Nota de la autora: Ya vi que este va a ser el lugar en el que voy a meter todos los drabbles que no sé dónde poner u///u.
Esto fue escrito para el cumpleaños número 21 de Deraka xDD (you know I love you...).

Fandom: Supernatural
Beso: Sam/Deam

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Sam cumple 21 en Stanford. Unos compañeros del dormitorio lo obligan a salir a tomar algo, porque 'ya eres legal, tío,' y 'aprovecha el status,' y 'ahora te toca jugar con los chicos grandes'. Sam, por supuesto, no tiene cómo explicarles que carga una identificación falsa desde los 17, y que lleva 'jugando con los chicos grandes' más o menos desde los 12. Así que coge la chaqueta, pone cara de entusiasmo y se enrumba al primer bar decente que ha pisado en su vida. No pasa una mala noche (ningún universitario lo hace), pero conforme el alcohol va tomando cuenta de sus compañeros, empieza a echar de menos el humo y el rock duro, al barman de malas pulgas, y esas frases idiotas que le soltaba Dean a las meseras.

Cuando Dean cumplió 21, Sam recuerda, nadie hizo tanto escándalo al respecto. John trabajaba en un caso con Bobby, que insistió en tomarse un trago con ellos. Brindaron por los 21, y porque la maldita cosa que estaban persiguiendo se retorciera pronto en el infierno. Sam y Dean se quedaron esa noche sentados en el umbral de Bobby, turnándose la botella, hablando bajito de todo un poco, mientras los cantos rituales de John se mezclaban a lo lejos con los sonidos de la noche.

Fue la primera vez que Dean lo besó, borracho como una cuba y casi sin darse cuenta. "Sabes que te quiero, Sammy." Una de esas cosas de borracho. "Nunca voy a dejar que te pase nada." Con el brazo sobre sus hombros y la voz resbalándole un poco. "Yo te voy a cuidar, Sammy." "Me sé cuidar solo, tío." Mirándose a los ojos, algo desenfocados. "No. Te cuido yo. Ése es mi trabajo." "No necesito que me..." Y labios sobre sus labios, un poco adormecidos, con sabor a alcohol y sin más intención que transmitir el cariño de un hermano, estaba seguro, hasta que Dean le cogió el labio inferior entre los dientes y le puso mano en la nuca, y de pronto todo era calor, y saliva, y dientes, y la lengua de Dean en su boca. Apenas un segundo, y allí estaba Dean, jadeando, la frente en su frente, los ojos oscuros, perfectamente enfocados por un segundo. "Te cuido yo."

Nadie lo mencionó a la mañana siguiente. De hecho, no vuelven a mencionarlo (tampoco la segunda vez, tampoco la tercera). Pero Sam cumple 21, y a veces se siente como un pez fuera del agua entre todos esos chicos de 21 que han crecido en una casa, y van a bares decentes, y no creen en demonios, y no extrañan la posesividad de sus hermanos cuando les comen la boca.

No vuelven a mencionarlo, pero Sam cumple 21 y cuando se la corre en el baño del dormitorio, no piensa en la preciosa rubia que no le quitó los ojos de encima en toda la noche, ni en cómo se le subía la falda al sentarse, ni en el tono con el que susurraba 'feliz cumpleaños' en su oído. Cuando se toca tentando, cuando cierra los ojos y encuentra el ritmo, sólo existe el sabor a alcohol y una mirada oscura, una mano que quema en la nuca, demasiado calor y una voz en el fondo de todo que repite "te cuido yo" mientras el mundo gira en espiral (tú, me cuidas tú) y se vuelve blanco detrás de sus ojos.