Disclaimer:

Los personajes, trama y detalles originales de Naruto son propiedad de Masashi Kishimoto, Shūeisha y Shūkan Shōnen Jump (manga), Hayato Date, Pierrot y TV Tokyo (anime).

Dedicatorias:

Fic para el SasuKarin Month 2020 (fue en junio pero se me había pasado subirlo acá)

Tema: Lencería


Encaje y Satén

Suigetsu dejó de insistir cerca de veinte minutos después. Ninguno de sus intentos había tenido el efecto deseado en la chica y eso era poco más que extraño, pues siempre reaccionaba a la menor provocación, incluso si se trataba de un comentario desafortunado y no malintencionado.

—El siguiente pueblo está a cuatro días de distancia, según el mapa —dijo Karin de pronto, con la voz apagada y sin mirar a nadie en especial —. Pero si nos damos prisa, estaremos ahí para mañana en la tarde.

No esperó un consenso o respuesta, simplemente empezó a correr.

—Si tanto necesitaba un pueblo, no veo porqué la prisa de dejar el anterior —refunfuñó Suigetsu, aunque Sasuke le ignoró y Jūgo solo se encogió de hombros

—Karin —la llamó Sasuke al cabo de un par de horas—. Basta, pasamos la noche aquí —dijo, obligándola a detenerse.

Mientras acomodaban el improvisado campamento, Karin no le dirigió la palabra a nadie, de hecho, luego de cenar, subió a una rama baja de árbol próximo, so pretexto de hacer la primera ronda de vigilancia, y eso si hizo que Sasuke arqueara una ceja, pues ella no necesitaba ningún tipo de posición para realizar una vigilancia eficiente.

—¿Qué mosca le picó? —preguntó Suigetsu a nadie en particular, mirando hacia arriba, escondida entre el follaje, a la pelirroja, completamente en silencio —. No es que me queje de la tranquilidad, pero…

Dado que nadie parecía querer hablar con él, o que le importara en absoluto la actitud de la chica, se resignó, acomodó sus cosas y se decidió a dormir.

Jūgo por su parte, le miró fijamente hasta que notó por su respiración que estaba verdaderamente dormido. Entonces, aprovechó para acercarse a Sasuke, que como era costumbre, tardaba un buen rato en al menos siquiera intentar conciliar el sueño.

Al darse cuenta de su proximidad, con una leve inclinación de cabeza, le instó a decir lo que tenía en mente.

—Le vendió su ropa interior al hijo de la posadera para pagar la cuenta —dijo con simpleza.

Sasuke no pudo controlar del todo la expresión de su rostro, entre lo absurdo y lo irrelevante, no sabía por qué se lo había dicho. Jūgo sonrió de medio lado, era comprensible que reaccionara de esa manera, por eso había esperado a que Suigetsu se durmiera, para que no usara eso como modo de meterse con Karin.

Ella no era su amiga, distaba bastante de eso, pero era difícil no sentir algo en relación a lo que acababa de ocurrir.

—¿Te has dado cuenta de que no usa vendas en el pecho como otras chicas? Tampoco usa bragas de algodón, le gusta el encaje.

Si con lo primero, Sasuke se había quedado en blanco, esa segunda declaración no hizo sino confundirlo aún más.

¿Por qué Jūgo sabía qué clase de ropa interior usaba Karin?

—Hace eso para sacar dinero extra desde que éramos niños, así le sacaba dinero a algunos ninjas mayores. Esta mañana, se dio cuenta de que no teníamos dinero suficiente para pagar la cuenta. No es que juzgue sus decisiones personales, pero considerando que dormí y comí a costa de eso, es francamente incómodo.

Sasuke seguía sin saber qué decir, solo se puso de pie, alejándose en silencio.

No quería dedicarle demasiado importancia a lo que acababa de escuchar, pero la Karin que Sasuke tenía en la cabeza en ese momento, era la niña pequeña y atontada que conoció fugazmente en los exámenes a chūnin: llorosa y débil, a la que su equipo había abandonado para que, con suerte, se la comiera alguna de las criaturas o la capturara algún enemigo.

Ni siquiera podía concebir algo medianamente atractivo en alguien de esa edad como para que alguien accediera a una transacción de esas, si bien todo indicaba que había un mercado donde ofertar.

Se llevó una mano a la cabeza, enredando los dedos en el pelo ya desordenado, sintiendo la fina capa de sudor frío.

Pronto, una repulsión creciente se empezó a apoderar de cada parte de su cuerpo. Dirigió la vista hacia la dirección donde quedaba el pueblo anterior y le tomó solo un par de segundos decidir lo que iba a hacer.

Llegó en la madrugada. La posada mantenía la linterna de la entrada encendida, y para llamar a alguien solo tenía que tocar la campanilla. Era uno de esos lugares en los que el servicio era de verdadero tiempo completo por su ubicación, pero no era su intención alarmar a nadie, simplemente entró y buscó las habitaciones personales de la familia que lo regentaba.

Guiándose por la percepción de chakra, entró en la que únicamente había una persona y no se equivocó: el muchacho, mayor que ellos por poco, dormía a pierna suelta sin inmutarse en su presencia.

Una mueca de asco se formó en su rostro al distinguir, gracias a la luz que entraba por la ventana, una prenda entre las sábanas revueltas.

No tenía constancia, pero estaba absolutamente seguro de que eso era de Karin, y tal como lo había dicho Jūgo, era de encaje, negro, aunque con otra tela que le daba cierto fondo morado.

Sacudió la cabeza para dejar de mirar y concentrarse.

—¡¿Qué demonios estás haciendo?!

La llegada de Karin lo sobresaltó, aunque en realidad no había gritado, solo se había tratado de un susurro bastante expresivo, si es que existía tal cosa.

—¿Qué demonios hiciste tú? —le preguntó de vuelta, con el mismo tono bajo.

—¿Cuál es tu problema con eso?

—¿Por qué no me dijiste que ya no teníamos dinero?

Karin apretó los puños, aunque enseguida levantó una mano golpeándole el pecho con el dedo índice.

—¿Y qué querías hacer? ¿Ofrecer misiones? ¡En este pueblo no podemos! ¡Es territorio de Kirigakure! —siguió, increíblemente, consiguiendo no gritar, de modo que el sujeto dormido, ni siquiera se movió —. Hay un escuadrón, nos habrían descubierto al momento, y ya sé que los podrías vencer con una mano a la espalda, pero se supone que vamos discretos.

Sasuke frunció el ceño, mirándola fijamente.

—La próxima vez avísame, buscaremos otro modo.

Entonces Karin imitó el gesto arisco.

—¿Por qué te molesta tanto?

—Porque no soy un maldito proxeneta.

El sonido del golpe de la mano de Karin chocando contra la mejilla de Sasuke resonó en la habitación.

Pero el sujeto solo se removió entre sueños.

—¡Nunca! ¡Jamás! En lo que te queda de vida, vuelvas a siquiera insinuar que soy una puta.

—No dije eso —se defendió, más irritado que antes.

—Que te quede claro que yo hago lo que quiero. Me dejaste a cargo de manejar las finanzas de tu excursión, así que…

Sasuke le puso un dedo en la boca.

—Eso no significa que tengas que cargar con nosotros, y menos hacer algo con lo que realmente no te sientes cómoda.

—Lo hago porque quiero.

Ante esa respuesta, él se inclinó levemente hacia ella.

—¿Entonces por qué estabas tan desesperada por irte de la aldea? Porque no quería mirar de nuevo a este idiota a los ojos, ¿no? O mirar a cualquiera al que pudiera decirle.

La chica lo miró con recelo.

—No haces algo porque quieres, si sientes que tienes esconderte después.

—¿Y qué ibas a hacer? ¿Matarlo para vengar mi honor?

La pregunta lo tomó desprevenido. Hasta ese momento, en realidad no había decidido tal cosa, y al mencionarlo, simplemente miró de soslayo al muchacho a sus pies.

—Déjalo, ya vámonos. Solo es una prenda. Y para que lo sepas, no me estaba escondiendo por eso.

Sasuke creyó vislumbrar cierto rubor en su rostro, pero no se atrevía a asegurarlo debido a la poca iluminación.

—¿No?

—Y sugeriría que nos fuéramos ya, porque de seguro que la señora ya armó un escándalo con la patrulla de Kiri.

—¿Cuál señora?

Karin dio un par de pasos hacia atrás, con las manos enlazadas en la espalda y contoneándose un poco.

—Digamos que sí necesitábamos efectivo rápido para pagar la cuenta, pero necesitamos más para seguir este viaje, y por casualidad escuché a una señora presumiendo que llevaba algunas joyas de la familia, y se quejaba de que su marido era demasiado tacaño como para pagar una escolta… de verdad hay que irnos.

Sasuke se quedó perplejo al punto en que Karin debió tomarlo de la mano para salir de ahí apenas el despertador del muchacho empezó a sonar.

Con el sol asomándose por el horizonte, se adentraron de nuevo en el bosque.

—Sasuke-kun —le dijo melosamente, completamente decidida a no dejarle olvidar jamás esa noche —. Voy a necesitar una escala para vender o empeñar las joyas, y por supuesto, comprarme unas prendas, ya sabes… no traigo nada…

Sasuke se soltó casi enseguida y le tomó la delantera, mientras que Karin mantenía una sonrisa bobalicona, tan solo de imaginar que Sasuke se había molestado por algo así le erizaba la piel y le subía los colores al rostro.

Que dijera lo que quisiera sobre que no tenía lazos con ellos. Ahora, más que nunca, estaba segura de que sí los tenía, e iba a tirar de ellos.


Comentarios y aclaraciones:

Defiendo fervientemente que Sasuke no es un romántico, es malagradecido y a medida que colapsaba, un verdadero imbécil, pero previo a eso, era un sujeto bastante decente, llegando a lo conservador.

Dato curioso: a la venta voluntaria de ropa interior (que es un mercado muy vivo en Japón), se le llama Burusera, y como dato perturbador, vale más si esta manchada y/o se la quita frente al cliente.

¡Gracias por leer!