Disclaimer. Los personajes no son de mi autoría, pertenecen a Masashi Kishimoto.

Summary. Él sabía que lo que le atormentaba no era una pesadilla del todo, eran sus propios recuerdos también. Época gennin.


Dos cuerpos sin vida apilados en el tatami de su casa. Dos cuerpos de los que nacía un enorme charco de sangre que ya se comenzaba a secar. Dos cuerpos que reconocía. Sus mejillas se sentían húmedas y en sus labios caían gotas saladas, estaba llorando y ni siquiera era consciente de ello. Se percató como desde la oscuridad lo observaba detenidamente dos Sharingan activados, sin cuerpo o rostro, pero él sabía perfectamente a quién pertenecían.

—Nii-san... ¿Po-por qué? —Las palabras ardían en su garganta, le sabían agrias. Las había repetido una y otra vez, en sus recuerdos, en sus pesadillas, en su mente.

—Para medir mis capacidades. —La misma respuesta, siempre.

Sasuke observaba como todo parecía eterna oscuridad a su alrededor, no podía saber siquiera donde estaban las paredes, lo único visible eran los cadáveres de sus padres y los ojos carmesí fijos en él. Aún así se sentía atrapado, como si el aire no fuese suficiente para poder respirar bien, casi claustrofobico. Observó sus manos y las encontró manchadas por aquel espeso líquido rojo, cuyo olor nauseabundo llenaba sus fosas nasales. Cuando volvió la vista a los cuerpos, vio a los gusanos comerse la carne podrida, ya no se diferenciaban sus facciones y el olor de la sangre se vio reemplazado por el de podredumbre. Pero los ojos carmesí seguían viéndole. Al pasear su vista por la habitación encontró algunos cadáveres más, los conocía también. Su sensei, con la máscara rasgada aún cubriéndole parte de la cara, Naruto con la mirada perdida y la ropa hecha jirones y, finalmente, Sakura, pálida y con el largo cabello rosa lleno de sangre, con sus característicos ojos jade ahora sin vida.

—No... —Susurró. —No de nuevo, por favor. —Su voz era a penas audible. —¿Por qué ellos? —La desesperación en su voz era cada vez más evidente. Se había prometido no volver a perder personas importantes para él, pero ahí estaba, de nuevo impotente, volvió a ser un pequeño de 7 años cuyo corazón era desgarrado por el dolor de ver a sus padres y compañeros sin vida. —Déjame ir... ¡Déjame ir!


—Sasuke-kun, vamos, despierta... —La dulce voz de su compañera le llamaba en tono bajo, mientras sentía como lo tomaba por los hombros y le sacudía, tratando de despertarle.

Con dificultad abrió los ojos, poco a poco recuperando el sentido y volviendo a la realidad, sintiendo su cabello pegarse a su piel gracias al sudor frío que le caía por las sienes. Sakura le veía con infinita preocupación reflejada en el rostro, iluminado por la luz de la luna que hacia que sus orbes brillarán. El azabache extendió una mano para tomar la muñeca de la chica con extrema delicadeza, como si esta estuviera hecha de porcelana que podría romper de ser más rudo. Quería asegurarse de que fuera real, de que estuviera viva. A la pelirrosa no le tomó por sorpresa, dio un suave respingo y su rostro se tornó ligeramente rojo, ya estaba acostumbrada, él siempre lo hacía cuando lograba despertar.

—Está bien, fue una pesadilla. —Le aseguró en un hilo de voz.

Sasuke se incorporó, sentándose en su lugar. Observó a su alrededor, no habían cadáveres. A su lado estaba Naruto, durmiendo profundamente entre sus mantas. Del otro lado Kakashi, dándoles la espalda, también parecía que no se percataba de lo que estaba pasando, eso le calmó un poco. Sakura alcanzó su mochila y sacó un pañuelo, el cual le acercó a su compañero para que pudiera secarse el rostro.

—No lo han notado, estoy segura. —Comentó tratando de confirmar los pensamientos del pelinegro. —Ya sabes, Naruto tiene el sueño muy pesado y Kakashi-sensei... Bueno, seguro está cansado como para dormir profundo dos días. —Una pequeña sonrisa tranquilizadora se abrió paso en su rostro, mientras observaba como el chico trataba de normalizar su respiración, secándose la frente.

Con sus pensamientos ya ordenados de nuevo, recordó entonces que iban de camino de vuelta a la aldea luego de una misión, la noche había caído y hacia demasiado frío para quedarse a la interperie, así que alquilaron aquella pequeña habitación entre todos y acomodaron sus mantas para dormir. Observó la ventana frente a él, afuera el viento movía las copas de los árboles con insistencia y la tenue luz de luna entraba por la ventana a sus espaldas, haciendo brillar los grandes y bellos ojos jade que le observaban expectantes. Bajó la mirada al comenzar a sentir cierto cosquilleo en sus mejillas y comenzó a doblar el pañuelo que la pelirrosa le había dado.

—Aún faltan algunas horas para que amanezca, puedes dormir un poco, si quieres. —La voz de la chica era a penas audible, él estaba seguro de que si no estuviesen tan cerca ni siquiera él podría oírle.

—Hmp. —Se limitó a responder.

Die un leve salto cuando sintió los delicados dedos de Sakura arreglando un rebelde mechón de cabello tras su oreja, soltando una risita que le provocó un sentimiento cálido de seguridad. El azabache le extendió el paño pulcramente doblado a su dueña, quien lo recibió y volvió a guardar en el lugar de donde lo había sacado. La niña procedió a recostarse de nuevo, tomando con suavidad la muñeca del Uchiha, invitándolo a imitarla. Este aceptó de buena gana, soltandose con amabilidad del agarre de la pelirrosa, para luego tomar la mano femenina con la suya, aferrándose a ella como si fuese el ancla que lo mantiene en la realidad. Ella, por su parte, corresponde el agarre con un cariñoso apretón y una sonrisa tranquilizadora.

—Va a estar bien, Sasuke-kun, duerme. —Él sabía que no iba a estar bien, que de hecho no lo estaba hacia tiempo, que lo que le atormentaba no era una pesadilla del todo, eran sus propios recuerdos también. Aún así, por alguna razón, el confiaba en las palabras de Sakura, y dejó que sus ojos se cerraran, agarrándose a su mano para estar seguro y dejando que el cansancio se apoderara de su cuerpo de nuevo, ante la mirada vigilante de su compañera.

A unos pocos metros, Kakashi era consciente de todo lo que acababa de pasar. No era la primera vez que sucedía, y en cada ocasión era la misma rutina. La primera vez estuvo a punto de levantarse él mismo a tranquilizar a su alumno, pero cuando se percató de cómo Sakura le había ayudado y cómo el azabache no había puesto resistencia alguna, decidió dejarlo así. El sabía que Sasuke no se abriría de esa forma con nadie más y la pelirrosa, consciente de esto, atesoraria el secreto con recelo en el fondo de su corazón. Era mejor dejarlo así, como un secreto entre los dos chicos. No podía evitar una sonrisa al pensar que quizá los sentimientos de Sakura no eran rechazados del todo. Del mismo modo se preguntaba qué era del Uchiha en las noches que estaba solo, cuando esas pesadillas le atacaban y no tenía a nadie a su lado que le consolara. ¿Se quedaba despierto? ¿Encontraba la forma de dormir luego? Pero, a pesar de su oscuridad, la luz de la pelirrosa siempre estaba dispuesta a iluminar aunque sea un poco y al chico parecía gustarle.