DISCLAIMER: Los personajes Naruto y todo lo relacionado con ellos, pertenecen a Kishimoto Masashi. La trama de "Luz en negativo" es propiedad de Inner Angel.

Sumary

Sakura conoce todo lo que hay que saber sobre jutsus médicos, pero casi nada sobre la vida real. Tratar de curar la oscuridad de un alma perdida hará que libere su propia luz interna. ¿El resultado? Bien podría ser algo… pervertido. [KakaSaku].

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NDA: Editado 04/02/10 - Este fic se mantendrá apegado al canon lo más posible pero oficialmente lo hechos coinciden aproximadamente hasta después del rescate de Gaara en Shippuuden y el primer reencuentro con Sasuke. Clasificación M/NC-17: Este fic contiene lenguaje fuerte, situaciones maduras, escenas de violencia y sexo, Por favor tómense esta advertencia en serio si esto les ofende o son menores de edad.

Dudas, comentarios y críticas son más que bienvenidos!

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Luz en Negativo

By Inner Angel

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c-1 / Rutina

6:00 am.

La molesta campana tenía casi un minuto gritando al mundo la hora con toda la fuerza que era posible para el pequeño reloj de mesa. Sin embargo, la única ocupante de la habitación apenas y había movido una errática mano en su dirección, tanteando en su busca para acallar su llamado a dejar el mundo de los sueños.

Haruno Sakura era difícil de levantar, sin duda. Su record de relojes destrozados de un puñetazo a la semana tenía siempre contentos a los relojeros de la aldea. Pero al menos, por hoy, éste se salvaría del destino de sus antecesores al encontrarse lejos de su alcance.

Una exasperada kunoichi alzó su cabeza de entre las almohadas, maldiciendo entre dientes los dobles turnos en el hospital. Apartando las sábanas a puntapiés, rodó hacia la derecha sentándose en la cama y poniendo fin al escándalo que la había despertado.

Tenía hora y media para darse un baño, vestirse, desayunar y llegar al hospital a las 7:30 am. Considerando que había llegado anoche pasadas las dos de la madrugada, no iba a ser fácil poner el motor en marcha hoy.

Pero esa era la rutina de Sakura. Su devoción por el trabajo en hospital de Konoha y sus estudios como la aprendiz de Tsunade-shishou eran lo más importante para ella. Su vida giraba en torno a ser la mejor en su trabajo, pues no sabía hacerlo de otra forma. No había ni espacio, ni tiempo para nada más.

O, dicho de otro modo, no había nada más en su vida.

"¡SAKURA-CHAN!", la característica voz animada de Naruto se escuchó a todo volumen, y probablemente en toda la cuadra. Sakura se arrastró hasta la ventana, demasiado dormida aún para darse cuenta que su cabello estaba haciendo su mejor imitación de una escoba.

El escandaloso rubio estaba en la acera de enfrente, agitando una mano alegremente en su dirección y Sakura se limitó a devolver el gesto indicándole que subiera.

Era una tradición entre ellos. Siempre que Naruto regresaba de una misión, ellos desayunaban juntos. Era su forma de decirle que había vuelto a casa sano y salvo; y para ella era la única forma de mantenerse al tanto de la vida de su alocado compañero. Con Sakura dedicada por entero a su carrera como médico y el Team Kakashi desbandado, rara vez tenían la oportunidad de compartir como en los viejos tiempos.

Los golpes en la puerta sonaron casi de inmediato, y como era típico en Naruto, al abrirle entró como un vendaval, agitándolo todo y hablando más rápido de lo que su adormecida mente podía procesar por los momentos. Librándose a duras penas de su abrazo, Sakura puso su mano sobre la boca del alocado kyuubi.

'¡Ah, silencio!'

"Naruto, café… yo, ducha… quince minutos".

"¡Seguro Sakura-chan… lo que tú pidas, Sakura-chan!… ¡Voy hacerte el mejor café del mundo... ¡ya lo veras!... y tengo mucho que contarte, Sakura-chan…".

Su cháchara incesante la acompañó mientras se arrastraba hasta la ducha. Agua bien fría era lo que necesitaba para despertar sus sentidos al mundo con un par de improperios. Era un tratamiento doloroso, pero daba resultado. Sakura se sintió de inmediato mucho mejor dispuesta para enfrentar el día que tenía por delante.

Mientras se vestía con el uniforme de trabajo, el olor a café recién colado inundó sus sentidos. Justo la gasolina que necesitaba para mantener el motor en marcha. Su estomago protestó de inmediato, recordándole la importancia añadir combustible sólido a la mezcla.

Lamentablemente, el desayuno no lucía nada prometedor ese día.

Naruto era su mejor amigo, y ella, simplemente, lo adoraba. Haría cualquier cosa por él. Pero comer ramen a las siete de la mañana era un suicidio estomacal.

Ocho de cada diez veces, la rutina de sus encuentros matutinos consistía en ella sentada tomando té, viendo comer a Naruto mientras este hablaba sin parar, gesticulando como un niño y haciendo sólo breves pausas para masticar. Las restantes ocasiones en las que ella lograba llevarlo a un sitio distinto a Ichiraku, él comía con igual apetito, pero se quejaba de la falta de ramen en el menú cada cinco minutos, lo cual era, francamente, más exasperante que pasar hambre viéndolo comer.

"Oi, Sakura-chan, date prisa, tengo mucha hambre". La kunoichi estaba saboreando el café casi con fervor, mientras el impaciente ninja daba vueltas como bestia enjaulada por el reducido espacio de su apartamento. ¡Cuenta con Naruto para que nunca se esté quieto más que para comer!

Sakura sonrió internamente con las peculiaridades típicas de su amigo. Eran lo que lo hacían tan diferente a todos, y tan especial para ella. Y aunque Naruto podía ser molesto y mañoso, ella no lo cambiaría por nada en el mundo.

Apurando el café, avanzó hasta el espejo que estaba cerca de la puerta de salida para chequear su reflejo una vez más.

"Ya estoy lista, Naruto".

"¡Que bien… vamos a Ichiraku!".

Entrelazando su brazo con el de su mejor amigo, los dos salieron del pequeño departamento, contentos de compartir con el otro estos pequeños momentos especiales.

Era lo único que les quedaba a ambos, luego de perder en la guerra lo que más amaban.

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El hospital era, como siempre un caos de gente yendo y viniendo incesantemente. Entre civiles pidiendo consultas por cosas tan comunes como una insistente gripe, hasta shinobis lastimados en una misión o durante un entrenamiento; no había descanso en las guardias de emergencias para nadie.

Quizás por ello la mañana había transcurrido tan rápido para Sakura, muy ocupada entre enmendar huesos y hacer tediosos reconocimientos de rutina como para mirar el reloj. Era la hora del almuerzo, y ella había ido a comer a un pequeño restaurante que estaba a unas tres de cuadras del hospital, como era su costumbre al menos un par de veces a la semana. Por lo demás, prefería comer en el comedor del hospital, que era más barato y conveniente.

Sin embargo, para ella valía la pena ir más lejos y pagar más por su comida de vez en cuando. Salir a pasear por las familiares calles de Konoha, respirar el aire fresco y ver la rutina de sus gentes era algo que la reconfortaba. Era uno de los pocos momentos que tenía para desconectarse de un trabajo que, prácticamente, le quitaba todo su espacio personal.

Así, por tan sólo una hora, ella podía caminar despacio y estar a solas, pensando en cosas tan diversas como mundanas con cada paso. Desde repasar la lista de compras de la semana, hasta hacer planes para ir al cine con Hinata.

Dos niños pasaron corriendo a su lado, causando alborotó en la calle con su frenética carrera. Estaban compitiendo, a juzgar por los gritos de uno de ellos, que provocaban al otro llamándole tonto y demasiado lento para ser un ninja.

Al verles Sakura no pudo evitar pensar en su época como Genin, cuando tenía la edad de esos niños. Cuantas veces no se encontró ella misma como espectadora (y mediadora), de la misma fiera competitividad que se había desarrollado entre sus dos compañeros de equipo. Siempre estaban insultándose, provocándose, compitiendo, luchando, tratando de matarse… En aquel entonces cualquiera hubiera dicho que Naruto y Sasuke, simplemente, se odiaban a muerte.

Por ello, muy poca gente entendió el por qué Naruto había estado tan empeñado en recuperar a Sasuke, si siempre se comportaron como enemigos letales. Y menos aun entendían por qué, aun hoy, lo llamaba su mejor amigo.

La verdad era que ellos jamás habían peleado por sentimientos como rencor, envidia u odio.

Ellos habían peleado por ganarse el respeto del otro.

Por eso, al regresar a Konoha tras la misión para traer de vuelta a Sasuke, las cosas jamás volvieron a ser iguales, ni para ella, ni para Naruto.

Los colores de la ciudad ya no eran tan brillantes, ni los árboles expedían el mismo olor. El mundo se había vuelto más oscuro, crudo e injusto y menos como las historias fantásticas, con sus típicos finales felices para los héroes.

Ambos habían fracasado.

Sasuke, en cambio, había triunfado.

Había matado a su hermano Itachi como tanto deseaba; mientras que ellos dos no pudieron salvarle a él de sacrificar su vida para lograr esa venganza.

"Buenas tardes, Sakura-san".

Sacudiendo la cabeza, Sakura regresó al presente, sorprendiéndose un tanto de encontrarse ya en la recepción del hospital. Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que había entrado al lugar en piloto automático.

"Buenas tardes, Nakae-san", saludó con una desconcertada sonrisa a la recepcionista del turno de la tarde. Era una civil, como la mayoría el personal administrativo y de servicios del hospital. Sólo los cargos gerenciales más importantes y la mayoría de médicos y enfermeras, tenían entrenamiento ninja.

"Hoy te noto algo distraída, querida, ¿algún problema?".

"No, ninguno. Sólo estaba pensando en un caso difícil, es todo", contestó con algo de vergüenza por haber sido descubierta completamente desconectada de la realidad.

"Hablando de casos, hace diez minutos pasó buscándote Omori-san de laboratorio, me dejó unos exámenes para ti, dijo que eran urgentes".

"¡Ah muchas gracias, tenía días esperándolos! Son muy importantes para avanzar en mi proyecto de investigación".

"Eso me suena a que vas a trabajar horas extras de nuevo". La mujer la miró sin ocultar su desaprobación ante los hábitos de trabajo de Sakura.

"No esta vez, Nakae-san. Hoy es jueves, toca salir con las chicas".

"Pues que bien porque tu trabajas demasiado, querida. Hazme un favor y divierte mucho, ¿si?".

"¡Gracias, eso haré!" Tomando el sobre con los exámenes, Sakura continuó caminando directo hacia las escaleras. Estaba lista para dedicar la tarde a su proyecto en el área de Investigación y Desarrollo, donde trabajaba directamente con Shizune. La oficina estaba ubicada en el segundo piso, y en el trayecto la joven médico sólo se detuvo brevemente para saludar a un par de colegas.

Sakura era bien apreciada por la mayoría en el staff. Sus habilidades eran muy admiradas, si bien algo envidiadas, por algunos que no entendían como una mujer tan joven había avanzado tanto sin ser parte de un clan prominente, como solía ocurrir en estos casos.

Los que la conocían bien, sabían que era su tremenda determinación y tenacidad, los que movían su carrera profesional a pasos agigantados.

También sabían que el precio que pagaba para lograrlo, era alto.

Haruno Sakura no tenía vida personal.

Tampoco quería una.

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"¡Ayyyy por favor, ese tipo es un idiota!", la fuerte voz de Ino se escuchaba claramente por encima de la música y las voces de todos los reunidos en el pequeño, pero muy concurrido Bar Tera. El favorito de los ninjas en busca de descanso y diversión.

"No entiendo que haces con él Hinata. ANBU o no, ¡alguien necesita poner a ese maldito bastardo en su lugar!".

El lenguaje prosaico sólo consiguió poner más nerviosa a Hinata, quien parecía mucho más interesada en desentrañar los secretos del diseño psicodélico del mantel. Las cuatro amigas, sentadas en torno a una pequeña mesa circular, se encontraban ya a mitad de su tradicional salida de los jueves por la noche.

"¡No hace falta que seas tan grosera Ino!" Sakura estaba irritada por la crudeza de la chica y su más que conocida falta de tacto para decir las cosas. Apretó los puños con fuerza para contenerse.

Sólo gracias a muchas horas de práctica y meditación semanal, Sakura había logrado controlar parcialmente ese mal temperamento que la caracterizaba, y que no era 'apropiado para una kunoichi de alto nivel' –como le repetía constantemente Tsunade-shishou.

'¡Bah!, cómo si ella tuviese moral para hablar'.

"Hinata-chan, lo que Ino-puerca aquí presente trata de decir, es que ese tipo no te merece. No permitas que te siga tratando mal. ¡Deberías terminar con él de una vez!".

Cosas como dejarla plantada, menospreciarla, y prácticamente ignorarla durante sus escasas citas, era definitivamente algo que ninguna chica tenía por que aguantar de un pretendiente.

La aludida levantó los ojos y comenzó a juguetear nerviosamente con la bebida que tenía entre las manos. Hinata había madurado mucho, pero aún era una joven bastante insegura en cuanto a su autoestima como kunoichi y heredera de su clan. Una media sonrisa de resignación y agradecimiento cruzó brevemente sus facciones. "Lo se chicas… en verdad comprendo, pero… ya saben como es mi familia. Ellos insisten en…".

"¡¡Al DIABLO CON TU FAMILIA!! – es tu vida amorosa de lo que estamos hablando aquí, no de una ridícula tradición de legados y demás porquerías".

"Totalmente de acuerdo…", intervino Tenten, quien era tan directa como Ino, aunque no tan vulgar, afortunadamente, "tú eres joven, bonita, deberías estar saliendo con chicos divertidos, no aguantando a un estirado que sólo te busca por la conveniencia de su clan".

"Así es, tienes que relajarte y mandar a los pretendientes de tu familia al carajo", Ino continuó con su descarga pseudo-constructiva. "Si ya parece que te están ofreciendo como incubadora para perpetrar el legado ese de mierda… ¿cómo es?... el Kekkei Genkai o lo que sea. ¡No vale la pena desperdiciar tus mejores años por eso!!".

El puño amenazante de Sakura se agitaba con furia contenida delante de su rostro "¡Ino, en verdad no estás ayudando!".

"¿Y qué quieres que le diga?, es la verdad", bufó frustrada. "Lo que ustedes DOS necesitan es ampliar sus horizontes. Dejar de sufrir por niñatos incapaces y comenzar a salir en serio. ¡Pero con hombres de verdad! De los maduros y con pelo en el pecho, ¿sabes?".

"¿Y a mi por qué me incluyes en esto Ino-puerca? Mi vida amorosa está bien como está Así que no, gracias".

"¡Por favor, no me hagas reír Sakura! Tú eres la peor, tienes 20 años y todavía estas como viuda enganchada al recuerdo de Sasuke", replicó Ino sin piedad, usando el mismo tono irritante que solía usar su madre para regañarla, acompañándolo con esa horrible expresión de autosuficiencia en el rostro que ella quería borrar a golpes.

'Sasuke'. Oír su nombre, aun de forma tan casual, continuaba provocando una punzada de dolor en su pecho.

"Dime, ¿con quién has salido? –a parte de un par de meses con el idiota de Kiba, y luego una cita de espanto con el baboso de Lee, ¿eh?"

"¡El que tú NO lo sepas no quiere decir que no tenga vida social!", comenzó mintiendo flagrantemente. "Lo que pasa es que he tenido mucho trabajo, Tsunade-hime es muy exigente, y…".

"…y te la pasas metida en el hospital todo el día, escondida tras esos bodrios que llamas libros. ¡Admítelo! A este paso en verdad vas a llegar virgen al matrimonio… si es que alguna vez te casas, claro".

Sakura estaba de todos los colores ahora. Ino la atacó por donde le dolía. Al lado de una chica como ella, mucho más experimentada en las relaciones de pareja y sus intimidades, Sakura parecía una mojigata lista para el convento. Aunque, en el fondo, no lo fuese ni de corazón, ni por convicción. Sólo por circunstancias fuera de su control.

"Eso no es tan malo…", dijo tímidamente Hinata, quien estaba muy agradecida porque Ino había enfocado su arrebato feminista más en Sakura que en ella. "…yo creo que es importante esperar por esa persona especial". Ahora fue el turno para que todas voltearan los ojos al cielo con resignación. Increíblemente, Hinata seguía esperando que Naruto se diera cuenta de sus sentimientos. Lo que era tan factible como que el rubio tonto y escandaloso renunciara a ser Hokage.

"¡Por amor a Kami! ¿Pero en qué siglo viven ustedes dos? ¡Somos ninja! Llevamos vidas peligrosas y podemos morir en cualquier momento. ¡Se trata de vivir sin arrepentimientos y al máximo, coño! No andar idealizando vainas que no son reales, ni esperando por idiotas que nunca van a llegar".

Era doloroso admitirlo, pero Ino tenía mucha razón en esto. Sakura había pasado mucho tiempo aferrada a la promesa de un romance perfecto que nunca existió en realidad. Sasuke resultó ser una persona muy distinta a lo que ella había idealizado en él, siendo apenas una niña de doce años, con muchas ideas erradas de lo que era una relación de pareja.

Pero ella seguía esperando. Quizás inconscientemente, pero esperando ni más ni menos a que llegase a su vida lo que, en su tonta cabeza, todavía representaba al hombre de sus sueños. El romance a toda prueba. El verdadero amor de un alma gemela… era peor que una telenovela. Claro la Sakura-interior no iba a admitir esto en voz alta ni bajo la tortura del mismísimo Ibiki-san.

"Pues yo no estoy esperando por nadie para tu información. Es sólo que tengo otras prioridades en mi vida que el estar pendiente de chicos", contestó con más confianza de la que sentía. "Además, no hay nadie que me guste por el momento, así que…".

"Tu problema es que no admites tener un problema, o sea que estas en negativa y completamente cerrada a la posibilidad de un cambio", intervino Tenten luego de terminarse de un trago todo el sake que le quedaba. "Tú y Hinata, necesitan un hombre que las haga gritar…. y no me refiero a gritar de furia, si entienden lo que les digo". Tenten acompañó sus palabras con un guiño cómplice que pareció perderse para Hinata. Sakura en cambio entendió bien lo que decía, a juzgar por el interesante tono carmesí que tomaron sus mejillas.

"¡Así es Frentona! Para empezar tienes que sacar la cabeza de los libros y comenzar a apreciar a los finos especimenes masculinos que te rodean". Los brazos de Ino se abrieron en un gesto que pretendía abarcar todo el espacio en torno a la mesa. Para ella todos cuentan en la lista de posibles candidatos hasta que se pruebe su estupidez incorregible o su impotencia. Ese era su nindo.

"Ya te lo he dicho antes, muchos hombres voltean a verte Sakura. Desde que entramos ese grupo de la barra nos ha estado observando, especialmente a ustedes dos. Si pusieran más atención saldrían de aquí con una cita emocionante y salvaje que duraría toda la noche, en vez de regresar a sus casas antes de las diez para acostarse temprano. ¡Patético!".

"¿Quién tiene una cita salvaje, eh?" dijo aterrizando literalmente en su mesa Kurenai, que acababa de entrar al bar y aún estaba observando a la multitud congregada, "¡No me digas que por fin te decidiste Hinata!". La chica solo atinó a negar con la cabeza, como si la idea de que su sensei la animara fuera horrorosa.

"¡Nah, Kurenai-san! Estas dos no tienen remedio", exclamó Ino con una mezcla de resignación y burla en su voz. "Estaba tratando de que empezaran a notar a los hombres de verdad que hay a su alrededor, no al montón de niños de pecho que ven todos los días… pero ni caso".

"¡I-NO…!", la paciencia de Sakura se estaba agotando, pero su contemplación mental de las mil y una formas de matar a su querida amiga/rival, se interrumpió por la risa contagiosa de la maestra jounin.

"Pero Ino tiene razón Sakura. Yo he notado como los hombres te miran. En realidad es el consenso general que ustedes dos son un verdadero premio para el que se las gane. El problema es que son indiferentes a las atenciones masculinas, ¡para la mayor desgracia y mortificación de Genma y su reputación de casanova, claro!". La reacción de horror no se hizo esperar en la expresión de Sakura mientras el grupo se reía.

Este tipo de cosas siempre le resultaban incómodas. ¿Y Genma? 'Ni loca'. El tipo era un mujeriego de la peor calaña… no importaba lo lindo que fuese, era un suicidio salir con él. Sin mencionar un potencial peligro para la salud.

"Fíjate por ejemplo en Namiashi Raido, allí sentado en la barra. Él es un hombre apuesto y bastante decente. Yo le he oído decir que le pareces una de las kunoichis jóvenes más atractivas que hay", continuó Kurenai en un intento por animar a la joven. 'Tener a una segunda Tsunade-amargada es lo último que Konoha necesita', pensó con simpatía.

"¡Ya lo ves Sakura, y Raido es un hombre que sabe como tratar a una chica!", Ino apoyó de inmediato la idea. "Yo salí con el hace como un año. Muy lindo, sí… ¡Por qué no te animas!!".

"O con Tatami Iwashi" aportó Tenten, "escuché que terminó con Ami, ¿Será cierto?". Sakura sólo escuchó a medias el resto de la conversación sobre los rumores y escándalos amorosos de Iwashi.

No era que ella no mirase a los hombres atractivos que la rodeaban, o que no se fijara en la atención que pudieran prestarle. ¿Cómo no notarlo? ¡Si tenía ojos en la cara y era una ninja por amor a Kami!

El problema era mucho más complicado.

Buena parte de su vida había girado en torno a entrenarse sin cesar y prepararse para defender su aldea, para ayudar a sus amigos y, especialmente, para rescatar Sasuke. Creció tan acostumbrada a poner a los otros antes de ella misma que ya no sabía vivir de otro modo más que entregada ciento por ciento a su trabajo como kunoichi de Konoha.

Ahora que la guerra con Akatsuki y el Otogakure habían pasado, y que Sasuke estaba muerto, Sakura honestamente no sabía como manejar ese tipo de situaciones sociales. Así que simplemente las evitaba, concentrándose aún más en su trabajo.

Las pocas veces que había intentado entablar conversaciones con chicos aparentemente interesados, las cosas siempre habían terminado con ella profundamente avergonzada luego de hacer el ridículo, o con ellos huyendo en medio de excusas apresuradas al enterarse de quien era ella.

Porque es era su otro problema.

Sakura no era tonta. Sabía que era bastante atractiva sin ser una belleza deslumbrante, pero también estaba consciente de que intimidaba seriamente a la mayoría de los hombres. ¿Y quién no lo estaría ante una mujer muy inteligente y con una fuerza física descomunal, muy superior a la de cualquier hombre? ¡Era la combinación perfecta para herir el ego masculino!

Por si esto fuera poco, era también la aprendiz del Hokage, y la mejor amiga del descontrolado –y muy celoso– Kyuubi. ¡No era de extrañarse que salieran corriendo!

Agitó la cabeza con resignación. Las cosas no eran tan sencillas como Ino pensaba… en realidad, estaba muy jodida.

"¡Kyaaaaaaaa! Y ya vieron a Hagane Kotetsu. Me parece que está entrenando de nuevo. Juro que ese trasero se pone cada día más atractivo". La exclamación de Tenten la trajo de regreso a la conversación. Su mirada se dirigió hacia la puerta del bar por donde el aludido acababa de entrar. Todas, hasta Hinata, asintieron en silenciosa apreciación de los atributos del atractivo shinobi. 'Bueno' –pensó Sakura-interior con filosofía – 'al menos me queda disfrutar de la vista. ¡Mnnn!'

"Y hablando de traseros, ya llegó el mío", soltó con una sonrisa Kurenai cuando Asuma entró al lugar, con su habitual cigarrillo pendiendo peligrosamente de sus labios. "Y no vino mal acompañado por lo que veo. No sabía que Kakashi ya había regresado de su misión".

"Si él tiene todo lo que dicen los rumores detrás de esa máscara, tiene mi voto". Concurrió Ino al tiempo que le dedicaba una mirada lasciva y muy poco discreta – francamente vergonzosa– pensó una mortificada Sakura. Pero así era Ino con todo lo que tuviese testosterona entrando por la puerta.

Sakura ya conocía la reputación de Hatake Kakashi en la aldea, pero la verdad siempre la hacía sentir incómoda cuando otras mujeres hablaban de su viejo sensei y de sus aventuras amorosas, por darles un nombre decente. ¡¿Quién se hubiera imaginado que el flojo-pervertido-sensei del Team 7 tenía una legión de admiradoras?!

Le ocurría lo mismo con Naruto y, en cierta medida, con Sai. Le resultaba tan difícil verlos más allá de la familiaridad y la confianza de los amigos cercanos. Era muy raro oír hablar de ellos como pedazos de carne en venta.

De Naruto en particular lo había escuchado todo. Al cumplir los dieciseis años fue incluido en la lista de los más buscados, cuando por fin dejó atrás su cara de niño incorregible y su parecido con su padre se hizo más evidente. En realidad, ella misma había participado en más de una sesión de admiración colectiva por el alocado rubio. Sin embargo, cuando las cosas se ponían más gráficas, siempre se sintió incómoda, como si estuvieran hablando de su propio hermano.

Kurenai se levantó haciendo un rápido y casual gesto de despedida con la mano, mientras se apresuraba a reunirse con el grupo de recién llegados.

La mesa quedó nuevamente dividida entre las descorazonadas sin remedio y las francamente avispadas.

"Bueno, ¿y qué piensas hacer entonces, querida Sakura? ¿Te atreverás a ser una mujer o seguirás jugando a la enfermera con los mocosos?", remató una desafiante Ino. Sakura se sintió en ese momento algo alienada, y bastante irritada por ser subestimada por sus amigas.

Poniéndose de pie, Sakura les dirigió a todas una mirada indignada. Era definitivamente mucha humillación para una sola noche. Estaba francamente agotada y mañana tenía un día más que copado de trabajo en el hospital, con un turno doble de guardia en emergencias, además debía estar temprano en la biblioteca para buscar información de… '¡Arrgghh!' ¡Sí, su vida era patética! Muchas gracias por el constante recordatorio.

"Me voy" declaró sin rodeos, "Hinata, te llamó mañana a ver como salieron las cosas". Ignorando las miradas de desaprobación y burla de Ino y Tenten respectivamente, Sakura salió de prisa a encontrarse con el aire frío de las primeras horas de la noche.

Aún había mucha gente caminando por las calles, la mayoría alistándose para comenzar una velada entregada al placer y la diversión. Después de todo, Konoha era un lugar muy distinto por las noches, cuando se cambiaba la rutina del trabajo por algo de emoción y desenfreno. Era el estilo de vida ninja: aprovechar cada momento del día al máximo y gozar luego de los placeres de la noche.

Fuera de las misiones y la dureza a la que tenían que hacer frente a diario, los poderosos Shinobis de Konoha buscaban integrase a la vida de la aldea, mezclándose con la gente común que vivía a su alrededor, ajenos en su mayoría a los sin sabores de sus carreras.

En ese sentido, Sakura no podía quejarse la verdad. Viniendo de una familia de civiles y sin ningún talento aparente, su carrera había tomado un rumbo que muchos envidiaban. La aprendiz de la propia Godaime Hokage en persona, la famosa Tsunade-hime. Era un sueño hecho realidad. Sin mencionar la fortuna de compartir con tres de los más talentosos –sin bien bastante locos y controversiales– ninjas de Konoha. Aunque eso significase que su vida amorosa apestaba, Sakura no cambiaría su pasado ni a sus amigos por nada del mundo.

"¡Si tan solo Ino-puerca lo entendiera y me dejara en paz de una vez!", murmuró por lo bajo, aun irritada por los comentarios típicos de su querida rival.

Caminando despacio, Sakura tomó una inhalación profunda, cerrando por un momento los ojos y dejándose llevar por los ruidos de la noche a su alrededor. Concentrándose en la rutina confortablemente familiar que le esperaba mañana, repasando mentalmente sus tareas. Así, calmó sus nervios poco a poco, convenciéndose a sí misma que Ino dramatizaba, y acallando en el proceso a la Sakura-interior que gruñó exasperada:

'Después, cuando seas una solterona amargada y frígida, no digas que no te lo advertí'.

"¡Exageradas!"

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