Tenía la necesidad de aportar algo al mundo sobre esta increíble serie que es She-Ra y estos maravillosos personajes, todos en general, y Adora y Catra en particular. Va a ser un fanfic de unos 5 capítulos, lo justo para saber qué pasa justo después de que ganen al malo malísimo. Mantengo los nombres originales en inglés aunque la historia esté en español, más que nada porque es así como me suenan familiares. Y dicho esto, espero que haya alguien que lo disfrute tanto como disfruto yo escribiéndolo :)

1. Primera noche en Bright Moon

La vuelta a Bright Moon fue agitada, agitada para bien. La algarabía había inundado la marcha del grupo en el camino de vuelta a casa, felicitándose y abrazándose unos a otros. Era algo que Catra no había visto en su vida y que le estaba costando tremendamente procesar. Todo el mundo se llevaba bien, o hacía por llevarse bien, que es lo importante. Vio a Perfuma y Scorpia en la retaguardia, coger a Frosta como si fuese su hija y riendo a carcajadas. No podía expresar en palabras, todavía, lo que le alegraba ver a Scorpia tan feliz. Lamentaba profundamente lo mal que la había tratado en la Horda, pero reconoció para sus adentros que por aquel entonces, hace tan sólo unas semanas o meses atrás, no tenía forma de saber cómo lidiar con su ira interna y que lo mejor que sabía hacer era descargar su rabia en la gente de alrededor que sabía que la aguantaría. Y Scorpia la aguantó durante mucho tiempo, como una campeona. Pero había sido demasiado. Catra en el fondo estaba empezando a agradecer que la abandonase, eso la había llevado a aparecer vulnerable ante Double Trouble, que fueron los que apretaron definitivamente el botón mental del cambio en ella. Estaba perdida en estas cavilaciones cuando notó una presencia a su lado. Melog le había rozado con la cola, como si acabase de oír sus pensamientos, y le asentía con la cabeza alta como si quisiese apoyar lo que se le estuviese pasando por la cabeza. Catra le sonrió. Esa había sido una de las grandes sorpresas de los últimos meses. Levantó la cabeza y miró a la vanguardia del grupo. Como no, Adora y sus amigos inseparables abrían camino como si fuesen el primer escudo ante cualquier cosa que pudiese pasar al grupo de la Alianza.

Adora…

Cuanto más la miraba, más le vibraban las entrañas. Enseguida notó un enérgico coletazo de su enorme compañero felino.

-Ag, shhh.

-¡Hey, Catra!

Una voz contundente apareció por detrás de ella, justo antes de ponerle una mano en el hombro. Netossa y Spinnerella se pusieron a su altura.

-Hey, veo que habéis vuelto a la normalidad.

-Sí, ha costado pero al final, ya ves, no he podido deshacerme de mi esposa ni por esas – comentó Spinnerella divertidamente.

-Sí, claro… - Netossa le lanzó una mirada despectiva y se volvió a dirigir a Catra -. Escucha, gatita, antes de nada, siento haberte lanzado contra un árbol, espero que no te doliese.

-Creo que fue de las bienvenidas más suaves que he tenido en este grupo de gente hasta ahora – admitió.

-Bueno, piensa que a partir de ahora serán bienvenidas mejores – le dio una palmadita en la espalda -. Escucha, estábamos tramando mi mujer y yo montar una gran fiesta en Bright Moon, quizá no esta semana, pero la que viene, para que la gente tenga tiempo de recuperarse. ¿Qué me dices? Estoy segura de que tú eres de esas personas animadas que no dicen que no.

Catra no tenía mucha experiencia en fiestas, pero inevitablemente se le vino a la cabeza la única gran fiesta que había vivido, el Princess Prom. Su presencia allí había tenido un motivo secundario, que era hacer daño a la Rebelión desde dentro, y a su vez un verdadero motivo: Adora. Al final, todo la llevaba a Adora. Allí, aunque lo había disimulado bastante eficazmente para que su plan saliese bien, se había maravillado con la cantidad y la diversidad de gente que habitaba Etheria, con el bienestar de estar unos con otros, y que el simple momento de compartir un baile podía ser maravilloso. Así que, ¿por qué no buscar algo así otra vez?

-Contad conmigo, haremos que esa fiesta sea única – les sonrió.

-¡Bien! Genial, volveré a ti para hablar de esto en otro momento – dijo Netossa -, déjame que martirice un poco a Mermista ahora mismo.

La pareja se alejó hacia adelante, donde estaban Mermista y Sea Hawk separados pero sin dejar de mirarse mientras bromeaban sobre algo.

Catra respiró profundamente. El ambiente no podía ser mejor, y aun así, le costaba sentirse a gusto allí, como si no lo mereciese.

-¿Qué? ¿Se te hace raro esto?

Adora había dejado pasar al pequeño río de gente hasta que Catra llegó a su altura.

-Bueno, es la primera vez que vivo algo así, a decir verdad – confesó la felina -. Casi parece un espejismo.

-No lo es – la cálida mano de la rubia se deslizó entre sus dedos, dándole un apretón cariñoso -. Esto es lo que te espera para el resto de tu vida.

Catra le devolvió el apretón.

-¿Y si no es así, Adora? ¿Y si vuelvo a meter la pata de alguna forma?

-Ey, ey, no te adelantes. ¡De momento vas bien! Y yo confío en ti, y tú confías en ti, y también en mí – sonrió con esa sonrisa suya tan inocente -. Teniendo esa base, ¿qué puede salir mal?

Catra le sonrió también.

-Tienes razón, nada puede ser tan malo como haber intentado matarte.

-Nada.

Caminaron de la mano el resto del trayecto hasta Bright Moon, donde todo el mundo se despidió a grito pelado y se fue repartiendo en distintas habitaciones. Decidieron quedarse a descansar unos días ahí, y luego cada Princesa iría volviendo para cuidar de sus Reinos. Catra no tenía muy claro qué hacer, pero supuso que su única opción era seguir a Adora. Esta todavía no le había soltado la mano, seguramente para que no se sintiese desubicada al llegar a Bright Moon, ella la guiaría.

-Chicas, iba a proponer una noche de trasnochar – Glimmer y Bow se acercaron -, pero quizá debamos dejarlo para mañana, estoy un poco – bostezó – agotada.

-Creo que tienes razón, mañana lo cogeremos con más ganas, yo también estoy muerto – la cara de sueño de Bow era evidente.

-Me parece bien, tengo que mostrar a mi nueva invitada sus aposentos.

Catra alzó las orejas.

-¿Mis aposentos? ¿Propios?

Adora la cogió del cuello y le rascó la cabeza.

-Vas a tener el honor de compartir estancia y…cama con la poderosa She-Ra. ¿Qué te parece, eh?

Catra le dio un pequeño empujón para quitársela de encima. Le parecía maravillosa la idea.

-¡Auch! No me hace falta She-Ra para sentirme protegida, me conformo con Adora.

La rubia le sonrió. Se despidieron de sus amigos y subieron las escaleras. Al abrir la puerta de la habitación de Adora, no podía creer que tanto lujo existiese dentro de una misma estancia. ¿Ahí había dormido durante el tiempo que habían batalleado durante la guerra? Catrá silvó.

-En serio, no me extraña que no quisieses volver a la Fright Zone, deberías haberme mostrado esto para convencerme.

-Pensaba que eras más de rincones oscuros que de luces y fuentes – alzó las cejas, divertida mientras miraba a su amiga deambular por la habitación.

-No sé si me gusta la idea de tener una fuente tan cerca…

-Yo la veo útil, así podré usarla como amenaza cada vez que te portes mal – dijo la rubia con expresión pícara.

Se miraron riéndose y se acercaron a la gran ventana tras la fuente. Empezaba a anochecer, y el cielo era bello en una mezcla de colores púrpura, azulados, y el resplandeciente brillo de las estrellas. De repente, parecía surreal el pensar que habían estado allí, viajando entre estrellas y planetas, y que entre ellas, en medio del Universo, se habían perdonado y habían desbloqueado el amor que se tenían la una por la otra. Era una idea verdaderamente bella, pensó Catra. Pero sacudió la cabeza, era demasiado meloso. Echó un vistazo al interior de la habitación, la cama parecía confortable, dura como las de la Fright Zone.

-No era así al principio – respondió Adora al ver que Catra se fijaba en ello -. Era un hondo colchón lleno de plumas de todos los tamaños y cojines asesinos. Casi no salgo viva de ahí. Esto es mucho más práctico – dijo, sentándose en la cama e invitando a Catra a sentarse.

La siguió, pero no se sentó.

-¿Qué? – Preguntó Adora - ¿Crees que cabremos aquí?

-Comprobémoslo.

Y de un salto, empujó a Adora sobre el colchón entre risas. Cayó encima de ella y la observó reírse. Nunca se cansaría de verla reír. Nunca.

-Vamos, desvistámonos y lancémonos al mundo de los sueños.

De repente Catra se dio cuenta de la situación que estaban viviendo. ¿Qué se supone que iba a pasar ahora? Ahora que eran algo más que amigas, dormir juntas no iba a ser como siempre, iba a ser…raro. Quería abrazar a Adora toda la noche, escuchar su respiración cerca de su cara y sentir su pecho subir y bajar. Pero, ¿querría ella lo mismo? Adora la miraba inquisitiva.

-¿Ahora vamos a andar con vergüenza, Catra? Vamos, ¡quítate la ropa!

Ella hizo lo propio, quedándose en su ropa interior color verdoso que la llevaba acompañando años y con la que Catra estaba más que familiarizada. No creía que Adora fuese consciente en este momento de que podía surgir entre ellas en cualquier momento algo de…tensión sexual. Y probablemente, conociendo la ingenuidad de la rubia, tardaría en darse cuenta. Así que eso no preocupaba a Catra, por ahora. Se quitó la ropa, y para su sorpresa, un ligero rubor subió hasta sus mejillas. Ahora sentía que Adora la veía más allá, no como una simple amiga, y eso la ponía muy nerviosa, a pesar de todo. Se metieron en la cama y se quedaron una junto a la otra, mirándose de frente. Adora apagó la luz y sólo quedó el tibio resplandor de las lunas de Etheria penetrando por la ventana a través del agua de la fuente, alumbrando como un velo de terciopelo sus pieles y sus enérgicas miradas. Catra sintió su rostro siendo examinado por Adora, que al fin abrió la boca.

-Quería preguntarte…¿cómo te diste cuenta de tus sentimientos?

Catra desvió la mirada un momento hacia la ventana, donde trató de imaginarse en tiempos que parecían tan lejanos en la Fright Zone. Allí había conocido a Adora y crecido con ella, había conocido todo lo que sabía de la vida, que no era mucho. Pero le había bastado ese entorno y aquellos retos diarios para encontrar en su compañera un refugio y una fuente de amor en todos los sentidos. Nunca se había preguntado si ese amor que sentía por Adora era de un tipo en concreto.

-Simplemente, sabía que era amor – confesó -. No me importaba de qué tipo, no tenía sentido buscarle un nombre o una calificación – se formó un silencio expectante mientras tragaba saliva -. Sólo sabía que quería que estuvieses siempre cerca de mí.

Adora prolongó ese silencio, mirando a Catra con esa mirada de ternura que componía cuando no podía transmitirle algo con palabras, y en lugar de eso, lo hacía con los ojos. Sintió que su iris azulado la traspasaba con sus centelleos amorosos, dejando a Catra expuesta por su pequeña revelación de sus años en la Horda.

-Y yo no me di cuenta…soy una completa idiota.

Catra rio y le apartó un mechón de pelo rubio de la frente.

-No. Yo tampoco me di realmente cuenta hasta que… - volvió a desviar la mirada – hasta que empecé a verte como una persona, y no sólo como mi compañera de juegos en los corredores de la Fright Zone. Cuando nuestras noches se empezaban a alargar mientras susurrábamos tonterías en la oscuridad durante horas. Cuando nuestros combates empezaban a hacerse más agresivos, aunque siguiesen teniendo la misma ganadora – le guiñó un ojo -. Cuando empecé a darme cuenta de que eras lo único que me importaba en mi vida – cogió aire lentamente -. Eras mi vida.

Los ojos azules de Adora se difuminaron bajo un velo de lágrimas. No dijo nada, y acercó el cuerpo de Catra hacia sí, apretándolo con fuerza.

-¡Ouch! Adora, te recuerdo que no todos somos She-Ra para soportar tanta fuerza, relájate – dijo, empujándola bromeando.

Volvieron a quedarse en silencio mirándose mutuamente una junto a la otra en la cama. Parecía que el tiempo se detenía por momentos cuando penetraban la mirada en los ojos de la otra. Catra examinó ese brillo bondadoso en el iris azul de la rubia. Siempre le habían tranquilizado aquellos ojos. En su niñez solía recurrir a ellos para calmar los demonios de su alma, y Adora los usaba bien para apaciguar a la felina. Con el tiempo, sus miradas tranquilizadoras fueron incluyendo caricias y abrazos, y Adora al completo se convirtió en su cobijo.

-Y… - empezó Catra - ¿qué me dices de ti? ¿No me irás a decir que te diste cuenta cuando me lancé a tus labios en el Corazón de Etheria?

Lo dijo en broma, pero por un momento se asustó de su propia broma. Adora rio.

-No exactamente. Me has dado demasiados quebraderos de cabeza y me has hecho pensar tanto en ti estos últimos años que he tenido tiempo para analizar mi situación contigo – le dio dos golpecitos cariñosamente recriminadores en la cabeza, y cambió el tono a uno más grave para seguir hablando -. El ver tu reacción cuando deserté de la Horda me rompió el corazón de una forma que no entendía. Y luego, me lo volviste a romper una y otra vez. Y acabé preguntándome cómo podía ser que no pudiese dejarte ir del todo. Nunca. Siempre volvía a recuperar la ilusión por poder hacerte cambiar de idea y traerte a nuestro bando. Pero ya sabes, eres una mocosa tozuda – le dio otro golpecito en el hombro.

-Era – advirtió la felina.

-Eras. Pero siempre queda algo – alzó las cejas esperando que la rebatiese, pero no lo hizo, así que continuó -. Acabé dándome cuenta de que significabas algo para mí, algo mucho más grande que una simple amiga de la infancia, supongo. Aunque nunca he sabido ponerle una etiqueta a eso que sentía.

-Renunciaste a mí tras el portal, ¿verdad? – Preguntó Catra con pesar.

-Esa era mi intención, y de alguna forma dejé de querer insistirte en persona. Pero por dentro…siempre quedaba una parte de mí que conservaba la esperanza.

Acarició la mejilla de Catra y se acercó para darle un beso en ella. Catra lo disfrutó, y giró ligeramente la cara para sentir más a Adora. Su olor la llenaba como nada en este mundo la podía llenar, era increíble el efecto tranquilizador que ejercía sobre ella.

-Qué habría hecho sin ti… - susurró casi imperceptiblemente.

-¿Por qué dices eso? – Preguntó Adora extrañada.

-No sé cómo hubiese resistido todos esos años en la Horda haciendo estupideces y con Shadow Weaver detrás pisándome los talones. Los ratos contigo eran lo único que le daba sentido al día a día – explicó Catra casi sin mirarla -. Pero ¡ey! Probablemente me hubiese ido de allí y hubiese empezado vida en otro sitio – añadió para borrarle dramatismo a lo anterior -, quién sabe, quizá en Bright Moon.

-Sí – coincidió Adora con cara juguetona -. Claramente te veo de mano derecha de la Reina Glimmer.

-No lo descartes.

-Tal vez si la llamases por su nombre desde el principio te la ganarías para siempre.

Ambas rieron.

-¿Sabes? – Empezó Catra, siguiendo su hilo reflexivo – Una de las cosas que me hicieron empezar a cambiar, aparte de las estúpidas lecciones morales de Double Trouble, fue el hecho de que la victoria en la guerra no me supo a nada. Se sentía vacía.

-Oh, esa es una reflexión interesante – Adora la escuchaba apoyando su hombro en la cama, como si le estuviese contando una anécdota de lo más interesante.

A Catra le recordó a las largas noches en las habitaciones de cadetes, donde tenían que buscar mil posturas para estar cómodas durante tantas horas seguidas cuchicheando.

-Estaba alcanzando la gloria, y no tenía nada por dentro – continuó la felina -. Qué paradójico, ¿eh?

-Tiene sentido. Tu verdadero yo buscaba conexiones, no victorias. Sólo te equivocaste en la forma de buscar lo que realmente querías.

-Y pensar que en el fondo sólo quería estar contigo – soltó Catra melosamente, alzando la cola para pasarla por la mejilla de Adora.

Esto la pilló desprevenida.

-Em…eh…

Catra soltó una carcajada.

-Qué estúpida te pones, Adora.

Siguieron hablando durante horas, como si tuviesen que recuperar en esa noche todo el tiempo perdido en los últimos años, como si necesitasen contarle a la otra absolutamente cada día que había pasado desde que se separaran en Thaymor. Cada detalle era importante, cada persona que habían conocido. Se rieron de los encontronazos que habían tenido, de la obsesión en la que se habían convertido la una para la otra, de la terrible batalla de Bright Moon, donde se destrozaron física y emocionalmente la una a la otra.

-Definitivamente, ese fue un momento que me marcó, maldita seas, Catra – se quejó la rubia, que estaba acostada sobre la tripa de su compañera de cama -. Después de aquel día sólo podía pensar en tus dichosas estrategias de ataque y la amenaza que suponías para la Rebelión.

-Siempre se me dio bien, aunque nadie supiese verlo en la Horda. Al menos pude probarlo ahí.

-A partir de ahora necesitaremos tu mente táctica, pero esta vez, será en otros planetas.

La idea le sonaba maravillosa a Catra, al menos la parte de volver a organizar misiones, lo de volver al espacio profundo, no tanto.

-Lo único que tengo en contra de esto es que no estoy segura de que me guste viajar por el espacio. Es demasiado…incierto.

-Bah, Entrapta se encarga de eso.

-Uhg, qué alivio – apuntó con ironía.

Acarició el hombro de Adora y bajó la mano por su brazo. Su piel era maravillosamente suave y tersa, tanto, que le apetecía terriblemente pasar la lengua por ella. Pero suprimió ese pensamiento a toda prisa. Adora no estaba en ese punto, al menos, todavía.

-¿Alguna vez volviste a la Fright Zone y pensaste en que allí no eras feliz?

Catra desvió el rumbo de sus dedos por la clavícula de Adora, pensativa.

-No me permitía vagar con tanta profundidad por mis emociones, no me atrevía – tragó saliva -. Supongo que no quería darme cuenta de que mi felicidad no estaba allí, nunca estaría allí. Pero no veía otra alternativa, me da daba un miedo horrible ser…bueno…ya sabes.

-…rechazada, otra vez.

Esta vez fue Adora la que giró la cabeza hacia la pared con pesar.

-Entiendo lo que hiciste, ahora sí, de verdad, Adora. Alguien tiene que ocuparse del bien común, ¿no? Lo malo, es que siempre eres tú.

-Lo siento mucho, Catra. No quería que las cosas saliesen así. Me gustaría ser un poco más egoísta pero me cuesta horrores.

-Lo sé, Adora, y está bien. En serio. Sé como funcionas y aunque me ha costado años descifrarlo y multitud de rabietas y peleas, sé como eres y no quiero que cambies.

La mirada de Adora se clavó tintineante en los ojos de Catra desde su posición en su barriga, penetrándola como si fuese la primera vez que la veía. Se incorporó con decisión y se acercó a la cara de Catra, plantándole un beso profundo que destrozó cualquier defensa que la chica gatuna pudiese tener. Ese beso rebosaba amor, y Catra lo sentía. A ella misma le sorprendía verse aceptando sus emociones y aceptando las decisiones de Adora que había considerado erróneas durante tanto tiempo. Pero finalmente, estaba consiguiendo abrazarlas e incorporarlas en su relación, fuese cual fuese. Adora, probablemente, siempre elegiría el bien común por encima del particular, por encima de Catra. Pero ella era así, idealista, llena de amor para todos, y eso no hacía que quisiese ni un ápice menos a Catra. Era algo de lo que se había dado cuenta en el Corazón de Etheria. A Adora también le dolía profundamente tener que sacrificarse por el bien común y tener que pasar a Catra a un segundo plano, pero no podía evitarlo, y lo único que Catra podía hacer al respecto era aceptarlo y apoyarle. Eso había sido una parte importante de su crecimiento.

Por un momento pensó que ese beso se estaba alargando tanto que iba a evolucionar en algo más, pero no quiso dar ningún paso en falso, todavía no. Abrazó a Adora, subiéndola un poco por su cuerpo para que quedase a su altura. Se separaron y se miraron un rato más.

-Mira, empieza a amanecer, ¡y no hemos dormido nada!

-Ay, Adora, ni que fuese la primera vez que haces esto.

-Tienes razón. Bow, Glimmer y yo lo hacemos de vez en cuando, después de robar algo de pastel de las cocinas – rio Adora.

Catra se sonrió al recordar aquel fatídico día en la Nave de Horde Prime en el que Glimmer y ella empezaron a abrirse la una a la otra. Esa corta conversación con Sparkles le hizo conectar con su yo interior, el que había vivido los mejores años de su vida en la Horda con Adora, y que le ayudaría a tomar la única buena decisión que había tomado en su vida.

-Seguro que fuiste tú la que les enseñó a tomar ese mal hábito – recriminó la chica gatuna bromeando.

-Lo sabes bien – admitió la rubia -, ya que alguien más me lo enseñó a mí.

Le rozó cariñosamente la nariz con su propia nariz, lo que arrancó un sonoro ronroneo de Catra.

-Me encanta oírte ronronear.

Catra alzó un poco la cabeza para llegar hasta la boca de Adora. Volvieron a fundirse en un tierno beso.

Empezaron a oír movimiento en el palacio. El servicio empezaba a despertarse y a moverse. Ya no tenían ni una pizca de sueño, pero tampoco ganas de salir de la cama y separarse, así que permanecieron allí abrazadas un buen rato más, disfrutando del contacto con la otra. Catra lo sintió como un sueño, uno de esos que de vez en cuando le asaltaban en las largas y oscuras noches en la Fright Zone los últimos tres años, y que le hacían levantarse a toda prisa para echarse agua helada en la cara y borrarlos de su mente. Pero esta vez era real. Y sólo podía mirar a Adora una y otra vez para comprobarlo. Cuando el sol ya había salido del todo, alguien llamó a la puerta.

-Señorita Adora.

Adora se levantó de un salto y abrió.

-¿Sí?

-Requieren su presencia, a ser posible en su forma de She-Ra en las cercanías de Bright Moon. Hay mucho que reconstruir y su fuerza es necesaria.

-Claro que sí, enseguida me visto – respondió con naturalidad.

Cerró la puerta y volvió a la cama de un salto.

-Requieren mi presencia, hoy va a ser un día movidito. ¿Quieres unirte? ¿O prefieres quedarte descansando?

-Tranquila, Princesita, buscaré algo que hacer hoy, tú puedes ir a hacer tus cosas de Diosa por ahí.

Se sonrieron y juntaron las frentes un momento. Catra se quedó con ese olor, con esa sensación, y la capturó en su mente para guardarla, al menos hasta que acabase el día.