RETAZOS

Retazos es una colección de oneshots, drabbles, etc.,... que nunca terminé. Quedaron así, como pedazos. Pedazos de historias a medio contar. Sé que nunca voy a terminar de escribir algunas, pero creo que vale la pena compartirles algunas cositas que alguna vez tuve la intención de convertir en una pequeña historia.

La mayoría van a ser Inuyasha/Kagome, así que así voy a categorizar el fic. Todos los 'capítulos' son independientes entre sí, sin ningún tipo de relación.

Espero que lo disfruten,
Mor.


Inuyasha observa. Kagome tiene los ojos cerrados y alta temperatura, y afuera nieva. Inuyasha rezonga, observando de reojo el blanco manto que cubre toda la aldea. Sabe que Kaede prepara un nuevo menjunje, pero él sabe que Kagome tardará en sanar, y detesta verla así.

Sango, Shippō y Miroku han buscado cobijo en la cabaña de Kaede, así que esa pequeña choza es solo de Kagome y de él. Aunque por supuesto que Miroku no dejó pasar un comentario subido de tono, para que Sango lo corrija con un seco golpe de Hiraikotsu. Lo cierto es que pretenden no expandir la peste, y él es el indicado para cuidarla. Aunque no se hubiera ido de su lado incluso si lo obligaran.

Qué molestia.

—¿Inuyasha? —La voz ronca de Kagome lo saca de sus pensamientos y se acerca un poco más a ella, visiblemente preocupado—. Hace frío aquí…

Inuyasha frunce el ceño. Kaede no le ha dejado más mantas. Observa que la puerta y las ventanas están bien cerradas, todo está en orden, pero… Kagome comienza a tiritar. Rogando que a Miroku no se le ocurra abrir la puerta de pronto, ayuda a Kagome a semi incorporarse.

—¿Adónde vamos?

—Shh… a ningún lado, ven.

Deja que la chica se acomode contra él y la tapa con el resto de las mantas. Lo hace por el bien de la salud de Kagome, así que no debe sentirse tan incómodo como lo hace, ¿cierto? Sin embargo,… Kagome es como un pequeño radiador y le hace un poco mal a los sentidos tener todo su aroma dando vueltas.

—Así está mejor —susurra ella, abrazándose un poco más a él—. Es como…

Dice algo más, pero ni siquiera Inuyasha puede oírlo. Él suspira. Está loco de remate, loco por quedarse con ella. Debía haber sido Kaede, si total la vieja era más resistente que un troll de las montañas, una simple gripe no la derribaría. ¿Qué hace él con el cuerpo de Kagome tan pegado y todo eso que siente?

—Ahg,… estoy muy viejo para esto.

En teoría es cierto, porque tiene más de doscientos años, pero… no muchas veces se ha sentido de esa forma.

—¿Inuyasha?...

—Tranquila, Kagome, descansa. Pronto estarás mejor.

—Ya lo estoy. Estoy contigo.