Hola a todos!!! Lo sé, lo sé, hace mucho tiempo. Pido disculpas por el retraso. Muchas gracias a todos los que me habéis apoyado en estos meses que no he escrito y muchisimas gracias por todos los reviews y mensajes de apoyo que he recibido.

No escribiré tan deprisa como lo hacía antes, así que tendréis que ser pacientes. ¿De acuerdo? Aún así, no pienso, repito, no pienso dejar este fic a medias ¿entendido? Así que no os preocupeis porque llegaremos al final del fic sólo que no subiré los capitulos tan deprisa como solía hacerlo antes porque no quiero volver a bloquearme como me ocurrió.

Espero que este capítulo sea de vuestro agrado, ¿vale? Un besito, nos vemos abajo!!!

Capítulo 23. En la noche

Era ya bien entrada la noche cuando Draco empezó a deslizarse fuera de la cama que compartía con Hermione intentando no alterar el sueño de la mujer. Había permanecido completamente inmóvil los últimos cuarenta minutos junto a ella esperando que ella se durmiese completa y profundamente. Con una sonrisa se movió unos centímetros hacia el borde de la cama, quedándose quieto cuando ella se removió inquieta en su sueño susurrando su nombre. ¿Qué había hecho para merecer a una mujer como aquella? Lentamente, despacio, susurrando, en silencio, Draco se deslizó fuera de la cama alcanzando los pantalones y poniéndoselos con rapidez. Hermione se movió en la cama y pronunció en un susurro el nombre de Draco que se giró para mirarla con una satisfecha sonrisa masculina en el rostro; falsa alarma, ella seguía dormida.

Tomando una camiseta negra, Draco se la puso mientras abría la puerta descalzo, nada sorprendido de encontrarse el rostro de Nott en el pasillo, recostado contra la pared. Draco le hizo una señal para que se mantuviera callado y con tanto silencio como pudo, cerró la puerta suavemente ajustándola para que se mantuviera cerrada sin hacer ningún ruido. Nott enarcó una ceja.

-No quiero despertarla –dijo simplemente Draco encogiéndose de hombros. Nott rodó los ojos pero asintió-. ¿Estamos listos?

-Tan listos como podamos estarlo –sonrió-. No va a saber qué le ha golpeado ¿verdad?

-Espero que sí lo sepa –replicó Draco en un siseo bajo. Maldijo mientras caminaban a oscuras por la casa silenciosa-. Odio tener que hacerle esto a Rebecca –admitió.

-Lo sé, a mí también me cae bien la chica –añadió Nott encogiéndose de hombros-. Pero no es normal que el nombre de Colton aparezca en los informes de voldemort, ¿no? –arqueó ambas cejas y Draco asintió.

-No, no lo es –estuvo de acuerdo con él-. Sólo… ¡maldita sea! Se supone que tienen que casarse mañana…

Draco suspiró pesadamente. No era una buena noticia para tener que darle a Hermione precisamente en aquellos momentos en los que no se encontraba bien anímicamente. Agradeciendo las costumbres idílicas y románticas que dictaban que los novios no podían dormir juntos la noche antes de la boda, Draco se detuvo frente a la puerta de la habitación en la que dormía Colton. Apoyó la mano en el pomo y se dispuso a abrirla. La mano de Nott hizo que se detuviese y que le mirase intrigado.

-Puedo hacerlo yo, si quieres. Hermione no tendrá que enterarse siquiera de que…

El agente rubio negó con la cabeza.

-También es mi trabajo –Nott asintió y retiró su mano. Draco le sonrió-. Pero gracias de todas formas…

La puerta chasqueó ligeramente cuando Draco la abrió. Marcus Colton no estaba en su cama. Draco miró a Nott que se encogió de hombros.

-¿Visita pre nupcial? –preguntó en un susurro.

Draco maldijo en voz baja. Un sonido en el pasillo hizo que los dos agentes se pusiesen en alerta. Nott asintió y le hizo una señal mientras se colocaba detrás de la puerta, sacó un arma de la cintura de su pantalón y le lanzó a Draco el cuchillo afilado dentado de combate que siempre llevaba mientras señalaba el otro lado de la puerta.

La puerta se abrió con tranquilidad; Draco tensó los músculos y Nott hizo lo mismo, dispuesto a saltar sobre Colton si hacía un movimiento que amenazase a cualquiera de los dos. Apenas había dado un par de pasos dentro de la habitación cuando Draco lo sujetó del cuello, lo estampó contra la pared y dirigió su mano armada hacia el cuello, manteniendo el cuchillo peligrosamente cerca de su garganta.

-Si hablas, te corto el cuello; si haces un movimiento, te corto el cuello; si se te ocurre siquiera pensar en saltar por la ventana, te corto el cuello y Nott te dispara ¿entendido?

Nott tuvo que tragarse la sonrisa. Draco era un experto amenazando. Por eso, quizá, era uno de los mejores interrogadores al servicio de la Orden. Tal vez era su porte, su físico, la voz dura y fría o la mirada gris acerada… todo eso combinado con la actitud distante del agente hacía que cualquiera se sintiera realmente amenazado por él.

Colton asintió vigorosamente.

-Bien –Draco apartó el cuchillo de la garganta del hombre en un rápido movimiento y se apartó hacia un lado siendo cubierto por Nott de inmediato que apuntó con su arma a Colton.

-¿Qué relación tienes con Riddle?

El rostro de Colton se quedó pálido y sus ojos se abrieron de forma desmesurada.

-¿De qué estás hablando? –preguntó a la pregunta de Nott-. No sé quien…

-Respuesta incorrecta –Draco le dio un puñetazo en el estómago que hizo que Coltor se doblase en dos. El agente lo volvió a enderezar-. Vamos a probar otra vez, ¿qué relación tienes con Riddle?

-¿Quién diablos es Riddle?

Nott amartilló su arma, Draco le sujetó contra la pared sosteniéndolo por el cuello.

-Tu nombre ha aparecido en una lista –los ojos de Colton se abrieron desmesuradamente y Draco pudo ver el atisbo del miedo en ellos-. Así que ahora mismo nos vas a decir qué diablos hace tu nombre en una lista de los contactos de Voldemort si no quieres que Nott te pegue un tiro ahora mismo.

Marcus rió entre dientes.

-¿Qué te hace tanta maldita gracia? –gruñó Nott.

-No me va a disparar –dijo mirando a Draco pero refiriéndose a Nott.

-¿Ah, no? Ilústrame, chico listo, ¿por qué diablos no voy a hacerlo? –preguntó.

-Porque eso arruinaría mi boda y no creo que a tu chica le hiciera mucha gracia que su hermana se quedase viuda antes de tiempo –sonrió.

Nott enarcó una ceja y sacudió la cabeza de forma lenta. Ese tío era idiota, realmente era idiota. O eso o no conocía a Draco. Seguramente era lo primero porque si conociese a Draco sabría perfectamente que no debería jugar con él cuando tenía aquella mirada y mucho menos jugar usando el nombre de Hermione.

-No te preocupes por eso, no habrá boda que arruinar porque voy a matarte antes –en un rápido giro de muñeca, el cuchillo de Draco ya estaba a escasos centímetros del cuello de Colton, otra vez-. Y como vuelvas a meter a Granger en nuestros asuntos se aseguro que morir será la menor de tus preocupaciones ¿queda claro? –no le dio tiempo para que contestase-. Ahora, ¿qué relación tienes con Riddle?

Ya estaba. Ya lo tenía. Nott lo supo al ver como Marcus Colton cerraba los ojos antes de contestar; lo había visto muchas veces; hombres mentalmente más fuertes que él habían sucumbido ante la presión de la mirada de Malfoy. Colton acababa de darse cuenta de que había perdido la única baza que podría haber hecho que dejasen de interrogarle, pero lo que no había aprendido era que Granger nunca sería una baza para que Draco jugara.

-Casi ninguna… Un par de negocios, tres tal vez -suspiró dándose por vencido-… Es más bien con tu padre con quien he tenido trato.

La mano de Draco que empuñaba el cuchillo tembló ligeramente pero sólo Nott se dio cuenta de ello; el moreno ni siquiera parpadeó ante aquella revelación; cuando Draco le miró no movió ni un solo músculo y aún así Malfoy supo que Nott estaba tan perplejo como él mismo. Su padre… ¿Su padre? Marcus Colton conocía a su padre y él ni siquiera sabía quien era… resultaba realmente desconcertante y absolutamente increíble.

-¿De qué le conoces? –presionó Draco siseando furioso.

-Trabajé para él hace tiempo…

Malfoy sonrió a medias.

-¿Tú le crees? –le preguntó a Nott.

-Ni una palabra.

-Estupendo, yo tampoco –sujetó con su cuerpo a Colton contra la pared y giró la cabeza para mirar a Nott que viendo que estaba todo controlado bajó su arma apuntándola hacia el suelo-. Puedo hacer mi equipaje y el de Granger en diez minutos.

-Yo tengo el mío siempre listo –contestó Nott-. En veinte minutos puedo tenerlo todo listo para salir de aquí.

-Genial, mientras lo haces llama a Potter y dile que le llevamos un regalo –chasqueó la lengua y miró a Colton-. Lo siento pero vas a seguir soltero al menos de momento- con maestría deslizó unas esposas que Nott le había pasado alrededor de la muñeca derecha, pasó la cadena por detrás del tubo de la calefacción y ató la otra esposa a la muñeca izquierda, luego le sonrió a medias-. Si haces un solo ruido cuando salgamos de aquí, Nott te disparará ¿de acuerdo? –Colton asintió y Draco sonrió a Nott-. ¿Qué te parece? Tiene instinto de conservación. Vamos, tenemos cosas que hacer.

Tan pronto como salieron de allí en silencio Draco supo que tenía que hacer algo antes de que se marcharan de allí.

-Theo… -dijo sujetándole el hombro.

Nott negó con la cabeza.

-No he escuchado nada –afirmó el moreno con una media sonrisa.

Draco sonrió mientras le seguía en silencio fuera de la habitación. Siempre se podía contar con Nott para casos así, lo sabía por propia experiencia. Aún seguía divagando sobre lo que había dicho Colter cuando entró en la habitación esperando que Hermione no hubiese notado su ausencia y quizá por eso la voz femenina hizo que se pusiese en guardia inmediatamente.

-¿Se puede saber dónde diablos estabas? –Hermione parpadeó, miró el cuchillo en la mano del agente y suspiró-. ¿Y de dónde vienes que has necesitado eso?

Draco se pasó una mano por el cabello. Iba a ser una conversación difícil.

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Sirius consiguió controlar la carcajada que amenazó con surgir de su garganta cuando vio a su prima de pie, frente al espejo con un horrible vestido de color naranja calabaza. Tonks se miraba desde varios ángulos, se giraba, sonreía, ladeaba la cabeza, alzaba el bajo del vestido colocándolo a la altura deseada, lo volvía a soltar y volvía a sonreír.

-Cuando salgas con eso a la calle avísame, no me gustaría que pensaran que somos parientes –Tonks se giró sobresaltada y encaró la risa de Sirius con el ceño fruncido.

-Lamento que pienses así, idiota, porque entonces te perderás el mejor día de mi vida…

-No creo que sea para tanto… -Sirius hizo un ademán con la mano.

Tonks se cruzó de brazos y enarcó ambas cejas sonriendo como si fuese conocedora de un secreto al que sólo ella podía acceder.

-Habrá comida, bebida y chicas, créeme Sirius, también podría ser el mejor día de tu vida.

-Comida, bebida y chicas… -Sirius sonrió-. ¿Correcto?

-Eso he dicho.

-Pues eso suena a bautizo… –la almendra que estaba a punto de meterse en la boca se detuvo a medio camino entre la mesa y sus dientes-… ¿vamos a ser los padrinos de alguien?-preguntó divertido mientras cogía un puñado de almendras que había sobre la mesita de centro sobre un platito dorado-. Más que nada porque yo tengo el cupo completo con Harry, no es que el chico de problemas pero…

-No vamos a ser padrinos de nadie –contestó ella risueña-. Sigue pensando, detective.

-¿Estás embarazada?

-¿Si lo estuviera te importaría? –preguntó ella sonriendo con demasiada dulzura.

-Sólo si no fueras a ponerle mi nombre a la criatura –respondió Sirius con la misma suavidad fingida-. Sirius es un nombre adorable para un bebé, ¿no te parece?

-Lo que me parece es que tu madre cometió con tu nombre el mismo crimen que la mía con el mío, ¿quieres condenar a un bebé a un destino tan cruel?

Sirius lanzó una carcajada, se metió la almendra en la boca y miró a su prima sonriéndole con todos los dientes.

-Ahora en serio, ¿estás embarazada? Lo digo más que nada porque si lo estás tendré que matar a Remus y no creo que fuese a hacerme mucha gracia.

-No, no estoy embarazada… y si te atrevieras a intentar matar a Remus, apostaría por él –añadió con maldad traviesa.

Sirius se llevó una mano al pecho con una mueca de fingido dolor.

-¿Traicionas a tu propia sangre?

-No, apoyo a mi futuro esposo.

Tonks se mordió el labio y miró nerviosamente a Sirius esperando su reacción. El agente tragó saliva, apartó una silla, se sentó, tomó el vaso de agua que había sobre la mesa y se lo bebió de un trago; parpadeó, miró a su prima y sonrió.

-Es curioso, me ha parecido escuchar que hablabas de Remus refiriéndote a él como tu futuro esposo…

-Has oído perfectamente. El vestido no es para un bautizo, es para una boda. La mía.

-Eso es imposible –Sirius frunció el ceño-. Remus sabe que me tiene que pedir permiso si…

-Remus aún no lo sabe –contestó Tonks con un gesto de la mano al aire como si el hecho de que el novio no supiese que iba a ser novio en una boda no tuviese la menor importancia.

-Ah, bien, Remus aún no lo sabe… ¿y lo sabrá el día de la boda o planeas decírselo un poco antes? Para prepararlo, ya sabes que no le gustan las sorpresas demasiado…

Tonks rodó los ojos.

-Por supuesto que se lo diré. Tengo planeado pedirle este fin de semana que se case conmigo.

-Espera, tiempo muerto –hizo una señal con las manos como si fuera un entrenador en un partido-, ¿tú vas a pedirle a él que se case contigo?

-Sí –el titubeo en sus ojos hizo que Sirius se diese cuenta de que no estaba tan segura como parecía querer aparente-. ¿Crees que es mala idea? –abrió sus ojos-. ¿Has hablado con él y te ha dicho que no quiere casarse conmigo? –sus ojos se abrieron aún más-. Peor aún, ¿te ha dicho que quiere romper conmigo?

Sirius rió con suavidad.

-Tranquilízate Tonks. Remus no me ha dicho nada de eso, más bien al contrario, está feliz contigo y me alegro de que lo sea –dijo sinceramente disfrutando al ver las mejillas de su prima colorearse ligeramente-. Sólo me sorprende de que seas tú quien se lo quiera pedir, nada más –lanzó un suspiro-; supongo que aún soy de los que les gusta pensar que es el chico quien tiene que comprar el anillo.

-Oh, él comprará el anillo, claro, pero yo se lo preguntaré –se encogió de hombros-. Remus luego puede comprar el anillo, pero asegúrate de que sea con una piedra de ámbar.

-¿Qué te hace pensar que voy a tener…

-Te pedirá tu opinión –contestó ella como si le estuviera declarando algo más que obvio a un niño pequeño.

-De acuerdo, un anillo con piedra de ámbar –frunció el ceño- ¿por qué una piedra de ámbar?

-Porque me recuerda a sus ojos –sonrió un poco avergonzada.

Sirius sonrió a medias. Le gustaba Tonks; era seguramente el único miembro de su familia que se salvaba de ser alguien hipócrita y ambicioso sin escrúpulos. Y le gustaba que estuviera con Remus.

-Vale, entonces ¿me has dicho lo de la boda para que pueda guiar a Remus hacia un anillo adecuado?

-No te lo he dicho sólo por eso –protestó ella divertida-. Quería pedirte un favor.

-Claro, lo que quieras primita, ¿qué pasa?

-Quiero pedirte que seas tú quien me acompañe al altar.

-¿Qué? –Tonks disfrutó en secreto de la cara de incredulidad de Sirius y le sonrió-. ¿Hablas en serio?

-Completamente, ¿quién mejor que tú para entregarme a Remus?

Sirius no dijo nada, se levantó de donde estaba sentado, cruzó el espacio que había hasta Tonks en dos zancadas, le colocó las manos sobre los hombros y se inclinó ligeramente para mirarla a los ojos.

-Será un honor para mí hacerlo, Nymphadora.

-Odio que me llames así –replicó ella divertida mientras se movía para abrazarle-. Gracias, Sirius.

-Gracias a ti, Tonks –le devolvió el abrazo él-. Bueno, será mejor que me marche, tengo que hacer… cosas –sonrió separándose de ella. Tonks asintió-. Antes de que lo olvide, Harry dice que podemos tener esa reunión mañana –frunció el ceño-, ¿de qué se trata?

-De algo que creo que puede ser importante, pero necesito a Hermione para comprobarlo.

-¿Estás enferma? Porque Hermione es doctora y…

-No estoy enferma Sirius. Vamos, vete –le hizo señas hacia la puerta agitando sus manos en el aire-, tengo que terminar de probarme vestidos.

-Hasta luego –se despidió él sonriendo. Giró y se dirigió hacia la puerta con las manos en los bolsillos-. Ah, por cierto, primita –ella le miró a través del espejo-. Olvida el naranja… no es tu color.

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Demasiada tranquilidad. Demasiada paz. Demasiado descanso… No podía dormir. Durante los años que había vivido en la mansión de Tom, Narcisa había aprendido que era más fácil dormir un par de horas y con un ojo abierto que dormir profundamente y no despertar nunca. Lo había visto. Hombres duros y fornidos muertos al amanecer con una bala alojada en su pecho o la garganta cortada de lado a lado únicamente porque habían sido atrapados en un sueño demasiado profundo para el gusto de Voldemort. Había sido… un infierno. Pero ella había tenido a Bella; se habían cuidado mutuamente y mientras una dormía la otra vigilaba.

Recordaba los ruidos de la mansión durante las noches; pasos apresurados de un lado a otro del pasillo, marchando con aire marcial, pronunciando en silencio un fiel "aquí estoy yo" que aterrorizaba a cualquiera que no estuviese armado porque escuchar esos pasos, escuchar ese ritmo indicaba que iban a buscar a alguien que algún miembro de la organización de Voldemort había fracasado o peor aún, había intentado pasarse de listo. Recordaba el miedo en esas ocasiones, rezando en silencio al principio de su estancia con Riddle, esperando que los pasos pasaran de largo de su puerta y, deseando al final de su vida allí que los pasos fuesen a buscarle a ella porque eso significaría libertad aunque fuese muerta.

Recordaba los gritos, la sensación de miedo y de impotencia. Los jadeos de los entrenamientos cuerpo a cuerpo en el patio trasero, los disparos de prueba, el silbido de los cuchillos atravesando el aire espeso de la noche, el crujir de las ramas y hojas al ser pisadas, el suave susurro de los pies desnudos sobre el césped húmedo preparando y entrenando para las emboscadas. Recordaba las noches llenas de miedo, de ruidos, de gritos, de susurros, de ruiditos inexplicables y aterradores, indefinibles e irreconocibles. Y sólo recordándolo temblaba.

La luz de la sala de estar se encendió y Narcisa miró a un Severus frío apoyado contra la puerta.

-¿Estás bien?

-No podía dormir –dijo por toda respuesta. Severus asintió, se dirigió al mueble bar y sirvió en dos vasos un poco de whisky entregándole uno de los vasos a la mujer que estaba sentada en el sofá con las piernas recogidas bajo su cuerpo-. Gracias…

-¿Qué es lo que te preocupa? –preguntó.

-¿A parte de que mi hijo me odia por haberle abandonado, mi ex amante esté deseando encontrarnos a los dos para matarnos, tener a Voldemort detrás de mi cabeza y todos los miembros de la Orden parecen desconfiar de mí? –preguntó enarcando una perfectamente definida ceja rubia-. Oh, nada, tonterías…

Severus dejó escapar una risita entre dientes.

-Siempre tan positiva ¿verdad? –dio un trago a su vaso y la miró-. Sabes que todo se va a arreglar ¿verdad? –ella le miró dudando-. Vamos a hacer que todo se arregle –se corrigió Severus-. Todo estará bien Narcisa. Ahora que no estás allí, todo estará bien.

-Necesito que hagas algo por mí –dijo la mujer entonces. Severus la miró sin decir nada esperando y ella le sonrió-, necesito que me des el nombre de alguien que entienda de compuestos bioquímicos, del mejor –corrigió.

-¿Por qué?

Narcisa se levantó del sofá y dejó su vaso de whisky sobre la mesita del centro; caminó hacia una de las ventanas y paseó su mirada por la oscuridad de la noche viendo titilar las diferentes luces de la ciudad que creaban un mosaico de colores brillantes. Se recostó contra el cristal y casi suspiró al sentir el frío contra su piel.

-¿Por qué necesitas ese nombre, Narcisa? –insistió Severus.

Narcisa no contestó de forma inmediata. Respetaba a aquel hombre y sabía que él también la respetaba a ella; sabía perfectamente que Severus habría dado todo lo que tenía por estar con ella hacía tiempo, mucho tiempo, quizá demasiado. Le asustaba contarle todo lo que había hecho, todo lo que se había visto obligada a hacer para protegerse a sí misma y para proteger la vida de Bella incluso sin que su hermana fuera consciente de ello.

-¿Narcisa?

-He visto tantas cosas… -empezó a decir-. He matado a hombres, a mujeres, a niños… He asesinado, torturado, hecho explotar vehículos, transportes públicos, lugares céntricos y casas sin querer preguntarme ni plantearme siquiera si al explotar habían personas dentro… -no le miró-. He guardado información clave y precisa sobre magnates y personas influyentes que están bajo el poder de Riddle porque desean más poder y porque tienen un alto concepto de la ambición que llega a rallar el peligro…

-Narcisa…

-La oscuridad, los gritos, las armas, los disparos, los cuchillos, el silencio… todo ha estado presente en mi vida desde que trabajé por primera vez con Voldemort y ahora no puedo pasar un solo segundo sin que esos recuerdos negativos inunden mi cabeza a pesar de no estar cerca de él.

-Sea lo que sea que tuviste que hacer…

-Me prostituí por él –dijo la mujer entonces-. Me ordenó que mantuviera relaciones sexuales con Lucius Malfoy o de lo contrario mataría a Bella. Tuve que hacerlo… pero nunca le dije que estaba embarazada. Jamás ha sabido de la existencia de Draco en mi vida y no quiero que lo sepa nunca… He hecho cosas terribles, Severus, cosas que harían que te estremecieras y me odiaras… y no quiero eso… no podría soportar pensar que me odias porque en estos momentos eres todo lo que tengo, todo lo que me queda…

Severus se levantó, dejó su vaso junto al de ella y caminó hasta colocarse detrás de Narcisa, mirando su reflejo en el cristal.

-Nada de lo que hayas hecho cambiará la opinión que tengo de ti ni lo que siento por ti –le dijo firmemente creyendo en sus palabras por completo- ¿Para qué necesitas ese nombre, Cissa? –insistió Severus colocando sus manos sobre los hombros femeninos mientras buscaba el reflejo de sus ojos en los cristales de la ventana.

Ella suspiró de forma desgarradora.

-Quiero saber si existe la posibilidad de eliminar de alguna forma los componentes químicos de la droga que Voldemort está usando en niños.

-¿Por qué deberías de saber tú los componentes químicos de esa droga, Narcisa?

-Ayudé a crear la droga de control mental –confesó Narcisa.

Las manos de Severus permanecieron en sus hombros unos segundos, manos tensas, firmes y frías. Luego sus dedos masajearon con lentitud la piel de ella a través de la tela de la camisa.

-El mejor es Lupin. Mañana hablaremos con él.

Narcisa le sonrió a través del cristal y él le correspondió alzando las comisuras de sus labios en una sonrisa tirante. Todo estaría bien… todo tenía que estar bien ahora que estaba con Severus… Con él siempre había estado todo bien, con él siempre lo estaría.

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Colton estaba atado y amordazado al otro lado del pasillo del pequeño avión privado que Nott había conseguido para regresar a Londres. El hombre le miraba con fuego con los ojos como si estuviese prometiéndole sufrimiento eterno. Draco no pensaba decirle que él ya había estado en el infierno y que había vuelto, no iba a darle ninguna oportunidad ni tampoco iba a concederle ninguna ventaja sobre él.

Deslizó sus ojos hacia Hermione sentada a su lado. Estaba demasiado pensativa. Draco la miró mientras que ella permanecía con el libro abierto sobre su regazo a pesar de que sus ojos no se habían movido en los últimos treinta y siete minutos y cuarenta segundos. Draco no podía culparla, seguramente él estaría también en ese estado si hubiese tenido que confiar en su actual pareja que le dice que tiene que arruinar la boda de su hermana porque el hombre con el que va a casarse está relacionado de algún modo con Voldemort. ¡Diablos, él se habría vuelto loco! Pero Hermione no, ella había conservado la calma escuchando su explicación y cuando había terminado, había asentido y le había preguntado que cuándo se marchaban. Nada más. Nada de gritos, nada de protestas, nada de preguntas. Asustaba pensar que había alguien que confiaba tanto en él que estaba dispuesta a hacer lo que él le pedía sin siquiera cuestionarle. Quizá era simplemente que Granger había aprendido qué batallas no merecía la pena intentar librar contra él.

La mano derecha de ella acarició de forma distraída el colgante en forma de fénix y Draco supo que era el único medio que ella tenía para pensar que su padre aún estaba con ella y de forma inmediata, el agente supo que Granger estaba pensando en lo que había ocurrido justo antes de marcharse de casa de la señora Granger, cuando la mujer y Rebeca se habían despertado al escuchar el ruido del coche que Nott había conseguido para llevarnos al aeropuerto. No había sido una escena de despedida demasiado agradable, ciertamente.

(flashback)

-¡Estás arruinando la boda de tu hermana!

-La estoy salvando de cometer el mayor error de su vida –contradijo Hermione mirando a su madre-. Siento mucho que te enteres así Rebeca, pero no me voy a disculpar por intentar hacer lo que creo que es mejor –miró a su hermana-. Draco y Theo están seguros de lo que te acaban de explicar.

-Me cuesta trabajo comprender que…

-Colton está metido en asuntos turbios relacionados con alguien muy importante tras el que vamos desde mucho tiempo –asintió Draco junto a Hermione-. Vamos a llevarlo a la sede de Londres para hacerle unas preguntas.

-Pero tú crees que es culpable de lo que sea que le estáis acusando –no era una pregunta. Draco asintió-. Entiendo.

-¡Tonterías! –bramó la señora Granger-. ¡No puede ser cierto! Hay una boda planificada, invitados, comida, ¡un sacerdote! –exclamó la mujer-. ¿Qué diablos vamos a decirle al sacerdote?

-¿La verdad? Prueba para variar –contestó Hermione frunciéndole el ceño a la mujer.

-Debe de ser una equivocación –insistió la señora Granger. Luego lanzó un gran suspiro al aire-. Ahora tú y ese estúpido policía habéis arruinado el día más importante de tu hermana, ¿no te da vergüenza eso? Si hubieses continuado con Mark esto no hubiese pasado…

Hermione apretó la mano que Draco mantenía aferrada a la suya como una señal de apoyo y anclaje a la realidad tan pronto como notó que el policía iba a hablar. Draco la miró y ella negó suavemente con la cabeza pidiéndole que no interviniese; se giró hacia la mujer que había considerado durante tantos años su madre y habló con voz segura y serena.

-Mark me dejó embarazada, me pidió que abortara y como no lo hice me empujó por las escaleras –dijo Hermione muy serena ignorando el jadeo de horror que salió de la boca de Rebeca-. Ese hombre que tanto te gusta estuvo a punto de matarme, ¿no tienes nada que decir al respecto?

-¿Te quedaste embarazada? –chasqueó la lengua-. Siempre le dije a Jhon que debería de haber averiguado quien era tu madre… los malos genes siempre sobreviven.

-¡Mamá! –gritó Rebeca horrorizada.

-Sé que no soy tu hija pero esperaba que al menos fueras lo bastante humana para compadecerte de los demás –se agachó, recogió su bolsa del suelo y se incorporó de nuevo lanzándole a la mujer su mirada más fría, la que reservaba expresamente para los padres que acudían con sus hijos al hospital después de haberles dado una paliza o haberles hecho daño de forma deliberada-. Espero no volver a verte en toda mi vida. ¿Nos podemos ir ya?

-Cuando quieras, preciosa –le contestó Draco con suavidad. Miró a Rebeca-. Lamento haber estropeado tu boda. De verdad.

Rebeca negó con la cabeza.

-No te conozco desde hace demasiado –explicó Rebeca-, pero conozco a Hermione perfectamente… Si ella confía en ti y opina que debes de tener una razón para hacer esto, yo confío en ella –miró a Hermione-. Si me dices que no confíe en Marcus no lo haré.

Hermione asintió con firmeza.

-Interrumpir tu boda es seguramente lo mejor que he podido hacer por ti Rebeca.

-¡Malfoy, mueve tu culo! –gritó Nott. Draco gruñó-. Hermione, preciosa, cuando quieras nos vamos.

Hermione le pasó su bolsa a Draco y luego se acercó a su hermana abrazándola.

-Lo siento Rebeca… puedes venir a verme cuando quieras, lo sabes ¿cierto?

-Lo sé; tranquila, no te disculpes. Creo que me has ahorrado algunos quebraderos de cabeza. Iré a verte en cuanto cancele todo lo de la boda, ¿está bien? Te quiero.

-Yo también te quiero hermanita… siempre.

(fin flashback)

Hermione se giró hacia Draco quien la miró con una ceja enarcada.

-¿Crees que Harry podría querer salir con mi hermana?

Malfoy suspiró. Cuando una mujer estaba callada demasiado tiempo era porque estaba pensando. Pensando demasiado.

-Pregúntaselo cuando le veas –le dijo por toda respuesta.

Hermione abrió la boca para protestar pero Nott les interrumpió.

-Llegaremos en diez minutos, abrochaos los cinturones chicos, vamos allá.

Obedecieron, pusieron sus asientos rectos, se abrocharon los cinturones y Draco extendió un brazo alrededor de los hombros de Hermione que se apoyó en él suspirando satisfecha. No había sido el mejor viaje, pero mientras pudiese pasar su brazo por encima de sus hombros él se daría por satisfecho. Siempre.

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Iba a funcionar. Tenía que funcionar. Cuarenta niños de entre siete y doce años lanzados a la calle, armados y dispuestos a cumplir las órdenes que él les enviase. Había sido divertido experimentar con ellos, ponerles esos collares en sus cuellos sin que se los pudieran quitar para reconocerlos de los otros niños de las calles.

Había creado un ejército perfecto a los que nadie se atrevería a disparar ni siquiera los queridos miembros de la Orden del Fénix. Un ejército de pequeñas piezas prescindibles y perfectamente intercambiables; un ejército dispuesto a recibir sus órdenes y obedecerlas como único sentido de la vida y de su existencia.

Le había costado años perfeccionar esa droga de control mental… Años. Granger le había engañado y se había llevado a la primera niña con la que habían probado la droga; Hermione Granger. Apretó el vaso de licor que tenía en la mano al recordar lo cerca que había estado de esa mujer y lo fácil que habría sido romperle su bonito cuello. Pero la necesitaba. Queria recuperar su dinero, el maldito dinero que Granger le había robado al inicio de todo. Y lo haría. Recuperaría su dinero, mataría a Hermione Granger y se haría con el control de la Orden del Fwnix, se haría con el poder de todo.

Pero de momento tenía que pensar en ellos. En sus niños. En lo que iban a hacer esa noche, en lo que él iba a hacer que hicieran esa noche.

Era la prueba definitiva. Si todo salía bien, si la droga funcionaba, si se doblegaban a su voluntad y deseo, el resto del camino sería fácil, muy, muy fácil. Y lo iba a conseguir; estaba dispuesto a conseguirlo sin importar sobre el cadáver de quién debería de pasar para lograrlo.

Alzó el teléfono de su mesa y marcó el número que le conectaba directamente con la parte inferior de la casa, la cara oculta, el lugar dividido en celdas individuales en las que los niños miraban aterrorizados a su alrededor sin saber cuando iban a perder la conciencia y, lo que resultaba mucho más interesante para él, sin saber si al recuperar el sentido habrían matado a alguien, a un hermano, a un amigo o si simplemente no iban a despertar nunca porque ellos serían los muertos. Fascinante. Realmente fascinante.

-Adelante –dijo cuando alguien le contestó al otro lado del hilo telefónico.

Sonrió mientras acariciaba de forma distraída a Nagini que había dejado medio cuerpo sobre su regazo y se dejaba tocar mientras sacaba su lengua bífica de vez en cuando siseando.

Era su ejército, eran sus niños… Ellos eran suyos; pronto lo demostrarían.

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Era una de esas noches. Harry Potter, el más importante miembro de la Orden en aquellos momentos y el más joven que había conseguido alcanzar ese rango, tenía una de esas extrañas noches nostálgicas en la que los recuerdos le abrumaban tanto que parecían querer quebrarle el corazón, la razón y el alma.

La única fotografía que conservaba de sus padres y él cuando apenas era un bebé estaba desgastada y ajada por los bordes de tantas veces que la había acariciado y tocado deseando que estuviesen allí con él. Les necesitaba. Les echaba de menos. Quería verles una sola vez… Quería preguntarles si lo estaba haciendo bien, si estaban orgullosos de él, de lo que había conseguido, de quién era, de lo que estaba consiguiendo… Quería abrazar a su madre y preguntarle a su padre por qué era tan difícil encontrar a una mujer a quien amar sin sufrir por ello. Quería saber cosas… quería preguntarles cómo se conocieron, por qué eligieron el nombre de Harry para él entre tantos nombres masculinos; quería saber cuál era la flor favorita de su madre y a qué equipo animaba su padre… Quería saberlo todo de ellos, quería conocerlo todo de ellos y no sabía nada, no conocía absolutamente nada.

De acuerdo, siempre tenía esa necesidad pero había días, había noches que esa necesidad aumentaba… Por eso Harry no podía dormir. Cada vez que tenía esa ansiedad de desear haber conocido a sus padres, ocurría algo y generalmente era algo malo.

Frunció el ceño mientras pensaba que tal vez tenía algo que ver con la reunión que Tonks había programado con él a través de Sirius para el día siguiente. Quizá no tuviese nada que ver y era otra cosa completamente distinta que acabaría haciéndole gruñir, gritar y desear disparar algo o a alguien.

Cuando el teléfono sonó supo que no se había equivocado. Algo había pasado.

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-Draco, esto no es necesario…

Pero él no la escuchaba; estaba analizando en aquellos momentos la puerta del baño, inspeccionando la estancia y asegurándose de que las ventanas de la habitación y baño estuviesen firmemente cerradas… Ella rodó los ojos.

-Draco, no es como si alguien fuese a escalar veinte pisos para colarse por la ventana de esta habitación, de este hotel precisamente con todos los que hay en Londres.

-Granger, intentaron asesinarte, te secuestraron, mi piso ha volado por los aires literalmente y el que iba a ser tu cuñado resulta que tiene contactos no sólo con mi padre, un asesino mundialmente famoso, sino que además su nombre ha aparecido en las listas de personas relacionadas con Riddle, que es precisamente quien intentó matarte, así que discúlpame si estoy un poco paranoico pero no me gustaría que al despertar te encontrara muerta.

Hermione lo entendió. Las medidas de seguridad, dar nombres falsos en el hotel, conducir más de veinte kilómetros desde el piso carbonizado de Draco hasta encontrar un lugar poco concurrido, indicar por teléfono a Harry y Ron donde iban a pasar la noche y solicitar que pasara por allí un coche con dos agentes expertos de la Orden cada hora y media durante las próximas nueve horas. Todo. Hermione lo entendió todo. Draco estaba asustado y preocupado por si le pasaba algo. Sólo había una forma de hacer que se relajase un poco y teniendo en cuenta que no habían tenido sexo desde hacía más de veinticuatro horas, ella también necesitaba… relajarse un poco.

La joven médica dejó el bolso de ropa que había tomado para pasar la noche a sus pies, cerca de la puerta que ya había sido asegurada por el policía, dos veces, se quitó la chaqueta que llevaba y la dejó sobre el respaldo de una silla, se sentó en el borde de la cama, cruzó las piernas y se quitó uno de los zapatos de medio tacón.

-Cuando termines de revisar el cuarto de baño, ¿puedes avisarme por favor? Me gustaría darme una ducha –se olisqueó el cabello-, creo que huelo a humo y ceniza…

Aquello pareció atraer la atención de Draco que asomó la cabeza por la puerta del baño y miró a Hermione con una ceja enarcada.

-¿Sabes que el ochenta y tres por ciento de los accidentes ocurren en la ducha? –preguntó-. Quizá tenga que quedarme contigo… sólo por si acaso…

Hermione sonrió.

-Sólo por si acaso… ¿verdad? –cruzó la otra pierna y se quitó el otro zapato antes de dejar que sus pies desnudos se hundiesen en la moqueta crema de la habitación del hotel-… ¿No sería mejor que te quedaras aquí para asegurarte que la puerta está cerrada?

-Lo está –contestó Draco mientras veía como ella se desabrochaba los botones de la blusa celeste-. La he comprobado. Dos veces –un destello del sujetador de Hermione hizo que Draco tragara saliva-. ¿Llevas puesto el sujetador negro?

Hermione asintió.

-En realidad llevo el conjunto completo… -le sonrió coqueta mientras se quitaba la blusa y se levantaba de la cama caminando lentamente hacia él.

Dos minutos. Ese fue el tiempo que Draco tardó en quitarse la camiseta, quitar el sujetador y la falda del cuerpo de Hermione y tumbarla sobre la cama tumbándose sobre ella mientras le devoraba la boca con gula y lujuria haciendo a la chica gemir gustosa y satisfecha.

Le gustaba sentirla debajo de él… le gustaba el modo en que gemía, la forma en que sus mejillas se sonrojaban mitad de timidez y mitad de pasión, la manera en que le sonreía y el modo en que los dedos femeninos acariciaban su nuca y sus hombros haciendo que su piel hormigueara allí por donde ella pasaba.

El teléfono clamó la atención de los dos y Draco protestó resoplando a pesar de que prefería que les hubiesen interrumpido en aquel momento antes de que hubiesen llegado más lejos porque no confiaba en que pudiese haberse detenido una vez hubiese entrado en el perfecto cuerpo de Granger.

-Maldita sea… -maldijo Malfoy con los labios contra la piel de la clavícula de ella-. Lo siento preciosa, tengo que contestar.

-Lo sé –ella le besó en la frente-, contesta…

Draco estiró un brazo por encima del cuerpo femenino y tomó el teléfono móvil que había dejado sobre la mesita de luz.

-Juro que si no es importante, voy a matarte –bramó Draco. Hermione le mordió el hombro para contener una carcajada. Draco le recriminó con la mirada lo que había hecho pero él también sonrió-. Espera, pondré el altavoz, Granger está conmigo.

-… no me extraña que sea así… Hola Hermione –la chica rió.

-Hola Remus –Draco gruñó a medias.

-¿Qué pasa?

-Siento mucho interrumpir chicos pero… Draco, Harry te necesita en la Orden ya.

-¿Ha pasado algo?

-No tenéis la televisión puesta ¿verdad?

Hermione soltó una carcajada.

-Remus, es de noche y estamos solos en una habitación de hotel, solos –repitió para recalcar la palabra-, no teníamos pensado ver la televisión precisamente.

-Enciéndela –ordenó Remus.

-Lupin, si no me dices ahora mismo qué pasa…

Pero Hermione ya se había movido y había encontrado el mando de la televisión sobre la mesita de luz atrapándolo y presionando el botón de encendido.

-Canal 75 –dijo Remus.

La voz de la presentadora fue alta y clara

-… docenas de niños ocupan el paseo marítimo portando armas y disparando a diferentes objetivos; las autoridades no han dado sus comunicados todavía y aún están investigando las diferentes posibilidades que tienen en su mano.

Draco apagó el televisor, ya había escuchado suficiente.

-Voy para allá –dijo cortando la comunicación.

Hermione le miró mientras se colocaba la camiseta de nuevo. Ella misma buscó su blusa y se levantó de la cama buscando la falda.

-¿Qué crees que estás haciendo?

-Voy contigo –dijo ella mirándole.

-Oh, no, no vienes.

-¿Disculpa?

-Tú te quedas aquí –garantizó Draco mirándola. Cuando vio que ella frunció el ceño supo que no iba a convencerla demasiado deprisa-. Hermione…

-Quiero ir contigo.

-No vas a venir conmigo –le garantizó Draco. Hermione abrió la boca para protestar-. No sé lo que va a haber allí, no tengo ni idea de lo que podemos encontrarnos; Potter, Black, Severus y Blaise están allí. No me va a ocurrir nada y estaré mucho más tranquilo si sé que estás aquí a salvo en vez de allí. Hermione, no quiero tener que preocuparme de ti allí.

-No tienes que preocuparte por mí –se defendió ella-. Soy mayorcita para…

Él la besó inesperadamente haciendo que la protesta de Hermione quedase ahogada en la boca masculina.

-Sé que no tengo que hacerlo pero lo hago –le contestó separándose de ella unos centímetros-. Por favor Granger… quédate aquí ¿de acuerdo?

Hermione vio la preocupación real en los ojos grises, el mismo brillo de preocupación que había visto durante unos segundos la primera vez que se vieron, antes de que se desmayara y se despertara luego en el hospital. Asintió a regañadientes sabiendo que esta vez no iba a conseguir que Draco la dejase ir con él.

-Gracias –susurró él besándola en la frente con suavidad-. Enviaré a Remus y a Ginny a por ti en una hora ¿entendido? No quiero que salgas de esta habitación sin ellos y no quiero que abras la puerta a nadie que no sea ellos.

-¿Y qué pasa con el servicio de habitaciones? –preguntó ella.

-No abras la puerta –repitió él ignorando el tono bromista de Hermione-. ¿Entendido?

-De acuerdo –Draco la besó con dureza y brevedad sobre los labios-. Ten cuidado por favor.

-Estaré bien –aseguró él-. Te llamaré en cuanto sepamos lo que pasa ¿de acuerdo?

Hermione asintió. Draco la besó una vez más y sin soltarse el uno del otro caminaron hacia la puerta hasta que la espalda de él tocó la pared. Hermione se separó de él con un suspiro y Draco le sonrió a medias.

-Estaré bien –le prometió.

-Más te vale –contestó ella abriendo la puerta.

Cuando Draco salió ella cerró la puerta no escuchando los pasos de Draco alejarse hasta que escuchó como ella pasaba el pestillo y la cadena a la puerta. Luego se apoyó contra la madera con un suspiro y rogó a cualquier cosa que existiera y que estuviera cuidando de Draco que le protegiera y que le dejase volver a ella. Estaba completamente enamorada de Draco Malfoy y si algo le pasaba no sabría si podría seguir viviendo.

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Bueno, pues esto es todo por hoy. Espero que os haya gustado, ya sabéis, espero vuestros comentarios al respecto, howlers y maldiciones serán descartadas de inmediato, ¿vale? Espero leeros pronto, sed felices, un beso!!!