Saludos a los bellísimos lectores, hoy vengo de nueva cuenta a arruinarles la vida con mis extrañas historias; pero antes de iniciar cabe aclarar algo.

Los que ya me conocen saben que mi fandom inicial en la escritura es el de Ranma 1/2 y que mis historias estan en un stop debido a la publicación de un libro físico, que aunque ese proyecto sigue en proceso, decidí darme un break y hacer algo diferente para un fandom diferente (Porque soy multifandoms) y sí, tengo tan poca madre por no terminar mis otras historias pendientes, pero ya estamos aquí y las cosas las acabo sí o sí y en un tarde o temprano, pues soy de las personas que al tener una idea arraigada no la dejan hasta plasmarla y la Flor de fuego no es la excepción.

También sorry, pero los otros fics siguen muertos y si eres nuevo lector y tienes curiosidad de que pavada hablo, checate mis otras historias que a pesar de ser de un fandom específico, no es tan cercano a los personajes en personalidad original porque en estas si hay evolución de personaje, algo que el anime no cuenta al 100; además este proyecto de Kimetsu No Yaiba me tiene bastante emocionada con el material existente y el que viene, por lo tanto comencemos.

Los personajes de Kimetsu No Yaiba no me pertenecen a mi, sino a la malévola Koyoharu Gotoge y yo sólo los manoseo a mi gusto por maña y diversión de una fan para otros fans.

Advertencia: Esta historia tiene tintes G-AU en algunos personajes y unas alteraciones de la historia del manga debido a mi aportación como escritora.

Segundo mi estilo de novela tiene suaves, sino es que severos toques contranovelistas que no otorgan un orden cronológico a lo largo de un sólo capítulo, por eso no te alteres con el orden porque a lo largo se aclaran unas cositas con el estilo de las letras y si no es que momentos. Sin más que añadir ahora sí, a leer.

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La Flor De Fuego

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Los rayos del Sol al horizonte complementaban el panorama plasmando de miedo que se sentía en el aire mientras se escuchaban los gritos femeninos que desgarraban el aire al dejar que la luz de un nuevo día le calcinaba la piel.

La vio y era tan doloroso, porque ahí estaba ella ocupando el lugar de la existencia del mounstro que dejó de ser al estar curado.

"Protegela y cuidala sin importar que tan fuerte sea". Escuchó las palabras de su padre mientras empezaba a correr lo más rápido que podía en dirección de la nueva batalla.

Dolor, sufrimiento. Eso vendría a él, ante lo que haría, porque sus lágrimas estaban deslizándose por sus mejillas de manera involuntaria, pues una parte de él ya sabía que haría y por eso lo hacía exteriorizando su dolor futuro.

"Cuando los problemas la acechen no dudes en hacer lo posible para que ella regrese a ser quien es"

La voz, la voz lo torturaba a cada segundo y paso que daba, miró con rabia hacía enfrente notando como el rostro se deformaba en una mueca de gusto al herir a los demás, le dolió y sin pensarlo demasiado tomó una de las tantas nichirin de los kakushis o tal vez de algún pilar u otro espadachin que perdió la vida ante la gran lucha.

"Zenitsu". Mencionó con agitación en la voz viendo como el rubio temblaba ante la impotencia de no poder moverse, de herirla y de perderla.

¡Él tampoco quería perderla!, ¡Era su hermana!

"¡Detengala!". Gritó la voz de Giyu Tomioka que fue lanzado contra los kakushis e Inosuke había perdido la fuerza de voluntad con la que se había impulsado para poder cortarle la cabeza a su hermana.

No te detengas, no te detengas. Se decía con agitación siendo jalado de la manga de su yukata, las lágrimas de Zenitsu le hicieron entender que lo apoyaría, no había notado en que momento lo alcanzó, pero lo detuvo antes de llegar enfrente del nuevo demonio.

"Hay que ayudarla o ella..."

"...jamás se lo perdonara". Complementó la frase afianzando el agarre en su espada, gritó el nombre de su hermana totalmente fuera de si, de su raciocinio y buen corazón.

"¡Basta!, por favor. Nee-san ésta no eres tú"

"¿Quién es tu nee-san?". Dijo con una sonrisa extraña que le causo escalofríos, recordandole que no era experto, ni siquiera manejaba la espada como ella llegaba a hacerlo y sobretodo en ninguno de esos pocos segundos dominaria alguna postura para hacerle frente a ella que mantenía la boca salivando con aquellos filosos colmillos y los ojos afilados como si pareciera un gato observandolo sin reconocerlo y eso le dolía.

Miró a Zenitsu tragar saliva afirmando el agarre de su espada, mientras él empezó a temblar.

Ella se movió a punto de atacarlos, él alzó la espada en posición de ataque y sin poder evitarlo vio el tiempo atrás en sus ojos rojos que perdieron su humanidad y las promesas que tal vez jamás se cumplirían y los miedos eran reemplazados por nuevos.

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Las botas para el invierno se movían esparciendo la nieve a cada nuevo paso que daba para llegar a ella que sonreía mientras la canasta era llenada con los pedazos negros del carbón entre sus manos, que eran tan delicadas al mismo tiempo que perdían poco a poco su suavidad y ahora se hallaban tiznadas.

"Nee-san no deberías hacer eso".

"Debemos vender carbón y soy la hermana mayor, además no vendría mal tener un poco más de dinero para comida". Le dijo ella limpiando las manos con el trapo que había estado posicionado sobre un tronco del árbol cortado por su padre hace muchos años atrás, dirigiéndole una mirada para sucesivamente cubrir el cesto, al mismo tiempo que le sonreía.

Se sobo las sienes con cansancio y algo de frustración, pues no podía negar que su hermana era una cabeza dura, aunque literalmente sí lo era, pues desde que su padre había fallecido ella se había dedicado a ser como un padre a pesar de ser una niña que tuvo que madurar con extremidad.

Él no lo admitía a viva voz por vergüenza, pero quería verla feliz siempre, sin preocupación por los demás y sacrificandose por todos excepto ella, y aunque no le gustara mucho la idea le gustaría verla enamorada.

Su madre siempre decía que ella era la niña más hermosa que había visto, pero que se empicinaba a cumplir con el papel de hermano mayor y por su condición de mujer que muchos menospreciaban, porque en el pueblo no era bien visto que una jovencita se comportara así, por eso cambio y casi nadie de sus vecinos "cercanos" la veían muy seguido; pues ella cambio de tal manera que parecía algo que no era.

Un chico.

Pero uno con caracteres tan dulces y amables que era difícil juzgar su actuar o quien es dependiendo a donde vaya. Un chico o una chica, nadie del pueblo vecino lo sabía, más sus familiares, sí.

Tanko Kamado es una jovencita bella, delicada y bastante amable que enamora a más de un hombre cuando viste con su kimono y pasea con sus hermanos o va en búsqueda de los víveres con su madre; inclusive podía acusarle de acaparar miradas femeninas cuando vendía el carbón y portaba pantalones con el haori a cuadros que recosía una y otra y otra vez porque era regalo de su padre a su primogenito, y en su caso primogénita. Además, ella tiene esa personalidad tan atrayente y tan dulce que era difícil ignorarla al igual que su encantadora "ingenuidad" más ella era consiente de lo bueno y malo.

Tanko tomó las asas de la canastas al momento de tambalearse debido al peso que su delicado cuerpo oculto bajo el haori buscaba aguantar lo mejor posible mientras sus pasos buscaban firmeza al andar.

"Nee-san, ¿No quieres que te acompañe?"

"Nezuo, mamá necesita ayuda y..."

"Tu deberías ayudarle es deber de..."

"No es justo lo que dices, las mujeres también somos fuertes Nezuo, papá siempre me lo decía". Le dijo la joven más baja que su hermano que no evitaba preocuparse cada vez que ella bajaba al pueblo vecino y la descubrieran y le quisieran hacer algo.

"Oh Tanko, ya irás al pueblo". Interrumpió una tercera voz.

"¡Sí!". Afirmó la jovencita que parecía chico con sus cortos cabellos sujetos en una minúscula cola de caballo y esa ropa era difícil ver si se trataba de una chica pues no era demasiado aguda en el tono de su voz.

"Pero mamá..."

"Nezuo, tu hermana puede cuidarse, no es necesario que siempre la cuides". Le dijo Kie Kamado con tranquilidad.

"Pero se lo prometí a papá antes de morir y yo...". Calló cuando sintió el tacto cálido de las manos que limpiaba las lágrimas de su rostro que no había percibido hasta que los dedos de Tanko las detuvieron y le obligó a verla, aquellos hermosos ojos rojos compasivos y su cálida sonrisa que le hacía perder miedo además de transmitirle que todo estaría bien, lo calló.

"Si te preocupas por mi, puedes alcanzarme después". Le dijo la joven quitando sus manos mientras se alejaba en dirección a su madre que le terminó limpiando la cara a Tanko que hacía unas pequeñas muecas ante la fricción de la tela.

La vio despedirse de sus hermanos que salieron alegres al verla partir y con eso él alzó su mano tratando de transmitirle una sonrisa similar.

Tanko era la mayor, no debía temer tanto. Ella es fuerte.


Miraba en varias direcciones iluminando con la lámpara de aceite buscándola. Era tarde, muy tarde y ella no llegaba a casa; sino se hubiese distraído de más con sus deberes la hubiera alcanzado y vendrían los dos juntos a casa, pero no.

"¿Dónde estas Tanko?". Decía al aire con el vaporcillo de su cálido aliento en contraste del frío clima, escuchó un crujir, las manos le temblaron y un segundo sonido se hizo presente, asemejado a algo pegajoso y humedo haciendo choque entre si, camino hasta ver el origen del sonido y lo que vio le dejo helado, era Tanko.

Ella...tragó saliva mientras veía a la criatura alimentarse con las entrañas de su cuerpo, generando un grotesco masticar de las entrañas o cuando sus manos exploraban los intestinos y arrancaba más pedazos de carne ensagrentada que cortaba con los dientes.

"¡Nee-san!, ¡Nee-san!". Gritó sin importarle otra cosa que el cuerpo de su hermana muerto mirándo con sus ojos al vacío haciéndole querer alejar a ese mounstruo que parecía ignorarlo hasta que lo tocó y lo alejó de ella, notando así que se trataba de él mismo teniendo entre unos grotescos colmillos un brazo desmembrado.

"Nee-san, sabe bien".

Quiso gritar cuando se tomó la cabeza entre sus manos cerrando los ojos deseando que fuera una pesadilla.

"Toc, toc, pequeño conejito de las montañas, ¿Por qué tus orejas son tan largas?".

Esa voz. Desesperado miró a todos lados del bosque donde todo ese horrible escenario desapareció de un momento a otro y ahora era el demonio que ha sido desde que está con Tanko protegiendolo como cazadora.

El demonio abrió sus ojos de golpe notando el alrededor de madera de su caja; empujó la puertilla notando que el sol ya estaba ocultandose para darle a él el refugio de la noche.

"Cuando mi madre era pequeña comió las hojas de un gran árbol y por eso mis orejas son tan largas".

Su hermana, ella estaba cantando.

Las lagrimillas se acumularon en sus ojos de tono rosado, Tanko ella nunca cantaba sola a menos que fuera para sus hermanos y ahora...

"Tanko-chan".

Nezuo frunció ligeramente el ceño ante la voz de Zenitsu, no es que le cayera mal, pero quería estar demasiado cerca de su hermana a tal manera que ya en varias casas de glicinas no dejaban que los tres compañeros cazadores durmiera en la misma habitación y en eso estaba de acuerdo.

"Oh Zenitsu". Mencionó la de cabellos burdeos a ver a su compañero de curiosos cabellos rubios.

"Tanko-chan tienes una voz muy bonita". Le mencionó el rubio a su acompañante que sonrió con un tono cambiante en el color de su piel. "Sabes Tanko-chan, cuando te conocí jamás imaginé que alguien podía tener un sonido tan hermoso como el tuyo, tan suave y delicado que a pesar de cargar con dolor sigue siendo tan amable que podría llorar"

"Zenitsu eso es muy lindo de tu parte y sabes que puedes dejar de decirme Tanko-chan, sólo dime Tanko".

El rubio parpadeo asombrado seguidamente de tomar la mano de la chica que seguía sonriendo con amabilidad mientras una vena se plasmaba en la frente de Nezuo.

"Tanko-chan es tan linda y juro siempre protegerme por ser tan débil. Tanko-chan me gustaría que fueras mi esposa". Le dijo el rubio a la cabellos burdeos que parpadeo sorprendida mientras en la cabeza de su hermano menor pensaba la manera de dejar a Zenitsu en coma para que la dejará en paz, sobretodo el momento en que él supo que Tanjirou no era su nombre real y que no era un chico sino una chica.

"Si, acabamos con Muzan nos casaremos". Dijo la chica tomando las manos de su compañero, para el corazón de Zenitsu fue una de las cosas más maravillosas que halla escuchado en su vida.

"¡Tanko-chan prometo hacerte muy feliz!". Exclamó emocionado queriendo abrazar a la joven, pero la poderosa patada de Nezuo lo impidió asombrado a su hermana que soltó un chillido ante el asombró y Zenitsu quedaba noqueado con una tonta sonrisa en el rostro, al mismo tiempo que el demonio abrazaba a su hermana bufando molesto bajo el trozo de bambú.

Él no quería perder tan rápido el cariño de su hermana, y no con Zenitsu. Los recuerdos de la pesadilla los había olvidado.

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El sonido de la espada abaniqueandose en el aire, y los ojos de flor de fuego que eran de su hermana se abrieron ante la sorpresa, y eso le dolió porque sabía que ahora no podría ver a Zenitsu a la cara. ¿Qué había hecho?, se preguntó, ahora no sabia porque lo hizo, pero Nezuo esperaba que le perdonarán.

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Fin del prólogo.

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Si llegaste hasta aquí, cabe decir que este capítulo es la base para la historia por lo tanto no olviden los factores como la promesa de Tanko y Zenitsu, la promesa de Nezuo a su padre y el travestismo de Tanko.

Espero y les halla gustado y puedan hechar una comentada al mismo tiempo que prosigo la historia.

Besos y saludos.

Atte. H. Rainbow