Impaciente

Sora P.O.V.

Te miro junto a ella, sonriente, feliz…

Siempre fuiste un niño sonriente, decidido, valiente y sobretodo, atento. Me dabas el amor que me faltaba en casa y me hacías inmensamente feliz sin siquiera darte cuenta, por el simple hecho de estar conmigo.

Pero empecé a cambiar como cualquier chica en la pubertad y quise más que jugar fútbol contigo y platicar de eso…

Ahora daría todo por volver a esos días, cuando éramos almas gemelas y no tenía que esconderme tras mi máscara de maquillaje.

Y esos días simplemente no volverán…

Cambié, no supe darme cuenta de que en mi afán de crecer estaba perdiendo cosas valiosas que jamás serán como antes. Dejé mi amado fútbol sólo porque era poco femenino, mientras que tú te aferraste al sueño que compartimos de llegar a una Copa del Mundo y por eso ella está junto a ti y yo no. Porque preferí complacer a mi madre y rendirme que tener la convicción de luchar por ser yo misma contra ella y contra todos.

Porque no pude ver que sólo quería tus labios y que me abrazaras, que con tu calidez que emula al sol, terminaras con mi días del frío del menosprecio de mamá por no ser como ella y de la ausencia de papá por su trabajo en Kyoto…

Algún día te podré confesar que ese día en que me demostraste el amor que me tuviste, cuando supe del hermoso gesto que significó aquél simple empujón al camerino de Yamato para confesarle lo que creí sentir por él, te robaste mi corazón para siempre…

Me lo confesaste entre risas, como una de tantas anécdotas que hemos compartido y seguramente seguiremos compartiendo. Querías decirme lo que anhelaba oír y corresponder justo cuando mí confundido corazón sólo quería el amor que yo misma le había quitado al abandonar nuestras tardes de fútbol, pero no te había sabido esperar y creíste que sólo había sido un sueño tuyo…

Me rompiste el corazón de una forma tan cruel, que es imposible que lo hicieras a propósito, riéndote de lo que nunca tuvo posibilidades de ser, porque pensaste que nunca te había correspondido, cuando en realidad mi corazón, luego de la ilusión de verme con el chico popular, pedía frenético que luchara por regresarle ese amor que me cobijó en mi niñez y que no supe esperar a que madurada adecuadamente.

Corté esa flor sin piedad al ver que no terminaba de florecer, cuando sólo debí continuar dándole la luz de nuestra amistad y el agua transparente de la sinceridad…

Me amabas, pero fui impaciente y no supe esperar a que te dieras cuenta de tus sentimientos hacia mí. Seguramente lloraste por mí, porque me había arrojado a los brazos de otro, el que notó mi versión políticamente correcta para mi madre.

Los brazos de tu supuesto mejor amigo.

Y él tomó eso como la victoria contra ti, aunque tú jamás llegues a saberlo y peor para mi lacerado corazón, que eventualmente dejara de importarte. Al final, el verdadero dueño de la amistad también debiste haber sido tú…

Entonces llegó ella a tomar lo que todavía sigo deseando.

Tonta, torpe, glotona… Y con el corazón mucho más grande que el mío.

Oh, la ironía…

La conociste en el campo de fútbol que dejé sólo porque creía que dejando ese lugar voltearías a verme como chica y no como tu compañera perfecta para jugar. Ella que era tan diferente a mí y tan parecida al mismo tiempo.

Rubia, piel blanca como la nieve, rasgos finos, con esos ojos azules, que más parecía una princesa sacada de un cuento de hadas que una estudiante de la preparatoria rival de la nuestra. Esa chica que sólo quería aprender a jugar al fútbol porque por impuntual fue al único club en el que encontró lugar para inscribirse…

Y te encontró aquella nublada mañana, como me contaste emocionado.

La ayudaste a entrenar y a aprender a jugar, como hiciste conmigo cuando éramos niños ingenuos y felices. Casi como si la Sora que anhelo volver a ser hubiera vuelto a ti, arrepentida hasta lo más profundo de su corazón por ser impaciente y no darte la oportunidad de conquistarla…

Usagi Tsukino.

Vaya chica, aparentemente tan frágil y superficial como Mimi, pero con un corazón fiero e indomable que no se rindió a pesar de no poder darle al balón inmóvil mientras practicaba y terminó volviéndose una fiera defensa que incluso ha llegado a la selección Sub-17 al igual que tú, sin abandonarse a sí misma como yo sí lo hice para encajar en los deseos de mamá.

Maltratada por sus supuestas amigas y traicionada por su novio de años, que vio primero en el fútbol un escape a su dolor y que lo terminó abrazando como yo cuando mi única preocupación era ganarte en nuestros mano a mano tras las prácticas con el equipo de nuestro edificio…

Lo más doloroso no fue que una chica tan hermosa, contra la que no puedo competir en belleza, se apropiara de tu corazón, el que yo abandoné por impaciente, sino que luego de presentarnos, se ganó mi cariño, porque nadie me ha comprendido tan bien en la vida aparte de ti, que duele mucho pensar que todos los días amanezco deseando a su novio, a ti…

Conoció a Yamato, quien le coqueteó descaradamente y ella se dio cuenta al instante, poniendo cordial distancia de inmediato y dejando claro, abrazándose a ti, que no le interesaba en lo más mínimo estando tú a su lado…

No pude evitar reír cuando vi cómo Yamato recibía tremendo golpe a su ego.

Pero a pesar de que mi 'querido novio' es un coqueto descarado, no puedo terminar con él, porque posiblemente el Karma me ha puesto este castigo, de estar con un hombre que sólo me vio por lo que mostré por fuera, mientras que a ti te recompensó con una chica tan bella por fuera y sobre todo, por dentro.

Me busca, me frecuenta, se preocupa por mí y me quiere, porque estuve cerca de ustedes mientras su relación florecía poco a poco. Vi de primera mano cómo se curaban mutuamente sus heridas y aprendían juntos a confiar, a desear y a dejarse llevar por sus hermosos sentimientos.

Sin darme cuenta se convirtió en mi mejor amiga…

Se acercó a mí buscando una amiga que en un comienzo yo no quería ser, pero es imposible resistir la ternura de esa coneja por mucho tiempo, porque comprende, no juzga, porque apoya sin recriminar y sobre todo, porque sólo le interesa el bien de los demás.

Me ha ayudado varias veces para corte y confección, siendo modelo de mis diseños a pesar de que no le gusta estar quieta por su naturaleza alborotada, pero no me ha fallado ni una sola vez y es puntual, posiblemente en el único ámbito en que lo es…

Y le tengo tanto resentimiento por ganarse tu corazón sin siquiera proponérselo, como cariño porque está ahí para mí, para ser un hombro para llorar sin juzgarme ni preguntarme nada, sólo deseando que me desahogue y me sienta mejor.

Siempre te llevaré en mi corazón y posiblemente estos sentimientos no cambien jamás, porque he visto cómo eres con ella, atento, libre, feliz, comprensivo… Lo que siempre quise y jamás voy a tener contigo, porque ella y tú son como el Sol y la Luna, ambos son luz, tú intensa y cálida, ella suave y sutil.

Son tan perfectamente imperfectos juntos que duele, realmente duele mucho.

Pero así como tú me diste ese empujón desando mi felicidad aunque creyeras perderme, ahora yo estaré ahí para darte ese empujón hacia ella cada que haga falta, porque si te amo tanto como tu llegaste a amarme, debo desear tu felicidad, aunque día a día mi corazón se haga pedazos que caen al suelo y se desbaratan como cristal…

Seguramente seré su madrina de bodas y los veré unirse en matrimonio, siendo felices por siempre, anhelando el lugar de la coneja el resto de mi vida. Pero por otro lado, no puedo estar más feliz, puesto que mis mejores amigos serán felices…

Ya habrá tiempo para llorar cada día en la soledad de mi habitación.

- ¡Sora-chan!-

Sentada en una banca en el parque con un vestido de tirantes color menta por debajo de las rodillas, la aludida miraba sonriente cómo aquella rubia con ese exagerado peinado de odangos de los que surgían largas coletas corría hacia ella vestida con un conjunto deportivo azul y tenis blancos.

- ¡Usagi-chan!- La pelirroja sonrió suavemente al ver a su mejor amiga llegar y sentarse a su lado

- ¡Mira! Encontré una pastelería donde hacen un pastel de fresa con chocolate delicioso y pensé 'oye Usagi, a Sora-chan le encanta el pastel de fresa con chocolate y no te perdonará si no le llevas una rebanada'- Le ofreció la cajita con forma cónica junto con un tenedor de metal, que la Takenouchi tomó y abrió para ver el pastel

- Se ve, delicioso…- La chica no pudo evitar relamerse los labios

- ¡Sabía que te gustaría, Sora-chan!- Se abrazó al brazo de su mejor amiga, que le dio un primera probada al pastel

- Y…- Continuó una vez que terminó su bocado -¿Dónde está el tarado de tu novio?-

- ¡Tai no es tarado!- Replicó con un puchero de enojo tan adorable que era imposible tomarla en serio -Además, hoy es día de chicas… ¡E iremos a donde tú quieras, Sora-chan!-

- ¿Día de chicas?- La pelirroja sonrió maliciosa -Muy bien entonces, vamos a buscar unos tenis y un balón, porque quiero ganarle en un mano a mano a la capitana de la Sub-17 de Japón… He decidido que si retomo el fútbol, puede que nos veamos en la Sub-20-

- ¡Muy bien!- Usagi sonrió entusiasmada -Pero no te lo dejaré fácil…-

Las dos jovencitas reaccionaron estallando en felices carcajadas, bajo el cálido sol de aquél domingo.

Pero sin que la alegre e ingenua rubia se diera cuenta, de las comisuras de los ojos de Sora escaparon un par de lágrimas…

Notas

Y bien, aquí está ésta idea rara que se me ocurrió ayer en la noche.

Generalmente ponen este tipo de fics a Taichi lamentándose por lo que pudo haber sido y bueno, quise retorcer las cosas para darle una perspectiva distinta donde es Sora quien está consciente de lo que sucede y una vez que junta las piezas, llega a lo expuesto en este breve Oneshot.

Como su rival escogí a Usagi Tsukino de Sailor Moon, puesto que la pareja X-Over de Taichi y Usagi me gusta, aunque son contados los casos donde se maneja y bueno, creo que es todo.