Disclaimer: Los personajes no me pertenecen (por desgracia), todos ellos, los lugares, los nombres, etc, son únicos y genuinos de la inigualable J.K.Rowling.

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AMNESIA

Cap. 1: El Ataque.

"¡Mierda!"

Una muchacha de unos veintipocos trabajaba afanosamente en su casa,
había decidido hacer limpieza, algo muy común en una chica, excepto si
se trata de Nymphadora Tonks, que en ese momento en vez de colocar más
bien descolocaba, y se había golpeado por enésima vez con la horrible
planta que le había regalado el extrañamente cambiadísimo Severus
Snape.

En ese momento estaba tirada en el suelo frotándose su maltrecha pierna
mientras intentaba recoger la tierra de la maceta que se había
esparcido por todo el salón. De pronto algo llamó su atención, debajo
del sillón, entre dos pelusas, había un objeto con un resplandor
dorado. Estiró su mano y, con cuidado, cogió el objeto para examinarlo
más de cerca.
Se trataba de una pequeña orquilla alargada y con una extraña forma al
final. Tonks puso una cara que mezclaba la sorpresa, la curiosidad y la
intriga.

"¿De dónde narices habrá salido esto?, estoy segura que yo no lo traje.
Será de Minerva, o de Molly... o de Hermione... ¿o de Ginny?... ¡mira
que si es mío...!"

Con cuidado, se levantó y, con un gesto de dolor al apoyar la pierna,
caminó hasta la habitación, se sentó en la cama y empezó de nuevo a
mirar fijamente el objeto. A simple vista parecía una orquilla, pero
sin saber porqué, algo en su interior le decía que no era lo que
parecía. Levantó la vista hacia el espejo, y con una sonrisa traviesa
se dirigió hacia él.

"Veamos... ¿Cómo le gustaría más a Remus?"

Se miró fijamente al espejo y sus ojos, antes de color verde, pasaron a
un intenso azul, mientras que su pelo, corto y rosa, pasó a ser largo,
ondulado y de un curioso tono anaranjado.
Con una sonrisa pícara probó diversos peinados, intentando visualizar
con cuál de ellos atraería más a Remus. Remus... el hombre que la había
traído de cabeza durante los últimos meses.

A pesar de que llevaban unos años trabajando juntos, hacía tan sólo
unos meses que ella se había dado cuenta que en realidad sentía algo
más que amistad por él. Evidentemente no había hablado de esto con
nadie, y estaba completamente segura que Remus jamás se fijaría en una
chica tan patosa como ella, pero no podía evitar que su corazón se
acelerara y sus manos y sus pies se volvieran increíblemente torpes
cada vez que él se acercaba a ella.



Mientras tanto, en Grimmauld Place...

"¡Mundungus! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no traigas tus
porquerías de contrabando a esta casa?"

La señora Weasley bajó corriendo las escaleras con la varita en alto
mientras miraba con ojos amenazadores a un gran bulto que se escondía
bajo unos ropajes desechos y sucios. El resto de los habitantes la
miraron por unos segundos y después volvieron a sus quehaceres, pues no
era nada extraño este tipo de situaciones.

Dentro de la casa el ambiente era tranquilo y relajado, no había muchas
personas. Se podían ver a la señora Weasley y a Mundungus discutiendo
en la cocina como otras tantas veces. En uno de los rincones, sentado
en un mullido butacón, junto a la chimenea, en ese momento apagada se
encontraba Remus Lupin, leyendo un voluminoso libro prestado por una de
las brujas más inteligentes de Hogwarts, Hermione Granger. En el otro
extremo de la habitación, el señor Weasley sonreía feliz mientras le
hallaba la utilidad a la pequeña linterna que le regaló Harry en su
último cumpleaños.

Por su parte, Sirius Black estaba preparando una pequeña bromita para
cuando llegara Severus, llenaba un cubo de pus de bubotubérculo
diluida, que después iba a sujetar encima de la puerta que daba acceso
al salón. En ese momento, Remus alzó la vista y pudo observar lo que su
amigo pretendía hacer. Sonrió de medio lado, se levantó para ir a
ayudarle cuando se tropezó con Molly, que venía regañando a su marido
por estar jugando con artefactos muggles en vez de colaborar con las
tareas de la casa. El ruido provocado por el tropezón hizo desviar la
vista a Sirius, quien resbaló de la banqueta, cayendo de culo en el
momento en el que con un fuerte golpe, se abrió la puerta del salón
para dar paso a un pálido Severus Snape, empapado por el viscoso
líquido.
Las risas no se hicieron esperar, Arthur Weasley se reía detrás de su
esposa, que miraba la situación con desaprobación, mientras Remus y
Sirius se agarraban el estómago sin parar de reír tirados en el suelo.

"No es buen momento para risas, señores" Severus Snape, más pálido de
lo habitual, dirigió una mirada sombría al resto de los que se
encontraban allí. "Tenemos un grave problema". Todos los allí presentes
cortaron súbitamente sus risas y lo miraron con preocupación. "Hay que
ir a casa de Tonks. Está en peligro".



Después de mirarse al espejo y cambiar siete veces de aspecto, Tonks se
levantó del tocador y se dirigió a la cocina, sin quitarle la vista a
la extraña orquilla que llevaba en la mano. Iba a medio camino cuando
un temblor la recorrió el cuerpo, sus ojos se empezaron a nublar y su
respiración se agitaba cada vez más. Sin fuerza para sostenerse, se
dejó caer pesadamente al suelo, mientras unas extrañas imágenes se
abrían paso dentro de su cabeza. Con el temor reflejado en sus ojos,
vio una figura negra y terrorífica con un objeto dorado en su mano, la
figura reía estrepitosamente mirando con ojos ansiosos el pequeño
objeto que sostenía en su mano.

Al cabo de unos segundos, Tonks pudo notar como su respiración se
regulaba y se iba haciendo más pausada lentamente. Se miró las manos
temblorosas, y con un leve susurró, pronunció lo que había visto.
"Voldemort..." Asustada, guardó la orquilla en el bolsillo interior de
su túnica, en el preciso instante en el que una explosión hizo retumbar
toda la casa.

Se levantó de un salto, y aún con las piernas temblorosas se dirigió
hacia el origen del estruendoso ruido. Lentamente y con los cinco
sentidos alerta sacó su varita, aferrándola fuertemente y, con el
corazón palpitándole aceleradamente, asomó la cabeza por el marco de la
puerta. Lo que vio la cortó súbitamente la respiración. En su salón
había cinco figuras encapuchadas revolviendo hasta el último centímetro
de la estancia. Intentando no ser vista, salió corriendo en dirección a
su dormitorio, donde tenía guardada la escoba, para escapar de allí lo
antes posible. Pero al dar un paso tropezó con la alfombra y cayó
estrepitosamente al suelo, centrando en ella la atención de los
mortífagos.

Aún más temerosa que antes, se levantó rápidamente y corrió todo lo que
pudo mientras el mortífago que estaba más cerca de ella le mandaba un
Cruciatus que afortunadamente dio en la pared. Los demás mortífagos al
verlo, salieron corriendo detrás de ella, que intentaba escabullirse
hacia la planta de arriba, respondiendo a los ataques con hechizos de
defensa.

Tres de los mortífagos subieron detrás de ella, mientras que los otros
dos se quedaron abajo, registrando las posesiones de Tonks. En la parte
de arriba, la chica corría todo lo que podía bastante asustada, no
paraba de luchar contra ellos, pero aunque era un auror excelente, se
hallaba en clara desventaja, sin siquiera poder pedir ayuda.

En un último intento, se dirigió hacia su habitación, atrancando la
puerta, hecho que no servía de mucho pero que le daría cierta ventaja
para poder escapar por la ventana. Abrió el armario para coger su
escoba cuando la puerta se abrió de golpe...

"¡Inmovilus!" Uno de los mortífagos lanzó el hechizo que dio de lleno
en la chica, provocando que cayera pesadamente sobre la cama. La joven
auror le miró con temor pero sin dejar de hacer frente en ningún
momento.

"¿¡Donde está!?" El mortífago se acercó a ella amenazadoramente
mientras los otros dos revolvían la habitación. "Dime chica, ¿dónde lo
tienes escondido?"

"No sé de que me estás hablando, pero sea lo que sea, jamás se lo diría
a un estúpido mortífago". Tonks notaba como su corazón estaba a punto
de salírsele del pecho, pero aún así su coraje no decreció ni un ápice.

El mortífago, perdiendo la paciencia, se acercó más a ella, y la apuntó
a la frente con su varita. Tonks cerró los ojos, dispuesta a afrontar
lo peor...

En la planta de abajo, los otros dos mortífagos ya habían registrado
toda la estancia, sin encontrar lo que buscaban. Se dieron la vuelta
para subir por las escaleras cuando un ruido a sus espaldas les
sobresaltó.

Remus, Sirius, Arthur y Severus llegaron a la casa de Tonks sin
esperarse una situación semejante. Nada más aparecerse, dos mortífagos
se acercaron a ellos, atacando bruscamente. Así comenzó un duelo que
ganaron sin problemas, al superarles en número. Con mucho esfuerzo,
arrastraron los cuerpos inertes de los dos encapuchados y los ataron
con fuerza para evitar que se escaparan. Se miraron unos a otros,
buscando a Tonks con semblante preocupado, cuando oyeron algo que les
estremeció.

"Ahhhhhhh" Un grito en la planta de arriba desgarró el aire.

"¡Es Tonks!" Remus, horrorizado, salió corriendo hacia las escaleras,
seguido de cerca por sus tres compañeros.

Cuando llegaron arriba, la escena les dejó sin aliento. Tonks se
hallaba tirada en la cama, con signos visibles de haber sido golpeada
fuertemente y un extenso charco de sangre que cubría gran parte de la
almohada.
Los hombres abrieron los ojos sorprendidos y corrieron hacia la cama
para comprobar el estado en el que se encontraba la chica. Con
suavidad, la incorporaron y la intentaron despertar y muy lentamente
ella abrió los ojos.

"Tonks... ¿te encuentras bien?" Ella miró al hombre que hizo la
pregunta, entrecerró los ojos, intentando analizar el rostro pecoso del
pelirrojo. Después su vista se paseó por cada uno de los rostros que la
miraban alarmados. "Tonks, ¿qué te pasa, por qué nos miras así?"

"¿Quién...?, ¿quién..., quiénes son ustedes...?"

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¡Hola! Ya estoy aquí con mi segundo fic. Este es un poco más movidito, tiene mucha acción y alguna que otra sorpresa, pero eso sí, también tiene su dosis de amoríos. La pareja principal, como ya habréis notado, son Remus y Tonks. Espero que os guste, y que dejéis muchos reviews!!!

Un saludo

Bye

Leonysse Weasley.