Una pequeña historia en un universo alterno de FullMetalAlchemist, con una relación paterna entre Roy y Edward.

Disclaimer: FMA no me pertenence

"Otoosan"

Roy Mustang se sentía aburrido. Por supuesto, no era nada nuevo. La Teniente Hawkeye le acababa de dejar una pila de documentos que el Coronel debía revisar y firmar antes de la hora de salida, que el reloj le anuncia que se acercaba peligrosamente pronto.

Riza observaba fijamente como el Coronel leía algunos documentos y los firmaba después de estar convencido de que eran correctos, por lo que simplemente desvió su mirada a los papeles que ella cargaba.

"¿Están seguros de esta orden? Con esta descripción podría ser cualquiera" le dijo Roy haciendo que ella levantase la mirada un tanto sorprendida.

"Si señor, no tenemos más detalles del hurtador"

Roy dio un gruñido anunciando que no estaba muy de acuerdo, pero si Riza lo decía no había qué cuestionarse. Sintiendo que su espalda le pedía un pequeño receso, el pelinegro se recostó en su silla y volteó por su ventana para ver la entrada del cuartel.

"Debe llegar pronto" le dijo Riza como si pudiera leer sus pensamientos. Roy volteó a verla sonriendo un tanto apenado.

"Lo sé, es sólo que fue su primera misión"

"Pero él le llamó para decirle que todo estaba bien¿no es así?" Riza dejó los papeles que cargaba y tomó asiento frente al escritorio del coronel.

"Lo sé…lo sé" le contestó él volteando a ver de nuevo la entrada impaciente. Riza simplemente se limitó a sonreír.

Media hora después, la puerta de la oficina del coronel se abrió lentamente haciendo que él y Riza voltearan a ver quién entraba. Roy sonrió al ver una cabeza tímida asomarse.

"Edward, pasa"

Un chico con traje negro y saco rojo entró a la sala intentando parecer formal. El sol hacia que su cabello dorado agarrado en una trenza brillara con intensidad, y sus ojos, un tono más oscuro que su cabello, se vieran más vivos que nunca. Llevaba una carpeta en su mano y su otra mano empuñada.

Se detuvo enfrente del escritorio del coronel recto como una tabla y sonreía un poco maliciosamente. A pesar de que Mustang tenía un rango mayor que él, el chico no lo saludó en señal de respeto.

"¿Y bien?" – le preguntó el hombre de cabello negro imitando la sonrisa del chico

Edward cerró los ojos entregándole una carpeta llena de documentos. "Genial"

Roy se limitó a tomar la carpeta y a recargarse en su silla mientras la abría.

"Lo escribí en el tren de regreso, así que mi letra puede estar un poco…ilegible" le dijo el chico llevándose una mano a la cabeza. "Riza-San" Edward le hizo una señal de saludo, lo que ella le devolvió con una ligera sonrisa. El rubio se dio la media vuelta y salió de la habitación haciéndole una señal a Roy de que se veían más tarde.

El coronel tomó la carpeta y comenzó a leer el reporte de la misión a la que había enviado a Edward. Riza notó que Roy parecía satisfecho, por lo que sonrió; le gustaba verlo contento.

"Edward-San, que bueno verlo de vuelta"

Ed volteó hacia quien había hablado. Era la Teniente Segunda Maria Ross, quien lo saludaba formalmente.

"Ross-San, ya le he dicho que no me gusta que me trate con tanto respeto" le dijo el chico con una sonrisa nerviosa. Ella no pudo evitar dar un respingo ante el comentario.

"Lo siento" le dijo pero Ed le sonrió, por lo que bajó la mano.

"Iré a comer algo, vendré más tarde"

Ross asintió contenta mientras el chico seguía caminando. Muchos oficiales lo saludaban con respeto cuando caminaba, muchos otros lo hacían porque debían hacerlo y otros más solo pretendían no haberlo visto por el camino. Ed no le daba realmente importancia a lo que pasaba a su alrededor, sabía que muchos soldados no lo aceptaban como miembro del ejército, pero a final de cuentas eso no cambiaría nada.

Al llegar al comedor, ordenó un poco de arroz con tallarines y esperó de pie mientras se lo daban. Sin embargo, repentinamente algo bloqueó su vista: Una fotografía de una pequeña rubia con unos juguetes.

"¡Que linda se ha puesto Elysia¿No lo crees?"

Edward volteó a ver al hombre con algo de exasperación. Era el Teniente Coronel Maes Hughes con sus típicas fotografías con las cuales molestaba a quien se le cruzara en el camino. Si no fuese porque lo consideraba como un tío, seguramente se daría la media vuelta y saldría corriendo.

"Claro que lo sé, la veo a menudo" le dijo mientras tomaba su comida y la llevaba a la mesa. "¿Cómo está?"

"Más linda que nunca" Hughes sonrió nerviosamente al ver la mirada de Ed. "Muy bien, te extraña"

"Iré a visitarla mañana, vengo bastante cansado como para ir hoy" Ed comenzó a comer lentamente viendo su plato. Hughes notó que el chico dio un pequeño suspiro y trató de enseriarse un poco.

"¿Te fue bien? " le preguntó tomando a Ed por sorpresa, pero el chico no despegó la mirada del arroz.

"Es…difícil" le contestó mientras daba un bocado. "La gente odia a los State Alchemist y aún así esperan que les resuelva la vida".

Hughes quedó algo perplejo por la respuesta del niño, pero intentó no darle demasiada importancia.

"Hey Hey" le dijo mientras le daba un pequeño golpe en el brazo. "No lo tomes así. No hay por qué ponerse dramáticos"

Edward volteó a verlo un poco serio, pero luego le dio una sonrisa tímida. Hughes se puso de pie poniéndole una mano en su espalda.

"Espero que pases por la casa" le dijo antes de caminar fuera de la cafetería.

Edward dio otro suspiro, pero era un suspiro de cansancio. Terminó de comer rápidamente y se puso de pie para caminar hacia el teléfono. Marcó algunos números y espero a que alguien contestase del otro lado.

"Otoosan, iré a casa. Quisiera dormir un poco"

Roy Mustang sacó las llaves de su casa y abrió con cuidado. Vio que las luces estaban encendidas, por lo que cerró la puerta tras de sí. Escuchó la televisión encendida y caminó hacia la sala curioso. Al ver la escena, no pudo evitar sonreír solemnemente. Se acercó al sillón y tomó asiento de forma cuidadosa quedándose quieto como contemplando algo. Entonces, acercó su mano con suavidad a la cabello del niño que estaba profundamente dormido.

"Me alegra que regresaras bien, Edward" le dijo un voz baja.

El chico se movió un poco acomodándose. Roy podía escuchar su respiración suave y profunda. Realmente lo había extrañado, no se había separado tanto tiempo de él desde el día en que lo trajo a su casa siendo un pequeño…

Edward era el único hijo de TrishaElric, una amiga cercana desde hacía varios años. Roy gustaba de visitarlos de vez en cuando, pero un día, un incendio ocurrió en la casa de los Elric y Roy no pudo llegar a tiempo. Solo llegó para ver como el pequeño Edward era llevado en una ambulancia. Al preguntar por Trisha, quedó devastado al saber que no habían podido hacer nada por ella.

Roy quedó destrozado por semanas. Trisha había sido su amiga y compañera por años, crecieron juntos y se apoyaban el uno al otro cuando el padre de Edward la había abandonado y Roy tuvo que participar en continuas guerras perdiendo parte de su sanidad mental. Un día, en el hospital mientras observaba a Edward en la camilla con un respirador, no pudo evitar recordar lo que le había dicho Trisha alguna vez.

"Trisha¿por qué me dices eso?" le preguntó Roy incrédulo ante las palabras de la chica.

"Por favor Roy, solo prométeme que si algo llegase a pasarme algún día, te asegurarás de que Edward no quede desamparado" le rogó ella en un tono tan serio que Roy se le quedó mirando fijamente. "Sólo eso…"

Roy lo pensó por un momento. ¿Estaría bien prometer algo que no podía asegurar al 100 que podía cumplir? "Lo prometo Trisha, haré todo lo posible".

Ella simplemente sonrió contenta, segura que de lo haría.

Roy se sorprendió al sentir una mano jalando la manga de su uniforme. Al levantar la vista, vio a Edward abrir los ojos después de tantos días de estar inconsciente. Era tan pequeño…habían tenido que amputarle el brazo derecho y la pierna izquierda y no le daban muchas esperanzas de que sobreviviera, pero el niño por fin había abierto los ojos. Roy vio dolor en su mirada y lágrimas que se resbalaban por sus mejilla, pero Roy no puedo evitar sonreír por verlo despierto…

Edward se había quedado unos días con él mientras Roy decidía qué debía hacer. ¿Darlo en adopción?...Eso significaría no volverlo a ver…Pero¿cómo podría él cuidarlo? Era un militar activo…además no sabía nada sobre cuidar niños, de hecho nunca había considerado formar una familia…nunca. Edward estaba recostado a su lado dormido profundamente…tan inocente, como si nada hubiese pasado. Bueno, al menos él no entendía qué había pasado.

Cuando el niño se movió un poco y aferró su mano a la ropa de Roy, haciendo que el corazón del hombre se estrujara. Sin embargo, solo eso bastó para tomar una decisión…

"¿Otoosan?"

Roy dio un respingo y volteó a ver a Edward, quien se tallaba los ojos con su brazo.

"Lo siento¿te desperté?"

Edward negó con la cabeza semidormido, pero Roy sabía que de alguna manera lo había despertado. Roy se acercó un poco más a él y lo abrazó cariñosamente haciendo que Ed se sonrojara un poco.

"Otoosan…ya sabes que me da pena…" le dijo bajando la mirada avergonzado, pero Roy solamente sonrió.

"Nadie nos está viendo" le dijo mientras lo despeinaba un poco cariñosamente. "¿Cómo te fue en el viaje?"

Después de dar un bostezo, Ed volteó a ver a Roy "En general, bien, fue divertido".

"¿En general?" le preguntó el ojinegro un poco extrañado

"Bueno, al parecer la gente odia a los State Alchemist" le contestó él un tanto avergonzado. "Aunque al final creo que cambiaron de opinión".

"Tú ya sabías eso"

Edward asintió encogiéndose entre hombros. Claro que ya lo sabía, pero nunca había presenciado tanto odio hacia él.

"¿Estás seguro de todo esto?" Ed volteó sorprendido a ver a Roy ante la pregunta. "¿De verdad quieres seguir siendo un State Alchemist"

"¡Claro que sí! De eso no tengo ninguna duda"

Roy sonrió resignado, simplemente llevó su brazo alrededor del chico acercándolo a él.

"¿Tienes hambre?"

Edward dio otro bostezo. "No, solo tengo sueño".

Roy tomó a Edward con sus dos brazos llevándolo a su regazo. Edward se sonrojó un poco, por lo que Roy dio una pequeña risa. Se puso de pie y cargó al chico hasta su habitación mientras este se quedaba rápidamente dormido en sus brazos.

Lo recostó con cuidado y acomodó la colcha. Al ver que no se había soltado su trenza, tiró de la goma con cuidado provocando que el chico se moviese un poco, pero no se despertó.

"Hasta mañana"

"Otoosan" significa Papá en japonés.

¡Gracias por leer!