Debería dejar este fic morir ya. Es tremendamente cursi y fatal, pero sinceramente extrañaba mucho escribir. No escribo nada por placer desde el último capítulo de este fic hace, dos? Tres años? Demasiado, y un día cuando estaba atrapada en una presa mortal después del trabajo se me ocurrió lo mucho que disfrutaba escribir historias, no digo que sean buenas ni coherentes, ni bien escritas; pero de verdad extrañaba mucho esa sensación de escribir algo y postearlo. Así que hoy decidí darme un descanso de la tesis y escribir esta pequeña… secuela? Es un oneshot, no creo poder sacar el chance para escribir más. Disculpen la redacción si no es muy buena, siempre tuve en mente meter algún curso de ortografía y gramática, pero nunca saqué el chance. Ojala les guste. ¡Por la nostalgia!

Ooh… y me disculpo por la dirección que agarró esto, empecé a escribir sin nada en mente y se direccionó así.

Takeru Takaishi a sus 33 años tenía, como dicen, su vida solucionada. No podía quejarse. Tenía un trabajo estable, amigos estables, un matrimonio estable, una hija relativamente estable, ¿Qué más podía pedir?, aún así, se sentía tan… aburrido.

Los días de Takeru Takaishi consistían en despertarse a las 5:30 am, alistarse y bajar a hacer café. Su esposa, Hikari, se levantaba y preparaba un desayuno ligero, usualmente solo frutas y una tostada ocasional, al ser las 6:20 Takeru se enrumbaba a la televisora para llegar a tiempo a dar las noticias de las 7. Sabía que su hija, Emi, de ya 17 años… ¡17!, que rápido pasa el tiempo, bueno, Emi, bajaba en su uniforme, comía sus frutas con miel y granola y sin más, se iba caminando, a eso de las 6:40 hacia edificio de al lado, esperando a una de sus amigas para ir juntas al colegio. Finalmente Hikari partía de la casa a las 7:30, trabajaba en un pequeño preescolar que quedaba a no más que un par de cuadras de su edificio.

Takeru recibía una leve capa de maquillaje, se sentaba en su silla y leía del teleprompter las noticias, en su voz más monótona y su expresión impasible, como debía ser. Al terminar, a eso de las 8, iba a su pequeño cubículo donde redactaba noticias para la página electrónica de la compañía. A eso de las 10:00 tomaba un pequeño receso, de apenas 10 minutos, iba al comedor, se servía un café, tomaba alguna galleta y hablaba con cualquier colega que estuviera ahí, o en caso de encontrarse solo, veía por la ventana.

A eso de las 11:30 le pasaban el guión para las noticias del medio día. Takeru sin más procedía a verlas de reojo, ya muy confiado en solo leerlas de la pantalla. Faltando 5 para las 12 se sienta en su lugar y da las noticias de nuevo, no pasaba mucho, era casi una repetición exacta de las de la mañana, pero él lo prefería así, había ciertas situaciones que simplemente le erizaba la piel, noticias terribles, prefería cuando no había nada nuevo.

A la 1 de la tarde, al terminar el segmento, procede a ir a casa para almorzar con su esposa, tenía una hora de almuerzo y prefería disfrutarlo en casa. Al llegar, la mayoría de las veces, Hikari estaba terminando de cocinar, pero últimamente prefería permanecer en la guardería. En esas ocasiones Takeru no hacía más que volver a salir de la casa e ir a uno de los puestos de ramen de su viejo amigo Daisuke, siempre pensaba que, aunque le alegraba el éxito de Davis, extrañaba cuando trabajaba tiempo completo en este pequeño puesto, así podían hablan.

A las 2 Takeru volvía a la oficina, al trabajar tan rápido en la mañana en la tarde no tenía mucho que hacer, así que editaba algunos de los trabajos hechos por los pasantes, corrigiendo ortografía y gramática. A las 3 de la tarde era su hora de salida usual.

Por lo general iba directo a casa, a menos que fuera viernes, porque, por cursi que sonara, aún llevaba flores a la casa todos los viernes. Ya su hija no las apreciaba, usualmente las dejaba por ahí hasta que se marchitaran, y Hikari ya las veía como decoración. Es cierto, ya las flores perdieron su simbolismo, eso hace muchos años, pero suponía que lo seguía haciendo porque estaba acostumbrado a tener un ramo de flores frescas en casa, le gustaba como se veían.

Al llegar a casa, por lo general, ya estaba en casa Kari, su parte favorita del día era sentarse con su cansada esposa para que le contara todas las travesuras y cosas divertidas que habían sucedido en el preescolar. Takeru disfrutaba estos momentos, encontraba adorables las historias, a veces se cuestionaba si sugerirle a Hika tener otro hijo, pero era rápido en soltar la idea, pues sabía que estaban muy cómodos así.

Emi solía llegar a las 5, después de todas sus actividades "extracurriculares", siendo, posiblemente, visitar el digimundo, donde vivían Patamon, Gatomon y el digimon de Emi, o práctica de porrismo, cosa que Emi disfrutaba muchísimo, o ir con su novio, cosa que también disfrutaba mucho.

Eso último siempre ponía a Takeru al borde de su asiento. Él y Hika habían sido padres muy muy… muy… jóvenes, sin embargo, ya habían tenido esa conversación con su hija, y le hicieron ver lo difícil que sería tener un bebé en esta etapa de su vida, ella había dicho entender y eso era suficiente para su joven padre. Aún así, en cuanto se puso seria como su actual novio, Hikari le compró pastillas para planificar, eso no fue muy bien visto por Takeru, pero sinceramente entendía y prefería mil veces que las tomara a que terminara en una situación similar a la de ellos, se puede decir que le daba paz que estuviera protegida y prefería no darle mente al tipo de actividades en las que pudiera participar con su novio.

De todos modos la chica llegaba a esos de las 5, agarraba alguna cosa de la cocina para comer, saludaba a sus padres y después de, a lo mucho 10 minutos, se internaba en su habitación a escuchar música, ver tele o usar la computadora, usualmente hacia las tres cosas al mismo tiempo, solo volviendo a salir hasta las 7, hora en la que comían la cena juntos y después todos volvían a sus actividades.

Las noches de Takeru eran de televisión o algún libro, él veía televisión en la sala, mientras Kari veía televisión en su habitación. Al ser las 10 Takeru apagaba el televisor, se aseguraba que todo estuviera apagado, le decía buenas noches a su hija y le recordaba no acostarse muy tarde, y se iba a dormir, Hikari usualmente ya estaba dormida en ese momento o tomando un baño.

Esa era la vida diaria de Takeru Takaishi y sí, estaba aburrido. Él suponía que es por el hecho de que tuvo que crecer tan rápido, tener un bebé a los 16 años no es difícil, lo terrible es criarlo. Su juventud fue de trabajos, estudio, pañales, vómito y tareas. Mientras sus amigos se desvelaban en fiestas, él se desvelaba estudiando. Hikari pasó por lo mismo. Él supone que, aunque solo tienen 33 años, ya actúan mucho mayores. Sinceramente, en la mente de Takeru si pudiera volver en el tiempo, no haría nada diferente, bueno… supone que evitaría todo el episodio de Kaichi, pero no cambiaría a su hija por nada, ama a su pequeña y rutinaria familia, y aun cuando se pregunte mucho sobre sus elecciones, no cambiaría ninguna.

Lo único que preocupaba inmensamente a Takeru era su relación con Hikari. No era mala, para nada, era calmada y cómoda, después de conocerse la mayoría de sus vidas y convivir más de la mitad de sus jóvenes vidas, ya se conocían demasiado bien, aún así, había algo que angustiaba a Takeru.

Últimamente Hikari se quedaba más y más en la guardería con los niños a la hora del almuerzo, y eso no tenía nada de malo, para nada… Pero, antes ella esperaba con ansías verlo ese rato, hablar de su día y disfrutar la compañía.

Era más fría, cuando al llegar del trabajo Takeru le preguntaba de su día, ella solo suspiraba cansada, como obstinada por la pregunta, y le daba una breve reseña de su día. Takeru se ha abstenido de molestarla mucho.

No era grosera, no, su Hikari jamás era grosera, es dulce y paciente, pero él la conoce muy bien, había algo malo. Ya no lo abrazaba sorpresivamente, ni se alegraba cuando llegaba con flores, tampoco lo incitaba a dejar sus libros y acurrucarse con ella, y el sexo… Bueno, ha sido más escaso de lo habitual, que jamás fue mucho.

Aún así, Takeru apaciguó su corazón convenciéndose que está exhausta. Cuidar niños de edades entr años todo el día debe ser cansado y tener una hija adolescente tampoco es una caminata en las praderas, porque aunque Emi es una chica tranquila, los "Te odio" y "desearía tener otros padres" era lanzados de vez en mes.

Supone que debe ser más conveniente para ella ayudar a las demás a cuidar a los niños durante esa hora en la tarde y que en las noches, solo quiere tomar un baño caliente e irse a dormir sin más hacer.

Un miércoles a las 11:30 su rutina salió un poco de lo normal. Ese día le envió un mensaje de texto a Hikari, preguntándole si volvería a la casa a almorzar.

"Amor, ¿te quedas en la guardería hoy?", simple y al punto, atrás quedaron esos mensajes largos con emoticones románticos, después de tanto tiempo el estilo del joven matrimonio era minimalista y conciso.

"Sí.", fue la respuesta que llegó 30 minutos después, justo cuando Takeru estaba listo para ir a casa. Miró su teléfono y suspiró, "Esta bien, provecho, nos vemos en la noche." fue la respuesta del hombre rubio mientras salía de la oficina con dirección al restaurante de ramen usual; sin embargo, se detuvo.

'Quizás debería probar algo diferente, llevo más de una semana de comer lo mismo, iré a un lugar diferente' Pidió una disculpa mental a su amigo Davis por esta pequeña deslealtad y caminó por la ciudad, apreciando sus opciones.

Después de apenas 5 minutos encontró una pequeña plaza, el sol no era fuerte, la brisa deliciosa y el ambiente tranquilo, por lo que cayó en la tentación de comprarse cualquier chuchería y sentarse a disfrutar de su tiempo libre, hace mucho no tenía una oportunidad como esta, no desde que Emi pasó su etapa de parques y juegos.

Fue a un pequeño mercado, lugar en el que compró un par relleno y un refresco, acto seguido buscó un banco con sombra y disfrutó de su comida junto a la brisa.

No había pasado mucho tiempo cuando notó una presencia familiar a la distancia. ¿Era esa Hikari?, no podía entenderlo, supuso que era solo su mente jugándole algún truco, quizás solo era una muchacha que era muy similar a ella de espaldas. Se acercó tímidamente, no quería parecer un loco en caso de no ser ella. Antes de lograr alcanzarla, la mujer se movió, saludando a otro hombre, Takeru suspiró, convenciéndose que había sido una equivocación. Al alzar la mirada para, momentáneamente avistar al hombre, Takeru se sorprendió de ver a Daisuke.

Takeru se congeló un momento, sin en verdad entender qué pasaba, Davis se suponía estaba instalando un nuevo establecimiento en Tokio, se suponía que estaría ahí hasta final de mes. Tomó un rápido vistazo hacía su reloj para ver la fecha, era apenas el sexto día del mes, se había ido hace menos de unos días.

Daisuke no se percató de la presencia del rubio, solo abrazó a la baja mujer contra su pecho y respiró el aroma de su cabello, "Kari… ¿qué pasa?

"Ya no puedo hacer esto, no puedo… Me está matando la consciencia, Davis, no puedo más" la temblorosa mujer respondió contra su pecho. A la distancia Takeru no pudo escuchar mucho de lo que había dicho ella, pero con la afirmación de Daisuke le quedaba claro que se trataba de Kari, era su esposa.

El rubio tomó unos tentativos pasos hacia atrás, sin saber qué hacer, sus pensamientos iban a mil mientras intentaba pensar en alguna excusa para este acontecimiento.

'Son buenos amigos, los tres somos buenos y viejos amigos, no es nada fuera de lo normal', pensó Takeru mientras volvía a sentarse en su banca, sin llamar la atención del par que parecía no percatarse de lo qué ocurría a su alrededor.

'Kari parece estar afectada, algo le está pasando… le está pidiendo consejo a Davis, ¿Pero qué tiene? ¿Por qué no acudió a mi?, se ponderó Takeru, 'A menos que yo sea el problema…', este último pensamiento hizo temblar al hombre con la sola posibilidad de que él hubiera sido la razón por la que Kari estuviera tan afectada. Después de unos minutos, tanto Kari como Davis se separaron un poco, se observaron unos momentos y sonrieron un poco, esa acción le trajo algo de paz a TK, pensando que ya todo se encontraba mejor, sin embargo, no estaba preparado para la siguiente acción del par.

Se estaban besando. Daisuke sostenía la barbilla de la morena delicadamente, Hikari se apoyó en sus puntillas y ambos cerraban los ojos. Solo duro unos segundos, pero la imagen permanece aún hoy impregnada en la mente de Takeru.

No dijeron nada más, ni se abrazaron. Al romper el beso cada quien siguió su camino y eso fue todo. Takeru, perdido en sus pensamientos y en su dolor, no hizo más que levantarse, ¿qué podía hacer? ¡Cuánto amaba a esa mujer! ¿Sería capaz de enfrentarla y dañar su relación? ¿Qué sería de su hija? ¿Lo culparía? ¿Es su culpa? ¿A caso no fue un diligente marido? ¿No le daba satisfacción?

Todo esto cruzaba por la mente del rubio mientras caminaba de vuelta a su trabajo, estaba en shock. El resto del día no hizo nada productivo, solo pensaba y se lamentaba la situación en la que estaba. Parte de él se odiaba por ser tan cobarde y por no actuar acordemente, 'Debí correr ahí y romperle todos los dientes a ese maldito, ¡Y pensar que fue el padrino de nuestra boda!' y por otra parte no paraba de pensar en la posibilidad de que si Kari lo cambiaría.

Salió temprano del trabajo y volvió a casa, Hikari estaba cocinando, "¿Eres tú, TK?", se escuchó la voz de la mujer, Takeru se quedó pasmado, de pronto no encontró la voz dentro de sí mismo.

"¿TK?", la morena se asomó y sonrió un poco al verlo, "Ah, estoy haciendo lasaña para la cena", con eso volvió a la cocina. La normalidad con la que se le habló provocó que le temblara hasta la médula a Takeru.

Él no dijo nada, se sentó en el sofá prendió el televisor y puso un canal, cualquier canal, no estaba poniendo atención sinceramente; poco después la mujer se sentó junto a él suspirando, "¿Qué tal tu día hoy?, preguntó mientras revisaba las puntas de su cabello, "Recuérdame que tengo que ir a cortarme el cabello, no sé porqué lo tengo tan quemado."

Takeru solo le dirigió la mirada con el ceño fruncido, "perdón, ¿qué?"

Hikari suspiró un poco antes de contestar, "Estas distraído hoy, te pedí que me recuerdes ir a cortarme el cabello"

"Oh… ahm…" asiente sin decir más, no está seguro de qué hacer… ¿acaso debería confrontarla? ¿Sería mejor callar?

Hikari parecía entretenida con lo que estaban dando en la televisión cuando Takeru llegó a la conclusión que no podría seguir así, tiene que saber qué pasó.

"Hikari…" Eso llamó la atención de la mujer, usualmente TK se refería a ella por su apodo de infancia 'Kari', o 'Hika' o alguna otra cosa como 'amor', 'linda', pero difícilmente Hikari, ahí fue cuando supo que algo no estaba bien.

"Yo… hoy di un paseo por la plaza de la ciudad, y… te vi" dijo el hombre sin desviar la mirada de la suya.

"¿Me viste? ¿Qué quieres decir?" El color parecía desvanecerse de la cara de la ojicafé.

"Que te vi en la plaza hoy, Hikari… los vi"

"TK… amor, puedo explicarlo…" empezó a balbucear la mujer "No es lo que parece, te lo juro"

Takeru solo la miró y espero su respuesta. La mujer suspiró, quitando la mirada, "Yo… tuve algo con Davis hace poco, Takeru… estaba tan… no sé explicarlo, pero… solo nos topamos un día y hablamos y bromeamos… me reí tanto, TK… sentí una chispa que había perdido hace mucho. Él… coqueteaba conmigo, él… me hizo sentir deseada y, era emocionante"

Takeru bajó la mirada, intentando esconder las lágrimas que amenazaban por caer.

"No pasó nada, Takeru, nada. Solo íbamos a almorzar juntos y la pasábamos juntos. La última vez él me besó y… me sentí tan mal, me di cuenta de qué estaba pasando… hoy fui a despedirme de él, nunca más nos veremos… y lo vimos hoy, fue la despedida…" Hikari lo toma por las mano y se obliga a verlo, "Takeru, te escogí. Lo que tenemos, nuestra familia, créeme"

¿Y qué podía hacer Takeru? Al ver los ojos suplicantes de su esposa, no pudo hacer más que aceptar su disculpa y aceptar como cierto lo que le había dicho.

Pasaron varios días, semanas, meses y años, y siguió la rutina y olvidado quedó ese miércoles. Se esforzó por ser más atento con su esposa, con regalos espontáneos, salidas y viajes. Aún así, nunca recobraron la chispa que perdieron hace tanto tiempo. La amistad de Hikari y Daisuke no acabó, él continuó siendo una presencia regular en la vida de la pareja, cada vez que Takeru veía a Hikari y a Daisuke reír o hablar juntos, sentía miedo y celos terribles, aún así, jamás lo confrontó a petición de su esposa, quien le reclamaba por la falta de confianza. Takeru moriría sin saber si la relación de su esposa y de su mejor amigo llegó a más de lo que ella había confesado, este pensamiento le quitó el sueño varias noches. Al final, decidió que no valía la pena darle mente, él amaba el confort de su estabilidad, amaba a su hija y a los nietos que llegaron en el futuro. Al jubilarse compraron un lindo auto convertible último modelo y viajaron por el país, la ironía de la situación es que jamás habían sido tan felices como en esos momentos, la chispa volvió en los últimos años de su vida, y Takeru Takaishi estaba más que complacido con eso.