Disclaimer: todo a Koyoharu Gotouge.

Summary: La hermana de Tanjirou lo está mirando.

Pareja: Hashibira Inosuke/Kamado Nezuko.

Advertencia: ooc & spoilers del manga hasta el capítulo 128.

Notas: Esto es… algo, supongo (?) Llevo todo el año con un bloqueo del que me ha costado horrores salir, esta idea la reescribí como cinco veces y aun así sólo quedé media satisfecha con el resultado, pero tenía que sacar esto de mi sistema (?), así que,,,


can't take my eyes off of you


La hermana de Tanjirou lo está mirando.

Inosuke devora un onigiri tras otro como si la vida se le fuera en ello, masticando con grandes y ruidosas bocanadas de tal modo que Tanjirou no tarda en reprenderlo con suavidad, diciéndole que si comía así de rápido terminaría atragantándose; mientras Zenitsu sólo lo mira con la nariz arrugada, intentando apartar disimuladamente su porción lejos del alcance de sus manos. Y Nezuko— Nezuko sólo se le queda mirando con la cabeza ladeada y una expresión de intriga reflejada en los ojos, e Inosuke fácilmente podría sólo ignorarla de no ser por su agudo sentido del tacto que no deja de alertarle que está siendo observado.

Los cuatro se encuentran sentados a las afueras de la cueva en donde habían decidido pasar la noche anterior, estando todavía a un par de días de distancia del lugar al cual los habían enviado en su misión. El viaje era largo, pero para fortuna de ellos Tanjirou se había preocupado de empacar la suficiente comida para sobrellevarlo, o —considerando el ritmo con el que Inosuke se estaba devorando aquellas provisiones— al menos hasta que pudieran llegar a la aldea más cercana y reabastecerse.

Inosuke se pasa una mano por el cabello desordenado, rascándose la nuca ante la mirada atenta de Nezuko. Había dejado su máscara momentáneamente de lado para comer y fue prácticamente a partir de ese instante en que Nezuko fijó su mirada sobre él, su rostro tensándose repentinamente. Ni Tanjirou ni Zenitsu parecen percatarse de ello aun, pues el rubio no deja de quejarse de lo cansado que está debido al viaje— tanto así que bien podría desmayarse del agotamiento, o al menos eso insiste en afirmar; y mientras que Tanjirou trata de animarlo al respecto, la verdad es que a Inosuke no le molestaría si así fuera, si de ese modo ya no tiene que escucharlo quejarse.

Finalmente deja la comida a un lado y dirige su atención hacia Nezuko, quien se remueve en su lugar, acomodándose un poco más cerca de su hermano y aferrándose con una mano a la manga de su haori. Inosuke alza una ceja ante su reacción y voltea a ver a Tanjirou.

—Hey Monjirou, ¿por qué me está mirando tanto tu hermana? —Inquiere, dirigiéndole otra mirada de soslayo a la susodicha, que le devuelve el gesto con el entrecejo ligeramente fruncido—. ¿Acaso tengo algo en la cara?

— ¿Nezuko? —Musita Tanjirou posando su mano sobre la cabeza de su hermana—. ¿Ocurre algo?

— ¿Le pasa algo a Nezuko-chan? —Zenitsu interfiere alarmado, aparentemente olvidándose de lo extenuado que había afirmado estar hace cosa de segundos. Señala a Inosuke con un dedo acusatorio y añade— ¡Tú, imbécil! ¿Qué le hiciste a Nezuko-chan? ¡Arrepiéntete!

— ¡Yo no le he hecho nada! —replica Inosuke inmediatamente, molesto por su entrometida intervención.

— ¡Si claro! ¿Se supone que tengo que creer que no hiciste nada para que Nezuko-chan actúe así?

— ¿Nezuko? —insiste Tanjirou, arrugando el entrecejo en un gesto preocupado e ignorando por una vez la discusión entre sus amigos.

Nezuko voltea a ver a su hermano, alternando su mirada entre él e Inosuke con una mueca de incertidumbre.

— ¿Q-Quién…? —habla finalmente, con un tono vacilante y los labios apretados en una línea fina, sin despegar su vista del rostro de Inosuke, quien sigue gritándole a Zenitsu por meterse donde no lo llamaban.

Tanjirou parpadea un par de veces, pero no tarda en captar lo que quiere decir y, esbozando una sonrisa, le acaricia el cabello a Nezuko para tranquilizarla.

— ¡Ya veo! Nunca habías visto a Inosuke sin su máscara antes, ¿verdad? —comenta, ganándose una mirada confusa de parte de Nezuko.

— ¿I-Inosuke? —repite, como si tratase de asimilar el hecho de que aquel chico de rasgos delicados y el muchacho con cabeza de jabalí y actitud salvaje eran la misma persona.

Inosuke reacciona de inmediato al escuchar su nombre, y deja de gruñirle al rubio para voltear a ver a Nezuko.

— ¿Ah? —musita y aquella parece ser toda la confirmación que Nezuko necesita, pues no tarda en relajarse, cualquier rastro de duda desaparecida de sus ojos.

— ¡Inosuke, bienvenido! —exclama, repitiendo las mismas palabras que el Hashibira había pasado horas tratando de lograr que memorizara.

Zenitsu no pierde la oportunidad para empezar a halagar la hermosa sonrisa de Nezuko e Inosuke aprovecha su distracción para robarse uno de sus onigiris, engulléndolo de un mordisco sin que Zenitsu pueda alcanzar a reaccionar. Zenitsu se queda indignado por el resto de la comida e Inosuke sonríe triunfante, mientras Tanjirou sólo se ríe al verlos y Nezuko contempla la escena con una sonrisa levemente desconcertada, y ese parece ser el fin del asunto.

X

Excepto que no lo es. Al final esa no es la última vez que Inosuke atrapa a Nezuko mirándolo cuando, por uno u otro motivo, tenía que sacarse la máscara y dejar su cara al descubierto. Incluso ahora que ya han pasado varios días y han regresado a la Finca Mariposa para reponerse y esperar el siguiente llamado a la acción, ella lo sigue viendo con la misma curiosidad de la primera vez, con un interés que trata inútilmente de disimular— sólo para escabullirse cada vez que él la atrapaba en el acto, sin dejarle tiempo para abrir la boca o tratar de detenerla.

Era— raro, por decir lo menos. Y Nezuko siempre ha sido algo difícil de entender, pero esto ya resulta ridículo, y tal vez hasta un poco fastidioso.

Porque, contrario a lo que a Monitsu suele gustarle afirmar, Inosuke no es ningún idiota. ¡Claro que no lo es! Él sabe bien que por alguna razón su rostro causa una impresión rara en la mayoría de la gente que lo ve. Casi siempre terminaba atrayendo miradas de asombro o incluso de admiración, ya fuera de parte de las personas de alguno de los pueblos que visitaban o de otros asesinos de demonios. Y, por supuesto, no faltaba la ocasión en que perdía la paciencia, y Tanjirou y Zenitsu tenían que detenerlo para evitar que empezara a gritarles a esas personas, tomándose sus acciones como un desafío o, más bien, como un insulto personal.

Que, vale, él no necesitaba que le estuvieran recordando lo delicado de sus facciones ni que lo mirasen como si fuera una rareza— Inosuke es todo lo opuesto a delicado y si hay alguien raro ahí esos serían todos esos que insisten en mirarlo y asombrarse tanto por su aspecto. Él no es ningún fenómeno o un espectáculo andante y si tanto quieren admirar algo de él eso debería de ser su increíble fuerza y poder.

En momentos así Tanjirou se apresuraría en intentar calmarlo y mediar la situación para evitar que terminara metiéndose (y a ellos de paso) en problemas, diciéndole que aquellas personas no tenían la intención de ofenderlo de ningún modo. Por otro lado, Zenitsu sólo se burlaría de él, comentando cómo tal vez su situación mejoraría un poco si se pusiera la parte de arriba del uniforme para variar, en lugar de andar semidesnudo como un desvergonzado— claro que cualquier cosa que él dijera no le importaba mucho en realidad, pues resultaba demasiado obvio lo celoso que estaba de la atención que recibía, y sólo bastaría con que Inosuke gruñera en su dirección para hacer que se retractara de sus palabras.

Esta vez no es muy diferente y ellos no tardan en notar también aquel cambio en el comportamiento de Nezuko. Por supuesto que lo hacen; después de todo no hay nada acerca de Nezuko que pudiera pasar desapercibido para su hermano, y Zenitsu se pasa el día mirándola con una insistencia incluso mayor a la con la cual ella lo mira a él.

Y si es que acaso Tanjirou sabe o sospecha el motivo detrás de su conducta; ya fuera debido a su sentido del olfato súper desarrollado o a sus instintos de hermano mayor o lo que fuera, no parece que vaya a decírselo pronto. Por el contrario sólo se limita a mirar a su hermana con sorpresa y comentar con súbita seriedad acerca de cómo ella seguía siendo demasiado joven para esas cosas— para qué cosas exactamente, Inosuke no tenía idea. Lo único que sabía era que esas palabras siempre hacían que a Nezuko se le ruborizaran la punta de las orejas y le devolviera la mirada a su hermano con leve reproche antes de marcharse, dejándolos sumidos en un silencio extrañamente incómodo que Zenitsu no tardaría en romper al empezar a gritarle al Hashibira, reclamándole el estar robándose la atención de Nezuko. Y, sorprendentemente, por esa vez el que Inosuke le gruñera o lo mirara feo no sería suficiente para mandarlo a callar, y Tanjirou tendría que salir de su ensimismamiento para interponerse entre ellos y evitar que Inosuke se le abalanzara encima.

Porque era completamente injusto; él no estaba haciendo nada, era Nezuko la que actuaba raro y lo hacía sentir raro a él en consecuencia. Y eso era lo peor del asunto; que cada vez que eso pasaba, Inosuke quedaba con una sensación extraña en la boca del estómago que no se parecía en nada al hambre o a cualquier otra cosa que recuerde haber sentido antes.

Es extraño, lo hace sentir más inquieto que de costumbre y sin embargo—

La verdad es que no es está del todo seguro de si puede llamarlo una sensación desagradable.

X

—Tu hermana es muy rara —comenta Inosuke un día mientras Tanjirou y él se toman un descanso frente al jardín exterior.

Inosuke casi espera que, al escucharlo, Tanjirou escupa el té que había estado bebiendo y empiece a darle uno de sus sermones acerca de lo adorable que era su hermana y de cómo todos los muchachos de su pueblo habían querido casarse con ella; sin embargo en esta ocasión sólo se queda sumido en silencio por unos momentos, viendo en la dirección en que Nezuko se encuentra recogiendo algunas de las flores que habían empezado a crecer entre los arbustos, sin prestarles atención. Finalmente voltea a responderle, con una expresión repentinamente seria.

—Nezuko no es rara —dice y su tono de voz no deja lugar para ninguna segunda opinión. Sin embargo su expresión se suaviza inmediatamente al preguntar— ¿Por qué lo dices?

— ¿Pues por qué va a ser? Ya has visto como se pone cada vez que ve mi cara, ¿acaso eso no es raro? —refunfuña cruzándose de brazos.

—Bueno, sí debo admitir que Nezuko no suele comportarse así… —musita Tanjirou dejando la taza sobre la bandeja que Sumi les había traído—. Pero si te molesta tanto que lo haga podrías decírselo, estoy seguro de que Nezuko no se lo tomaría a mal.

Inosuke no dice nada ante esto y sólo se queda ahí de brazos cruzados, lo cual parece preocupar un poco a Tanjirou pues éste le sonríe suavemente, tratando de subirle los ánimos.

—De todos modos no creo que debas preocuparte mucho por eso Inosuke —comenta, captando su atención—. Probablemente Nezuko sigue sin acostumbrarse a ver tu rostro sin la máscara, del mismo modo en que aun parece no poder memorizar el nombre de Zenitsu —dice, encogiéndose de hombros. E Inosuke bien hubiera acabado aceptando esa explicación de no ser porque el Kamado no tarda en añadir—; o quizás sólo está sorprendida de saber que tienes una cara atractiva.

— ¡Mi cara no es atractiva Monjiro! —exclama Inosuke poniéndose de pie de un salto, aunque lo único que consigue hacer es alertar a Nezuko, quien voltea a verlos sorprendida.

—No pasa nada Nezuko, no te preocupes —dice Tanjirou inmediatamente, obteniendo un asentimiento como respuesta antes de que Nezuko volviera a lo que estaba haciendo con anterioridad. Tanjirou la ve con una sonrisa antes de agregar—. No es necesario que reacciones así Inosuke. ¿Por qué no mejor sólo hablas con Nezuko directamente?

Al escucharlo Inosuke suelta un bufido por lo bajo y vuelve a sentarse con brusquedad, haciendo que la bandeja a su lado temblara y Tanjirou tuviera que levantar su taza para evitar que el té se desbordara. Tanjirou suspira pero no vuelve a insistir con el tema, prefiriendo terminar su té y comentar acerca de la misión a la que Zenitsu había partido temprano esa mañana, horrorizado ante la idea de tener que irse solo. Inosuke no puede evitar esbozar una sonrisa burlona al recordarlo; Monitsu había hecho tal espectáculo que bien pudo haberle causado algo de pena de no haber sido por lo insoportable que el rubio había estado los últimos días, al menos así no tendría que escucharlo quejarse por toda la atención que Nezuko supuestamente le estaba dando.

Sin darse cuenta termina posando sus ojos en la figura de Nezuko sin que ésta se percate, demasiado distraída admirando el pequeño ramillete de flores que había hecho y acariciando los coloridos pétalos con la punta de sus dedos. Inosuke la mira un par de segundos para después cruzar sus brazos tras su cabeza y recostarse de espaldas, haciendo caso omiso de la extrañeza de Tanjirou, y tratando de ignorar la forma en su corazón se acelera ligeramente al percatarse de que la expresión con la que Nezuko mira aquellas flores resulta curiosamente similar a la que pone al ver su rostro.

X

Inosuke lanza un bostezo sonoro, avanzando rumbo hacia el cuarto de enfermería. Acababa de terminar sus ejercicios de respiración matutinos junto a Tanjirou; gozándose en haberlo vencido al romper su calabaza antes de que la del Kamado llegase siquiera a agrietarse, todo con la pura fuerza de su respiración. Y mientras que Gonpachirou decidió ir a ayudar a Aoi a lavar la ropa sucia; Inosuke optó por marcharse a cualquier otra parte, prefiriendo evitar a esa chica antes de que pudiera empezar a darle órdenes.

Abre la puerta de la habitación sólo para detenerse de golpe al ver a Nezuko agazapada entre el espacio de dos de las camas. Nezuko se sobresalta al ver abrirse la puerta, más se relaja inmediatamente al ver que sólo se trataba de él, le hace una seña con la mano para que se acerque e Inosuke, frunciendo ligeramente el ceño, cierra la puerta tras de sí sin poder contener su curiosidad, yendo a sentarse cerca de ella con las piernas cruzadas y la espalda recargada contra una de las camas.

— ¡Inosuke! ¡Buenos días! —lo saluda alegremente, sus labios curveándose en una sonrisa.

— ¿Qué haces aquí? —suelta Inosuke a cambio.

En teoría no resulta algo inusual el que Nezuko se pase por la habitación que él comparte con Tanjirou y Zenitsu cada vez que pasan un tiempo en la Finca, a pesar de que Shinobu le hubiera dado su propio cuarto. Sin embargo desde que logró conquistar el sol y recobrar de un poco de su conciencia, Nezuko solía mantenerse ocupada insistiendo en ayudar a Aoi y las niñas con los deberes de la Finca— un rasgo que sin duda comparte con su hermano, ¿tal vez fuera algo de familia? — así que no se explica qué está haciendo allí en ese preciso momento.

Y tal vez su pregunta acabó sonando más brusca de lo que hubiera planeado en un principio. Casi puede escuchar una molesta voz, curiosamente similar a la de Monitsu, gritarle por haberle hablado así a Nezuko— más a ella no parece afectarle o molestarle en lo más mínimo, y su sonrisa no vacila ni un segundo al señalar la puerta y responder:

—Estamos jugando —le explica—; j-jugamos a las escondidas.

—Hmmm —Inosuke asiente; al menos eso explicaba por qué Aoi había estado haciendo la lavandería por sí sola.

Nezuko asiente a su vez y ambos se quedan en silencio, y entonces— oh, ella lo está observando de nuevo, e Inosuke está seguro de que ya no la entiende para nada, porque esta vez trae su máscara puesta así que qué tanto es lo que le está mirando de todos modos. Siente un escalofrío recorrerle el cuerpo, como un golpe de adrenalina en sus venas, a la vez que ve a Nezuko de vuelta, fijando sus ojos verdes en los suyos, rosáceos como su kimono, como sus mejillas que se tiñen de forma casi imperceptible al apartar su mirada hacia su regazo, probablemente preparándose para irse antes de que él pudiera pronunciar siquiera una palabra, tal como las otras veces.

Pero esta vez Inosuke no piensa dejar el tema ir tan fácilmente.

—Oye, ¿por qué me miras tanto? —cuestiona, haciendo su mayor esfuerzo para que esta vez su pregunta no suene tan brusca como antes.

No sabe si lo consigue o no, pues los ojos de Nezuko se abren de par en par ante sus palabras e Inosuke casi se arrepiente de haber hablado; no recuerda nunca haber visto a Nezuko poner una cara así antes. Sin embargo, la Kamado termina relajando su expresión y se queda pensativa por lo que no deben ser más de un par de segundos, pero la expectativa hace que a Inosuke le parezca una eternidad. Aquella espera interminable termina una vez que Nezuko lentamente extiende sus manos hacía ambos lados de la máscara de Inosuke, sin llegar a tocarla, como si esperase a que él le diera permiso para hacerlo. Es el turno de Inosuke de quedársele mirando, encogiéndose de hombros para indicarle que siguiera, curioso de ver a dónde iba con todo eso.

Nezuko le quita la máscara con cuidado, colocándola sobre la cama detrás de él, y esboza una sonrisa ligera al posar sus manos sobre las mejillas de Inosuke, quien casi se atraganta con su propia saliva ante su accionar tan repentino. Siente su corazón saltarse un latido y sabe que no podría hablar ni aunque quisiera porque es como si su lengua se hubiera pegado a su paladar y su boca se hubiera secado completamente— y ahí está otra vez, esa sensación-no-del-todo-desagradable en la boca de su estómago, extendiéndose al centro de su pecho sin permiso alguno de su parte.

Las manos de Nezuko se sienten tibias en contra de sus mejillas, ella sostiene su rostro con el mismo cuidado con el que tocaba aquellas flores el día anterior e Inosuke termina inclinándose inconscientemente hacia el toque de esos dedos-garras que en cualquier otro demonio serían un arma peligrosa, hechas para cortar carne humana y derramar sangre a borbotones— pero Nezuko es diferente; ella no las carga como un arma sino con gentileza, como otra parte de sí misma, y las usa sólo cuando es necesario, para proteger a su hermano y a otros.

—I-In… —la voz de Nezuko lo sobresalta, trayéndolo de regreso a la realidad sin que Inosuke se hubiera percatado de cuándo se había distraído. Nezuko ladea el rostro antes de decir en voz baja, como si estuviera compartiendo con él un secreto— Inosuke es realmente lindo.

E Inosuke espera a que aquellas palabras le provoquen la misma molestia de siempre, pero esa sensación de verse insultado o menospreciado nunca llega, desconcertándolo por completo. Es casi como si esas palabras hubieran perdido la capacidad de molestarlo al haber sido pronunciadas por Nezuko— tal vez porque en el fondo sabe que Nezuko no diría algo así con malas intenciones, que ha de estar siendo sincera.

La cosa es que Nezuko siempre ha sido difícil de entender— pero a Inosuke se le ocurre de repente que le gustaría poder hacerlo, que le gustaría poder entenderla un poco mejor.

La puerta vuelve a abrirse de golpe y Nezuko se aparta de él con tal rapidez que llega a aturdirlo. Una de las niñas de la finca— Kiyo— entra a la habitación, deteniéndose enfrente de ellos con una sonrisa victoriosa, señalando a Nezuko.

— ¡Te encontré! —Exclama la niña, dando saltos por la emoción, y arrancándole una leve sonrisa a la Kamado—. ¡Chicas ya encontré a Nezuko! —anuncia, volviendo a salir del cuarto; seguramente para buscar a sus dos compañeras y darle fin al juego.

Una vez que vuelven a quedar solos Inosuke se cuestiona si acaso debería decir algo mas Nezuko se le adelanta al colocarse de pie, probablemente dispuesta a irse detrás a Kiyo. Inosuke la ve incorporarse y ella le devuelve la mirada con las mejillas ligeramente sonrosadas, pero se recompone lo suficiente para sonreírle, despidiéndose con un murmullo más tembloroso de lo usual e Inosuke apenas atina a asentir antes de que ella le dé la espalda para marcharse.

No tiene idea de cuánto tiempo permanece sentado allí hasta que Monjiro llega a la habitación, disculpándose por haberlo hecho esperar y diciéndole que fueran a seguir su entrenamiento ahora que las chicas habían llegado a ayudar a Aoi a tender la ropa; sacándolo así de aquella especie de trance en el que había terminado cayendo; no tan diferente al que solía sentir cuando la gente lo trataba con amabilidad. Y no es sino hasta que Tanjirou se lo señala, con una expresión más que curiosa, que Inosuke se da cuenta del ardor que siente allí donde los dedos de Nezuko habían tocado su rostro con tanta suavidad; no tarda en ponerse nuevamente la máscara para ocultar su sonrojo, apresurando sus pasos y refunfuñando acerca de cómo iba a volver a derrotar a Kentaro en el entrenamiento si éste no se apresuraba en seguirlo.

Una vez que llega al patio trasero, lo primero con lo que se topa es con las chicas colgando las sabanas y ropa recién lavadas en los tendederos, tal como Tanjirou le había dicho que estarían haciendo. Nezuko está entre ellas, sosteniendo un par de sábanas dobladas entre sus manos y escuchando atentamente algo que Aoi le estaba diciendo; no tarda mucho en percatarse de su llegada sin embargo y sus labios se curvean en una sonrisa más que radiante que sólo logra que se congele en su lugar y le ardan aún más las mejillas que antes, de esa forma para nada desagradable de la que cree estar empezando a acostumbrarse un poco. Es como si le hubiera dado un golpe de adrenalina y siente que podría correr una maratón completa si tan solo le respondieran las piernas.

Todo ello se desvaneces en el instante en que escucha a alguien carraspear y se da cuenta de que, al parecer, se había quedado mirando en dirección a Nezuko el tiempo suficiente como para que los demás se dieran cuenta de ello y observaran la escena en silencio.

— ¿Qué tanto están mirando? —exclama bruscamente, sin poder evitar que su voz salga ligeramente más aguda de lo normal. Al ver que aquello no parece desanimarlos, pues en cambio los miran con aún más intriga que antes. Aprieta los dientes y, sintiendo sus piernas finalmente reaccionar, lanza un grito al cielo mientras se va a correr en círculos alrededor del terreno de la finca.

— ¿Eh? ¡Inosuke, espérame! —dice Tanjirou yendo detrás de él, no sin antes levantar una ceja en dirección a su hermana, quien no hace más que encogerse de hombros.

—B-Buena suerte en el entrenamiento —dice como si nada, con esa misma sonrisa aun presente en los labios.

Tanjirou suspira pero no insiste y se marcha a tratar de seguirle el paso a Inosuke, quien no parece que vaya a tranquilizarse en ningún momento próximo. Nezuko vuelve a su tarea de colgar la ropa, incluso si las chicas la miran de vez en cuando como si se estuvieran aguantando las ganas de preguntarle qué había sido todo eso que acababa de ocurrir. La sonrisa de Nezuko se extiende un poco ante la obviedad de su interés, pero no les responde. Después de todo, en realidad no había ocurrido nada.

A pesar de eso, parte de ella, aquella parte más despierta, más en sintonía consigo misma, no puede más que cuestionarse aquello cuando aún cree poder sentir cierto cosquilleo en la punta de los dedos, allí donde había sostenido el rostro de Inosuke entre sus manos y su sangre ya no humana calentarse en sus mejillas ante aquel recuerdo.

Y con los gritos desafiantes de Inosuke de fondo, la voz de su hermano tratando de tranquilizarlo y los rayos del sol bañando sus facciones; decide dentro de sí que la verdad es que aquello resulta ser una sensación más que agradable.