IV. Preludio mortal

- Quieres decir...

- Harry Potter, sí. Y es más, lo mismo que Dumbledore.

Más que felicidad, lo que sintió Hermione tras las palabras de Nox, pronunciadas de una manera tan dulce, fue sosiego. Se sintió como si acabara de caer desde un precipicio que no parecía tener fin, a unos amortiguadores y blandos cojines. La idea le dio sueño. Tantas noches sin dormir...

- ¿Estás bien? – preguntó Nox, viéndola respirar suavemente con los ojos cerrados.

- ¿Dónde están? ¿Cómo...? – dijo en un tono imperceptible

- Sssssh...- la calló, poniéndole los dedos en la frente y empujándola suavemente para que se recostara. Sus dedos parecían de hielo. Empezó ha hablar muy lentamente en susurros – Los Malfoy se intentan animar sin dejar de hablar de su triunfo, pero si te fijas, las palabras Potter y Dumbledore son tabú. Eso es porque uno al norte y otro al sur (tengo la impresión de que Harry está en Francia) resisten. Y si ellos viven, nosotros tenemos la esperanza de...quién sabe lo que...

Nox dejó de hablar. La chica se había dormido. Sonrió al observar su expresión de relax. La tensión había desaparecido, el agarrotamiento que la perseguía se había esfumado, y en los brazos de Nox, que la llevó a su propia habitación, confundió el frío de un vampiro con el calor de un ser querido. Esa noche no escuchó los fantasmales aullidos del panteón. Se dejó llevar por una nada luminosa, que parecía teñir el negro de su vestido, de la más hermosa blancura.

No era así para el joven Malfoy, unos metros más abajo, más despeinado de lo normal y con los dedos repiqueteando en su rodilla, pues volvía una y otra vez sus pensamientos a todo lo que le había explicado a su tío. "Hablas mucho para ser un Malfoy"...y la verdad es que sí había largado demasiado. Se levantó nervioso y se sirvió una copa. Con el líquido en sus manos, se apoyó en la mesa y quedó absorto mirando el retrato de su abuelo en el salón. Ciertamente, era el mismo Lucius el que le miraba con ojos traicioneros y se limpiaba la solapa de su reluciente frac. Le devolvió la misma mirada, retándole.

Conocía muy bien cuál sería su destino una vez se enfrentara a toda la orden de mortífagos. Pero la sola idea de unirse al otro bando le daba escalofríos. ¿Él, luchando contra su gente del lado de Potter? Aquello era demasiado surrealista. Definitivamente no. Pasaría de todo y huiría a cualquier sitio, algún país del norte de Europa. Ni demasiado lejos, ni demasiado cerca. Nox que se quedara si quería, a preparar sus sueños inútiles de revolución. Él aún tenía carta blanca en el asunto, si fingía seguir siendo siervo de Lord Voldemort.

No le importaban los esclavos, no le importaban los muggles. Ahora sólo le importaba él. ¿Pero alguna vez le había importado alguien más? Puede que su madre...pero a los ocho años ya se había olvidado de ella. En la oscuridad pensó en Hermione Granger y en las interminables lágrimas que ahora estaría derramando en sueños por su querida profesora y trescientas personas más. El corazón le dio un pinchazo ¿por qué se empeñaba Granger en sufrir por los demás? ¿no le convenía más salvar el pellejo como él mismo hacía? No le han enseñado bien. No sobrevivirá.

Sobrevivir era algo básico en la familia Malfoy, en la orden de los mortífagos y en la misma casa Slytherin. Salvar el cuello y sortear la situación por encima de cualquier cosa, o de cualquier persona. Si para ello era necesario la desgracia ajena, ellos lo sentían mucho, pero en el juego todo el mundo arriesgaba su parte. Por eso no podía entender ese sentimiento de solidaridad, amistad (para el la amistad era una cosa muy distinta) y amor. Amor se tenía que sentir por uno mismo, no por los demás. Y ese fue el error de Potter y toda su trouppe.

-No seas estúpido Ron, sabes muy bien que necesitáis mi ayuda.

-No, no vendrás.

La situación era absurda para Hermione. Ron la tenía sujeta por por el hombro mirándola con una expresión que no era propia de él. Ella estaba alarmada.

-¡Vamos! ¿Soy tu compañera recuerdas? ¡He pasado por las mismas o más situaciones peligrosas que tú!

-...no

-¡No puedes impedírmelo Ron! ¡Tengo el mismo derecho que tú a...!

La había abrazado. Hermione estaba muy sorprendida. No terminaba de comprender qué diablos le pasaba a él y a Harry. Claro que ella también los quería con locura, y que prefería que se quedaran a salvo. Pero también sabía que eso era imposible, porque siempre habían sido un grupo. Juntos habían podido con todo. ¿Por qué ahora ese empeño en sobreprotegerla? ¿Qué era lo que había cambiado entre ellos? ¿No comprendían que era absurdo? Se relajó en el profundo y cariñoso abrazo del chico.

-Vamos éndelo...

Pasaron unos segundos hasta que Ron respondió.

-Claro que lo comprendo. Lo comprendo perfectamente. – dijo con voz queda, y sin mirarla se separó de ella. Luego, veloz, dirigiéndole una última mirada profunda, corrió hacia la puerta del sótano de la Madriguera y la cerró.

Hermione no tuvo tiempo de impedirlo. Se la había quitado. Le había quitado la varita del bolsillo de su túnica con premeditación y alevosía mientras la abrazaba. Ahora no podía hacer nada, aquel tonto la había dejado inútil. Tal vez a salvo. Pero indefensa.

- Y eso es todo. Aún no he podido llegar a comprender su insensatez.

Las velas alumbraban en perfectos círculos la pequeña estancia. Hermione estaba acurrucada en el sillón, sosegada, con los pies descalzos sobre el asiento y la mirada perdida en las pequeñas llamas del candelabro. Frente a ella, Nox se concentraba en las ondas del cabello de Hermione cayendo irremediablmente sobre sus hombros. La chica acababa de relatarle todo lo referente a su situación en la guerra, además de algún que otro detalle personal que no había podido dejar escapar. No pudo sino admirar a la mujer que tenía frente a él.

- Y ahora – dijo sonriendo amargamente, dirigiendo su mirada al estampado del mobiliario – ni siquiera puedo recriminarles nada. Te doy las gracias Nox, por darme noticias tan buenas como las de ayer. En realidad, sólo doy gracias por qué estés aquí.

- No hay nada que agradecer. Me satisface poder aliviarte un poco el corazón.

Hermione continuaba con su sonrisa amarga. Nox le inspiraba una confianza absoluta. Después de todo, era el único punto de referencia que tenía en esa casa para querer seguir adelante. Le asustaba un poco depender tanto de un desconocido que no tenía demasiados puntos a su favor para gustarle. Las ironías de la vida la habían convertido en la confidente de un Malfoy que para más inri era un vampiro. Esto último tampoco le importaba demasiado a Hermione. Lo cierto es que ya estaba acostumbrada a tratar con gente que no era especialmente normal, y siempre había sentido especial atención hacia las criaturas (después de salir de Hogwarts, no había dejado de insistir sobre los derechos de los elfos domésticos). Analizando el caso de Nox, no podía evitar establecer razonables parecidos con el de su antiguo profesor Remus Lupin. "Prejuicios, siempre prejuicios" se decía.

Tan sólo esperaba poder repetir la pequeña charla pasada y la que ahora mismo mantenía con el agradable, y no por ello menos misterioso y frío Nox Malfoy cada día. Era complicado pero...teniendo en cuenta que Lucius y Narcisa parecían repeler la habitación de su adorado pariente...

En Draco Malfoy prefería no pensar. Simplemente porque la agobiaba no comprender algo. Ella era una mente brillante. No disponía de la suficiente información sobre él como para no caer en abundantes contradicciones.

Nox seguía perdido en los reflejos del pelo de Hermione. Cavilaba el siguiente paso que ambos deberían dar. A estas alturas, sus compañeros de San Mungo ya deberían haber muerto, y lo mismo para la mayoría de los de la chica. No tenían escapatoria, sería imposible contactar con su única esperanza.

- ¿En qué piensas?

- En lo de siempre. Cómo escapar.

- Tal vez no lo necesitemos.

-¿Qué quieres decir?

- Nos basta con saber de Harry. Es posible que le seamos más útiles desde aquí.

Volvieron a quedarse en silencio.

-Mañana hay inspección – dijo Hermione al aire lánguidamente

-¿Perdón?

-Una vez al mes, los esclavos reciben inspección. Los que están demasiado débiles para seguir trabajando terminan asesinados. Especialmente los pocos muggles que tienen. Es...

Se había acostumbrado hasta cierto punto a la desesperación. Pero sólo si no tenía esperanza. Cuando la tenía...Giró la cara y la escondió entre el sillón. Nox se levantó. Con cuidado y unos guantes, acarició el pelo que tanto le gustaba. Le limpió con el pulgar las lágrimas que querían salir. La miraba serio.

-Tenemos que aguantar...tenemos que...

-Pero qué tierno...

Ambos se sobresaltaron. Había entrado alguien.

-Draco no sabes qué susto...

El chico dirigió una rápida mirada de desaprobación a su tío.

-Tienes una bonita forma de pasar desapercibido en esta casa Nox. – dijo entre dientes, mientras posaba sus ojos sobre Hermione, que agarrotada, miraba al suelo sin saber qué hacer.

-Y en cuanto a ti Granger...yo no deambularía por el primer piso, sabiendo que mañana hay inspección.

Hermione apretó los dientes. ¿Cómo podía hablar tan alegremente de la inspección? Cada vez que veía a Draco Malfoy le invadía la misma ciega rabia que la impulsó a clavarle aquella daga noches atrás. Le parecía repulsiva la manera que tenía de ignorarla, sobretodo cuando sabía perfectamente que había traicionado su padre. Era ruin y egoísta.

-No te canses Draco. – Dijo con una media sonrisita Nox. Le gustaba retar a su sobrino. – La chica oyó toda tu confesión de anoche.

Los ojos de Draco chispearon. ¿Cómo?

A Hermione se le paró el corazón. ¿Por qué se lo contaba?

Nox por su parte estaba en su salsa. Le encantaba dominar la situación.

- Desafortunadamente – dijo con los ojos mirando al techo y haciendo con la mano una floritura – no eres un vampiro, así que no tienes el instinto para detectar mujeres hermosas tan desarrollado como yo.

- Qué pena...- dijo Draco atravesándole.

- Eso mismo. Si lo hubieras tenido, te hubieras percatado que la dulce señorita nos estaba espiando desde las cortinas (es que esta casa tiene cortinas muy tupidas, cierto, lo único que me gusta es ese aire a siglo XVIII)

Hermione estaba con la boca abierta. Ese tío se estaba riendo de la situación. A veces no sabía si le importaba todo mucho o se dedicaba a dejarse llevar. Draco no dijo nada, se limitó a estrangular a su tío con la mirada. Este continuó.

- La verdad es que no estaba espiando. ¿Verdad que no? – Hermione no sabía que decir, pero Nox no estaba demasiado interesado en ella.- Lo cierto es que le diste tanto miedo que se quedó petrificada y sólo se le ocurrió esconderse. ¿Desde cuándo un Malfoy ejerce tal efecto en el sexo contrario? Me decepcionas querido sobrino.

Seguía hablándole en tono informal, como si estuvieran en un bar codeándose de sus conquistas. Empezó a enumerar una lista de amores. Hermione y Draco no podían estar más sorprendidos.

- Marie era encantadora. Era francesa, y no todas son tan amorosas como quieren parecer...la pobre terminó mal, por aquel entonces yo no me contenía y...

- Escucha...- empezó a decir Draco.

- Fue una lástima, un desperdicio. No me arrepiento mucho de mis crímenes, y eso es por culpa de tu padre Draco, que...

- Nox...

-¿Qué?

Draco se quedo mirándole. Se le había olvidado qué quería decir.

- Bueno, y ahora que estamos más relajados – continuó Nox – ¿por qué no te sientas (sí, aquí mismo, en la cama) y continuamos con la conversación?

Él no respondió, miraba a Hermione esperando algo.

- Creo...-dijo ella al final- que será mejor que...

- No – la cortó Nox en tono tajante. Se puso serio – no te vas a ninguna parte. Draco, ¿quieres huir no? ¿y qué has pensado?

- Nada...que te incumbra a ti.

Hermione no esperó más. Salió de la habitación, no sin antes echar un vistazo a la venda que aún cubría el hombro de Draco. Nadie le impidió esta vez que saliera.

Cuando se encontraba a punto de bajar por las escaleras, una voz la detuvo.

-Granger

Draco había salido detrás de ella y ahora cerraba con tranquilidad la puerta de la habitación de Nox. Ella le observó acercarse entre las sombras. Se detuvo frente a ella, imponente. La línea de su labios se curvaba hacia abajo y aparentaba un evidente disgusto.

-No sé, ni quiero saber lo que habrás oído...

Se detuvo, calculando sus palabras, mientras observaba en la penumbra la reacción de la chica.

-Pero quiero que te quede claro donde estás. – dijo señalando con el indice su hombro. – No creas que voy a mentir por ti más de una vez...

no me importa lo que te pase

Eso era lo que quería añadir. Pero le faltó el aire, se quedó con una punzada en el esófago, y desvió la mirada hacia el fondo del pasillo. La había mirado a los ojos y en ellos, como un atropello de imágenes había vuelto a recordar, al detalle, todas las muertes que había presenciado. Lo volvió a intentar, pero no pudo sino fijar la vista en Hermione, en el brillo de sus ojos vacíos y darse cuenta de que ella delataba todos sus despojos como ser humano.

Revivió la crudeza y brutalidad de Londres e imaginó las que en esos momentos se estarían cometiendo con los esclavos. Fue como un martillazo en la sien que hizo que se le agarrotara la espalda inconscientemente. Hermione notaba como Draco respiraba con dificultad y abrió los ojos con sorpresa. Tragó saliva esperando cualquier cosa.

- No esperaba...no creo que...no entiendo...-balbuceó algo temblorosa.

Pero Draco Malfoy continuaba en la batalla interior. Cada hueco visible de la cara de Hermione en la oscuridad era una muerte. Cada movimiento imperceptible...el temblor de sus labios al hablar. Los sentimientos aletargados a conciencia...

Las palabras de la chica le llegaron distorsionadas y lejanas. Era una tortura. Mirarla era una tortura. Pero no podía dejar de hacerlo, era como descubrirse a sí mismo, la inevitable morbosidad de recordar en cuántas cosas habías fallado, todos tus errores, uno detrás de otro.

No le importaba, no le importaba, no le importaba...

De pronto y como un sablazo demoledor, sintió el calor humano. Hermione, con los ojos desconcertados, había posado su mano en su brazo. La zona le ardió sin precedentes, como si le estuvieran tatuando al él de por vida, como si él si tuviera...la sangre sucia. La sensación le sacudió el corazón. Aquella mujer le hería de muchas maneras. Física y mentalmente. Y no encontraba el remedio adecuado.

Era la segunda vez que Hermione actuaba sin pensar. Había sentido el horror en Malfoy. Lo había sentido en ella claramente. El ambiente era demoledor, el aire resultaba pesado y ninguno de los dos pensaba con claridad. Se sintieron caer en un túnel infinito de recuerdos, de entre los cuales los peores flotaban con más facilidad. Al fin, la mano de Hermione cayó por su propio peso, y sus miradas se desconectaron turbadas.

Sus respiraciones volvieron a la normalidad, pero en la cara de Draco, la línea de sus labios había subido, formando una horizontal perfecta.

-Mañana no será un buen día – dijo suavemente – descansa.

Hermione sentía la necesidad de decir cualquier cosa, la que fuera, pero sus labios estaban pegados de la impresión. Recobró el movimiento y empezó a bajar las escaleras. Descansar no era una cosa que se pudiera permitir cuando tenía tanto trabajo que hacer para salvar la vida. La inspección significaría su muerte si no contentaba...a los Malfoy.

Notas: Estoy frustrada por no poder escribir más. Ya se va entreviendo algo de amorío. Me pregunto cuándo estallará. Nox es un chondo y la pieza clave que hace avanzar esta historia xD, más o menos empiezo a ver el hilo claro y gracias a dios que me he sacado a ese personaje de la manga. Sólo espero que no os parezca un remedio barato. Al pensar en el capi que viene empiezo a ver el gore del fic. Me he cargado al medio mundo mágico y no mágico...y van a sufrir como nunca :(

Estoy encantadísima con los reviews, comprendo que es una pareja y una situación que gusta, así que ahora en Navidades prometo ser fuerte y continuar la historia lo suficiente para que nadie me apedree. Cada vez que recibo un comentario me pongo a temblar, se me encoge todo xD, soy muy miedica, por eso creo que están algo sobrevaloradas, ¡yo misma me hago un lío de narices con la historieta! Muchos besos, me habéis sacado los colores de mala manera, eso no es sano: me lo creeré y cuando me corten la cabeza lloraré, ju.

Snif, Feliz Navidad a todos.

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