Rurouni Kenshin pertenece a Nobuhiro Watsuki, todos los derechos reservados a su autor. Este fic fue creado con fines de entretenimiento y no de lucro.

Advertencia: Esta historia está clasificada "R" por un motivo. Si no tienes la edad o la madurez suficiente, no la leas…

"La Geisha y el Hitokiri"

Kaoru levantó la mirada al escuchar el portón abrirse e inmediatamente se refugió tras una columna.

"Los Ishin Shishi" – se dijo atisbando tras su escondite.

Sus ojos de inmediato se posaron sobre el hombre más joven del grupo: un pelirrojo con mirada de fuego, un hombre reservado y taciturno que usualmente se dedicaba a beber sake mientras sus compañeros se dedicaban a actividades más placenteras. Aquello suscitaba la curiosidad de Kaoru¿Por qué no se relacionaba con alguna de las mujeres hermosas que habían en la casa? Ellas ciertamente se mostraban interesadas por él, quizás tanto como ella. La verdad es que el joven se cruzaba por su cabeza desde que lo hubiera visto por primera vez meses atrás.

"Es muy apuesto…" – pensó mientras suspiraba.

El pelirrojo levantó una ceja y volvió la mirada hacia la columna…Kaoru de inmediato volvió a esconderse mientras el observaba el lugar donde ella se escondía.

"¡Eh, Himura¿Qué haces¡Date prisa!"– le gritó alguien.

El joven se encogió de hombros y siguió a sus compañeros. El grupo de hombres, espadas colgando de sus cintos, entró riendo al prostíbulo. La dueña, una antigua geisha les dio la bienvenida.

"¡Por todos los cielos¡No los esperaba hoy!" – pensó con rapidez.

Los Ishin Shishi era el grupo de los "patriotas", los que querían acabar con el régimen Tokugawa, que se caracterizaba por ser un gobierno feudal y anticuado. El ideal de los Ishin Shishi era volver a coronar a un emperador que llevaría al país a una era de modernismo y progreso.

"Bienvenidos, señores" – los saludó la mujer.

"Estamos celebrando un cumpleaños" – contestó con voz rasposa el jefe del grupo – "y merece un trato muy especial".

"Por supuesto" – sonrió ella – "¿y quien es el afortunado?"

El grupo de hombres se apartó para revelar al joven. A pesar de haberlo visto en varias ocasiones, ella no pudo evitar sorprenderse al verlo.

"¡Battousai!"

Era increíble que ese joven delgado y de mediana estatura fuera el Hitokiri Battousai, la leyenda. Nadie había sobrevivido jamás a un ataque de él, nadie vivía para contarlo. La mujer lo miró con curiosidad; cualquiera pensaría que un asesino tan efectivo tendría más edad pero frente a ella estaba un joven que no debía tener más de dieciséis años, de cuerpo delgado y atlético, con una cara impasible. Había un aura de misterio en el chico – nadie conocía sus orígenes, sólo se sabía que era el tesoro más grande de la revolución.

"¿Estás listo para divertirte, Himura?" – preguntó el hombre.

"Esto no tiene sentido" – contestó con voz seria – "sabes que no tengo ningún interés…"

"Jamás lo ha demostrado" – murmuró la dueña.

Aquello era cierto. Los Ishin Shishi frecuentaban el lugar para divertirse mientras Battousai se limitaba a beber sake en un rincón, siempre sujetando su espada.

"Pues esta noche se divertirá" – el jefe palmeó su espalda – "Disfruta la vida, muchacho".

"¿No tiene alguna misión para mí?"

"No esta noche" – se volvió hacia la mujer – "Necesitaremos de su sake especial."

"Claro, señor" – se inclinó frente a él mientras les daba paso hacia la habitación de juegos.

"¿Beberás conmigo, Himura?"

"Lo haré, señor" – afirmó – "siempre se aprecia el buen sake".

"No tienes la menor idea de lo que te espera…" – pensó el hombre, divertido.


En la cocina de la casa, Kaoru terminaba de barrer el suelo.

"¡Pronto¿dónde está la botella de sake especial?"

"¿Cuál botella?"

"La que preparé con hierbas".

"¡Oh no¿Qué va a hacer esta vez?" – la jovencita la miró con pesar.

"¡Cállate niña!"

"¿Tenemos a algún visitante rico?"

"¡Que te calles, Kaoru¡No me mires con esa cara, niña¡Recuerda que al menos tienes un techo donde cobijarte!"

"¡Lo sé¡Usted me lo recuerda todos los días!" - la miró indignada – "¡pero yo le pago con mi trabajo!"

"¡Aquí est�!" – la mujer tomó la botella entre las manos – "¡Corre y avísales a las chicas que se preparen para los Ishin Shishi!"

La jovencita dejó la escoba en un rincón y corrió hacia las habitaciones de las otras habitantes de la casa para avisarles que se ataviaran con sus mejores trajes.

"¿Cuándo te unirás a nosotras, Kaoru?" – le preguntó una.

"¿Yo?" – la miró extrañada.

"Deberías olvidarte de comportarte como un chico. Olvida las artes marciales y conviértete en una de nosotras".

"No creo ser…"- se detuvo antes de decir algo insultante – "suficientemente bonita".

"Podrías serlo" – se acercó a ella una con maquillaje en mano – "Ven aquí".

"¿Qué vas a hacer?" – la miró alarmada.

"Te voy a poner bonita".

"No…no…"

"¡No seas necia! Seguro que los revolucionarios te darán una buena propina…"

"Pero yo…"

"Sólo sírveles el sake, Kaoru".

"Pero…"

Antes que pudiera evitarlo, la estaban maquillando como una geisha.


Battousai se reclinó en la pared y se dejó resbalar por ella hasta caer sentado. Escuchó las risas de sus compañeros y levantó la mirada hacia ellos.

"¿Qué te pasa, Himura?" – preguntó el jefe.

"¿Demasiado sake?" – preguntó un compañero.

"No…"- contestó cerrando los ojos para controlar la extraña agitación que estaba sintiendo.

"Bebe más" – dijo el jefe dándole a beber de la botella mientras reía.

"Lo va a emborrachar" – le advirtió la dueña.

"Ya está borracho" – dijo riendo con malicia – "¿Dónde están sus chicas?"

La puerta se abrió para revelar a diez mujeres, maquilladas y ataviados en elegantes kimonos.

"¡Elige una Himura!" – le gritaron eufóricos.

"¿Elegir?" – repitió tontamente.

"Es tu cumpleaños, puedes elegir a la que quieras".

Todos rieron antes su apariencia. Las mujeres le sonrieron con coquetería y se acercaron a él para acariciarlo. El joven permaneció impasible mientras lo besaban y lo acariciaban atrevidamente.

"¿Está vivo?" – preguntó una geisha.

"¿Es de carne y hueso?" – preguntó otra.

"¿Tiene sangre en las venas?" – preguntó una tercera.

"¡Déjenme en paz!" – las apartó de un manotón antes de tomar la botella de sake.

"Mujer¿no tienes nada más en el inventario?" – preguntó el jefe al ver la reacción de Himura.

"No se preocupe, señor. Déjelo que beba un poco más y se irá con cualquiera".

"Si tú lo dices…"- se cruzó de brazos.

"Iré por su comida y más bebidas" – dijo la dueña antes de dirigirse a la cocina.


"¡Kaoru¡Kaoru¿Ya tienes lista la comida?"

"Por supuesto" – contestó volviéndose hacia ella.

"¡Kaoru¿Qué te hiciste?"

"Fueron las chicas. Estaban jugando a la muñeca conmigo".

La mujer la miró de pies a cabeza y sitió un extraño cosquilleo. Era cierto que no le tenía mucho cariño a la jovencita pero tampoco la veía como una extraña. La madre de Kaoru habia sido su amiga de la infancia y era por eso que la habia recogida al ella quedarse huérfana. Al ver a Kaoru ataviada de geisha sintió un terrible cargo de conciencia.

"No me gusta verte así, Kaoru".

"Pues ya somos dos…"

"¿Entonces…?"

"Ya le dije que las chicas insistieron y dijeron que tal vez me gane una bonita propina…"

"¿Propina?"

"¿Me la podría quedar? Es que necesito un bokken nuevo…"- le dijo.

"¡Que niña eres, Kaoru¿Hasta cuando insistirás en esas actividades de chico?"

"Debo conservar el estilo de mi padre o se perderá… ¿me dejará la propina?"

"¡Está bien! Anda, ayúdame a llevar la comida y el té y podrás retirarte a dormir".

"¡Gracias!"


Battousai estaba sonriendo, algo inusual en él. Se sentía muy bien, muy alerta, muy vivo como se sentía cuando estaba persiguiendo a su siguiente víctima. Miró a su alrededor y las mujeres empezaron a parecerle menos desagradables pero realmente no había una que hiciera que la sangre corriera por su venas.

"Elígeme a mi, chiquillo y verás lo bien que pasaremos"– le susurró una mujer al oído.

El la miró de medio lado, poco convencido. La puerta del salón se abrió y la dueña entró acompañada de una geisha de baja estatura. Los ojos del Hitokiri se posaron sobre ella buscando su mirada. Kaoru posó la bandeja sobre la mesa y levantó su rostro para encontrarse con los ojos color ámbar del Battousai.

"¿De donde la sacaste?" – preguntó uno de los hombres rodeando la cintura de Kaoru con su brazo.

Hábilmente, Kaoru se soltó y le regaló una sonrisa mientras empezaba a servir el sake. Ella se inclinó y el kimono se entreabrió para revelar piel muy blanca. El Hitokiri tragó en seco y sintió la sintió la sangre hervir en sus venas.

"¡Esa¡Esa es la que quiero!"

Todas las miradas se posaron sobre el festejado. El apuntaba con su dedo índice hacia Kaoru.

"¡Así que te decidiste!" – dijo el jefe riendo.

"Ella no es para eso" – dijo la dueña.

"¿Cómo que no?" – preguntó el jefe.

"Ella no es una geisha".

"Lo parece".

"No soy una geisha" – dijo Kaoru – "sólo soy una sirvienta".

"Pues estás vestida como una geisha y Battousai ha escogido" – dijo en tono amenazante.

"Escogió mal" – respondió ella con altanería y se dio la vuelta para salir.

Dos brazos la retuvieron con fuerza. Ella los miró con el ceño fruncido.

"¡Suélteme ahora mismo!"

"¿O qué?" – le contestó el hombre – "Battousai¿es ella quien quieres?"

"Ella no está para eso" – volvió a insistir la dueña.

"¡He dicho que la quiero a ella!" – repuso el Hitokiri.

"Ya escuchaste a Battousai," – dijo el jefe - "él te quiere a ti".

Una bolsa llena de monedas de oro cayó a los pies de la dueña.

"Ahí hay más dinero de lo que haces en un mes. Te estoy pagando muy bien por el regalo de Battousai".

"Pero…"

"Te lo ordeno…o te enterarás del porqué le dicen Hitokiri…"- la amenaza fue pronunciada en voz muy baja pero fue efectiva.

Kaoru miró a la dueña estupefacta. La mujer la miró con culpabilidad

"Ya escuchaste" – dijo Ikari sin mirar a la jovencita.

"¡No pueden obligarme¡No estoy a la venta!" – protestó.

"Battousai te desea y hoy es su cumpleaños" – le dio el jefe – "Deberías sentirte honrada".

Impulsivamente, Kaoru le escupió en el rostro. Los gemidos de sorpresa de tanto hombres como mujeres se escucharon por toda la habitación. El hombre levantó la espada lleno de ira…dispuesto a matarla pero Ikari se interpuso.

"Ella cumplirá su deber…" - llamó a dos de las geishas más antiguas – "Llévenla a la habitación especial".

"¡No¡No!" – intentó escapar pero dos soldados desenfundaron sus espadas y la pusieron contra su cuello.

"Himura¿estás seguro que quieres a esta fiera?"

El espadachín se acercó a ella y levantó la barbilla de la mujer hacia él. Con ojos entrecerrados miró el rostro ovalado antes de llevar sus labios hacia el cuello de la joven. Kaoru sintió el beso húmedo que él posó sobre su piel y se estremeció antes que él se apartara.

"Si" – dijo empuñando su espada.

"¡Rápido¡Sácala de aquí!" – ordenó el jefe.

"Si intentas escapar, te cortaremos el cuello" – dijo un soldado – "pero antes mataremos a las otras frente a ti".

Kaoru se debatió todo el camino hacia la habitación, intentando golpear a los soldados. Por fin uno de ellos perdió la paciencia y la abofeteó con fuerza, haciéndola caer dentro de la habitación que la aguardaba. Una de las geishas se arrodilló junto a ella para ayudarla.

"La próxima vez, te mataré".

"Desgraciado" – alcanzó a mascullar ella.

"¿Te atreves a responder?" – preguntó el hombre indignado.

"Discúlpela, por favor" – rogó la geisha – "déjeme con ella y yo la convenceré".

"¡Está bien¡Compórtate, niña o lo lamentarás! Battousai no es conocido por su paciencia…" - dijo antes de salir.

Una vez a solas, Kaoru se lanzó a los brazos de la mujer.

"¡Ayúdame!"

"Kaoru, si no cumples las órdenes¡nos matarán!"

"Pero…pero… ¡no puedo hacerlo!"

"¡Nos matarán, Kaoru!"

"Me mataré yo primero" – dijo poniéndose en pie.

"Kaoru…"

"¡Ayúdame!"

La geisha miró el rostro asustado de la joven y suspiró.

"Está bien, Kaoru".

"¿Me ayudarás a escapar?"

"Tomaré tu lugar".

"¿Y si se da cuenta?"

"Está afectado por el sake…y mantendré la habitación a oscuras".

"¿Harás eso por mí?"

"Sí, pero pase lo que pase, tendrás que mantenerte muy callada".

"Lo haré".

"No importa lo que veas o escuches" – le advirtió la mujer – "ahora, escóndete en el armario".

Ella obedeció y se acuclilló dentro del mueble. Casi enseguida escuchó la puerta abrirse y pasos. Kaoru cerró los ojos y empezó a rezarles a los dioses porque el plan de la geisha funcionara. Escuchó un ruido seco y el grito ahogado de la mujer.

"¡Fuera¡Vete de aquí!"

Pasos apresurados avanzaron hacia la puerta y la cerraron con fuerza.

"¿Vas a salir o tendré que ir a buscarte?"

La jovencita tragó en seco.

"No me hagas ir por ti…"

Ella no estaba dispuesta a darse por vencida. Escuchó los pasos del Hitokiri acercarse al armario y se preparó para salir corriendo. Estimando cuando el hombre estaría frente a la puerta del mueble y empujó con todas sus fuerzas para derribarlo.

Lo que Kaoru no calculó fue que narcotizado o no, los reflejos del espadachín número uno del Japón seguirían intactos…él hombre esquivó a la jovencita y logró tomarla por la muñeca. Ella se debatió con todas sus fuerzas.

"¡Suélteme!"

"Ven aquí" – le dijo con voz rasposa.

"¡No! No me importa si eres el Battousai o no".

"¡Ven aquí!" – repitió rodeándola con sus brazos.

Kaoru sintió su cuerpo estrellarse contra el del hombre y dejó escapar un grito.

"¿Creíste que no me daría cuenta?"– dijo Battousai mirándola con enfado.

"¿Cómo¡La habitación está a oscuras!"

"Ella no huele a jazmín" – dijo posando otro beso sobre su cuello.

"¡Suéltame!"

"Déjate de tonterías…pagamos un buen precio por ti".

"Yo no estoy a la venta" – contestó dándole un pisotón.

El Hitokiri la soltó con una sonrisa divertida en el rostro. Kaoru corrió hacia la puerta y él esperó unos segundos antes de seguirla. Ella escuchó los pasos tras ella pero no pudo evitar sorprenderse al verlo aparecer frente a la puerta. Kaoru se detuvo en seco.

"¿Dónde crees que vas?" – preguntó arrinconándola en la pared.

"¿Cómo¿Cómo llegó?" – preguntó perpleja.

"Soy tan rápido como el viento…"

La tierra cambió de posición y la luz de la luna empezó a filtrarse por la ventana, iluminándolos a ellos. La mirada del asesino volvió a posarse sobre la azul de Kaoru…y ella sintió que se iba a ahogar en él. Sujetándola aun con un brazo, dejó el otro rodar sobre el pecho de la joven. Ella dio un salto e intentó apartarse.

Los labios del hombre cayeron sobre los suyos impidiendo que continuara la frase. Kaoru estaba azorada ya que jamás en su vida la habían besado. El hombre apasionado como estaba, la besaba con violencia, mordisqueando sus labios, obligándola a entreabrirlos. Ella intentó gritar pero eso sólo le dio acceso al hombre a la calidez de su boca. Kaoru apretó los puños al sentir la lengua del joven en su boca, acariciando la suya, enredándose en la de ella. Sintió el cuerpo del Hitokiri aprisionar el suyo contra la pared y abrió los ojos con sorpresa al percatarse de cómo su cuerpo se amoldaba al masculino.

Corrientazas eléctricos recorrían el cuerpo de la joven y ella sentía como sus rodillas empezaban a flaquear. Súbitamente, el Hitokiri la soltó y ella cayó el suelo. El dio un paso hacia atrás y empezó a deshacerse de las muñequeras antes de dejarlas caer sobre el regazo de Kaoru.

Aquel gesto del hombre hizo que ella reaccionara de su estupor e intentó levantarse. Battousai adivinó sus intenciones y se inclinó para aprisionarla entre sus brazos. Ella abrió los ojos alarmada cuando la mano de él se dirigió hacia su obi para desatar el nudo.

"Escúchame…"

"Calla de una vez" – le dijo halando la cinta alrededor de su cintura – "No más juegos".

"¡No estoy jugando!"

Escuchó el rasgar de una tela antes que sus hombros empezaran a descubrirse. Los labios del Hitokiri empezaron a recorrer la piel de su cuello y de sus hombros a medida que la desvestía. Kaoru intentó empujarlo para apartarlo pero el no se movía ni un milímetro. Un gemido se escapó de sus labios al sentirlo mordisquear su hombro.

"Te agrada¿verdad?"

Los labios masculinos volvieron a cubrir los suyos mientras sus manos terminaban de apartar el kimono. Volvió a rodearla con los brazos y la hizo caminar con él para dirigirse hacia el futon. El la hizo caer con suavidad sobre el colchón y la cubrió con su cuerpo. Ella logró soltar sus manos y las llevó hacia la cabeza del hombre para halar su cabello pero lo único que logró fue que este cayera en cascada sobre ellos.

"Que extraño color de cabello" – pensó fugazmente e impulsivamente tomó un mechón entre los dedos.

El gesto no pasó desapercibido para él y sonrió contra los labios de la mujer. Tenía el presentimiento que ella lo iba a satisfacer de una manera imaginable. Las manos de él recorrieron su piel con desespero mientras deslizaba los labios por su cuello para saborear su piel. Kaoru apretó los ojos llena de confusión ante los extraños sentimientos que experimentaba…pensaba sentirse asqueada al ser tocada por el Hitokiri pero si era honesta consigo mismo…

"¿Qué me está pasando?" – se preguntó confundida.

Un asalto a sus sentidos – eso era lo que el Battousai estaba haciendo con ella. El cabello rojo cosquilleaba sus mejillas y dejó escapar un soplido para apartarlo. El hombre levantó el rostro para mirarla e inmediatamente volvió a besarla apasionadamente.

"Sake…tiene sabor a sake" – pensó cuando el rozó su lengua.

El acarició su paladar antes de perderse entre sus labios y volver a tomar su lengua entre la suya. Ella lo sintió aprisionarla contra la suya y decidió corresponderle. El Battousai tomó este gesto con mucho agrado y la dejó besarlo a su antojo. Sin pensarlo, las manos de Kaoru viajaron hacia la cabeza del hombre y enredó los dedos en su cabellera.

"Sedosa…y huele a ¿cedro?" – se preguntó.

Battousai soltó sus labios y se arrodilló sobre el futon para deshacerse de su gi. El aire frío de la noche golpeó la piel de Kaoru y una vez estuvo consiente de su desnudez y de la situación en la que se encontraba. No era posible, se decía la joven. No era posible que ella estuviera en la cama con el Hitokiri Battousai, el asesino más famoso de la era. No era posible que la hubieran vendido como a una esclava.

"No más juegos" – repitió él presintiendo lo que ella pensaba hacer.

Las manos de Kaoru volaron a su busto para cubrir su desnudez antes de mirarlo. Con el cabello suelto y sin camisa, revelaba un abdomen plano y musculoso…se veía tan joven, no parecía un asesino…es que un asesino¡no podía ser un muchacho tan apuesto!

"Incítame, mujer" – lo escuchó decir antes de recostarse sobre ella

"Escúchame, Battousai, no soy una prostituta" – logró musitar.

"Sí, claro" – repuso con sarcasmo.

"Créeme…"

"Pagaron una buena suma por ti. Ahora cumple con tu trabajo".

"No sabes lo que dices… ¡es el sake!"

El hombre optó por besarla para callarla. Los brazos de Kaoru se interpusieron entre sus cuerpos pero por más que lo empujaba no lograba apartarlo ni un milímetro. Las manos del Hitokiri acariciaban su contorno con avidez, recorriendo cada centímetro de su piel. Ella podía sentir las manos callosas sobre su cuerpo…podía sentir que eran cálidas…podía sentir que la hacían erizar bajo su tacto.

Una mano se deslizó desde la pantorrilla femenina hasta los muslos. El acariciaba su contorno antes de dirigirse hacia la suave piel del interior de sus muslos. Kaoru abrió los ojos como dos platos al sentir que posaba su palma sobre su triangulo intimo…y se mordió los labios al sentir los dedos masculinos deslizarse entre sus pétalos femeninos. Ella dio un respingo bajo su toque y él la miró.

Se miraron con fijeza mientras él la acariciaba y recorría su intimidad. Los dedos inquietos de Battousai provocaron en ella sensaciones jamás experimentadas…arrancando un gemido de sus labios. Complacido, él se atrevió a deslizar un dedo en ella mientas acariciaba el nódulo de nervios con su dedo pulgar.

"Por favor…basta…"- murmuró avergonzada.

"¿Te gusta jugar a la damisela inocente?" – preguntó con voz rasposa.

"No estoy jugando" – dijo intentando cerrar sus muslos.

Battousai soltó una risilla burlona y la miró con una ceja levantada.

"No vas a convencerme…puedo sentir como lates alrededor mío".

Kaoru sintió el rubor subir a sus mejillas. ¿Qué rayos le estaba pasando¿Cómo era posible que estuviera temblando entre los brazos de Battousai…y no precisamente de miedo? Los ojos dorados la miraron con detenimiento, intentando descifrar los pensamientos de la mujer mientras la continuaba acariciando…a un ritmo constante, al ritmo que pensaba utilizar una vez que estuviera dentro de ella. La sintió contraerse bajo su caricia…sintió la humedad entre los muslos femeninos y supo que ella había alcanzado su pico.

Kaoru cerró los ojos al sentir que estallaba en mil pedazos y respiró con cierta dificultad. Un extraño alivio la invadió al sentir que el hombre se alejaba de ella pues supuso que él había terminado con ella. Confusa como estaba, Kaoru no se percató que Battousai se estaba deshaciendo de su hakama. Casi enseguida, él volvió a acomodarse entre las piernas femeninas, su miembro latiendo contra el de ella. Ella abrió los ojos asustada e intentó moverse pero él la aprisionó contra el colchón…antes de deslizarse en ella. Un gemido se escapó de los labios de Kaoru…y Battousai la miró estupefacto – estaba seguro que algo se había rasgado en ella.

"¿Quién eres?" – murmuró al darse cuenta de lo sucedido.

Kaoru no pudo responder y volvió el rostro hacia un lado para dejar el llanto brotar.

"¿Quién eres?" – repitió él, apartando las lágrimas con sus dedos, el maquillaje corriéndose.

"Nadie…"- dijo entre sollozos.

Battousai la miró confundido. Jamás había estado con una muchacha inocente y el descubrimiento lo había sorprendido tanto que se sentía menos embriagado pero extrañamente excitado. Se atrevió a moverse en ella y la sintió estremecer. Kaoru gimió al sentirlo llenar su ser, inacostumbrada a la invasión masculina.

"Lo siento…"- dijo retrocediendo, antes de embestirla nuevamente – "pero es demasiado tarde ya…"

El enlazó sus dedos con los de ella.

"Mírame" – le ordenó.

Ella lo obedeció mientras lloraba en silencio.

"Déjame complacerte…"- susurró antes de besar sus labios para besarla apasionadamente.

"Por favor…" - dijo ella apartándose.

"Rodea mis cintura con tus piernas…no me sueltes".

"…yo…"

"Eres mi mujer ahora…"– dijo él sosteniendo sus caderas.

Volvió a embestirla lleno de deseo. Un gemido ronco se escapó de sus labios al sentir la estrechez que lo rodeaba, cálida y húmeda. Abrazó el cuerpo femenino y la ayudó a moverse bajo su dominio…quería que ella respondiera a él…quería ser el primero en ensancharla…el primero en danzar con ella.

Kaoru era una muñeca entre sus brazos. Era una autómata que respondía a las peticiones que él le hacía. Era imposible negarse a él…era imposible negar que él la dominaba con esa mirada dorada…con esos besos hambrientos que hacían que un extraño hormigueo recorriera su cuerpo de pies a cabeza. Las manos de Battousai la aquietaron sobre el futon antes de arremeter en ella con profundidad…una vez…dos…tres…y lo escuchó gemir nuevamente antes la llenara con su simiente. Kaoru permaneció inmóvil, demasiado impresionada para emitir siquiera un quejido cuando él se dejó caer sobre ella.

"Así que esto es lo que se siente al ser la mujer de Battousai…" – pensó incrédula.

Battousai se incorporó al recuperar el ritmo normal de su respiración y se tendió junto a ella. Sorprendida, Kaoru sintió que él la rodeaba con su brazo para atraerla hacia su cuerpo. Los labios del hombre cayeron sobre su hombro.

"¿Estás despierta?" – le preguntó con suavidad.

"Si… ¿Puedo irme?" – preguntó queriendo huir.

"Aún no…"

El se puso de pie para encender una lámpara y ella apartó la mirada al apreciar su desnudez. Battousai caminó hacia la jofaina con agua y tomó una toalla que empapó antes de regresar a ella. El se sentó junto a ella y empezó a limpiar el rostro de la muchacha con delicadeza. Battousai la miró unos instantes cuando su rostro quedó libre del maquillaje.

"Eres hermosa. ¿Quién eres¿Por qué estabas vestida de esa manera?"

Ella desvió la mirada pero él la obligó a encararlo.

"No entiendo que haces aquí¿tu familia te vendió a este prostíbulo?"

"No exactamente…soy huérfana y la dueña me recogió…yo me encargo de la limpieza…es lo que trataba de decirte antes de…"

"Quisiera decirte que lo siento pero eso sería una mentira…tarde o temprano te iba a suceder y te garantizo que pudo ser peor".

Kaoru se sorprendió al ver que la mirada dorada se había transformado en violeta, que la mirada antes indiferente se hubiera vuelta cálida.

"Eres una muchachita…y tus ojos son hermosos…son azules como el cielo. Dime¿cuál es tu nombre?"

"Battousai…"

"Kenshin…"

"¿Kenshin?"

"Me llamo Kenshin…pero no se lo digas a nadie o regresaré a asesinarte".

Kaoru se estremeció entre sus brazos y él tomó los labios de la muchacha mientras se tendía junto a ella.

Me gustas – dijo él soltando su boca.

El volvió a besarla y amarla esa noche antes de desaparecer antes del amanecer.


La misión se le había hecho más larga de lo usual a Battousai. Tan sólo habían pasado diez días pero a él le parecía una eternidad por culpa de unos ojos azules que no conseguía olvidar. El hombre se deslizaba entre las sombras del pueblo para dirigirse hacia el prostíbulo y se detuvo ante la puerta con una extraña sensación. Empujó la puerta para entrar a la casa…y encontrar que todo estaba en ruinas. Las paredes y puertas estaban derrumbadas y un extraño olor impregnaba el ambiente.

"Sangre" – se dijo.

Empuñó su espalda y se volvió hacia una figura que empezaba a correr por el jardín. Sin mucho esfuerzo, Battousai logró alcanzarlo y arrojarlo al suelo.

"¿Quién eres?" – preguntó amenazando con su espada.

"¡No me mate, por favor! Sólo soy un vagabundo".

"¿Qué pasó aquí?"

"¿Qué?"

"¿Sabes que pasó aquí¿Dónde están las mujeres de esta casa?"

"¡Las mataron!"

"¿Qué?"

"Los Shishen gumi acabaron con ellas…fue hace un par de noches. ¡Las asesinaron por servirles a los revolucionarios!"

Battousai dejó caer su espada del cuello del hombre mientras asimilaba las palabras.

"Las asesinaron…"

"¿Me dejará ir?"

"¿Sabes si hay algún sobreviviente?"

"No lo sé…sólo vine a ver si había algo de comer".

"¡Lárgate!" – le gritó el Hitokiri.

El hombre corrió tan rápido como pudo mientras el espadachín entraba a la casa. La recorrió de punta a punta buscando algo, algún rastro de ella pero lo único que encontró fue un frasco de perfume de jazmín.

"No puedes estar muerta…"- se dijo guardando el frasco en su bolsillo – "te encontraré dondequiera que estés..."


Fin…¿o debe continuar?

Gracias por leer. Puede haber una continuación…todo depende de los reviews.