Amnesia.

Un bostezo se escapó de sus labios, mientras abría los ojos, sólo para ver unos de color miel mirándolo fijo.

-Días, papi. –murmuró bajito Jensen, mientras que con una manita se frotaba un ojito.

-Días, hijo. –respondió Scorpius, besando la suave cabellera rubia. -¿Tienes hambre? – un pequeño asentimiento fue la respuesta. –Venga, vamos a desayunar. Ayer compramos de esos cereales que te gustan tanto. –susurró, colocándose una bata sobre el pijama, mientras Jensen hacía lo mismo, cubriendo parte del pijama de algodón blanco, con pequeños dibujos de snitches, con una bata de la misma tela.

La pequeña manito se aferró a la suya, mientras hacían el camino hasta la cocina.

La casa no era gigante, después de todo Ian la compró una vez que se divorció de Anneliese. De dos pisos, con cuatro dormitorios, dos baños, la cocina estilo americana, la sala de estar y el comedor. Lo que sí era grande era el patio, que llegaba hasta el límite donde comenzaba el bosque. Se podía considerar una parcela, ya que no había casas en casi medio kilómetro a la redonda, y la única forma de llegar era en auto –como el que tenía Ian guardado en la cochera –, por flú o apareciéndose en la calle local que llevaba hasta la casa. La ciudad se encontraba a unos veinticinco kilómetros, y toda la zona era realmente hermosa.

--

Habían desayunado, bañado y vestido correctamente, cuando Jensen quiso salir a jugar.

-Hay sol... juguemos fueda, podfis. –murmuró haciendo ojitos de borrego. Con un suspiro, tomó los cuadernos de alemán y levitó la bolsa de juguetes, lamentándose de que el pequeño lo dominara con tan poco.

-Sólo un rato ¿Ya? –dijo acomodándose en una silla, mientras Jensen comenzaba a ordenar los juguetes. –Papá va a venir a comer y debemos preparar todo. –por un momento miró aprensivo hacia el bosque tras la casa.

Realmente casi murió del susto cuando vio a ese erkling junto al rubio. Había estado hablando por flú con su profesor de alemán específico, sobre unas palabras que no entendía, cuando por instinto se asomó por la ventana de la cocina, para ver al niño jugar cerca de algo que parecía un elfo doméstico. Por un momento no le dio importancia, hasta que algo lo hizo reaccionar. Llegó corriendo hasta afuera, para ver al monstruo, con las garras listas para tomar del brazo al rubio. Con un rápido expelliarmus alejó al erkling y luego apareció unas cuerdas, para dejarlo inmóvil.

En ese momento su profesor salió de la casa, preocupado, y al notar lo ocurrido fue a llamar al Control de Criaturas Mágicas. Después de eso tuvo a Ian agradeciéndole todo el día, y complaciéndolo en cada capricho que se le ocurría.

Por un segundo se había sentido aterrorizado de que algo le hubiera ocurrido a Jensen, así que hizo un gran reclamo al CCM para que reforzaran todas las barreras, llegando, incluso, a salir en el periódico nacional.

Llevaban casi una hora fuera, cuando Scorpius decidió entrarse.

-Hay que hacer el almuerzo para papá y nosotros dos ¿Recuerdas? –murmuró, desapareciendo sus cuadernos y la silla. Con un suspiro se agachó, y entre los dos comenzaron a meter todos los juguetes en la bolsa, cuando se oyó la campanilla del timbre de la calle. -¿Quién será? Vamos, no te quedes aquí. –dijo tomando en brazos al rubio, mientras con la varita juntaba los juguetes y los desaparecía.

-Pedo papi... mis juguetes... se fuedon... –algunas lagrimillas comenzaron a juntarse en los ojos miel. Con pasos rápidos Scorpius rodeaba la casa, hasta llegar al antejardín.

-Hijo, te he dicho que no se van, con magia los aparezco dentro de la casa.

-¿De vedad papi? –susurró escondiendo el rostro en el cuello del rubio, no queriendo mostrar las lágrimas al desconocido en la puerta.

-De verdad, hijo. No te miento. –con suavidad lo bajó hasta el piso y le entregó uno de los juguetes que no desapareció. –Ten, juega por mientras. –con una sonrisa se dirigió al moreno tras la pequeña reja. –buenas tardes ¿Qué necesita? –preguntó, el alemán saliendo fluido de sus labios.

-Eres tú, Draco... –susurró, lo suficientemente fuerte para que el rubio lo escuchara.

-¿Habla inglés? Que suerte... mi alemán no es muy fuerte... pero no conozco ningún Draco. –le dijo algo aliviado.

-Draco... –la fuerza de la mirada que el ojiverde le estaba dando lo hizo sentir un escalofrío. –Draco, soy yo Harry... no hay necesidad que mientas. Si te tienen contra tu voluntad yo te ayudaré –dijo, abriendo la puerta de madera y entrando al antejardín.

-¡Pare! –siseó Draco, sin entender de qué estaba hablando el desconocido. Al oír su voz, el moreno se congeló en el pasto, una mirada herida en sus ojos. –No sé muy bien de qué me habla... pero ya le dije que mi nombre no es Draco... soy Scorpius. –el pequeño rubio a sus pies se ocultó tras las piernas de Draco, al verlo tan tenso.

-Papá... –llamó el niño, al ver a Ian, saliendo por la puerta de la casa. Corriendo llegó hasta él, dejándose tomar entre los brazos del castaño.

-¿Qué sucede Scorpius? –preguntó algo extrañado de ver a un desconocido frente al rubio, y a este tan tenso. –Y usted ¿Quién es? –preguntó en alemán, mientras se colocaba junto a Scorpius, en un intento por tranquilizarlo.

-No... no hablo alemán... –tartamudeó nervioso Harry. ¿Qué rayos pasaba acá? Draco no debería comportarse así frente a mí... debería haberse alegrado y tratar de huír de aquí . Cuando Ian repitió la pregunta en Inglés, el moreno reaccionó, contestando. –Soy Harry, Harry Potter.

-Este hombre entró a la casa –susurró Scorpius, en inglés. –estábamos con Jensen guardando las cosas, cuando sonó el timbre y era él. Me decía que era Draco...

-Pero si eres Draco... –gimoteó desesperado Harry. –Vivías en Londres, conmigo. –murmuró acercándose a la pareja. El débil sollozo de Jensen lo detuvo. -¿Es... es tu hijo? –al oír la pregunta abandonar sus labios entendió la renuencia de Narcissa de ser el primero en ver al rubio, la verdad cayendo como un balde de agua fría sobre él.

-Primero, tranquilícese –ordenó Ian, mientras tomaba por el hombro a Harry, dándole una señal al rubio de que él lo sostendría por si acaso. –entremos a la casa, y podremos hablar bien. –avanzando por el camino, Draco tomó a Jensen en brazos, mientras lo calmaba, susurrándole palabras suaves en alemán.

--.—

Una vez todos sentados en la cómoda sala de estar, Scorpius con Jensen en sus brazos y Ian a su lado, y Harry sentado frente a ellos, Ian tomó la palabra.

-Bien... usted dice que conoce a Scorpius...

-Draco. –corrigió el moreno. –y sí, lo conozco por completo. Fuimos novios por casi dos años. –murmuró en un tono mal intencionado, buscando dañar al castaño que le hablaba tan calmado y se sentaba con tanta confianza junto a Draco. Un sonrojo cubrió las mejillas del rubio y del castaño, al oír el doble sentido.

-Espérenme un momento, voy a llevar a Jensen a jugar a su dormitorio. –murmuró Draco, con la rabia y la vergüenza fija en sus ojos. Cuando volvió, el silencio era tenso en la salita. –Creo que no es necesario caer en ese tipo de puyas... –siseó. –después de todo, supongo que Ian me conoce más que usted. –con un gesto desinteresado cruzó las piernas, acomodándose mejor en el sillón –llevamos dos años y medio viviendo juntos. –agregó. La mirada dolida del moreno, le provocó un sentimiento vago de culpabilidad. Pero lo escondió bien.

-Por favor Scorpius... –susurró bajito Ian, tratando de mantener la calma en el lugar. -¿Me puede aclarar de dónde conoce a Scorpius? Claro, aparte de Londres. –siseó, al ver la mirada de obviedad en los ojos de Harry.

-Ya lo dije... éramos novios. –el aire dubitativo le quitó fuerza a la frase. – Es.. es tu hijo ¿Cierto? –preguntó, recordando lo parecido que eran ambos rubios... claro, excepto por los ojos. -¿Tuviste un hijo con cualquiera, sólo por despecho? Merlín, tus padres...

-... –la mano de Scorpius se aferró a la de Ian, que reposaba sobre su rodilla. –Yo no he tenido ningún hijo, aunque es como si lo fuera. –aclaró. –Yo... dice que me conoce, pero yo no sé quién es usted. No venga a mi casa a insultarme, por favor.

-Scorpius, shh... –lo calló el castaño, devolviendo el apretón a la mano del rubio. La mirada irritada de Draco no lo cortó. –Scorpius o Draco –dijo al ver la mirada furiosa del moreno. –sufrió un accidente el día que lo conocí. –una gota de sudor frío recorrió la columna del rubio, al recordar las pocas veces que habían hablado de eso.

-¿Un accidente? –Interrumpió Harry. -¿Cómo puedo saber que no fuiste tú mismo quién lo hechizó y lo alejó de quienes lo querían?

-¡Cállate! –ordenó el rubio, su voz tensa, haciendo el silencio absoluto en el lugar.

-Gracias... –murmuró el castaño antes de seguir hablando. –Yo no he hechizado a nadie. –aclaró, mirando fríamente a Harry. –Estaba hospedado en un hotel muggle, cuando vi a Scorpius ser atropellado por un auto. Fui el primero en llegar al lugar, y me di cuenta por como andaba vestido que era un mago. Lo acompañé al hospital, para evitar que le pudieran dar algo que lo dañara. Y cuando despertó, el sanador muggle nos dijo que había perdido la memoria.

-... ¿Perdido la memoria? –sus ojos verdes brillaron con confusión. –mierda... Draco, esto no debió pasar. Es mi culpa. –con una manga se secó las lágrimas que trataban de salir. ¿Cuántas veces había llorado en el día? Ya parecía una mala broma.

-Luego de eso, al salir, le ofrecí venir a Alemania conmigo. Intentamos buscar el nombre que entregó en el hotel, en los registros de magos del Ministerio Inglés, pero no encontramos nada.

-¿Con qué nombre? –preguntó con un susurro derrotado el moreno.

-Scorpius, Scorpius Black. –respondió el rubio, que había permanecido en silencio, todo el tiempo. Un suspiro escapó de los labios de Harry al oír eso. Ese nombre había sido mencionado varias veces en las investigaciones de Dean, pero nunca le hicieron mucho caso.

-También intentamos ver con un sanador –continuó Ian. – y la primera vez no logramos nada. No era reversible con magia. Era muy reciente, y probablemente demoraría bastante tiempo. Arc, nos dijo después que era probable que nunca se recuperara. La propia magia de Scorpius estaba protegiendo al daño sufrido. Según el sanador, se debía seguramente a algún trauma o situación difícil, que la magia creía, era mejor que olvidara. –Un duro nudo se instaló en la garganta de Harry, aún sin ser capaz de creer todo lo que había oído.

De un salto quedó de rodillas, apoyando su rostro en las del rubio.

-Draco, por favor perdóname. –musitó débilmente. –nunca quise que esto pasara. No me di cuenta del daño que te hacía con mis desplantes. Por favor... dime que es una broma. Dime que me recuerdas... dime que recuerdas nuestra casa... nuestros planes.

-Yo... –con cuidado depositó su mano, en ese cabello negro, revuelto y de tacto sedoso. -... lo siento, no lo recuerdo. –lo lamentaba sinceramente. No podía evitar sentir una profunda lástima por el hombre a sus pies.

-¡Mentira! –gimió separándose un poco. Un retorcijón asaltó al estómago del rubio, al ver esos brillantes ojos verdes, empañados por las lágrimas y el rostro ruborizado. Con algo de dolor sintió como ese rostro se clavaba sobre su estómago, casi como si buscara fundirse con él. Con cuidado acarició las hebras de pelo negro, buscando calmar al hombre.

Los hipidos continuaron un momento, hasta que el moreno se quedó en silencio, sus dedos aferrados a la túnica del rubio, algunos hipidos de vez en cuando.

-Señor Potter... –murmuró Ian, tratando de ayudar a Draco. –señor Potter. –asomándose, se fijó que Harry estaba profundamente dormido. –Scorp... mejor lo llevo al dormitorio de invitados. –susurró, mientras lo tomaba por las rodillas y la espalda, la cabeza morena acurrucándose contra su cuello. –no pudo evitar sentir un latigazo de... algo. No lo podía determinar, ver al hombre que lo había cuidado, con el que supuestamente fue su novio y lo había hecho sufrir, era extraño.

-.-.-.-.-.-.

Habían pasado un par de horas desde que su mundo se había puesto de cabeza.

Ian había pedido algo para comer a un restaurante mágico, y comieron en silencio. Ni siquiera Jensen había hablado mucho, notando el ánimo extraño de su papi.

Ahora estaban en la salita de estar, el castaño simplemente acompañándolo, dejándolo aclarar sus pensamientos. No podía dejar de pensar en el moreno durmiendo arriba, ni en todo lo que le había dicho –no que fuera mucho, pero sí comprometedor.

Sentía que lo conocía, y no se podía sacar la sensación de que con algo de tiempo desearía no separarse de él... pero pensar en alejarse de la relación que tenía con Ian no era algo que quisiera dejar de lado.

También hubiese querido poder preguntarle algo a Harry sobre sus padres, quizá estuvieran vivos y podrían venir a verlo, o él ir a Londres por unos días.

-Scorp... –murmuró Ian, distrayéndolo de sus pensamientos, mientras una mano se enredaba en la suya. –quiero que sepas, que no deseo que te sientas obligado a seguir aquí... sé que quieres a Jensen y a mí, pero no por eso vas a perder la vida que tenías desde ant...- la mirada casi enojada del rubio lo cortó.

-No sigas hablando estupideces... –siseó. –ustedes son como mi familia, mi vida anterior no va volver a mi memoria. Esta es mi vida. –dijo desplazando sus ojos por toda la sala. –aquí, en Alemania, con ustedes. Lo que haya vivido antes... es pasado, y aunque puede haber cosas que quiera recobrar, no los voy a abandonar. –dijo, estrechando la mano del castaño, entre las suyas. La suave sonrisa emocionada, le hizo sentir que había hecho lo correcto, después de todo, no podía creer que Harry lo hubiese esperado tanto tiempo, y sino, era él mismo quien no había esperado.

El timbre sonó por segunda vez en el día, y Draco no pudo evitar un vuelco en el estómago de pensar que era otra vez su pasado el que golpeaba –literalmente –a la puerta.

-Yo voy –murmuró Ian. Pasaron un par de minutos, eternos para el rubio, cuando volvió acompañado de un rubio, muy parecido a él mismo... casi su copia y una rubia delgada y frágil. De un salto se puso de pie, sintiéndose emocionado, sin estar muy conciente de ello.

-¿Draco? –murmuró la rubia, antes de estrecharlo en sus brazos, el suave perfume floral embotándole los sentidos. –mi niño... al fin te encuentro... –una tibias lágrimas mojaron la camisa muggle que llevaba puesta, y la tentación de llorar con ella era muy grande, pero con esfuerzo se las tragó.

-Hijo... –murmuró el rubio, quien también lo abrazó. Un nudo se instaló en su garganta, al abrazar a estas dos personas.

-Supongo que Ian les contó que... que perdí la memoria. –dijo Draco, una vez que todos estuvieron sentados. –aunque supongo... sé –corrigió –que ustedes son mis padres. –la dulce sonrisa en el rostro de la rubia le inundó el pecho de un sentimiento acogedor, igual que la semi sonrisa orgullosa en el rostro del hombre. –pero ¿cuáles son sus nombres?

-Narcissa y Lucius Malfoy... tu nombre es Draco, Draco Malfoy. –dijo Narcissa. –no sabes lo preocupados que estuvimos todos estos años –murmuró, acariciando la mano de su marido. –tu padre intentó de todo por buscarte, pero nada fue muy alentador. Ni siquiera toda la ayuda que Harry consiguió del Ministerio fue capaz de servir. –en ese momento, los pasos de alguien resonaron en la escalera, asomándose finalmente el moreno con Jensen entre sus brazos. -¿Él... él es tu hijo? –preguntó la rubia, la curiosidad clara en sus ojos.

-No –negó suavemente Draco. –aunque es como si lo fuera. Es el hijo de Ian y su ex pareja. –el pequeño tendió sus bracitos, siendo de inmediato sujetado por el rubio, sin poder evitar el contacto con Harry, un tenue sonrojo invadiendo sus mejillas. –gracias. –murmuró, volviéndose a sentar.

-¿Papi, quiénes son todos ellos? –preguntó Jensen, señalando a los desconocidos.

-Son mis padres –murmuró Draco en alemán. –me han encontrado y han venido a verme. –al parecer el pequeño quedó conforme con la respuesta, porque se quedó calmado, jugando con un pequeño tren de peluche.

-¿Hijo... volverás con nosotros? –preguntó Narcissa, aunque ya suponía la respuesta, al ver el cariño en los ojos de su hijo.

-No... no puedo –dijo, deslizando su mano por el suave pelo de Jensen. –aquí es donde me necesitan, donde quiero estar, hasta que Ian me quiera echar –susurró sonriéndole al castaño, tratando de aligerar el ambiente. La mirada dolida del moreno lo perturbó un poco, pero ya sabía que hacía lo correcto.

-Pero no queremos alejarnos nuevamente de ti. –dijo Lucius, su voz imponiéndose en el salón. –he tramitado algunos de mis negocios de pociones para que pueda venir cada cierto tiempo... incluso he pensado que tú podrías administrarlos, aunque tu madre me dijo que no me apresurara tanto. –dijo con una mueca, como si no creyera que su hijo hubiese perdido sus capacidades para los negocios.

-Eso sería genial –una sonrisa iluminó su rostro, sabiendo que era afortunado de poder tener cosas de su pasado y seguir con su vida actual. Su mirada se desvió al moreno que permanecía en silencio desde que dijera que no volvería a Londres.

Cada vez que lo observaba, sentía el corazón latirle acelerado, y las ganas de animarlo lo superaban. Sus ojos quedaron clavados en los verdes que lo miraban fijo, como si el tiempo no existiera.

-... incluso ha estado con clases de alemán, ya habíamos descubierto que era bueno en pociones, y estaba tomando el curso específico para poder entrar a trabajar en una boticaria de la ciudad. –la voz de Ian lo distrajo de sus pensamientos.

Con un suspiro se puso de pie, algo agobiado de todo lo que había ocurrido. Eran muchas emociones en tan poco tiempo.

-Permiso –murmuró, poniéndose de pie. –voy a salir un momento, no se preocupen... –aclaró, al ver las miradas fijas sobre él.

-.-.-.

Afuera el sol brillaba tiñendo el cielo de anaranjado, ya próximo a anochecer. Debía preguntarles después a todos si acaso se quedarían a dormir, porque si era así tendría que dormir con Jensen y cederle su cama a Harry o a sus padres.

Una sonrisa emocionada se instaló en su rostro al pensar en sus padres.

-Hace mucho que no te veía sonreír así. –dijo una voz a su espalda, asustando un poco al rubio. –Aún pienso en todas las estupideces que hice antes de que todo esto pasara. –Harry estaba apoyado contra la pared, quedando de perfil a la vista del rubio que estaba sentado en una de las sillas reclinables. –y no sabes lo mal que lo he pasado, pensando que podías estar secuestrado, herido en algún hospital, simplemente abandonado a tu suerte. –una risa cansada abandonó sus labios. –casi me alegro de que te haya encontrado este Ian, de seguro no estarías tan bien como lo estás ahora de no ser así.

-Yo no soy pareja de Ian. –no pudo evitar aclarar, al ver el gesto de dolor en Harry. –lo intentamos, pero no funcionó. –murmuró, tratando de ser lo más honesto que podía, a pesar del gesto dolido al oír eso.

-Cuando terminamos, me reclamabas que no te tomaba en cuenta. –siguió hablando Harry, mientras aparecía una silla cerca del rubio. –que me alejaba de ti. Y yo tontamente te dije que era mentira, que eras tú quien se lo imaginaba. –sus ojos verdes se fijaron en los grises. –y era cierto, otra vez tuviste razón. No fue hasta que te sentí desaparecerte de la casa, que entendí el error que cometí. Y no fue hasta que Hermione me lo confirmó, que me convencí que tenías razón, que me había alejado de ti sin darme cuenta.

-¿Por qué me dices todo eso? –preguntó el rubio, algo confundido, la mirada resignada del moreno hipnotizándolo.

-Porque necesitaba decírtelo... que fui un idiota influenciable. Porque necesitaba que me oyeras y supieras que me arrepiento, y que me he arrepentido cada día desde que empacaste tus cosas y te marchaste. –murmuró Harry, sintiendo que sus ojos le picaban, las ganas de llorar a flor de piel. –de pedirte que me perdones. –susurró.

-... –sentía la confesión como un bálsamo que acariciara heridas que ni siquiera sabía que tuviera. –está bien... –respondió, sabiendo que a pesar de no recordar, debía permitir al moreno pasar la hoja. –supongo que con esto puedes seguir tu vida normal... me lo dijiste y creo que ya no habrá nada que te ate a mí. –dijo, casi como un reproche, un sentimiento de pérdida arraigándose en su corazón.

-No lo entiendes –dijo casi desesperado Harry. –no tengo vida, no tengo vida desde que desapareciste. Era Auror, y al irte, empecé a hacer trabajo de oficina, con tal de tener tiempo para buscarte. Nunca he pensado en nadie más que en ti, y en dónde estarías. –un sonrojo se instaló en las mejillas de Draco, al oír la vehemencia del moreno. –por favor... sé que te he pedido muchas cosas, pero dime que te irás conmigo y tus padres a Londres. –la mirada ilusionada estrujaba el corazón del rubio, pero negó lentamente.

-No, ya lo dije dentro. Aquí tengo todo, gente que me necesita y personas a las que quiero de verdad, y mis padres harán el esfuerzo para venir a verme, y yo también lo haré ahora que sé donde viven. –la frase sonó como a reto a oídos del moreno.

-Pero estarás solo... no tienes pareja... dijiste que Ian no era nada tuyo–dijo dudoso Harry, acercándose al rubio. Un hormigueo recorrió el cuerpo de Draco al sentir la cercanía de los dos.

-Pero puedo encontrarla... o que me encuentre... –susurró suavemente, sintiendo la respiración acelerada del moreno junto a él. Casi sin darse cuenta, unos labios suaves se aferraron a los suyos, deslizándose perezosos, tratando de captar un sabor hace mucho tiempo perdido. Una suave caricia que transmitía todos los sentimientos del moreno y las dudas del rubio, simplemente tratando de reconfortar.

La lengua de Harry se deslizó insinuante sobre el labio inferior de Draco, mientras su mano acariciaba tentativamente el pelo rubio que tanto añoraba. Draco respondió el beso lentamente, como reconociendo a la boca que lo cubría, tratando de apreciar cada caricia, que aunque no recordaba, su cuerpo sabía responder.

Con un débil suspiro se separó, mirando extasiado el rostro arrebolado de Draco, los labios levemente húmedos y sonrojados, los ojos grises cerrados.

-¿Me darías una segunda oportunidad? –preguntó ansioso el moreno, una luz de esperanza brillando al fondo de los ojos verdes.

-No recuerdo haberte dado una primera... –murmuró el rubio, poniéndose de pie y desapareciendo la silla. –y de todos modos... –dijo alejándose hacia la puerta trasera de la casa. –nunca beso a nadie, a menos que sienta algo. –una suave sonrisa iluminó su rostro –mientras el sol ya terminaba de esconderse – para desaparecer dentro del hogar.

Estando dentro, sintió el grito de júbilo de Harry, mucho más expresivo que la sonrisa que él tenía.

Quizá muchas cosas habían ocurrido en poco tiempo, pero no podía negar que el futuro lucía realmente alentador, pensó, mientras tomaba en brazos al pequeño Jensen y sonreía a sus padres y a su amigo.

Al fin estaba completo.

-.-.-... Fin...

Iniciado: Jueves 24 de julio 2008

Terminado: Jueves 07 de agosto 2008

Publicado: Jueves 07 de agosto 2008

Bien, aquí estuvo el último capítulo. Realmente me siento emocionada por haber terminado un fic largo (tengo dos one shot, pero no es lo mismo) y ver que el resultado es similar a lo que deseaba.

No niego que entre el cap cuando Ian y Draco compran el pasaje y el capitulo cuando ya están en Alemania se suponía iba a haber mucha más "trama" finalmente pensé que sería solamente relleno.

Y que cosas que nunca pensé podrían llegar a servirme, como que vivieran en Alemania, el único lugar donde hay Erklings (criaturas que se comen a los niños pequeños, según el libro Animales fantásticos y dónde encontrarlos) y que por un ataque fuera la forma que Harry llegara a reencontrar a Draco, me hacen impresionarme de la "visión" de futuro que tengo xD.

Me gustaría mucho agradecer a todas las personas que me dieron su apoyo a lo largo del fic a través de rws (Sora, Mickaelle, Murtilla, Shawoss, Brwendally Malfoy, Kotori-chan88, Javi, Kikimaru, Lady Tao, Ina San, Samharachan, Kanon umino¸ Gladiz, Full Xtacy, Remithal, Maria-pa, Ania, Sora Black1245, Ammonie y Kazumi) de quienes, muchas quizá ya no leen, pero gracias de todos modos.

A todos quienes me agregaron en sus favoritos y en sus alertas ( Jacqui.HP87, Joeycob, Nemesis Crow, Niku Black, Selene Nekoi, Shanty, Simca-chan, Gladiz, Milinha-potter, Parakiss78, pedrossi, Venice Dakker, yamikuri, Brwendally Malfoy, Nemesis Crow, Remithal, Gladiz, parakiss78y Rochieuca.)

Respondo ahora al rw anónimo:

Kazumi: Jeje, gracias por decir que te leíste el fic en un solo día, y me alegro que te guste. Al fin no me demoré mucho, ya que me sentía con ganas de escribir y me siento conforme con lo que conseguí. Respecto a lo triste xD no lo podía evitar, nunca pensé en el fic como algo muy feliz... y la canción tampoco era muy buena influencia. Aunque no podía dejar un final triste, así que al final, ya viste, se reencuentran y se da una nueva oportunidad para Harry. Gracias y besos!

Bien, espero que les haya gustado y si me dejan rws, agradecería que fueran o con su sesión o con su mail, para poder responderles : )

Ahh, y les dejo la letra de la canción que lo inspiró.

Amnesia

Usted me cuenta que nosotros dos

Fuimos amantes

Y que llegamos juntos a vivir

Algo importante

Me temo que lo suyo es un error

Yo estoy desde hace tiempo sin amor

Y el último que tuve fue un borrón

En mi cuaderno

Usted me cuenta que hasta le rogué

Que no se fuera

Y que su adiós dejó a mi corazón

Sin primavera

Que anduve por ahí, de bar en bar

Llorando sin podérmela olvidar

Gastándome la piel en recordar

su juramento

Perdón, no la quisiera lastimar

Tal vez lo que me cuenta sea verdad.

Lamento contrariarla pero yo...

No la recuerdo.

Que anduve por ahí, de bar en bar

Llorando sin podérmela olvidar

Gastándome la piel en recordar

Su juramento

Perdón no la quisiera lastimar

Talvez lo que me cuenta sea vedad

Lamento contrariarla pero yo...

No la recuerdo.

Besos a todo/as y eso.

Finite!