¡Buenas! Soy yo, si, mimig2, no me perdí.
Aparte de soltar mas rollos del "todo lo que reconozcáis es de Rowling", os dejo con la mini, mini-historia.
Zigzag iba a ser un oneshort al principio, pero decidí dividirlo en dos porque quedaba mejor la idea del zig y el zag: éste capítulo será más o menos como desde el punto de vista de James, y el siguiente del de Lily.
Gracias por leer.
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ZIGZAG
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Capítulo 1: Zig
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Toda causa tenía su efecto.
Con solo once años, él ya le tiraba de las trenzas y le gritaba a todo el mundo que la pelirroja parecía una calabaza espachurrada, sin darse cuenta que la niña a la que había conocido apenas tres días atrás era extremadamente sensible en lo tocante al color de su pelo. Por supuesto ella conjuraba momentos después un gran cubo lleno de agua que le tiraba encima alegando con dulzura que necesitaba un baño pronto.
Con doce años él llegaba a ofrecerle margaritas, cuyo significado '¿me amas?' por supuesto ignoraba –tan inocente él-, y reía todo el día al escuchar los estornudos de la pobre niña por los polvos que colocó justo esa mañana. Ella lo mandaba a la enfermería al querer aprender a golpear las bludgers de aquel estúpido juego que no entendía, por supuesto cuando el equipo de Gryffindor entrenaba sobre sus cabezas.
Con trece, él se burlaba de su miedo a las tormentas y la asustaba siempre por detrás en los pasillos más recónditos del castillo, humillándola cuando el pasillo en cuestión rebosaba de gente. Ella no podía sino quitarle todos los trabajos para que le suspendieran y le lanzaba dulces miradas de compasión –o miradas de desafío ocultaban sus sonrisas traviesas y su satisfacción según como se mire- cuando los profesores le regañaban delante de toda la clase.
Apenas cumplido los catorce, él empezó a molestarla con sus burlas de que Dickson, aquel chico que a ella parecía gustarle demasiado en su opinión, nunca miraría a una fregona descolorida con mal humor, en una actitud cada día más infantil a pesar de los años que pasaban. Durante más de dos meses ella le hizo andar con una mano pegada a ese pelo tan despeinado y moreno que no dejaba de revolverse con un pegamento ultra potente que ni la enfermera pudo desaparecer hasta que no se pasaron los efectos.
Pasados los quince, él ya la sorprendía por los pasillos sin dejar de darle besos en la mejilla cuando menos lo esperaba, tras descubrir que eso provocaba en la pelirroja una furia muy graciosa y un fuego en su mirada que cada día le gustaba más. Por aquel entonces ella había sido nombrada prefecta y no dejaba de quitar puntos a su casa cada vez que ocurría.
Aquel juego al chico le parecía muy divertido. Hasta ese día de principios de sexto curso en el que un año más, se estrujaba el cerebro pensando con que la molestaría para tenerla otro curso detrás de él, una vez más furiosa y alterada. ¿Alguien pensó que no saldría como esperaba?
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El sábado de la primera semana de curso, agazapado entre los arbustos con mi mejor amigo al lado y mi bien amada capa invisible cubriéndonos y observando a mi querida enemiga pelirroja acercarse charlando con Dickson –el cual por lo visto si le había hecho caso a la fregona descolorida con mal humor-, no era un buen momento para pensar que quizá ella había madurado algo, que había dejado de lado las bromas, que tenía otros intereses más importantes que aquel zigzag entre ellos.
Ignorando esa sensación que se me había instalado en el estómago en cuanto los objetos visualizados se sentaron a la sombra de un gran árbol, recostándose en el nudoso tronco con las rodillas casi rozándose y las carcajadas brotando tras los dientes, sospesé las posibilidades: ¿convertir aquel zoquete en ameba o arrancarle los ojos y echárselos a los tritones para que dejara de mirarla de esa forma?
-Por tu cara parece que estuviste cenando los excrementos de Fang-me susurra Sirius Black arqueando la ceja, divertido –Quizá es que estás estreñido.
-Oh, cállate. Solo siento algo raro en el estómago-digo frotándomelo pero sin dejar de apartar la mirada de la pareja, al tiempo que saco mi varita de caoba, flexible, veintiocho centímetros y medio. Estupenda para transformaciones, especialmente en las de amebas.
-¿Sabías que los sentimientos se notan en el estómago, no en el corazón? –me susurra a su vez mi hermano mientras se echa hacia atrás su melena siempre tan ordenada y me sonríe con esos ojos azules que tiene.-¿Seguro que no son como maripositas?-me pregunta con un tonillo sabiondo que seguro que se le ha pegado de Remus cuando nos explica algo, quien por cierto está ahora mismo en la biblioteca con Peter. Qué aburridos, no quieren ver el espectáculo.
-Argh, no.- ¿Maripositas? ¿Desde cuando Sirius es tan cursi? Lunático decididamente lo ha echado a perder.
Desde lejos nos llega entonces la risa cristalina de ella, que en esos momentos se seca con el pulgar las lágrimas que le empañan los ojos de la risa. Entrecierro mis super ojos castaños tras estas estúpidas gafas redondas al ver como el muchacho se le acerca aprovechando eso. Y más, se le acerca más…
Agito la varita tan rápido que Sirius apenas la ha vislumbrado, y eso que él se pavonea de una vista de lince, sobre todo a la hora de encontrar a las chicas más guapas en una calle concurrida del centro de una ciudad ocupada.
Ahora no puede evitar taparse con la mano en un gesto elegante para no dejar escapar la carcajada que le asoma a los labios al ver como un gran cupo lleno de pintura amarilla cae entonces sobre Lily y Dickson, parando a los dos chicos apenas tres centímetros el uno del otro.
-Ups-, no tenía porqué haberle caído a ella.
-No hiciste gran cosa con Dickson, no te preocupes –susurra Sirius aún más divertido que antes, alegando al pelo rubio platino del chico y la ropa chillona que normalmente usa Dickson.
¡Aiba! Es cuando me doy cuenta de las bromas que había pensado antes: habían sido exclusivamente para el Ravenclaw, cuando mi fuente de inspiración y objeto de todas las burlas hasta ese momento había sido Lily. Este cambio no puede deberse a que la pelirroja lleve en ese momento su largo pelo suelto, liso y formando una llamarada, y un vestido que le sienta tan bien que yo mismo me mato si las chica fashion del curso no la han mirado con envidia. No, no. ¿Entonces?
-Pero a tu pelirroja le sienta fatal el amarillo –comenta el perrito. Eso ya lo sabía, pero no estaba pensando mucho cuando dije ese hechizo. El ravenclaw se aleja –gracias a Dios- hacia el castillo para darse seguramente una ducha antes de que el color estropee su fabulosa camisa verde pistacho. Lily se esta levantando e intenta escurrir la pintura sobrante de los mechones de pelo que se le pegan a la cara, pero no se la puedo ver del todo. Me levanté casi sin darme cuenta, intentando calmar la otra nueva sensación que ha aparecido, que me contrae el estómago. ¡Diablos!
No, no ha habido nada diferente. Total, ya le he hecho una broma a Lily. Le he fastidiado una cita, ¿no? Bueno, ahora seguramente levantara su varita y me convertirá en sapo, o me subirá a una de las almenas y me dejará ahí al menos 3 semanas hasta que se acuerde de bajarme.
Sirius se levanta segundos después para evitar que la capa se mueva y nos descubra. Seguro que no le apetece para nada que Lily se entere que él también esté presente en esa ocasión, porque no quie pasarse el año entero paranoico por si la pelirroja lo sigue argumentando venganza. Prefiere reservarse para Snivellus, eso nadie lo sabe mejor que yo, que para algo soy su fantástico hermano.
-Estás perdiendo facultades, Potter. –Si hay alguien que piense que no soy fantástico es ella. Ha hablado con una voz trémula que no sé como la he escuchado, porque los jardines están a rebosar de gente que charla, ríe, salpica agua, corre, lee… Dos niños de primer curso se burlan de un tercero (esos siguen nuestros pasos) y una niña cercana a ellos chilla al son de Cucú cantaba la rana.
-Nadie más que tú me ha visto, suponiendo que no esté el estúpido de Black contigo –se pasa la manga del uniforme por la cara, pero sé que con eso solo ha conseguido ensuciarla aún más y llenarla de tierra-Creía que me humillarías por lo menos delante de todo el Gran Comedor, ya que de Londres no puede ser. Pobre -¿eso era ironía?
Ésta no es la primera broma que le hago. ¿Acaso ahora le va a afectar más ésta? Creo que mejor callo de momento. Sirius tampoco dice nada.
-¿Sabes Potter? Quizá no te juzgué bien en junio –se refiere por supuesto al incidente de Snape, y eso me deja con la boca seca. ¿Nunca dejará de echármelo a la cara? Como odio que lo defienda. Como si él no me hubiera echado por detrás un maleficio justo el día anterior. -Por supuesto sigues revolviéndote el pelo, pavoneándote con la snitch y lanzando maldiciones…
Lily levanta la cabeza sin darse cuenta del daño que me hacen esas palabras, y ni siquiera yo sé porqué me dañan ahora. El año pasado no pareció importarme tanto. La pintura le cae por todos lados, y esta manchando la hierba a sus pies.
-¡Ahora además destruyes la vida de las personas! –exclamó. Oh, oh, son lágrimas… No, no desesperes James, es un truco para manipularte, seguro. Las mujeres se las saben todas.-Escucha esto bien, Potter porque serán las últimas palabras que te diga en la vida que arruinaste: TE –separa bien las palabras- ODIO. –Estoy jodido. Eso no fue un truco.
Y como si entonces todas sus emociones hubieran desaparecido, camina sin mirar atrás ni una sola vez hacia la entrada del castillo, sacando la varita y quitándose el vistoso color amarillo con un perezoso giro de muñeca, como si no le costara nada. Y yo sé que no le cuesta nada, porque es una de las mejores estudiantes del curso, y puede que hasta la admire por ello.
La hierba amortigua el sonido de mis pisadas detrás suya –un momento, ¿esto corriendo detrás de ella? ¿Cuándo ocurrió, cuando moví los pies?-, de modo al agarrarle el brazo –que suavita tiene la piel, casi pega un bote, sorprendida. Luego se gira sabiendo ya de quien se trataba. ¿Quién, otro? Yo.
-Vamos Evans… -No un 'lo siento', no un 'perdóname', ¡que estúpido eres Cornamenta! ¿Por qué me da ahora por quedarse sin palabras? Qué sentido del oportuno. Ella no dice nada, se limita mirarme con ojos furibundos. Ups, no es el momento de perderse en esos ojos. Mejor coger aire.
-Yo… -y lo imposible ha vuelto a pasar: otra vez me perdí-Este… ¿No crees que estás siendo exagerada? ¡Arruinarte la vida! Dickson te la arruinaría mucho mejor que yo, créeme. Solo crees estar enamorada de él –Vale, ahora recuérdale a Dickson. ¡Háblame, por Merlín! ¿Ella no será capaz de cumplir lo que dijo, o sí? -¿Por qué te pones así? -Bueno ya lo suelto todo, que remedio-¡Ni que ese fuera tu primer beso!
La bofetada que acaba de propinarme con todas sus fuerzas le dice a mi sentido común que esa ha sido una mala combinación de palabras. Pero no voy a admitir que me duele. No. Nunca. Auch. ¿Esa pelirroja hace boxeo acaso? Ahora tengo que pasar por la enfermería antes de subir a la habitación.
Ella no ha dicho una palabra en todo el proceso transcurrido desde que levanta la mano, abre la palma y me golpea en la mejilla derecha. Ni entonces ni después. Me mira con todo el orgullo gryffindor aplastado –uy, ya sé como se tiene que sentir. El orgullo Gryffindor es muy importante-, y luego se da la vuelta para desaparecer por la Escalinata de Mármol.
-Bueno, si no te habla creo que también podrás olvidarte de sus bromas este año, Cornamenta –la cabeza de Sirius, y luego su fantástico cuerpo (según sus palabras, no las mías, que el mío está mejor, lo que me falla es la altura), aparecen a mi lado, pero ahora no me apetece contestarle.
Ahora ese golpe me duele en otra parte que no atino a descubrir aún, y tampoco quiero saber que significa.
–Mira el lado positivo-yo sé que intenta animarme, lo sé, Black mira el sitio por donde se había ido la chica con las manos en los bolsillos y una mirada picarona. Sé que lo intenta. Pero no lo consigue.-Ahora podrás ser tú el que le dé su primer beso –Como si Lily no estuviera besando ya a media escuela solo para llevarme la contraria.
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El sexto año parece haber tardado una eternidad en acabar. Mientras bajo al fin del vagón del Expreso, me da por pensar en todas las veces que Evans pareció morderse la lengua cuando sentía el impulso de gritar a los mil vientos que me fuera a recoger setas al campo; en las veces que había hablado con el profesor con la dulzura característica que hacía que le concediera hasta el deseo de cambiar de pareja si coincidíamos juntos; las veces que simplemente hacía volar las tijeras o la regadera en la clase de Herbología para no pedírmelas…
-Vamos hermano, tengo unas ganas terribles de comer esas galletas que tu madre nos hace siempre por no preocuparla con las travesuras que no hacemos… -Sirius me da un empujón y saca su baúl del portaequipajes.
Y en las veces que parezco reparar en su presencia, cada vez con más frecuencia, observándola con esas trenzas desechas que suele llevar que le dan un rostro algo más aniñado; con los ojos resplandecientemente verdes que tiene hasta que estoy en su campo de visión; con ese uniforme perfectamente limpio y planchado…
-Si se llegara a enterar que interceptáis todas las lechuzas puedes olvidarte de las galletas…-rie Remus y momentos después pone cara asesina –Pero como se entere te mato y te entierro, Canuto, que esas galletas de chocolate me encantan.-Los efectos del chocolate que hace que una persona tranquila, apacible y razonable como Remus ceda al azúcar y al instinto básico que la adicción le provoca. Casi peor que en días de luna llena.
He acabado por no intentar comprender por qué se me desvían los ojos hacia ella, porqué siento esa desazón cuando me giraba el rostro. ¿Qué ha cambiado? Sigo siendo el mismo, salí con infinitas chicas, saqué las mejores notas, hice hecho multitud de bromas. Todo sigo igual salvo esa… curiosidad por Lily. ¿Puede deberse al hecho de que saliera con Dickson? La propuesta de convertirlo en ameba aún me parece la mejor, pero ¿qué diablos es eso que me hace un payaso con cara de bobalicón cuando pasa por enfrente –sin mirarme siquiera- y me convierte en… en… no sé en qué pero si que me entran ganas de matar… cuando Dickson pasaba detrás de ella?
-¡Cornamenta, cornamenta! Delante tuya, hermano… -me intenta avisar Sirius al verme distraído, pero la chica ya a chocado conmigo. –En fin, creo que este año también nos toca visitar al viejito chiflado de las lentes –murmura fingiendo un escalofrío, pero sé que le gusta visitar a aquel ancianito calvo y con gafas de culo de vaso que le da piruletas cada vez que me revisa la vista.
Remus dice algo parecido a ocusilta-por supuesto con ese tono de profesor que le caracteriza- y ayuda a Peter a salir, puesto que se ha atrancado entre la puerta y su propio baúl.
Uh, ahora que me acuerdo, ¿Con quién choqué?
-Perdón –y las fuerzas supremas de la naturaleza hacen que choque con ella. Guay, me encantan esas fuerzas supremas, al menos me ha dicho algo con esa voz suave y dulce que tiene. Una pena que no la escuche tan a menudo. –Ooh, eres tú –susurra Lily al levantar la cabeza.
-No te preocupes –esbozo una sonrisilla al verla con esa coleta alta que se hace solo cuando el calor apretaba –y ¿Cuándo me volví tan observador?- y la blusa con el botón superior desabrochado –a ver si estirando el cuello logro ver… algo de piel-y las mangas revueltas. Y con… ¿la nariz roja?
Lily tira de su baúl con fuerza para sacarlo del vagón –no acepta su ayuda, por su puesto, de nuevo recuperó el orgullo- y luego se da la vuelta para reunirse con sus padres, que esperan más allá de la bandada de lechuzas que se han escapado de las jaulas de unos niños de segundo, de las correrías de una niñita que ha salido llorando porque su hermano le quitó la muñeca, y del griterío en general que hay en la estación de King Cross siempre por estas fechas.
Apenas da unos pasos cuando se vuelve y me descubre mirándola. Bien James, evitaste la transformación en tomatito rojo antes de tiempo. En serio, nos enseñan la transformación humana el año que viene, pero seguro que de intentarlo me hubiera salido perfecto. Hablando de rojo, sigue teniendo la nariz roja….
-Me cuesta admitirlo –uy, continua hablándome, ¡eso es un Milagro de Merlín y lo demás tonterías!- pero tenías razón, me imaginé el amor de una manera y creí que era eso lo que sentía por Dickson –mmm, la nariz roja. Ha estado llorando; vale, Dickson ya puede declararse oficialmente un ser perteneciente a los protozoos.
-¿Sentía? –Benditas palabras. Un momento. ¿Porqué benditas palabras, porqué ese alivio y esas ganas de gritar? Ella solo se encoge de hombros como respuesta y me sonrie débilmente. Aaah, estoy viendo la Luz. -Evans-la llamo, antes de que desaparezca entre la multitud.-Seguro que el amor que imaginas estará por ahí en alguna parte –Es entonces cuando la realidad me pesa sobre la cabeza y me doy cuenta que la quiero y quiero ser ese amor del que he hablado antes. Solo para que me sonría la verdad y pueda ver de nuevo la luz que chispea de sus ojos. Porque me ha gustado esa sonrisa, y esa mirada que en nadie me gustó tanto su sonrisa y su mirada.
Mejor girarse. Solo para descubrir que Sirius y mis padres me observan. Mamuchi esta secándose las lágrimas (inexistentes, tendría que ser muy buena actriz para ponerse a llorar así como así) con el pañuelo de seda que le regalé para su dia. Papa me mira orgulloso (si es que soy un hijo modelo) y Sirius alza la ceja divertido, al mismo tiempo que se lleva la mano al corazón y expresa con sentimiento.
-Eso sonó muy profundo. –Ja ja, me parto. ¿La cara no puede estar ardiéndome, no? Claro que no sería Potter si no contestara:
-Mi futura novia tiene todo el derecho de ver lo profundo que puedo ser.
Porque ya he caído. Ahora tiene que caer ella.
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Notas de esta autora:
Ante todo espero que os haya gustado o al menos que os haya llamado la suficiente atención como para dejar un review que agradeceré muchísimo. El segundo capi será dentro de dos días y como mucho tardar el finde que viene.
Por cierto, para el que quiera saberlo, la margarita tiene mas significados: el: pensamiento, pensaré en tus palabras, eres como la mañana en su frescura, virginidad, inocencia, amor inocente, ¿Me amas?. Yo elegí este último.
Después, que sepáis los que hayáis leído 'Detrás…' que seguramente subiré el siguiente capi más o menos para Halloween. Avisados estáis.
Por lo de la segunda idea que tengo para oneshort, se llamará 'Miel y Limón', y tengo la idea principal pensada de hace mucho, me falta revisarla mentalmente (y lo haré en los viajes de autobús de ida y vuelta al instituto, que siempre se me ocurren cosas geniales) y escribirla, pero por suerte en eso último no tardo casi nada. Besos.