Capítulo 1

Ahí sentada en la rama de un árbol se sentía tranquila, el viento tocaba su rostro como si de una caricia se tratara. El canto de los pájaros la transportaba a otros tiempos, otros momentos vividos con gran intensidad.

A lo lejos escucho el ruido de un auto que rápidamente la saco de sus pensamientos, haciéndola bajar de un salto de la rama. Tras alisar y sacudir un poco su vestido corrió hacia donde provenía el ruido.

En su carrera su corazón latía con la esperanza del que va al encuentro de algo muy ansiado. Ese algo que la hacía esperar cada tarde el sonido de ese motor que le traía tanta felicidad.

Ante sus ojos apareció el auto del que provenía el sonido, un Rolls Royce negro que en sus puertas llevaba el escudo de la familia Andrew , el escudo de su príncipe.

Se acercó hasta colocarse junto a el. Instantes después un hombre alto, delgado, con un traje negro que realzaba su aire distante salió del auto. Al verla le dedicó una pequeña sonrisa, gesto que solo tenía para ella.

Hola señorita Candy, veo que me esperaba

Hola George, la verdad es que si – respondió mientras un leve rubor teñía sus mejillas , al ser descubierta en su desespero

No se apene señorita Candy tenga por seguro que el espera mi llegada con la misma ansiedad que usted solo que no lo demuestra – comento haciéndole un guiño

¡Oh George! Que cosas dice, pero… ¿si mando algo para mi? – preguntó mirando hacia sus manos tratando de encontrar lo que tanto ansiaba. El hombre llevo sus manos a sus bolsillos y saco un pequeño sobre blanco. Su corazón al verlo brinco de alegría.

Si señorita aquí tiene – dijo el hombre dándole el sobre, ella enseguida lo tomo e inicio su carrera hacia su cuarto gritando

Gracias George en un rato tendrás mi respuesta

Tenga cuidado señorita no corra así o se podrá caer – respondió también gritando – y quien sabe lo que me hará el joven si le pasa algo- agrego por lo bajo.

Entro en su cuarto y se recostó boca abajo sobre la cama, apoyada sobre sus codos veía el sobre. Ahí estaba su letra, su perfecta caligrafía. Acerco el sobre a su nariz y pudo percibir su olor en el, ese olor a exóticas maderas mezclado con ese aroma a hombre tan particular suyo, tan masculino. EL aspirar su aroma la hizo recordar cuanto lo extrañaba.

Rápidamente procedió a rasgar el sobre tratando de que con su apresuramiento las letras dedicadas para ella no se vieran dañadas. Y comenzó a leer:

querida princesa:

¿Cómo ha ido tu día? Espero que no hayas trabajado demasiado ni te hayas mal pasado con las comidas. Te conozco y se que tiendes a pensar mas en los demás que en ti misma.

Yo he tenido un día largo lleno de reuniones y al llegar a la soledad de esta casa no he dejado de pensar en cuanto me gustaría estar allí contigo y pasar un rato agradable juntos.

¡¡Extraño tanto nuestras pláticas Candy!!

Perdona que te escriba tan pocas letras, mi mente quisiera escribirte un libro entero donde te narre lo que ha acontecido en mi día y lo mucho que añoro nuestros días juntos, pero mi cuerpo cansado no le hace caso a mi mente.

Espero en unas semanas poder estar a tu lado.

WAA

¡¡Yo también te extraño Albert!! – exclamó ella melancólica.

Poco después de la reunión en la Colina de Pony ella había regresado a vivir con el a la mansión de Chicago. Por fortuna la tía abuela no vivía con ellos ya que después de lo acontecido con los Leegan decidió hacer un largo viaje.

Rápidamente se acostumbraron a vivir en compañía de nuevo, a compartir cada pequeño detalle. Ella trabajaba todo el día con el doctor martín y el con lo negocios. Pero todas las noches cenaban juntos y platicaban hasta entrada la noche. Al paso de un par de meses Albert tuvo que ir a Lakewood a arreglar unos asuntos.

De eso ya ha pasado un mes – habló en alto la joven tras sus recuerdos, colocando un mechón de su rubio cabello detrás de su oreja. Se dio la vuelta, se levantó y camino hasta la ventana mirando a través de ella – Todo es tan frío sin ti – suspiró y caminó hasta su escritorio para escribirle de vuelta.

Paso una semana mas, las cartas iban y venían pero nunca se aclaraba cuando el volvería a casa. Ella sabía que cuando lo hiciera sería de sorpresa, desde que ella había pasado por aquella profunda tristeza el no había echo otra cosa que llenarla de detalles, alegrías y sorpresas. Haciéndola sonreír de nuevo.

Ese día había salido temprano de la clínica, el dr. Martin tenía que ir a visitar a un amigo y decidió cerrar temprano en vista que no era un día de muchos pacientes. Ella acepto de mala gana ya que el trabajo era lo que la ayudaba a no pensar, a no pensar en el pasado y a no pensar que Albert no estaba allí.

Llego a casa, subió a su cuarto y decidió tomar un relajante baño. Entró en el y lleno la bañera con agua caliente con unas gotas de la esencia de rosas y lavanda que tanto le gustaba. Al poco tiempo se introdujo en ella, dejando que sus músculos se destensaran, pero no consiguió que su mente se despejara de los recuerdos. Por lo que salió de ella, caminó hasta el armario lo abrió y miro entre todos esos vestidos cual quería ponerse, después de un momento decidió ponerse un vestido color verde claro. Tenía un escote barco que realzaba su largo cuello y hermosos hombros. Se ajustaba suavemente a su figura hasta llegar a la cintura donde se abría en un pequeño vuelo hasta las rodillas.

Se puso unas zapatillas del mismo color pero sin tacón, ya que quería salir al jardín. Recogió su cabello en una coleta baja un poco suelta, mas bien solo detuvo en su nuca sus rizos de tal forma que no pudieran caer hacia el frente. Aunque algunos se desprendían de ella enmarcando su rostro. Coloco un sombrero sobre su recogido y salio rumbo al jardín.

Hacía una tarde estupenda, corría un aire fresco que hacía que el calor no se volviera un estorbo para estar fuera. Tras pensarlo un momento volvió dentro de la casa y busco un libro que pudiera leer en ese bello jardín.

Tras sentarse en una banca cercana a la entrada del jardín comenzó a leer un libro de aventura, metiéndose rápidamente en el mundo que el escritor creaba con sus palabras.

De pronto escucho el ruido de un motor, miró su reloj de pulsera. Era muy temprano para que fuera George, no sería que por fin había llegado el día…

Se levantó rápidamente y corrió hasta donde el coche ya se había detenido. Al ver la puerta del vehículo abrirse se detuvo esperando a que el ocupante se bajara.

Por la puerta del automóvil salía una cabeza rubia que brillaba con el sol de la tarde, llegando sus cabellos hasta los hombros del hombre.

que rápido le creció el pelo a Albert – pensó para si misma.

El hombre se incorporo saliendo del auto por completo. Quedando de espaldas a ella. La cual al examinar su figura de anchos hombros y estrecha cintura pudo percibir que era mas bajo que la persona que esperaba bajara de ese coche. Pero ¿Quién sería?

Lentamente el hombre se dio la vuelta mirándola de frente con una radiante sonrisa y un hermoso brillo en sus tiernos ojos azules.

Anthony – exclamó sorprendida

Bueno pues este es el primer capítulo, espero sus opiniones