Episodio 9: Adveraciones.

La miro con furia. Por supuesto, lo viene a presionar para acelerar su respuesta. ¿Para que más va a venir? Maldita bruja hija de su--

El zapateo de tacones en el piso me saca de mis cavilaciones y volteo hacia la puerta de la cocina justo cuando esta se abre para revelar a una Sally bastante molesta.

La veo con extrañeza, no tanto por su molestia (que es comprensible porque siempre recalca como debemos dejar que ella abra la puerta y más a estas horas) sino porque, desde que la conozco, Sally nunca ha usado tacones, ni siquiera en las pocas ocasiones en las que se viste formalmente. Observo sus pies y como supuse, no lleva tacones, sino simples sandalias de piso. Regreso mi vista a su rostro en confusión y es justo en ese instante que la obvia respuesta me golpea más fuerte que una tonelada de cemento.

"¡Carajo!"

- Srta. Bloom – saluda neutralmente Sally – Me temo que llega en un momento por demás inconveniente. Lamento tener que informarle que su presencia aquí no es bien recibida en estos instantes y debo pedirle que se marche.

- Tonterías – resopla Catherine, su tono irritado. – Hace mucho que llegamos a un acuerdo Srta. Po. He de visitar a Trowa en el momento que me plazca.

Ay mujer, escucha a Sally, que ahorita no te conviene tratar de convertir esto en una negociación.

- Generalmente así sería. – acepta Sally, su voz glacial. – Pero de momento no es posible. Le repito mi petición: retírese.

Catherine aprieta los puños con ira.

- Lo haré – acepta finalmente – Pero solo después de escuchar la respuesta de Trowa.

¡Urgh! Mujer mas empecinada no he conocido en mi vida. ¡Vete mujer, no escuchas la alerta??! ¡¡Will Robinson, Mayday Mayday Mayday, como sea que entiendas, LARGATEEEEE!!

Volteo a ver a Trowa, checando si él también se ha dado cuenta de la situación, pero desde que Catherine le hizo esa pegunta se ha quedado petrificado, su cara ligeramente sorprendida (ósea que por dentro esta en shock) y sus ojos brillando con los primeros indicios de pánico. La maldita esta forzando una decisión de él y Trowa no sabe que hacer.

- Maldita bruja, mete presión, porque no. – gruño con resentimiento y Catherine me fulmina con la mirada.

- Hablo con Trowa – sisea ella con furia.

- Escupes basura, eso es lo que haces – regreso sin dudar. – ¿Por qué no te largas? – le pregunto, urgiéndola a marcharse.

- No hasta que Trowa me responda. – insiste, neciamente.

- Pero si no serás mula, como te encanta fregar...

- ¡Duo! – interviene severamente Sally, frunciendo el ceño en desaprobación. – Deberías de subir a tu cuarto en este instante...

- Y la bruja aquí presente debería de haberse largado hace mucho, - regreso con irritación – pero como aquí sigue la fufú rufa esta, aquí me quedo yo, así que no hagas faramalla Sally y apechuga.

Un silencio sepulcral es todo lo que obtengo por respuesta.

En tal silencio no puedo sino maldecirme internamente. Olvido que, si cuando estoy en mis cinco sentidos no debo de hablar, cuando estoy molesto, la probabilidad de meter la pata aumenta un 85.

- Eh... Duo? – murmura Hilde a mi izquierda. – Creo que...

- Si, no me lo digas: me pase. – corto yo, también en un murmullo.

- Triste tu calavera cuando esto termine – concuerda, viendo de reojo a Sally.

- Que lenguaje tan coloquial – dice despectivamente Catherine. – Sigo sin creer que alguien como tu viva con mi hermano...

Ante esto, Trowa parece despertar repentinamente. Apretando los labios y entornando los ojos habla secamente.

- ¿"Alguien como él"? – repite incrédulamente. – ¿A que te refieres? Duo y yo somos iguales.

- Trowa, no me refería a eso – endulza su tono de inmediato la bruja – Es simplemente que Duo no es la persona mas educada del mundo.

- Amén por eso si significa ser como tu – refunfuño en voz baja. Afortunadamente, solo Hilde me escucha.

- Yo tampoco lo soy. – declara por su parte Trowa – De hecho, apenas y tenemos educación. No tuvimos mucha opción en ese respecto. – dice con algo de amargura.

- No quiero discutir eso contigo de nuevo. – lo detiene Catherine con una mueca disgustada. – Solamente he venido aquí para que me respondas Trowa... ¿vendrás conmigo?

Él se tensa incómodamente, pero pronto agacha la cabeza, no sin que antes pueda ver la incertidumbre en sus ojos.

- Dale tiempo, ¿quieres? – me meto nuevamente – Una decisión así de un momento para otro no es fácil.

Ella abre la boca (para insultarme de nuevo, que sino...) pero la cierra en cuanto Trowa habla nuevamente.

- Lo he pensado... mucho estos días. – dice suavemente – No he pensado en otra cosa mas que en eso. Pero esos espejismos de familia los he abandonado hace mucho tiempo Catherine... si bien te quiero como hermana, no creo poder vivir contigo como una.

- Dices que... – comienza ella, pasmada.

Él suspira pesadamente.

- Que no. No iré contigo.

Creo escuchar un "wow" asombrado de Hilde, pero la ignoro, mirando con algo de sorpresa a Trowa.

- Por supuesto que si vendrás. – declara de pronto Catherine y mi incrédula mirada se traslada a ella. – Es lo más conveniente.

- Catherine... – murmura él y suspira nuevamente. – Catherine, no. He dicho que no.

- Aún eres demasiado joven, no sabes lo que es mejor para ti, Trowa. – informa con resolución Catherine, ignorándolo completamente.

- Molestar a pobres muchachos. – dice una burlona voz, una voz que los habitantes de esta casa conocemos demasiado bien. – Quien fuera a decir que ese sería el comportamiento de una persona tan distinguida como usted, Srta. Bloom.

Al escuchar el familiar tono retador, Trowa vuelve la vista hacia el origen de este, casi espantado. No que lo culpe. De no haber estado prevenido de antemano, en estos momentos yo estaría sufriendo un ataque cardíaco.

Apoyando su espalda contra el marco de la puerta de la cocina, brazos cruzados y una sonrisa irónica en su rostro se encuentra ni más ni menos que la ilustrísima Dorothy Catalonia.

- Y yo que pensaba que las personas de Lagrange eran más educadas. – continua nuestra custodia, su sonrisa tornándose mordaz.

Por unos segundos Catherine parece apenada, pero su vergüenza se esfuma tan rápido como aparece.

- Me iré solo cuando Trowa se marche conmigo. – insiste con terquedad.

- Si, algo así me pareció escuchar. – comenta Dorothy, observándola con intensidad, haciendo caso omiso a la mirada suplicante de Trowa. – Lo cual la torna en persona non grata automáticamente. – explica con la barbilla en alto, soberbia coloreando cada palabra – Verá, no son de mi agrado las personas que intentan intimidar a los jóvenes bajo mi cuidado.

- ¡I-Intimidar! – tartamudea con justa indignación Catherine. – ¡¿Pero por quien me toma usted?!

- Por una chiquilla que piensa que el cariño que siente por un muchacho le da el derecho de decidir que es lo mejor para él. – responde con presteza nuestra custodia. – ¿Por qué no escuchar antes de juzgar? Debería de prestar atención a las razones que tiene el joven al que llama hermano para no estar a su lado.

Color cubre de inmediato el rostro de Catherine y esta, rígidamente, voltea a ver a mi amigo.

- ¿Trowa? – cuestiona con quietud.

Él desvía la mirada al piso.

- Si hay... una razón. – empieza a hablar en voz baja – No es algo practico. Muchos no la considerarían una buena razón. Pero para mi es... muy importante. – trata de explicar. Pese a que el volumen es apenas mayor al de un susurro, puedo escuchar una intensidad que no me puede sino asombrar al escucharla de labios de mi normalmente pasivo amigo – Hay algo en este lugar que quiero conseguir... no..no se si lo lograre. Lo más probable es que me sea imposible. – acepta, un tanto desanimado. – Pero aunque haya tan solo una pequeña probabilidad de que... e incluso si no la hay, sería feliz con tan solo quedarme y...

"¿Esta sonrojado? ¿Y de que diantres habla?"

Sin embargo parece que soy el único que no entiende, ya que todas las presentes lo ven en súbita comprensión. Incluso la expresión de Catherine, recia apenas hace unos segundos, parece aclararse.

- Oh, hermano. – dice, sonriendo – ¿Por qué no me lo dijiste?

Él se encoge de hombros incómodamente.

- Hay mas razones por las que no me iré. – confiesa – Ya te las he dicho antes. Pero esa es la razón principal... la que me hizo decidir a quedarme.

Sally le hace un gesto a Dorothy para que entre en la cocina y esta, frunciendo ligeramente el ceño, la sigue.

- Sólo espero que no salgas lastimado. – suspira Catherine, resignada. Imitando a mi custodia, frunzo el ceño, aunque yo más bien porque sigo sin entender.

- En este mundo... no se nos puede proteger de la realidad, hermana. – habla él, lleno de convicción. Al verla con expresión apagada, murmura – Perdón.

- Está bien. – sonríe ella con algo de tristeza. – No tienes que disculparte. Bien dicen que 'Un niño mimado aprende poco. Recibe la mejor educación cuando sale al mundo.' – recita en un susurro. – Espero que cuando nos volvamos a ver, ambos hayamos aprendido mucho del mundo. – dice, envolviéndolo en un fuerte abrazo. Tentativamente, él también la abraza.

Incómodo, prácticamente huyo a la cocina, jalando a una encantada Hilde tras de mi.

- Definitivamente los hombres son más atractivos cuando muestran sus emociones. – suspira en cuanto cierro la puerta.

La miro neutralmente.

- Dices eso, pero te gusta un bloque de hielo. – señalo simplemente.

- ¡No es verdad! – defiende de inmediato. – Heero es sólo algo... reservado.

- Aja – digo escépticamente.

- Se tardaron. – reprende Sally en cuanto nos ve – Esa es una conversación privada, debieron marcharse de inmediato.

- Ya sé, solo quería asegurarme de que la bruja no lo secuestrara o algo. – respondo, encogiéndome de hombros.

- Si lo intentara, tendría que lidiar conmigo – sonríe perezosamente nuestra custodia, una nada sutil amenaza en cada gesto – Presidenta de una sede de Lagrange o no, nadie se mete con Dorothy Catalonia.

- Córtala, no la quieras hacer del Padrino, que no te queda. – le digo, rodando los ojos. – Además, estoy aquí, ¿no? Eso significa que estoy seguro que no hará nada sospechoso.

Hilde me ve con incertidumbre. Todos en la cárcel son respetuosos con Dorothy (incluso, hasta cierto punto, Erwin) a niveles casi ridículos. He de suponer que en parte es miedo (la mujer es intimidante) pero sospecho que en gran medida es respeto por la ayuda que nos ha brindado a todos... a cada uno de diferente manera. Y no es que yo sea malagradecido (digo, después de todo, asisto a clases, ¿cierto?) pero como siempre he dicho, no soy la persona mas educada del mundo y no puedo tratarla como los demás... además, no es como si a Dorothy le importen esas cosas.

- Mocoso – es todo lo que me contesta la rubia, sonriendo con un dejo de burla... como siempre.

- ¿Qué haces aquí? – pregunto directamente. – Digo, además de hacerla de justiciera de los desamparados.

- Encantador como siempre, joven Maxwell. – comenta en tono irónico – Simplemente discutía su desempeño escolar con Sally.

Antes de que pueda decir más, la puerta de la cocina se abre y entra Trowa.

- ¿Y la Srta. Bloom? – pregunta Sally, no muy contenta.

- Tuvo que marcharse. – anuncia en voz baja – El Sr. Hawthorne le dijo que debía de estar lista lo mas pronto posible, tuvo que ir a arreglar todo.

- Mmm. – murmura Sally.

- Bien. Ahora acércate, tengo que hablar con los tres. – ordena Dorothy.

- Discutimos su rendimiento escolar. – le informa nuestra carcelera.

- Oh.

- Trowa, me he enterado de que sigues progresando cada vez más. Eso me complace. – felicita la rubia – Pero me han informado que has pedido una transferencia de club... me dicen que te saldrás del equipo de básquetbol el año entrante. ¿Por qué? Tengo entendido que actualmente eres el mejor jugador. – cuestiona con algo de curiosidad nuestra custodia. – Además... el club que escogiste es un cambio bastante radical.

"¿Transferencia?"

- ¡¿Se puede?! – exclamo, emocionado – Digo, porque si se puede cambiar de club, eso es genial. Si sigo en el club de debate, me arriesgo a que me hagan lo mismo que este año. Mejor me cambio.

Sally me ve con ojos neutros y rápidamente mi emoción se diluye. Ok, ya sé... este es el "tiempo de Trowa". Se supone que no debo hablar. Por su parte mi amigo no parece molesto, simplemente algo apenado (¿por qué?).

Al ver su expresión, Dorothy le lanza una mirada suspicaz.

- ¿Oh? – murmura, levantando una ceja. - ¿Me dirás que es la misma "razón" que le diste a la Srta. Bloom? – pregunta, esbozando una sonrisa gatuna.

Desviando la mirada discretamente, Trowa asiente una sola vez.

"Ándale, no es mi imaginación. Tro parece algo apenado." noto con sorpresa.

- Ya veo. – es todo lo que dice Dorothy, su sonrisa aún presente. – Duo, por tu parte he de señalar que tus calificaciones son sorpresivamente altas.

- ¿Sorpresivamente? – repito, levantando una ceja.

- He de confesar que tenía mis dudas.

- ¿Dudaba mi inteligencia, Srta. Catalonia? – bromeo con ligereza.

- No. – me informa con una sonrisita burlona. – Dudaba de tu temperamento, muchacho. Me imaginaba que tendrías enemigos al por mayor. – declara – Ambiente de la calle o no, tienes una lengua tan filosa como la de una daga y puños listos cual espada desenvainada.

Me encojo de hombros, haciendo un concienzudo esfuerzo en no señalar que su lengua es mil veces más filosa que la mía.

- No me he metido en problemas. – es lo que me limito a decir. Y es la verdad, en la escuela no me he metido en problemas...

- Lo sé. – sonríe con mas sinceridad – Eso me demuestra que mi decisión fue la correcta. Con ambos. – agrega, volteando a ver a Trowa. Este se inclina ligeramente en señal de comprensión.

"Pues bueno, mínimo la Doña esta contenta" suspiro mentalmente. Que mis sacrificios sirvan de algo.

- Por otro lado... – murmura, volteando a ver a nuestra compañera.

Hilde la observa con aprensión. Frunzo el ceño y volteo a ver a Trowa y este, notando mi mirada, niega lentamente con la cabeza. Yo muerdo mi labio inferior, algo rabioso. ¡Estúpida muchacha! ¿Por qué no me dijo que tenía problemas con alguna materia?

- Hilde – comienza nuestra custodia, su voz glacial. – Tus calificaciones en general son aceptables. – anuncia, pero el ceño en su entrecejo contradice sus palabras – Sin embargo, me informa Sally que dos de tus materias están al borde de puntuaciones... inaceptables. – indica con desagrado, apretando los labios con molestia. – Estas conciente lo que esto significaría si las cosas siguen así, ¿no es verdad? – pregunta, mortalmente seria.

- Yo... lo lamento mucho. – comienza a disculparse Hilde – No se que fue--

- He preguntado que si estas conciente. – interrumpe con voz firme la rubia. – ¿Lo estas? Sabes perfectamente bien que tus calificaciones son el único factor que te mantiene aquí Hilde. – le recuerda nuestra custodia, sus facciones severas – Aunque con esta actitud tan irresponsable, me haces reconsiderar mi elección. Oh, no me veas así. – reprende cuando Hilde la ve llena de confusión – Sabes perfectamente de lo que hablo. Esas salidas... esas salidas. – es todo lo que dice, oscuramente. – Si quieres ayudar a alguien, primero ayúdate a ti misma. – declara cortantemente.

Volteo a ver a Trowa de reojo, pero este ve atento la escena ante nosotros, aparentemente tratando de comprender. Así es que ni él sabe a lo que se refiere Dorothy...

Por su parte Hilde parece que apenas y se contiene de temblar.

- Por favor... – murmura trémulamente – No me eche... no quiero volver a...

El tono en conjunto con su expresión me hace querer golpear a la rubia. O a Sally por no hacer nada. Hilde es una chica fuerte. No al nivel de Dorothy, pero entonces bien, pese a sus experiencias, Hilde aún conserva cierta inocencia en ella y Dorothy es una mujer. Una verdadera mujer. Pero aún así, expresiones tan... humillantes no son ocurrencia normal en ella.

La expresión de nuestra custodia se suaviza minimamente, redimiéndola (algo) ante mis ojos.

- Jamás, eso te lo prometí y te lo reitero: jamás volverás a ese lugar. – sentencio contundentemente. Hilde luce aliviada, pero Dorothy prosigue. – Pero la realidad es que si tus calificaciones decaen aún más, tendré que buscarte otro lugar para vivir. – advierte ella y no tiene que especificar. Orfanatos, instituciones gubernamentales... sin importar que lugar escoja, sencillamente no es el adecuado. Siempre seremos tratados como basura. – Y pese a su carácter distraído, las calificaciones de Erwin son impecables. Él permanecería aquí.

Afligida, Hilde cierra fuertemente los ojos y afirma con la cabeza su entendimiento. Peor aún que ser echada de aquí, sería ser separada de su hermanito. Ese niño fue por mucho tiempo literalmente lo que la mantuvo sana y es aún ahora el eje de su vida.

"Y pensar que era Erwin a quien se le dificultaba mantener niveles altos esos primeros meses" no puedo evitar ironizar en mi mente. "Al menos eso me dijeron..." pienso con un dejo de amargura. No puedo evitarlo... ¿por qué Hilde no me dijo que estaba teniendo dificultades con alguna materia? ¿Por qué? Quizás no estemos en el mismo salón, pero se le pudo haber ayudado...

- ... limitaciones de ahora en adelante. Estrictamente, Sally. No quiero excepciones a menos de que sean de vida o muerte. ¿Ha quedado claro para ambas?

- Si Srta. Catalonia – replican en unísono Sally y Hilde.

- Bien. Ahora márchense.

Desafiantemente permanezco en mi lugar y los demás lucen un tanto preocupados, pero Dorothy sólo se ve divertida y con un gesto los corre a todos, Sally incluida.

- Así es que estas molesto. – proclama y su sonrisa se amplia. – Es natural.

- Sabes muy bien que si separas a esos dos, Hilde se dejara morir. – le digo, enojado.

- No estas molesto por eso, ¿o si? – pregunta y prosigue sin esperar respuesta – Te molesta que Hilde no te dijera sus problemas... aunque lo que mas te molesta es que estas tan absorto en ti mismo y protegiéndote dentro de tu concha, que ni siquiera notaste que una persona a la que consideras importante estaba en aprietos.

Color cubre mi rostro y mi enfurruñado silencio es respuesta suficiente para ella.

Dorothy esboza una sonrisa, carente de humor alguno.

- Mocoso. – suelta y yo aprieto los puños. – Sigues siendo ese mismo escuincle inmaduro que encontré la primera vez. – declara cortantemente. – Honestamente, Duo... – suspira, meneando la cabeza, exasperada.

- ¡Odio todo esto! ¡No es justo lo que haces con Hilde! – exclamo por fin, sólo para morder mi lengua un segundo después. Mi custodia me ve con ojos entrecerrados y muerdo mi lengua con más fuerza.

"¡Maldición!" pienso.

Dorothy y yo tenemos una relación... rara. Pero aún cuando la conocí y la mande muy lejos en mas de una ocasión, mis reacciones siempre fueron controladas. Tal vez era receloso, desconfiado y grosero... pero nunca emocional.

Pero ahora mismo mis emociones están demasiado inestables. Heero, ese hombre, Trowa, Catherine y ahora Hilde...

- Estás exhausto. – nota y me ve con suspicacia. Es claro que no esta hablando del aspecto físico. – ¿Qué ha ocurrido? – su voz no es menos que una orden.

- Yo... Yo... – tartamudeo, sin lograr decir más que esa misma palabra.

Pero... ¿qué le puedo decir? ¿Vi a un desconocido y ahora estoy tan aterrorizado que no puedo mantener una conversación sin estar a la defensiva?

- No es nada – replico quedamente.

Nada, nada, nada... siempre es lo mismo, después de todo.

Ella aprieta los labios y en sus ojos brilla la frustración.

- De acuerdo – lo deja por la paz y no puedo sino agradecerle mentalmente.

Tratando de organizar mis ideas, pronto recupero mi compostura.

- Perdón. – me disculpo finalmente. – La escuela me tiene presionado. – intento decir con ligereza, repitiéndome mentalmente que técnicamente no es una mentira.

- Si eso quieres que piense, Duo. – me dice, dejándome saber claramente que no se traga lo que le digo.

- No miento – le aseguro con convicción y ella me observa detenidamente.

- No he dicho que lo hagas. – habla finalmente – Ha de ser difícil cumplir con lo que me prometiste cuando te traje aquí y te metí en esa escuela. Tienes un gran temperamento y no ha de ser fácil controlarlo en ese ambiente. – acepta y no puedo sino hacer un gesto disgustado al recordar esa promesa. Hay ocasiones, por muy efímeras que sean, en las que me arrepiento de ella. – Pero a veces me preocupa que de verdad creas que todos se tragan lo que dices. Me preocupa que trates de encerrarte en eso... estás estancado, muchacho.

Frunzo el ceño.

- ¿De qué hablas? – pregunto y ella niega con la cabeza.

- Ya lo entenderás... es lo bueno de ustedes, Duo. – sonríe con algo de nostalgia. – Son jóvenes: tienen tanto que aprender aún.

Sin decir otra palabra se para y sale de la habitación, dejándome con mis pensamientos.

-- § --

Me despierto desorientado por unos instantes, antes de enfocarme en la luz del cuarto. Distantemente registro los sonidos del agua corriendo y unos cepillazos rápidos y vigorosos.

Sentándome en la cama, me noto mareado.

"Soy tan débil que es patético" pienso con repugnancia. "En LA, ya habría muerto"

O Solo nos hubiera cuidado...

- ¿Duo? – me llama Trowa y dirijo mi mirada hacia él. – ¿Estás despierto? – pregunta con sorpresa y yo asiento lánguidamente.

- Ah... el baño – murmuro y me levanto con cansancio, cogiendo una toalla en el camino.

Me aseo automáticamente y me visto de igual manera. Cuando bajo todos me miran con asombro, aunque apenas y me percato. Tomo un pan, cojo mi mochila y voy de salida cuando Trowa me detiene del brazo.

- ¿No vas a desayunar? – cuestiona y con algo de extrañeza señalo el pan que cuelga de mi boca. Él parece no saber si lucir divertido o preocupado. – Te levantaste temprano... te da tiempo de desayunar con todos, Duo.

- Oh. – murmuro sacándome el pan de la boca y no atinando que mas decir, me encojo de hombros.

Sentándome, Ren me sirve pan, leche, jugo, yogurt y un plato de fruta, mientras que por su parte Sally pone un plato de huevos y frijoles. Observo todo ausentemente.

- No me voy a acabar todo esto. – digo y Sally me sonríe con algo de incertidumbre.

- Está bien. No te lo tienes que terminar.

El desayuno transcurre mayormente en silencio, aunque ocasionalmente se puede escuchar la entusiasmada voz de Erwin contando algo divertido que le sucedió. Hilde comenta ocasionalmente, haciéndole saber que hay alguien con lo escucha. Noto distraídamente que sigue preocupada por lo de ayer y por lo tanto parece prestarle mayor atención a su hermano.

"Hermanos..."

Solíamos tener algo así con alguien...

- ¡Ugh!

Tomo mi cabeza entre mis manos y cierro los ojos con fuerza, sintiendo una fuerte punzada.

- ¿Duo?

Abruptamente retiro mis manos y levanto la vista con rapidez, ignorando el dolor que esta acción me causa.

Trowa me estudia sin parpadear. Sonrío, más por reflejo que por otra cosa, aunque incluso yo se que la acción es inútil.

- Yo no... me duele la cabeza. – atino a decir y él asiente.

- Creo que Sally tiene aspirinas... pero no te las puedes tomar en un estomago vacío, come algo. – dice, indicando mi plato.

- Ok... – murmuro, picando la fruta desganadamente.

Tras desayunar, le pido a Sally una pastilla, pues sé que Trowa notara si no lo hago. Además, realmente me duele la cabeza... si bien dudo que con una mísera aspirina desaparezca el dolor.

Los tres caminamos sin percance alguno hacia la escuela, aunque de alguna manera Trowa luce aún mas preocupado que cuando salimos de la casa.

Al entrar a mi salón, me doy cuenta que de mis dos amigos, sólo Wufei estaba en su asiento, leyendo ávidamente una revista.

- Hey. – saludo antes de dejarme caer pesadamente en mi lugar.

- Buenos días. – contesta automáticamente, levantando brevemente la vista de su lectura. Prosiguiendo, se detiene abruptamente y vuelve a voltear a verme – ¿Maxwell?

- ¿Aja? – murmuro ausentemente.

- ... nada. Olvídalo.

- Mmm.

Quatre entra en ese momento y nos saluda luminosamente, como de costumbre.

- ¿Y esa revista? – le pregunta con una sonrisa a Wufei una vez que se sienta.

- Me la mando mi abuelo... insiste que este al corriente con las noticias de mi país, así es que me suscribió. Apenas me llego hoy en la mañana.

- Te pediría que me la prestaras cuando termines de leerla, pero mi chino aún no es muy bueno.

- Tonterías. Tu chino es tan bueno como el de cualquiera. Tu gramática necesita pulirse, pero en general lo entiendes perfectamente y te das a entender. Finalmente, eso es lo importante.

- Tal vez tienes razón.

- Por supuesto.

Quatre ríe con ligereza.

- Oh, bueno. Siendo tu... amiga, supongo que sabes que Natasha dará una fiesta en su casa.

- Si, lo sé... media escuela ira; tienes que ir, Quatre.

- Fue sólo la vez pasada que falte... Duo y tú actúan como si fuera un antisocial.

- Es simplemente que asistes a cualquier evento de la escuela, pero algún alumno organiza una fiesta informal y te da por faltar.

- Hay muy pocas de esas fiestas en las que me siento a gusto.

Hay una larga pausa y por el rabillo del ojo veo que Wufei hace una seña en mi dirección.

- ¿Duo? – me llama Quatre y volteo hacia él. - ¿Te encuentras bien? – finaliza, tras algo de titubeo.

Parpadeo un par de veces, enfocándome. Quatre me mira con angustia, mientras Wufei me ve con disimulada preocupación.

"He estado callado" me indico a mi mismo.

- Yo... – tartamudeo, no sabiendo que decirles de momento. – Yo...

No, no yo... yo,nosotros

Suelto un respingo, pero pronto sonrío.

- Claro, Q. – le contesto – No hay problema.

- Luces, bueno, luces cansado. – dice, dudando nuevamente y viéndome con aprensión.

"Me irrita"

- No muerdo, no me tienes porque hablar como si te fuera a comer vivo. – le suelto con agresividad y Quatre abre mucho los ojos. Por mi parte yo cierro los míos y aspiro profundamente

- Perdón. – gruño un poco, tomando mi cabeza. – ¿Cargas aspirinas, cierto? ¿Me das una? – pido tensamente y él me tiende dos con algo de incertidumbre. – Gracias. Voy por agua. – les digo y salgo del salón con rapidez, haciendo caso omiso del grito de '¡Maxwell!' que dejo atrás.

Entro al baño y tiro las pastillas a la basura apenas encuentro una papelera. Tras esto, arrojo agua fría sobre mi rostro.

- ¿Que demonios me esta pasando? – refunfuño para mi y pese al dolor, sacudo la cabeza. Me observo en el espejo y noto con perplejidad que estoy pálido. Casi tan pálido como un...

La piel de Solo siempre fue bronceada, pero ahora lucía tan blanca como la nieve... blanca, blanca...

... estoy pálido y punto.

Afortunadamente no hay nadie en el baño en el que estoy, supongo que porque ya casi suena la campana.

"Será mejor que me quede aquí hasta que empiecen las clases. Más vale que me regañe un maestro a que me interroguen esos dos. Con Trowa es mas que suficiente." me digo y trato de relajarme.

Sin éxito.

De alguna manera, en vez de tranquilizarme, cada vez estoy mas exaltado, respirando rápidamente.

Dejo caer parte de mi peso sobre la pared, respirando con dificultad.

Realmente somos una contradicción andante, ¿sabes? Somos anormales... como de costumbre. Los lastimaras. Lo sabes. Intentas encerrar este conocimiento en lo más profundo de tu mente, pero dentro de tu corazón, lo sabes, lo sientes y por lo tanto sufres. ¿Y estas personas por las que sufres realmente son nuestros amigos? La forma en la que te comportas estos días es apenas una fracción de tu ser... algo que muestras a los demás para darte tu tan anhelado semblante de 'normalidad'. Jajaja... normalidad... pensé que ya habías olvidado nociones tan infantiles. Pero lo sabes, lo sabes... bajo esa coraza tan frágil aún existo yo... y tú y yo, unidos, no somos normales, Duo

- ¿Duo?

Aturdido, levanto la vista solo para toparme con ojos azul cobalto que me examinan con intensa fijación. Heero frunce el ceño al ver mi jadeante forma.

- Me doy cuenta que Barton no bromeaba cuando decía que estabas mal... vamos, te llevare a la enfermería.

- ¿Que? – susurro y meneo la cabeza. – No... vete, estoy bien.

- Por supuesto. Estas perfectamente bien. – dice con sarcasmo, tomándome del brazo y literalmente arrastrándome a la enfermería.

- No es tan grave. – trato de decir, pero no me lo permite.

- No seas un estulto.

- ¿Un que? – cuestiono, un tanto mareado.

Inusualmente, Heero resopla, algo exasperado.

- ¡Un necio, un tonto! – explica con impaciencia.

- ¡Pues habla claro! – le reclamo, avergonzado. – Digo, ¿acaso lees el diccionario o que?

- Por supuesto.

- ¿En serio? – pregunto con incredulidad.

- Es una buena manera de mejorar mi español. – señala con toda naturalidad y no puedo evitar verlo como bicho raro.

- Eres extraño. – termino por murmurar y él sonríe con ironía.

- Y lo dice el necio que prefiere atormentarse que ir a la enfermería.

- Sólo me duele la cabeza. – rezongo débilmente.

- Duo... no te confundas. – me dice, un tanto secamente – Yo no soy Chang y ciertamente no soy Winner. No tengo paciencia para fingir no darme cuenta de lo que te pasa. – suspira pesadamente – Ni que decir de la paciencia de Barton. ¿Por qué no te evitas el esfuerzo y me evitas la irritación y simplemente admites que no te sientes bien?

No se que contestar y cuando llegamos a la enfermería, espero a que Heero se marche, pero este sólo abre la puerta y me arrastra hasta una de las camas.

- Descansa. – es todo lo que dice y toma una de las sillas cercanas a la cama y se sienta.

Yo pestañeo un par de veces antes de sonrojarme.

- ¿Q-Qué? – tartamudeo – ¿Y tú que vas a hacer? ¿No te vas a clases?

Él levanta una ceja impasiblemente.

- ¿Para que? ¿Para que te levantes y vayas tú a los cinco minutos de que entre yo? – pregunta retóricamente – Prefiero quedarme, gracias.

- ¿Vas a saltarte una clase? – cuestiono sin poder creerlo. – Eso es... imposible.

Luciendo irritado, Heero me lanza una mirada penetrante.

- ¿Y cual es la alternativa? Además, ya he avisado que no iré.

- ¿Como?

- Relena. – es todo lo que dice.

- No... me refiero a... ¿cómo sabías que no ibas a ir a clases?

- Eres tú. – se limita a responder y al ver mi rostro suspira. – Eres una de las personas más inexplicablemente orgullosas que he conocido. Sabía que estabas mal, simplemente no esperaba encontrarte tan mal.

Abriendo la boca para replicar, me encuentro con que Heero se ha parado y esta inclinado casi sobre mi, su rostro repentinamente demasiado cerca.

- Y ya no digas nada. Duérmete. – ordena – Te he traído para eso.

Coloreado y sin voz, asiento rápidamente. Heero suelta un 'Hn' y vuelve a sentarse.

- ¡Natasha tiene una fiesta! – suelto de repente y Heero parece sorprendido.

"Aunque no mas que yo" me digo. "¿Para que demonios dije eso?"

- Ya lo sé. La noticia esta en toda la maldita escuela – me dice, un tanto tajantemente.

- Pues... si, tienes razón. – murmuro - ¿Iras? – pregunto con entusiasmo.

Él me ve con extrañeza.

- ¿Si digo que si te dormirás?

Lo medito un instante.

- Sólo si lo cumples. – le digo.

Heero aprieta los labios, no muy contento con la idea pero cabecea, aceptando. Yo sonrío y por primera vez en el día me relajo.

- Que bien... – murmuro antes de que mis párpados se cierren pesadamente.

- Ahora sólo duerme. – escucho lejanamente y yo, casi por instinto, obedezco.

"Que curioso... no sé porque de pronto me siento tan feliz." Pienso antes de perder el conocimiento completamente.

Adveraciones. – Fin.

Notas de Arkady:

Mi única excusa seria: ¡Ya no soy estudiante ;; !

Próximo Capitulo: Reputaciones

Ya sea que te encuentres desde afuera viendo en el interior, o en el exterior mirando hacia adentro... la decisión de cruzar esa línea invisible es sólo tuya.