Hmm... a pesar de que una vocecita en mi cabeza me dice que no haga esto... jajaja. Aquí voy.
Este fic es AU (universo alternativo), y es el resultado de un día en el que me pidieron que contara un cuento de hadas, el punto es que el cuento se convirtió en un fic más... serio, por decirlo de alguna manera. He estado leyendo una saga llamada "La Rueda del Tiempo" y bueno, supongo que 11 libros surtieron efecto en mí y terminé haciendo esto xDD
La trama es mía, Harmonyland es de todos y Harry y Hermione se pertenecen el uno al otro
OK, los personajes son de Rowling pero yo los saqué un poco del mundo de HP para ponerlos acá ¬¬
¡Realmente agradecería mucho sus comentarios!
- Había una vez -
Parte I
Dejaré mi tierra por ti, dejaré mis campos y me iré lejos de aquí...
Había una vez, en un Reino llamado Harmonyland, un joven llamado Harry Potter que vivía con su mejor amigo Ronald Weasley en una granja donde cultivaban rábanos. Un día, su granja fue atacada por unos monstruos alados que destruyeron la cosecha de rábanos, pero a Harry no le importó mucho porque de todos modos, a él nunca le habían gustado los rábanos. Sólo los cultivaba con su amigo Ron, porque de algo tenían que vivir.
Desolados al darse cuenta de que los monstruos habían destruido su forma de sustento, decidieron viajar al Palacio de Harmonyland, para entrenar como Guardias al servicio de la Reina. Los Guardias juraban lealtad a la Reina y a cambio de ello, recibían sustento y un techo donde descansar (se decía que también un florerito en el que nunca faltaban flores azules). El azul era el color oficial de aquel reino. El emblema de Harmonyland era una llama de color azul, y en el centro una flor con forma de campanilla.
Emprendieron el viaje al día siguiente, antes de que el sol se asomara en el horizonte, por las montañas conocidas por los lugareños como La Cordillera del Mago. Iban a pie, porque eran tan pobres que no tenían caballos.
Harry era un muchacho que se había quedado huérfano y sólo en el mundo cuando sus padres murieron, en la Guerra de los Orcos... es decir, de los Trollocs... no, de los Mortífagos... perdón, de los Caballeros Negros. Sí, La Guerra de los Caballeros Negros. Esta guerra había sido ocasionada cuando la Reina de Harmonyland (en aquel tiempo, Hermione Elizabeth I) ordenó por decreto que los elfos domésticos quedarían al mismo nivel que los sirvientes del Palacio, ocasionando con ello, la indignación del Sindicato de los Sirvientes del Palacio de la Llama Azul. Y la indignación dio paso a la inconformidad, y luego a las intrigas, y después a las conspiraciones. Siempre había existido el rumor de que dentro del Palacio existían traidores que querían derrocar a la Reina Hermione Elizabeth I. Los traidores se unieron, y con ello estalló una guerra que desencadenó una cacería de seguidores fieles a la Reina y de descuidados que iban pasando por ahí. Los Caballeros Negros habían surgido.
La Reina Hermione Elizabeth I había muerto envenenada casi al principio de todo el conflicto, y su hija, Hermione Elizabeth II la había sucedido en el trono durante la Guerra de los Caballeros Negros, pero desafortunadamente, ella también había muerto asesinada en una de las batallas finales, algunos años después. En aquella batalla, los Caballeros Negros habían sido vencidos, pero el pueblo de Harmonyland había perdido a dos reinas. Sin embargo, aún había esperanza.
Hermione Jane I era la siguiente heredera del trono, pero era apenas una niña de 4 años. El Consejo de los Magos tomó el control de Harmonyland, y se hicieron cargo de la educación de Hermione Jane I, para que ésta ascendiera al trono cuando su edad así se lo permitiera. Unos 15 años después, ascendió al trono, convirtiéndose así, en la Reina más joven que se recordaba desde hace muchos, muchísimos años. Ahora, Hermione Jane I era la Reina de Harmonyland, encargada de dirigir a un pueblo azotado por la guerra.
Una guerra que había cobrado numerosas víctimas, entre las cuales estuvieron los padres de Harry, que él nunca conoció, y que lo habían abandonado a las puertas de una pobre granja. Los señores Weasley le habían contado a Harry, que su madre, mal herida, había llegado hasta la puerta de la granja Weasley. Había dicho que se llamaba Lily Potter, y que pedía que protegieran a su hijo. Les dijo también el nombre de su padre: James Potter. Ellos prometieron cuidar a Harry como su propio hijo, y después de eso, Lily murió. Harry recordaba vagamente a sus padres, pues cuando ellos murieron el tenía apenas tres años.
La guerra había llegado a su fin, pero Harmonyland todavía no terminaba de organizarse bien.
Pasaron los años, y un oscuro día, los Weasley fueron asesinados por los Caballeros Negros, sobreviviendo únicamente Ronald, de la misma edad que Harry y al que éste consideraba como a un hermano. Harry tenía pesadillas con ese día, cuando todos habían salido corriendo para salvar sus vidas y él no pudo hacer nada por la familia que lo había acogido como si fuera su propio hijo. También recordaba cuando el tonto de Ron, había estado a punto de morir porque se regresó por su bolsita de galletas de avena y casi le cortan la cabeza por semejante ocurrencia. Cuando eso sucedió Harry contaba con 10 años de edad. Y nunca entendió cómo los Caballeros Negros aún estaban activos después de que, supuestamente, la Guerra ya había terminado.
Y se podrían contar muchas cosas del reino de Harmonyland¿pero a quién le importa?. Para más información léase el libro: Historia de Harmonyland.
Retomemos la historia de Harry Potter y Ronald Weasley, que caminaban en dirección al Palacio de la Llama Azul de Harmonyland...
Viajaron durante varias semanas, durmiendo bajo los árboles y cuando tenían suerte en algún establo.
La comida se les terminó en poco tiempo, y el dinero no alcanzaba para mucho. En algunos pueblos tuvieron que trabajar como mozos de establo, tan sólo para conseguir algo de comida, alojamiento y de vez en cuando unas monedas de plata.
Y un buen día, llegaron a la ciudad de Harmonyland.
Ninguno de los dos había visto semejante cosa: la gente iba y venía de un lado para otro, los gritos de los vendedores se confundían con el sonido de los cascos de los caballos; y el humo de las cocinas de las posadas se mezclaba con el polvo levantado por el ir y venir de las carretas. Luego de un buen rato de quedarse estupefactos ante aquel espectáculo de urbanidad, Ron insistió en que lo primero que quería hacer, era comer, pero como no tenían dinero, no les quedó otra más que aguantar el hambre. El siguiente reto, era llegar con los guardias de la Reina para hacerles ver que eran unos campesinos que deseaban ponerse bajo las órdenes de su soberana. Se llevaron una gran sorpresa cuando al primer intento que hicieron los dos muchachos por acercarse a los guardias y hablar civilizadamente con ellos, fueron perseguidos porque pensaron que eran dos ladrones o mal vivientes que atentaban contra la Reina Hermione Jane I.
Tristes y desconsolados (y sucios por si fuera poco), se las arreglaron para alojarse en una posada a cambio de limpiar el establo de la misma. Harry comenzaba a pensar que aquello quizá no había sido muy buena idea. Lo mejor hubiera sido quedarse en la granja y reconstruirla hasta que pudieran volver a plantar rábanos (que no le gustaban). Pero ahora ya estaban ahí, y no daría marcha atrás.
Así que él y su amigo Ron, idearon un plan para infiltrarse en el Palacio de Harmonyland y hablar con algún Guardia de la Reina. Su plan era el siguiente: esconderse en las cajas de vegetales que llegaban a las cocinas del Palacio y una vez dentro, buscar las habitaciones de los Guardias. Para el lector inteligente, este plan habría resultado una tontería, pero para Harry y su amigo, que eran unos simples campesinos con inexistentes conocimientos acerca de la realeza, les pareció bastante viable la idea.
Un par de días después de haber ideado el plan, los dos se dirigieron por la mañana al lugar desde donde las cajas con vegetales eran introducidas al Palacio. Con gran cuidado, Harry y Ron se introdujeron, el primero en una caja de calabazas y el pelirrojo en una de rábanos. Después, las cajas fueron transportadas al interior del Palacio sin que nadie sospechara nada de lo ocurrido. Ya dentro, Ron y Harry esperaron el tiempo suficiente para poder salir sin ser descubiertos. Cuando abrieron las cajas, se sorprendieron al encontrarse en otro cuarto que estaba cerrado con un candado por fuera. Era el almacén. Desesperados, intentaron abrir la puerta, sin tener éxito. Entonces, Harry tiró de la puerta con todas sus fuerzas, se escuchó un sonidito metálico y la puerta se abrió, dejando caer el candado. Los dos amigos no se explicaban como había sido posible eso, pero estaban más contentos de haber logrado salir, así que lo olvidaron en poco tiempo.
Anduvieron por varios pasillos, y después de quince minutos, decidieron que estaban perdidos y empezaron a desesperarse otra vez. De repente, un hombre que era Guardia del Palacio los vio, y ambos fueron aprehendidos. Les dijeron que los llevarían con la Reina para que confesaran su crimen y recibieran una sentencia. Potter y Weasley pensaban que los colgarían, los quemarían vivos o alguna otra horrible manera de morir que tantas veces habían escuchado decir en las granjas vecinas.
Fueron conducidos por un largo pasillo hasta que llegaron a unas puertas de madera enormes, custodiadas por dos hombres con uniformes de Guardias. El Guardia que iba con Ron y Harry, dijo algo a los otros dos, y estos asintieron y abrieron de par en par las puertas.
Si Harry y Ron no hubieran estado tan asustados, se habrían quedado con la boca abierta.
Estaban en una estancia amplia, y frente a ellos se extendía un largo pasillo. El piso era de mármol negro y blanco, que parecía casi un espejo de tan reluciente. A izquierda y derecha se alzaban columnas, que al mismo tiempo formaban arcos entre los cuales se encontraban más Guardias. El lugar estaba decorado con estandartes en azul y plata, y con el emblema de Harmonyland en ellos. Por encima de algunos arcos, vitrales redondos dejaban entrar la luz que caía iluminando aquella habitación, dándole un aire mágico, como efímero.
Y al fondo del pasillo, Hermione Jane I estaba sentada en el Trono de Harmonyland y llevaba la cabeza en llamas... o mejor dicho, la Corona de la Llama Azul en la cabeza. Si Harry y Ron hubieran sabido más de joyas y accesorios reales, habrían llegado a la conclusión de que aquella corona era esplendorosa en su sencillez. Sin embargo, tan sólo eran un par de campesinos.
La Reina observó a los dos jóvenes que se encontraban de pie ante ella, y que hicieron una torpe reverencia cuando apenas la habían observado. Llevaban la ropa más o menos limpia, pero desgastada y parecía que habían andado un largo camino. A ella no le parecían delincuentes. Claro que el pelirrojo parecía un vagabundo, o quizá simplemente era que le recordaba a alguien. Aunque ella no conocía a muchos vagabundos.
El Guardia que los acompañaba, habló así:
"Su alteza, estos dos fueron sorprendidos merodeando los pasillos del Palacio y es mi deber entregároslos para que hagáis con ellos lo que es debido."
Hermione parpadeó. Todas esas formalidades todavía la mareaban un poco.
"¿Han incurrido en algún delito Filch?"
"Merodear por los pasillos del Palacio sin autorización es suficiente delito para mandarlos a la horca, milady."
Hermione asintió. Los dos podían tener pinta de vagabundos, pero ella nunca había mandado a la horca a nadie. De hecho, estaba pensando seriamente en abolir la pena de muerte.
"Sin duda, Filch. Pero me parece que no representan ninguna amenaza. ¿Iban armados?"
"No, mi señora."
Hermione gruñó¿qué amenaza podían representar dos muchachos de su edad, harapientos y sin armas?. Se puso de pie y caminó hacia ellos. Los dos todavía seguían con la cabeza inclinada.
"¿Cuáles son vuestros nombres?" les preguntó con aquel tono que le había escuchado a su madre algunas veces.
Ninguno de los dos respondió. Hermione puso los ojos en blanco.
"No os mandaré a la horca si levantan la cabeza, pero es posible que lo haga si no respondéis a mi pregunta." Por supuesto eso último era una broma, jamás los mandaría a la horca, pero eso ellos no lo podían saber.
Uno de los muchachos levantó la cabeza y ella se encontró con unos ojos verdes que la observaron atentamente. "Mi nombre es Harry Potter... mi... eh... mi señora. "
El muchacho parecía realmente nervioso. El pelirrojo que estaba a su lado, dijo algo (seguramente su nombre) pero ella estaba bastante ocupada observando los verdes ojos del otro, y no alcanzó a entender qué era lo que le decía. Algo de Roland.
"Habéis estado merodeando el Palacio a hurtadillas y os podría mandar a la horca con una mano en la cintura. Sin embargo, os daré la oportunidad de defenderse. Hablad."
"Cultivábamos rábanos"
"Nos escondimos en las cajas de las calabazas"
"Queremos ser guardias"
"Yo en la caja de los rábanos"
"No os haremos daño"
"El guardia me quitó mis galletas de avena"
"Disculpad la intromisión"
Y así hubieran seguido balbuceando de no ser porque Hermione detuvo aquel discurso sin sentido.
"¡Guardad silencio!"
Los dos se quedaron con la boca medio abierta, observando a Hermione Jane I.
"Si fuerais tan amables de hablar uno a la vez, os lo agradecería."
El muchacho de ojos verdes (¿Harry Potter había dicho que se llamaba?) la observó nerviosamente.
"Somos campesinos y nuestra granja de rábanos fue destruida hace semanas, milady. Decidimos venir a la ciudad de Harmonyland para ser Guardias a su servicio, pero fuimos confundidos por delincuentes y por tal razón entramos... haciendo uso de otros medios."
Hermione lo observó atentamente. Que bonitos ojos tenía. No veía mentira en ellos.
"Habéis venido porque de lo contrario habríais muerto de hambre." Les dijo "Queréis ser Guardias para que mi Palacio os mantenga, no por convicción."
"Sí, es una manera de decirlo..." le dijo el pelirrojo, que acto seguido recibió un codazo de su amigo "pero también hay otras razones, claro..." lo remedió tardíamente.
Hermione se cruzó de brazos. Ese pelirrojo era de lo más insolente. Mira que hablarle así¡a una Reina!. De buena gana le mandaría colgar. Pero de los pies y durante una hora, para que le llegara oxígeno al cerebro.
"Mi Reina... nosotros... es verdad que venimos en busca de una mejor vida, pero si nos permitís formar parte de vuestra guardia, os juraremos lealtad. El Palacio sólo nos dará el sustento que necesitamos, pero nosotros daremos nuestras vidas para protegeros si así es requerido."
El pelirrojo (Roland o como fuera que se llamara) carraspeó cuando Harry mencionó lo de ofrecer sus vidas. Ese Roland era un insolente.
"No sé si puedo confiar en vosotros. Os propongo un trato. Les daré unas cuantas monedas para que puedan reconstruir su granja de rábanos, y os dejaré libres sin cargo alguno. Es bien sabido que si os envío al Consejo de los Magos, seríais condenados a diversas torturas, en el mejor de los casos."
Ambos tragaron saliva. A Hermione le pareció que ya los había asustado lo suficiente. Filch parecía ansioso de conducir a los dos jóvenes directo al Consejo de los Magos.
El pelirrojo Roland estaba sonriendo de oreja a oreja. "Os estaremos infinitamente agradecidos por-"
"No." Lo interrumpió su amigo "Hemos recorrido largas distancias con un objetivo, y ahora que finalmente lo hemos conseguido, no daremos marcha atrás." Le dijo Harry con gesto desafiante "Mi Reina." Añadió con un tono más sumiso.
Hermione apenas pudo contener un suspiro de irritación. Les estaba dando la oportunidad de "escapar" y les daría suficiente dinero no sólo para reconstruir su granja, sino para hacer eso, y comprar otras más. Pero el necio de Harry Potter insistía en ponerse la soga al cuello. Bueno, era un decir. A él jamás lo mandaría a la horca.
Los observó durante un largo momento. Roland se veía como si se le hubiera escapado la oportunidad de su vida, y Harry como si la tuviera aferrada con la punta de los dedos y estuviera a punto de escapársele. ¿Qué podía hacer?.
"Está bien. Filch, condúcelos con Moody. El les dará instrucciones precisas de lo que tendrán que hacer. "
Roland frunció el ceño y Harry sonrió. Filch hizo una torcida reverencia.
"Y quítales esas cadenas. Ya no son prisioneros."
Filch hizo una mueca. Ese hombre también era un insolente. ¿O es que nadie la tomaba en serio como soberana de Harmonyland?.
Observó al grupo de tres desplazarse hasta la puerta, hasta que salieron por donde habían llegado. No estaba segura de haber tomado la decisión correcta... ¿qué habría hecho su abuela¿o su madre?. Sacudió la cabeza y se sentó en el trono. Sólo eran dos muchachos de su edad, no le darían problemas. Que bonitos eran los ojos de Harry.
Continuará...
Nota: lo de las llamas azules es por un hechizo que hace Hermione en primer año y que es su especialidad P
Nota 2: la frase del principio es de una canción llamada Un Beso y una Flor.
Nota 3: Ni los Orcos, ni los Trollocs, ni los Mortífagos son míos, jejeje.