Autor: RavenTears
Beta: Little Kei
Dedicado a: Kiri Miyamoto
Dolor de Muelas

Capítulo 1: Mentir es malo y es peor si no te creen

-¿Cómo saliste en los exámenes? -preguntó Yuugi, como quien no quería la cosa.

-…

-¿Uhm…? ¿Pasa algo?

Kaiba estaba de pie junto a las ventanas del salón, mirando hacia fuera. Nunca le habían importado gran cosa los clubes. Después de todo, no los necesitaba; eran algo que la escuela había adoptado para distraer a los alumnos, mejorar sus relaciones amistosas y tenerlos haciendo algo productivo. Mucho mejor que dejarlos en las calles haciendo quién sabía qué demonios. La única cosa de provecho que Kaiba sacaba de todo aquello era que los alumnos estaban demasiado ocupados en sus clubes escolares como para darse una vuelta por las aulas y enterarse de que él y Yuugi solían tener encuentros.

Yuugi estaba sentado sobre la mesa de su pupitre con la vista baja. Sus pies no llegaban a tocar el piso, así que los balanceaba de un lado a otro sin ningún ritmo en especial.

Kaiba dejó de mirar las ventanas para fijar su vista en Yuugi. Se acercó a él. Al sentirlo cerca Yuugi levantó el rostro y abrió la boca para repetir la pregunta, pero Kaiba lo besó.

Ninguno de los dos trataba de dominar el beso. Ninguno de los dos pretendía obligar el otro a separar más los labios o hacer el roce de sus lenguas más firme.

Lo único que ambos pretendían era disfrutar por igual del beso. Nada más importaba.

-Nunca me dejas terminar –se quejó Yuugi cuando se separaron.

Si quieres algo, consíguelo. Si quieres un beso, no lo pidas. Bésalo. Kaiba sabía eso. Él no pedía: él conseguía. Después de todo, era Seto Kaiba. Y todo lo que Kaiba tenía lo había conseguido peleando. Era algo que no cambiaría, no importara qué.

-¿Acaso no es obvio?

-¿Uhmmmm…?

-Es obvio que salí bien en los exámenes –respondió Kaiba, al tiempo que se erguía en toda su estatura y colocaba una mano en la cintura-. Siempre salgo bien en los exámenes. Sólo tratas de hacerme hablar más -se quejó.

-Sabes que sí –dijo Yuugi, disfrutando de un poco de conversación después de… No recordaba cuántos minutos de silencio.

-Sabes bien que me da igual –dijo Kaiba, desviando la mirada, como dándole poca importancia al asunto.

-Sí, lo sé. Pero de todas maneras quiero escucharlo.

-Si ya lo sabes no veo el porqué de quererlo escuchar.

-Bien que sabes porqué quiero escucharlo –le rebatió Yuugi.

-Porque siempre tratas de hacerme hablar más.

-Oh Lo sabes todo –se burló Yuugi.

-Hago lo que se puede –contestó con sarcasmo el castaño-. Así como sé que alguien vendrá a interrumpirnos.

Yuugi no entendió lo último y Kaiba no tenía porqué quedarse ahí a resolverle la duda. Fue por su maleta y se alejó de él.

-¿Ya te vas? –preguntó con mucho… MUCHO sarcasmo Yuugi. Era más que obvio que Kaiba se estaba yendo.

-Sí, aunque no lo hago porque quiera irme –contestó Kaiba, apoyado en el quicio de la puerta y mirando a Yuugi por sobre el hombro.

-Y me dirás que no es personal, ¿no?

-No. Sabes que prefiero irme a darle el gusto de interrumpirme.

Yuugi sonrió con sequedad para sí mismo al escuchar los pasos de Kaiba alejándose pasillo abajo. Bajó del pupitre de un salto y fue por su maleta. No pasó mucho antes de que escuchara pasos más pesados acercándose al aula.

-Hey, Yuugi, ¿aún aquí?

-Hola, Jounouchi. No hay problema, ya me iba.

-Vamos entonces –propuso el rubio, sonriendo.

Ajá, así era Kaiba; prefería irse él primero a darle el gusto a Jounouchi de interrumpirlo en…

Yuugi apretó sus manos en puño sobre los tirantes de su mochila.

Kaiba prefería irse él a darle el gusto a Jounouchi de interrumpirlo con Yuugi.

Salieron juntos del aula. No había nadie en los pasillos; era muy tarde para que permaneciese algún estudiante. Los que quedaban estaban en los clubes o en los vestidores. Jounouchi lo sabía y aprovechó para estar más cerca de Yuugi sin preocuparse por alguna mirada no bienvenida.

Yuugi estaba pensando en aquello que lo había tenido al borde de un colapso nervioso los últimos días. Y aquello era demasiado como para dejarlo pasar con el tiempo. Sintió un pequeño escalofrío cuando Jounouchi pasó su brazo alrededor de su cuello. Giró levemente el rostro para mirar al rubio, pero éste estaba mirando hacia otro lado, sonrojado.

-Mira, Jounouchi, que si te avergüenza demasiado, no hay problema por mí –comentó Yuugi, divertido por la cara de circunstancias que tenía el rubio.

-No, descuida… Estamos… ¡Estoy bien…!

-Ajá…

Llevaban un par de semanas saliendo juntos, como ellos mismo declaraban ya que aún ninguno de los dos se atrevía a decir en público que eran pareja. Aún no. No necesitaban hablar mucho; se entendían sin quisiera tener que explicarse las cosas. Un ahorro de saliva impresionante. No necesitaban hablar sobre su relación… O al menos eso es lo que deseaba Yuugi.

Jounouchi acompañó a Yuugi hasta su casa, como siempre lo había hecho desde que se hicieron amigos, y eso no había sido hace poco tiempo. Todo era como siempre había sido. Todo era como le gustaba a Yuugi, pero por más que uno le pida al mundo que no cambiara, siempre cambiaría algo.

Yuugi se apoyó en la puerta aún cerrada de la tienda de juegos para ver a Jounouchi irse calle abajo, pero ya no sólo eran amigos. El rubio se inclinó sobre él y lo besó. Pero Yuugi no contestó el beso sólo dejó que lo besara; él no respondió.

-Te veo mañana –se despidió el rubio, y desapareció.

La típica de Yuugi desde que todo aquello había comenzado: entrar rápido a casa, saltar la sala, correr por las escaleras y encerrarse en su cuarto antes que el abuelo le hiciera preguntas. Tiró lejos la mochila y se dejó caer boca abajo sobre la cama.

No iba a llorar.

No tenía porqué hacerlo. No era un maldito crío pasando por un mal rato y esperando que alguien lo mimara. Tampoco era una niña que buscaba llorar y esperar que todos sus problemas desaparecieran. Llorar era estúpido, demostraba lo débil que eras, te hacía ver vulnerable y no ayudaba a resolver nada, NADA… Pero servía para desahogarse.

Apretó sus labios contra la almohada y gritó. Insultó, maldijo muchas cosas y renegó de otras que no recordó luego. Cuando estaba molesto decía muchas cosas que no pensaba y que no eran ciertas y dolía recordar cada estupidez que decía cada vez que estaba así.

Estaba molesto con él mismo. Cosa que nunca creyó llegar a sentir. Por eso en parte sus lágrimas no eran muy amargas, no le cargaba culpas a nadie más que a él mismo.

Desde hacía mucho había mirado más de la cuenta a Kaiba, durante mucho tiempo había pensado en él más de lo que debía. Podía ser lento e incluso ingenuo pero no era idiota, Yuugi sabía que estaba enamorado de Kaiba. Pero por alguna razón que no lograba descubrir nunca se lo había dicho. A veces pensaba que como ni siquiera podía admitirlo para él mismo, mucho menos tendría el valor de admitírselo a Kaiba. Pasó tanto tiempo, tantos torneos, tantos enemigos, pasó tanto y Kaiba nunca mostró más interés en él que como su único rival digno. Eso era Yuugi para él y nada más. Su rival.

Quizás había sido aquello lo que hizo que Yuugi abandonara toda remota posibilidad a algún día decirle lo que sentía. Porque para Kaiba era sólo un rival. Como le enfermaba eso a Yuugi…

En la escuela no era su compañero de clase; era su rival. En los torneos no era un conocido suyo que participaba; era su rival. Cuando ocurría algo, cuando sucedió lo de Pegasus a pesar de estar peleando por lo mismo no lo vió como un aliado o como Yuugi Mutou que estaba ahí por sus amigos y su abuelo. Claro que no. Era su rival. ¿Y Yuugi? Pues Yuugi veía a Kaiba como compañero de clase, como hermano y padre para Mokuba, como empresario… Yuugi veía a Kaiba como Seto Kaiba. Todo él y no sólo una parte.

El sentir eso no hizo a Yuugi un hipócrita al seguir tratando a Kaiba como siempre lo había hecho, Yuugi cargó con ese resentimiento solo, se tragó todo lo que sentía.

El resentimiento si no se sabe sacar de encima trae cólera. La cólera siempre es mala consejera para tomar decisiones. Yuugi tomó una decisión. Y las decisiones tomadas con cólera siempre traen arrepentimiento, convirtiéndose en dolor. Quizás suave pero punzante.

Yuugi dejó de mirar a Kaiba, dejó de pensar en él, dejó atrás a Kaiba y quien se acercó fue Jounouchi, quien siempre había estado con él. Así fue como su dolor suave y punzante, como un dolor de muelas, dejó de sentirse. Después de tanto tiempo sabiendo lo que sentía Jounouchi por él, Yuugi aceptó. Quería demasiado al rubio. Estaban bien hasta que las cosas cambiaron, siempre cambian cuando uno desea que todo siga igual. Kaiba fue quien se acercó a él y Yuugi no tuvo la fuerza suficiente como para negarse y tampoco tuvo la fuerza como para decirle la verdad a Jounouchi, no quería dejarlo y arriesgarse con Kaiba, correr el riesgo de sentir ese dolor punzante y frío de nuevo.

-Siempre dices que soy un genio abuelo, ven y dime lo mismo de nuevo para ver si me lo creo…-se dijo para sí mismo con sarcasmo tratando de pensar.

Pensar, ése era su dolor de muelas.

No era un imbécil, sólo estaba asustado, sólo sentía miedo. Sin contar que estaba confundido, le habían volteado la Tierra y partido en dos. No sabía si estaba abajo o arriba. Sólo necesitaba tiempo para pensar las cosas, sobre todo porque no quería lastimar a ninguno de los dos. Pero sabía que alguien saldría mal y tampoco deseaba ser él.

Quería tiempo, nada más. Pero tiempo para que él pensara era tiempo para Kaiba y Jounouchi pensaran lo que ELLOS querían pensar.

Todo parecía irse al carajo.

-¿Cómo estás? –preguntó Jounouchi.

-No muy bien… Con… Con dolor de muelas –contestó Yuugi, cogiendo el auricular del teléfono muy fuerte.

-¿Puedo ir hoy?

-No lo creo… No se si estaré cuando vengas –A Yuugi no se le ocurrió una mentira mejor… Una mentira CREÍBLE.

Ya iba por el tercer día que faltaba a la escuela y que evitaba a Jounouchi. Y nunca decía qué tenía.

-No me importa, iré de todos modos. Quizás al terminar la noche. ¿Bien?

-Está bien –Jounouchi sonaba demasiado decidido. Yuugi no tuvo más que aceptar. El dolor de muelas se hacía más punzante.

Estuvo con dolor de muelas gran parte de la tarde. Su dolor empezaba con Jounouchi que era la muela y terminaba en Kaiba que eran las terminaciones nerviosas, una vez juntas formaban un dolor punzante dentro de Yuugi. Le costaba pensar.

Sonó el teléfono.

-¿Hola?

-Es bueno saber que aún respiras.

Una voz fría, sarcástica, ARROGANTE.

-Hola, Kaiba.

-¿Mal? –preguntó el castaño, Yuugi comprendió que hablaba tanto por teléfono que en persona.

-Sí… Dolor de muelas… Quizás vaya mañana a la escuela, no te preocupes… –mintió MUY mal Yuugi. Tan mal que no sólo Kaiba lo notó, sino que él también y se maldijo por estar con una actitud tan estúpida.

-Un dolor de muelas amerita una visita al dentista y no creo que en tres días no hayas ido a ver a uno. Si no, el dolor del nervio ya debería haberte perforado la mandíbula –dijo Kaiba reprochándole la mentira. Yuugi no respondió-. Escucha, Yuugi… –dijo de nuevo Kaiba, ya que Yuugi parecía estar muerto del otro lado de la línea-. Cuando quieras mentirme hazlo bien para que te crea y no vaya a tu casa a sacarte la verdad.

-No es necesario que vengas. Mañana me vas a sacar la verdad de todas maneras. -Yuugi tenía que esforzarse y mentir mejor para no tener a Kaiba en su casa, no cuando Jounouchi iba a ir.

-No me importa. Mañana veré qué te saco –respondió con sarcasmo, y colgó.

Genial, el mundo no solo estaba de cabeza y partido en dos, si no que habían cogido los pedazos y los habían partido en más pedacitos y esparcidos por todos lados. Yuugi tenía que llamar a uno de los dos y cancelar una visita. Sí, demonios, ¡¿pero cuál?!

Continuará...
En teoría... O sea, si actualizo rápido

Notas de RavenTears:

Primero, es mi primer fic de Yu-Gay-Oh! dizque serio. Kiri dijo que queria leer drama, así que esto es lo mejor que me salió. Aunque ni siquiera es eso, creo.
¿Dolor de Muelas? Siempre trato de que mis títulos no digan mucho del fic hasta que leen la razón del nombre. En este caso hice la analogía de tener a Yuugi pensando con un dolor de muelas, ya que uno de los dolores casi insoportables para el hombre es ese. Quizás no duela tanto como una fractura de brazo pregúntenle a Little Kei sino que sí se lo rompió pero este dolor se caracteriza por ser punzante, constante, jodido y no puedes cogerte y hacer presión ya que no duele la muela sino las terminaciones nerviosas que tiene dentro. Uno tiende a hacer cosas REALMENTE estúpidas por tratar de detener el dolor. Lo sé, yo hice una estupidez tratando de parar el dolor de muelas una madrugada, tenía 14 años a esa edad las estupideces aún son perdonables.

Con respecto a mis otros fics, sí los voy a continuar ya que tengo la costumbre de no escribir un fic hasta que tenga el final. Así que les digo, mis otros fics tengo planeado los finales y todo, sólo faltan la puta gana de escribir... Que no me suele llegar. Este fic no será largo. A lo mucho le doy 3 capítulos, espero lo sigan y espero te guste Kiri.

Una vez que termine éste, vendrán los otros fics oneshots que prometí.