Centinelas

Capítulo 1 Los centinelas de Tsukuyomi

La Tierra Shinobi es una de tantas dimensiones que existen en el multiverso y estaba dividida en asentamientos desde hace más de 70 años desde que el Primer Hokage Hashirama Senju y Madara Uchiha la fundaron y con ello la idea se distribuyó por todos lados. Sin embargo, este no es una historia de ninjas como en muchas realidades ocurre, sino que esta una línea de tiempo especial.

Desde el inicio de los tiempos, este se ha dividido en dos partes: El Mundo Puro e Impuro. En el primero residen los dioses y las criaturas celestiales, mientras que en el otro se hallaban lo que las deidades habían creado, entre ellos los humanos.

Desde que los dioses llegaron al Mundo Impuro hace un milenio ha estado más unida: Amaterasu, diosa del sol, Susanoo, dios de las tormentas y los oceanos, y Tsukuyomi, autoproclamada diosa de la Luna hecha hace 1000 años por Hagomoro y Hamura Õtsutsuki para sellar a su madre Kaguya por ser un peligro para el equilibrio del universo.

Los tres dioses principales del Mundo Puro juraron proteger el mundo que su padre Izanagi, dios de la creación y de la vida, les encargó la tarea. Pero Tsukuyomi al ser la más bondadosa y empática con la humanidad era la que llevaba las riendas del ejercito que acordó tener con sus hermanos.

La diosa de la Luna sabía que no podría proteger el mundo por su cuenta así que escogió un grupo de 88 jóvenes de todas las edades que serían conocidos como centinelas los cuales fueron clase de cubierta especial llamada yorois, las cuales fueron hechas con una alquimia misteriosa divina y cada una tenía vida propia.

Cada una de estas armaduras estaban inspiradas en constelaciones del universo y estas los ropajes para ser el ejercito personal de la diosa selenita y proteger del mundo de una amenaza muy grande: La diosa de la creación y de la muerte Izanami no Mikoto, esposa de Izanagi y la madre de los 3 dioses principales, que odiaba a su familia sobre todo su marido por abandonarla debido a un desafortunado evento en el Inframundo o Yomi como se le conocía también.

Como respuesta al ejercito de Tsukuyomi y sus hermanos, ella creó su propio ejército de 108 guerreros armados con unas armaduras negras y siendo bautizados por una estrella maldita del budismo llamadas shahei y a esos soldados se les bautizó como shinigamis.

La diosa de la Luna llegó al Mundo Impuro hace 1000 años y luchó contra su madre Izanami, pero inesperadamente dos de los primeros centinelas de su ejercito lograron una tarea imposible para un mortal: Herir de gravedad a un dios y más a alguien como la diosa de la muerte. Ante el peligro, ella juró que cuando regresara poseería a una descendiente de los dos guerreros que la lastimaron: El centinela de Pegaso y la centinela de Equuleus, los dos más leales a la diosa Tsukuyomi.

Por este motivo la diosa mandó a crear un lugar místico para entrenar a sus centinelas: El Santuario. Este se encontraba en algún punto del País del Fuego donde sólo podía ingresar el personal del sitio. Era independiente de las naciones ninjas y estaba prohibido favorecer a sus aldeas para evitar un desequilibrio político.

El Santuario era dirigido por un Patriarca que era el segundo al mando de la armada de la diosa, solo siendo superado por ella. Habían tres rangos en este poderoso ejército según el poder de las yorois: Oro, plata y bronce.

Según la leyenda divulgada por su santidad, la diosa Tsukuyomi aparecería cuando los santos de Pegaso y Equuleus fueran elegidos y llegaría del cielo para ser recibido por el Patriarca y sus amados centinelas de oro para bendecirlos en su cruzada contra la diosa malvada.

Aldea de la Hoja, finales del reinado del Tercer Hokage…

Hace 12 años un 10 de octubre muy trágico, el monstruoso Zorro de las Nueve Colas Kurama atacó Konoha por un misterioso enmascarado que lo hipnotizó con el Sharingan y esto llevó al sacrificio del Cuarto Hokage Minato Namikaze y su esposa Kushina Uzumaki sellándolo en su hijo mayor el cual era más compatible con él.

El Tercer Hokage Hiruzen Sarutobi y el Patriarca Jiraiya, el representante terrenal de Tsukuyomi, se reunieron poco después de esto para decidir el destino de los dos gemelos que la pareja Hokage tuvo: El mayor y poseedor del Nueve Colas Naruto Uzumaki , y una niña pelirroja de ojos violeta Mito Uzumaki, los dos con 3 marcas en las mejillas.

—Jiraiya, si Danzõ sabe de los niños seguramente les va a tomar interés. No quiero que les toque un dedo, Minato y Kushina me asesinarían—declaró Hiruzen preocupado por ese asunto.

—Ellos fueron de los mejores centinelas a mi mando, puedo colocar a uno de los niños con su prima Honoka. Pero uno va a tener que quedarse en el pueblo—propuso el Sanin.

–El pequeño Naruto tiene que estar siendo vigilado para que el sello no se destruya. Mito es más compatible con el entrenamiento de Honoka de Águila—fue la decisión definitiva del Tercero.

—¿Y si ellos se enteran de esto?—.

—No tienen que saberlo, Mito no puede regresar al menos que Honoka tenga que ir al Santuario—ordenó el viejo mono.

12 años después…

El joven Naruto Uzumaki estaba enojado, muy enojado consigo mismo, con los profesores, con la aldea y con los dioses por maldecir su vida. Rubio, de ojos azules, marcas en las mejillas, idiota como pocos, no destacaba en nada en la Academia excepto en sus bromas y el sigilo. Aunque tenía algunos amigos como Shikamaru Nara, Kiba Inuzuka y Chouji Akamichi, no era muy querido por el resto de sus compañeros y aún así sus mismas amistades lo tenían etiquetado de perdedor sin talento.

Habían pocas cosas que solo le sacaban una sonrisa verdadera detrás de la horrible soledad que padecía: Ramen, las visitas del viejo Hokage, los cocineros Teuchi y Ayame Ichiraku de la tienda de ramen y sobre todo la calidez y cariño de la mejor amiga de todas: Hinata Hyuga.

¿Qué podía decir de ella? A pesar de intentar usar su mascara de falsa felicidad, ella siempre conseguía desnudar su alma con solo verlo a ojos y era la única niña de su edad que nunca se atrevió a menospreciarlo o hacerlo de menos, incluso si ella pertenecía a una clase de elite en la aldea. Hinata era muy parecida a él en ciertas cosas: Ambos eran niños rotos que solo querían amor de alguien y los dos se necesitaban desde que se vieron.

Regresando al tema, Naruto no estaba teniendo un buen día ya que volvió a reprobar su examen de graduación y no pudo convertirse en ninja, aunque en realidad su verdadero sueño era ser un centinela para ganar respeto. Por un extraño motivo, el viejo Hokage prohibió que el niño viajara a la Isla de Tamahagane, el lugar donde se vio nacer a las legendarias yoroi y eso fue algo que hizo decaer la moral del rubio.

El Uzumaki estaba sentado en un columpio mirando a los estudiantes graduados de la Academia Ninja y notó la ausencia de muchos de los que conocía ya que fueron a la isla a probar suerte y ver si eran destinados a servir a Tsukuyomi. Las miradas de los aldeanos que lo odiaban sin ningún sentido se hacía ver y aunque siempre se hacía el fuerte, no estaba de humor para ello. El chico estaba tan perdido en sus pensamientos que no notó que alguien lo comenzó a columpiar despacio y notó sorprendido que se trataba de su amiga Hinata Hyuga.

—¿No es ella la heredera Hyuga?—se oía el susurro de una mujer.

—¿Qué hace con ese monstruo?—.

—Ella está embrujada por el zorro—.

Naruto siempre escuchaba esa opinión cuando Hinata estaba cerca y nunca supo porque ella jamás lo abandonó cuando muchos si lo hicieron. Ella solo sonreía gentilmente y notaba que la chica no hacía caso de las miradas de la gente.

—No deberías estar en este lugar, te van a regañar—.

—No me importa realmente, ya estoy acostumbrada—fue la respuesta seca de la peliazul.

Hinata era una de las personas más extrañas que Naruto conocía. Siempre parecía que sabía todo y sin un golpe o mirada de desprecio podía ponerlo en un lugar.

—¿Sakura te dijo algo sobre que reprobaste?–.

—No me dijo algo al respecto—.

—Espero que no porque no tolero que alguien toque algo de mi propiedad—declaró con cierta arrogancia y molestia la ojiperla.

Desde hace unos meses, la actitud tímida de la Hyuga había tenido un cambio más drástico a lo que era habitual. Recordaba como fue que después de una noche de Luna Llena después de su cumpleaños y se había vuelto demasiado posesiva.

—No me abraces tanto, nos están viendo todos—mencionó incómodo el joven.

—Tu aroma es demasiado varonil, me encanta—declaró la chica de forma pervertida.

—¡Basta!—.

—Le quitas lo divertido a la vida—se quejó ella con una mirada de tristeza exagerada.

—Cambiemos el tema, ¿vas a ir a conseguir una yoroi?—.

—No tengo el permiso de mi clan, según mi intento de padre no soportaría el poder de la más débil de esas armaduras benditas—murmuró con molestia.

—¿Entonces vas a ser ninja?—.

—Claro que no, mi sueño es el mismo que el tuyo. Quiero ser una centinela como mi madre. Ella tuvo al Patriarca, la mitica yoroi de Buho la cual se dice que es la que portaba la mensajera de la diosa Tsukuyomi. Su poder es mayor a los 13 centinelas de oro. Yo deseo ser como ella: Fuerte y bondadosa—le contó la chica.

—Me gusta como suena eso, he escuchado rumores de que ya hay muy pocas yorois disponibles. Cada vez es más difícil que hayan nuevos centinelas, pero no pierdo las esperanzas. Nadie va a detenerme en mi camino. Voy a escaparme e ir a la Isla de Tamahagane y vestiré una de esas yoroi, sé que hay una que me va a elegir, de veras—le dijo el rubio a su amiga compartiendo su secreto.

—No tienes nada que perder, yo tampoco. Mi padre no puede detener más la insistencia de mi clan de sellarme como pasó con mi tío al ser gemela. Si yo tuviera una de estas ni yo ni Hanabi seríamos malditas—le compartió la peliazul.

—Está decidido, nos vamos de la aldea—le sonrió el chico tomando las manos de la chica y esta se volvió a sonrojar.

Al mismo tiempo, en la Isla del Remolino...

Honoka Uzumaki, centinela de plata de Aguila, terminaba su entrenamiento con su alumna y ahijada Mito Uzumaki, quien era una linda niña de cabello rojo, ojos violeta con tres marcas en las mejillas. La niña era una prodigio en el manejo de chakra y podría superarla en unos años.

—Ya estás lista para manejar una de las yoroi. Iremos a la Isla de Tamahagane en unos días, no importa si tardamos ya que estas eligen a su portador, no al revés, ¿cierto?—le dijo la centinela de plata de Aguila.

—De acuerdo, madrina—sonrió animada la chica.

La pequeña pelirroja veía curiosa dos cajas en el sitio y no había notado el hecho de que una tenía un logo de un potro con alas.

—¿Y esa yoroi?—preguntó la pelirroja chica.

—Es la de Equuleus. Es una legendaria yoroi de bronce que se dice que tiene el poder de superar al de una dorada, espero no vivir para ver a alguien vestido con ella ya que anunciará el fin del mundo—declaró la mujer seria y notó que la niña estaba muy pensativa—¿Te pasa algo? Te miras menos hiperactiva de lo normal—.

—Ayer tuve un sueño raro—.

—¿Qué clase de sueño tuviste?—.

—Estaba en una habitación, una mujer hermosa de belleza divina y un joven de cabellos de sol me desnudaban y hacían lo que querían conmigo—reveló con un sonrojo la Uzumaki.

—¡¿Qué clase de sueño es ese?!—exclamó en shock la centinela.

—Yo que sé, no soy científica—.

Esa misma noche, Hinata hacía sus maletas con lo necesario para pasar varios días en el bosque como fugitivos de la aldea para apostarlo todo y ser una centinela como su madre. Ella tomaba un collar que tenía la figura de un conejo chibi adorable que le dio su progenitora antes de morir.

—Mamá, seré como tú aunque mi padre no lo quiera—se juró la peliazul terminando de empacar y yéndose del Complejo Hyuga.

Más tarde, la chica se encontró en el bosque con su amigo que había llegado un poco antes y partieron para seguir sus sueños a la Isla de Tamahagane. Al mismo tiempo, había ocurrido un robo en una zona cercana y se trataba del mismo Pergamino Prohibido escrito por el Primer Hokage que contenía muchos jutsus y cosas secretas guardadas.

El rubio no tenía idea de lo que pasaba, pero de repente entró en una especie de trance del cual Hinata se asustó y esta lo trataba de despertar.

—Naruto, ¿qué pasa? ¿qué tienes?—dijo la chica con miedo de que a su amigo le sucediera algo.

El Uzumaki tenía una visión extraña: Un sujeto de cabello blanco con una especie de armadura negra se robaba un enorme pergamino muy cerca de allí y lo reconocía como su maestro Mizuki.

—Hinata, algo malo está sucediendo. Tenemos que detener a Mizuki sensei—le dijo el rubio saliendo de su trance.

—¿Qué fue lo que te sucedió?—preguntó la Hyuga preocupada.

—No lo sé, solo sé que algo me está llamando o eso sentí yo, de veras—se rascó la cabeza el Uzumaki sin tener idea de que pasó.

En otro lado, Mizuki que portaba la shahei de Rana, la estrella de la Rareza, tenía en su poder el Pergamino Prohibido de Hashirama con la cual esperaba fortalecerse ya que deseaba el puesto de Juez del Yomi y así ser uno de los favoritos de la diosa Izanami.

—Jejeje, al fin. Esos 3 estúpidos de los Jueces del Infierno no se atreverán a burlarse de mí, seré el shinigami más fuerte de todos—celebraba el sujeto yendo a toda velocidad a su portal para regresar al Yomi.

En ese momento, Naruto y Hinata se escondían detrás de los arbustos y veían al shinigami malvado con horror ya que sabían que ellos eran enemigos de la humanidad misma y de los dioses.

—Tenemos que quitarle ese pergamino como sea—le dijo Naruto a su amiga.

—¿Tienes una idea?—preguntó la peliazul al ojiazul.

—Sí, pero tienes que seguirlo al pie de la letra—.

El Uzumaki le susurró al oído lo que tenía planeado y se ruborizó porque era muy atrevido lo que harían, pero le iba a gustar mucho. Mientras tanto, el sujeto iba a arrancarse para irse al Yomi de una vez por todas cuando unas shuriken lo atacaron y este los esquivó con facilidad para ver que se trataba del chico Nueve Colas y la heredera Hyuga.

—Miren lo que tenemos aquí. No me esperaba tu presencia, niño zorro—le dijo el sujeto sonriendo con malicia.

—¿A qué te refieres?—preguntó el rubio preparándose para pelear.

—No importa, me serás mas útil muerto. La heredera Hyuga será una buena cabeza para sacarle esos valiosos ojos—declaró el shinigami preparándose para matar al par de chicos.

—¡ADELANTE, HINATA!—gritó Naruto.

—¡JUTSU DE COLABORACIÓN: JUTSU SEXY YURI!—exclamaron ambos niños.

Naruto se transformó en una versión femenina con un cuerpo perfecto y de adulta, y Hinata se convirtió en una mujer hermosa. Estaban desnudas, manoseándose y besándose, para el visto bueno de Mizuki.

—Hazme el amor, Naruko—le dijo la chica con voz lujuriosa.

—Esta bien, mi princesa—le respondió la mujer lamiendo su oreja de forma erótica.

Mizuki salió volando con su propia sangre y soltó el pergamino, ante lo que la pareja aprovechó y se fueron huyendo con el escrito lo más lejos que pudieran del sujeto. A varios kilómetros del sitio, los dos veían el Pergamino o al menos Naruto, ya que la Hyuga tenía una mirada perdida embobada.

—Quiero más—.

—¿Hinata, te sientes bien? Siempre te pones así cuando haces ese jutsu—se quejó Naruto algo nervioso porque su mejor amiga sentía cosas extrañas por él.

—Disculpa, es que ese jutsu es mucho para mí—mintió Hinata limpiándose un hilito de sangre de su nariz.

Los dos veían el pergamino y Naruto miró un jutsu que le resultaba interesante ya que era lo que lo hizo reprobar el año: Jutsu de Clones. Una hora después, Iruka vestido como el centinela de Delfín había recibido la orden del Patriarca de que un shinigami robó el Pergamino Prohibido y lo encontró en manos de sus alumnos, cosa que lo dejó sorprendido.

—Iruka sensei, que bueno que está aquí—saludó Naruto feliz.

—Naruto, Hinata, ¿cómo consiguieron ese pergamino?—preguntó el centinela muy intrigado.

—Fue fácil, resulta que Mizuki sensei es un shinigami y se iba a robarlo pero nosotros lo distrajimos para quitárselo. No pregunte como—le dijo Hinata sonrojada ante lo ultimo dicho.

—Tienen que huir, si Mizuki es un sirviente de Izanami no se contendrá por ser niños—les advirtió Iruka serio.

En ese instante, un enorme kunai con un chakra malévolo atravesó la espalda del centinela y este cayó al suelo malherido, ante el horror de los chicos.

—Bajaste la guardia, esperé con ansias el día en que llegara a matarte, Iruka—comentó Mizuki muy malévolamente.

—¿Por qué? ¿Por qué te uniste al bando de Izanami?—dijo Iruka con dificultad por su herida.

—Estoy del lado ganador, voy a vivir eternamente y seré el más fuerte. Ni tú me lo impedirás—le dijo muy corrompido el sujeto y vio al joven—Niño, eres muy astuto. Como premio por quitarme el pergamino voy a decirte la verdad que tu deseas, ¿sabes por qué la aldea te odia tanto?—.

—¡NO LE DIGAS, SABES QUE ES UN SECRETO DE MAXIMA SEGURIDAD!—le dijo Iruka muy horrorizado porque era muy doloroso.

—Ya no sirvo a la aldea ni a Tsukuyomi. Naruto, hace 12 años el Zorro de las Nueve Colas atacó Konoha y mató a mucha gente. Este fue sellado dentro de ti y eso te convierte en el monstruo que ellos odian. ¡Tú eres el Nueve Colas!—le dijo con mucha maldad el shinigami.

Naruto y Hinata se quedaban mirando como si nada y esta no era la reacción que el centinela y el shinigami esperaban.

—Te lo dije—señaló Hinata seria.

—Misterio menos en esta vida—declaro el rubio no tan afectado por eso.

—¡¿Ya lo sabias?!—reclamó el malvado shinigami.

—En realidad yo lo deduje por mi cuenta hace mucho tiempo. Pase tiempo observando a los aldeanos y como trataban a alguien tan lindo y adorable como mi Naruto. Además nació un 10 de Octubre, es rubio de ojos azules y solo hay una persona con esas características que tiene esa coloración de cabello e iris. No me sorprendería que el estúpido Cuarto Hokage sea su padre—resumió la peliazul sin una pizca de remordimiento ni delicadeza.

—¡¿Por qué no lo vimos antes?!—exclamó Iruka en shock al darse cuenta de esa última frase.

—Son todos unos idiotas, si esto saliera a la luz pública sería deshonroso para el mismo Santuario. Según mi fallecida madre, el Cuarto Hokage fue un centinela dorado y su esposa era de bronce. ¿Qué pensaría la diosa si se entera de esta injusticia? El Patriarca no está haciendo bien su trabajo—.

—¡Eso no me importa, mueran todos!—interrumpió Mizuki y empezó su movimiento.

Múltiples armas de chakra iban muy rápido y logró herirlos a todos al ser muy poderoso y una gota de sangre cayó en el collar de conejo de Hinata. El rubio atacó al shinigami pero este era muy rápido y lo pateó muy lejos estrellándolo contra un árbol, luego Iruka lo golpeó con el puño aunque no fue muy efectivo ya que muy lastimado y no era rival del malvado sirviente de la diosa de la muerte.

—Eres muy débil, Delfín. Voy a disfrutar matarte lentamente—.

Inesperadamente, Hinata lo golpeó con una palma en el estómago del sujeto y este se vio un poco afectado por el chakra dentro de su cuerpo, pero solo lo aturdió un poco. El peliblanco la atacó con una Fuma Shuriken a quemarropa y esta apenas lo detuvo a mano limpia, pero estas sangraban mucho.

—No voy a rendirme, menos con alguien como tú—dijo con dificultad la mujer.

—¡Entonces muere!—.

La sangre seguía cayendo sobre el collar y antes de que Naruto interviniera, una pulsación sacó despedido al shinigami. El collar de conejo brillaba con suma intensidad y volaba en el aire majestuosamente de forma que una especie de artesanía metálica con forma de conejo de color lila aparecía para la sorpresa de todos.

—¿Una yoroi? No conozco una de esa constelación—dijo Iruka en shock.

La armadura desconocida se partió en fragmentos y vistió a Hinata declarándola como su dueña, dejándola estupefacta. Naruto estaba muy feliz por el hecho de que su amiga si estaba destinada a ser una centinela como ella deseaba. En ese instante otro suceso se llevó a cabo: El ropaje misterioso de Hinata brillaba intensamente y parpadeaba como si llamara a alguien o a algo.

El Pergamino Prohibido reaccionaba ante la sangre de Naruto que salpicó con el ataque de Mizuki y esta se rodeó de una luz en el suelo donde un brillo color blanco dio lugar a otra estructura metálica con forma de un caballo con alas.

—¡NO PUEDE SER, LA YOROI DE PEGASO!—dijo con miedo por primera vez el shinigami.

Esta se partió en varios fragmentos y vistió a Naruto para la incredulidad de todos y así declarándolo su dueño.

—N—Naruto es el l—legendario centinela de Pegaso—dijo en shock Hinata.

—No puede ser—balbuceó Iruka ante este hecho muy importante.

—¡GENIAL!—exclamó el ojiazul preparándose para probar su yoroi.

—¡NO IMPORTA SI ERES PEGASO, VOY A MATARTE!—gritó el shinigami.

Mitsuki lanzó varias Shuriken de sombra hechas de chakra a los niños pero ninguno le atinó al blanco ya que aumentó su velocidad con la yoroi puesta.

—Increíble—susurró Iruka al ver el trabajo en equipo de Naruto y Hinata.

Los dos niños iban corriendo hacia su enemigo y ejecutaban su plan de ataque para ganar de seguro contra el villano.

—¡MUERAN, SHURIKEN DE SOMBRA DEL YOMI!—lanzó su ataque el shinigami.

Una de esas iba muy cerca de Hinata y esta con su flexibilidad se resbaló en el suelo y haciéndose para atrás de forma que no fuera partida por la mitad, mientras que Naruto se impulsó en los aires tomando descuidado a Mizuki y acumulando chakra.

—Esta fue una de las dos técnicas que aprendí del Pergamino Prohibido, ¡METEORO DE PEGASO!—exclamó Naruto y una interminable multitud de puñetazos de chakra golpeó al shinigami.

El villano ni siquiera había tocado el suelo cuando Hinata acumulaba chakra en sus palmas al lanzar su propia versión de ese ataque fatal.

—Mizuki sensei, no le perdonaremos lo que hizo con Iruka sensei. ¡METEORO PALMAS DE CONEJO!—proyectó Hinata un ataque similar.

El sujeto sintió que sus órganos fueron dañados al recibir ese ataque de la heredera Hyuga y dedujo que fue influenciado por el Puño Suave, dando un efecto temible.

—No…me vencerán, son unos niños…no le ganarán a alguien como yo—maldijo Mizuki muy malherido.

—Somos centinelas y nuestro deber es deshacernos de los esbirros de Izanami—les respondió Hinata seria y Mizuki retrocedió porque una figura imponente se sombreaba detrás de ella.

Naruto hizo un sello en cruz y más de 1000 clones de sombra del rubio aparecieron ante el asombro de todos ya que era una técnica que gastaba demasiado chakra, denotando el potencial del Uzumaki. Pero Hinata tenía un hilo de sangre en la nariz porque ella tenía pensamientos turbios sobre como usar ese jutsu con propósitos poco santos.

—Si mis meteoros fueron dañinos solo conmigo, imagínate eso aumentado 1000 veces—dijeron los Narutos al mismo tiempo cargando chakra.

—¡ESPERA, PODEMOS LLEGAR A UN ACUERDO!—intentó negociar el shinigami de la Rareza sin éxito.

—¡ESTO ES POR IRUKA!—.

Justo en menos de un segundo, la batalla fue interrumpida abruptamente cuando una mujer apareció en un destello y atravesó con su mano al shinigami para la sorpresa y este cayó muerto al instante.

—Pobre diablo, una rata como esta no merece estar en la aldea—declaró la chica limpiándose la sangre de su brazo.

—¿Señorita Natsu?—balbuceó Hinata impresionada.

—Natsu Hyuga de Camaleón, camarada. Parece que ambos obtuvieron interesantes armaduras—saludó la revelada pariente de la princesa.

—¿Ella quien es?—preguntó Naruto confundido.

—Es una de mis guardianas, desconocía completamente que era una centinela—.

—Vine a ver que no cometieran una locura y observé como se las arreglaban contra este shinigami. Creo que esto fue inesperado—explicó la mujer.

Era una mujer en sus 30, cabello verde similar al de Hinata pero sin fleco y sin el toque hime. Vestía una armadura que apenas cubría lo importante y su traje era tan pegado que resaltaba su escultural cuerpo que Naruto no pasó por alto y se daba una idea de cómo sería Hinata a esa edad.

En otra parte, Mito y Honoka dormían tranquilamente cerca de una fogata y la más pequeña se despertó al sentir una pulsación. Era como una sensación de que algo la llamaba con ansias y ella se paró para ver de donde venía esa señal.

La chica llegó hacia donde se encontraba la yoroi de Equuleus en su compartimento y la tocó de forma que esta reaccionó y se abrió para liberarse majestuosamente en el aire dejándose ver una estructura similar a la de Pegaso con un toque más femenino. Esta se partió en fragmentos y vistió a la pelirroja declarándola su dueña ante una Mito sorprendida.

Honoka escuchó el ruido que generó esto y vio con terror que su ahijada fuera elegida por esa yoroi porque su destino estaba ligado al de Izanami y Tsukuyomi. La chica adolescente entró en un trance al mismo tiempo que la armadura resonaba en forma de un mensaje muy particular.

—Hermano Pegaso, has elegido a tu dueño. Es hora de actuar—se oyó una voz monótona de la pelirroja.

En otro lado, Naruto y Hinata estaban en el mismo trance de la misma forma y el centinela de Delfín no sabía que ocurría.

—Hermana Equuleus, nuestra ama está a mi lado—se escuchó al rubio en voz monótona.

—Es hora de llamar al resto de las armaduras—susurró Hinata aún poseída.

En ese instante, cada una de las yoroi dispersas en todo el mundo resonaban ante la mirada sorprendida de cada centinela. Todos oyeron el mismo mensaje: Pegaso y Equuleus ya eligieron dueño y la guerra centinela ha comenzado.

Mito estaba recuperando los sentidos y vio extrañada a Honoka porque estaba vestida con una yoroi legendaria y esta empezó a zangolotearla maldiciendo su suerte en lágrimas anime.

—¡NIÑA DEL DEMONIO, ME VAS A DAR UN INFARTO! ¡NO QUERÍA QUE PORTARAS PRECISAMENTE ESTA YOROI!—decía la Uzumaki mayor alterada.

—¡No fue mi culpa, de veras!—respondió Mito mareada.

—Necesitamos volver a Konoha, necesito hablar con el Hokage. Tú vienes conmigo, mocosa—declaró la pelirroja mayor muy angustiada.

Mientras tanto, Iruka se reunió con los dos niños luego de recuperarse un poco y este les daba una especie de medalla a cada uno con el signo de la Luna, que hacía eco a Tsukuyomi.

—Bien hecho, estoy muy sorprendido de que ustedes sean parte del ejercito de Lady Tsukuyomi. Como centinela veterano es una tradición apadrinar a los novatos y ustedes fueron mis alumnos preferidos, los declaro de ahora en adelante centinelas de la esperanza—les declaró el moreno serio.

—¡Iruka sensei!—abrazaron los dos a su maestro de la Academia.

En ese momento, se aparecieron varios centinelas con ropaje de oro acompañados del Patriarca Jiraiya que veía al espectro muerto y a los niños centinelas con sorpresa. Natsu rodaba los ojos porque se tardado en llegar y no le gustaban mucho los de oro.

—La resonancia no era ninguna broma—maldijo Anko.

—La juventud es fuerte este año, Pegaso al fin llegó—dijo Gai feliz.

—No es bueno, la guerra ya empezó—le calló Kahyo molesta.

—Silencio, no es tiempo de lamentarse. Si Pegaso esta aquí, Equuleus ya debió elegir a su portadora y Tsukuyomi vendrá en estos meses. Debemos prepararnos para recibirla de los cielos—señaló el Patriarca Jiraiya a sus subordinados.

—¡GENIAL!—exclamó Naruto exaltado.