El Museo

01.intro/una noche en el viejo museo/

"¡Basta!" volvió a gritar escupiendo un poco del carmín liquido al suelo, su mano derecha cubrió su labios tratando desesperadamente de quitarse el sabor metálico de su propia sangre, y aunque las oleadas de dolor invadían su cuerpo recorriéndole sin tregua por cada célula de este y lo ataban poderosamente al suelo, toda su rabia se hallaba desbocada dándole un poco más de fuerza a su maltrecho cuerpo, intentó una vez más ponerse de pie y pelear…

pero…

"Es lo que hago" susurró el otro hombre cerrado la puertecilla del privado a sus espaldas, en un baño cuyos privados yacían de un lado armoniosamente diseñador y justo enfrente se encontraban los orinales, sus pasos resonaron entre los vidrios de un espejo roto y el agua esparcida en todo el suelo haciendo un sonido chapucero. Caminaba seguro y altivo, con una hermosa sonrisa en sus labios, pasó su mano izquierda entre sus cabellos rubios ligeramente rizados, peinándolos, evitando que estos le impidieran la visión sobre su enemigo derrotado y humillado.

"pongo fin a todo esto….. , pongo fin a sus fechorías…." añadió arrodillándose en el frío piso de losa blanca teñido de sangre y esparcida por el agua que caía de los lavabos de manos a espaldas del otro que aun yacía en el suelo junto a la pared.

Puso su mano en el cuello de la elegante camisa ensangrentada y lo acercó hacia si, sus ojos celestes brillaron con aparente alegría.

"es tu turno de que lo sigas" le habló a su enemigo caído en su misma lengua, con un acento de alegría inmedible y tan satisfactorio, sus mechones dorado cenizo juguetearon un poco con este movimiento, el silencio que siguió a ambos acompasado por el suave gorgoteo de las llaves de agua fue muy satisfecho para el atacante y muy doloroso para el derrotado.

Hacia muchas horas que no se oía en la distancia el suave ronronear de las maquinas, ni de las voces de los trabajadores, y muchas mas horas que no se oía el terrible sonido de un derrumbe cercano.

"traidor" escupió con fuerza el subdirector de aquel museo, en cuyo baño mas grande estaban ahora mismo, reunía sus fuerzas para dar su ultimo esfuerzo y pelear….

Impedir que este hombre venido de Alemania se saliera con la suya, impedir una tragedia….

"cuídese señor subdirector" pronunció al final el atacante poniendo en la mano derecha y rota, que yacía como muerta a un costado, un pequeño objeto que brillo con la intensidad de las luces blancas del recinto, del baño de caballeros del segundo piso del museo.

Sonrió poniéndose de pie y con cuidado de no pisar mas pedazos del espejo roto, abandono el lugar. Por un momento pareció que reía con satisfacción al salir del recinto.

"¡cobarde!" gritó con impotencia el subdirector, mas de una vez, intento pedir ayudar, trató de reunir fuerzas, pero estas ya se le habían ido hacia mucho tiempo y la furia que le suscitaba aquel hombre había sido su esperanza de recobrar un poco su fuerza y pelear.

Y al final grito con todas sus fuerzas…… y el edificio pareció temblar con su dolor.