Disclaimer: Los personajes no son míos, pero la historia sí.

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Se sentía cansado y hambriento. Hermione tardaba demasiado y Ron tampoco apuraba el paso, perderían otro día de búsqueda si seguían así.

Se sentó en una roca junto al pequeño laguito congelado, con un movimiento de su varita resquebrajó una pequeña parte y hundió en él los termos que había traído hasta llenarlos.

Chocó con su reflejó y soltó un ligero jadeo.

Estaba más pálido de lo normal, con círculos violáceos bajo los ojos apenas ocultos por sus gafas redondas, traía la ropa sucia por el bosque y sentía las articulaciones ligeramente agarrotadas por el frío.

Una rama se rompió.

Se levantó y giró hacia el lugar de donde procedía el ruido, sacó su varita por puro reflejo y la bajó al recordar que nadie podía entrar a ese lado del bosque porque Hermione fue lo bastante lista como para poner un hechizo protector, quizá sería ella o Ron, o ambos, que habían ido a buscarlo porque quizá había tardado demasiado.

Pero al verla sintió que el aire se le iba de los pulmones y pronunció su nombre en un susurro, como un idiota:

—¿Ginny? ¿eres tú, Ginny?

La aludida dio unos pasos hacia él, para que la luz del cielo nublado la iluminara.

No era Ginny desde luego.

¿Tan hambriento de Ginny estaba como para confundirla?, sí, era cierto que tenían similitudes, pero vamos, la extraña se parecía a su Ginny tanto como él se parecía a Ron.

La recién llegada tenía el cabello rojo, pero no como el de Ginny, que parecían llamas de fuego cuando se movían en la escoba al jugar quiddicht, el de la chica delante suyo rosaba el rubio rojizo, tenía la piel pálida, incluso más pálida que la de Ginny, y, al igual que Harry, tenía ojeras bajo los ojos, que eran, a diferencia de los de la pelirroja que tanto amaba, verdes moteados con dorado, fríos y calculadores, no marrones y cálidos como los de Ginny, también era mayor, quizá un año mayor que él, y dos mayor que la joven Weasley, pues mientras que la cara de la hermana de su mejor amigo tenía rasgos afilados, los pómulos de la chica eran más adultos, más formados, carecía de la nariz afilada de los Weasley, pero su nariz respingona lo compensaba, sus labios no eran pequeños como los de Ginny, sino carnosos y muy rosados, su cuerpo era más adulto y se vestía de una forma que su novia no hacía, su vestido era inapropiadamente corto para el frío bosque de Escocia, y la chaqueta que traía era incluso más larga que el vestido, sus pies estaban enfundados con botas y apretaba sus manitas.

Sin duda no era Ginny, pero no por eso era fea, y no por eso Harry quería menos a Ginny, la deseó a su lado más que nunca.

—No tengo idea de quién sea Ginny— comenzó la chica—, pero estoy aquí para ayudarte.

—¿Quién eres tú? —la desconfianza nació en el pecho de Harry.

—Mi nombre es Lydia Martin─ entonó con voz clara y dio un paso al frente—. Y tú eres Harry ¿verdad? ¿Harry Potter?

—¿Cómo me encontraste? ¿cómo es que estás de este lado del bosque?

Ella lo miró como si fuera idiota.

—¿Qué cómo te encontré?, me llamaste ¿recuerdas?

—No, yo no te llamé— dijo y la apuntó con la varita, pero ella ni siquiera se inmutó—. No tengo idea de quién seas y no me importa, lo más seguro es que eres una mortífaga y quieres entregarme a Voldemort ¿no es así? ¡¿No es así?!

—No sé qué diablos es un mortífago— masculló con rabia—. Me llamaste, tú o cualquiera de tus amigos lo hizo en tu nombre, necesitas mi ayuda y aquí estoy. Soy una banshee.

—¿Y eso qué? —seguía apuntándola con la varita—. No eres nada especial, solo una criatura gritona y molesta.

—Piénsalo un momento, imbécil— le espetó—. Las banshees sienten la muerte, y yo puedo sentir…

—… Las Reliquias de la Muerte— terminó Harry por ella.

— Así es, me necesitas— la chica sonrió triunfal.

— Pero quieres algo a cambio— no fue una pregunta, fue una aclaración, que Harry vio muy bien.

—No, voy a dedicar mi vida a ayudar a pobres adolescentes narcisistas—Lydia rodó los ojos con impaciencia, recitando las mismas palabras que Peter alguna vez les dio a ella y a Allison—. Claro que quiero algo a cambio.

—Muy bien, ¿qué quieres?

—Necesito encontrar a Stiles.

—¿Qué diablos es un Stiles? —preguntó Harry.

—Eso es lo que quiero saber, la Cacería Salvaje se lo llevó y lo quiero devuelta.

—Muy bien, nos ayudas a encontrar Las Reliquias de la Muerte y nosotros te ayudamos a encontrar a tu Stiles. ¿Tenemos un trato?

—Tenemos un trato— declaró Lydia y entrecerró los ojos—. ¿Hay alguna razón para que me sigas apuntando con esa cosa?

—Perdona— murmuró Harry y le mostró el camino hasta el campamento.

Por una vez desde hacía meses, Harry pudo probar la esperanza, si esa chica, Lydia, podía ayudarlos realmente, dentro de nada se enfrentaría a Voldemort y si Merlín quería, lo derrotaría y tendría a Ginny de nuevo a su lado.

Claro y también tendría que ayudar a Lydia a recuperar a su Stiles o lo que quiera que fuese.

Que Merlín se apiadara de él si Hermione no se llevaba bien con Lydia.


Esto salió de una imagen que miré por ahí en las cálidas calles de Pinterest.

Entonces qué… ¿Review? ¿No? Ok.

Harry.