En una tarde de verano

Disclaimer: Kintarou, Sakuno y todos los personajes de Prince of Tennis le pertenecen a Konomi-sensei y asociados.

Encuentro

Podía escuchar a lo lejos los gritos de la barra de Seigaku, pero en vez de acercarse a las canchas y animar al equipo masculino de tenis de su colegio, junto a los demás, Sakuno se sentó en una banca y suspiró.

Sabía que Tomoka no tenía la culpa, por lo que le era imposible molestarse con ella aunque lo intentara, mas luego de que su mejor amiga la había llamado para avisarle que no podría ir a ver los partidos, se sentía extrañamente desanimada. No tenía razones para estar allí.

Desde que Echizen Ryoma había abandonado Japón, dejando únicamente una promesa de regresar para derrotar a su capitán, ella sólo iba a ver los encuentros cuando su abuela se lo pedía o cuando su mejor amiga la convencía de que la acompañara las contadas veces que Horio tenía la oportunidad de jugar un partido oficial.

Sakuno dejó caer sus manos sobre la pequeña caja de almuerzo que reposaba en su regazo y giró su cabeza en dirección a las canchas.

"Tal vez debería ir a animar a Katsuo y a Kachiro" pensó. Era la primera vez que ambos jugaban en el torneo nacional y seguramente estaban nerviosos, mas la perspectiva de caminar hasta las canchas con el fuerte sol de agosto sobre su cabeza la hizo descartar la idea.

Ellos, al igual que los demás jugadores de Seigaku, estarían bien, se dijo a sí misma, intentando convencerse. No por nada habían conseguido llegar al torneo nacional, a pesar de que todos los regulares que habían llevado a Seishun Gakuen hasta la final de las nacionales dos años atrás ya no estaban.

Tal vez era una excusa para no sentirse obligada a ver los partidos, pero Sakuno realmente creía en sus compañeros y en toda la experiencia que estos habían ganado durante los años que habían observado de cerca a los mejores jugadores de tenis del país.

Sintiéndose un poco mejor al recordar eso, Sakuno se paró lentamente. No tenía nada planeado, por lo que, aunque no era su forma favorita de pasar la tarde, quizás regresaría a casa y se dedicaría a terminar dos ensayos pendientes o al menos estudiaría un poco.

—¡Onee-chan! —Ignorando el súbito grito, convencida de que se trataba de algún joven llamando a su hermana, Sakuno comenzó a caminar sin ninguna prisa, pensando en llamar luego a Tomoka y preguntarle cómo le había ido con su tutor o si había hablado con Horio sobre los partidos de ese día.

—¡Onee-chan! —ante la insistencia se detuvo por un segundo. ¿Y si se trataba de un niño perdido? No era que la voz fuese particularmente infantil, pero nunca se sabía. Antes de que pudiese girar para buscar a quien llamaba, sintió una mano sobre su hombro.

Sobresaltada, dio media vuelta y observó al joven pelirrojo junto a ella, sin poder encontrar su voz para decir algo.

—Onee-chan —repitió el muchacho, esta vez en un tono más bajo—, ¿sabes de un lugar cerca donde vendan takoyaki o ramen? ¡Me estoy muriendo de hambre!

—¿To-Tooyama-kun? —preguntó débilmente en lugar de contestar, a pesar de que estaba segura de que la persona que tenía frente a ella era Tooyama Kintarou. Ciertamente no había visto al jugador de Shitenhouji en mucho tiempo; aun así, su salvaje melena rojiza, su gran sonrisa y casi estrafalaria forma de hablar y de vestir resaltaban demasiado como para no reconocerlo.

El muchacho frente a ella se inclinó hacia adelante y Sakuno, aunque se quedó completamente quieta, no pudo evitar sentirse incomoda.

—¡Ah! —La repentina exclamación del otro la hizo dar un pequeño salto hacia atrás, sorprendida—. ¡Te recuerdo! —afirmó Kintarou como si no hubiese notado su sobresalto—. Eres la niña que prepara deliciosas Omusubi que estaba con Koshimae.

—Ryuuzaki Sakuno —asintió, ya recuperada de la sorpresa, con una pequeña y amable sonrisa. Decir que no le alegraba que éste recordase cómo se habían conocido dos años atrás sería una mentira.

—Sakuno-chan —dijo Kintarou asintiendo para sí mismo, como si estuviese memorizando el nombre.

Ella casi esperaba que después de eso se formase un silencio incomodo, pero en vez de eso el pelirrojo se puso en cuclillas y con un dedo tocó la caja de almuerzo que continuaba entre sus manos.

—¿Ya almorzaste? —preguntó con tono lastimero, al tiempo que agrandaba sus ojos, como si estuviese a punto de llorar.

Sakuno tuvo que tapar su boca con su mano izquierda por un momento para no reír ante la actitud del otro; hacerlo sería de mala educación y seguramente lo ofendería.

—Si quieres... —Ella no pudo terminar su ofrecimiento ya que Kintarou se levantó de un salto y mientras celebraba, casi la arrastró de regreso a la banca.

—¡Gracias, gracias! —dijo Kintarou, quien sorpresivamente se sentó de medio lado, esperando a Sakuno, en vez de tomar y abrir la caja de inmediato.


La situación era extraña e inesperada, pero en vez de detenerse a pensar en ello, Sakuno dejó el bentou en el espacio entre ambos, lo abrió tan rápido como pudo y le entregó los palillos a su extraño acompañante, aceptando en silencio, agradecida, los comentarios de Kintarou sobre lo sabroso que se veía todo.

—¡Itadakimasu! —anunció el pelirrojo, alegre, mas antes de comenzar a comer se detuvo y miró a Sakuno por un segundo, pensativo—. No has almorzado —afirmó señalando el bentou que continuaba intacto en el espacio entre ellos y le devolvió los palitos sin decir más con una expresión completamente seria.

—Es... Es sólo es suficiente para una persona —protestó Sakuno de manera automática, ofreciéndole de nuevo los palillos.

—Mmm... —Kintarou colocó su mano derecha en su barbilla, como si estuviese analizando la situación de una manera seriamente cómica. Sakuno no sabía qué esperar, por lo que se sorprendió cuando Kintarou saltó, se sentó con las piernas cruzadas sobre la banca, mirándola de frente, y con su mano derecha tomó una de las croquetas de pescado, la cual llevó a su boca de inmediato.

—¡Delicioso! —exclamó una vez terminó de masticar—. Era de esperarse de la comida de Sakuno-chan. Ella no pudo evitar sonrojase ante el espontáneo comentario, pero se las arregló para sonreír con gratitud.

Acostumbrada como estaba a tener animada (y a veces ruidosa) compañía durante el almuerzo, no pasó mucho para que Sakuno se atreviese a murmurar un «Itadakimasu» y empezase a comer con mucha más calma que el jugador de Shitenhouji.

—No... —comenzó Sakuno poco después, insegura a pesar de que estaba cediendo a su curiosidad—, ¿no deberías estar viendo los partidos? —preguntó al fin en voz baja, mientras tomaba con sus palitos un pedazo de pescado. Tal vez no debería preguntar algo así, pero algo le decía que al pelirrojo no le molestaría.

—Nah. —Kintarou cruzó sus brazos tras su cabeza—. Osamu-chan me dejó de nuevo en sencillos uno y nadie va a perder —aseguró con una confianza tal que Sakuno no pudo sino admirarlo; pese a ello, lo único que salió de sus labios fue un acallado «Oh».

El silencio, sólo interrumpido por las ocasionales exclamaciones de Kintarou sobre la comida, hizo que Sakuno considerase con aprensión que, después de todo, había sido una mala idea inquirir sobre los juegos de Shitenhouji.

Aun así, sin saber qué decir para cambiar la situación, ella continuó comiendo lentamente hasta que fue sorprendida por la voz de Kintarou.

—Na, Sakuno-chan, ¿vas a ir a animarme cuando juegue? —la pregunta, dicha por el sonriente pelirrojo mientras se señalaba a sí mismo, la tomó desprevenida; a pesar de ello, se obligó a asentir con su cabeza de inmediato.

—Sí —dijo tímidamente para reafirmar su gesto—, mientras no sea contra Seigaku —añadió sin pensarlo. Al darse cuenta de sus palabras, Sakuno se sonrojó una vez más, avergonzada, y bajó su cabeza. No dudaba que eso se sobreentendía, siendo ella una estudiante de Seishun Gakuen, por lo que decirlo era simplemente rudo.

La risa de Kintarou interrumpió sus temerosas reflexiones, haciendo que volviese a alzar su rostro, ligeramente confundida. ¿Él no estaba ofendido?

—No hay problema, no hay problema. —Esas palabras, dichas por un todavía animado Kintarou, se encargaron de confirmar esto, haciendo que sonriese con alivio—. Pero es una lástima que no esté Koshimae. ¡Realmente quiero volver a jugar contra él!

—Ryoma-kun volverá pronto. —Ella no estaba segura de esto, aun cuando quería creer que así sería.

Al no obtener respuesta miró al jugador de Shitenhouji, quien parecía sorprendido. Nerviosa ante eso, Sakuno intentó añadir que no sabía si realmente sería así, pero Kintarou habló antes que ella.

—Si crees eso, Sakuno-chan, así será. —Ella sólo parpadeó, mas luego sonrió con sinceridad, agradecida de la confianza que Kintarou estaba poniendo en sus palabras.

La conversación continuó entre bocados y en cuanto esta fue interrumpió brevemente por un "Gochisousama" de parte de Kintarou, Sakuno lamentó que la comida se hubiese acabado.

Conteniendo un suspiro, Sakuno repitió las palabras y con ayuda del pelirrojo la caja de almuerzo totalmente vacía pronto estuvo cerrada y de regreso a su regazo.

—Realmente estaba delicioso. Thank you.

—No fue nada. —Sakuno se las arregló para no demostrar la tristeza ante la idea de despedirse y se levantó.

En respuesta, Kintarou le dedicó una sonrisa mientras desenredaba sus piernas, parándose lentamente, para nueva sorpresa de Sakuno. Ella casi esperaba que el enérgico pelirrojo se levantase de un salto, sin darle la más mínima importancia al hecho de que acababa de almorzar.

—Seguro Osamu-chan ya debe estar preguntándose donde estoy... —dijo Kintarou, mientras comenzaba a caminar en dirección a las canchas. Sakuno sabía bien que lo próximo que diría sería "Adiós" y aunque bien podía acompañarlo, para aplazar la despedida unos minutos, decidió no hacerlo.

—Tooyama-kun... —dijo, pero el pelirrojo la interrumpió al tiempo que se detuvo a mitad del camino y giró en sus talones para verla.

—Estaré en Tokyo cuatro días más. —Sakuno asintió ante el comentario, sin entender qué quería decir el jugador de Shitenhouji—. Veámonos de nuevo.

"Veámonos de nuevo" repitió Sakuno en su mente, sintiendo que su corazón comenzaba a latir con un poco más de fuerza sin razón aparente. Nuevamente, esta vez sonriendo, ella asintió con su cabeza, para después mover su mano en despedida, gesto que fue imitado por Kintarou de forma mucho más enérgica.

Sintiéndose con sus ánimos renovados, Ryuuzaki Sakuno se encaminó a su hogar, sonriendo mientras deseaba que el día en que se volverían a encontrar llegase pronto.

Continuará...


Notas: ¡Hola y mucho gusto, soy Nakuru! La verdad este fic lleva meses en una de mis libretas y no me había animado a seguir escribiéndolo por la esperanza de ver más a Kintarou en el manga y así poder escribirlo mejor. Aun así, ahora que se terminó la saga de Shitenhouji, no tengo más excusas para no continuarlo, ¿no?

Y ahora que terminé el primer capítulo, no sé. La mayoría de mis dudas son gracias a que todavía me cuesta escribir a Kin-chan, pero... ¿Qué piensan ustedes? Estaré esperando sus comentarios para saber que debo mejorar y demás.

Hasta el próximo capítulo.
-Nakuru Tsukishiro.

(1) Onee-chan (y Onee-san) significa hermana, pero en Japón también es una forma de llamar a una persona joven cuyo nombre se desconoce.
(2) Takoyaki: bolas fritas de pulpo. En Osaka el takoyaki es muy barato que en Tokio.
(3) Omusubi: bola de arroz.
(4) Koshimae es la (errada) forma en que Kintarou llama a Echizen.
(5) Itadakimasu: Gracias por la comida. Es costumbre decirlo antes de comenzar a comer.
(6) Bentou: Caja de almuerzo.
(7) Gochisousama: La forma en que se agradece por los alimentos una vez se termina de comer.