Hola!!! Soy Elii Evans, y este es mi primer fic que pongo acá ) Espero que les guste! les pido un pequeño favorcito... podrian dejarme reviews? de verdad los necesito para saber si debo continuar subiendo capítulos o no si?? gracias! D

besotes (KK),,

Sweet Seventeen

(Dulces diecisiete)

Capítulo 1

En el Expreso de Hogwarts

(In the Hogwarts Express)

¡¿Dónde se habrán metido estas chicas?!- protestaba Lily sin dejar de consultar su reloj pulsera-.

Lilian Evans, era una joven dueña de una extensa cabellera rojo fuego y una tez pálida, tal vez demasiado pálida, que dejaban resaltar unos hermosos ojos brillantes verde esmeralda. Tenía un bonito físico. Era alta, de piernas largas y vientre chato. Algunos chicos se babeaban por ella, aunque no era muy conocida entre la gente, pero cuando descubrían su carácter, muchos se alejaban. No es que fuese mala, sino que tenía un carácter… algo fuerte y era irremediablemente histérica; principalmente si se trataba de los deberes, ya que era extremadamente inteligente y estudiosa. Era prefecta y ahora delegada de la casa Griffindor. Era una de las alumnas más destacadas y brillantes del colegio, principalmente en su materia preferida, Encantamientos. También, descargaba su ira con Los Merodeadores (o como ella los llamaba "Los Merodeabobos"). Odiaba a cada uno de ellos, principalmente a James Potter, quien desde quinto año estaba tras ella y no la dejaba en paz ni un bendito segundo. El único que se salvaba allí era Remus Lupin, ya que ella lo había conocido mejor porque también era prefecto y descubrió muy pronto que era una excelente persona. Una de las principales características que compartía con sus amigas, era que adoraba la música. Se destacaba principalmente en la danza, ya que cuando era pequeña había estudiado clásico, y también tocaba adorablemente el piano. Le gustaba componer canciones y de vez en cuando cantaba, aunque no era su mayor fuerte. Sus padres eran muggles, pero aún así eran una familia perfecta, a excepción de su odiosa hermana, Petunia, quien la llamaba "bicho raro" y ella para defenderse le decía "muggle amarga". La muchacha estaba vestida con una simple musculosa blanca bastante ajustada al cuerpo, unos jeans sueltos y las famosas zapatillas de magos adolescentes "Converse – All Star" de color blancas con borde rojo. Su cabello estaba suelto con ondas naturales, y de sus orejas colgaban unas argollas de plata. En su mano derecha sostenía un pesado baúl de madera oscura y de su mano izquierda, una jaula con una lechuza rojiza con ojos negros oscuros llamada Lizzie,por la protagonista de su serie favorita muggle.

¡¿Dónde se metieron?!- chilló la chica muy histérica-. ¿¡Acaso se perdieron dentro del inodoro…?!

Pues por lo menos yo no me perdí dentro de uno –respondió una voz que sonaba divertida-.

Lily se volteó para encontrarse con la persona que había dicho aquello.

¡Nat!- exclamó corriendo hacia ella y abrazándola-.

Nathaly Raider, era una muchacha de cabello largo muy negro y muy lacio, con un recto flequillo que le tapaba de vez en cuando sus ojos oscuros. Sus labios rojos y carnosos resaltaban de su tez blanca, y eran los más deseados del sector Hogwarts masculino. Su cuerpo era totalmente perfecto. Al igual que su amiga, era alta y tenía proporciones muy buenas. Ella era la típica chica caprichosa que quería conseguir lo que se le antojaba. No era mala alumna, pero tampoco excelente; muchas veces Lily la tenía que sacar de sus apuros con las tareas porque dejaba todo para último momento. Su materia favorita era Adivinación, pues se la pasaba riéndose en toda la clase de las tonterías que decía la profesora Trewlaney. Era muy divertida y le encantaba hacer bromas, aunque no por eso se llevaba bien con Los Merodeadores, sino que los odiaba, incluso a Remus, o como ella lo llamaba "el niñito buenito", aunque el merodeador que más aborrecía era a Sirius Black. Él también la perseguía, pero simplemente de pasada, no tanto como James a Lily. De sus amigas, era la psicóloga y la que entendía los sentimientos más profundos de ellas. Su mayor fuerte era tocar la guitarra y componer canciones sobre sus sentimientos. También cantaba, pero ello no era lo que más le gustaba. Adoraba deslizar sus dedos y extensas uñas por aquellas infinitas cuerdas de su guitarra. Aquel instrumento se lo había regalado su madre poco antes de morir de un fuerte ataque al corazón. Había fallecido justo cuando sólo faltaban dos semanas para que ella entrara a Hogwarts. La extrañaba demasiado, pues su madre era una persona maravillosa y una de las pocas que la entendía. Vivía en una enorme mansión con su padre, a quien odiaba porque no se preocupaba ni por ella ni por su hermano pequeño, Matt, quien cursaba su segundo año en Hogwarts. Además su padre, como toda su familia era de sangre pura, aborrecía a los hijos de muggles y no quería que su hija se juntara con personas como Lily. Pero aquello a Nathaly no le importaba. Su padre no le iba a prohibir juntarse con quien quería. La chica llevaba una musculosa negra muy ajustada con la palabra "Baby", estampada en blanco, una pollera de jean muy cortita y desflecada y por último, sus Converse – All Star color negras. Su pelo estaba suelto, como casi siempre, y de su cuello colgaba un collar de perlas negro enroscado en tres vueltas. Cargaba un gran baúl negro, ya que llevaba su guitarra, aunque estuviera achicada por magia.

¿Cómo estás, amiga?- saludó con voz alegre-. ¿Preparada para soportar a "Los Merodeabobos"?

No me hables de ellos –le espetó Lily con fastidio-. ¿Dónde se habrá metido Hil¡Faltan sólo cinco minutos para que el tren arranque¡Siempre llegando tarde esta chica!

Allí viene –dijo Nathaly señalando a una joven correr hacia ellas cargada de cosas-.

Aquí… estoy… -jadeó la chica al llegar junto a ellas-.

¡Ya era hora¿Es que no te enseñaron a respetar los horarios?- inquirió la pelirroja enfadada-.

Hola¿qué tal? Yo bien¿y tú¿Qué tal tus vacaciones? –sonrió Hilary sarcásticamente-. ¿Así es cómo me recibes, señorita "Yo cumplo los horarios"?- protestó finalmente-.

Hilary Sween, era una chica de cabello rubio con unos pronunciados bucles, flequillo hacia el costado y ojos celestes. Era la más peticita de las tres, pero aún así no tenía feo cuerpo. Era una chica bastante aplicada, pero no tanto como Lily. Su asignatura favorita era Cuidado de Criaturas Mágicas, ya que le encantaban los animales. Era muy tranquila y generalmente, la que calmaba la ira de sus amigas. No le desagradaban Los Merodeadores, pero tampoco era que le gustaran. Se llevaba bien con Remus, pues tenía muchas cosas en común. Poseía una voz extraordinaria, y casi siempre cantaba las canciones que sus amigas componían. Su madre era bruja, pero su padre era muggle, lo que hacía que tuviera sangre mestiza. Tenía un hermano mayor llamado Tomas, quien había terminado el colegio hacía unos tres años, y ahora trabajaba en el Ministerio en el lugar de comidas, ya que era un buen cocinero. Estaba vestida con una musculosa celeste claro, unos vaqueros simples rotos y localizados y unas zapatillas Converse – All Star, estampadas en jean. Llevaba un baúl gigante de madera bastante gastada, ya que era de su hermano, y a su lado estaba su gata, Michi, que era de un color arena con la panza y patas blancas con ojos color café.

Será mejor que subamos al tren –anunció Lily ignorando a su amiga y arrastrando su baúl-. Está por partir.

En efecto, el vapor comenzaba a salir con fuerza de la chimenea. Las tres jóvenes subieron al tren rápidamente, el cual estaba abarrotado de gente.

Vamos a buscar compartimiento –dijo Hilary-.

Está bien –asintió Lily-. Yo tengo que irme al vagón de los prefectos, luego las busco. Tomen, lleven mi equipaje –le entregó su baúl a Nathaly y su jaula a Hilary-. ¡Adiós!

Nathaly y Hilary, se perdieron entre el mar de gente en busca de un lugar vacío. Finalmente, encontraron uno casi al fondo. La morocha arrojó los baúles despreocupadamente, y se recostó en un asiento, mientras que Hilary acomodaba todo y se sentaba frente a ella con su gata en el regazo. Nathaly sacó una pequeña bolsa de chicles de su bolsillo y se metió uno de menta en la boca.

¡Hey¡Yo quiero uno!- pidió Hilary incorporándose-.

¡No!- respondió Nathaly mientras alejaba la bolsa de su amiga-. ¡Son míos!

¡No seas angurrienta y dame uno!- le reprochó la rubia intentando sacarle la bolsa de dulces-.

¡Que no¡Son míos!

¡Eres adicta a los dulces, Nat¡Dame uno!

¡Cómprate!- gritó ésta-.

De pronto la puerta del compartimiento se abrió y por ella se asomaron las tres personas más odiadas por las chicas: Sirius Black, James Potter y Peter Pettigrew. El primero, también apodado como Padfoot (Canuto), tenía unos preciosos ojazos azul eléctrico y su cabello negro azulado caía elegantemente sobre su rostro de bellísimas facciones. Tenía un cuerpo espectacular y una sonrisa que hacía derretir a todo Hogwarts femenino. Llevaba unos pescadores de jean oscuro, una remera manga corta negra y unas zapatillas Converse – All Star del mismo color. El siguiente chico, (llamado por sus amigos: Prongs (Cornamenta)) tenía un pelo alborotado y rebelde color azabache, y unos impresionantes ojos avellana mezclados con verde agua detrás de unas gafas redondas que le daban un toque inteligente. Al igual que su amigo, tenía un físico envidiable y se le notaba aún más con aquella camisa verde claro que llevaba puesta, junto a unos vaqueros y unas zapatillas Converse – All Star verdes oscuras. El último chico (Wortmail (Colagusano)) sin embargo, no era para nada atractivo. Tenía un cabello casi rubio, pegado a su gorda cabeza, y unos pequeños ojos castaños. Era muy bajito y rechoncho, con unos pies enormes. Llevaba una remera tamaño baño color azul claro, unos pantalones simples negros y unas zapatillas del mismo color. Los tres llevaban sus respectivos baúles y animales. James tenía un fénix rojo mezclado negro y plateado, Sirius nada y Peter un asqueroso sapo verde y gordo con lunares amarillos.

¿Desean algo señores "Yo soy el mejor del mundo"?- preguntó Nat con fastidio terminando con la pelea de dulces-.

Nena, no te enfades –dijo Sirius seductoramente mirándola y deteniéndose en sus hermosas piernas descubiertas-. Sólo venimos a hacerles compañía, ya que no hay otro vagón desocupado.

¡Ah, no!- exclamó ella-. ¡Ustedes aquí no se quedan¿Por qué no se van con sus queridas admiradoras?

Es que ellas no son tan guapas como tú, Raider –respondió Sirius pasándole un brazo por los hombros-.

Black, o te me quitas de encima o te quito yo –murmuró la chica fríamente-.

Me encantaría que me quitaras tú, preciosa –le susurró él al oído-.

Nathaly sintió un escalofrío al sentir la respiración del chico muy cerca suyo, pero aún así lo empujó con fuerza hacia un costado.

Váyanse –dijo Hilary-. Nat es capaz de matarlos.

Entonces, decidido –sonrió Sirius dejándose caer en un asiento-. Nos quedamos

¡Que se vayan!- chillaron las dos jóvenes-.

A propósito¿dónde está Remus?- preguntó Hil al darse cuenta de que el chico no estaba allí-.

Haciendo sus labores de prefecto –contestó Peter sentándose al lado de la ventana-.

Se van ya mismo o llamo a Lils –los amenazó Nathaly-.

Sirius y Peter parecieron alarmados, pero James sonrió y se limitó a decir:

Llámala. Hace tanto que no la veo… seguramente estará aún más hermosa…

¡No!- gritó Sirius desesperado-. ¡No llames a tu amiga! Cada día le tengo más miedo, desde que intentó convertir mi cabello en una esponja…

Seguro que intentará transformarnos en conejos… -susurró Peter con terror en el rostro-.

Sí, haber si nos mata –añadió Sirius-. ¡Soy muy joven para morir!- exclamó fingiendo dramatismo-.

Nat y Hil se rieron.

¿Lo ven?- dijo Sirius con una sonrisa encantadora-. Las hacemos reír. Somos totalmente perfectos, o al menos yo, -James le dirigió una mirada amenazante-. Y Prongs, por supuesto –se apresuró a añadir-. Es imposible que no acepten nuestra encantadora compañía…

No seas creído, Black –murmuró Nat y luego se rió-. Pero¿qué digo? Si tú eres engreído de nacimiento.

Eh… los insultos para otro día, Raider –dijo él con una mueca-.

En ese instante, hizo su aparición el carrito de comida con la típica bruja regordeta.

¿Se les ofrece algo, queridos?- preguntó amablemente-.

¡Aleluya!- exclamó Sirius levantándose y yendo hacia la mujer-. ¡Muero de hambre! Déme tres tortas individuales de calabaza, una bolsa de caramelos confitados, un paquete de grageas de todos los sabores, un pack de brujas fritas y un jugo de calabaza frió con mucho hielo, por favor.

Nathaly y Hilary lo miraban con la boca abierta. ¿Cómo era posible que una persona pudiera comer tanto? Luego de hacer sus respectivos pedidos y de pagarle a la señora, se sentaron para comer tranquilamente.

¡Wow¿Qué es eso?- le preguntó Nat a Peter, señalando una pequeña bolsa transparente llena de pequeñas bolitas rosadas-.

Chicles hiper globo –respondió el chico con voz aguda tomando uno para comerlo-.

Los ojos de la joven se volvieron locos al escuchar la palabra: "chicles" y más aún cuando oyó "hiper globo". Se abalanzó sobre Peter, intentando quitarle un chicle, pero éste chillaba y la empujaba hacia atrás. Los demás se destornillaban de risa.

¡Dame uno, Pettigrew!- gritaba ella-.

¡No!- respondió el joven-. ¡Apártate de mí!

¡Que me des uno…!

¿Qué está pasando aquí?- preguntó una voz masculina desde la puerta-.

Todos se voltearon y vieron a Remus Lupin (o como lo llamaban: Moony (Lunático)), mirándolos extrañado. Tenía un cabello corto y castaño claro, con unos ojos redondos color miel que brillaban sobre su rostro pálido y enfermizo, pero atractivo. Tenía buen físico, aunque no tanto como James y Sirius. Llevaba una camisa blanca, unos pantalones de jean marrones y unas zapatillas simples color crema. En una mano tenía un baúl de madera bastante gastado y en su pecho relucía una insignia de prefecto. A su lado estaba Lily mirando a cada uno de Los Merodeadores con mirada asesina.

¡Pettigrew no me quiere dar un chicle!- lloriqueó Nat haciendo puchero-.

Wortmail, dale un chicle a Nathaly- sonrió Remus-.

¡No¡Son todos míos!- chilló Peter-.

Puff… –suspiró Lupin y sacó una bolita amarilla de su bolsillo, envuelta en un papel del mismo color-. Aquí tienes uno, Nathaly. No son de tutti-frutti como los de Wortmail, pero son ricos.

Gracias –agradeció ella tomando el dulce-. No eres tan malo después de todo…

El chico le sonrió.

Entonces si yo te doy un chicle ¿me das un beso y decís que soy bueno?- preguntó Sirius con tono soñador-. Si quieres podemos pasarnos el chicle entre nuestras bocas…

¡Aw¡Padfoot!- protestó Peter asqueado-. ¡No seas asqueroso!

Todos rieron.

Sigue soñando, Black –respondió la morocha con una mueca-.

¡¿Qué hacen estos… estos… aquí?!- inquirió Lily exasperada-.

No hay compartimientos libres, Evans –respondió James-. Y tampoco asientos libres, por lo que veo –añadió observando que todos los asientos estaban ocupados por los equipajes-. Así que puedes sentarte sobre mí, no tengo ningún problema…

Cállate, pervertido –susurró la ojiverde con malhumor-.

Lamento las molestias, chicas –se disculpó Remus-. Pero ¿podríamos quedarnos aquí?... prometo que ellos no dirán más estupideces –y dicho eso, les dirigió una mirada de advertencia a James y Sirius-.

No creo que sea una buena idea, Remus… -comenzó Lily-.

No –respondió Nathaly tajante-.

Oh, vamos –dijo Hilary-. No sean malas. Claro que sí, Remus –sonrió-.

Éste dio las gracias, y apartó al fénix de James de un asiento para poder sentarse. Nathaly y Lily le dirigieron miradas asesinas a su amiga, pero a ésta no pareció importarle. Luego de unos cuantos minutos de charla sobre las vacaciones y de algunos comentarios babosos por parte de James y Sirius, éste último dijo:

¡Prongs¿Estás pensando lo mismo que yo?

Creo que sí, Padfoot –respondió éste sonriendo y observando su reloj-.

¡Es hora de molestar a Quejicus!- exclamaron los dos-.

Ambos se levantaron de un salto y estaban dispuestos a salir cuando…

¡Ustedes no irán a ningún lado!- chilló Lily levantándose rápidamente-.

Sabemos que te gusta nuestra compañía, Evans, pero debemos ir a molestar a alguien –dijo James con una mueca-.

¿Qué se creen ustedes para ir a fastidiar a la gente?- inquirió ella con chispas en los ojos-.

Pues… -respondió Sirius rascándose el mentón como fingiendo pensar algo-. Somos perfectamente perfectos, guapos, inteligentes… tenemos derecho a divertirnos un poco.

¡Guarda ese ego, Black¡Soy prefecta y no permitiré que maltraten a un alumno!

¿Snivellius es un alumno?- repitió James abriendo mucho los ojos, fingiendo sorpresa- Y yo creía que era un moco….

Sirius soltó una carcajada al igual que Peter. Los demás no pudieron evitar sonreír, pero Lily parecía que iba a estallar en cualquier momento:

¡Lo llegan a tocar y les quito puntos antes de que empiecen las clases!

¿Qué ahora te gusta el grasiento, Evans?- inquirió Sirius abriendo mucho sus preciosos ojos-. ¡Nunca creí que pudieras caer tan bajo!

¡No!- exclamó James horrorizado-. ¡Recuerda que yo soy tu príncipe!

¡Claro que no!- chilló la pelirroja con las mejillas encendidas-. ¡Qué estupidez¡Se quedan aquí!

James y Sirius se miraron una fracción de segundo, y salieron corriendo por la puerta.

¡Malditos idiotas…!- gritó la chica intentando ir hacia la puerta, pero Hilary la sentó de una en el asiento-.

Cálmate, Lils –le dijo-. Deja que hagan lo que quieran…

No, soy prefecta y mi deber es castigar a los alumnos que rompan las normas –jadeó la chica con furia intentando soltarse de su amiga, quien ahora la sostenía del brazo-.

Lily, cálmate, ellos son así… -le dijo Remus-.

¡Creen que pueden gobernar el mundo!- gritó ella pasando por alto lo que había dicho Remus-. Pero yo les demostraré que están equivocados… -y haciendo un último esfuerzo, se soltó de su amiga y echó a correr como loca por el pasillo-.

Nathaly y Hilary salieron tras ella con las varitas en alto. Remus suspiró y las siguió. Peter se encogió de hombros y siguió comiendo un caldero de chocolate relleno de dulce de batata. En uno de los primero compartimientos, dos jóvenes se reían a carcajadas haciendo que varios alumnos asomaran sus cabezas para ver qué ocurría.

¡Potter, Black, no es gracioso!- chillaba Lily fuera de sí-.

Snape, estaba tendido en el piso del pasillo totalmente inmóvil. De su rostro ya de por sí feo, salían unos horribles tentáculos morados con manchas negras. Además cada vez que intentaba decir algo, salía de su garganta un aturdidor chillido de rata. James y Sirius lloraban de risa, revolcándose en el piso.

Deja, yo arreglaré esto, Lily –dijo Remus adelantándose y apuntando a Snape con su varita-. ¡Sinimutáculos!– los tentáculos de Snape desaparecieron al instante y éste recuperó la movilidad-. ¡Risellio!- la voz del chico volvió a ser normal-.

¡Idiotas!- chilló Snape incorporándose y empuñando su varita-. ¡Son unos cobardes¡Me atacaron cuando estaba desprevenido¡Ahora verán!

Intentó abalanzarse contra ellos, pero James fue más rápido y lo inmovilizó en el aire. Junto con Sirius, rieron más fuerte y Hilary, se adelantó para pronunciar el contramaleficio.

Vete de aquí, Snape –le espetó-.

El joven le dirigió una mirada de asco y odio a la chica y a ambos jóvenes quienes no paraban de reír, y se fue caminando con furia por el pasillo.

¡Cincuenta puntos menos para Griffindor!- exclamó Lily con la cara roja de ira. Los Merodeadores pararon de reír y la miraron-.

Pero, Lils¡estás quitando nuestros propios puntos!- protestó Nathaly-.

Lo lamento, Nat –repuso ella-. Pero una prefecto debe hacer lo que una prefecto debe hacer. No hay que tener favoritismos.

¡Tendremos puntos bajo cero!- dijo James angustiado-.

Ustedes se la han buscado, yo se los advertí

¡Eres más que maldita!- chilló Sirius con enojo-. ¡No sabes disfrutar de la vida!

¿Disfrutar de la vida es atacar a un alumno inocente?- inquirió la ojiverde fríamente-.

¿Alumno inocente?- repitió James incrédulo-. Esa cosa no es un alumno inocente

Si siguen protestando, quitaré más puntos –informó ella. A continuación, dio media vuelta y se encaminó hacia su compartimiento-.

No permaneceremos en el mismo lugar que esa niñita histérica –dijo Sirius y a continuación alzando su varita exclamó-. ¡Accio baúles de Prongs y míos!

Ambos baúles llegaron volando rápidamente a sus dueños. Ambos los tomaron con una mano al mismo tiempo que James, silbaba y su fénix venía volando para posarse es su hombro izquierdo.

Vamos al compartimiento de nuestras queridas admiradoras, Prongs –sonrió el morocho-. Allí hay gente que si nos quiere…

Los dos caminaron unos pasos, y se metieron en un compartimiento de su derecha. Nathaly, Remus y Hilary, pudieron escuchar una voz chillona que exclamaba al abrirse la puerta: "¡Hay, chicas, son Jamsie y Siri!" y unos gritos de emoción. Nat rodó los ojos, y se fue hacia su compartimiento, Hil la siguió riendo por lo bajo, y Remus las fue atrás con el rostro pensante. Lo que quedaba del viaje transcurrió normal. Finalmente, todos se pusieron sus túnicas negras y cuando el tren frenó en la estación de Hogdsmade, se encaminaron hacia las salidas arrastrando su equipaje y llevando a sus animales. Cuando bajaron, se encontraron con James y Sirius sonriéndoles a un par de chicas de Hufflepuff de quinto. Cuando las jóvenes se fueron, todos pudieron ver que James tenía montones de besos marcados en el rostro con lápiz labial rojo y fucsia, y Sirius el cabello totalmente desordenado y su camisa abierta. Nat los miró fulminante, principalmente a Sirius, mientras Lily fulminaba a James.

En fin¿vamos hacia los carruajes?- propuso Peter para aliviar el ambiente-.

Vayan ustedes –respondió Sirius-. Nuestras señoritas nos esperan¡adiós!

Ambos chicos se alejaron entre la multitud, y los demás se encaminaron hacia los carruajes. Se subieron en uno de los primeros, y se acomodaron.

¡No puedo creer que sean tan idiotas!- soltó LIly con furia observando por la ventana-.

¿Recién te das cuenta?- inquirió Nathaly con ironía. Se notaba en su voz la furia-. Además de ellos, las tontas niñitas que los siguen no tienen dos dedos de frente.

Es verdad, esas tontas deben tener un maní partido a la mitad en vez de cerebro para fijarse en ellos- afirmó Lily-.

Es que a ellos les gusta las chicas factibles como ellas –añadió Hilary-.

En español, por favor –dijo Nat, mientras los demás reían-.

¡Las chicas fáciles!- exclamó la joven como si fuera lo más obvio del mundo. A veces decía palabras complicadas que sus amigas no entendían-.

Bueno, Hil, a nosotros nos hablas en castellano –rió la morocha y su amiga la miró fulminante-.

Saben, puede que sean un poco mujeriegos –comentó Remus, pero al ver las caras de Lily y Nat, añadió-. Bueno, tal vez demasiado mujeriegos, pero son muy buenas personas…

Sí, claro… -dijeron Lily y Nathaly poniendo los ojos en blanco-.

El carruaje se paró de golpe, indicando que el viaje había terminado. Los cinco chicos bajaron y se dirigieron a las puertas de roble. Entraron por ellas, y se encaminaron hacia el Gran Salón. Allí se sentaron al final de la mesa, listos para la ceremonia de selección. Sirius y James llegaron un poco después y le hicieron señas a Remus y a Peter para que fueran con ellos. Éstos se despidieron de las chicas, y se encaminaron hacia sus amigos. Frente a la mesa de profesores, había muchos alumnos pequeños y nerviosos susurrando entre ellos, o dirigiendo miradas asustadas al castillo. Frente a ellos, en un taburete de madera, descansaba un sombrero viejo y remendado. De pronto, se le abrió una especie de boca y empezó a cantar. Luego de grandes aplausos por parte de todos, la profesora McGonnagal, se puso de pie, y empezó a nombrar a los alumnos anotados en un pergamino enrollado:

¡Smith, Juliet!

Una niña muy pequeña con un cabello marrón recogido en unas largas trenzas, avanzó temblorosa hacia el taburete. Se colocó el sombrero, quien le tapó hasta la nariz y luego de unos segundos, éste exclamó¡Hufflepuff! La mesa de la casa, estalló en aplausos, mientras la chica sonriente corría hacia ellos.

¡Marchetta, Walter!

Un chico de cabello rubio platinado con rulos avanzó decidido, al cabo de unos segundos estaba en la mesa de Slitherin.

¡D'ante, Kelly!

Una chica bastante alta para su edad, de cabello rubio recogido en un rodete, avanzó hacia el sombrero¡Griffindor! Los alumnos de la casa, aplaudieron con ganas al ver a la chica acercándose a ellos con una sonrisa.

¡Genial!- exclamó Sirius sonriente-. ¡Otra valiente chica más para conquistar!

¡Padfoot!- le reprochó Remus-. ¡Solo es una niña!

La ceremonia continuó y parecía que no terminaba más.

¡Tengo hambre!- gemía Sirius a cada rato-.

Finalmente, el director, Albus Dumbledore, se paró indicando que hicieron silencio.

¡Buenas noches a todos!- exclamó sonriente-. ¡Bienvenidos a Hogwarts! Nuevamente, para la mayoría, claro… - se aclaró la garganta ruidosamente-. Espero que estén listos para comenzar otro nuevo o primer año aquí. Antes de empezar con el banquete, quería advertirles que el bosque está estrictamente prohibido, a no ser que sea por una causa especial. Tampoco se acerquen al Sauce Boxeador que está en el medio de los terrenos. Hemos tenido un grave accidente el año pasado, ya que un chico casi más pierde un ojo. Además, el señor Filch, nuestro celador, me ha pedido amablemente que les informara que están totalmente prohibidos los chascos, bombas fétidas, discos voladores con colmillos, y cosas similares dentro del castillo. Ahora sí, los dejo comer en paz¡Que comience el banquete!

Los platos de oro vacíos, se llenaron de deliciosas cosas y las jarras, de fresco jugo de calabaza. Los fantasmas hicieron su aparición, y volaron bajo el techo encantado, que mostraba un cielo despejado lleno de estrellas.

¡Hola, Nick!- saludó Nathaly, cuando el fantasma pasó sobre su carne azada-.

¿Qué tal, señoritas?- se inclinó éste haciendo una reverencia mientras se elevaba sobre sus cabezas-.

Luego del espectacular banquete, la mayoría se iba hacia sus camas bostezando y conversando.

¿Vamos?- le preguntó Nathaly a sus amigas soltando un gran bostezo-. Estoy cansada.

Sí, yo también –asintió Hilary levantándose de su asiento-.

Luego las veo chicas, debo hacer mi papel de delegada –anunció Lily desapareciendo en busca de trabajo que hacer-.

Las dos chicas, se encaminaron hacia la sala común bostezando por el camino y comentando que seguramente el siguiente día sería agotador.

Aguas danzantes –murmuró Nat al llegar al retrato de la Dama Gorda-.

Ambas, subieron las escaleras arrastrando los pies, y una vez allí se cambiaron para irse a dormir.

¡Hola, chicas!- saludó Samantha Crew, una chica que compartía el dormitorio con ellas. Era una muchacha de cabello castaño oscuro y ojos color miel, muy bonita de cara, quien algunas veces bromeaba haciéndose la creída para hacer reír a sus amigas-. ¿Qué tal el verano?

Estuvo bien –respondió Hilary cerrando las cortinas de su ventana-. ¡Hola, Caro! –saludó al ver entrar a una chica peticita de cabellos castaños claros, quién también compartía el dormitorio con ellas. Su nombre era Caroline Robbinson. Era muy simpática, aunque a veces un poco malhumorada según el día-.

¡Hola!- saludó ella con una sonrisa-.

Luego de unos minutos todas estaban dentro de sus camas. En la punta izquierda, junto al baño, estaba Samantha, quien se había quedado profundamente dormida. A su lado Caroline, quien estaba cayendo de a poco en el sueño, al lado Nathaly, quien miraba el techo fijamente, luego la cama vacía de Lily, ya que aún no había llegado y por último Hilary, que estaba intentando encontrar la posición más cómoda para dormir. De pronto, se abrió la puerta, y por ella entró una histérica pelirroja murmurando cosas sin sentido por lo bajo.

¡Por fin llegas!- exclamó Hilary-.

¡Esos niñitos me estaban volviendo loca!- chilló mientras sacaba su camisón rosado del baúl-. ¡Son demonios¡Nosotros no éramos así cuando teníamos su edad!– siguió criticándolos mientras se metía en el baño para cepillarse los dientes. Aún así se escuchaban los quejidos-. ¡Malditos mocosos!- exclamó saliendo del baño y metiéndose en la cama-.

Veo que tu humor está divino –comentó Nat sarcástica-.

Me mata tu sarcasmo –le espetó ella y se dio vuelta sin decir nada más, mientras echaba a la pobre de Michi de su cama-.


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