Yu - Gi - Oh!

"Color del cielo"

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Notas1:

Casi diría que es raro que a Petra le haya dado por escribir esto; casi…

Advertencia: En éste fic encontraras unas pequeñas ganas suicidas, además de shaunen Ai [Creo, que lo que más aterra es el último! =P Y ni siquiera sé si se escribe así…], BakuraRyu, para ser más exactos. Aunque en éste capítulo no la hay, y me parece que falta (más o menos) bastante para que la haya; sin embargo, si te incomoda eres totalmente libre de ir. Todo bien.

Aclaración: ¡Ah! Yo soy dueña de Yu Gi Oh!, sólo estoy escribiendo fics con los cuales no ganaré nada lucrativo, por no dejar; me da fastidio dibujarlo en manga, y los materiales están caros. El próximo paso, es que me dé por decir que no me pertenece en absoluto.

Dedicación: Para mi Peque-san; quiero demostrar aquí esperanza, todo estará bien (Aunque en los 2 primeros capítulos, parezca increíble! xD). ¡Feliz cumpleaños! Con cariño…

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Capítulo 1: Despejado.

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La luz poco a poco se acentuó sobre sus ojos, hasta sentir que su cara se ponía cada vez más caliente. Gruñó un poco mientras se desperezaba tendido en su cama. Gran cosa, de todas formas no había dormido nada.

 Abrió los ojos y maldijo la luz. Nunca había sentido que le molestara tanto. ¿Por qué nunca recordaba bajar la persiana antes de cerrar los ojos para pensar?

 Ah claro, recordó: por el cielo.

Hacía ya muchas noches que no dormía bien, (cosa que se reflejaba en sus ojeras, y su repentina adicción por las pastillas contra el dolor de cabeza), pero como le gustaba mirar al cielo. ¡A todas horas! Y mientras descansaba en su cama no era la excepción. La tarde, el ocaso, la noche, la madrugada, el amanecer; y si el día estaba nublado: mejor.

Como amaba el cielo; pero odiaba la luz. Es un poco (muy) contradictorio si lo pensaba mejor, pero aún así, él la odiaba. Ryu odiaba la luz.

 Así como odiaba la oscuridad.

Cuando los días amanecían con tanta claridad, Ryu prefería cerrar la cortina y quedarse en la penumbra acogedora de su habitación, lastimosamente hoy no sería así. Debía levantarse, debía prepararle el desayuno a su Yami, debía ir a la escuela, debía luchar contra los pensamientos suicidas con una esperanza hueca, debía prestar atención, debía ver al cielo, debía sonreír, debía seguir…

 Debía…, debía…, debía… pero como lo detestaba; aunque eso de ver el cielo le llamaba la atención, a pesar que para su maldita mala suerte, hoy el cielo estaba de un color azul intenso, y totalmente despejado de nubes.

Lanzó al aire otro gruñido mientras que se incorporaba en su cama. Estos días así de hermosos, le parecía que desentonaba demasiado con su persona: tenía mucha luz, era muy alegre. Sin embargo, le gustaba contemplarlo; no era su favorito, pero no estaba de más apreciar su belleza. Los mejores atardeceres ocurrían en éste tipo de días.

 Deseó quedarse en casa por ésta vez. Dormir un rato le vendría bien a su cuerpo, y a su mente cansada.

-¡Levántate, tonto hikari!- La voz del espíritu de la sortija del milenio llegó a sus oídos.

-Sí, ya salgo.- Respondió tímidamente cansado.

-¡Pero YA!- Siguió gritando del otro lado de la puerta- No me obligues a entrar.

Un escalofrío involuntario recorrió su espina dorsal. No, no quería que él se pusiera violento ahora; ya lo vería en la tarde, cuando el cielo estuviese rojo.

Se levantó y se dirigió directamente al baño: Debía lavarse muy bien la cara.

 Su reflejo en el espejo del baño le mostró lo patético que se veía, sin embargo, poco le importó. No obstante, le provocaba mucho romper ése espejo delator, volverlo casi trizas, y con los grandes y filosos pedazos, él se…

-Jumh.- Ryu sonrió de medio lado - ¿Tan temprano y ya pensando en eso?- Y con los ojos mostrando desafío, bajó la cara para mojársela compulsivamente.

Ya tendría una cita con ése maldito espejo…

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Mientras caminaba hacía la escuela, sintiendo la pesada y exagerada luz sobre sí, pensaba que el humor de su Yami, había empeorado hace unas semanas atrás.

 Ryu no podía mentir. Él nunca había querido a su Yami, y jamás había agradecido su compañía, pero aún así vivían juntos, y no podía hacer nada para libarse de él: de una u otra forma siempre volvía. Pero, por lo general su Yami lo trataba mal, lo ignoraba, o lo ponía de sirviente personal; aún no llegaba a la agresión física, no obstante sabía que no estaban lejos de ése paso.

 He ahí el cambio que tenía el espíritu de la sortija: Ahora parecía odiarlo, y siempre daba la impresión de estar demasiado agresivo para el gusto del albino. Repetía: No podía recordar una sola vez que sintiera bienestar con su Yami, pero ahora se sentía mucho más incómodo y detestado que de costumbre.

 Lo más seguro, es que al espíritu poco le importaba como se encontraba; seguramente, a penas recordaría que él existía, y si cada vez que se veían Ryu era una molestia… ¿Cómo no detestarlo?

"Uno más para la lista de las personas que les importa un carajo lo que me pase: Yupi"  Ironizó el chico mientras caminaba observándose los pies.

 Lo que daría porque el cielo estuviese nublado. Era demasiada la luz; demasiado pura, transparente, llena de significado. Exageradamente opuesta a sí mismo.

 Suspiró al tiempo que metía sus manos en los bolsillos, y caía en cuenta de que estaba al frente de su escuela.

-Otro día para la colección.- Habló para sí mismo- Ojala pase rápido.

 Porque sabía que aquel día estaría tan lleno de nada, como los pasados días y los que vendrían. Lo único que lo animaba es que tal vez pudiera quedarse hasta tarde en la escuela, para ver el atardecer en la terraza. (Eso de regresar a casa temprano no le llamaba la atención).

 Y posando sus ojos nuevamente en sus zapatos, se adentró a su escuela, y caminó casi por inercia a su salón; se sentó en su asiento, para después girar mecánicamente la cabeza hasta la ventana.

 Faltaban 10 horas para el atardecer, y contando…

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 Sacando cuentas, no había sido ni un buen día, ni un mal día. Si alguien le pidiera que clasificara las 9 horas pasada, diría: equis. Sí, eso; fue un día x, unas enseñanzas x, con sus compañeros x. Equis, al fin y al cabo.

 Como no, Yuugi y sus amigos hablaron con él un rato, y lo hicieron sonreír, haciéndole olvidar que el cielo estaba tan azul que se burlaba de él.

 Ése grupo llamaba su atención de una extraña manera; se pudiera decir que era una especie de esperanza.

 Sabía que todos le guardaban especial cariño: amistad, decían algunos; pero él bien sabía que cuando no estaba en grupo, nadie lo extrañaba ni lo añoraba.

Jamás vería llegar a Joey corriendo para decirle alguna buena noticia exclusivamente a él, así como sabía que nunca Yami se desenvolvería con él, como con los demás.

 Era su realidad, y estaba acostumbrado a ella.

 Sí, compartían una muy bonita amistad, pero jamás tan profunda o fuerte, como la que compartían entre ellos.

 Y no podía negar que sentía deseos de pertenecer íntegramente al grupo, pero tampoco se podía decir que se moría por hacerlo, porque si aquello fuera verdad, se esforzaría por ser un poco más abierto, confiarles poco a poco sus cosas, invitarlos a su casa, y todos esos detalles.

 Malik y su muy extraño Yami (no sabía cuál de los dos era más psicópata), eran un caso aparte. Se sentía bien estando con ellos (en especial con Malik), parecía que en silencio se comprendieran, pero tampoco trataban de acercarse más.

¿Kaiba y su hermano? ¡Ni si quiera los contaba!

 En resumen, en momentos de apuros sabía que varias manos lo ayudarían, pero más por costumbre (¡su Yami tenía razón al decir que era patético!), o por obligación. Pero ¿por verdadero cariño? … No lo creía.

 Lo más irónico, es que en estos momentos, sabía que necesitaba a alguien como amigo, necesitaba a alguien como apoyo; pero lo que lo hacía parecer más irónico aún (casi rayando en la burla), era el hecho de que no le importaba no tener a alguien, y era consiente de que sólo si él quería lograría sobrevivir.

… Y no era que las ganas le estaban carcomiendo el alma.

Ryu sonrió de medio lado, admirando el hermoso paisaje. Estaba acostado en el suelo de la terraza de la escuela, y el cielo parecía dividido en tres. Que raro, ¿no?

 La primera parte, hacia el oeste, se veía azul claro, y una pocas nubes. Más en al centro-este, se observaban los matices rosados, morados, anaranjados y azul oscuro, que darían paso a la noche. Pero, aunque para el oeste estaba más oscuro, una gran nube tapaba su color.  ¡A buena hora se le ocurre nublarse!

Mirando ése cielo caía en cuenta, que desde hace unos días se había percatado del cambio de su Yami, pero desde hace unas pocas horas (ayer en la madrugada), se dio cuenta de su propio cambio: Ahora todo le traía sin cuidado, y era más desdeñoso, e irritable que nunca.

 Casi todo le daba rabia, o le era indiferente. O le gustaba para ironizar, o era buena basura.

 No quería exagerar, pero casi parecía que poco a poco se estaba haciendo insensible. Incluso había espacios de tiempo, que poco le importaba lo que le dijera o hiciera el espíritu con el que convivía.

 Lo único que aún lograba maravillarlo, sorprenderlo, o hacerlo desprender de sus masoquistas pensamientos, era nada más y nada menos que el cielo.

 Es que era tan cambiante, tan lleno de color y vida; podía ser pacífico, o podía ser un gran tormento. Con tantos cambios ¿quién se aburriría?

 A tiempos se preguntaba, como tantas personas decían que el cielo es azul, ¿qué no tenían ojos, o no los usaban? ¡El cielo era de todos los colores! ¿Cómo personas no podían maravillarse con el cielo? ¿Cómo le daban un solo y monótono azul? Según Ryu, la respuesta correcta de la pregunta "¿De qué color es el cielo?" sería: "De todos los colores, menos verde".

 Oh, que gran misterio. ¿Por qué el cielo no se ponía verde?

-Casi me siento estúpido pensando estas cosas…- Habló consigo mismo, en un tono de voz neutro- Sino fuera porque de verdad me relaja y me gusta el cielo, ya me hubiera lanzado por el edificio.

 Suspiró. Ya, no más pensamientos suicidas por hoy; suficiente.

 Con increíble pereza se incorporó, para luego, (con las manos en los bolsillos), empezar a caminar. Le dirigió una última mirada al cielo, y luego bajó las escaleras para irse observando siempre sus zapatos.

 Que rara costumbre de ir encogido, y mirando al suelo.

-¡Oh!- Se recordó mientras hacía una mueca de fastidio- debo pasar por la farmacia, para comprar pastillas contra el dolor de cabeza. No dormir no me hace bien.

 Y así siguió. Sin importarle absolutamente nada de lo que pasara alrededor, demasiado sumiso en sus pensamientos idiotas, y de veces en vez, lanzándole miraditas al cielo.

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-¡¿Dónde andabas?!- Escuchó la irritada voz de su Yami, a penas y terminó de cerrar la puerta principal de su departamento.- ¡No tengo todo tu tiempo, ¿te enteras?! ¡Quiero comer! ¡Tengo que salir pronto!

 El espíritu hablaba haciendo ademanes con las manos, haciéndolo ver bastante agresivo y molesto. Sin embargo, Ryu frunció el entrecejo, y volviendo a poner el mismo semblante de fastidio molesto, respondió con una voz que salió calmada, pero sutilmente retadora. Tal vez, ése detalle lo había pasado por alto.

-Tú no necesitas comer. Además, puedes hacer comida.

 Si antes tenía la fuerte sospecha de que su Yami lo odiaba, luego de la linda mirada que le dedicaba ahora, no tenía ninguna duda. Nunca había visto que alguien lo mirara con sentimiento negativo tan directamente a él. Había visto muchas miradas dedicadas a su contra parte, pero por primera vez la mirada era suya; y contra todo pronóstico, sonrió de medio lado, casi divertido.

 -No tengo paciencia para ti, inútil.- El espíritu habló apretando los dientes, y muy bajo, dándole un aspecto mucho más amenazaste. - Tú sólo prepara la comida, ¡y listo! No te pido opiniones.

 Ryu levantó la cabeza, y sostuvo la mirada de su Yami durante unos segundos, tratando de mostrarle al espíritu que no estaba tan intimidado como normalmente habría estado.

 Sin embargo, no pudo observarlo fijamente durante muchos minutos, por lo que rápidamente giró su cabeza, hacia el lado izquierdo.

-Si te hago lo que me pides… ¿te irás?- Preguntó tratando de sonar neutro. Aún no perdía totalmente el miedo que el espíritu maniático le profesaba, y empezaba a sentirse mareado, además de que sus sienes le palpitaban débilmente de dolor. Quería descansar, no dormir, sólo estar calmado.

-¡¡Eso no es de tu incumbencia!! Tampoco me pongas condiciones, hikari, me parece que no estás en posición de hacerlas.

 Nuevamente, Ryu volvió a subir la vista, haciendo notar que no estaba de acuerdo con las palabras del otro albino.

-Como gustes.- Respondió después de severos minutos, al tiempo que se encaminaba a la cocina, tratando de pasar lo más despegado posible del espíritu de la sortija.

Con paso lento y cansado, abrió el refrigerador: mejor preparar rápido la comida para su contra parte, para que después pudiera irse a contemplar el cielo.

 -Y después volver a empezar el día, de la misma forma de siempre. Equis.- Jah, ya le agradaba la letra.

 Que irónico.

-¡Apúrate!- Le gritó su Yami impaciente. Y a Ryu no le importó para nada, su inventada hambre, o su falta de tiempo; si quería que le hicieran la comida, tendría que esperarse.

 Mientras picaba vegetales (y trataba de desechar de su mente una bonita imagen con el cuchillo), pudo alcanzar ver sobre la mesa, la brillante Sortija del milenio.

 Hermosa reliquia egipcia, hecha de oro, y de gran valor arqueológico.

 Suspiró cansado.

-Tú no me ayudas en nada- Le habló con molestia a la pieza milenaria, frunciendo el entrecejo-, nunca lo has hecho, y eres la responsable de todo esto.

 Que raro… Empezaba a sentir odio hacía la sortija. Más raro aún, caía en cuenta de que nunca la había odiado antes: temido sí, detestado también; odiado, primera vez.

-Y todo por una maldita pieza…- Y siguió picando los vegetales para la cena del espíritu (quién gritaba impaciente que quería comer carne), ignorando que el cielo se oscurecía según transcurrían los segundos de la tarde.

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Fin del capítulo 1.

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Notas:

xD ¿Qué puedo decir? Además de "Uy, que feo salió".

Bueno, mis fics de varias partes nunca se han caracterizado por tener un primer capítulo muy movido, o muy bueno; por el contrario, empiezan lento. [.      . Sé que debo quitarme la costumbre, lo sé]. Aún así, espero que les haya gustado.

n.nU Mi primer fic largo de YGO. Ehrm… La idea, pueden imaginar de dónde salió. ¿El título? Estoy obsesionada con el cielo [¡Oh! Que novedad!], y trataré de no hacer tan tedioso el próximo capítulo. ¡Lo prometo!

Además, ya explicaré mejor el porqué de tanta indiferencia de parte de Ryu, y el comportamiento de Bakura [El cual, parece violento, pero lean con cuidado: no ha golpeado a Ryu… XD En mi fic!]

Para el que quiera mi e-mail, es: zelshamada (arroba) hotmail . com [Si no lo pongo así, lo quita! XD, y además, no lee el "arroba"].

Cualquier idea es bien recibida (está planeado, pero bien se pueden poner más cositas); y quién me pueda decir porqué el cielo NO se pone verde, se lo agradecería…

Espero te guste Peque-san.

¡Gracias por leer!

¡No te pierdas!

Zelshamada.