He retomado mis fics y este era el siguiente de la lista, además cierta personita que es una pequeña genio me animó a ello y aquí está. Espero que me perdonéis la tardanza, no tengo excusa.

Bueno, espero que os guste.

¡Dejen rewiews!

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CAPÍTULO 4:

Pasaron cinco años, pero parecía que fue ayer que la vio por última vez. No había cambiado nada en absoluto, de hecho, lo primero que se le pasó a Draco por la cabeza cuando volvió a ver a Hermione, es que seguía estando frente aquella chica autoritaria y sabelotodo del último año de Hogwarts. Ah sí, la recordaba perfectamente siendo escoltada por sus dos guardaespaldas (maldito cara rajada y sucia comadreja), altiva y orgullosa, con la mandíbula bien alta (como ahora, evidentemente) cuando se dirigía a la biblioteca a estudiar por hors o a visitar al semigigante Hagrid para merendar de vez en cuando en su cabaña.

Ahí estaba ella: Los mismo ojos con un leve matiz ámbar, su pelo revuelto como si llevara una rata en la cabeza, la misma altura, el mismo cuerpo frágil y debilucho… los mismos labios sensuales de aquel extraño sueño, ese sueño que por su bienestar personal JAMÁS debía de repetirse, porque eso significaba que Hermione Granger no estaba tan enterrada en su memoria como él imaginaba. Enterrada como sus padres y su pasado, como Snape y Pansy, también como Voldemort.

No pienses Draco, no pienses ahora.

Desde luego, Granger no había cambiado ni para mejor - como él, por supuesto- ni tampoco para peor, simplemente se había estancado en el tiempo.

- ¿Se puede saber qué mierda haces aquí, Malfoy?

Al igual que su mal humor.

- Veo que te alegras de verme, Granger.

La muchacha los observaba de hito en hito, advirtiendo los cambios físicos del joven: El cabello rubio ya no estaba engominado, sino que caía libremente por el rostro, sus ropajes se veían igual de elegante que siempre, y había crecido mucho, advirtió Hermione, de hecho juraría que al menos alcanzaba el metro ochenta y cinco. Vale, tenía que admitir que era atractivo, pero sus recuerdos del pasado, acentuados por la pesadilla-sueño de la noche no ayudaban a verlo de la mejor de las maneras.

- Si has venido a fastidiarme igual que en Hogwarts, te advierto que no podrás conmigo - parecía decidida, Draco podía percibir su furia a kilómetros de distancia. Su dedo índice lo apuntaba, amenazante. La tení a pocos centímetros y el olor a caramelo de su cuerpoe impregnaba el ambiente, dejándolo aturdido - Te aseguro que si tienes algún plan para quedarte con mi puesto, pienso luchar como una leona ¿te enteras?

Enarcó una ceja, divertido ante las conjeturas de la muchacha. Hermione fruncía el ceño, las manos en jarra en sus caderas, y el rostro lívido e inflexible. Acortó de nuevo las distancia. Solo tenía que baja un poco el rostro para poder rozar sus labios.

- Así que por eso llevas el cabello como las astillas de una escoba mugrienta ¿verdad?

La chica puso tierra de por medio dando varios pasos hacia atrás. Casi echaba humo por cada poro de su piel debido a la furia contenida.

- No has cambiado nada Draco Malfoy, aunque Raven crea lo contrario. Siempre seguirás siendo el mismo ser despreciable, narcisista y egocéntrico que fue criado en la maldad.

El rubio tenía una mano en el pecho, una mueca fingida reflejada en sus ojos como el hielo.

- Basta de halagos Granger, o voy a echarme a llorar.

Se habían quedado solos en el comedor, ya que Raven tenía que tratar unos asuntos urgentes que le llevarían toda la mañana, quizás también parte de la tarde, y se había marchado con Marlin en dirección al Bosque, dejando tras él la orden de que Hermione le enseñara a Malfoy el resto del castillo y sus tareas diarias como nuevo pupilo del mago.

- Creo, señor, que se está equivocando.

La morena había apartado un momento a su maestro, aún con la angustia y la sorpresa introducida en el cuerpo. Raven la observaba como siempre, sus ojos fijos en los oscuros de Hermione, como si pudiera leer a través de ellos lo que pensaba la chica.

- Draco Malfoy fue un alumno excelente en Hogwarts según tengo entendido, así que no veo inconveniente si él quiere estudiar Criaturas Mágicas en mis terrenos - un ave alzaba el vuelo entre los árboles, soltando bolas de fuego con el batir de las alas, Raven la observaba, su mirada perdida en la lejanía; sus ojos claros reluciendo como zafiros - Cuando Marlin me envió una lechuza ayer en la madrugada para hablarme de la llegada de Draco, vi una buena oportunidad para descargarte un poco de tus responsabilidades.

- Si es por eso, Señor, me siento feliz y contenta con mis tareas, no me importa hacerlo yo sola.

Raven suspiró, y entonces volvió el rostro hacia Hermione, una sonrisa despuntaba entre sus labios. Una sombra de tristeza surcaba ahora su aciano rostro.

- No es bueno aislarse del mundo, Hermione, ni siquiera cuando quieres esconderte.

- Pero es… - parecía exasperada, histérica - ¡Es Draco Malfoy, un ex mortífago igual que su padre y su familia!

- De eso hace ya cinco años, señorita Granger. Sus padre murió en Azkaban, encerrado en sus propias pesadillas, y su madre falleció meses después con el corazón roto por el dolor de lo que fue y nunca más será. - Hermione estaba desconcertada, no sabía nada de lo que su maestro le contaba - El señor Malfoy fue absuelto en un juicio justo, delante de cientos de personas, y se crió en Italia fuera del mundo mágico y rodeado de muggles. Me parece, Hermione, que con tan solo veintidós años, el señor Malfoy ha pagado, no sólo por sus pecados- los que pudo cometer en parte obligado por su noble y oscuro linaje, puedo conjeturar-, sino también por los que cometieron sus padres y el resto de su familia.

Hermione no respondió, pues aunque sabía que lo que el anciano le contaba seguramente era cierto, no podía olvidar de un plumazo todo lo que Draco Mafoy le había hecho sufrir y llorar en los sietes años de su estancia de Hogwarts. Prefirió, no obstante, que era preferible, por respeto a su maestro, morderse la lengua hasta otro momento en el que tuviera los astros a su favor.

Raven permaneció en silencio unos minutos, los suficientes para que la morena se diera cuenta de que la decisión estaba más que tomada. Bueno, parecía resignada pero, de todos modos, el brillo de temor reflejado en sus ojos avellana le aseguraba que aquella conversación sería retomada en cuanto tuviera ocasión.

- Bien. Ahora, Hermione, te agradecería que le mostraras al señor Malfoy su habitación, la casa y los terrenos del castillo para que podáis comenzar con el trabajo cuanto antes - le hizo señar a Marlin y Draco, que se acercaron al pequeño grupo riéndose a carcajadas - Señor Malfoy, tengo que ausentarme, así que la señorita Granger estará a cargo de hacerlo sentir como en su propia casa.

- Gracias señor - el rubio sonreía con falsedad y Hermione lo observaba despectiva, la boca hecha un rictus de enfado.

Así como estaba, a Draco le recordaba mucho a McGonagall, la profesora de transformaciones y jefa de la casa Griffyndor. Al paso que iba, se convertiría en una vieja amargada como la anciana bruja.

- Oh, agradézcaselo a Hermione, - continuaba hablando Raven, haciendo que saliera de sus pensamientos - fue ella la que se ofreció a ayudarle.

Draco alzó una ceja, divertido ante la expresión de espanto en el rostro de la morena, que ahora estaba enrojeciendo por segundos, más de ira que por vergüenza.

- Eres una caja de sorpresas, Granger - le dijo a la muchacha, mientras ambos veían como Marlin y Raven cerraba la puerta tras ellos, dejando a los chicos sumidos en un ambiente tenso y lleno de recuerdos del pasado...

Definitivamente, se dijo Draco, los hilos del destino se estaban tejiendo a su favor.

Al menos de momento.

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Hermione Granger era una inteligente, justa y con una paciencia fuera de lo común. Había luchado contra un perro de tres cabezas, resuelto enigmas indescifrables, viajado al pasado y ayudado a derrocar al Señor Tenebroso. De hecho, pensaba abstraída en su mundo interior, debía de tener el ego por los cielos- aunque sabía con seguridad que no era así-, ya que todos la halagaban por su saber estar y su valentía, pero desde que Malfoy había pisado ese castillo, tenía que admitir que sus nervios estaban casi sujetos con pequeñas pinzas débiles, dispuestas a soltar toda la rabia que sentía por el muchacho aunque luego se arrepintiera de ello.

Caminaban en silencio por los corredores del primer piso, tan solo el repiquetear de los zapatos de la muchacha les acompañaba por cada sala que pisaban. Habían visto el comedor, la sala de baile, la estancia de música, dos baños, y una sala que usaban como almacén para guardar pociones necesarias para el cuidado de las criaturas que habitaban en el bosque.

Todo estaba decorado con gusto exquisito, en tonos suaves, y Draco se fijó que todas las paredes tenían cuadros hermosos de criaturas maravillosas: sirenas, elfos domésticos, personas con aires aristocráticos, dragones… y veelas, muchas veelas. El rubio tomó nota de aquello. Subieron las escaleras hacia el segundo piso, donde estaban los dormitorios. Granger abrió una puerta y dejó que Malfoy entrara primero.

Era una habitación de invitados amplia, elegante, empapelada en tonos verdes y plata. Tenía un mobiliario antiguo, compuesto por una cama enorme, mesa de estudio, armario y mesitas de noche. A un lado un gran espejo ocupaba casi toda la pared, y una alfombra de bellos bordados entretejía un bosque hermoso de fantasía. También había un mullido sofá y unos estantes repletos de libros de aspecto viejo. En el cabecero de la cama, un cuadro de un increíble unicornio salvaje presidía la estancia.

- Dormirás aquí - anunció la muchacha, con un deje de rabia en la voz - Wendy ha dejado tus cosas en el armario. El baño lo compartirás conmigo - señalaba una puerta en la que apenas había reparado - Para mi desgracia, no queda más remedio. Puedes colocar tus enseres en la parte baja del mueble, ahora quitaré mis cosas… y bueno, eso es todo ¿has desayunado ya?

- ¿Acaso te importa?

Hermione bufó sonoramente, sin dejar de fruncir el ceño.

- Puedes bajas a la cocina, si no está muy ocupada Wendy puede prepararte algo. Mi habitación está junto a la tuya, pasando el baño ¿alguna pregunta?

- Sólo una - aventuró Draco, repasando de nuevo la estancia con sus impenetrables ojos grises. Se volvió hacia la muchacha, el flequillo enmarcando su rostro pálido y afilado - ¿a qué hora comenzaremos mañana el trabajo?

- A las nueve y media - agarraba el pomo de la puerta, era obvio que la morena no aguantaba su presencia y quería salir cuanto antes de su vista - Ahora tendrás tiempo para deshacer las maletas, después del almuerzo te llevaré a recorrer los alrededores del castillo ¿tienes guantes protectores para el fuego del dragón? - Draco negó, y ella chasqueó la lengua, molesta - Entonces mañana por la mañana tendrás que ir al pueblo para comprar todo los necesario, sino no podrás desempeñar adecuadamente el trabajo.

- ¿Vas a acompañarme?

- ¡Por supuesto que no!

Draco se tumbó de un salto en la camarín quitarse los zapatos, cruzando sus manos tras la nuca. Hermione estaba demasiado molesta como para percibir la mirada curiosa con la que la observaba.

-¿Siempre eres así de insoportable sabelotodo, o es que estás en esos inevitables días femeninos? - le preguntó, y ella decidió que era hora de abandonar la estancia, asqueada de sus impertinencias.

- Definitivamente esto será pan comido - murmuró Draco con desesperanza, cuando Granger ya se había marchado. Era un hecho reconocible que no se aguantaban ¿cómo demonios pretendía Xana que se ganara su confianza, si esa idiota no podía verlo ni en pintura? Hermione Granger… hasta su nombre era feo.

Volteó hacia un lado, quitándose de un puntapié los zapatos. Su respiración se fue acompasando poco a poco, dejándolo sumido de nuevo en sus pesadillas.

No había reparado en el sobre sellado del escritorio.

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Paseaba por el callejón Knucktorn (N/A:¿Se escribía así?) distraído, escuchando el frú-frú rítmico del vaivén de su túnica. No sabía exactamente dónde estaba, pero no le importaba, de hecho, ni siquiera tenía un sitio al que dirigirse, solamente estaba haciendo tiempo para no inevitable… quedaba poco, lo presentía…

Pronto moriría.

Torció de nuevo la calle, quedando sumido en penumbras. El aire era frío, denso y contenía un olor nauseabundo que se impregnaba en los ropajes. Avanzaba decidido, dispuesto a aceptar lo inevitable, a llegar donde tenía que llegar para que al fin todo terminara pronto.

Tap TAP TAP

Cuerpos mugrientos levantaban rostros sin nombre cuando pasaba por su lado, pero ninguno dijo nada, porque todos lo percibían, ah sí, lo percibían en sus ojos, reflejado en sus pupilas dilatadas, tranquilas, fijas en un lugar que estaba muy lejos de allí.

Estaba muerto en vida.

Ya estaba muerto.

TAP TAP TAP

Seguía avanzando hacia ninguna parte, sintiéndose observado, acechado y casi sonrió en una mueca indefinida ¿odio, pesar, tristeza, alegría, melancolía? Mejor que no pensara, porque si por una milésima de segundo se hubiese parado a recapacitar, quizás se hubiera echado atrás.

TAP TAP TAP

Iba a torcer de nuevo la esquina cuando un rayo le alcanzó, dejándolo desarmado y lanzando su cuerpo por los aires hasta que chocó contra el muro de piedra de una de las tiendas. Tenía el cuerpo dolorido, alguna magulladuras, pero nada serio. Se incorporó lentamente, observando la calle con detenimiento.

Estaba vacía.

Los cuerpos sin rostros se habían marchado.

Un nuevo rayo le alcanzó directamente en el pecho, dejándolo casi exhausto, sin poder respirar. Ya no era tan joven para luchar. Tampoco tenía fuerzas para vivir. A duras penas se levantó y alzó de nuevo los ojos, pero volvió a encontrarse con un callejón angosto, oscuro y vacío.

Ahí estaba aunque no lo viera.

No estaba solo. Lo percibía.

- Hola Raven - era una voz femenina, sin duda, una voz que no le era familiar, pero que tenía un deje de maldad, se veía que disfrutaba de la situación.

- Haz lo que tengas que hacer y vete. No te guardaré rencor en la otra vida, descuida. Ni siquiera te atormentaré en tus pesadillas.

Silencio.

Vislumbró la varita a pocos metros de distancia, intentó alcanzarla, pero una risa fría y glacial le dejó estático en el suelo de adoquines, magullado y cansado. Muy, muy cansado.

- Sabes que tienes que morir ¿verdad?

- Sí.

- Que si me enfrentas te venceré

- Lo sé.

- Y que, pase lo que pase, la sangre de Indra será mía.

Sus ojos observaron la oscuridad, una sonrisa despuntando en sus labios.

- De eso, ya no estés tan segura.

De nuevo aquella risa siniestra, helada y diabólica.

- Contémplalo en la otra vida, entonces.

- Ganarás la batalla, pero no la guerra.

- ¡No sabes nada!

La voz femenina temblaba de ira, de odio oculto en cuerpo de mujer.

- Sí que lo sé: Lo he visto…

- Cállate.

- Los dioses me lo han mostrado…

- Cállate.

- El amor prevalecerá… y morirás.

- ¡Cállate, Cállate, Cállate, Cállate!¡AVADA KEDAVRA!

Un rayo verde salió disparado, dándole al mago, que cayó de nuevo inerte al suelo.

Raven había muerto.

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Capítulo dedicado a Eli Granger de Malfoy con todo mi respeto y admiración. Por favor si tenéis ocasión leed sus fics, son fantásticos.

¡Dejes rewiews!

Shashira