El clima era muy hermoso al menos para ella, amaba los días nublados, el viento soplaba, parecía que la lluvia estaba próxima, ansiaba que las clases terminaran para caminar por la calles que pronto estarían desiertas debido a que la gente se refugiaba en casa por la lluvia, quería llegar ponerse solo su camisón abrir la ventana para que el aire frío se colara hasta sus huesos y contemplar la lluvia, adoraba sentir el frío, la lluvia y respirar el olor a tierra mojada. Era una locura, sí, en ocasiones había pescado fuertes resfriados por estar mucho tiempo bajo la lluvia pero era uno de sus placeres culposos y no se avergonzaba de ello.

Cuando se dio la hora fue directo a su casillero y guardo todos sus libros, era fin de semana y no necesitaba nada más así que se dio prisa, al cerrar dio un brinco de sorpresa, Ban estaba frente a ella con el ceño fruncido, Jericho sintió un nudo en la garganta y se estremeció, lo había estado evitando casi por 5 días, se escabullia por la universidad para evitar toparse con él e ignoraba sus llamadas, incluso una vez la había ido a buscar a su departamento pero ella no lo recibió.

Sabía que él estaba molesto pero no había encontrado el valor para verlo a la cara, no cuando no quería hacer lo que estaba pensando hacer.

Se miraron unos minutos ella se tomó su tiempo para admirarlo, era tremendamente apuesto con unos raros y hermosos ojos rojizos que iban a la perfección con su blanca piel, era mucho más alto que ella y de un cuerpo perfecto, una sonrisa jodidamente sexy.

Sintió sus ojos escocer y sus mejillas rojas, estaba a punto del llanto pero se contuvo tenía que ser fuerte y valiente, ya tendría tiempo para llorar.

Al verla en ese estado Ban dejó de lado el enojo hacia ella y sintió preocupación, era obvio que algo le pasaba quizás eso podría explicar porque lo estaba evadiendo, se acercó más a ella y quiso tocar su rostro pero al ver sus intenciones Jericho retrocedió.

— ¿Qué te parece si vamos a un café y hablamos? — pregunto la chica de cabellos lila y el albino asintió, caminaron en silencio a una cafetería cercas del campus, cuando entraron el olor a café inundó sus sentidos iba perfecto con el clima pero lo único que Jericho quería era ir a casa. Por su lado Ban solo observaba cada movimiento de la chica ella solía ser callada pero en esta ocasión lo era demasiado, además de que siempre se alegraba de verlo en cualquier situación, pensó que tal vez había tenido problemas con su padre.

Cuando Jericó se sentó Ban se colocó a su lado trato de abrazarla pero una vez más ella huyó de su tacto.

Les llevaron las cartas del menú una linda chica de cabello negro y los dejo para que ordenará, Jericho escondió el rostro en el menú sentía los ojos arder pero no lloraría, no frente a Ban. Eligio solo un capuchino y Ban café negro se los llevaron de inmediato pues no había mucha gente.

Ella suspiró era ahora o nunca tenía que aclarar sus dudas y aunque quizás eso le llevará a perder a su amor.

—Ban… yo… — le costaba hablar las palabras se cortaban y comenzó a temblar su corazón latía con frenesí. Trato de relajarse para poder hacerle frente.

—¿ Tu aun estas enamorado de Elaine? — preguntó atemorizada, su corazón latía a mil por hora y pudo ver el rostro de sorpresa de Ban, no se esperaba para nada esa preguntaba.

—¿A qué viene eso? —

Jericho sintió su estómago contraerse, no era la respuesta que quería, necesitaba un NO inmediato para calmar su corazón, sabía que no sería fácil solo esperaba no romperse un poco más.

— Solo contesta — le retuvo la mirada quería una respuesta rápida y sin dudas pero no la obtuvo.

— Ya te dije que es solo una amiga, no entiendo porque lo preguntas, yo solo quiero saber la razón por la cual te escondes de mi.—

La chica se llevó una mano al pecho y arrugó su blusa, como si quisiera que se detuviera y respiro profundo.

— ¿Si te pidiera que te alejes de ella lo harías? — se odio a sí misma por pedirle eso pero estaba hecho.

Él frunció aún más el ceño. — No, no tienes derecho a pedirme eso.—

Y entonces la termino de matar con eso así sin más, sabía que no tenía oportunidad pero necesitaba que él se lo confirmará.

Jericho le miró una vez más su hermoso rostro con una clara mueca de enojo que triste que no volvería a tenerle así de cercas quería besarlo aunque de hacerlo no tenía caso.

—Entonces debemos darle final a esto —

—¿Estas terminando conmigo solo porque no quiero dejar de ver a Elaine? — estaba perplejo jamás pensó que ella fuera una celosa controladora.

—¿Quien demonios te crees para prohibirme ver mis amigos? — levantó la voz al punto de que todos los que estaban presentes voltearon a verlos, ella estaba triste y avergonzada pero él solo estaba dominado por la ira.

— Ella aun te ama y puedo ver que tu sientes lo mismo, Ban, me lastima verlos juntos...—

No pudo seguir hablando porque él comenzó a gritarle.

— eres una maldita controladora… ¿como te atreves a dudar de mi? Elaine es mi amiga y siento mucho aprecio por ella y solo eso, ella siente lo mismo somos SOLO AMIGOS pero prefieres dudar de mi, pues no, no perderé mi amistad con ella por ti ni por nadie. — estaba furico y en ese momento la odio, como se ponía a dudar de él, Elaine era una persona muy especial era su mejor amiga le encantaba pasar el rato con ella y no la perdería de nuevo.

Sacó algunos billetes y los dejó en la mesa, se fue sin mirar atrás, sin importar que había dejado un corazón roto en el piso, y que había perdido al amor tan puro y sincero que jamás tendría de nuevo y que también había destruido su poca confianza en sí misma.

Se abstuvo de llorar, podía sentir las miradas en ella y se sintió tan pequeña, tomó el café frente a ella con ambas manos, estaba nerviosa era mejor irse, pago y se fue.

Sintió las gotas frías en su cuerpo y se fue a casa caminando dejando que el agua lavara su rostro la lluvia se mezcló con sus lágrimas, en unos minutos estaba empapada.

Su vida continuó, pero de nuevo estaba sola decidió apartarse de sus amigos antes de todo eran los amigos de Ban y ella se haría aun lado porque estar con ellos significaba verlo de nuevo y podía ser que él ya estuviera con alguien más, no soportaría fingir sonrisas, así pasaron algunas semanas, todos se enteraron de que habían terminado, Meliodas y compañía tenían una idea de la razón por la cual habían dado fin a su relación, sentían mucha tristeza por Jericho, pero entendían que la historia de Elaine y Ban no había terminado, todo el mundo podía ver que aún había algo entre ellos dos y que su separación había sido por motivos ajenos a sus sentimientos, ella se había ido y la pequeña Jericho se había interpuesto en su camino sin saber que al volverse a ver los sentimientos de ambos seguían ahí y que nadie tenía la culpa.

Cerró los ojos y al abrirlos la hermosa sonrisa de Elaine fue lo que vio, ella se acercó lo suficiente para sentir su aliento en su rostro, ella solo puso su mano en su frente para ver si tenía fiebre, pero él sabía de sobra que no estaba enfermo.

Había mentido, no había asistido a clases y al llamarlo sus amigos les dijo que no se sentía bien, si bien acabaron las clases Elaine fue de inmediato a verlo, al abrir la puerta ella se abalanzó sobre él preguntando si estaba bien, él solo pudo sonreír ella era muy linda y desinteresada solo pensaba en el bien de los demás y eso era una de las cualidades que en el pasado lo enamoraron.

La pequeña rubia entro en modo enfermera, verificando que estuviera bien, al comprobar que no tenía temperatura se fue a la cocina para prepararle algo de comer. Ban sólo se dedicó a observar, se imaginó otra figura una un poco más alta de cabello lila ligeramente cenizo y con curvas mucho más pronunciadas.

Si, porque aunque muchos pensaban que Jericho era una chica fea, masculina y tosca, ella era todo lo contrario. Tenía un rostro hermoso, cabello sedoso y debajo de esa ropa ocultaba un cuerpo que todo hombre desearía y no era que la hubiera visto con sus propios ojos, no, Jericho y el jamás habían tenido intimidad, pero cuando los besos subían de tono, ella le permitía pasar a segunda base y sus manos habían sentido ese cuerpo bien formado, su pequeña cintura, caderas anchas trasero firme y por lo que su propio torso sentía ella tenía senos grandes.

Pero habían pasado 6 semanas desde que la había visto, y un par más sin tocarla y para ser sincero estaba furioso, triste y ansioso.

¿Que si la amaba? No sabía contestar esa pregunta, la extrañaba, quería oír su voz, escucharla reír por alguna estupidez que él le diría pero en su lugar estaba Elaine, su fiel amiga preocupándose por él, Elaine no Jericho y eso lo puso de peor humor.

La rubia cuidaba de él cuando debía ser Jericho y afirmó se idea de que Elaine era mejor que Jericho, tendrían que hablar muy seriamente cuando ella regresara.

Porque en efecto la perdonaría, aunque lo había ofendido, pero no se lo pondría fácil tenía que dejar en claro que Elaine era parte de su vida y tenía que aceptarlo, ella tenía que cambiar su opinión sobre él y Jericó pediría perdón por Elaine y por haber terminado con Ban. Solo que el tiempo avanzaba y Jericho ni siquiera lo miraba sabía que no se había olvidado de él, claro que no, pero odiaba ser ignorado.

Ban era muy orgulloso en el fondo sabía que había fuertes sentimientos por Jericho, ella le había dado más preocupación que nadie, pero a la vez una paz y una felicidad que nadie le había brindado, la vida de Jericho era una montaña rusa, llena de emociones de diferente tipo, la chica podía estar rodeada de lujos y aparentar que estaba bien, ella sabía fingir sonrisas a la perfección, incluso sabía sacarle dinero a su padre para cumplirse cualquier capricho, pero también había otros días en que ella no quería saber de nadie, se encerraba sola y lloraba, extrañaba a su madre se sentía perdida y maldecía no haber nacido siendo hombre quizás así le hubiesen dado todo lo que ella necesitaba, otros días solo entrenaba fútbol todo el día al grado de no poder moverse y otros los que más disfrutaba era cuando solo existían ellos dos, donde solo había besos y caricias donde ella era tan cálida.

De lo que Ban no se daba cuenta era que estaba siendo muy soberbio, esperaba a que ella diera el primer paso y se disculpara por algo en que ella tenía la razón pero era demasiado orgulloso para darse cuenta de sus errores y no estaba al tanto de que ella no daría marcha atrás, había decidido seguir adelante sin él, porque ella era más fuerte de lo que todos pensaban porque ella había crecido sin el amor de su propio padre, olvidar al Ban si seria muy doloroso pero lo haría más rápido de lo que creerían, porque ella había sobrevivido el desprecio de su propia sangre qué más daba perder a un chico cualquiera.

Estaba sola como de costumbre leyendo un libro e inconscientemente peinando su cabello con sus dedos y aunque había leído ese libro tantas veces estaba absorta en su lectura.

Era sábado en la noche vestía ligera un top y un pequeño short de licra, abdomen descubierto cabello suelto, tocaron a su puerta, había ordenado pizza antes de abrir se cubrió con una bata de seda rosa y abrió la puerta para su sorpresa no era su comida, el chico frente a ella le sonrió y se adentro en el departamento sin el permiso de la dueña, pero ella solo cerró la puerta y lo encaró.

—¿Qué haces aquí?—

—Hola, Gil, me alegra verte, te e extrañado, ¿gustas algo de tomar? — contestó el chico con sarcasmo, Jericó solo sonrió y se puso de puntitas para abrazarlo, él la recibió gustoso y acaricio su espalda, la elevó y le dio vueltas como en una escena cursi de película.

Gilthunder beso sus labios y Jericho se dejó llevar, le permitía caricias y besos mas aya de ser tiernos, eran amigos con derechos desde hace un par de semanas, cuando él se enteró de que ella ya no estaba con Ban la busco y le dio consuelo y se convirtió en su amante, a Jericho no le importo mas guardarse su virginidad, porque si no era para Ban ya no importaba con quien la perdía.

Gil la sujetó por la cintura y se deshizo de la bata, la escaneo sin pudor y atacó su boca de nuevo, la tomó de la nuca para evitar que ella se separara.

Se dejaron llevar, él la tocaba por doquier y con la poca ropa que llevaba le era más fácil encenderla, la llevo al sofá y la recostó, acaricio sus desnudas piernas y fue subiendo por su abdomen hasta llegar a sus senos, ella solo podía suspirar, estaba más que lista, le encantaba la mirada de deseo que él le otorgaba, inflaba su pequeño ego saber que ese adonis griego la deseaba, él había despertado su lado pervertido, le enseñaba cosas nuevas y la había guiado por el camino del placer.

Si bien sabía que no lo amaba pero no podía negar que había despertado sentimientos hacia Gilthunder, él la excitaba como nadie, sabía cómo complacer a una mujer y le daba el placer más delicioso tan solo con sus manos, además de ser extremadamente sensual, era muy apuesto, labios perfectos, rostro varonil cuerpo de infarto y un exótico cabello rosa que no lo hacía ver para nada femenino, era un fenómeno de la naturaleza tan bello como un dios, además de ser un perfecto caballero a la vista de todos, además de ser convenientemente rico. Esa era la razón de conocerlo, era de su círculo social, provenía de una prestigiosa familia y conocida de la suya propia, su padre lo aprobaba por completo y esperaba comprometerla con él. Quizá podrían enamorarse fácilmente.

Solo había un problema ese caballero con armadura le pertenecía a alguien más que había robado su corazón, pero había muchos problemas entre ellos y por orgullo y despecho él la busco en la primera oportunidad.

Se besaron hasta que la puerta sonó, agitados y aún excitados se separaron, Jericho se levantó ya que Gil tenía los pantalones abajo y su miembro erecto, se acomodo el cabello como pudo y Gil se acomodó la ropa, la chica abrió y esta vez sí era su comida. Tomó la caja y entró a buscar el dinero para pagar sin darse cuenta que el repartidor se la comía con la vista, Jericó encontró su cartera y busco cambio para darle propina, de repente sintió los brazos de su amante en su cintura y le dirigió una mirada amenazante al repartidor.

— Recibirás más que una propina si no dejas de ver a mi mujer de esa forma — le dijo con una mirada llena de odio que asustó al chico y en cuanto le pagaron huyó despavorido y es que Gil daba miedo cuando amenazaba a alguien.

Ella cerró la puerta y fue a la cocina como si nada.

—No deberías vestir así — le reprocho el joven que tomaba asiento frente a ella, Jericho solo rodó los ojos.

— Estoy en mi casa y puedo vestir como yo quiera —

— Si, pero si esperas a alguien es mejor cubrirte aún más cuando estas sola, alguien podría aprovecharse de tí —

— Da la casualidad de que traía puesta una bata, una que tú prácticamente me arrancaste—

El joven solo sonrió. No había venido a discutir con ella, ni siquiera a pasar la noche, tenía otros planes para ambos.

— Salgamos —