Declaimer: Obviamente los personajes no me pertenecen, son de JK y aunque ya me harte de pedírselos como regalo de Navidad, no cambia de opinión… si alguien me da a Harry, Sirius o James, le estaré eternamente agradecida

"Miel & Limón"

Lady Verónica Black.-

Capítulo Tres

-"¿Cómo que lo invitaste a cenar?" -Ginny no salía de su asombro. ¿La que había dicho eso era la pequeña Hermione, para la que todos los hombres eran invisibles? ¿La misma que había declinado al menos veinte invitaciones de Roger Thomas, el apuesto hermano de Dean, el soltero más codiciado de por allí? Le dio un ligero empujoncito y ella se tambaleó, protegiendo con ambas manos las estatuitas que acababa de colocar en la estantería-. "Estás haciéndome una broma... ¿no?"

Al ver como ella sonreía, abrió mucho más los ojos y estalló en carcajadas.

-"¿Lo dices en serio? … ¡Menuda tramposa estás hecha 'Mione!"

-"Bueno, Ginny, tampoco hagas una montaña de un grano de arena. Solo cenamos y charlamos un rato" -replicó muy seria-. "Además, dijo que se marcharía en unos días. Así que olvídalo. No encargues tu vestido de dama de honor porque… Oh, no… Conozco esa expresión... y no me gusta nada."

-"¿Qué expresión?" –la pelirroja sabía muy bien a qué se refería. En ese instante, ya hacía planes sobre cual de las dos pasaría primero por la iglesia-. "Está bien. Pero tienes que ser realista, amiga. Por aquí no hay muchas oportunidades para pescar un buen marido."

-"No quiero pescar un buen marido" -objetó, concentrándose en su trabajo-. "No necesito un marido."

-"¿Y Jamie? ¿Él tampoco necesita un padre?" -Ginny bajó un poco la voz y la abrazó cariñosamente-. "No te enfades, Hermione. Pero sabes que tengo razón. No puedes pasar el resto de tus días siendo su tía, su madre, su padre, y su protectora todo al mismo tiempo. Es demasiada carga para estos hombros flacuchos."

Hermione la miró a los ojos. Ginny era la única persona a la que le había contado la verdad. Nunca había imaginado que aquel día, mientras Helena le comunicaba la noticia de su embarazo y de su viaje a Sudamérica, había comenzado a soportar la carga. Ella le había hecho prometer que si alguna vez le sucedía algo a ella o al hombre con el que se caso, cuya identidad Hermione jamás había conocido, cuidaría de su pequeño hijo. Por desgracia, el momento de cumplir su promesa había llegado antes de lo que esperaba; los dos habían muerto trágicamente en un accidente automovilístico en Argentina un mes despues. La mujer que cuidaba entonces de Jamie la había llamado enseguida. Helena, muy precavida, había colocado su nombre y sus señas en los documentos del bebé. De pronto, se había convertido en la viuda de un tal Jacques William Potter. Así lo había decidido Helena, le había dejado a su hijo y 'casado' con su marido. Una vez le había dicho que la familia de él no debía saber jamás de la existencia de Jaime, que eran personas frías y calculadoras, y que nunca les permitiría que ellos le inculcaran a Jamie los mismos valores superficiales de los que Jacques había huido al casarse con ella. Y por ese motivo, Hermione había abandonado lo poco que la retenía en Chicago para trasladarse a un pequeño pueblo donde aquellas malas personas nunca la encontrarían. Dejo atrás un trabajo tan aburrido como ser guía de un museo, unos cuantos amigos con los que no compartía ninguna afición y un loro viejo que su vecina había adoptado encantada. Sin embargo, al conocer a Ginny había sentido una especie de liberación. ¡Dios! Era tan estresante vivir la vida de otra persona… En su interior, ella seguía siendo Hermione Granger, soltera y sin compromiso, amante de los libros, artista de alma pero sin una musa, desordenada y un poco soñadora… Miró a Ginny con desesperación.

-"A veces tengo pesadillas, ¿sabes?" -le confesó en un murmullo; Ginny la abrazó más fuerte-. "¿Y si un día me descubren, Gin? ¿Y si esa gente descubre que Jamie es parte de su familia e intentan arrebatármelo? No podría soportarlo, Jaime es mi vida… Se lo prometí a Helena."

-"Y estás cumpliendo muy bien tu promesa, cariño. Pero además, tienes que vivir tu propia vida, tu hermana no hubiera querido que por ella y su secreto vivas sola, amargada y desconfiando de todo el mundo."

-"¿Y cómo puedes siquiera reclamármelo, Ginny? Apenas puedo confiar en la gente… Confiar de verdad, me entiendes" -Hermione se saco unas lágrimas de impotencia que caían por sus mejillas-. "Muchos veces, te juro que me parece que todos mis vecinos son agentes del FBI que me espían. Cuando entro y salgo de la tienda, cuando recojo a Jamie en la guardería, durante el trayecto hacia casa, vuelvo la mirada una docena de veces para ver si alguien con cara sospechosa me sigue… Imagínate que el otro día la señora Travis me dijo que los rasgos de Jamie le recordaban a alguien… ¡Ni siquiera la dejé terminar de hablar! ¿Sabes lo que hice? Tome a Jamie y me lo llevé sin pagar la cuenta. ¡Pobre mujer! Debe creer que estoy completamente loca..."

-"Hermione…"

-"Ya sé lo que vas a decirme" -la interrumpió con brusquedad-. "Que es imposible que la familia del padre de Jamie sepa que existe. Pero, ¿y si no es así? ¿Y si te equivocas?"

-"Entonces, tendrás que afrontar la situación."

-"¿En serio? Pregúntale a tu futuro cuñado y brillante abogado, Roger Thomas, cuál es la pena por secuestrar a un menor y falsificar sus documentos de identidad" -vio como Ginny sonreía y suspiró.

-"¿De verdad hiciste eso?"

-"Claro. ¿Qué esperabas?" -Hermione sonrió también, no tan arrepentida como quisiera de su actuación al margen de la ley-. "En Chicago, unos tipos que frecuentaban la galería me recomendaron al mejor falsificador de papeles de la ciudad. Tenía experiencia con los espaldas mojadas y yo… No sabes lo que es que un tipo así te mire como si fueras la peor de las mujeres, mientras moja los deditos de tu sobrino en tinta y los estampa en una partida de nacimiento."

-"Ay, Dios... ¡Realmente eres una delincuente, Hermione Granger!" -Ginny se mofaba de ella.

-"Eso, vos reíte… Pero tenía que atar todos los cabos, ¿comprendes?"

-"Cariño… A mí no tienes que explicarme nada" -Ginny la besó en la frente-. "Por mí como si eres 'Jack el Destripador'. No pienso delatarte."

-"Más te vale. Porque no creo que Roger quisiera defenderme por los cargos de secuestro y colaboración en falsificación de documentos."

-"No, no lo creo… Aunque quizá si le propones algo a cambio…"

-"¡Ginebra!"

-"Bueno, Bueno... tengo que irme. ¿Cuándo has quedado con ese Adonis otra vez?"

-"Déjate de tonterías. Dijo que me llamaría, pero seguramente ya se ha olvidado de mi existencia. Un niño de dos años y un perro pervertido son el peor estímulo para la libido de cualquier hombre, créeme" –bromeó, mientras ordenaba unos ficheros en el mostrador.

-"Al parecer para la de ese hombre, no… Echa un vistazo. Porque ahí viene."

Hermione dio un respingo. ¿Venía? ¿De verdad venía?

-"No te preocupes por Jamie, yo le recogeré. Puedes ir a buscarlo cuando el señor 'sonrisa de anuncio' y vos hayan terminado sus asuntos" -y sin darle opción de protestar, Ginny se despidió, lanzándole un beso al aire. Ella fingió que no miraba cuando él cruzó la puerta de la tienda, haciendo sonar la campanilla de bronce que estaba sobre esta.

-"¿Vengo en mal momento?" -preguntó él, observando como ella terminaba de colocar las ultimas fichas con nerviosismo. Entrecerró los párpados con malicia. ¡Qué escena tan encantadora! La honrada señorita Hermione Granger, a quien todos apreciaban y compadecían, tan laboriosa y concentrada en ganarse el pan para su hijo… Solo él conocía la verdadera naturaleza de aquella loba con piel de cordero. Una mujer calculadora y cruel, que no había dudado un instante en privar a aquel niño de todas las comodidades con tal de apartarlo de su verdadera familia. Le dedicó su mejor sonrisa fingida, perfeccionada después de muchos años de práctica en sus reuniones de negocios.

-"Estaba a punto de cerrar" -mintió. Oh, no… Ya estaba otra vez. Aquel cosquilleo en la boca del estómago, aquel ligero mareo que hacía que se le doblaran las rodillas… Se aferró al mostrador con disimulo.

-"Entonces, puedo invitarla a tomar algo" -él la observaba con fijeza-. "Es decir, si no tiene otros planes."

-"Lo siento, pero mi hijo…" -pensó que hacerse la difícil la mantendría a salvo de aquel depredador ocasional.

-"Escuché como su amiga le decía que se ocuparía de él" - dijo él con brusquedad y añadió-. "Así que el 'señor sonrisa de anuncio' y usted, tienen la noche libre para tratar sus asuntos, ¿no le parece? Por favor, venez avec moi…" (Venga conmigo)

Hermione sintió como enrojecía al escuchar sus palabras. "Ginny, ¿porqué nunca no podes mantener la boca cerrada?", pensó.

-"No pasa nada, no me ha molestado el apodo" -se apresuró a tranquilizarla-. "Solo me sorprendió… ¿Qué opina usted, es cierto?"

Hermione no contestó. Su capacidad de reacción había quedado reducida a cero a medida que su rostro adquiría tonalidades púrpuras y rojizas.

-"Mi sonrisa" -aclaró él, mostrándosela otra vez para que pudiera emitir una opinión.

-"Oh, no… Quiero decir, sí…" -Hermione se sintió estúpidamente infantil-. "Está bien, ¿qué prefiere, un sí o un no?"

-"¿Siempre complace así a los hombres?" -había formulado la pregunta con doble sentido. Pero ella era o demasiado tonta o muy buena actriz, porque no se dio por aludida. Por el contrario, parecía confundida.

-"Siempre que Ginny me obliga a hacer el ridículo" -puntualizó haciendo gala de su buen sentido del humor-. "Es decir, casi todas las veces… Oiga, ¿resulta muy evidente que estoy pensando, 'tierra trágame' mientras hablamos?"

-"Lo siento. No quería incomodarla. Será mejor que me vaya…" -Harry se dirigió a la puerta, convencido de que ella se lo impediría. Como era de esperar, lo hizo, aunque sus métodos no eran muy… ¿convencionales? Tuvo que sujetarla por los hombros cuando ella se abalanzó sobre él al tropezar con un cubo que alguien había dejado en su camino. Probablemente, ella misma mientras hacía la limpieza en la tienda. Por su aspecto y por como la había visto perder dinero en sus ventas, dudaba que pudiera costearse una empleada para la limpieza.

-"¡Demonios…!" -ella se apartó, ruborizada nuevamente, sacudiendo con nerviosismo la chaqueta del hombre-. "Vaya, qué mala suerte… Mire su chaqueta…"

Harry bajó la mirada y se centró al instante en los restos de pintura amarilla que había en las solapas de su traje azul oscuro y que antes habían cubierto los dedos de ella. Sonrió como si no le importara… ¡Un traje de Pierre Cardin de ocho mil euros! En cualquier otra circunstancia, ella sería mujer muerta. Sin embargo, colocó una forzada expresión de disculpa en su cara.

-"Perdone, puedo lavarla, de verdad… Le prometo que quedará como nueva…"

Harry estaba a punto de enviarla al diablo cuando recordó que eso era lo único que no podía hacer de momento. Le mostró la etiqueta en el interior.

-"Limpieza en seco" -comentó y se la quitó, colgándola de su brazo y brindando a Hermione la oportunidad de admirar su estupenda musculatura. Bajo la chaqueta, él llevaba una elegante camisa celeste desabotonada desde el pecho hasta el cuello. Hermione apartó los ojos, turbada por la visión.

-"Yo…"

-"Tranquila. Haré que le pasen la factura" -estaba bromeando; de pronto, un clic en su cerebro hizo sonar una alarma. ¿Bromeando… él? Pudo oler el peligro muy de cerca. Hermione Granger había estropeado su exclusiva chaqueta de Pierre Cardin, y seguía viva. Y entera. Y a juzgar por su risa espontánea, ya había olvidado el incidente, a lo mejor estaba pensando en lo divertido que sería quemar sus pantalones la próxima vez-. "¿Tomamos esa copa?"

-"Solo si pago yo."

"Claro, ¿y porqué no?", Harry reprimió un comentario sarcástico. "Con los beneficios de este boyante negocio, tendremos al menos para los aperitivos". Pero dejó que ella se ilusionara con su idea de la igualdad de sexos, por lo menos por un rato. La siguió, deprimido en cierto modo porque su estómago rugía de hambre y sospechaba que la señorita Granger se contentaría con un pequeño bocadillo.

Pues no pudo estar más equivocado. Una vez más, ella lo sorprendió. Solo llevaban en la cafetería media hora y ella ya había engullido el menú mas completo del lugar. Huevos revueltos, salchichas, papas fritas y helado de chocolate y nueces. Y de todo, había comido ración doble. La observaba perplejo, preguntándose si había algún hueco debajo de la mesa donde ella podía ocultar toda aquella comida. Pero no lo había. Enfrente suyo solo había una chica que comía como un camionero hambriento y que sin embargo, tenía una figura que más de una mujer envidiaria. Nada del otro mundo, por supuesto… Se lo repitió varias veces por si alguna parte de él tenía dudas al respecto.

-"Cuénteme algo más de usted" -le dijo cuando quedó satisfecha; Harry tardó un rato en despertar. Aún la observaba, como esperando que ella reventase en cualquier momento ante tal atracón-. "¿Harry?"

-"¿Qué quiere saber?" -apuró el resto de su cerveza y se reclinó en el asiento sin dejar de mirarla. Tenía que pensar bien cada palabra. Ella podía tener buena memoria y debía recordar cuántos detalles ficticios había inventado la noche anterior sobre su esposa y sus mellizos muertos y todo lo demás.

-"No sé… ¿De dónde es exactamente? Su inglés es muy bueno."

Harry titubeó. ¿Era aconsejable mentir sobre eso? Estaba claro que ella era un poco rara. Pero no parecía estúpida.

-"Naci en un pequeño pueblo a las afueras de Londres, pero me crie hasta los once años en Paris... Pero prácticamente he vivido casi toda mi vida a caballo entre Estados Unidos, Inglaterra y Francia" -respondió, analizando cuidadosamente su reacción. Si la señorita Granger había hecho bien sus deberes, sabría sumar dos y dos. Y entonces, sería cuando él le propondría que le entregara a Jamie sin montar una escena y sin acudir a las autoridades. Tal y como había previsto, ella palideció repentinamente-. "¿He dicho algo malo? ¿Se encuentra bien?"

-"Sí, es solo que…" -Hermione espió sus facciones de reojo. Aquellos ojos verdes, fríos como y duros como una piedra… ¿Por qué le resultaban tan familiares? Y sus labios, finos y apretados contra los dientes...-. "Disculpes, tengo que irme."

-"¿Ahora?"

-"Sí, ahora…" -sacó unos billetes del bolsillo de sus vaqueros y los puso sobre la mesa, levantándose apresuradamente-. "He recordado que…Tengo que recoger a Jamie. Es muy tarde."

-"La acompaño entonces" -Harry fue tras ella, adaptando con facilidad su paso. La joven casi corría, pero sus pies eran pequeños y sus zancadas solo pequeños pasos para el hombre que iba a su lado-. "¿Sucede algo malo, señorita Granger?"

-"Por favor, no me siga" -Hermione se detuvo en seco, justo en la puerta de la casa de Ginny. Golpeó con los nudillos varias veces la puerta. Ginny abrió, sonriendo y entregándole un bulto envuelto en mantas, mientras se colocaba un dedo sobre los labios.

-"No grites. Acaba de dormirse" -advirtió y frunció el ceño al ver al hombre que la acompañaba. Le tendió la mano, cordial. Harry la estrechó con desgana disimulada-. "¿Quieren pasar? Haré un poco de café y…"

Era obvio que estaba deseando conocerlo. Pero Hermione no tenía la menor intención de pasar un minuto más con él. Sus temores iban en aumento. ¿Y si él…? No era posible. Negó con la cabeza y le hizo una seña a Ginny a modo de despedida. En cuanto a él, le dirigió una mirada hostil y continuó su camino, rezando porque tarde o temprano él se cansara de perseguirla. ¿Cómo había podido ser tan ingenua? Fiarse de un completo desconocido, dejarlo entrar en su casa, venderle el primer par de zapatillas de Ginny… Sacudió la cabeza, molesta porque al girar en el camino que conducía a su casa, él seguía allí. Abrió la puerta con dificultad, esquivándolo cuando intentó entrar tras ella. Pero era muy rápido y antes de que pudiera cerrarle la puerta en la nariz, ya había introducido su pierna para impedirlo.

-"Por favor, váyase…" -le pidió, tratando de recordar donde había puesto su spray anti violadores.

-"¿Por qué, señorita Granger?" -preguntó con excesiva dureza e incapaz de contenerse un minuto más, añadió-. "Tal vez podamos rezar juntos nuestras oraciones antes de acostar al pequeño Jamie Granger… ¿O debería decir al pequeño James Potter, jeune dame Granger?"

Ya estaba. Lo había dicho. Todos sus miedos veían la luz al comprender por fin quien era él. Mejor dicho, no sabía quien era. Pero estaba segura de que no era alguien que pretendía venderle una enciclopedia. Y estaba segura de que no sería bueno para ella que continuara en su puerta. No sería bueno para Jamie. Corrió hacia el dormitorio y dejó al niño sobre la cama, cerrando a sus espaldas… con llave. Él no se había movido del salón. ¿Era una buena señal? Se armó de valor para enfrentarse a quien quiera que fuese aquel hombre. Por su parte, Harry había tomado asiento en su sofá preferido, ignorando los lametones de Bob y dejando bien claro que su perro no le impresionaba lo más mínimo. Lo vio encender un cigarrillo con tranquilidad y al instante, Hermione se le acercó para quitárselo de los labios con brusquedad. Lo aplastó con la suela de sus zapatos, empleando más fuerza de la necesaria.

-"En esta casa no se fuma. Es malo para Jaime" -le dijo, furiosa por el modo en que él la observaba. Sonriente y despreocupado, como si ella no fuera más que un insignificante contratiempo en sus malvados planes-. "Y salga de mi casa ahora mismo si no quiere que llame a…"

-"¿La policía?" -él completó la frase con tono irónico-. "Hágalo, señorita Granger. Me encantará ver como les explica unas cuantas cosas."

-"¿Quién es usted?" -le espetó, ocultando las manos a la espalda para que él no pudiera ver como temblaban descontroladamente-. "¿Qué quiere de mí?"

-"¿De usted?" -clavó su mirada despectiva en ella-. "Usted no me interesa lo más mínimo, créame."

-"¿Entonces, porqué…?"

-"Siéntese, señorita Granger. Es hora de que charlemos de nuestros asuntos" -como ella no obedecía, se inclinó ligeramente y tiró de su mano con fuerza, obligándola a sentarse frente a él sobre la mesa de mimbre-. "He dicho que se siente."

-"No puede darme órdenes en mi propia casa" -protestó, pero cerró la boca al ver como las facciones de él se endurecían-. "Está bien, ya estoy sentada. Hable de una vez. ¿Qué quiere? ¿Dinero? ¿Es un secuestro, es eso? Me temo que se ha equivocado de puerta, miserable… La familia de mi marido era rica. Yo solo soy una mujer más. Pero le daré cuanto tengo si…"

La seca risa de él la interrumpió.

-"Querida, tiene una gran imaginación. Pero antes de que siga y termine ofreciéndome su cuerpo a cambio de que desaparezca, deje que le diga algo" -esta vez, encendió su cigarrillo y la retó con la mirada. Hermione no se movió-. "Yo soy la familia de su marido. Así que puede guardar su billetera señorita Granger. Con sus ahorros, no tiene ni para pagarse un abogado. Femme d'idiot"

-"Usted no puede…" -Hermione agitó la cabeza a ambos lados, confusa.

-"Sí, puedo. De hecho, Jacques era mi hermano."

-"¿Su hermano?" -articuló a duras penas.

-"Eso es. Lo cual significa que usted, además de ser una delincuente y una chiflada, es también mi cuñada... ¡Sorpresa, señorita Granger!"

Hermione apretó los labios, incapaz de pensar. ¿Qué podía hacer…? No había tiempo para huir. Y él no parecía dispuesto a ser comprensivo con las razones que la habían impulsado a ocultar a Jamie.

-"¿Cómo se atreve a insultarme?" -le espetó, sintiendo como las palmas de sus manos se humedecían a causa del pánico.

-"Me atrevo porque usted no es más que una loca embustera" -la apuntó con uno de sus largos dedos-. "Me atrevo porque Jacques era mi único hermano. Y porque ese mocoso de ahí es mi sobrino y tiene unna familia que desea conocerlo cuanto antes, ya que usted ha privado a mis tíos de hacerlo... hasta ahora. Y me atrevo, señorita Granger, porque sencillamente es mi deseo atreverme. ¿Alguna otra pregunta?"

-"Fuera de mi casa…"

-"Ah, no, mi encantadora y hospitalaria cuñadita… No le voy a poner las cosas tan fáciles" - expulsó el humo en su cara y después, apagó el cigarrillo en una escultura que había sobre la mesa con un ademán tosco, sin importarle la censura en los ojos de la joven.

-"¡Bueno, ¿y qué!" -le gritó, poniéndose de pie de un salto. Él la imitó poniéndose derecho, haciendo que los rostros de ambos quedaron tan cerca, que Hermione casi podía escuchar los pensamientos furiosos que circulaban por la mente del hombre-. "¿A mí qué me importa quién es usted? Jamie es mi hijo, ¿escucha? Mi hijo… Ningún juez en el mundo me quitaría la custodia solo porque su familia lo quiere."

-"Eso ya lo veremos" -sentenció él, aspirando sin querer el aroma que provenía del cabello de ella. ¡Maldita mujer!–. "Ya veremos si es tan valiente cuando tenga que explicar porqué mi sobrino vive bajo un apellido y una identidad falsos."

-"¡Cualquiera lo comprendería solo con verlo!"

-"No me diga. Vous brisez mon coeur, señorita Granger…" (Me parte el corazón)

-"¿Dijo corazón?" -ella no se achicaba un ápice-. "Porque si es así dudo mucho que lo tenga, señor Potter o Harry o como se llame… Pero no le tengo miedo, ¿sabe? No soy una niñita asustada y usted no es el hombre del saco… Solo es un tipo amargado, despreciable y mentiroso."

Él rió nuevamente. Pero la situación no era divertida ni mucho menos. Los dos respiraban con dificultad y sus alientos se mezclaban en el aire. Por un momento, Harry sintió que lo asaltaba la absurda idea de hacerla callar de otro modo que no sean gritos. Del modo en que solía hacer callar al resto de las mujeres que conocía. Claro que era una tontería, Hermione no era como el resto de las mujeres que él conocia. No era mejor, por supuesto. Solo era distinta. Sin ir más lejos, no había derramado una sola lágrima a pesar de que la humedad en sus ojos le decía que lo estaba deseando. Era tozuda, no cabía duda. Y sabía pelear. Se defendía como una tigresa. Rió para sus adentros. Aquella chica aún no sabía que él era un experto domador de fieras. En un impulso que no pudo reprimir apresó aquella boca que no cesaba de lanzar improperios contra él. Sólo por curiosidad, se dijo. Para saber lo que había hecho que Jacques cometiera el mayor error de su vida… Aunque no tuvo tiempo de averiguarlo, al instante que sus labios se rezaron ella le cruzó la mejilla con sus cinco pequeños y traidores dedos. Harry se froto el rostro entre sorprendido y a la vez complacido por la violencia de aquel golpe.

-"¿No le doy miedo, señorita Granger?" -repitió con sorna y con una sonrisa divertida que no pudo evitar dedicarle; la castaña intentó repetir la bofetada, aunque el hombre la esquivó a tiempo. Sus dedos se cerraron como garfios sobre la delgada muñeca-. "Deje que le de un consejo, Hermione Granger. Téngame miedo, ¿me oye? Téngame mucho miedo."

-"¡Váyase de mi casa!" -lo empujó con fiereza y él se deslizó como un felino hacia la puerta.

-"Sus deseos son órdenes, querida. Pero no se alegre mucho porque volveré" –la amenazó con crueldad-. "Volveré mañana, y pasado mañana. Y al siguiente día. Y al otro. Y todas las veces que haga falta hasta que uno de los dos se de por vencido."

-"¡Jamás! Nunca permitiré que se lo lleve…"

-"Señorita Granger…" -comentó él desde el jardín-. "¿Tiene un reloj a mano?"

Ella no contestó, no entendía sus palabras. Lo vio alejarse por la ventana. Las mejillas le ardían de la rabia y la impotencia. ¿Un reloj?

-"Pongámoslo en hora, querida. De ahora en más comienza la cuenta regresiva..."

Hermione le gritó un par de cosas poco agradables y lo oyó reírse antes de desaparecer por el recodo del camino.

Su más temida pesadilla se había cumplido. Y Harry Potter era la causa de eso.

"Maldito..."

Continuara...

Nota de la Autora:

Hola a todos! Primero que nada voy a agradecerles sus reviews, cada uno de ellos me ha dado un minutos de infinita alegría... gracias! Y como siempre ando escasa de tiempo, así que no me podré explayar mucho. Espero que este capítulo les haya gustado (de todo corazón que lo espero). Intentare actualizar mucho más rápido, pero se imaginaran que para esto hay un modico precio... (jejeje que malvada soy XD) ... ¡SI! ¡Quiero eso mismo! Muchos, muchos, muchos reviews! Asíq ue pónganse las pilas y a escribirme algo, con un par de palabras me conformo!

Cuídense mucho! Besos de chocolate para ustedes!

Att. Lady Verónica Black.-

"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"

¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!