Historia de amor desde la cárcel

Historia de amor desde la cárcel

Capítulo 11

-Yugi, ¡cálmate! No vas a lograr nada si sigues así- le dijo con preocupación el Cuidatumbas, tomando al chico por los hombros, sacudiéndolo ligeramente.

El aludido solo sollozó aún más. La angustia de verdad lo estaba matando lentamente. Su cuerpo temblaba bruscamente y los llantos escapaban de su boca en desesperados gemidos.

Yami estaba en la enfermería desde hacía algunas horas, pero a ninguno de ellos les era permitido estar ahí. Así que ahora estaban en su celda. No recibirían noticias. La única forma de saber si Yami estaba bien era días después, cuando el Faraón volviera. Y si no volvía…

-¡No puedo! ¡No puedo calmarme! ¡Necesito saber cómo está Yami!- exclamó. Se dejó caer de rodillas, llevando su rostro al piso. -¡Fue mi culpa! ¡Nunca debí quedarme solo!- gritó.

Marik se alejó entonces. Su mano estaba en su frente, era demasiada angustia, y los gritos de Yugi no le ayudaban mucho. Con furia, golpeó con su puño la pared. Se quedó ahí luego. Intentaba mantener la calma, pero ya se le hacía demasiado difícil.

Rogaba en silencio que Yami estuviera bien. Sí, el joven había sido su amigo por mucho tiempo, pero sobretodo, el Faraón ahora significaba demasiado para Yugi. Si algo le pasaba, no sabía de qué sería capaz el chico.

Tan perdido estaba en su preocupación que no notó la llegada de Bakura.

El albino miró la muy miserable escena frente a él. Yugi en el suelo, quedándose sin voz de tanto gritar. Marik haciendo nada contra una pared. Suspiró, al menos traía una buena noticia.

-Tenshi- llamó al chico. Rodó los ojos al no recibir respuesta. Que niño tan dramático. –Levántate, ya convencí a un guardia de que te dejara estar con el Faraón- anunció.

Y esas palabras fueron mágicas. Yugi de inmediato terminó con su llanto y alzó la mirada, observando al Robatumbas con incredulidad.

-¿Enserio? ¿Puedo ir con mi Yami?- preguntó con sorpresa, esperando no haber escuchado mal. El albino asintió.

-¡Que esperas! ¡Vamos!- le dijo. El menor se puso en pie, en su rostro dibujándose un rayo de felicidad. Aunque la preocupación aún estaba presente. -¿Vienes?- Miró a Bakura, y se dio cuenta que sus últimas palabras habían sido dirigidas a Marik.

El moreno negó, la calma volviendo un poco.

Y así, sin decir más, el albino salió de la celda, con Yugi caminando a sus espaldas.

Ambos recorrieron los pasillos. Yugi estaba un poco más calmado. Si lo iban a dejar ver a Yami, era porque éste estaba bien, ¿verdad?

Sonrió. Sí, tenía que estar bien.

Recordó entonces cómo el Faraón lo había llamado antes de caer inconsciente, 'su Tenshi', su ángel. ¿Habría sido verdad? ¿O Yami simplemente había estado confundido?

Tal vez… aún lo amaba. Sí, tal vez Yami no se había deshecho de esos sentimientos.

Le había dicho que lo amaba, un año atrás. De verdad se lo había confesado.

Pero pronto, la tristeza lo inundó. Él lo había arruinado. Si hubiera aceptado esos sentimientos, ambos estarían juntos en ese momento.

Aún así, no pensaba rendirse. Iba a conquistar el corazón de Yami nuevamente, estaba decidido a hacerlo.

Alzó de pronto la mirada al ver a Bakura detenerse. Estaban en la salida de esa zona.

Un guardia los esperaba.

Bakura miró entonces a Yugi.

-¿Ves ese pasillo de allá?- le preguntó. Yugi miró al frente. Asintió luego al ver el lugar al que el albino se refería. –Es la tercera puerta a la derecha- agregó.

-Gracias Bakura- habló Yugi. El albino lo miró con molestia.

-Es Robatumbas para ti, niño- le dijo. Yugi sonrió ligeramente al ver al joven mirar al guardia de reojo.

-Claro- fue todo lo que dijo.

Y así, se alejó del lugar, esperando encontrar a Yami pronto.

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Las lágrimas caían de sus ojos. No se detenían, al contrario, con cada segundo aumentaban, manchando la suave piel de sus mejillas.

Miró su habitación. Era un lugar frío, solitario. Estaba hecho un desorden. Su ropa, y la de sus padres estaban regadas por todos lados. Al parecer a ambos les era una molestia recoger la ropa que se habían quitado antes de divertirse con su hijo.

Las paredes estaban manchadas con algo blanco. Su cama era la misma historia.

Ya no podía soportarlo, era demasiado para él. El dolor era mucho. Y esa pregunta que no abandonaba su mente era la que más le atormentaba.

Esa pregunta era un sola; ¿por qué?

¿Por qué le sucedía esto? ¿Había hecho algo mal? ¿Por qué no podía tener una vida normal? ¿Por qué tenía que soportar todos esos abusos? ¿Por qué no se atrevía a pedir ayuda? ¿Por qué tenía una pistola en su mano?

Bajó la mirada. Ahí estaba el arma, descansando pacientemente en su mano, esperando el momento para disparar su bala.

Sollozó. No quería seguir viviendo esa realidad. No le gustaba.

No quería morir, sin embargo. Pero nada de lo hiciera parecía mejorarle su vida.

Así que se había resignado, ese niño de apenas 12 años ya no apreciaba la vida. No la quería tener más.

Alzó su mano, la cual temblaba. Puso entonces la pistola contra su cabeza.

No quería hacerlo, de verdad.

No quería morir… solo quería vivir otra realidad…

Saltó de pronto al escuchar la puerta abrirse. Miró con terror a su madre, la cual lo veía con sorpresa.

-Yami… Yami deja esa pistola- susurró la mujer.

-¡No te acerques!- exclamó el niño, al mirar a su madre caminando hacia él.

-Hijo, por favor… po… podemos arreglarlo de otra forma. Baja esa pistola mi niño- le dijo. El pequeño negó.

-Noo… snif… ya… ya… ¡ya no puedo! Me duele… ¡me duele mucho lo que ustedes me hacen!- afirmó. La mujer entonces empezó a derramar lágrimas.

-Hijo… perdóname… dios, hijo ¡perdóname!- exclamó. El niño la miró. Su madre parecía estar arrepentida. –Ven, ven con mamá, mi niño- le dijo, abriendo sus brazos.

De inmediato, la pistola cayó al suelo. El pequeño sollozó. ¿Iba a cambiar por fin su realidad?

Se levantó y corrió hacia su madre, abrazándola fuertemente. Jamás pensó que volvería a sentir tal muestra de afecto.

Escuchó un sonido y levantó la mirada. Su padre había llegado al lugar.

De pronto, un fuerte golpe lo hizo caer al suelo. Miró con sorpresa a su madre, la cual ahora lo miraba con odio. La mujer luego observó a su esposo, quien se veía confundido.

-Lo encontré con una pistola en la cabeza- anunció. Los ojos del hombre de inmediato se inundaron de furia. El pequeño tembló.

-Papá… lo siento…- intentó decir, solo para terminar gritando al sentir una patada golpear su estómago. Gimió en dolor al sentir al hombre tomarlo de los cabellos.

-Eso estuvo muy mal. Tendré que castigarte- Negó con su cabeza al escuchar esto. No más dolor, no más.

-Por favor, ¡NO!- exclamó con terror al sentir sus ropas ser quitadas rápidamente.

Se limitó a sollozar luego, sintiendo algo grande entrar en él. Sus sollozos se mezclaron con gemidos de dolor. Miró al frente, encontrándose con los pies de alguien. Alzó la mirada, y miró con tristeza a su madre. Por un momento le había creído, por un momento había pensado que todo iba a estar bien.

-"¿Por qué?"- se preguntó.

Abrió sus ojos, mirando sus alrededores con temor. Suspiró. Solo había sido otra de sus pesadillas.

Intentó levantarse, solo para dejar escapar una exclamación de dolor. Se dejó caer de nuevo en la cama. Miró su pecho, notando al fin el vendaje que cubría su estómago. Recordó entonces qué había sucedido. Lo habían herido, y se había desmayado luego.

Y al parecer, ahora estaba en la enfermería.

Intentó calmar su respiración. ¿Por qué tenía que recordar todo eso?

Apretó sus puños, en esa ocasión tenía solo doce años… doce años y ya despreciaba la vida. La tristeza lo inundó. Lo recuerdos vinieron. Todos sus miedos y sus dudas de niño lo invadieron.

No recordaba un solo momento en su vida en donde de verdad se hubiera sentido feliz

-¿Por qué mis padres no me quieren?-

-Anda, ¡tómalo! Te aseguro que el mocoso es excelente-

-¿Por qué no tengo derecho a sonreír?-

-¡No sé a qué horas me casé contigo! ¡Eres un estorbo!-

-Mamá, papá… no peleen-

-Son unas pastillas que te quitarán la tristeza-

-¡Maldito asesino! ¡Violador! ¡Eres un monstruo!-

-¡Por favor, déjeme ir! ¡Tenga piedad!-

-El jurado encuentra a Yami Atemu culpable de homicidio. Sin embargo, al no haber suficientes pruebas, se le condena a solo diez años de cárcel-

Dejó las lágrimas caer. Ya no podía más. Eran demasiados recuerdos. Apretó con sus manos las sábanas y siguió sollozando. Nada de lo que hiciera lo hacía sentir bien.

Había un vacío que no se quería llenar con nada. Sentía que algo le faltaba, pero, ¿qué era?

-Yami- alzó la mirada al escuchar su nombre. Miró con sus ojos llorosos a Yugi. No había notado la presencia del chico. Pero no dejó de llorar. Se sentía mal. No podía evitarlo.

El menor se sentó en la cama, mirando con tristeza a Yami. Estaba feliz de que el Faraón estuviera bien, pero verlo en ese estado le dolía.

-Ven, Yami- le dijo. Esperaba que el Faraón negara de inmediato, pero miró sorprendido cómo el joven se acercaba a él, ignorando el dolor en su estómago. Sonrió ligeramente al ver a Yami colocar su cabeza en sus piernas.

En un esfuerzo por calmar un poco al joven, acarició el cabello de éste.

-Tranquilo- susurró. Escuchó con tristeza los pequeños sollozos, los cuales habían disminuido. Pero en realidad no podía hacer mucho. Al menos ahora se había vuelto a acercar a Yami. No podía creer que por un largo año hubiera soportado estar tan distanciado de él.

Salió sus pensamientos al ver a Yami moverse ligeramente, levantando luego la mirada. Sus ojos se encontraron.

-Tu cumpleaños es en una semana, ¿verdad?- preguntó de pronto Yami. Yugi lo miró confundido por unos segundos, pero luego asintió.

-¿Cómo lo sabes?- interrogó. No había esperado esa pregunta.

-Te escuché murmurar algo sobre eso hace unos días- contestó el Faraón. –¿Extrañas a tu familia?- Yugi suspiró. Ese era un tema algo doloroso para él. Pero bueno, al menos Yami le estaba hablando. Era un bueno comienzo.

-Sí, no he visto a mi abuelo desde que llegué aquí. Ni a mis amigos… los extraño mucho. Deben estar preocupados por mí- afirmó.

-¿Abuelo? ¿Y tus padres?- Hubo silencio durante unos segundos. Yugi estaba algo confundido. Yami nunca había mostrado interés por su vida. Y ahora le estaba haciendo las mil y un preguntas. Aunque tal vez… solo quería olvidarse de lo que sea que lo estuviera atormentando. Sonrió, si esa era la razón, estaba dispuesto a ayudar.

-Murieron hace unos años en un accidente. Desde entonces vivo con mi abuelo. Él y mis amigos son mi familia- habló.

-Ya veo…-

-Puedo hablarte de ellos si quieres- ofreció Yugi. Su objetivo era que el Faraón dejara de pensar en lo que lo había dejado llorando. Sonrió nuevamente al ver un pequeño asentimiento.

-A ver… empecemos por Joey, es mi mejor amigo. ¿Puedes creer que antes era uno de los que se pasaban molestándome en el colegio?- preguntó, riendo un poco. Yami mostró una sonrisa apenas visible. –Pero luego, lo ayudé en una ocasión y así nos empezamos a hacer buenos amigos. Después está Tea, es mi amiga de la infancia; muy buena para dar consejos. También está Ryou, es algo tímido, pero…- se detuvo al sentir el cuerpo del Faraón tensarse.

-¿Yami, estás bien?- preguntó.

-Estoy algo cansado- mintió el joven. La verdad, la sola mención de ese último nombre, le habría traído malos recuerdos.

-Es mejor que descanses entonces- le dijo Yugi. De nuevo acarició el cabello del Faraón. Sonrió. No podía creer que estuviera tan cerca del joven. Lo miró, de verdad lo amaba, no podía negarlo. Era el ser más hermoso que había conocido.

Sintió algo de dolor en su corazón al pensar en ese sentimiento. Al parecer, lo amaba tanto que hasta le dolía.

Siguió acariciando el cabello del joven, hasta que éste al fin se quedó dormido, descansando despreocupadamente por primera vez en un año.

Al parecer, cuando estaba cerca de Yugi, las pesadillas no lo inundaban.

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Magi: por todos los dioses!! ¿¡Que estoy haciendo aquí!? Debería estar estudiando T.T jeje ¿que creen? Me dio la inspiración de nuevo O.o Y por eso no he podido empezar a estudiar ¬¬ ¡¡Y la próxima semana tengo exámenes de práctica!! ToT

Así que como pueden ver ando algo apresurada. ¡Y por eso me voy ya! xD

¡¡Muchísimas gracias por sus reviews!! nOn

Espero que les haya gustado este capítulo.

¡Ja ne!

(¡¡ESTUDIAR ESTUDIAR ESTUDIAR!! Ò.Ó)