LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN

Capítulo 31 - La maldición de la espada.

Nada mas liberar los sellos y alzar la tapa, Tsunade ordenó salir a los ambus del despacho dejando entrar entonces a Shikaku, Inoichi, Chouza Hiashi Hyuga y el resto de los líderes de los diferentes clanes de Konoha, que desde hacía unos minutos esperaban pacientemente fuera del despacho.

Tras cerrar la puerta y asegurar las ventanas, la Quinta quitó despacio el lienzo que cubría la espada permitiendo a los presentes verla en su máximo esplendor. Era sin duda alguna, un arma digna de ser contemplada; de hermosa manufactura, su simple visión dejaba a todos literalmente boquiabiertos, sin embargo al poco tiempo de ser expuesta a la vista, el aire se volvió repentinamente pesado, un sordo y vibrante zumbido comenzó a taladrarles los oídos y un olor rancio como a podredumbre, se esparció por la estancia como un cáncer. Todos hicieron ademán de cubrirse la nariz para tratar de evitar el nauseobundo olor y retrocedieron unos pasos, excepto Sakura, la cual envuelta en una azulada y resplandeciente luz observaba fijamente el arma a apenas una mínima distancia.

El oxigeno empezaba a escasear y todos, inundados por repentinos mareos, empezaron a notar una fuerte presión en el pecho que amenizaba con asfixiarles. Las nauseas se multiplicaban y el malestar se incrementaba por segundos.

- ¡Aghh! ¡Es insoportable! - Jiraya trastabilló al intentar retroceder haciendo verdaderos esfuerzos por contener las arcadas. - ¡Por favor Tsunade, tápala! ¡Cubre esa mierda de una puta vez!

Shizune con la parte inferior de su rostro cubierta con una de sus largas mangas, se acercó tambaleante y ayudó a su mentora a cubrir nuevamente el arma con el lienzo y a volver a poner la tapa en su lugar. Cuando la espada estuvo al fin totalmente oculta, todos respiraron aliviados.

- ¿Qué era esa peste? - preguntó Chouza apoyado contra la pared y con la cara aun de un pálido color verde. - Era totalmente repugnante…

- Es el olor de la muerte. - respondió una voz extraña y desconocida para todos. - El olor del dolor y el sufrimiento. De las lágrimas vertidas por el miedo y el horror. El pútrido aroma que desprende toda la sangre inocente derramada en asesinatos y torturas. Ese es el olor que produce.

Shikamaru al oírla levantó la vista y esbozó una mueca ladeada. - Gracias por la aclaración, dama Aleen, y… bienvenida.

Al escucharle todos voltearon buscando a quien el joven Nara parecía hablar. Su sorpresa fue mayúscula cuando solo vieron a la joven discípula de Tsunade parada frente Shikamaru. Sin embargo había algo extraño en ella. Al observarla más atentamente descubriendo asombrados como los verdes ojos habían tornado en unas blancas y opacas pupilas que miraban sin ver el interior de la caja.

Tsunade asustada se acercó en dos rápidas zancadas hasta su alumna y la tomó de los hombros obligándola a girarse de frente a ella.

- Sakura. - la llamó sacudiéndola un poco. Los lechosos ojos se giraron hacia la mujer haciéndole comprender inmediatamente que otro ser cohabitaba en ese instante en el cuerpo de la joven médico. Mas asustada que sorprendida, apretó con fuerza su agarre sobre la chica dejando seguramente las marcas de sus dedos sobre su tierna piel. - ¿Qué le has hecho?- preguntó con rabia siseando entre dientes.

El rostro de la Haruno seguía impasible pero contestó con un tono especialmente dulce y comprensivo que contrastaba con la falta de expresión de su bonito rostro. - No se preocupe, Lady Hokage, ella está perfectamente. Solo utilizo su cuerpo para poder establecer contacto con ustedes. No la he poseído eternamente, se lo aseguro. Esto es algo temporal y por supuesto, lo he hecho con el beneplácito de la joven guardiana. Así que puede estar tranquila. Además, ella también puede oír todo lo que aquí se diga.

Las manos de la rubia soltaron con lentitud el agarre que mantenía sobre la chica y se alejó un par de pasos sin dejar de mirarla. La boca de Sakura se curvó en una dulce sonrisa.

- Sé que la aprecia como si fuera una hija. No tenga miedo, jamás le haría daño. - añadió ampliando su sonrisa. Sus ojos níveos se giraron entonces buscando al joven Nara. - Tienes una mente preclara, por lo que veo has sabido encontrar las respuestas.

- Solo era necesario analizar los datos y unir las piezas. - replicó Shikamaru enrojeciendo ante el elogio. Su padre sonrió a su vez orgulloso de su vástago, pero se mantuvo en silencio al igual que el resto atentos a la conversación.

- Desde el principio sabía que tenía que haber una razón para esa obsesión de recuperar el talismán por parte de Uskrull y que no debía ser solo porque podía proteger a su portador. Eso no era una verdadera amenaza para él. Tenía que ser algo mas… y eso me dio mucho que pensar, así que busqué toda la información que pude sobre antiguos objetos malditos, especialmente entre los antiguos celtas y di con algunas cosas muy interesantes, como por ejemplo la vinculación existente entre las almas con dichos objetos.

La dama Aleen sonrió nuevamente, cabeceando con suavidad. El resto de los integrantes del grupo escuchaban sorprendidos y tan ensimismados como un grupo de niños escuchando un cuento, y realmente lo parecía. A pesar de estar habituados a convivir con demonios y seres extraordinarios, aquello incluso superaba lo visto por la mayor parte de ellos.

- Así que deduje que si la espada estaba ligada a él, probamente el talismán tambien lo estaría con usted y comprendí que a lo que temía no era al objeto en si, sino a usted, dama Aleen. ¿Me equivoco?

- Solo en una pequeña parte, joven Nara. Él no me teme a mí, sino a lo que represento. Yo no puedo enfrentarle y vencerle y él lo sabe, pero puedo dar la clave de su derrota, por eso ansía el medallón, para poder evitarlo.

El silencio se hizo aun mas intenso y no se oía casi ni la respiración de los presentes, atentos como estaban a las palabras de la mujer. Ella volvió a sonreír con un bello y dulce gesto.

- Pero lo que no sabe, es que para asegurarnos dejamos pistas e información en los documentos de la hermandad, por si llegaba el caso de que hubiera conseguido tener el amuleto en sus garras. Solo había que buscarlas, como hiciste tú. - añadió clavando de nuevo su vacía mirada en Shikamaru.

- Fue bastante problemático. Me llevó horas de intenso estudio y trabajo - admitió el joven genio. ´- Pero supongo que cualquiera podría haberlo descubierto antes que yo. - añadió en un improvisado ataque de humildad.

- No tan fácil, joven. Tu capacidad es sorprendente incluso para las mentes mas despiertas.

Él sonrió complacido. - Solo una cosa me pregunto. ¿Por qué no lo dejaron mas claro? ¿Por qué ese empeño en enrevesar las cosas y no decirlo desde un principio? Tuve que leerme toda la información que tenían el Sr. Yumi y la abuela de Sakura para dar con las claves.

- Ay joven… No podíamos hacerlo. Todo este asunto siempre fue muy peligroso pero tambien muy atractivo para cualquiera sediento de poder. Hablamos de una entidad del otro mundo que podía satisfacer los más bajos instintos de aquel que cayese en sus redes. Es una monstruosidad capaz de traer la oscuridad para siempre a nuestras vidas pero tremendamente tentadora. Debíamos ser muy cautelosos y que la información no trascendiera, por eso tratábamos de mantenerlo lo mas en secreto posible, haciendo ver incluso que la espada había desparecido. Si dábamos la información precisa cualquiera podría sospechar que el arma aun existía y que estaba en nuestro poder, y entonces, ¿qué impediría que intentasen hacerse con ella?

Todos los presentes la escucharon en silencio comprendiendo la verdad de su razonamiento, aunque los líderes de los clanes que Tsunade había mandado llamar aun no lo tenían demasiado claro. Solo sabían lo que Shikamaru les había revelado cuando los convocó. Por eso esperaban que en esta reunión pudieran sacar algo más de información.

- Pero si llegaba el caso, como ha ocurrido ahora, alguien debería saber qué hacer, ¿no cree dama Aleen? - escucharon decir a Jiraya. Se le notaba irritado y su gesto normalmente afable estaba esta vez contraído por una molestia que no era capaz de ocultar. - Porque de haber sido así quizás hubiéramos evitado muchas muertes.

Los vacíos y secos ojos buscaron al Sannin de blanca cabellera.

- El abad del monasterio donde se guardaba siempre lo supo, pero fue asesinado antes de pasar la información. Era el único que lo sabía. Esa fue una de las normas impuestas por la Hermandad, que solo el líder de la comunidad de monjes conociera la historia. La información iría pasando solamente a su sucesor cuando llegara el momento. Era una medida de seguridad, pero desgraciadamente fue asesinado antes de poder transmitir sus conocimientos.

La rosada cabeza se inclinó con tristeza y todos pudieron ver como una solitaria lágrima corría por el bonito rostro de Sakura. Una lágrima sin embargo, derramada por el dolor de la dama druida. Durante unos segundos nadie dijo, solo la joven volvió a hablar con tristeza.

- Lamento muchísimo todas las muertes acontecidas y el dolor de los que ha sido alcanzados por esta desgracia. Quizás nos confiamos demasiado. Sinceramente esperábamos que nunca llegara el momento de que esto ocurriese…

- No se lamente ahora, señora. Ya no hay vuelta atrás. - intercedió Inoichi conmovido por la pena que percibía en la mujer. - Ahora solo queda intentar acabar con esto de una vez, aunque aun no veo cómo vamos a poder hacerlo.

Shizune escuchaba la conversación sin saber de qué hablaban, lo único que sabía es que le habían ordenado traer la espada y que ahora, dentro del despacho de Tsunade la conversación iba por unos derroteros desconocidos para ella.

- Tsunade sama. - La mujer se giró para verla. - ¿Para qué me pidió que trajera el arma hasta aquí? ¿No pensarán entregarla a ese monstruo, verdad? -preguntó harta de estar en tinieblas.

- No, Shizune. - respondió Jiraya que algo mas calmado, había vuelto a su habitual posición sobre el alfeizar de la ventana. - No te preocupes, no entra en nuestros planes hacer algo tan inconsciente, simplemente te pedimos que la trajeras porque la necesitamos.

La asistente se quedó en silencio esperando una aclaración más amplia, pero nadie parecía dispuesto a dársela. Impaciente se giró buscando nuevamente a su maestra.

- ¿Y?… ¿Para qué la necesitan?

- Para derrotar al monstruo. - todos volvieron a posar su atención sobre la poseída Sakura, esperando una aclaración mayor pero esta se mantuvo luego en silencio con el gesto desolado. En vista de que no pensaba volver a hablar, la morena buscó ansiosamente los castaños ojos de la Gondaime con la pregunta plasmada en su rostro.

- Pero… ¿cómo? - Esta vez fue el líder de los Hyugas quien expresó la curiosidad de todos. - ¿en qué forma puede ser esta aberración la ayuda que necesitamos? Si no recuerdo mal, precisamente el traerla a la aldea es lo que ha ocasionado el lío en el que estamos metidos.

- Por lo visto la única manera de acabar con ese monstruo es atravesando su corazón con su propia espada. Esta espada… - Jiraya había avanzado unos pasos en la habitación hasta colocarse junto al embalaje donde reposaba el arma para echarle una mirada sin esconder el gesto de repulsión que le inspiraba.

-Pero eso… eso es imposible… - La joven asistente pasaba su mirada de uno a otro Sannin creyendo haber oído mal. Rogando mentalmente haber oído mal. Tsunade suspiró. - No, no lo es. Si el arma sega la vida de su portador, corta el vínculo que les une y su alma desaparece de este mundo.

La mirada de la morena se iluminó con un atisbo de esperanza. - ¡Bien, entonces solo hay que ir y enfrentarlo! Si podemos matarlo acabaremos con todo esto de una vez.

- No es tan sencillo, Shizune. Hay más…

La voz de su sensei la devolvió a la realidad. - Si alguien esgrime la espada y vierte sangre, quedará poseído por ella, al igual que le ocurrió a su actual dueño, así que nuevamente tendría un portador homicida y sediento de sangre y todo volverá a empezar.

Un tenso silencio llenó el despacho hasta que Inoichi lo rompió al hablar con voz trémula. - ¿Quiere decir que si matamos a ese ser con la espada nos desharíamos de él pero otro le sustituiría?

- Efectivamente. Es como una cadena. El primero desaparece para ser relevado por su asesino.

- Eso es horrible, pero este nuevo amo de la espada sería mortal, - intervino nuevamente Shizune. - es decir, que no supondría ningún problema someterlo…

El ermitaño sapo se giró apartando su cansada vista del arma y caminó hacia la joven.

- No, no se podría. Habría que matarlo. - sentenció con voz grave. - sus instintos asesinos jamás desaparecerían y la única solución sería acabar con su vida. Así que dime: ¿A quién le darías ese encarguito, Shizune? Contesta… ¿a quien enviarías a una misión que aparte de ser casi suicida, tiene el "premio" de ser poseído por un entidad demoníaca y consecuentemente, ajusticiado después para evitar que asesine a mas gente?

La joven apartó la mirada desolada. No había pensado en eso. Quien fuese elegido para llevar a cabo la misión moriría irremediablemente. Como dijo Jiraya, era una misión suicida.

- Esa es la verdadera maldición de la espada. - La voz de la dama druida volvió a escucharse en la habitación. - El arma en si en un poderoso ente demoniaco. Un artefacto con vida propia que se nutre de quien la maneja y de las muertes que le obliga a cometer. Nunca desaparecerá, ya que quien la desligue de su portador, se convertirá irremediablemente en el siguiente. Por eso nunca se dijo nada. Como ya ha comentado el joven Nara, solo se dieron algunas vagas pistas en los legajos de información que eran custodiados por la Hermandad.

- Entonces todo está perdido. - el suspiro de la asistente se sumó al ambiente depresivo que reinaba en la habitación. - no podemos enviar a nadie para que lo haga ya que eso le condenaría y…

Shikamaru apagó el cigarrillo y se adelantó un par de pasos. - Yo lo haré. - dijo con voz clara. - Soy consciente de los riesgos y este tipo de trabajo solo puede hacerlo alguien voluntariamente. Sería injusto obligarle a nadie el hacerlo.

- ¡No! - Shikaku saltó como un resorte. - Yo lo haré… - afirmó mirando fijamente a su hijo. No iba a permitir de ninguna manera que su hijo se sacrificase así. ¡Jamás! Antes daría gustoso la vida mil veces.

- Pero padre… - La respuesta de Shikamaru no se completó ya que la Quinta lo hizo callar con un gesto de su mano.

- Eso es muy valiente de tu parte, Shikamaru, y te honra; y a ti tambien Shikaku, pero no creo que tuvieseis suficiente poder como para enfrentaros a Uskrull. Os mataría antes de que tuvieseis oportunidad de acercaros siquiera y sería como entregarle la espada en bandeja. Lo siento pero no puedo aceptarlo.

- Pero Gondaime quizás entre todos…- intervino entonces la Inuzuka por primera vez. La mujer la miró y negó con la cabeza. No hacían falta palabras, estaba más claro que el agua. Todos callaron y esperaron en silencio. Tsunade entonces miró impaciente el reloj que colgaba en la pared.

- Naruto y su grupo deben estar al llegar a su destino. Le dije que antes de atacar me enviase una de sus invocaciones para darle las últimas instrucciones. - dijo casi ausente.

- ¿Qué piensas hacer, Tsunade? - Jiraya se acercó y puso una de sus grandes manos sobre el femenino hombro. La mujer se mordió el labio y movió la cabeza lentamente.

- No hay otra opción. Me enfrentaré yo.

- ¡¿Qué? ¡Ni hablar! - replicó el Sannin con el rostro congestionado solo de pensar en su rubia compañera enfrentándose a ese peligro. - No lo permitiré de ninguna manera. Si alguien ha de hacerlo seré yo.

- Soy la Hokage y es mi deber, Jiraya, lo sabes también como yo. - adelantando una mano acarició el brazo del hombre con cariño. Luego alzando la vista buscó sus ojos. - Pero tú vendrás conmigo. Cuando llegue el momento quiero que seas tú quien me mat…

- ¡No pienso hacerlo! - le cortó el hombre fuera de si y apartándose de ella. - Seré yo quien se enfrente a ese bicho y no hay más que hablar. La aldea te necesita a ti, mujer. Yo soy prescindible pero tú no.

La rubia iba a contestarle pero fue interrumpida nuevamente por la druida hablando por boca de Sakura.

- Quizás no todo esté perdido…

Varios pares de ojos se posaron sobre la kunoichi de pelo rosado.

- Si hubiera alguien que fuera inmune al poder de la espada, no sería necesario que os sacrifiquéis ninguno de vosotros…

- ¿Cómo dice? - Shikaku reprimió el escalofrío que sintió cuando los ciegos orbes se posaron sobre él, haciéndole sentir que podían ver dentro de su alma.

- Hablo de encontrar a alguien con la fuerza y resistencia suficiente como para aguantar el embate de la bestia. Alguien a quien el poder demoniaco no le sea ajeno y se pueda medir de igual a igual con este monstruo. Quizás en ese caso hubiese una oportunidad. Decidme… ¿conocéis a alguien así? - preguntó.

- ¿Naruto? - La voz de Tsunade sonó casi afónica, sin poder creerse que la mujer estuviese hablando del atolondrado rubio. - ¿Estás hablando de Naruto? - preguntó nuevamente.

El bonito rostro de Sakura se desvió para enfrentar nuevamente a su maestra y su sonrisa se amplió. - Por lo que puedo ver por los recuerdos de la joven guardiana, a quien llamáis Naruto no es humano, es un semidemonio, ¿Cierto?

- Si… - Jiraya se acercó posesionándose al lado de la rubia y frente a la joven. - Pero él no es un ser maligno y no pensamos sacrificarlo. - dijo despacio, recalcando bien las palabras. - Nunca haría daño a nadie que fuera inocente. No lo compares con esa bestia.

- No lo hago, solo digo que él puede resistirse a la influencia de la espada y no ser dominada por ella. - contestó la mujer con dulzura. - Un demonio no puede poseer a otro. Es imposible. Solo puede ejercer su dominio sobre un humano o sobre seres diabólicos de baja estofa que le hayan jurado servidumbre, como las bestias que invocó, pero nunca sobre un demonio de la categoría de un bijuu. Por esa razón creo que vuestra única oportunidad es que ese joven sea vuestro paladín en esta lid.

Un repentino murmullo recorrió la sala. Los dos Sannin se miraron sin saber qué decir. Obviamente era una opción, de hecho, en un principio él y los que lo acompañaban eran los designados para intentar acabar con el enemigo, pero darle el arma y esperar que la blandiera en esas condiciones…

Un repentino pluf les avisó de la llegada de un nuevo visitante. La rubia bajó la vista y miró consternada la a rana de color pardusco que con ojos como pelotas de ping pong la miraba esperando instrucciones.

…/….

Escondidos entre las ramas de los árboles una docena de ninjas, los mejores de la aldea oculta de la hoja, permanecían inmóviles esperando las últimas instrucciones. A una distancia prudencial, observaban el campamento enemigo buscando cualquier indicio o información que les fuese de utilidad. Los privilegiados ojos de Naruto recorrían la zona guardando todo lo que sus rojizas pupilas captaban. A pesar de la distancia, su vista, muchísimo más aguda que la de cualquier humano, percibía hasta el más mínimo detalle; así como su fino oído captaba con suma facilidad los sonidos que el aire les llevaba.

Hacía escasamente un par de minutos que había enviado una rana a Tsunade, por lo que en poco tiempo esperaba recibir la órdenes oportunas.

Kakashi a su lado vigilaba, escaneando los alrededores con su Sharingan activado y Neji, mas a la izquierda, tambien utilizaba su inestimable habilidad ocular para ver más allá de lo humanamente posible.

El rubio sonrió. Tenía a su alrededor a lo mas selecto de la aldea. Aparte de los dos vigías de primer orden, pero eso no garantizaba su victoria. A pesar de que el enemigo estaba en un momento de suma debilidad y que ellos contaban con las horas de ventaja que les daba la protección druida, no por eso era menos cierto que se enfrentaban con un rival formidable compuesto por un ser inmortal y su cohorte de nigromantes y enloquecidos seguidores que de seguro les iban a presentar una dura batalla.

Suspirando pensó en cómo estaría Sakura. Apenas había pasado poco más de dos horas y ya la echaba terriblemente en falta. Cuando todo esto acabase dejaría bien claro las cosas con ella. No sabía si pretendía volver a Tokio con su abuela o quedarse en la aldea, pero lo que si estaba más que claro es que no volvería a permitirle que se apartara de su lado.

Perdido en sus pensamientos no reparó en como pasaban los minutos hasta que su antiguo sensei lo llamó con un quedo siseo.

- Naruto… ¿aun no hay noticias?

El rubio negó con la cabeza y miró su reloj. Ya habían pasado más de cinco minutos y la rana mensajera no volvía.

- Es raro. Ya debería haber vuelto con las órdenes. - Los azules ojos mutaron de color, oscureciéndose hasta el violeta. - ¿No habrá pasado nada en la aldea, verdad Kakashi sensei?

El repentino tirón en su estómago provocado por el miedo no le dejaba tranquilizarse. No quería ni pensar que la aldea hubiera sufrido otro ataque mientras ellos estaban allí lejos. Demasiado para socorrerles de inmediato. Solo de pensar en Sakura desprotegida se volvía loco de angustia.

El ninja copia le tranquilizó con una mirada. - No creo. La Quinta nos habría avisado de inmediato. Esperemos un poco más…

Aun no había terminado de hablar cuando la rana apareció entre ellos. Kakashi tomó el pergamino que el animal le tendía y lo leyó con rapidez.

Una leve sonrisa se adivinó bajo su máscara cuando con un gesto reunió a sus hombres para pasarles las últimas instrucciones.

…./….

La adrenalina que corría por su cuerpo le otorgaba unas fuerzas que no creyó poseer. Acompañada por Shikamaru y escoltada por un escuadrón ambu, Sakura volaba mas que corría hacia el punto de encuentro que habían acordado con la avanzadilla en donde estaba Naruto. Sobre la espalda de Shikamaru y fuertemente sujeta, la espada iba totalmente encerrada y segura en su embalaje de madera.

- Apenas quedan 3 millas. Abran bien los ojos. - dijo Shikamaru.

Los ambus los rodearon formando un muro protector alrededor de la chica y del joven Nara. En poco más de diez minutos llegaron a las coordenadas que establecían el punto de reunión. Allí camuflados entre la maleza les esperaban impacientes. Naruto nada mas verles aparecer, saltó desde la alta rama en la que estaba encaramado, apareciendo justo frente a la chica. La sepultó en un apretado abrazo mientras el resto del grupo se fueron acercando.

- ¿La habéis traído?

Shikamaru soltó el correaje que la sujetaba a su espalda y mostró la caja sin abrir a los curiosos ojos que la miraban.

- Solo Naruto puede tocarla, no lo olvidéis. - advirtió antes de colocarla en el suelo. El rubio se acercó seguido por Sakura mientras el resto se apartaban manteniendo aun el círculo alrededor. El rubio y la chica se arrodillaron frente a la caja. Ella se adelantó y levantó la tapa para apartar a continuación el lienzo protector. Todos miraron el arma con curiosidad y un reverencial temor. Naruto adelantó el brazo para cogerla pero fue detenido por su novia.

- Ten cuidado, por favor. - le dijo sujetándole por el antebrazo.

La voz de la chica sonó acongojada y rasposa. El miedo que le inspiraba y dolor de recordarle todo lo que esa espada le había causado, hacía una profunda mella en su ánimo. Naruto puso su enguantada mano sobre la de la chica y la apretó con suavidad.

- Tranquila…

A continuación se apartó de ella y con decisión curvó sus dedos sobre la empuñadura asiéndola con decisión. Los rubíes del mango brillaron en un desgarrador resplandor cuando fue sacada de su refugio. El joven de pie la alzó sobre su cabeza y en ese instante, un rugido atronador y bestial se escuchó en lo profundo del bosque.

Fin del capitulo.