No... palabrita... no es fruto de vuestra imaginación. He vuelto a caminar por estos lares fanfictorianos, donde todo ha cambiado tanto que no sé si voy a saber cómo manejarlo nuevamente, pero estoy aquí, escribiendo una historia que en su día me fascinó. No sé de dónde he sacado las fuerzas para retomarla después de tanto tiempo, pero lo cierto es que en casos así, es mejor no pensar nada al respecto y dejaros que disfrutéis de vuestra lectura.

Encantada de volver :)

Pd: recibí tantos reviews en el último capítulo y estoy tan perdida con respecto al cambio que ha dado esta comunidad que no estoy segura de que pueda responderlos aquí, así que simplemente os diré que MUCHÍSIMAS GRACIAS por el apoyo que he recibido por vuestra parte durante este tiempo y gracias por molestaros en hacerme saber vuestra opinión acerca de la historia.

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Disclaimer: Me siento tan ridícula teniendo que decir que nada de esto me pertenece y que es propiedad de J.K. Rowling que mejor no diré nada 8-)

Dedicado: A dos de mis autoras favoritas, Lianis y Holofernes, sencillamente geniales con el manejo de los Dramiones. Recientemente he tenido la posibilidad de releer sus historias dado que no tenía mucho que hacer en la habición de la residencia de Londres. Curiosos los caminos que me hacen regresar a este mundo. Sin internet, televisión o cualquier otro mecanismo de ocio, di gracias al cielo por haberseme ocurrido la genial idea de llevarme el portátil y de que esos fics llevasen años en la memoria del ordenador.

Nota: como siempre, diálogos con guión, pensamientos con guión, comillas y cursiva.

Nota II: Este capítulo lleva escrito desde el pasado verano, incluida la dedicación y todo el texto OFF historia, así que se ha quedado un pelín retrasado, pero bueno xD

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-òó-

Riagus clementae

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Capítulo V: Sobre curiosidades, la dormilona Granger y "si bebes, no conduzcas"

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Es curioso como se comporta la vida cuando no sabes qué esperar de ella. No era el caso de Hermione Grager, quien, desde muy pequeñita, había tenido muy claro cual era su futuro, quizás no en lo referido a qué iba a hacer cuando saliese de Hogwarts, pero eso ya lo pensaría cuando se aproximase el momento. Lo que sí sabía en esos momentos era que el nuevo año le había aportado nuevas y renovadas energías para afrontar lo que se le había escapado en los pasados meses... y sí, se le habían escapado muchas cosas, pero si algo le gustaba a la mejor alumna (olvidando la falsa modestia) de la escuela, era afrontar retos y obtener una excelente nota en cada uno de ellos. Vale, quizás no iba a obtener una nota al final, pero sabía que la compensación sería mayor que cualquier sobresaliente (por extraño que pareciese).

Cada cual con sus gustos. Al comenzar el año nuevo, muchos escriben sus expectativas para el periodo que comienza.... Algunos de ellos intentan con todo su tesón convertirlas en realidad, sin embargo, la mayoría, deja el papel escrito en cualquier cajón y se pasa el primer mes reprochándose mentalmente el hecho de no haber llevado a cabo ninguna de tales expectativas y olvidándose progresivamente de ellas a medida que los meses pasan. Bien, Hermione era de las que intentaban que esos deseos se cumpliesen, si bien ella no era adepta a escribir sus deseos en un trozo de papel que podría estar a ojos de cualquier persona entrometida (precavida ella, especialmente compartiendo habitación con Parvati y Lavander), lo cierto era que en ese momento, justo en ese periodo de su vida, escribir un papel con las expectativas del año nuevo, era sencilla y llanamente, una manera más de intentar conseguir que todo lo que le superaba se viese mermado de una u otra manera. Y cuando, una semana después, tras empezar las clases, se dio cuenta de cuán ridícula había sido la idea de escribir aquella hoja y luego de quemarla, comprendió que ninguna estúpida expectativa del nuevo año iba ayudarla, que debía ser sólo ella la que consiguiese dominar lo que le ocurría y no se refería sólo al don.

Odiaba no entender las cosas, porque si no las entendía, no podía aprender de ellas y, siendo, como era esto, un problema, no podía hallar una conclusión que la satisfaciera. Así pues, y haciendo acopio de toda su fuera de voluntad, volvió a ser la Hermione Granger de siempre: trabajadora incansable, estudiosa, caritativa, la mejor de la clase... y se sentía muy cómoda en ese papel, porque era el que había interpretado durante años... era su propio papel, escrito especialmente para ella. Si alguien hubiese dado un Oscar muggle a la mejor interpretación, lo hubiese ganado ella, porque en realidad, el papel que había interpretado toda su vida, el papel por el que era conocida, el que había ganado ese Oscar, en esos momentos le venía grande. A pesar de intentarlo, de conseguirlo y de convencer a todos los que la rodeaban, ya no se sentía cómoda llevándolo a cabo. La razón era tan estúpida como segura y, sin embargo, temía tanto percatarse de ella o pensar si quiera en cruzársele por la cabeza y un terror enorme recorría su espalda, llegando a su cerebro y acostándose tranquilo en la cama que compratía con su Pepito Grillo particular.

Sí, habían pasado semanas, más de un mes en realidad... pulía el Oscar de vez en cuando para que no perdiese el brillo y aún así sentía unas ganas irrefrenables de convocar una rueda de prensa y gritar que no se merecía aquel premio, que no se había aprendido el papel y que en realidad lo leía en una de esas pantallas con texto que había visto que, a menudo, eran utilizadas por los presentadores de informativos muggles. Sentía que se traicionaba a si misma, a sus amigos, a la gente que la quería, pero no podía dejar de interpretar a Hermione Granger, la chica que ya no era.

¿Y acaso ya no era Hermione Granger?... ¿Estaba segura de ello? Porque seguía compartiendo su ADN, estaba segura de que su carnet de identificación muggle seguía siendo el mismo y su apariciencia no había cambiado lo más mínimo, pero una vez más... es curioso cómo se comporta la vida cuando no sabes qué esperar de ella.

¿Y qué era lo que esperaba Hermione Granger?... ¿Esperaba que el mundo cambiase?... ¿Esperaba que, de repente, fuese un lugar en lo que todo eran mariposas, arco iris y Lollipops?... ¿Esperaba, acaso, que todo fuese más sencillo? Si realmente lo esperaba, ¡cuán ingenua era!... pero realmente era ingenua. Sabía tanto de tan poco y tan poco de tanto, lo cual era completamente contradictorio, ¿pero acaso no era así la vida?... ¿un cúmulo de contradicciones en una espiral de fantasías, buenas acciones y malos propósitos? Y sí, sabía que deliraba, lo llevaba haciendo semanas, pero... una vez más... es curioso cómo se comporta la vida cuando no sabes qué esperar de ella.

- Hermione – Silencio – Hermione, parece mentira que te esté diciendo esto, precisamente yo - siguió Ginny con tono desesperado – pero tienes que levantarte.

- Es domingo – respondió la aludida saliendo de sus elucubraciones.

- Y hay partido de Quiddich... además, ¿desde cuando te levantas más tarde las 9 en domingo?

- Desde que acabo las tareas a altas horas de la madrugada – gruñó levantándose desganada – voy a la ducha, esperame en el gran comedor.

- ¿Y arriesgarme a que no vengas a ver a tu equipo? Ni modo – contestó la pelirroja

- Ginny... ¿Cuándo me he perdido un partido de quiddich de Griffindor?

- Pues, de no haber venido a sacarte de la cama, hoy... Así que no me fio, te espero en la sala común... te doy 10 minutos – añadió utilizando una mirada peligrosamente parecida a la de su madre y cerrando la puerta tras salir.

Concretamente... ¿qué parte era la que había salido mal de su plan? La noche anterior había comentado repetidamente su intención de pasarla haciendo tareas y estudiando, así que no lograba entender en qué momento sus amigos habían pensado que, después de pasar la noche en vela, ella tendría intención de ir a ver un partido de quidditch.... Bien, era cierto que jamás se había perdido uno en los 6 años que llevaba en la escuela, especialmente si era un partido Griffindor contra Slytherin y había sido retrasado durante meses por razones que no valía la pena recordar. Era sabido que, si de por sí un partido de esas características era el típico que la gente cogía con ganas... el hecho de que se hubiese postergado tanto tiempo, hacía que la expectación fuese máxima y sin embargo, ella no tenía intención alguna de participar en el ánimo deportivo, menos aún cuando cierta cabecita rubia era el capitán del equipo contrincante... Esa dichosa cabecita rubia... había intentado comunicarse con ella varias veces la última semana de las vacaciones. Obviamente, el hecho de no obtener respuesta alguna, había mermado sus energías y había optado por copiar la táctica de Hermione: ignorar, ignorar, ¡ignorar!

No era como si eso, simplemente, hubiese hecho desaparecer el problema, pero dicen que la ignorancia es el consuelo de los tontos y, en ese momento, Hermione y Draco estaban actuando de la forma más tonta posible. Y sí, lo sabían. Y sí, eran conscientes, pero a veces es tan cómodo vivir en la ignorancia. Especialmente si esa ignorancia te hace creer que un problema de dimensiones parecidas a las de un astralopitecus puede solucionarse únicamente deseandolo profundamente y, quizás, de vez en cuando, habían aparecido sonidos extraños en su cabeza y quizás había sentido cosas de las que no entendía la razón y quizás, sencillamente, las hubiese dejado pasar, sabiendo perfectamente su procedencia y mandando esa información al lugar donde estaba alojada su ignorancia, horriblemente cerca de alcanzar un tamaño parecido al del astralopitecus.

- ¡HERMIONE! - llegó el grito desde la sala común.

- ¡Ya voy! - respondió

- ¿ACASO NO SABES QUE SOY UNA JUGADORA DE QUIDDITCH? NECESITO FUERZA, ¡FUERZA QUE SÓLO CONSEGUIRÉ SI DESAYUNO!

- Te dije que me esperases en el Gran Comedor, Ginny – añadió mientras bajaba las escaleras procedente del ala de las chicas.

- Ya bueno, soy una Weasley, la cabezonería me precede... ¿nos vamos? - Hermione asintió con una sonrisa.

El ambiente en el Gran Comedor era de enorme expectación. Los alumnos hablaban animadamente entre ellos, tanto de la misma casa como de otras. Padma Patil, por ejemplo, se había instalado en la mesa Griffindor y reía tontamente con su hermana y con Lavander Brown mientras miraban a Ron y Harry, quienes desayunaban tranquilamente sin percatarse de ese acto. Ella bufó. Odiaba el comportamiento tan estúpido que adoptaban en ese tipo de situaciones, bajo la opinión de Hermione, ese tipo de gestos ridículos no hacían más que degradar a la población femenina de Hogwarts, haciendo creer a los chicos que, con un sólo gesto o una mirada, podrían hacer desmayar a cualquier boba insulsa y sin personalidad. Suerte que sus amigos vivían en una especie de mundo paralelo en el que el desayuno parecía centrar toda su atención.

- ¿Estáis nerviosos, chicos? - les preguntó intentando desviar la atención de sus compañeras.

- ¡Beh! Sólo son Slytherins, no es como si fuese la primera vez que les ganamos – comentó Ron con aire casual. Harry no pudo evitar mirarle con las cejas levantadas. Hacía poco más de un año que ese mismo Ron casi se desmaya ante la perspectiva de su primer partido de quidditch. Hermione rio entendiendo el gesto del ojiverde.

- Además, este año tenemos la ventaja de que Malfoy parece perdido – añadió Ginny, quien, habiendo bebido recientemente de su zumo de calabaza, se había manchado el labio superior. La castaña le hizo un gesto para que se limpiase y esta lo hizo.

- ¿Perdido? - preguntó Hermione casi en un susurro.

- Sí, no tengo ni idea de qué le pasa, pero da la impresión de que el chico tiene otras cosas en las que pensar a parte del quidditch – dijo mirando fijámente a los ojos de Hermione, como si quisiese decirle algo.

- No pienso quejarme por eso, la verdad. Cuanto menos "disfrutemos" de Malfoy, mejor. Sin embargo, no podremos decir que tengamos el partido ganado hasta que no sea realmente cierto.

- ¡Oh, Harry! Siempre tan modesto – Dijo Padma añadiendose innecesariamente a la conversación – Estoy segura de que patearéis el trasero de los Slys – añadió con una sonrisa perfecta para cualquier anuncio de marca de dentífrico y sin más, se levantó del banco de Griffindor y se alejó meneando (bajo la opinión de Hermione) demasiado sus caderas. Cuando hubo apartado la vista de la joven, la llevó a harry, quien parecía que había decido centrarse de nuevo en su bol de cereales y sonrojado levemente. Miró a Ginny, quien, a su vez, miraba a un punto inconcreto de la ventana que tenía enfrente, como si, únicamente con los ojos, desease romper cada uno de los cristales (probablemente, para dirigirlos después contra la artífice de la situación actual) y después, tras notar que el ambiente había decaído unos 10 grados, miró a su amigo Ron, al que parecía que nada de todo eso había afectado en absoluto y untaba mantequilla en una tostada como si su vida dependiera de ello. Al alzar la vista y ver que Hermione le miraba con una sonrisa, puso un gesto de desconcierto y añadió con un puchero "Necesito energía"

No dejaba de ser un frío día de febrero. Estaba nublado, pero, a ratos, las nubes permitían un leve rayo de sol que hizo a Harry sonreir mientras bajaban hacia el campo de juego.

- ¡Es un buen día para jugar al quidditch!- exclamó animado – un día perfecto, sí señor. - Hermione sonrió, hacía tiempo que no veía a Harry de tan buen humor. Sin duda, y pese a que ella no terminase de comprender cuáles eran, exactamente, las razones, el quidditch era algo que animaba a sus amigos y les apasionaba. No se arrepentió de haber salido finalmente de la cama. Hasta que le vio.

Draco Malfoy caminaba junto con su grupo de amigos en la misma dirección. Sus movimientos eran, como siempre habían sido, elegantes y arrogantes. Tan Slytherin. Tan Malfoy. Tan Draco.

Y la miró.

Un segundo.

Casi una milésima de segundo.

Quizás menos.

Y el corazón de Hermione dio un vuelco.

Y él lo sintió.

Porque... ¿de qué sirve vivir en la ignorancia mental si tus impulsos actúan como les viene en gana?... ¿De qué sirve controlar una parte de ti cuando el resto del cuerpo (probablemente el 99% restante) está fuera de control?

Apartó la mirada, no volvería a pasar. Centró de nuevo su atención en sus amigos, quienes, por alguna razón, estaban curiosamente adelantados. Apuró el paso hasta alcanzarlos. Quizás había sido más de un segundo después de todo.

El partido no iba demasiado bien, si Harry no encontraba y conseguía la Snitch pronto, estaban a merced de una más que posible derrota. La opinión de Ginny acerca de que Malfoy parecía "perdido" se había tornado en una mentira rotunda. Simulaba estar más que cómodo dirigiendo a sus jugadores, quienes, jugando al más puro estilo 'Slytheriano', utilizaban las jugadas sucias como un panadero usa la harina para hacer su pan. Hermione estaba verdaderamente angustiada, notaba la seguridad de Draco, la notaba como si fuese la suya propia y, una parte de su cabeza, quizás la de su conciencia, dejaba caer la información de que quizás había sido por su traicionero corazón ante la mirada del platino. Y se reprochaba mentalmente por ello.

Un grito de júbilo la sacó de sus pensamientos. Harry había conseguido finalmente la snitch y Griffindor acababa de ganar por uno de los resultados más ajustados de los que se tenía constancia. Y, de nuevo, no pudo evitarlo, miró a Draco. Caminaba con la cabeza gacha, mientras un par de personas le palmeaban en la espalda. No alzó la mirada y no encontró los ojos miel, pero él sabía que le miraba y ella sabía que él sabía, así que se giró hacia Neville, quien, eufórico, le daba un abrazo de puro orgullo león, mientras las nubes se tornaban más oscuras y caían las primeras gotas de lluvia.

Para cuando llegaron al castillo, los Griffindors que se habían quedado en el campo celebrando la victoria, estaban completamente empapados. La lluvia, que había comenzado débil, se había tornado en constante un par de minutos después. Tras media hora, había pasado a ser directamente insoportable, con lo que decidieron seguir la fiesta en la sala común.

Harry, a quien sus compañeros llevaban en volandas, le pidió a Hermione y Ginny que fuesen a las cocinas a por "algo de comida y bebida". Ese "algo" sería en realidad una tonelada de cosas que acompañar al júbilo reinante, así que las chicas bromearon acerca de la posibilidad de contratar a un elefante portador de tales manjares en el camino a las cocinas. Tras hacer cosquillas a la pera "Me dejas a mi, por favor, siempre me ha parecido gracioso lo de la pera" había dicho Ginny, entraron en las cocinas rodeadas por un halo de alegría y risas. Halo que desapareció al ver quién estaba comiendo allí.

- Malfoy- fue Ginny la primera en hablar, sorprendida y en guardia ante cualquier movimiento. Él no levantó la vista de su plato – No pensé que tendrías ánimo para comer tras la derrota.- Se jactó, más segura. El platino únicamente chasqueó la lengua.

La temperatura había descendido. Hermione no había hablado, no sabría que decir en ese momento, tanto tiempo practicando el arte de la comunicación oral y, en ese momento, parecía que había olvidado todo lo que había aprendido durante años. Ginny debió de notarlo, así que simplemente se acercó a un par de elfos y les susurró algo, probablemente diciéndoles la razón por la habían ido. Estos, tras hacer una reverencia, se alejaron y la pelirroja volvió hacia Hermione.

- Ya podemos irnos. Dicen que en breve tendremos todo en la sala común – dirigió a la castaña, que no apartaba los ojos de la coronilla platina... ¿por qué lo hacía? Draco había dejado de comer y, sin embargo, no se había movido ni un centímetro tras su entrada – Hermione – No era como si ella quisiera que la mirara, porque en realidad no quería, sabía que no debía – Hermione, podemos irnos. Los elfos subirán la comida. - Reaccionó de inmediato, como si alguien le hubiese pinchado con un alfiler que llevaba su nombre.

- Sí, vamonos – añadió, empezando el movimiento.

"Espera"

Sólo eso, nada más. Había sonado en su cabeza... lo que no sabía era por qué mecanismo había entrado. Miró a Ginny, que parecía desconcertada. De alguna manera había dejado de caminar y ahora estaba inmediatamente delante del umbral de la puerta, sin saber si cruzarlo o no.

- ¿Hermione?

Lo supo, había oído la voz de Ginny, había notado como entraba en su cabeza a través de su conducto auditivo, había visto como sus labios se movían al pronunciar su nombre y como se le frunció el ceño ante la turbación. No había recibido ese tipo de información cuando oyó la voz de Draco Malfoy en su cabeza. Porque había sido en su cabeza, de ahí que Ginny estuviese tan desconcertada acerca de la razón por la cual ella se había detenido.

"Espera" volvió a oir. Y se estremeció, porque hacía tiempo que no sentía, hacía tiempo que había dejado de sentir aquello.

- No - dijo, ni siquiera se molestó en pensar, las palabras salieron de su boca sin pasar por cualquiera que fuese la parte de su cerebro que controlaba el lenguaje.

- ¿No qué? - pregunto Ginny sorprendida. Y, de repente, lo comprendió todo y se llevó una mano a la boca, que se había abierto desmesuradamente.- Hermione, tenemos que irnos YA – urgió – Nos están esperando en la sala común, si tardamos más de lo debido...

- ¿Os castigarán, Weasley? - la voz socarrona llenó toda la estancia - ¿o acaso decepcionaréis a Potty y Weasel?

- No les llames así – contestó Ginny desafiante.

- O qué...

- Vámonos, Ginny, no merece la pena.- Finalizó Hermione girándose y empujando a la pelirroja hasta que esta hubo salido de la cocina. Entonces, en un movimiento tan rápido como preciso y poco premeditado, Draco se avalanzó hacia la puerta y la cerró con fuerza apoyando todo su peso contra ella.

- ¡HERMIONE!- se oyó el grito amortiguado al otro lado de la puerta.

- ¿Qué crees que estás haciendo, Malfoy? - preguntó Hermione intentando apartar al joven de la puerta.

- Necesitamos hablar y lo sabes.

- ¡No!... ¡Estoy harta de esta situación!

- ¿Crees que yo no?

- ¡No!... ¡No lo sé!- dudó- Malfoy, déjame salir – pidió, casi suplicante cuando oyó a Ginny gritar de nuevo y pegando un golpe a la puerta.

- Mañana, tras la cena, donde siempre. - Contestó mirándola fijámente – Si no haces ningún gesto de entendimiento me harás creer que no me has escuchado- añadió tras ver que Hermione dudaba qué responder. Finalmente asintió. -Bien- dijo antes de abrir la puerta.

- Hermione... ¿estás bien? - preguntó la pelirroja al ver a su amiga y entrando de nuevo a las cocinas para tomarla de la mano e instarla a salir. Luego fijó su mirada llena de odio en Draco – Eres un gilipollas- dijo rotundamente. Él simplemente puso una de sus mejores sonrisas marca Malfoy y pensó "Hasta mañana, Granger"

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Doscientas cuarenta y cuatro vueltas. No lo había contado, pero estaba segura de que ese sería el número apróximado de vueltas que había dado en la cama intentando dormir. Había probado todas las posiciones: la fetal, boca abajo, boca arriba, con la cabeza a los pies de la cama, sin almohada, con la almohada doblada y un largo etcétera... Sin embargo, el resultado seguía siendo el mismo: No podía dormir. Tras varios bufidos, golpes a su almohada, gruñidos y semejantes, su adorada compañera de habitación, Lavander Brown le había comunicado, elegante y discretamente, como siempre, que si no se largaba y la dejaba dormir, tiraría a su gato y a ella por la ventana, intentando comprobar quién llegaría al suelo antes. Con esta información y el hecho de que la cama estaba totalmente revuelta y no habría manera de que Hermione, prólija por naturaleza, dormiese en tal revoltijo, cogió un par de libros y el ensayo a medio acabar de Historia de la Magia y bajó a su sala común.

- Las 3 de la mañana – gruñó sabiendo que nadie podría oirla en el solitario lugar.

Raramente había sufrido noches de insomnio, no es que fuese muy dormilona, era de las que tenía un ojo abierto en cuanto el primer rayo de luz atravesaba la ventana, pero odiaba no dormir. Consciente, como era, de su cuerpo y conociéndose más que nadie, sabía que, al menos, necesitaba unas cuatro horas de sueño para ser ella misma por la mañana... cuatro horas que no iba a tener si no se dormía exáctamente en ese momento, pero su cabeza no parecía por la labor. Gruñó de nuevo.

- ¡Hermione! - la aludida dio un bote.

- Gin, ¿qué haces aquí? - preguntó tras girarse en el sofá donde se había sentado minutos antes. Esta alzó los hombros.

- Estaba durmiendo y, no sé, tuve una sensación extraña y me desperté de golpe. He bajado para enviar lechuzas a toda mi familia para informarme de si había pasado algo.

- ¿A las tres de la mañana? - la pelirroja negó con la cabeza dando a entender que estaba desconcertada.

- ¿Tú que haces aquí?

- No podía dormir y Lavander me ha echado – dijo con una media sonrisa.

- Nuestra querida amiga Lavander – bromeó. - ¿por qué no podías dormir? - la castaña alzó los hombros - ¿tiene algo que ver con lo de hoy? - pregunto mirando fijamente a los ojos miel. Esta asintió – Aún no me has contado lo que ocurrió cuando ese imbécil me dejó fuera de la cocina.

- Quiere que hablemos, hoy, después de cenar. - le comunicó sabiendo que ella merecía saberlo.

- Hermione....

- Lo sé, de verdad... pero si no me reuno con él ahora... no sé, supongo que tendré que hacerlo en otro momento.... no me voy a librar – puso cara de cisrcunstancias y gruñó una vez más -¡Agh! Han pasado semanas... ¿qué es lo que querrá ahora?

- Quizás que dejes de comportarte como una niña – Hermione la miró con gesto de "¿perdona?" - ¡Oh, vamos! Reconoce que tengo razón. Llevas más de un mes comportandote estúpidamente, Hermione. Quizás engañes a los chicos, pero a mi no... - la castaña alzó las cejas – Vale, no me engañas porque yo sé lo que pasa, pero también por mi sexto sentido femenino – concluyó.

- No he actuado estúpidamente, simplemente le he...

- Ignorado. - Hermione asintió - Quizás ha llegado la hora de que dejes de hacerlo... ¡Vamos! Eres una Griffindor, los leones no nos escondemos de lo que tememos o de lo que no nos gusta. - Hubo un gran silencio en el que Hermione, con las piernas dobladas sobre sus muslos y la cabeza entre sus rodillas, parecía decidida a armarse de valor para enfrentarse al día que la esperaba. - Bueno, ya me siento más tranquila, creo que podré dormir un par de horas... ¿estarás bien? - la castaña asintió – Vale, nos vemos en el desayuno. Buenas noches... ehm... madrugadas, más bien.

- Buenas madrugadas – respondió con una sonrisa.

De nuevo sola y sabiendo que, finalmente, no tendría la suerte de su amiga de poder encontrar a Morfeo esa noche, extendió su ensayo y comenzó a trabajar en él.

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- Parece como si una manada de Gnihollas endulances te hubiese pasado por encima.

- Buenos días a ti también, Luna.

- Es cierto, Hermione, tienes una pinta horrible... ¿has vuelto a pasarte la noche estudiando?... ¡Hasta luego, Luna!– añadió Harry despidiéndose de la rubia, quien avanzaba alegremente hasta la mesa de Ravenclaw para desayunar, mientras ellos se dirigían a la de Griffindor.

- Más o menos- respondió escuetamente.

- No entiendo como Luna está tan contenta... ¡es lunes! - exclamó Ron como si eso lo explicase todo.

- ¿Aún te extrañas de cualquier cosa que tenga que ver con Lovegood? - preguntó Seamus Finnigan una vez que llegaron a la mesa y se sentaron - ¡Está loca...! - Se calló de repente al ver las miradas asesinas del trío – Bueno, no me negaréis que del todo en sus cabales no está. - añadió, más seguro al ver que Hermione le sonreía comprensivamente.

- Luna Lovegood es, sencilla y llanamente, Luna Lovegood... no hay más explicaciones – agregó acabando con el tema justo en el momento en el que Ginny se sentaba a su derecha.

- ¿Al final dormiste algo? - preguntó en un susurro. La castaña negó con la cabeza. - Bien, toma – añadió pasándole un frasco por debajo de la mesa. La receptora preguntó con los ojos – es poción revitalizante, la acabo de robar de la enfermería... ¡y ni se te ocurra echarme la bronca! - alegó con un tono que no admitía réplica – la necesitarás si no quieres que todo el mundo se dé cuenta de que te pasa algo.

- Vale. Pero que sepas que no me gusta la idea – Respondió casi inaudiblemente. La pelirroja rodó los ojos y asintió.

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Nota mental: No mezclar nunca, nunca, NUNCA poción revitalizante con medio litro de café en el desayuno.

Durante la doble clase de pociones, a primera hora de la mañana, había empezado a notar los efectos de la mezcla. Para cuando esta acabó, la casa de los leones había perdido 50 puntos debido al comportamiento de la siempre contenida Hermione Granger. Había confundido dos de los ingredientes provocando una pequeña explosión, que había hecho que, las personas más cercanas al caldero terrorista, tuviesen un molesto pitido durante toda la mañana. Esto había provocado, además, que hablase a gritos, siendo ella la más cercana a la explosión. Cuando, en el descanso, se cruzarón con Ginny y esta la vio bailando algo parecido a un vals con una de las columnas que separaban el pasillo con un patio interior y riéndose tontamente, la pidió que se calmase o se vería obligada a robar Té de la Tranquiladad de la enfermería para contrarrestar los efectos (N/A: Espero que a Boni no le importe que tome prestado el nombre del té xD).

Las dos clases posteriores no fueron mejores. Flitwick y McGonagall dejaron más de una vez sus mandibulas en el suelo al ver un comportamiento que, de haber sabido quién era, compararían sospechosamente con el comportamiento de Pocholo en sus mejores tiempos, y es que, a parte de no estarse quieta más de un minuto en la misma posición y mirarles con unos ojos que parecían estar sedientos de carne humana, cuando hacían una pregunta a la clase, Hermione levantaba tan energéticamente el brazo que el resto de su cuerpo le acompañaba, quedándose estúpidamente de pie delante del pupitre. Tras hacerlo cuatro veces, McGonagall, ya hastiada del extraño ser que parecía habitar dentro de su alumna más capaz, la mandó a la enfermería.

Madame Pomfrey se asustó al verla bailando de nuevo, esta vez un tango, con algo parecido a un perchero de metal que en realidad era un sistema de sostén de las bolsas cuyo líquido era introducido al cuerpo por el sistema vascular. Bolsas que tuvo que usar finalmente al ver que la vía oral no era lo suficientemente eficaz en un caso así.

Para cuando recuperó su estado habitual, a media tarde, la castaña se sentía tan avergonzada que no se atrevía a mirar a sus amigos a la cara cuando estos fueron a visitarla a la enfermería. Y para la hora de la cena, cuando, finalmente, Madame Pomfrey la dejó marchar, se sentía tan miserable por haber dado tal espectáculo y haberse perdido las clases de la tarde que decidió saltarse la visita al Gran Comedor y dirigirse directamente al siguiente punto del orden del día, el que, de haber podido elegir, hubiese eliminado categóricamente de la lista.

Era pronto y, como suponía, Malfoy no había llegado, así que se sentó en uno de los cojines-puffs que había en la gran estancia y acercó otro para descansar la cabeza. Por extraño que le resultase, no le apetecía sacar ninguno de los libros que llevaba en la mochila y ponerse a estudiar o a leer mientras le esperaba, así que decidió echarse y pensar. Sin embargo, y como era habitual dadas las circunstancias, los recuerdos de aquella mañana afloraban en su cabeza, intentó reprimirlos, pero no fue capaz, así que, resignada, terminó reprochándose mentalmente de nuevo sus actos.

- Ejem... - silencio – Granger – más silencio. Parecía que la joven se había quedado dormida sobre dos puffs, uno rosa y otro naranja sobre el que descansaba la cabeza y que, por el contraste de color, simulaba la cara de Hermione con la de una pequeña princesita - ¡Granger! - gritó, quitando el pensmiento de su cabeza.

- ¿Huh? - fue lo único que pudo articular mientras abría perezosamente los ojos y estiraba los brazos para desperezarse. De repente, dio un bote y se incorporó de inmediato - ¡Malfoy!... ¿Qué haces en mi habitación?

Draco soltó una sonora carcajada ante la pregunta de la chica.

- ¿En tu habitación? Granger, mira a tu alrededor.

- ¡Oh mierda! Me he quedado dormida... ¿qué hora es?

- No lo suficientemente tarde para que te puedas escapar- respondió Draco seriamente sabiendo que sería la excusa perfecta para ella. Hermione alzó las cejas y cruzó las piernas dándose cuenta de que la posición que había adoptado anteriormente era ridícula. - Bueno, ya que estás despierta... - comenzó Draco sentándose en otro puff en frente del que ocupaba ella - ... ¿puedo preguntarte ya qué coño te ha pasado esta mañana? - Acabó intentando poder contener la risa. Hermione le miró de la forma más amenazadora posible, cosa que hizo que el platino, a estas alturas, ya no pudiese contenerse más y riese sonoramente mientras pequeñas lágrimas asomaban en sus ojos debido al esfuerzo anterior de no reirse. - ¡Merlín, Granger!... ¡Ha sido grandísimo! No puedes imaginarte la cara de Potter y Weasley cuando te has levantado la primera vez en clase de Flitwick, estaban tan desconcertados que no sabían si levantarse ellos también por si se habían perdido algo que hubiese dicho el profesor... - dijo mientras se secaba las lágrimas que caían por sus mejillas y seguía riendo - ... y en clase de McGonagall... te has levantado con tanta fuerza que parecía que ibas a acabar encima de la mesa, hasta Weasley te ha tirado de la capa para evitarlo y ha dado un bote en su silla llevado por tu impulso. - Finalizó echado sobre su costado sin poder parar de reir. Cuando su estómago parecía que no soportaría más risas, paró lentamente, aún con sus ojos acuosos. Dio un par de hipidos y se incorporó de nuevo.

- ¿Has acabado ya, Malfoy? - Este asintió levemente, pero en el transcurso del movimiento de su cabeza, pareció recordar algo y más y de nuevo se echó a reir

- ¡Había olvidado la explosión!... ¡Merlín! Cuando dijiste el "¡Ooooops!" con cara de niña buena e inocente fue sencillamente espectacular. Snape te miró como si te quisiese echar una maldición Cruciatus sólo con los ojos.

Lo tenía claro, Malfoy podría ser un monologuista nato. Durante todo el tiempo que había hablado y reído de su propia miseria, ella se había mantenido callada, hirviendo por dentro pero sin abrir la boca porque tenía tanta furia y vergüenza en su interior que, de abrirla, hubiese sacado por ella verdaderos sapos y culebras que, consideraba, no serían los más adecuados dado el momento. Al menos no le había visto bailando con la columna – se consoló- ¡Mierda!

- ¿Bailaste-con-una-columna? - Preguntó Draco, al principio lentamente y después casi sin poder acabar la frase por culpa de la risa que de nuevo brotaba en su ser. - ¡Oh, por favor, mataría por haberlo visto!

- Pues empieza a matarte a ti mismo, Malfoy... ¿Puedes parar de reir ya? - soltó sin poder evitar su furia.

- Sí, perdona – respondió hipando de nuevo – Es que... ¡Merlin! Qué grande, Hermione... - la risa cesó de inmediato. Ella le miró con el ceño fruncido y él se reprochó tal desliz. Llamarla por su nombre, que desfachatez. Carraspeó y, cuando empezó a hablar, trató de no sonar nervioso.

- Bien... ehm... te pedí que vinieras porque creo que debemos hablar.

- Corrigo: me obligaste a venir. - Draco carraspeó de nuevo.

- Bueno, no me lo ponías muy fácil, la verdad.

- ¿Acaso debía? - Draco la miró fijamente, ella apartó la mirada.

- Granger, te di tiempo para ignorarme todo lo que quisiste, pero se acabó, esta no es la solución al problema...

- Tú también me ignoraste – replicó con una voz que sonó curiosamente parecida a la de una niña a la que acaban de quitar una piruleta de la mano.

- Porque tú lo hiciste primero – añadió con una ceja levantada.

- Ese no es el tema – finalizó Hermione cruzándose de brazos. Hubo un gran silencio.

Hermione había fijado su vista en uno de los flecos del cojín-puff en el que se hayaba sentada y jugaba con él intentando centrar toda su atención en deshilacharlo. Durante los primeros minutos de silencio, Draco no había apartado su mirada de ella pensando que iba a continuar hablando, tras comprobar que no tenía intención, se recostó en un par de puffs igual que lo había hecho ella un rato antes, colocando uno de sus brazos por encima de su frente y dejado el otro perezosamente sobre su abdomen, el cual ascendía y descendía a cada respiración. Le miró, había concentrado demasiado la atención en el fleco y sus pensamientos se agolpaban en su cabeza deseando salir de la caja en la que los había encerrado durante el tiempo que llevaba callada. Decidió que prefería que las palabras saliesen de su boca en vez de su cabeza.

- Yo no podía... no quería que me siguiese afectando – dijo con tanto esfuerzo que parecía que había dado la clave para destruir el mundo. Draco se giró y se recostó sobre uno de sus costados, mirando fijamente a Hermione, quien había vuelto centrar su vista en el suelo.

- Sé a que te refieres – la voz salió con más seguridad de la que habría apostado que tendría. - Si al menos hubiese ayudado – continuó resignado.

- ¿No lo ha hecho, verdad? - Sonrió adoptando el mismo tono que había usado el chico.

- Me temo que no. - Se incorporó aún más quedándose sentado - Granger, sabíamos desde el principio... quiero decir, cuando todo esto ocurrió... sabíamos que no iba ser fácil – Hermione asintió – Las cosas han tomado un camino... bueno... diferente y... ehm... lo complica todo más, pero no habrá forma de acabar con todo si no trabajamos juntos. Ignorándolo no se solucionará el problema, tenemos que seguir trabajando en ello. - Ella alzó la mirada, culpable de toda la situación que había generado – No te sientas culpable – añadió Draco al sentirla – realmente me sentí muy cómodo los primeros días, pensé que quizás podría ayudar. No cargues con la responsabilidad porque yo también he participado en ello. - Hermione sonrió levemente.

- ¿Mañana a las siete? - preguntó

- ¿Prefieres croquetas o hamburguesitas? - siguió Draco con una sonrisa.

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Uff! Uff! Uff!

Yo! Escribiendo este fic de nuevo! Me siento como Neville cuando llegó el último tras el Baile de Navidad de cuarto año. Más de dos años han pasado desde que dejé esta historia a medias... me creáis o no, me he acordado enormemente de ella y deseaba con todas mis fuerzas que mi muso Azrael volviese y pudiese seguir y no dejaros en la estacada, porque yo también he sido y soy lectora y soy plénamente consciente de cuán molesto es que una historia que te gusta se quede, de buenas a primeras, sin continuación. Pues bien, Azrael me ha visitado un poquito, pero ha sido sobre todo el hecho de que algunas de mis autoras favoritas hayan retomado su vida activa en esta comunidad y me haya empapado con su imaginativa percepción de este mundo.

Sé que quizás este capítulo os ha sabido a poco, ha sido uno de esos capítulos que algunos llamamos "de transición", pero realmente, después de tanto tiempo, yo necesitaba escribir uno así para poder impregnarme de nuevo con la historia. Sé también que, en este capítulo, Draco no es totalmente canon, pero tras dos años, me va a costar un poquito volver a meterme en su piel xD

Vuestro apoyo durante todo este tiempo ha sido sencillamente espectacular, no habéis dejado de mandarme reviews y, cada vez que me llegaba a mi email uno nuevo, no podía evitar sentirme culpable por no continuar. Por eso, desde la más profunda humildad, os doy las gracias a las antiguas y a las nuevas lectoras (hablo en femenino porque me consta que la mayoría pertenecéis a este género) por haber apoyado esta historia que ya hapasado la barrera de los 300 reviews, lo que para mi es un verdadero récord.

Muchas gracias por leerme (de nuevo) y ya sabéis, el botón review es vuestro amigo, no dudéis en usarlo para hacerme saber lo que pasa por vuestras cabezas con respecto a esta historia o incluso para echarme una enorme bronca por haber desaparecido tanto tiempo.

-ò.ó-

Evans

"Si no te lo sabes... ¡Invéntatelo!"