaban bien, y Sirius tenía esa suerte de que todo lo que se proponía, lo lograba.


Tres días, mucha lectura, pruebas y fallos después, finalmente lo consiguió. Una caja entera de botellitas con sus recuerdos —etiquetados y ordenados por fecha—, más el pensadero que ordenó —por una vez, agradecía a la fortuna Black—. Remus no sabía qué decir, además de pegarle con un rollo de pergamino por haber gastado más galeones en ese pensadero que los que él había gastado en su vida. Sin embargo, quizá muerto de curiosidad, se dejó guiar y se sumergió en cada recuerdo que le fue regalado.

El primero de todos fue el de Sirius subiendo al tren en primer año, buscando un lugar donde sentarse solo. Remus entonces se vio a sí mismo, muy pequeño, asomando su cabeza por la puerta del compartimiento y preguntando si podía pasar. Vio que Sirius, tal y como recordaba, le hizo un gesto con la mano de que no le importaba. Se vio de nuevo, arrastrando sus pies con cuidado de no pisar la vieja túnica de su padre que le quedaba demasiado grande, sentándose frente a él. Y, entonces, una voz —los pensamientos de Sirius, notó— se hizo presente. Sirius lo había visto y pensado "se ve pequeño, sin dinero y probablemente sea un mestizo… debo asegurarme de que los idiotas no lo molesten". Remus no pudo evitar sonreír encantado. El segundo recuerdo, era de esa misma noche, cuando ambos fueron seleccionados en Gryffindor, y la voz de Sirius pensando "escupiré a cualquiera que nos diga que no merecemos estar aquí", mientras miraba desafiante a los alumnos de años superiores que les enseñaban sus nuevos dormitorios. El tercero, fue la primera clase de encantamientos donde Sirius se sentó a su lado sin decir nada, y se quedó allí, gruñendo a todos los que se rieron cuando Remus no consiguió levitar su pluma.

De esa forma, entre botella y botella, Remus fue viendo y recordando también cada momento, desde la perspectiva de Sirius. Sus pensamientos, sus miedos, lo que lo hacía feliz… Fue grato conocer que el primer pensamiento que tuvo sobre la licantropía de Remus fue "es tan cool", clásico de Sirius, no tomar en serio las cosas que podrían quitarle la vida. No pudo evitar notar que incluso cuando estaban los cuatro amigos juntos, Sirius siempre se le quedaba viendo, pensando "se ve deprimido" antes de contar un chiste que había logrado hacerlo reír, "parece que tiene hambre", justo antes de buscar alguna golosina entre sus bolsillos y regalársela, preguntarse mentalmente "¿tendrá frío?" para luego quitarse la bufanda y arrojársela, diciéndole: se te caen los mocos, Moony.

¿Era verdad cuando Sirius le dijo que llevaba años enamorado de él, incluso sin darse cuenta?

Llegó entonces un recuerdo del cuarto año, donde Sirius se le había quedado mirando cuando él salió de la ducha, envuelto en una toalla porque había olvidado llevarse ropa limpia al baño. Remus tuvo en su rostro todas las gamas de rojo posible al escuchar los pensamientos de un Sirius de 14 años, totalmente adelantado a su edad, a su parecer. Desde ese recuerdo en particular, el chico no podía dejar de pensar en "¿desde cuándo se ha puesto tan guapo?", "¿le quedará el sabor a chocolate en la boca luego de comer esa tableta?, ¿por cuánto tiempo?, ¿podría averiguar exactamente qué marca había comido?". No está de más decir que el calor no parecía querer abandonar el rostro de Lupin, ni ahora ni nunca.

Pasó por otro recuerdo de ese año, el de la primera luna llena que tuvieron los cuatro juntos como amigos, como manada. Los pensamientos de Sirius en modo perro eran algo más confusos, se trataban más bien de sensaciones e instintos. El viento, la velocidad, la adrenalina, sus impulsos de saltar… Remus no solía recordar las cosas que hacía como lobo, verse desde esa perspectiva era algo raro. Sin embargo, de nuevo, era gratificante ver que no solo el perro, sino que también el ciervo y el ratón hacían todo lo posible por no dejarlo solo nunca.

Finalmente llegó al recuerdo del primer beso que se dieron en una noche de juegos con otros Gryffindor, en quinto año. No se suponía que fuera más que un roce de labios impuesto por una prenda del "verdad o reto", y si bien recordaba perfectamente lo nervioso que se había puesto —teniendo en cuenta que por ese entonces también se había enamorado de Sirius—, ahora veía la escena desde la mente de Sirius, sus pensamientos de "mierda, mierda, mierda", "voy a besar a Moony, voy a besar a Moony", "estoy cerca", "Merlín, que quiera esto tanto como yo, por favor" ", "santa Circe, estoy besando a Moony". Y, efectivamente, Remus había querido besarlo tanto como Sirius deseaba. Es por eso que el besito que se suponía que se dieran se había transformado en algo más largo y hambriento, bajo los aplausos y vitoreos de otros leones.

Remus hizo una pausa, sabiendo que el siguiente recuerdo sería la charla incómoda sobre sentimientos que tuvieron al día siguiente, y a juzgar por la gran cantidad de botellitas etiquetadas con el mismo día, los demás fueron los muchos besos que compartieron. Estaba en el quinto año de recuerdos juntos, había botellas etiquetadas hasta el día anterior. La siguiente cosa que hizo, fue abrazar a Sirius tan fuerte como pudo, casi hasta dejarlo sin aire.

—Puedo asumir que te gustó tu regalo, entonces.

—Me ha encantado, gracias por… por permitirme ver todo esto.

Remus no podía siquiera entender cómo le había dejado entrar a su cabeza de esa forma y mostrado absolutamente todos sus pensamientos. Ni cómo había aprendido a hacerlo, pero bueno, bien sabía que Sirius Black niega la existencia de la palabra imposible.

—Feliz San Valentín, Moony.

—Feliz San Valentín, Padfoot.

Luego se besaron, Remus tratando de contener los fuertes latidos de su corazón, que no habían bajado la velocidad desde el primer recuerdo.


Sirius tenía esa cara, esa sonrisa de malicia que indicaba que lo que fuera que estuviera planeando, no era algo bueno.

—Un knut por tus pensamientos, Black —dijo, sentándose al lado de él para cenar.

—Tendrás que esperar hasta el próximo Valentín, Lupin —le contestó, guiñándole su ojo derecho.

Remus sonrió.

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Fin

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Notas finales: Esto lo escribí en febrero como regalo de cumpleaños para una amiga mía muy querida, ahora decido compartirlo con ustedes. Espero que les haya gustado !