Reencuentro con el pasado.

By Hisaki Raiden.

Solo quiero aclarar que los personajes de Ranma Nibunnoichi son propiedad de Rumiko Takahashi y que no me pertenecen, ni persigo ningún fin lucrativo al realizar este fan fic, la intención es solo divertirme.

Resúmen:

Tratar de huir del pasado nunca ha sido algo fácil, las heridas no sanan si no quieres, menos aun si alguien te las recuerda. El reencuentro con el pasado tampoco es fácil, pero no niegues la oportunidad de ser feliz. [Futuro UkyoxRyoga]

Rating: T (12+)

Genero: General, Drama, Angst.

Advertencias: Actualizaciones tardadas.

Aclaraciones:

—Diálogos

Recuerdos

"..."; Pensamientos.

(1…2, etc.); Aclaraciones;

Capítulo 7: La decisión está tomada.

Eran cerca de las 3:30 de la tarde. En el centro comercial de Odaiba, Un muchacho de cabellos castaños rojizos y de ojos azul grisáceo permanecía parado bajo las escaleras del centro comercial, delante de él había un espacio amplio lleno de mesas con personas comiendo, y alrededor había varios establecimientos de comida rápida, cafeterías, fuentes de sodas y restaurantes chinos y demás. Habían pasado casi dos horas de que dejaran a Ukyo…

Kentaro salió corriendo a detener a unas personas de habían esquivado el establecimiento de Ukyo debido a que ellos estaban ocupando casi todo el lugar.

¡Esperen! No se vayan, este es el mejor lugar de comida rápida en toda Odaiba— dijo con tono versátil—.

Es cierto— Salió Kosuke tambien— una vez que mi amigo y yo probamos la comida no hemos podido dejar de venir—.

Una gotita de sudor bajó por la cabeza de Aleya, Haruki se puso una mano en la cara.

Oh, por todos los cielos…—.

Vamos, vamos señores, no se arrepentirán —dijeron los dos chicos logrando convencer a esas personas, además de que prácticamente ya los estaban jalando hacía el establecimiento—.

Uno de los señores se sentó.

¿Y que es lo que preparan aquí? —preguntó—.

Ukyo estaba por hablar cuando…

¡De todo! —dijo Kentaro— usted pida lo que quiera—.

¡Kentaro! —lo jaló Haruki del brazo— ya cállate—.

Ukyo no pudo evitar esbozar una leve sonrisa al ver eso.

Taiki se sorprendió.

Mi especialidad son los Okonomiyakis, señores —argumentó la castaña de ojos color zafiro sin borrar aquella sonrisa, —pero tambien puedo prepararle algún otro platillo que usted quiera—.

Kentaro sonrió, había logrado hacer sonreír a Ukyo.

Vaya… —Dijeron Aleya y Haruki al mismo tiempo—.

Kosuke miró al rubio con recelo y Haruki se percató de ello por lo que tomando a ambos del brazo los jaló fuera del establecimiento para hablarles, de modo que solo ellos escucharan.

Será mejor que nos vayamos—.

¿Pero por qué? —Protestó Misawa— ¿No viste como le conseguimos clientes a U-chan?—.

Si se la pasan obligando a las personas a pasar Ukyo va a tener problemas después—.

Es cierto —apoyó la rubia— mejor vamonos ya, al menos ya nos hemos cercioramos de que Ukyo-san está bien—.

Las chicas tienen razón —se acercó Kosuke, después volteó a donde la chica ya preparaba la orden para esos señores— lo malo es que Ukyo no quiso decirnos lo que pasó—.

¿Ven? Aun no podemos irnos…—.

Pero me lo dijo a mí —agregó Aleya—, además dudo mucho que quiera hablar de nuevo de algo tan desagradable como eso—.

Haruki escuchó las palabras de Masami.

¡Me da coraje! —Espetó con desdén— ¿Quién pudo haberle causado esto a Ukyo?—.

No lo sé —comentó el rubio—, pero voy a averiguarlo y quien lo haya hecho, se arrepentirá…—.

Kosuke miró atentamente el rostro del rubio que era demasiado grave.

La pelinegra regresó al interior del puesto de Ukyo.

Ukyo-san, ya nos vamos—.

La aludida salió del interior.

Ukyo-san…—hablaron Kosuke y Kentaro de nuevo al mismo tiempo lo que ocasionó que se voltearan a ver mirándose con molestia, pero al fin habló Kosuke primero—.

Solo quiero decirte que espero que te encuentres bien y que todo salga bien…—.

Kentaro lo empujó quitándolo y tomando las manos de la chica.

Si necesitas algo no dudes en llamarme y te prometo que vendré corriendo hasta aquí—.

¡Oye no empujes! —Reclamó Taiki empujándolo para que soltara a Ukyo—.

Haruki y Aleya los miraron con vergüenza ajena.

…—.

Gracias —dijo Ukyo al fin— y no vuelvas a llamarme U-chan —dijo mirándolo con un gesto amenazador que hizo a Kentaro temer—.

Ukyo-san…— Se dirigió Kosuke a ella de nuevo y Haruki miró con atención su rostro— solo quiero que no olvides que… yo…—.

¡Vamonos! —Lo interrumpió la pelinegra de ojos violetas agarrándolo del brazo y jalándolo— Ukyo-san, nos vemos mañana en el Instituto—.

Esperen…— Dijo y volviendo a dentro un momento y rápidamente salió de regreso entregándoles algo— Aquí tienen los Okonomiyakis que les prometí—.

Pero Ukyo-san… —murmuró Aleya conmovida— No tienes que hacerlos, necesitas vender lo más que puedas para reparar los daños—.

Eso no importa, se los prometí así que acéptenlos ya—.

Gracias —los tomó la rubia— ¡nos vemos luego!—.

Lanzó un suspiró con poco afán al aire después de recordar eso, se sintió cansado ya tenía parado allí casi como media hora Aleya y Haruki habían regresado a una tienda por que según ella un vestido que Haruki había comprando estaba defectuoso y lo iban a cambiar, pero como el ya conocía a Haruki sabía que les iba a hacer pasar un "mal rato" a los de la tienda exigiéndoles que le cambiaran el vestido por otro y ella siempre se tardaba horrores en escoger un vestido, ya se le estaba haciendo raro que hubiera escogido un vestido tan rápido, pero obvio las cosas no podían salir bien… una leve sonrisa cruzó por sus labios tal vez habría sido divertido ir, pero no, tenía cosas que pensar y prefería esperarlas allí, en cuanto a Kentaro, se le había perdido sin darse cuenta… Estaba en esto cuando posó su mirada en un establecimiento de comida donde una mujer preparaba Okonomiyakis, Kosuke no pudo evitar prestar atención a como lo hacía, el estilo de Ukyo era único y era quizá por eso que sus Okonomiyakis eran los mejores…

—¿Qué pasó? —Escuchó de pronto tras él— ¿Te parece atractiva esa señora?

—¡Cállate Misawa! —Contestó cerrando los ojos y sin volverse.

El rubio de ojos verdes se paró junto a él y se rió, pero de un momento a otro su gesto cambió a uno más serio.

—Hay algo de lo que necesito hablar contigo Taiki —le dijo llamándolo por su apellido como él lo hiciera.

—¿De que se trata? —Inquirió.

—De Ukyo.

Kosuke rió con desgano mirando hacia el suelo un momento.

—Me lo imaginaba ¿y sabes…?

El otro lo miró interrogante.

—No voy a quedarme tranquilo.

Kentaro sonrió con altivez cerrando sus ojos.

—Gracias por decírmelo, pero quiero que sepas que desde que conocí a Ukyo supe que ella era diferente…

Una sonrisa irónica se estampó en los labios de Kosuke.

—¿Acaso lo dices por que ella no se deslumbró con tu cara de conquistador?

—No es solo por eso… —completó el rubio con seriedad.

Kosuke se volvió hacia él al fin sin borrar ese gesto irónico de su boca y de sus ojos.

—¿En serio? Siempre pensé que para ti ella era solo otra de tus presas.

Kentaro lo miró con molestia, pero se recuperó y le devolvió la sonrisa.

—No voy anegarlo porque es obvio que te has dado cuenta… —dijo y su sonrisa desapareció—, pero lo creas o no, Ukyo es más importante para mi de lo que tú piensas y por ello voy a luchar por ella y será mejor que te prepares por que lo que has visto hasta ahora no es nada en comparado a lo que estoy dispuesto a hacer para conquistarla.

Al escuchar eso la sonrisa irónica de Kosuke se transformó en una de tristeza.

—Supongo que a partir de este momento tú y yo, ya no podremos seguir siendo amigos.

—… —Kentaro lo miró en silencio por unos instantes, después desvió la vista y se volteó— buena suerte Taiki— dijo al fin y se fue de allí abandonando seguro la tienda y el centro comercial.

Kosuke cerró los ojos.

"Ukyo-san…"

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Ya eran las 9:00 de la noche cuando Ukyo despidió a unos de sus últimos clientes, ese día le había ido bien en ventas después de todo, pero la ausencia de una de sus parrillas le había obligado a aprovechar cada momento que no hubiera gente para dejar algunas cosas ya preparadas. No le gustaba cocinar de ese modo pues prefería dar las cosas recién echas, pero no tenía alternativa. Recordó la oferta del señor Masato y suspiró con desilusión, desde que había logrado adquirir su casa había esperado la oportunidad de conseguir el local de alado para su restaurante, pero el dueño no había tenido interés en venderlo hasta ayer… probablemente el vendedor de bienes raíces se había dado la tarea de convencerlo de diversas formas hasta que lo había conseguido, pero ahora ella no podía adquirirlo… que irónico.

Acepta—. Recordó las palabras de Ryoga, el cual por cierto no había regresado desde medio día.

"¿Se habrá marchado al fin?", se preguntó.

—¿Siempre tienes abierto hasta tarde? —Escuchó una voz que la hizo salir de sus pensamientos abruptamente.

—¿Ryoga? —dijo mirando como el joven de cabellos negros cenizos y de ojos color tostado se aproximaba al umbral de la puerta y después de dejar caer su mochila en el suelo tomaba haciendo frente a ella.

—Creo que trabajas demasiado —concluyó descansando sus brazos en la barra.

—¿Y ahora que quieres? — dijo Kuonji tiñendo casi de manera involuntaria su voz de hastío.

Ryoga la miró.

—Si atiendes así a tus clientes se irán.

—No trato así a mis clientes, te trato así a ti —dijo de igual modo tomando un trapo y limpiando la superficie de la parrilla.

—¿No te cansas? —Dijo reduciendo el tono de su voz, pero Ukyo lo alcanzó a escuchar crispándose.

—¿Qué dices?

—Olvídalo —reparó cerrando los ojos— ¿No me vas a atender? Vine comer.

Ukyo reaccionó.

—Está bien, pero en cuanto termines, te vas.

—Claro —dijo con una sonrisa algo irónica— te aseguro que eres el único puesto abierto aun, de otro modo no habría venido.

—… —Ukyo se sintió molesta, pero se calmó y decidió comenzar con la comida— ¿Qué quieres?

—"La especialidad de la casa" —comentó Ryoga ironizando sin querer.

—De acuerdo, pero no esperes que sea rápido ya sabes como "están" las cosas por aquí —recalcó y Ryoga no pudo más que sonreír de nuevo, esa joven era demasiado resentida.

Ukyo preparó la mezcla puesto que se le había terminado, mientras lo hacía Ryoga la miró muy atentamente tanto que hasta Ukyo se comenzó a sentir inexplicablemente incómoda por su silencio y su mirada, ante esto cruzó por su cabeza preguntarle en dónde había estado, pero mejor se contuvo, no era como si le importara. Cuando la mezcla estuvo lista la vació sobre la parrilla caliente.

—Aquí está —dijo al cabo ofreciendo el plato y Ryoga lo tomó.

—Gracias… —dijo y comenzó a comer. No recordaba si alguna vez había comido la comida de Ukyo, a él siempre le daba lo mismo siempre y cuando tuviera algo en el estómago. A Ranma siempre le había fascinado la comida de Ukyo, y el recordaba haberse sentido molesto con el cuando alababa la comida de esa chica y menospreciaba los esfuerzos de Akane al momento de cocinar; lo reconocía, una de las cualidades de Akane no era la cocina, pero había tanto en ella… Ryoga paró sus pensamientos y no pudo evitar sonreír con desdén al darse cuenta de que de nuevo estaba recordando a Saotome y a Akane. Cada vez se convencía más de que cualquier cosa que tuviera que ver con Ukyo tenía que ver con Nerima y ellos.

Ukyo percató la sonrisa de Ryoga y aunque no quería preguntar, no se resistió.

—¿De que te ríes?

—Tonterías —respondió— no creo que a ti te causen gracia— miró la parrilla y agregó— Es solo que no recuerdo haber probado antes tu comida.

Ukyo cerró los ojos con algo de indignación.

—Pues claro, esa vez que te invité a ti y a Akane para su cita, tú preferiste comerte la taza.

Ryoga se ruborizó al recordar eso, si Ukyo alguna vez trató de ayudarlo a conquistar a Akane, por sus propios intereses, pero podía decirse que allí pudo haber un intento de formalizar una amistad o algo por el estilo.

—¿T-te acuerdas…?

—Claro que me acuerdo —dijo— fue todo un fracaso.

Ryoga no sabía si molestarse o no con ese comentario, pero optó mejor por reír.

—Tienes razón, fue un desastre.

—¿…? —Kuonji se sorprendió ante la risa de Ryoga de echo ella esperaba que se molestara con el comentario, después de todo seguía sin poder evitar soltar esas ironías cuando estaba con el joven de ojos color tostado.

—¿Cuánto es? —la pregunta de Ryoga hizo reaccionar a Ukyo que sin entender por qué se había quedado tan distraída mirando su rostro al reír.

—S-seiscientos yens —titubeó.

Ryoga sacó varios billetes y los colocó en la mesa.

—Allí está.

Ukyo se sorprendió.

—Oye, pero… esto son dos mil yens.

—Te dije que te pagaría los daños, ¿o no?

—¿De donde los sacaste? —se refirió a la cantidad tomándola y mirándola como si fuera lo más raro del mundo.

—Vendí algunas de mis fotografías —explicó el joven poniéndose de pie— además conseguí un empleo de medio tiempo. Te tendré más hasta la próxima semana, cuando cobre— concluyó y tomando su mochila se la echó al hombro disponiéndose a irse.

—¿Tienes más dinero? —Preguntó Ukyo deteniéndolo.

—Eso no te importa —dijo sin ningún tipo de hostilidad ante la cuestión y dando dos pasos para salir.

—¿Tienes donde dormir? —Insistió.

Pero Ryoga no contestó atravesando el umbral de la puerta.

Al ver eso Ukyo rodeó su parrilla…

—¡Oye! ¿Vas a estar bien? —Preguntó parando en seco bajo el marco de la puerta al percatarse de su actitud. Por otro lado, Ryoga se detuvo en la banqueta y se volvió a la joven de ojos azules mirándola un tanto desconcertado.

—¿Y ahora…? ¿Por qué actúas como si estuvieras preocupada…?

—¡Te equivocas! —lo cortó— No estoy preocupada— concluyó desviando la mirada al techo.

Ryoga la miró por unos segundos más y sonrió con un gesto amable.

—Tienes razón, estoy equivocado —fue lo que dijo y se fue.

Ukyo se quedó allí parada sin saber que hacer…

Al día siguiente se levantó muy temprano, pues no había podido dormir bien, se había parado, bañado y puesto el uniforme del instituto, una falda color vino, una blusa blanca de manga corta y aglobada, con un moño pequeño color vino en el cuello. Se quedó sentada mirándose al espejo, se alzó el cabello para atárselo y eso por alguna extraña razón le hizo recordar algo…

Tu eres la mejor cocinando U-chan— Dijo el pelinegro de la trenza hallándose en la sala de su casa de Nerima—.

Por supuesto y sabes que siempre podrás comer mi Okonomiyaki si te quedas conmigo—.

El joven dejó el plato sobre la mesa de centro y alzó la vista dándole una sonrisa tranquila a Ukyo. Sonrisa que hizo que la joven se ruborizara de nuevo, últimamente hacía eso muy seguido, en aquel momento no había querido darse cuenta de que había algo distinto en su amigo de la infancia. Ranma se dejó ir hacía atrás doblando sus manos tras su nuca y recostándose en el suelo, contemplando la lámpara del techo.

Ella lo miró y se atrevió a hablar.

Ranma… ¿Ya has pensado lo que vas a hacer?—.

¿Umn…?—.

Si… ya sabes… —dijo algo nerviosa— cuando la preparatoria terminé…—.

Si, lo he pensado —dijo el joven sorprendiendo a Ukyo con su respuesta—.

¿He? —Los ojos de Ukyo temblaron— ¿Quieres decir que…?—.

U-chan —Dijo Ranma incorporándose en un santiamén y mirándola— Ignoro la magnitud de las consecuencias que atraerá mi decisión… no se si hacerlo…—.

¿Estas confundido? —le preguntó acercándose a él con preocupación—.

El la miró con algo de desconcierto, pero sonrió.

No, no lo estoy, de hecho nunca estuve más seguro de lo que siento… —dijo y se acercó a la mesa quedando así más cerca de ella— U-chan, ¿Estarás conmigo?

¡Por supuesto! —Dijo la chica— oye, somos amigos, nunca olvides eso—.

Gracias —respondió él con otra sonrisa— creo que ya les he hecho esperar mucho…—.

El cepillo se deslizó de su mano cayendo al piso y haciéndola volver al presente. Miró el cepillo en el suelo y lo recogió. Se acomodó el cabello como siempre y salió. Caminó por las tranquilas calles de Odaiba, siempre era así a esa hora, eran las 6:30 de la mañana, sino salía a esa hora era muy probable que no llegase a la escuela.

CONTINUARÁ…

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ATTE: Hisaki Raiden "La legendaria swordgirl princess".

Sayounara!